Exención de Responsabilidad: No soy dueño de Naruto. Cualquier cosa relacionada directamente con esta serie (manga/serie) todos los personajes, historia de fondo, configuración, etc. Pertenecen a Masashi Kishimoto.
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Parada de autobús…
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La próxima vez que la ve, casi se ahoga de la conmoción.
La ve en la parada de autobús cerca de Ichiraku Ramen. Está vestida casualmente con un vestido azul hasta las rodillas y un abrigo grueso que la cubre de la brisa fría del inminente invierno mientras se sienta en el cobertizo con una postura perfecta.
Ella no parece usar mucho maquillaje como la mayoría de las mujeres. Él piensa que ella no necesita hacerlo de todos modos. Y estos encuentros inesperados se están volviendo sospechosos. Verla en el complejo de apartamentos o sus alrededores es razonable, después de todo, reside en Konohagakure. Pero coincidir en lugares esporádicos al mismo tiempo no es tan común. De hecho, pocas veces logra toparse con Naruto si no acordaron un encuentro previo. Por un instante, Sasuke se pregunta qué está tratando de decir el universo.
La ignora mientras entra a la tienda de Ramen donde esperan sus dos amigos.
– ¿Por qué tardaste tanto, Sasuke-kun? – Sakura pregunta. – Tengo que ayudar a Shizune-san después del almuerzo. –
Naruto se ríe, dejando de lado su tercer cuenco de Ramen. – Parece que el Teme aprendió un par de cosas de Kakashi, no sólo el chidori. –
Él murmura un breve insulto al rubio y se sienta. En segundos, la hija de Teuchi se acerca para pedir sus órdenes. Sakura responde por ellos: "Sólo danos lo de siempre, Ayame-san. A Naruto sólo un par de cuencos más, él es quien se hará cargo del pago. No quiero que al final no tenga nada con que pagar".
La chica sonríe ante la expresión de su mejor cliente y luego de un rato, vuelve con sus pedidos habituales.
Empiezan a comer casualmente, todo mientras ignoran las historias de Naruto sobre las tonterías de Sai y Yamato en su última misión.
– … Y luego, Sai dibujo una versión femenina del capitán Yamato. ¡Fue la chica más fea que hubiese visto! – el Uzumaki sigue hablando, acompañando su historia con movimientos exagerados.
Sasuke frunce el ceño mientras continúan comiendo, sus ojos viajan fuera del establecimiento. Se da cuenta de que la chica todavía está sentada allí sin hacer nada, aparentemente sumida en sus pensamientos.
– Oh, y Yamato se molestó tanto que–
Sasuke deliberadamente ignora la locuacidad de Naruto, hasta que éste vuelve la cabeza en su dirección. – ¿La conoces? –
– No. – Sasuke se apresura a responder mientras vuelve a mirar su comida.
Sakura sin reparar en el intercambio de palabras de sus camaradas, coloca sus palillos hacia abajo. Sus ojos se fijaron en su reloj de pulsera, y casi se le sale de las cuencas de los ojos cuando se da cuenta de hora. Ella golpea la cabeza de Naruto, éste último se estremece de dolor y lleva ambas manos para acariciar el área afectada. – ¡Eres un idiota, Naruto! Tengo que irme y tú me haces perder el tiempo con tus babosadas. – le recriminó antes de levantarse rápidamente y agitar su mano a su otro compañero. – Nos vemos de nuevo, Sasuke-kun. –
Naruto llora. – ¡Pero si fue el teme quien llegó tarde! –
Sasuke sólo suspira mientras mira afuera de nuevo. Observa a la novia de su vecino mientras levanta la cabeza y saluda a alguien de su lado de la calle. Casi se ahoga cuando encuentra a Sakura corriendo hacia la chica. Se atraganta y tose, sin apartar los ojos de pelirrosa.
El mundo no puede ser tan pequeño, piensa.
Pero entonces, casi puede escuchar la voz de Sakura desde el exterior mientras grita: ¡Mikoto-chan!
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Esa misma noche, ella lo invita a cenar. No, no. Bueno, casi.
Naruto se ríe de él, pero le entrega un vaso de agua que él acepta, con los ojos todavía pegados en las chicas debajo del cobertizo. Tose de nuevo cuando se da cuenta de que Sakura señala con el dedo en su dirección. A toda prisa, da la espalda a la ventana. Había perdido totalmente la compostura, ¿Y por qué estaba entrando en pánico?
Una ceja rubia se levanta y corta sus pensamientos. – ¿Conoces a esa chica? – Palma su barbilla, apoyando el codo en la mesa.
