Categoría T (Luego cambiará a: M)
Género: Family | Romance | Humor | Drama | Friendship | Sobrenatural.
Personaje(s) Prinipale(s): Hao A.| Zai K. (OC) | Anna K. | Yoh A. | Asanoha D. | Érebo (OC).
Parejas(s) Principal(es): Hao A. x (OC). | Hao A. x Anna K. x Yoh A.
ADVERTENCIAS: Universo Alterno de Shaman King /-/ OoC (Fuera del personaje) es algo inevitable, pero intentaremos que no exista mucho. /-/ OC (Personaje Original) /-/ Habrá algunos temas insinuantes (de violencia, muerte, sexuales o eróticos, maltrato doméstico, etc.) a lo largo de la trama. Me aseguraré de avisarles con anticipación cuando se aborde dichos temas de forma explícita.
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— Diálogos, ya esté en formato de negrita, cursiva, cursiva-negrita o normal —
«Remembranzas»
{Pensamientos}
[Diálogos de Espíritus] o [Diálogos de Espíritus]
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The Curse Project
Por: Fjola Lovely.
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CAPÍTULO 5
La Resolución de la Niña Demonio
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Los Apache estaban desconcertados, luego de tantos siglos en los registros de su gente, los humanos volvían a poner un pie sobre su aldea. Uno de los encargados como jueces de los elegidos de administrar la Shaman Fight se acercó a los desmayados recién forasteros, seguido de otro Apache.
— Silver… Kalim… —Llamó uno de los Apache un poco inseguros de llevarse a los dos humanos al interior de la aldea.
— Sí llegaron hasta aquí y despiertan, entonces es porque los Grandes Espíritus lo permitió ¿No, Goldva?
Los Apache no se atrevieron a intervenir, dado que Silver con haber mencionado a los Grandes Espíritus ya no tenían voto sino la propia líder del clan, la cual ahora inhalaba de su pipa para exhalar el humo. La señora que suele estar con una actitud austera y solemne, sonrió para desconcierto de todos los Apache que en el fondo se pusieron nerviosos…
…Porque nada bueno puede venir de su Líder si sonreía.
— Veo que finalmente estás aprendiendo Silver —Y su sonrisa se borró, volviendo a su rostro austero de siempre. — En efecto, si los forasteros humanos se despiertan. Entonces es la voluntad de los Grandes Espíritus su presencia aquí, y nosotros como ha sido desde siempre, seguiremos su voluntad.
Una vez con la aprobación de Goldva nadie más se atrevió a llevarle la contraria a Silver ni a Kalim que en silencio, el primero cargo a la inconsciente chica rubia, prometida de uno de los participantes del torneo Shaman Fight, seguido de Kalim que cargo a los dos humanos como si se tratase de un saco de patatas. Y un tercer Apache se encargo de cargar a la chica de llamativo cabello rosado.
— ¡Lleven a nuestros visitantes forasteros a sus dormitorios, pronto! —Ordenó Goldva. Recibiendo la afirmación verbal de los Apache que cargaban a los recientes forasteros como si se tratase de soldados militares. — Todavía hay más que esperan por llegar.
…El antiguo ex-Pache Hao y su gente pronto llegarían, y vaya a saber que disturbios traigan consigo, por tanto debían estar preparados.
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«Regresando de su primer abastecimiento al pueblo, los niños estaban agotados llevando tanto como les permitiera sus pequeños cuerpos debilitados y magullados a altas horas de las madrugadas. Era más lo que se tardaban en ir y venir a la ciudad que en abastecerse, pero todo fue satisfactorio con excepción del susto que les dio el vagabundo apenas llegando a Mutsu.
Zai era quién llevaba más bolsas al ser el mayor de los dos por tres años, Anna descubrió tal información cuando él le discutió que llevaría la mayor parte ya que dudaba que ella pudiera llevar la mitad de las bolsas.
— ¡Feh~! —Él resoplo exhausto cuando se apoyó de un árbol. Dejo las bolsas en el rocoso suelo, dejando descansar sus entumecidos brazos. — Ya cerca estamos. Adelante hay un hueco árbol, ahí quedarnos hasta que el sol salga…
Puede que el Monte Osore no tuviera osos o animales de tal calibre así de peligrosos, pero había perros, cuervos y zorros salvajes que igual podría ser una molestia lidiar, dado que a veces tienden cazar en manadas. Lo mejor era evitar y acampar, así aprovechaban de recuperar fuerzas.
La niña asintió, sin quejarse de su mal hablar y entendiendo las intenciones del preadolescente que, en lugar de aparentar los doce años, no se le calculaba más de diez años por su baja estatura como complexión delgada. Aunque… él era más alta que ella por media cabeza.
— ¿Hay un lugar donde lavarse las manos? —Preguntó pensando en la incomodidad que sentía en su muñeca dónde la tocó ese pervertido. El dolor en su muñeca le asqueaba, quería de alguna manera aliviar y enterrar bien profundo en su mente aquel suceso.
El preadolescente se mostró pensativo, provocando que en la niña se reflejara por breves segundos un par de imágenes de unas aguas que emanaban vapor.
— Hay. Pero bañarte en todas no puedes —La rubia hizo un esfuerzo por no poner los ojos en blanco, jurándose internamente que a como dé lugar haría que Zai aprendiera hablar correctamente el japonés.
Él le hizo señas que avanzaran, por lo que nuevamente con las bolsas en manos volvieron adentrarse a las áridas tierras de la zona montañosa. Sabía que estaba en la zona del Monte Osore porque el olor a azufre volvía a inundar su olfato, en consecuencia de haber ido a la ciudad cercana donde el aire allá es más limpio… ahora le hacía notar la diferencia en el actual ambiente donde fue abandonada. Aun así, sólo sería cuestión de tiempo que su olfato se volviera acostumbrar al irritante olor.
Una vez que llegaron al árbol donde acamparían, aseguraron los suministros para que los animales e insectos rastreros no se lo llevaran o lo destruyeran. Luego se marcharon bajo la guía del preadolescente hacía las supuestas aguas, siendo un pozo algo angosto que contiene agua burbujeante de un turbio color verdoso cristalino y emanaba un hedor a huevo podrido. Anna arrugo la nariz ante el mal olor, había ido una vez a un Onsen con su familia y no recordaba que olieran así de feo.
