Capítulo 6

El señor Darcy había desayunado muy temprano y se paseaba impacientemente en la entrada de la casa esperando por el doctor Evans. Él examinaría hoy a Elizabeth y dependiendo de su diagnóstico se sabría si ella estaba en condiciones de dejar su cama o no. Él deseaba tanto hablar con ella, hoy se daba cuenta de que haberle mandado esa carta fue un gran error y deseaba pedirle perdón. Él se preguntaba en qué estaba pensando cuando le pidió a una muchacha decente e inteligente como Elizabeth permiso para visitarla en su habitación, a espaldas de sus tíos y poniendo en peligro su reputación. Afortunadamente ella era más sabia que él, y le había dicho que no.

Cuando finalmente llegó el doctor Evans, el señor Darcy lo saludó y pensaba acompañarlo hasta el cuarto de su amada cuando uno de los lacayos le entregó un mensaje. Al ver que era de su capataz lo abrió inmediatamente y lo leyó. El señor Parker le contaba que debido a las últimas lluvias uno de los canales de regadío se había desbordado y debían volver a canalizarlo. Aunque su corazón se revelaba, su razón le dijo que debía ir en ayuda de sus inquilinos. -Doctor Evans, la señora Reynolds lo acompañará a la habitación de la señorita Bennet. Su tía y su tío la están acompañando en este momento. Por favor, déjele saber a ellos el tratamiento a seguir y luego ellos me notificarán.-

El señor Darcy fue rumbo a las caballerizas y media hora más tarde había reunido un gran grupo de hombres, que juntos con él comenzaron a trabajar para solucionar el problema.

-Señorita Bennet, debo decirle que está bastante mejor, pero que eso no significa que puede dejar el reposo absolutamente. Un golpe en la cabeza puede ser algo grave, y hasta que no disminuya la intensidad de sus dolores de cabeza, y la hinchazón de su chichón, es mejor que se mantenga en reposo parcial. Puede levantarse por unas horas, y pasear por la casa o los jardines, pero no está en condiciones de tomar un carruaje. Sólo en una semana más podrá dejar Pemberley.-

El doctor Evans conversó por unos minutos más con los señores Gardiner y se retiró. Elizabeth no estaba muy contenta, pero al menos podría dejar la cama por algunas horas y no estar todo el día encerrada y sola. Estaba un poco temerosa de encontrarse con el señor Darcy, pero sabía que tarde o temprano debería enfrentarlo.

Con ayuda de Rose, Elizabeth se vistió y se dirigió a uno de los salones de la casa en donde se sentó cerca de un gran ventanal desde el cual podía apreciar el hermoso jardín. Georgiana la acompañaba y ambas muchachas conversaban amenamente.

-Lizzie, querida, con tu tío queremos saber si podíamos dejarte por unas horas en compañía de la señorita Darcy. Tenemos algunas cosas pendientes en Lambton y necesito ir a casa de mi prima Camilla a dejarle unos regalos que le mandó mi hermano James.- La señora Gardiner había tenido que posponer algunas de sus citas para cuidar de Elizabeth.

-Por su puesto tía. No te preocupes por mí, yo estoy bien y la señorita Darcy es una compañía muy agradable,- dijo a Elizabeth mirando a una sonriente Georgiana.

-Volveremos lo antes posible, querida sobrina,- dijo el señor Gardiner mientras le besaba la frente a Elizabeth.

Justo en ese momento entró al salón el señor Bingley y al ver que ninguna de sus hermanas estaba presente preguntó, -Señor y señora Gardiner, ¿cómo está su familia en Hertfordshire? ¿Están todos bien?- A Charles le dio vergüenza preguntar directamente por Jane.

-Están todos bien, muchas gracias por preguntar, señor Bingley.- La señora Gardiner no pensaba darle más detalles sobre su familia. Ella era capaz de reconocer que el señor Bingley era amable pero la forma en como él y su familia habían tratado a Jane no era algo fácil de ignorar.

-Señor Bingley, si nos disculpa, mi esposa y yo vamos saliendo para Lambton. Tenemos algunas cosas que hacer allá,- explicó el señor Gardiner para poder poner fin a la conversación.

-Por favor, permítanme acompañarlos. Yo también necesito resolver algunas cosas en el pueblo. Tengo que mandar un mensaje expreso a mi tía en Scarborough y a mi primo que está en Hertfordshire.- El señor Bingley pensó que esta era una excelente oportunidad para poder hablar a solas con los Gardiner y averiguar más de Jane.