Sasuke mira a Naruto, que ahora está mirando en la dirección que miraba hace un rato. Finge toser, esperando que el rubio deje que su pregunta quede sin respuesta. Pero, – ¿Te gusta? –
Esta vez, realmente se atraganta con la saliva. Naruto se apresura a correr de costado y golpear bruscamente su espalda, con una sonrisa en sus labios. Él pide más agua. Las comisuras de los ojos de Sasuke casi se llenaron de lágrimas por la asfixia.
– Parece una chica interesante y muy bonita. Aunque realmente no puedo ver bien desde aquí, tal vez, debería saludar… – mientras Naruto se pone de pie, su compañero rápidamente lo agarra del brazo, tirando de él para que se siente.
Con voz dolorida, Sasuke le dice. – No lo hagas. –
– Nunca te había visto perder la calma de esa manera. – observa burlonamente.
Ahogando otra tos, Sasuke responde mientras se recompone. – Ella es la novia de mi vecino. –
– Oh. – el futuro Hokage parpadea.
Cuando él y Naruto regresan a la torre Hokage, descubre que Mikoto todavía está sentada allí, inmóvil y sin Sakura a la vista. Sasuke asume que ella puede estar esperando a alguien, luego se pregunta brevemente si ya almorzó. Él aparta sus pensamientos cuando percibe que Naruto también mira a la chica.
De todos modos, ¿Por qué le importaría?
Sin embargo, no esperaba verla en la misma posición que la había visto antes mientras pasaba por la parada del autobús. Mira su reloj, eran cerca de las ocho de la noche.
Decide no involucrarse.
Pero aún así.
Como si sus pies tuvieran mente propia, se acerca deteniéndose justo a su lado. Mikoto, ahora tan pálida como un fantasma, como si acabara de volver a la realidad, lo mira, sus ojos se agrandan un poco. Y emite un breve saludo, levantando una mano con la palma hacia él.
Contempla un rato, pero su boca Uchiha es más rápida que su cerebro. – ¿Esperas a alguien? –
Sus labios se separan, se cierran, se abre y se vuelven a cerrar. Luego, niega suavemente con la cabeza. – Estoy cansada. Supongo que perdí la noción del tiempo. – parece que quisiera decir algo más, pero decide no hacerlo. En último momento decide decir: – Voy a regresar a casa ahora. –
Sasuke tiene curiosidad, pero la brisa nocturna es más fría ahora. – Yo también. –
Ella se pone de pie, luego de repente se congela. Ella levanta las manos en el aire, su rostro impasible se contrae en una expresión de dolor insoportable. Apretando las mandíbulas, se obliga a sonreír. – Lo siento, por favor espera. Yo… – Se encorva y masajea su pantorrilla, balanceándose con un pie. – tengo un pequeño obstáculo. –
– Parece que tienes muchos problemas con las piernas. – Sasuke no puede evitar divertirse y ser compresivo al mismo tiempo que libera un aire de alivio que no se da cuenta de que está sosteniendo.
Ella se detiene brevemente, y si Sasuke no parpadeara lo suficientemente rápido, podría haber jurado que vio una expresión similar a la decepción registrándose en sus rasgos. Ella trata de sonreír. – Debo haberlas usado en exceso. –
Ella se las arregla para levantarse, y comenzaron a caminar. Tomaron la ruta habitual al complejo de apartamentos, el camino más largo y sinuoso que hacía que la milla pareciera más de dos. En esta ruta, Mikoto identificó a unas cuantas casas una tienda de té. Durante todo el trayecto, estaban tranquilos. Encuentran el silencio cómodo hasta que su estómago gruñe sin más razón que el bonito anuncio de panecillos del establecimiento.
Ahora, Sasuke rara vez se ríe. Sus emociones están tan controladas que de la supuesta risa sale una leve tos.
Nerviosa, Mikoto abraza su estómago. Sasuke se pregunta cómo se las arregla para mantener la apariencia recta a pesar del enrojecimiento de su rostro.
– Déjame invitarte a cenar como agradecimiento por la vez que me ayudaste. – dice insegura.
Inesperadamente, se encuentra accediendo antes de que su cerebro pueda siquiera procesar la gravedad de su oferta. Esa noche comieron tranquilamente. Fue tranquilo, pacífico y cómodo.
Es como en ese momento, el universo existió para unirlos.
– Ah. – Mikoto jadea mientras hurga en los bolsillos de su abrigo. – Olvidé que perdí mi billetera. –
– Tienes valor, pequeña. – Sasuke dice, sacando su billetera de su bolsillo trasero.
– Lo siento, pagaré la próxima vez. – ella pronuncia mientras junta sus manos, con las cejas arrugadas.
¿Acaba de conseguir una segunda cita?
Y Sasuke sabe que ha caído en la trampa que Mikoto nunca quiso tender.
Está pisando las aguas peligrosas.
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