— Huele horrible.
Él no le llevo la contraria, asintiendo con la cabeza: — Pero veo bañarse aquí a las personas. Así que es lugar seguro. Anda, báñate…
Anna se mostró reticente al pozo sospechoso, pero de acuerdo a con su molesto poder de leer la mente, Zai no le mentía. Así que cuando hizo el ademán de desabotonarse el vestido, se detuvo en seco al notar todavía la presencia del joven…
— ¿Qué? —Cuestionó extrañado él al notar la insistente mirada de la rubia.
— No pienso quitarme la ropa estando tú aquí —Zai parpadeo aun más extrañado para indignación de Anna, pero él se encogió de hombros indiferente y se marcho. Al notar ella que quedaría sola en un lugar remoto, a oscuras con la débil luz de la luna iluminando, rápidamente agregó: — ¡Pero no te vayas! Sólo… vigila.
— Sí, sí… —Le escuchó decir apático la rubia, admirando como la oscuridad ya había tragado su figura. Ni siquiera pudiendo notar su llamativo color de cabello.
Anna prefirió bañarse rápido al sentirse sola, así que se desvistió sin dejar de mirar alrededor. No vaya a ser que Zai intentara espiarla, pero este no mostró atisbo de siquiera ir a verla. No supo porque eso la molesto, igual se sintió tonta que le molestara la idea ¿Acaso quería que él viniera a verla desnuda o qué?
¡Mejor no pensar!
Se adentró al agua maloliente que pronto el aroma ya no le molestaba tanto como antes al sentir el agradable calor del agua filtrándose en su piel empapada y todo temor o pensamientos raros sobre Zai se marcharon. Una tranquilidad como relajación le trajo la calidez del agua, haciéndole olvidar, por lo menos en lo que duré su baño, el mal rato que paso hace horas atrás y días anteriores.
Los segundos se volvieron minutos y los minutos… en un largo lapso interminable que dejo de contar. Cerró los ojos al pesarle los párpados, el cansancio más estar en constante alerta comenzó a pasarle factura, sintiéndose soñolienta…
Sin embargo, el sonido del agua agitándose le hizo salir de su letargo. Abriendo los ojos para ver una silueta entre el vapor, iba a gritar cuando notó que era Zai.
— ¡¿Qué estás haciendo?!
— Bañarme. Suficiente esperé para que la ropa te quites y al agua entres.
Entonces Anna fue consciente de las palabras del chico como de la situación, no sabiendo si el motivo que el ardor de su cara era por el calor de las aguas o por saber que ambos estaban solos y de por si desnudos. Se cubrió el pecho con sus brazos…
—…Tú… Tú…
El chico desconociendo el peligro en que se encontraba, centro su atención en Anna que yacía cabizbaja. Él nado hacía ella, acortando un poco la distancia entre ellos.
— ¿Qué? ¿Tienes ganas otra vez? —Cuestionó en referencia de si tenía ganas de orinar, indicándole que podía hacerlo detrás de unos arbustos. Eso la indignó aun más a ella que él se mostrara tan indiferente a su condición ¿Acaso estaba acostumbrado a ver a las chicas desnudas o qué? Esa idea la hizo irritar todavía más.
Y cegada por tal enojo, alzó su mano para estamparla de manera certera en la mejilla de un desconcertado Zai que se hundió en el agua mientras que ella le gritaba enojada con sus ojos llorosos:
— ¡IDIOTA TOMA LA RESPONSABILIDAD!»
…Vergüenza… Timidez…
«— ¡Qué pesada mano tienes~! —Comentó incrédulo Zai y con su tez blanca, se hacía evidente la marca de la bofetada que le dio Anna en la mejilla.
Ambos ya habían terminado con su baño, recobrando su cabello una textura más suave junto con sus pieles un tono más vivaz al haber eliminado todo rastro de suciedad. Además que gracias a Zai que había recolectado ropa de cuando se abastecieron en la ciudad, tenían ropas limpias que vestir luego de su baño termal.
— ¡Hmph! —Pronunció Anna malhumorada, terminando de ponerse un suéter, le quedaba algo grande para su tamaño pero le abrigada en la gélida noche. Permitiendo que el calor que agarro al bañarse en las aguas termales, no abandonara tan pronto su cuerpo.
— Argh. No sé por qué molestarte tanto.
La niña se sobresalto al oír tales palabras, girando con el rostro colorado de un intenso tono rojizo. No sabiéndose si era por el reciente baño o por el enojo, pero Zai prefirió prevenir y pronto se cubrió con sus brazos en modo de defensa si iba a recibir otra cachetada más. Cachetada que no llego, en su lugar:
— ¡Tú-! ¡Tú no entiendes!
Entre la apertura de sus brazos, Zai observo a una Anna un tanto nerviosa. Parecía que ni ella misma se entendía el motivo de su enojo. Algo comprensible, a Anna le habían enseñado y escuchado tanto de su maestra como compañeras de clases que; las chicas sólo deben mostrar su desnudez a la pareja con la que decidan casarse, de lo contrario, entonces el chico debía tomar la responsabilidad de haber visto y en el proceso tachar su pureza.
Sin embargo, ahora que lo pensaba era una reverenda estupidez ¿Cómo cualquier sujeto que te vea debe quedarse por la eternidad contigo? Aun así… la idea de que Zai se quedara con ella por siempre, no le desagradaba tanto…
¡No! ¡¿En qué rayos estaba pensando?! ¡Es descabellado!
Zai al ver el calvario mental de la chica, suspiró y bajando los brazos, prefirió darle fin a sea lo que atormentaba la chica: — Si importante tanto, entonces tomaré la responsabilidad.
Anna al escucharle le miró con una mueca de frustración, expresión que desconcertó al preadolescente ¿No se supone que al haber cedido en aceptar la responsabilidad debería estar feliz?
— No puedes.
— ¿Qué? ¿Por qué no? Por enseñarte a valerte por ti misma, ya tomo la responsabilidad ¿Por qué no también en esto?
— Esto es diferente —El ardor en su rostro y orejas creció más hasta dolerle. — ¡Ahg! Sólo… olvídalo.