El señor y la señora Gardiner no se pudieron negar y en poco menos de media hora iban los tres en un carruaje rumbo a Lambton. El señor Bingley conversaba con el señor Gardiner sobre inversiones y algunos otros temas relacionados con el comercio. La señora Gardiner esperaba que no le preguntara nada sobre Jane. Su sobrina ya había sufrido suficiente tras el abandono de ese hombre, y a ella no le gustaba mentir. Si él preguntaba, ella iba a contestar.

Y efectivamente, el señor Bingley preguntó. -Señor y Señora Gardiner, qué pena que no supe que la señorita Bennet había estado en Londres pasando unos meses con ustedes. Me habría encantado visitarla.- Charles Bingley se había ruborizado completamente y añadió, - La próxima vez que vaya a Londres, díganle a su sobrina que me encantaría que nos visitara.-

La señora Gardiner respondió lo más calmada que pudo. -Jane fue a visitar a sus hermanas cuando estuvo en Londres, y ellas le devolvieron la visita unas cuantas semanas después. ¿No le contaron?- Al ver la cara de asombro del señor Bingley, ella supo muy bien cual era la respuesta.

Charles Bingley apenas pudo esconder su ira antes tamaña confesión y seriamente dijo, -No señora, nunca me enteré de la visita de la señorita Bennet.- Después de eso, se quedó en silencio y prácticamente no habló el resto del camino, algo bastante poco usual en él. Charles no podía creer que sus hermanas le hubieran ocultado la presencia de Jane. En cuanto pudiera iba a tener una conversación muy seria con ellas.

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Lydia estaba escondida detrás de un árbol en un pequeño parque cerca de la playa. El señor Wickham la besaba y ella no sabía muy bien qué sentía. Él era un hombre muy guapo y manejaba muy bien las palabras. Además besaba bastante bien. Pero los besos de Denny eran mucho mejores, él era apasionado y cuando hablaba lo hacía con una voz tan dulce.

Pero Lydia era una muchacha muy simple, y para alguien como ella estar con el hombre más guapo y al que todas admiraban la hacía sentir especial. Incluso Lizzie, a quien Lydia siempre había envidiado por que era más bonita que ella, estaba un poco enamorada de Wickham. Saber que un hombre la prefería a ella por sobre Lizzie, la hacía sentir mayor e importante.

Wickham por su parte, besaba a Lydia casi de forma mecánica. La semana siguiente tenía planeado irse de Brighton y llevarse a Lydia con él. Él estaba quebrado y sabía que Lydia tenía dinero que su madre le había dado para que se divirtiera. Además, él quería vengarse de Denny, ya que por culpa de él estaba en esa situación. -Mi querida Lydia, cada día estoy más enamorado de ti.-

-Mi querido Wickham, me encanta que me digas esas cosas tan románticas,- contestó Lydia riendo.

-Espero que me hayas hecho caso y no le hayas contado a nadie que estamos enamorados.- Wickham no deseaba tener un conflicto con Harriet. Él sabía que si ella quería podría meterlo en grandes problemas.

-Te juro mi querido Wickham, que ni siquiera le he contado a Kitty por carta.- Eso era mentira, porque inmediatamente cuando Wickham comenzó a pretenderla, ella le había escrito a Kitty para contarle. A su amiga la señora Foster no le había dicho nada porque tenía miedo que le contara a su esposo y que él no estuviera de acuerdo con la relación de ellos.

Wickham siguió besando a Lydia mientras planeaba su futura huida y Lydia seguía besando a Wickham pensando que Denny besaba mejor.

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Georgiana llevaba casi media hora hablando a solas con Elizabeth y estaba encantada con ella. En un principio, y como siempre, ella había estado muy retraída y tímida. Pero Elizabeth la había hecho sentir tan a gusto que después de pasados pocos minutos había entrado en confianza y hablaban como si hubieran sido amigas de toda una vida.

-Cuando usted se sienta mejor, señorita Bennet, quiero que me acompañe al cuarto de música. Mi hermano me regaló un piano nuevo que es maravilloso, tal vez podríamos tocar juntas." Georgiana sólo deseaba hacer que Elizabeth se sintiera bien y deseara ser su amiga.

-Señorita Darcy, su pobre hermano me tuvo que escuchar todo una velada en casa de su tía, Lady Catherine. No lo volvería a torturar de esa forma. Mejor la escuchamos a usted, que tengo entendido toca muy bien,- dijo Elizabeth con su natural encanto.

