DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro. Este fic es un regalo de cumpleaños atrasado para DAIKRA (L)


— Aves del Sengoku —


— VI —

— Sobre las aves, el bosque... y el corazón —


El canto de las aves que rodeaban el claro parecía anticiparse a los hechos que ocurrirían a continuación. El ambiente se había hecho ligeramente más pesado, la energía que se sentía en el bosque ahora era más fuerte y envolvente, por lo que Shippō y Kirara se habían puesto en alerta, expectantes ante la incertidumbre de lo que podía ocurrir. El espíritu del bosque había cerrado sus ojos después de indicarles que les daría una oportunidad a sus amigos y hasta ahora se mantenía así, lo que comenzaba a preocuparlos.

De pronto, el canto se transformó en graznidos y las aves que estaban sobrevolando el sector, aterrizaron haciendo un círculo alrededor de ellos y el resto del grupo, y un par de segundos después, del pecho de cada uno de los adultos, una energía blanca con forma de ave salía con fuerza para planear brevemente sobre ellos y luego descender frente a cada uno, piando y graznando bastante alto hasta que el espíritu del bosque abrió nuevamente sus ojos y habló.

—Tenían razón, hay sentimientos nobles y sinceros en los corazones de sus amigos. Sus intenciones podrían confundirse, la angustia incluso pudo haberlos consumido para que afloraran deseos egoístas y mucho más oscuros. Sin embargo, si se rindieron fue porque pensaron que era lo mejor para los demás —miró detenidamente a quienes aún no despertaban y se irguió levemente, mostrando ahora que en realidad tenía tres patas —. Son dignos de mi benevolencia.

Y entonces, InuYasha y los demás comenzaron a despertar, abriendo sus ojos lentamente para luego observar al ave de tres patas, lo que hizo que InuYasha de inmediato se pusiera a la defensiva, no sin antes echar una mirada de reojo y asegurarse de que Kagome y los demás estaban bien.

—¡Infeliz! ¿Qué es lo que quieres?

—Conocer su verdadera alma —el ave no se inmutó, manteniendo su mirada fija en él —. Al mostrarles sus temores, sus corazones decidieron con sus sentimientos reales. Creí que serían egoístas, pero en su interior hay sinceridad.

—¿Conocer nuestras almas? —Kagome parecía confundida. —¿Por qué?

—¿No es obvio? Quería acabar con nosotros. Pero ya aprenderá quién tiene que temer ahora.

—InuYasha, no creo que sea muy prudente hacer eso —lo interrumpió Miroku, observando con atención al ave que parecía no inmutarse con las palabras del hanyō —. Es Yatagarasu.

¿Yata- qué?

Yatagarasu, el cuervo de 3 patas, sirviente de Amaterasu —el monje mantuvo su vista fija en el ave negra, la que parecía sonreír con algo de gracia —. ¿No es cierto?

—Eres muy observador, monje —la voz fue tranquila, no parecía tener resentimientos a pesar del temperamento del otro varón presente —. Aunque no me sorprende, después de haber estado en sus corazones. Este bosque es territorio sagrado y ustedes lo dañaron durante su enfrentamiento, por lo que debía ponerlos a prueba.

—¿A prueba? ¿Esto fue por la destrucción que causamos durante nuestra batalla? —Preguntó Sango, intentando encontrar una explicación a lo ocurrido.

—No me interesa la razón. Estuvimos a punto de morir, ¿no es así? —InuYasha volvió a quejarse, bufando levemente.

—Más bien, sería como un sueño eterno —respondió el cuervo de la misma forma tranquila —. Aunque sé que la idea no te gusta, ya estuviste sellado de esa forma. Pero tranquilos, han pasado la prueba. Sus almas han mostrado su verdadera esencia.

Tras decir estas palabras, cada una de las aves hechas de energía que se encontraban frente a ellos, comenzó a tomar forma, para transformarse finalmente en un ave distinta, que los observaron con atención en sus ojos.