— ¡Oh, vamos! ¡Dilo! —Al ver que la niña ahora le hacía la ley del hielo, agrego en un puchero: — El que debo llorar soy yo, fui el manoseado aquí…
¡PLAF!»
…Torpeza… Vergüenza… Desilusión…
«Al lado de Zai los días pronto se convirtieron en semanas y de semanas se cumplió el mes, haciendo más evidente que estaban en la estación del invierno. Los días nublados y lluvias granizadas eran más seguidas, sólo sería cuestión de tiempo que las nevadas iniciaran, cubriendo todo de un suave manto blanco y puro.
Eso sólo significaba el doble de trabajo en el abastecimiento. Debían prepararse para el frío de las montañas Osore que eran horribles, las temperaturas decaían de manera extrema. Por lo que para dos menores sobrevivir a la intemperie sería demasiado idealizado si no se andaban con cuidado…
Quizás por eso, a la final Anna acabó cayendo enferma. Ella odiaba ser una carga, no quería serlo o de lo contrario Zai la abandonaría si le resultaba una molestia. Fue una de las condiciones que le dejo claro cuando decidió enseñarle a valerse por sí misma. No obstante, no lo escuchó quejarse, la cargo en su espalda y la llevo hasta la cueva, acostándola en la colchoneta que suelen compartir para dormir. Pese a lo que se cree que la colchoneta desgastada deba oler maloliente, de hecho olía a mentas y lavandas, dado que Zai tenía un vago conocimiento de plantas. Aprendiendo que las hojas de mentas y lavandas son repelentes naturales de insectos.
Así que en un parque de la ciudad Mutsu a la que suelen ir para restablecer sus suministros, abundan dichas plantas y recoge cada cierto tiempo, para secarlas al sol y ponerlas debajo del colchón. Gracias a eso, pueden dormir sin esperar despertar encima con insectos e incluso animales rastreros.
— Descansa, no iré muy lejos ¿De acuerdo? —Le indicó, dejándole cerca un paquete de galletas de soda y un potecito sellado de gelatina junto con una botella de agua mineral que suelen robar de los locales. Teniendo un montón reunidas en una caja al fondo de la cueva.
Y no muy lejos, estaba la fogata que ha sido una odisea mantener encendida. Hallar leña ya era complicado en las áridas tierras montañosas, más no imposibles. Aun así, ahora con el invierno, era difícil hallar leña sin que esté húmeda. Estando mojada la madera les era inservible y luego de pasar una noche abrazados con el cuerpo entumecido, castañeando los dientes; Zai al amanecer, ardiendo indignado por la mala noche se dispuso a bajar a la ciudad y a ojear como un poseso los locales con la finalidad de saber que les puede servir para calentarlos, una vez que supo qué les podría funcionar… A la noche se filtraron para recogerlos, uno de esos fue el carbón. Ahora tenían un montón de carbón para mantener la cueva habitable.
Además que calentando piedras en la fogata y envolverlas en telas para ponerlas en el interior de la rasgada colchoneta, les ayudaba a que el frío del suelo no lo absorbiera la colchoneta y se mantuviera agradable… aunque tenía el contra de dormir algo incómodos por la dureza de las piedras.
— Oye… ¿Cómo sigues?
Anna abrió los ojos con dificultad, sentía todo el cuerpo pesado y adolorido, como si su padre fuera aparecido y la fuera pateado como hace un mes atrás. Creyó que esos días los tenía olvidado, pero pensar que el dolor del malestar le hizo recordar esos recuerdos después de tanto tiempo…
La sensación refrescante en su frente, acompañado de un toque tan gentil… la hizo salir un poco de su letargo para visualizar en su campo de visión a Zai que le miraba con atención y… ¿Por qué hace esa cara? Casi podría jurar que es de preocupación…
— Hey, ya es hora de tomar la medicina —Le indicó en un tono suave, dándole las patillas que a inicios del mes habían robado de una vieja farmacia de la ciudad que carecía de cámaras de seguridad. — Y luego come esta sopa de fideos.
Anna sonrió… el mal hablar de Zai ya no quedaba casi rastros luego de unas espartanas enseñanzas de su parte.
— Oye ¿Me estás escuchando? —Le cuestionó, frunciendo el ceño en el momento que ella comenzó a rechazar la mano que le extendía donde contenía la pastilla. — ¿Qué haces?
— De… —Trago con dificultad, la garganta le dolía y su voz le salía rasposa. Casi en un hilo de voz. — Déjalo… no mal… gaste. I… In… cumplí…
— ¡¿A quién le importa eso?! —Explotó al entender el sentido del hilo de sus palabras arrastradas. — ¡Toma la medicina!
Anna forcejeó, no entendía esta inesperada e innecesaria terquedad. Sólo no quería causar más problemas, era estúpido dado a todo el esfuerzo que hizo desde que fue abandonada ¿Tanto luchó para acabar así? Aunque quizás el malestar le entorpecía discernir de manera apropiada o el hecho de que Zai no le recriminara por ser una carga como solía hacerlo sus padres y hermanos al serles un problema, la dejan con un mal sabor de boca. Una inquietud que le atosigaba en una serie de preguntas…
¿Por qué no te molestas? ¿Por qué me cuidas tanto? ¿No es más fácil dejarme morir, te liberarías de mí y las reservas no se consumirían tan rápido?
—… ¿Odiar… me y to…dos?… ¿No?… Sólo… deja- ¡¿Ugh?! —Zai de improvisto agarro la pastilla y la forzó dentro de su boca, empujándola lo más profundo posible. Anna intento forcejear, pero en su estado afiebrado le frustraba su deseo de liberarse.
Seguido de la pastilla, sin todavía sacar los dedos de su boca, él le acerco el pico de la botella para hacer que pasara con el agua la pastilla. Casi la niña se ahoga, pero fue logrado el objetivo. La pequeña rubia estaba irritada y ante el mismo calor del enojo quizás recobró algo de fuerza para reclamarle por su osadía como brusquedad. Sin embargo, el rostro frívolo y severo de Zai le bajo de golpe todo sentido de enojo…
…Era la primera vez que lo veía hacerle esa expresión…
— ¿Y qué importa si incumpliste el contrato? Si lo que te preocupa es que te odie, entonces… —Anna se estremeció, inconscientemente empuño las manos y cerró los ojos, esperando la crueldad de sus palabras. Sólo esperaba que no le doliera más que la de sus familiares. — ¡Sé mi amiga!