Georgiana poco acostumbrada al estilo informal de Elizabeth se asustó un poco e inmediatamente quiso aclarar el malentendido. -No señorita Bennet, a mi hermano le encanta escucharla tocar y sobre todo cantar. Dice que usted tiene una voz muy dulce, y a mi hermano no le gusta mentir.-

Elizabeth se sonrojó un poco pero no dijo nada. El sólo pensar que el señor Darcy le había hablado de ella a su hermana la hizo sentir incómoda. Ella sabía que él no le contaría de lo que había pasado entre ellos unos pocos días atrás, pero igual no podía evitar sentir vergüenza. Elizabeth comenzó a hablarle un poco de ella y de sus hermanas y felicitó a Georgiana por lo hermosa que era su casa y los alrededores de ella.

Georgiana le estaba contando a Elizabeth la historia de la familia Darcy y las muchas generaciones que habían vivido en Derbyshire cuando una voz cínicamente empalagosa las interrumpió.

-Señorita Eliza, querida Georgiana, que sorpresa verlas juntas. No sabía que eran tan buenas amigas.- A Caroline no le gustaba ver a la tonta Georgiana de amiga con Elizabeth, ella no permitiría que Eliza la usara para poder llegar a su hermano. -Me alegro verla mejor, señorita Eliza. Mi querida señorita Darcy, su nueva amiga es una excelente caminadora, le encanta andar por el campo caminando sola. Por eso seguramente tuvo ese desafortunado accidente.-

-A mí también me gusta mucho caminar, señorita Bennet. Cuando se recupere me encantaría que me acompañara a recorrer parte del parque. Hay unos lugares verdaderamente hermosos,- dijo Georgiana para evitar que Caroline siguiera intentando humillar a Elizabeth.

-Estaré encantada,- contestó Elizabeth. -Efectivamente, me encanta caminar y sobre todo por paisajes nuevos. Me encanta la naturaleza.- Elizabeth y Georgiana siguieron hablando de la misma forma pese a que a cada rato eran interrumpidas por los impertinentes y desubicados comentarios de Caroline.

Georgiana había pedido que trajeran té y estaba sirviendo una taza a Elizabeth cuando vio por la ventana que su hermano se acercaba en su caballo a la casa. Le entregó la taza a Elizabeth y luego se dirigió a un pequeño escritorio donde rápidamente escribió una nota. Tenía una idea y debía ponerla en marcha inmediatamente. -Señorita Bingley, necesito su ayuda. Necesito renovar mis vestidos pero no tengo una idea clara de lo que quiero. Como usted tiene tan buen gusto, ¿podría ayudarme? Acompáñeme a mi habitación y déjeme mostrarle lo que tengo para que me pueda asesorar mejor.-

-Por supuesto que sí, mi querida amiga. Estoy encantada de poder ayudar,- y mirando a Elizabeth agregó, -Usted necesita alguien que se mueva en sociedad para que la asesore en temas como este.- Caroline estaba feliz, Georgiana había buscado su consejo lo que significaba que sabía ver la diferencia de elegancia y clase entre ella y Eliza Bennet.

Georgiana se excusó con Elizabeth y ella le dijo que no se preocupara. De hecho, la que se preocupó fue Elizabeth al saber que Georgiana quería consejos de moda de alguien como Caroline Bingley.

Antes de ir a su habitación con la señorita Bingley, Georgiana le dio el mensaje que había escrito rápidamente al mayordomo y pidió que se lo entregaran a su hermano inmediatamente. Después de eso llevó a Caroline a su habitación y planeaba mantenerla ocupada allí por un buen tiempo.

El señor Darcy entró a la casa por una puerta lateral. Estaba cansado, embarrado y de mal humor. Había logrado solucionar el problema pero no había podido hablar con el doctor y no sabía nada de Elizabeth. Además, suponía que iba a tener que hacerse cargo de sus invitados y no iba a tener tiempo de poder hablar en privado con Elizabeth. Cuando su ayuda de cámara lo vio, inmediatamente preparó todo para que pudiera asearse y cambiarse de ropa. Estaba en eso cuando el mayordomo golpeó la puerta y le entregó el mensaje de Georgiana.

Él estaba curioso y lo abrió de inmediato para saber de qué se trataba.

Querido hermano,

Los señores Gardiner y el señor Bingley fueron a Lambton. Los Hurst están en sus habitaciones porque la señora Hurst no se ha sentido bien, y yo retendré a la señorita Bingley en mi cuarto por todo el tiempo que me sea posible. La señorita Bennet está sola en el salón amarillo.