»InuYasha, un hanyō que, a pesar de que has sufrido por mucho tiempo un rechazo inhumano, has hecho a un lado tus deseos egoístas de poder y venganza, mostrando un corazón que se preocupa más allá de lo que admitiría no sólo por sus seres queridos, sino también por gente inocente. Aprendiste a confiar en los demás y los dejaste acercarse, pero del mismo modo, los protegerías con tu vida. Por eso, tu alma se ve reflejada en el autillo, el guardián del bosque.

»Kagome, una chica que no pertenece aquí, perfectamente podrías irte por tu propia seguridad, ya que no es tu responsabilidad solucionar ninguno de los problemas que enfrentas en este mundo ajeno al tuyo; sin embargo, decidiste quedarte aún por sobre las comodidades y tu bienestar, porque estás dispuesta a ayudar a los demás, a brindar esa calidez que sólo una amistad verdadera puede otorgar, incluso a ayudar a quienes no conoces porque es lo que nace de tu corazón. El mejiro, el ave que representa la amistad, es la imagen de tu alma.

»Sango, una guerrera que ha sufrido más pérdidas de las que podría soportar cualquier ser humano, te has mantenido firme en tu lucha, con el coraje y la determinación de hacer justicia y mantener tu responsabilidad como taijiya, pero aún de esta forma, serías capaz de seguir sacrificándote por el bienestar de quienes amas, porque tu bondad y el amor que hay en tu corazón son más grandes de lo que el mundo puede ver. Estás preparada para darlo todo aún si eso significa perder tu propia felicidad, y es ese tipo de previsión la que representa el faisán verde, kiji.

»Miroku, un monje maldito que lleva consigo la amenaza de una muerte prematura desde que tiene memoria, aprendiste a sobrellevar esa carga manteniéndote alejado de las personas y aparentando una liviandad de ánimo que sólo oculta tus verdaderos temores. Aun así, te diste la oportunidad de confiar en otras personas y de crear lazos que ya no puedes romper, cambiando el objetivo de tu búsqueda porque deseas el bienestar y la felicidad de alguien más, no sólo salvarte a ti mismo. La sabiduría y el espíritu protector que emanan de tu corazón con estas acciones son la representación más clara de la grulla monje.

»Shippō y Kirara, ustedes por sí solos ya son espíritus del bosque y la naturaleza, sin embargo el coraje, la valentía y lealtad que mostraron son dignas de admirar y debo agradecerles nuevamente por insistir en que mirara con mayor detenimiento la verdad detrás de los corazones de sus amigos, porque he aprendido que no se puede juzgar a nadie sólo por sus acciones, sino que debo ver sus intenciones y motivaciones. Ustedes salvaron a sus amigos.

»Ha llegado el momento de que cada uno vuelva a su camino, por lo que he de despedirme. Espero que el haber superado esta prueba pueda darles algo de tranquilidad a sus afligidos corazones y que el regalo que han recibido hoy sea de ayuda para que cumplan sus objetivos, porque el bosque y yo mismo, Yatagarasu, estamos agradecidos por las enseñanzas que nos han dado. Tienen nuestra bendición, viajeros.«

Las aves que estaban frente a cada uno volvieron a volar directo al pecho del hanyō y los humanos, para que luego las que los rodeaban en un círculo y el mismo cuervo de 3 patas, junto con el claro del bosque, desaparecieran con un haz de luz que iluminó todo el sector, llevándolos hasta el valle en donde estaba el río y la olla con la comida. Todos parpadearon un momento, intercambiando miradas algo confundidos. ¿Acababan de tener un extraño sueño o eso realmente había pasado?

El primero en reaccionar fue InuYasha, quien bufó reclamando que tenía hambre y quería comer algo. Kagome de inmediato lo regañó, diciéndole que era un desconsiderado y que debería por lo menos intentar ayudar con algo. Miroku soltó un suspiro mientras observaba la fogata y comenzaba a hacer fuego nuevamente, en tanto Sango lo ayudaba para tener pronto la comida y así quitarle pronto el mal humor a su amigo.