¿Qué?
Anna abrió los ojos para ver que todo rastro de dureza y frialdad se había desvanecido, dejando paso a la expresión tranquila de Zai quien resoplo por la nariz en aparente seriedad. Sólo pudo pensar algo…
— Re… Repasa… japonés… idiota…
— ¡Lo repaso! ¡Y no me retracto en lo que dije! —Objetó con una vena hinchada en su sien, ni enferma Anna dejaba de insultarle. — ¡Sé mi amiga!
—…No…
— ¡¿Por qué no?! —En lugar de responderle, la rubia sólo se giro dándole la espalda y arropándose con la manta. — ¡OYE! —Exclamó irritado por lo que negándose a recibir tal desaire, se acerco más a la colchoneta y asegurándose de no aplastar a la niña, parte de su cuerpo estaba encima de ella con la espalda encorvada para encarar su rostro. Observando que tenía una mueca de estar conteniendo el llanto, mientras que las lágrimas fluían como un diluvio y mosqueando… — Qué horrible te ves…
— ¡Cá-Cállate! —Intento empujarle y quitárselo de encima, sin resultado alguno. —… ¿Por… qu-qué…?
— Porque así no te odiaré —Anna le dedicó una mirada muerta, como si estuviera mirando a un idiota sin remedio. Zai quiso enojarse, pero en su lugar soltó una leve risa. — ¿Sabes? Alguien me dijo que los amigos son muy importantes, son como una segunda familia —La imagen de una chica de cabello largo y azabache con mariposas revoleteando a su alrededor se manifestó en la mente de la rubia, sospechando quién fue ese "Alguien". — Yo cuando lo escuché, lo consideré una estupidez. Pero… creo ahora entenderlo. Anna, sé mi amiga, mis días han sido más divertidos contigo a mi lado.
— No… soy… tú… payaso… —Indicó frunciendo el ceño y poniendo los ojos en blanco.
El preadolescente se echó a reír. — Lo sé. ¿Y bien? —Extendió la mano, limpiando entre sus dedos una de las lágrimas que fluían por las rojizas mejillas infantiles a causa de la fiebre.
—…No —Y a continuación se arropó hasta la cabeza hasta parecerse un capullo.
— ¡OYE!»
…Desconcierto… Alegría… Miedo…
«— ¡Ann!
— No soy sorda.
El invierno a duras penas han sobrevivido, Anna a las semanas se recupero de su resfriado y tuvieron unos días de restablecer más sus reservas antes de que iniciaran las nevadas. Por lo que se abstuvieron de salir, manteniéndose en la calidez de la cueva con la fogata. Siendo conveniente que en la parte superior de la cueva tuviera grietas, ya que de ahí salía el humo por lo que no acabarían asfixiándose. No obstante, el frío seguía filtrándose por la entrada que era enorme, por fortuna se les ocurrió hacer un tipo de puerta con una esterilla de bambú que hallaron de la basura. Tenía suficiente metros para cubrir lo suficiente la entrada principal y minimizar las brisas heladas.
— ¡Pero es que ya los árboles están mostrando frutos!
Finalmente el invierno estaba despidiéndose, habiendo rastros de nieve todavía en los árboles y suelo árido. Esperando expectante que ya se marchara, echaban de menos el cálido sol y de poder moverse con más fluidez, dado que usaban literal todas sus ropas, dándole un aspecto relleno.
— Esas son las flores, idiota. Todavía falta para las frutas.
Zai le hizo una cara de puchero por la dureza de sus palabras. — Eso lo sé, primero flores, luego frutas. Sólo confundí frutas con flores —Todavía le faltaba un largo recorrido para hablar perfecto el japonés, pero comparado a inicios de cuando se conocieron, es una gran mejora. — ¡Igual ya quiero comer las mandarinas!
La rubia suspiró con una sonrisa de soslayo al admirar el preadolescente tan emocionado, incluso babeando como si ya estuviera saboreando la dichosa fruta en la boca. Se veía tan infantil y a la vez hasta tierno con esos colmillos que le dan un aspecto juguetón. Algo nuevo que descubrió en el tiempo que estuvieron encerrados en la cueva, resguardándose por las nevadas, es que Zai tiene una debilidad por las frutas cítricas y la favorita de todas es la naranja.
Ella en lo personal prefería las manzanas, tal como su cantante favorita…
— Ann… ¿Ann, estás bien?
La aludida que todavía no se acostumbraba al mote diminutivo de su nombre, uno que ha empezado a usar días después Zai desde que ella se enfermo; salió de sus pensamientos para hallar muy cerca de su rostro el del susodicho. La niña se ruborizo por la comprometedora cercanía y pronto resonó en las montañas el sonido de una certera bofetada.
— Ann… tienes la mano pesada… —Protestó, agarrándose la mejilla hinchada y enrojecida.
— ¡Es tú culpa! Te dije que no te acercaras así.
Luego de los maltratos sufridos por sus familiares, Anna ya no estaba tan acostumbrada al contacto físico. No obstante, con el clima tan extremo de las montañas, se ha visto obligada a tener más contacto de lo que quisiera con Zai y aun cuando se ha acostumbrado a cierto punto a sentir la cercanía del preadolescente, todavía ciertas invasiones a su espacio personal la avergonzaban o la ponían nerviosa. Aunque… no le desagradaba si era Zai, sabía que se acercaba sin dobles intenciones…
Sin embargo, pese a que ya no le molestaba la presencia de Zai ni lo consideraba tan idiota como la primera vez que se conocieron… Anna todavía tenía miedo por su compañía. Aunque él no había abandonado la idea de querer ser su amiga pese a sus continuos rechazos u omisiones al tema, en el fondo no podía confiar del todo en Zai. Su familia, sus compañeros de clases, vecinos, todos a su alrededor siempre al inicio decían que estarían para ella y luego… la acaban abandonando. Todos a la final mienten y Zai… seguro no sería la excepción.
Porque todavía desconocía de su poder ¿Pero cuando lo sepa? ¿Qué haría…?
— En fin ¿Ya estás lista para irnos?
Anna enterró sus preocupaciones e inseguridades, recuperando su actitud arrogante e indiferente.