Suerte,

Georgie

-Gracias, querida hermana,- dijo el señor Darcy en voz alta. Terminó de vestirse rápidamente y se fue rumbo al cuarto amarillo. Cuando finalmente entró allí, Elizabeth estaba sentada leyendo un libro y no notó su presencia por un buen rato.

Elizabeth estaba leyendo un libro sobre la historia de Derbyshire que se mezclaba mucho con la propia historia de la familia Darcy. Era un libro bastante interesante y la tenía bien entretenida. De repente notó que alguien estaba cerca de ella y cuando levantó la cabeza vio que era el hombre en el que no había podido dejar de pensar. -¡Señor Darcy!,- exclamó Elizabeth con sorpresa y temor al mismo tiempo.

El señor Darcy se sentó al lado de ella inmediatamente, le tomó una de sus manos y comenzó a besarla apasionadamente. -Mi amor, por fin puedo verte. No puedes imaginarte cuánto te he extrañado,- dijo el señor Darcy con una voz entrecortada por la emoción.

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Alexander había pasado toda la mañana escuchando conflictos, proponiendo soluciones y llegando a acuerdos con el señor Bennet y un par de inquilinos de ambas fincas. Él no lograba entender por qué su primo deseaba tanto transformarse en un terrateniente. Era un trabajo bastante tedioso y que no reportaba más dinero que los negocios en el comercio, pero él ya había hablado suficientemente de ese tema con Charles, y como siempre, él evadía el tópico o cambiaba de tema.

Por lo menos, el señor Bennet se había comportado de una manera amable e incluso le había pedido disculpas por su comportamiento del día anterior. Le había explicado que a él le gusta poner a las personas en situaciones absurdas para ver como reaccionan y poder formarse una idea de cómo es su carácter. A él le pareció bastante ridícula la explicación y se lo hizo saber, pero el señor Bennet sólo se rió y lo invitó a cenar a su casa para que pudieran hablar y conversar mejor.

Él había aceptado la invitación sólo porque tenía curiosidad de conocer mejor al nuevo ángel de su primo. Había algo en ese señorita que le había llamado poderosamente la atención, y que iba más allá de su belleza física. Por eso le había pedido a su valet que le preparara un baño, lo afeitara bien y le tuviera listo su mejor traje. Él no era un hombre vanidoso como su primo Charles, pero no podía negar que esa velada quería lucir lo mejor que pudiese.

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Elizabeth no sabía qué decir, se sentía atrapada pero emocionada. Las palabras tiernas del señor Darcy la descolocaron por completo. Y cuando tomó su mano y comenzó a besarla se le vino a la mente aquel beso a la orilla del camino. Pero lo peor estaba por venir, cuando vio su cara tan cerca de ella pudo observar que estaba impecablemente afeitado y eso la hizo recordar el sueño en que ella le besaba la mejilla. El asunto fue que en ese preciso momento se dio cuenta que eso tampoco había sido un sueño, y se sintió tan avergonzada que no fue capaz de articular palabra alguna.

-Mi hermosa Elizabeth, ¿Cómo estás? ¿Qué dijo el doctor? He estado esperando poder verte para saber cuando debo hablar con tu tío. No quiero mantener nuestro compromiso en secreto ni un día más. ¿Por qué no me dices nada? Por favor no me digas que te has arrepentido, es imposible que quieras negar todo lo que me dijiste y todo lo que sentimos ambos cuando nos besamos y abrazamos.- El señor Darcy estaba muy ansioso al ver que Elizabeth, siempre tan locuaz, esta vez parecía no poder articular palabra.

-Señor Darcy, todo esto ha sido tan repentino.- Elizabeth estaba completamente ruborizada y con toda la tensión, su cabeza había comenzado a dolerle de forma intensa nuevamente. -Yo no sé qué decir, siento tanta vergüenza de haber actuado como lo hice. Créame cuando le digo que pensé que estaba soñando, no sé, con el golpe de cabeza estaba tan confundida.- Elizabeth miró al señor Darcy para ver cómo reaccionaba y vio que él solo la miraba sonriendo.