Después de comer, Kagome se había ofrecido a lavar los platos junto a InuYasha, quien no estaba feliz con que lo involucraran en algo que evidentemente él no quería hacer, pero de todas formas decidió acompañar a su compañera hasta la orilla del río para "ayudarla". Ella hablaba despreocupadamente sobre el siguiente examen que tendría y que esta vez debería prepararse con más dedicación porque sino reprobaría y no quería hacerlo. El hanyō sólo la observaba, pasándole los platos y recibiéndolos de vuelta cuando ella acababa de lavarlos, para dejarlos a un lado. Se mantenía con la vista fija en ella hasta que decidió hablar, llamando la atención de la sacerdotisa.

—Kagome, tú… ¿también tuviste ese sueño con esa extraña ave?

La muchacha detuvo su acción y dejó sus manos en su regazo mientras su mirada se perdía en el río y soltaba un suspiro, sus ojos mostrando aflicción de pronto.

—Sí… Yatagarasu nos puso a prueba mostrándonos algunos temores de nuestro corazón… —Sus ojos reflejaron el pesar que le causaba recordar eso.

—Lo siento… quizá si yo no hubiese sido tan impulsivo…

—Creo que, cualquier hubiese sido nuestra reacción al encontrarnos con él, habríamos terminado igual. No deberías culparte por eso.

—De todas formas, debí darme cuenta antes… lo lamento —negó con un gesto, también mirando el río frente a ellos —. Yo… me quedaba solo, porque soy demasiado débil para protegerlos. Ese espíritu me mostró lo poderoso que sería si los dejaba atrás y me convertía en un yōkai completo, pero yo… —InuYasha hizo una pausa, apretando los puños con fuerza. —Ya no quiero ser fuerte si estoy solo.

Kagome levantó la mirada para observar a su compañero, quien tenía los ojos dorados humedecidos, aunque ninguna lágrima se asomó en ellos. Ella se apoyó en su hombro, golpeándolo suavemente con el suyo para llamar su atención.

—Prometí que seguiría a tu lado, y lo haré. No vas a quedarte solo, InuYasha.

—Lo sé, pero aún así… debo ser más fuerte para protegerte. También lo prometí.

La azabache sonrió levemente, aunque InuYasha supo de inmediato que era un gesto nostálgico.

—Lo sé, pero por lo mismo, te arriesgas demasiado para salvarme —dijo ella, agachando la mirada —. Todos siempre están corriendo peligro para ayudarme, y a veces siento que soy un estorbo para todos… que incluso lucharían mejor sin mí dándoles problemas…

—¿Eso fue lo que te mostró el espíritu? —La voz de InuYasha estaba cargada con preocupación, algo que conmovió a la colegiala.

—Sí… creyó que me alejaría de ustedes para mantenerme a salvo y regresar a la comodidad de mi hogar… pero no los abandonaría por eso. Sólo me gustaría no ser siempre una carga…

—Oye, tú no eres una carga para nosotros —el hanyō quiso quitarle esa idea de inmediato de la cabeza —. Si no fuera por ti, jamás habría podido confiar en nadie ni tener amigos… y creo que es lo mismo con los muchachos, si no fuera por ti, ninguno de ellos estaría aquí con nosotros. Decidiste acoger a Shippō después de que perdiera a sus padres; confiaste en Miroku incluso cuando yo sólo quería quitarlo del camino; y animaste a Sango a unirse a nosotros para que no estuviera sola… Si no fuera por ti, estoy seguro de que todo en nuestras vidas sería muy diferente.

InuYasha había tomado su mano, y la miraba con los ojos dorados perdidos en los de ella, lo que causó que se sonrojara, aunque no quiso apartar la mirada ni terminar el contacto con su mano.

—Supongo que tienes razón… y, al final, mi verdadero deseo es quedarme aquí, contigo y los muchachos.