— Obvio. Vamos.
Comenzaron a descender de las zonas montañosas, era otro día para restablecerse. Se iban a tempranas horas de la mañana para poder llegar al anochecer a la ciudad Mutsu. Ya Anna estaba más diestra en la rutina, pero no todo robo es perfecto. Eso lo entendería cuando en el segundo local hallaron ciertas irregularidades una vez que esperaron a que la dueña cerrara el negocio.
— Argh. Parece que reforzaron la seguridad —Gruñó descontento Zai al ver que en la entrada principal ahora ya no tenía candados ni cadenas, en su lugar le habían programado una contraseña que consiste en números.
— ¿Pero no es la tienda más cercana que vende carbón?
— Sí. Y tiene contraseña, hoy nos tocará caminar de más.
Anna hizo una mueca en claro disgusto ¡No quería caminar más lejos! Para sus piernas cortas con las calles resbalosas por la nieve y de por si congeladas, el gélido frío chocando contra sus caras hasta entumecerlas, las capas de ropas que limitaban sus movimientos ¿Y luego regresar por donde se fueron con los suministros? Estarían el doble de agotados.
— No es necesario.
Zai iba a protestar hasta que vio a Anna arrastrarlo cerca de la puerta y usarlo como taburete para ella. — Ann deja eso así… —Comenzó a decir cuando escuchó el pitido de aprobado, seguido del pasador de la puerta ser quitado. — ¡¿Cómo lo hiciste?!
Anna sonrió con suficiencia una vez que se bajo de Zai, quien una vez que se enderezo la miraba con asombro y admiración.
— Tengo mis trucos.
— ¡Ann es asombrosa!
Los halagos de Zai como su admiración, inflaron el ego como arrogancia de la niña. Hace mucho tiempo que no recibía alabanzas… eso le trajo de alguna manera un agridulce recuerdo. A la final este estúpido poder le trajo algo útil como saber la contraseña de esa señora. Pero seguro que si Zai se enterara de dicho método, la tacharía como algo monstruoso…
— ¿Ann? —El preadolescente la llamo preocupado al ver que el rostro de la rubia se tornaba triste y ya no mostraba la actitud alegre como divertida de hace unos momentos.
El joven de cabello morado intento acercarse a Anna y tocar su rostro, queriendo cerciorarse que no tuviera fiebre. No obstante, la niña evadió su contacto como también se alejo los pocos pasos que él había avanzado hacía ella.
— Perdemos tiempo, acabemos con esto.
Sin más la niña se adentro a la tienda seguido del preadolescente, el buen humor de hace unos momentos se había esfumado. Sin dejar rastro como si fuera sido una mentira entre los dos, quedando un ambiente apagado y sombrío. Así que en silencio, se dispersaron en la oscura tienda al saber donde se ubicaba cada producto que iban a llevarse. Sin embargo, por culpa de no tener la mente concentraba, conllevo a que se dieran cuenta demasiado tarde que la Dueña del local regreso…
— ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!
Las luces se encendieron y Anna al girar se halló con la señora que habían visto a lo lejos. Podía sentir a través del Reishi lo desconcertada que estaba para luego cambiar a uno de enojo, por lo que mejor era huir pero la señora la atrapó.
— ¡Mocosa de mierda! ¡¿Me estás robando?!
Anna fue zarandeada al ser sostenida del brazo, haciéndole soltar la bolsa en donde guardaba algunos productos de higiene y unas golosinas. En el proceso sólo le dolía lo brusco que era tratada, quiso forcejear y mirando a su alrededor en espera de que Zai la ayudara…
Y justamente sus ojos ámbar que se iluminaron al encontrarse sus miradas, pronto se apagaron al admirar como Zai con un semblante sereno le daba la espalda y salía por donde entraron ¿Se fue? ¿No volverá por ella…?
El sentimiento de soledad se asentó tan hondo en su pecho que, poco tiempo después, tuvo que dar una bocanada de aire al percatarse que había dejado de respirar ¿Fue abandonada?
«— ¡Sé mi amiga! —»
…Me mentiste…
«— ¡Me gusta estar con Ann! —»
…Te fuiste…
«— ¡Soy feliz con Ann! —»
…Sólo lo decías por decirlo…
«— ¡Tengo suerte de tenerte! —»
…Me cegué por tus palabras dulces…
«— ¡Ann! ¡Ann! Los amigos se llaman por su nombre y apodos ¿No? —»
¡NO ERAS DIFERENTE DE LOS DEMÁS!
Anna comenzó a forcejear con mayor fuerza, reprimiendo las lágrimas que querían escapar de sus ojos. Pero la señora no era tan débil, comenzando a arrastrarla a un lugar de la tienda. Siendo cerca del escritorio donde yacía un perchero atornillado al suelo, una vez ahí sobre el escritorio la mujer agarro cinta adhesiva industrial con clara intención de amarrarles las muñecas en el perchero, impidiendo así que escapara.
La niña comenzó a gritar y a forcejear, exigiendo que la suelte pero la señora harta del escándalo la abofeteo y zarandeo. Anna le dio una dura mirada a través de su desordenado y jaloneado cabello, provocando que la señora se estremeciera al observar un brillo peligroso en esos llamativos ojos ámbar…
Así que rápido se dispuso amordazarla, sintiendo que la atmosfera se tornaba fría y… muy silenciosa. Sintiendo escalofríos, algo en los sentidos de la propietaria del local le hizo querer apurarse en llamar a la policía por lo que dándole una última mirada a la niña le advirtió:
— Quédate ahí tranquila —Luego en su mente completo en manera despectiva {Malditos mocosos, sus padres en lugar de abortarlos, lo dejan por ahí y uno es él que lidia con sus pestes}
La niña pudo sentirlo, no había ni una pizca de bondad ni empatía en la señora que ha vivido amargada y frustrada. Siempre envidiando los logros ajenos, por lo que en cada oportunidad aprovecha para hablar mal de tales personas, esperando esparcir rumores cargados de cizaña.
{Ay pero con esta mocosa, puedo subirme unos puntos} Pensaba mientras que a lo lejos marcaba los números para llamar a la policía, esperando que la operadora le responda {Haré de la samaritana que hallo una niña de la calle y la entrego a las competentes autoridades para que la rehabiliten de su mal camino, eso callará las bocas de esas perras que me tachan de tacaña ¡Ja! ¡Es brillante!}
Los humanos son egoístas, sólo piensan en sí mismos…
— ¡Aló! ¿Con la policía?