-Mi amor, si me tratas así en tus sueños, por algo será. De hecho, el que me digas que sueñas de esa forma conmigo me hace sentirme tremendamente dichoso. Pero no quiero presionarte, solo quiero que sepas que voy a estar esperando con mucha paciencia. Además, quiero pedirte disculpas por todo lo que he hecho, por la forma en cómo me comporté contigo y tu familia. Deseo que sepas que he aprendido mi lección y que gracias a ti, he aprendido a ser una mejor persona. Finalmente, también me quiero disculpar por la nota que te mandé ayer. Jamás debería haberte pedido permiso para visitarte en tu habitación. Un caballero que se precie de tal jamás le pediría eso a una dama. Mi única excusa eran las ganas que tenía de verte.-

Elizabeth para ese entonces había aceptado el hecho de que el señor Darcy tuviere su mano derecha entre las suyas y que de vez en cuando se la besara. -No se preocupe, señor Darcy, yo también tengo muchas razones para pedir disculpas. Digamos que todo eso está en el pasado, y que tal vez tengamos la oportunidad de conocernos mejor y libre de prejuicios. Pero además quiero agradecerle su hospitalidad conmigo y con mis tíos.- Elizabeth siguió agradeciendo por todo y el señor Darcy insistiendo en que para su hermana y él era un placer tenerlos en su casa.

-Elizabeth, ¿es posible que cuando estemos a solas como ahora me llames William? En estos momentos no me estoy comportando como un arrogante pomposo así que no tienes razón para llamarme Fitzwilliam,- dijo el señor Darcy sonriendo.

Elizabeth, que prácticamente recordaba todo supo muy bien a lo que se refería el señor Darcy, y nuevamente volvió a sonrojarse furiosamente. -Quien diría que el siempre reservado señor Darcy iba a burlarse de una pobre mujer enferma,- dijo Elizabeth fingiendo estar ofendida. Ella prefería mantener la conversación en un terreno menos personal para sentirse más segura.

Elizabeth le contó al señor Darcy lo que el doctor Evans le había dicho y que por esa razón debía quedarse por lo menos por una semana más. Cuando ella había comenzado a excusarse una vez más, el señor Darcy la interrumpió y le dijo que no se preocupara y que ella y sus tíos podían quedarse cuanto quisiesen. Elizabeth comenzó a sentirse un poco mareada y supo que era hora de ir a descansar. -Señor Darcy, me duele mucho la cabeza. Creo que debo ir a descansar.-

-Por supuesto, déjame ayudarte,- El señor Darcy se puso de pie y ayudó a Elizabeth. Luego le ofreció su brazo para que le sirviera como apoyo, y cuando ella se tomó de su brazo, él inmediatamente cubrió la mano de ella que descansaba sobre su él con una de las suyas.

Justo en ese momento Georgiana y Caroline retornaban a donde estaba Elizabeth y vieron como ella caminaba rumbo a la entrada tomada del brazo del señor Darcy que cubría una de sus manos posesivamente. Georgiana se alegró mucho de verlos tan juntos, pero era la única contenta.

-Señor Darcy, veo que ya retornó de sus negocios. Me ha tenido abandonada todo este tiempo. Pero claro, tiene que atender otras visitas también,- y mirando a Elizabeth agregó, -las veces anteriores que he venido a Pemberley usted siempre ha sido tan amable y preocupado, pero bueno, entiendo que ahora debe repartir su tiempo entre muchos invitados.-

El señor Darcy iba a decirle una vez más que Elizabeth no era cualquier invitado cuando la voz de Charles lo interrumpió. -Darcy, ¿puedo usar tu oficina o la biblioteca?, necesito conversar urgentemente con mi hermana.-

-Charles, por favor, sea lo que sea que me tienes que decir puede esperar,- dijo Caroline exasperada, y mirando al señor Darcy coquetamente añadió, -Quiero tener la oportunidad de compartir un poco con mi anfitrión al que casi no he visto desde que llegué a Pemberley.-

El señor Darcy se sorprendió mucho al ver tan furioso a Bingley, un hombre usualmente tan cordial y amable. Pero además vio que venía acompañado por el señor y la señora Gardiner y contestó a la pregunta de su amigo inmediatamente para evitar mayores conflictos. -Puedes usar la biblioteca Bingley, porque yo voy a usar mi oficina.- Le dio un pequeño apretón a la mano de Elizabeth que descansaba sobre su brazo y dijo, - Señor Gardiner, ¿me concede unos minutos para hablar con usted?-

El señor Darcy le susurró algo al oído a Elizabeth y ella respondió con una sonrisa. Georgiana se alegró porque podía ver la felicidad en el rostro de su hermano, mientras Caroline maldecía su mala suerte.

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Gracias por los comentarios, ideas y sugerencias.

En el próximo capítulo el señor Darcy hablará honestamente con su amigo Charles y Alexander conocerá un poco mejor a Jane.

Saludos,

Yo