Kagome sonrió levemente y estuvieron mirándose por un par de segundos, hasta que de pronto fueron interrumpidos por el trompo gigante de Shippō, quien jugaba a unos metros y, lamentablemente había perdido el control del juguete, por lo que había terminado golpeando la espalda de InuYasha y acabado con toda la atmósfera del momento. Pronto, el hanyō estuvo persiguiendo al zorrito mientras Kagome volvía a soltar un suspiro, pero esta vez son una sonrisa en los labios, porque sabía que había tomado la decisión correcta.


—Parece que nunca van a aprender, ¿verdad?

La voz de Sango sacó a Miroku de sus pensamientos, llamando su atención para dirigirla al escándalo que estaban causando Shippō e InuYasha con su persecución a la orilla del río. Asintió con un gesto, dándole la razón a la taijiya, aunque ella pudo notar la mirada algo preocupada del monje.

—¿Ocurre algo, Hōshi-sama? —Preguntó, sentándose a su lado y observándolo con atención.

—No es nada, sólo… —Se encogió de hombros, intentando restarle importancia. —Creo que tuve un mal sueño, eso es todo.

La muchacha lo pensó un par de segundos antes de volver a hablar, segura de que eso no había sido sólo un sueño.

—¿Se refiere al encuentro con Yatagarasu?

Miroku levantó la mirada con sorpresa, pero al ver el rostro con la angustia mal disimulada de su compañera, esbozó una media sonrisa y asintió con un gesto.

—Sí… quizá no debería ignorar los temores que me mostró —hizo una mueca, apartando la mirada de la de ella —. Es egoísta hacerlo.

—¿Usted cree? —Sango suspiró, sospechando por donde iban los pensamientos del monje. —¿Puedo preguntar qué fue lo que vio?

El ojiazul cerró los ojos y suspiró, estaba seguro de que, aunque quisiera mentirle, ella sabría la verdad, era probable que incluso ya la hubiese descubierto con sólo escucharlo.

—Supongo que puedes imaginarlo, ¿no? Mi Kazaana está en su límite, ya no puedo luchar como antes y ustedes… —Levantó la mirada para verla, sonriéndole levemente con una expresión de resignación. —No quiero que tengan que presenciar eso. No quiero que tú, Sango, tengas que sufrir otra pérdida. Si pudiera pedir algo en esta vida, sería que fueses feliz, tuvieses una vida larga y formaras una hermosa familia…

—¿Sin usted? —Ella hizo una mueca, recordando su sueño también. —Entonces, quizá sea mejor que yo me aleje, si le angustia tanto dañarme… No quiero que se atormente pensando en eso. Si tanto miedo le da que yo siga a su lado, que es capaz de rendirse para evitar que yo sufra…

—¿Y que hay de Kohaku? No eres tú quien debe rendirse, aún tienes un motivo para seguir hasta el final…

La castaña hizo una mueca cargada de dolor ante la mención de su hermano, porque sabía que su presencia no sólo causaba culpa en el monje.

—No puedo estar cerca de Kohaku sin que los recuerdos de lo que ocurrió lo atormenten. Sigue sintiéndose culpable por todo lo que ha sido forzado a hacer, y yo sólo aumento ese sentimiento. Si recupera sus recuerdos y está cerca de mí…

Miroku negó con un gesto, angustiándose con el dolor que sentía en Sango, consiente de que tomar ese camino era más difícil de lo que podía parecer.

—Si haces eso, estarías perdiéndolo también…

—Y no sólo a él —agregó ella, limpiándose una lágrima en su mejilla —. Pero no me importa si así evito que ustedes sigan sufriendo por mi presencia.

—Lo siento, pero no puedo estar de acuerdo con eso. No sería justo…

—¿Y es justo que usted se sacrifique sólo porque no quiere que yo sufra su pérdida? Si se rinde, también lo estaría perdiendo…

Él negó suavemente, tomándole las manos a Sango antes de volver a hablar, buscando sus ojos y dedicándole una suave sonrisa.