¿No sería mejor destruirlos?
Sombras y criaturas comenzaron a cernirse alrededor como en el interior de la tienda, algunos desplazándose en el techo, otros en las paredes. Sonrisas maliciosas se reflejaba en sus figuras amorfas acompañado de unas miradas enloquecidas. Ya había energías negativas en la tienda, pero con Anna y sus poderes, estaba condensando esa negatividad, provocando que las entidades se manifestaran sin filtro. Todos atraídos por el poder como carne de la niña…
[¿Quieres destruirlo todo, no? Puedes hacerlo~]
Querían devorar esa pequeña alma que emanaba un peculiar aroma y resplandor.
[Le harías un favor al pueblo si matas a esa vieja]
[¡Vamos! ¿Qué te detiene?]
Anna sacudió la cabeza, estaba furiosa. Muy en el fondo sabía que esas cosas querían hacerla pecar, pero…
[¡Mátala! ¡No lo frenes!]
— ¡Aló! ¡¿Aló?! ¡Vamos, respondan es mi gran momento!
¿Realmente no quería hacerlo?
Las luces del local se apagaron y en la línea se creó una gran interferencia, de la cual pronto brotó un agudo sonido similar a un grito, provocando que la dueña soltara el auricular del teléfono. La mujer exclamó una maldición que agitó a las masas malignas que se cernían alrededor, por lo que la dueña sintiéndose por alguna razón intimidada por la densa oscuridad como silencio del lugar, prefirió salir apresurada a ver el tablero de corriente. Quizás haya sido un fusil que se fundió o no está haciendo el apropiado contacto, en las nevadas era muy común las fallas eléctricas.
[¡Sólo deséalo! ¿No es lo mismo que tu familia hizo contigo, huh~? Ellos desearon verte lejos y muerta]
Anna intentaba luchar por no ceder a la tentación…
[¿No es lo mismo que hizo ese chiquillo~? ¡Ja! ¿Quién desearía ser amiga de alguien como tú?]
Las criaturas se agitaron al sentir una oleada de presión, en una sofocante e inquietante brisa que agito las lámparas colgantes como a la vez hizo temblar los vidrios de los ventanales como las vitrinas. Parece que habían dado en el nervio correcto…
En consecuencia, la niña dolida como enojada sus sentimientos positivos hacía el preadolescente de cabello morado se iban distorsionando, así como a la vez sentía que algo iba a surgir de su pecho. Algo asqueroso que le despertaba nauseas como mareo, haciendo flaquear sus piernas.
…Tenía miedo…
—…Ugh…
…y frío también…
— ¡ZAI E-…!
— ¡Cállate estúpida!
Anna cayó de rodillas, ahogando su grito ante el susto de escuchar una voz bastante familiar que se oía algo molesta. Al mismo tiempo las entidades que se habían condensado en el local, fueron repelidos y ahuyentados dejando el aire limpio y ligero. En cuanto ella, aturdida, observo a su alrededor hasta hallar a Zai entre una pila de latas organizadas en una pirámide.
— ¿…Zai?
El aludido le hizo una seña que hiciera silencio, observo a su alrededor con cautela y luego se acerco rápido donde Anna con una pequeña navaja en mano que logro hallar en las afueras del local, en un sector donde contenía unas viejas herramientas. Gracias a eso, hizo un desastre en el tablero principal de corriente.
— Ann ¿Puedes correr? —Cuestionó mientras que buscaba cortar el adhesivo plateado que apretaba las muñecas de la niña, sobresaliendo de la cinta un tono rojizo en la blanca piel. — Maldita vejereta… —Masculló Zai al ver el trato que recibió Anna y esta por medio de su poder podía percibir del preadolescente emanar una gran ola de enojo como preocupación sincera… por ella.
—…Zai…
— ¿Hmn? Dime… —Pero no hubo respuesta, a cambio Anna volvió a llamarla en un tono bajo. — ¿Qué pasa? ¡Al fin! —Zai alzó la mirada una vez que desató las muñecas de Anna, viendo que ella tenía una sonrisa de soslayo… que no supo descifrar. — ¿Ann?
— No te fuiste…
El joven de cabello morado la miró en silencio e iba a decir algo cuando escuchó ruido afuera, alertándolos a ambos. Por lo que abrazando a Anna, la ayudo a levantarse y preguntándole casi en un murmullo: — ¿Puedes correr? —Ella asintió pero él la veía algo tambaleante, así que sin soltar su mano, con un brazo rodeo sus hombros y comenzaron avanzar lejos del lugar. Cuidando de no cruzarse con la anciana ni con nadie que amenazara en separarlos…»
…Alivio… Felicidad… Anhelo…
«Una vez alejados de toda amenaza, fue que finalmente permitieron que sus piernas cedieran a su propio peso. Cayendo ambos niños al suelo, no importándole si se manchaban un poco de lodo dado a la nieve derretida mezclada con la tierra o que se ensuciaran sus ropas (más de lo que estaban). Aun así, en ningún momento Zai aflojó el agarre en la mano de Anna y viceversa.
…Como si ambos temieran que el otro desapareciera de su vida si llegasen a soltarse…
Hace unos indefinibles minutos todo pudo haber cambiado, el susto de hoy les había devuelto a la cruel realidad. Pero a la vez le dio algo de confort a Anna… el hecho de que Zai no la haya abandonado.
— ¡Ann! —La aludida pronto para su disgusto sintió que Zai se apartaba de su lado para ponerse enfrente suyo, al menos no le soltó la mano. — ¿Cómo estás? ¿Dónde te duele? ¿Qué-? ¡Ow!
Anna ante el bombardeo de preguntas, con su mano libre le agarro los extremos de la boca del joven, haciendo que pusiera la boca como la de un pescado. Dándole fin al interrogatorio.
— Bien, golpeada, pero bien. Todo el cuerpo, pero puedo manejarlo. Y una pregunta a la vez, gracias.
La rubia soltó la boca del preadolescente que suspiró triste, admirando con mayor detalle la mejilla enrojecida que mostraba cierta hinchazón. Así como su lacio cabello desordenado y ni hablar de las muñecas que tenía una marca enrojecida con un tinte morado.
Zai se mostró cabizbajo, provocando que su flequillo algo largo cubriera su mirada. Gracias al poder del Reishi, Anna pudo sentir y observar como del preadolescente emanaba sentimientos de culpa como de angustia y preocupación… todo por ella. Por lo que la niña quiso darle fin a tales sentimientos que provocaban malestar en él e iba a decirle que no era su culpa hasta que Zai volvió a tomar la palabra:
— Tú… ¿Realmente creías que iba a dejarte?
Ella no quería hablar de eso, así que evadió el tema: — Eso ya no importa…
— ¡Claro que si importa! ¡ANN IMPORTA! —Le interrumpió, afianzando el agarre de sus manos entrelazadas y alzando la voz para sorpresa de Anna que no se espero tal reacción. — Ann… eres mi amiga, no te abandonaré…
Los ojos ámbar de la niña se iluminaron al escuchar tales palabras, separo sus labios con intención de responderle, de corresponderle… No obstante, los recuerdos de sus familiares y allegados recitándole la misma promesa de nunca abandonarla, le hizo callar y bajar la mirada al suelo con un semblante resignado.
— Yo… no puedo…
Quería creer en Zai, quería confiar pero… no era la primera vez que cedía a estas dulces palabras que al final acaban siendo una venenosa mentira. Ya no podía más, no lo soportaría…
No quería acabar odiando a Zai ni… lastimarlo.
— Entonces no me creas —Anna alzó la mirada con una mueca de incredulidad ¿No se supone que debería persuadirla en confiar? Pero la expresión del preadolescente no mostraba vacilación y le sonrió con total franqueza, luciendo esos colmillos que le daban un aire de diablillo juguetón: — ¡Te demostraré que puedes creerme! ¡Así que prepárate!
El brillo desafiante y determinado chispeó en la mirada de Zai, haciendo que sus ojos grises que suelen tener una sombra lúgubre; se iluminaran, dejando apreciar el gris cristalino de su iris, asemejándose a un manantial en el que se refleja la luz.
— Idiota… lo dices sólo porque no me conoces.
— ¡Oye! —Exclamó en reclamo por el insulto, enserio nunca se salvaba de ser insultado por Anna. Suspiró resignado, ya acostumbrándose a esa faceta de ella, agregando: — ¿Y eso qué? Ya lo que conozco de Ann me gusta, gruñona y todo ¡Y me seguirás gustando!
— ¡TÚ…! —Afianzo el agarre en la mano de Zai, temiendo de que dicho contacto que le brindaba calidez y confort desapareciera. — Tú no sabes nada… no entiendes…
La niña sólo podía pensar inquieta que si se enterara de sus poderes, seguro la consideraría desagradable y la abandonaría. Todos fueron así… todos actuaron diferentes una vez que se enteraron. En cuanto el joven al admirar lo contrariada que se veía la rubia, suspiró…
Y entonces le pellizco la mejilla a una desorientada Anna que, al dolerle, le dio un manotazo la mano que tiraba de su cachete. Justo la que no fue golpeada por esa anciana.
— ¡Eso duele!
— ¿Es así? —Cuestionó pensativo él, y luego sin preguntar comenzó hacerle cosquillas en la panza para vergüenza de Anna que incomoda le volvió a dar un manotazo, cuestionándole con la mirada si había enloquecido.
— ¡Ya basta! ¡¿Qué pasa contigo?!
— ¿Lo sentiste? —Cuando la niña afirmó indignada a tal pregunta estúpida. Zai contestó satisfecho: — Entonces es suficiente. Ann, mientras que puedas sentir dolor cuando algo te duela, reír cuando quieras reír, enojarte si algo te enfada, estar triste y demás emociones, es suficiente. Aun si te sale una segunda cabeza, tu piel se torna gris y tu sangre sea azul o algún otro color… Ann seguirá siendo Ann.
El rostro disgustado de la niña se fue suavizando al escuchar la declaración de Zai, una que pudo confirmar con su poder que era totalmente sincero, puro y cálido. De alguna manera, el semblante de Anna se tornó anhelante y con un hilo en su voz, preguntó:
— ¿…Aún así?
— ¡Claro!
Entonces Anna no supo ni entendió porqué, en un impulso las palabras brotaron de su boca: — Puedo leerte la mente ¿Sabes?
— ¡¿QUÉ?! —Exclamó al inicio, luego la aparente sorpresa se desvaneció y se encogió de hombros en un suspiro: — Bueno, eso explica mucho.
— ¿Sólo responderás eso? —Cuestionó irritada ¡No le contaba el color de su ropa! Le estaba contando algo que la ha importunado por años ¿Y su reacción acaba siendo tan insulsa?
— ¿Y qué quieres que diga? —Le preguntó alzando una ceja extrañado. — ¡Ah, no! ¡Espera! Algo si está mal —Anna sintió una punzada en su pecho, ya lo imaginaba, esa era la reacción que suelen tener todos: — ¡NO TENGO NADA BUENO QUE PENSAR!
Ambos se miraron, Anna le miró como indagando si lo que acaba de oír era enserio y no un efecto de su imaginación, mientras que Zai sólo le devolvía la mirada claramente mortificado. Entonces… la niña sólo pudo reír al no esperarse que esa fuera su preocupación, por lo general la gente estaban más preocupados que hurgara en sus mentes al no agradarle sentirse expuestos. Incluso a ella no le gustaría que leyeran su mente…
Anna que había olvidado la última vez que rio hasta dolerle el estomago y quedar sin voz ni aire, lo hizo con gusto. En el fondo… sintiendo algo crecer en su pecho, siendo burbujeante como cálido y ligero. No sabía explicar tal sensación, sólo podía decir que se sentía genial.
— Te estás riendo demasiado —Se quejo apenado Zai.
Luego de un rato, la rubia agregó: — ¿En verdad lo dices enserio? —No había necesidad de preguntarlo dado que con el Reishi sabía que el preadolescente le creía su confesión de tener poderes, así como la preocupación que manifestó hace rato.