—Me dejas sin opciones si lo planteas de esa forma…

—Puedo decir lo mismo… —Ella sonrió de medio lado, sonrojándose levemente por el contacto, pero sin quitarle los ojos de encima a Miroku. —Creo que la única solución es darnos la oportunidad. De cualquier forma, no podría soportar haberme rendido sin haber intentado salvarlos de alguna forma.

—Está bien, no puedo negar que es la mejor opción que tenemos —limpió una de las lágrimas, acariciando el rostro con ternura —. Además, me permite seguir disfrutando de tu compañía.

La taijiya se sonrojó aún más, desviando la mirada avergonzada, nerviosa ante esa muestra de cariño tan sincera. Estaba buscando alguna respuesta apropiada, cuando de pronto sintió la mano traviesa de Miroku tocarle suavemente el trasero, causando que todo el ambiente que habían construido en ese momento se quebrara de golpe. La bofetada fue sonora, tras la cual Sango se alejó presurosa del lado del monje, aunque el alivio y la felicidad que sentía al saber que ambos habían elegido seguir junto al otro, eran sentimientos que no iban a desaparecer, al igual que con el ojiazul.

Ambos sonrieron, mientras a lo lejos InuYasha seguía persiguiendo a Shippō, Kagome intentaba detenerlos hasta que su paciencia se colmó y tuvo que usar sus "abajo" para calmar al hanyō, y sobre ellos una bandada de aves voló en círculos, soltando graznidos alegres antes de alejarse en dirección al bosque.


Momento cultural.

Yatagarasu: criatura sagrado perteneciente al folclore japonés, es un cuervo de tres patas cuyo nombre significa "ocho tramos" y hace referencia al gran tamaño del cuervo. Es un sirviente de Amaterasu, la diosa del sol. Sus tres patas representan el cielo, la tierra y la humanidad, mientras que el cuervo mismo es el sol; también simbolizan las tres grandes virtudes de los dioses: sabiduría, benevolencia y valor. En las leyendas, Yatagarasu les muestra a las peronas el camino que deben seguir.

Autillo japonés: Otus semitorques, es un ave rapaz japonesa de color café, que se consideraba antiguamente como guardián de la noche, que protege contra los demonios y advierte de los peligros que se pueden manifestar durante ésta. Hoy en día, se asocia a las lechuzas con presagios de muerte y mala suerte.

Mejiro: Zosterops japonicus, también conocido como anteojito u ojiblanco japonés por el área blanca que tiene alrededor de los ojos, es un ave paseriforme, también conocidas como aves cantoras, y se caracteriza por ser muy sociable, incluso viajando en bandadas con aves de otras especies.

Kiji: Phasianus versicolor o faisán verde, es el ave nacional de Japón, aparece en muchas leyendas y mitos, pero el más conocido es el de cuento de Momotarō, donde representa la previsión, en el sentido de estar atento y preparado para lo que puede pasar más adelante. Además, tiene un comportamiento inquieto y casi indomable.

Grulla monje: Grus monacha, es el más pequeño ejemplar de la familia de las grullas. En Japón se asocia las grullas con la longevidad y buena fortuna, pero además las grullas monjes se cree que guían y acompañan a los monjes en su camino hacia la sabiduría, además de tener un fuerte espíritu protector hacia la familia.


¡Hola! Por fin traigo aquí el capítulo final de esta pequeña historia que es el regalo de cumpleaños de DAIKRA, espero que le guste porque en este en especial puse mucho esmero y estuve leyendo mucho sobre aves japonesas y algo que pudiera darle explicación a este espíritu xd

Muchas gracias a todos los que se han pasado por acá, perdón por no haber podido actualizar antes, pero tuve varios percances. Aún así, ¡aquí está!

Menciones especiales para mi gratitud, a DAIKRA porque tus reviews son lo más, me alegra que te haya gustado; a Gabriela Cordon, por darle la oportunidad a esta loca idea y dejarle tan bellos reviews; y a Nuez por ser mi beta y apoyarme en cada loco proyecto que sale de mi cabeza xd.

Bueno, por ahora me despido, espero pronto estarnos leyendo por ahí. Un abrazo~

Yumi~