— Soy serio —Alegó un poco molesto, haciendo un puchero. Después comenzó a rascarse la parte posterior de su cabeza con su mano libre, confesando incomodo: — Es que no tengo un pasado agradable…
— No me importa. Si a ti no te importa que tenga dos cabezas o piel gris, me basta.
— ¿De verdad? Aunque… ¿No será doloroso para ti? No quiero herirte.
Anna sintió que algo se agitó en su pecho, en el fondo conmovida, era la primera vez que alguien le cuestionaba como podría sentirse leyendo la mente de los demás ¿Acaso alguna vez se preguntaron si ella quería siquiera hacerlo o le gustaba? Siempre decía que no quería hacerlo, que no le gustaba e igual la culpaban, tachándola de mentirosa como monstruosa y demás insultos.
— He visto cosas peores.
— ¡Eso no es bueno! —Protesto alarmado y preocupado. Entonces tiro de la mano que estaba entrelazada con la de la niña para abrazarla con su brazo libre. — ¡Ann hagamos muchos momentos felices! Así esos malos momentos no te lastimarán.
Anna no respondió, sólo cerró los ojos y recargo su peso en Zai, disfrutando del abrazo. De alguna manera se sentía cálido estar en sus brazos. No sabía que le deparaba en el futuro, si podría deshacerse de este molesto poder pero sólo esperaba poder permanecer al lado de esta persona…
— Oye Zai… —El aludido respondió en una monosílaba, indicando que la escuchaba. — A la final no trajimos nada ¿Qué comeremos?
La realidad volvió a ellos con fuerza en un gruñido de sus estómagos vacíos, siendo conscientes que estaban en horas de la madrugada y todavía le quedaba lejos el llegar al Monte Osore.
—…Ugh… —Zai pensó seriamente, sin deshacer el abrazo y recargando el peso de su cabeza en el hombro de Anna, quien tan poco estaba apurada por deshacer el abrazo: — Bueno… Tenemos unas sobras de galletas y unas bolsas de manís…
…Eso no los llenaría… pero…
— La comida no debe desperdiciarse ¿No? —Comentó Anna, haciendo que la atmosfera se tornara más animada pese a la desfavorable situación.
— ¡Esa es la actitud!
Ambos deshicieron el abrazo como sus manos entrelazadas, levantándose del suelo. Comenzando a caminar a la par, al mismo ritmo mientras que el cielo nocturno iba tornándose de un suave azul oscuro con matices de un tono morado. Indicando que sólo sería cuestión de tiempo para que amaneciera.
Sin embargo, en el transcurso de la caminata, sus manos que estaban cerca sin tocarse… pronto la pequeña mano de la niña se extendió hacía la del joven que no rechazo su contacto y entrelazaron sus manos una vez más. Regresando a la cueva, un tanto húmeda e incómoda y con pocas guarniciones, pero… pese al hambre como al cansancio…
De alguna manera los dos no se sentían desanimados, al contrario se sentían muy felices a pesar de haber tenido un mal día. ¿Curioso, no?»
…Calidez… Amistad… Dependencia…
~ (...) ~
Yo no pedía mucho, sólo quería estar con alguien que permaneciera a mi lado y nos pudiéramos comprender, poder ser nosotros mismos sin restricciones. Creí que lo había encontrado finalmente… Sin embargo, cuando la felicidad es más dulce, mayor es la tristeza que te arrastra al fondo de la miseria…
~ (...) ~
«— A… Ann… corre…
La niña negó entre lágrimas abrazando el tieso cuerpo todo lo que le permitía sus bracitos, sintiendo como la calidez que siempre la confortaba se escapaba a través de la sangre que empapaba el suelo debajo de los dos.
— Zai… ¡Za-Zai! ¡No me dejes! —Gritaba desesperada con la voz rota.
El joven sonrió de soslayo, casi sin fuerzas: —… Nun…ca… Ang… aun… si mue… ro…
— ¡No lo harás! —Le interrumpió, ni siquiera queriendo considerar la muerte. — Por… fa-favor…
—…sie…pre… volve… ré… a… ti…
Sintió que el peso de Zai comenzaba a ceder, deslizándose entre sus brazos, por lo que con mayor desespero intento frenarlo…
— A-Alguien… por favor… ayuda…
— Te lo advertí…
Una tercera voz alerto a la niña que giro a ver detrás de su persona, hallando a los dos adultos que desde que se cruzaron en su camino han puesto su mundo de cabeza y reventado su feliz, aunque voluble, burbuja.
— ¡HAGAN A-ALGO! —Demando la niña, un tanto molesta al verlos tan indiferente a la grave situación. No obstante, ellos no se movieron de su lugar y a cambio, sintió un dolor punzante en su cuello que provocó que su visión se tornara borrosa…
Sintió que la cargaron, alejándola del cuerpo que con tanto anhelo se aferraba. En su visión borrosa visualizo al adulto que anteriormente había hablado, haciendo que notaran su presencia, parecía que en algún momento se habían acercado y miraba algún punto en el suelo, quizás a Zai…
— Te lo dije mocosa… su amor acabaría destruyéndolos…
Entonces todo se tornó oscuro.»
…Agonía… Dolor… Odio…
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FIN DEL CAPÍTULO 5.
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Hello~ Gente querida. Disculpen la ausencia de estas dos semanas, resulta que recién tengo inconvenientes con los servicios de luz e internet, a pesar que ya reporte las fallas técnicas, no sé hasta cuando repararan tales irregularidades ni cuando dispondré de internet (Ni hablar de la luz, que va y viene). Así que POR AHORA, si bien las actualizaciones recaen en los días jueves, por conmemoración al remake, NO SÉ con exactitud qué jueves será. Ya que no puedo garantizar poder dar una actualización continúa con mi actual problema.
Referente al capítulo ¿Qué tal les pareció? Espero que les haya gustado estos fragmentos de pasado de Anna como el nuevo personaje. El próximo capítulo nos volvemos a centrar en el presente, en la Aldea Apache y demás personajes como los gemelos Asakura ¡Y mucho más! Será un capítulo importante porque marcará el final de este mini-Arco que fue la introducción para el desarrollo esencial de la trama.
Finalmente, Gracias por su lectura como también a los que se han unido en esta pequeña ausencia mía de actualizaciones, haciendo notar su presencia por follow o agregarme a sus listas de favoritos.
