"¿Sabes que yo fotografío pájaros?" Le comentó a la niña para hacerle cambiar de conversación. "Y hay unos muy bonitos por aquí."
"¿A sí?" Preguntó la niña emocionada.
"Sí y muy cerca de tu casa hay muchísimos." Le dijo con una sonrisa. "Estoy buscando un sitio en el que poder quedarme días salteados. Es un poco pesado ir y volver de la ciudad a todas horas."
"Puedes quedarte aquí si quieres." Le propuso la pelirroja mientras se sentaba en el sofá. "Nosotras tenemos una habitación arriba. Te la podemos alquilar si quieres."
Ran se quedó mirándola fijamente mientras asentía. ¿Hasta donde iba a llegar para saber?
Shiho paró el paso para guardar las hojas que tanto le había constado encontrar. Le gustaba mucho su trabajo, pero habían plantas que realmente se le hacía difícil de localizar. Se sentó a recuperar el aire con los pies dentro del río a la vez que Ayumi le ofrecía una botella de agua. Era agradable contar con la ayuda de una amiga y su experiencia en la floristería le ayudaba mucho trabajo y le ahorraba tiempo.
Se habían sentado al otro lado del río al que normalmente frecuentaba, después de cruzarlo andando. La vegetación era más húmeda en este lado y por el momento la sombra les protegía del sol. Era de las zonas en las que más plantas medicinales encontraba.
Ambas llevaban la parte inferior del bañador puesta y una camisa de manga corta con el logo de la reserva natural y su nombre impreso. Uniforme sencillo y cómodo para trabajar. Su compañera se secó el pelo con una toalla mientras observaba su alrededor.
"Mira quien viene." Comentó Ayumi observando el coche que cruzaba la carretera paralela al río, que permitía ver perfectamente a los coches que pasaban por ella. "El elegante." Comentó guiñándole un ojo.
Shiho se volteó para comprobar quien era y no pudo evitar sonreír al verle mientras aparcaba justo dónde acababa el caminito, justo al lado del río, salía del coche y se acercaba con sus costosos zapatos hasta el filo del río.
Ella le estudió detenidamente. Lucía un esmoquin oscuro y un par de zapatos que parecían valer lo mismo que el traje. Era un hombre muy guapo. Se quedaron mirando fijamente, cada uno en una punta del río. Ella ensanchó su sonrisa al ver la rápidez en la que el moreno puso un pie delante de otro y se adentró al río, dónde el agua le llegaba hasta casi las rodillas, para llegar a ella con el paso bien decidido.
A Ayumi se le escapó una risa y Shiho no podía dejar de mirarle con la cara sorprendida.
"Hola." Saludó Kudo un poco nervioso.
"Hola." Le saludó amablemente. "¿Qué haces aquí?" Preguntó sorprendida, tanto de su presencia, cómo de la manera en que había efectuado su entrada.
"Estaba en el aeropuerto de Frankfurt, tenía un vuelo a Londres…y de pronto, me he dado la vuelta y he venido hasta aquí." Dijo observando cada tono que sus ojos verdes emitía. "No había vuelo directo a Tokyo así que he tenido que hacer escala en Philipinas y luego el avión me ha dejado en Osaka. He alquilado un coche al salir del aeropuerto y he venido directo hasta aquí." Le explicó detenidamente.
"¿Y todo eso por qué?" Preguntó extrañada.
"Es que...tengo algo muy importante que decirte." Dijo sintiendo cómo su corazón latía fuertemente. "Y es que, estoy profundamente enamorado de mi mujer…" Dijo acercándose a ella para ahuecar su mano entre su mejilla y su cuello. "…Y de ti."
Durante toda la semana Ran apenas había pisado su puesto de trabajo. Intentaba pasar el máximo de horas haciéndose pasar por Ade, en casa de Shiho. Desde que se había enterado de que Aiko, la pequeña que había visto en las fotos de su segundo teléfono, era verdaderamente la hija de Shinichi, no había podido ir contra la fuerza que tenía su interior por saber más y más.
Era una niña muy dulce y alegre. Habían conectado a la perfección y a la morena siempre se le habían dado bien los niños. Habían pasado bastantes horas jugando y riendo. En ese punto de vista, no parecía que la pelirroja fuese una mala persona.
"Aiko, el autobús está apunto de pasar." Dijo saliendo del interior de la casa mientras se dirigía a donde las dos estaban jugando con la pelota.
"Siiiiiii." Contestó dejando de correr para ponerse la pequeña mochila tras su espalda. Apenas cursaba su segundo año en el jardín de infancia.
"Pórtate bien, ¿vale?" Dijo mientras la puerta del autobús se abría y la niña subía las escaleras corriendo.
Cuando el autobús se marchó, Shiho volvió a entrar a su casa para recoger los platos que habían ensuciado en el desayuno. Ran se quedó a su alrededor, observando todas las fotografías que adornaban las paredes de su casa. Habían un sinfín de fotografías, pero en ellas, sólo aparecían los rostros de ellas y de Kudo.
"Solo tienes fotos de Shinichi y Aiko." Comentó Ran mirando una en particular donde aparecían ellos tres. "Quiero decir, que no hay fotografías de Aiko con sus tíos o abuelos…"
"Kudo no podía llevarse a la niña con sus padres ni nada por el estilo." Le explicó mientras aclaraba los platos.
Ran asintió, aún queriendo indagar más. "Pero..¿Y tu familia?" Preguntó, haciendo que la pelirroja dejase de aclarar el plato que tenía en las manos unos segundos. "¿Tus…padres?¿Tienes hermanos?"
Shiho apagó el grifo y se volteó para mirarle después de poner el plato a escurrir. "No tengo familia si es lo que preguntas." Dijo un poco seria.
"¿Estás bien?" Preguntó Ran al ver cómo su expresión había cambiado. La pelirroja sintió pero no levantó la mirada. "Creo que debería buscarme otro sitio en el que quedarme, no creo que sea buena idea…" Dijo notando cómo se estaba adentrando en una vida ficticia que acababa de inventar.
Shiho negó con la cabeza y cambió su expresión seria por una más agradable. "Está bien, puedes quedarte Ade. A mi me va a venir muy bien tenerte aquí y a Aiko le encantas." Dijo poniendo una mano en su hombro. "Y si algún día tu chico quiere venirse, no hay ningún problema." Le comentó observando el anillo de oro que adornaba su mano izquierda.
"Yo no tengo chico." Le contestó la morena un poco nerviosa mientras escondía su alianza. "No sé ni por que la llevo. Me dejó." Mintió. "se fue a por tabaco y no volvió, ya sabes, lo típico." Contestó alejándose un poco de ella mientras se dirigían. La habitación que ahora ocupaba y empezaba a guardar su ropa en el armario.
"¿Qué pasó?" Preguntó la pelirroja con el ceño fruncido.
"Un enganche sexual con otra persona." Dijo intentando buscarle lógica a la relación que ellos dos tenían.
"¿Y por qué piensas eso?" Preguntó la pelirroja. "¿Vuestras relaciones no eran buenas?" Preguntó haciendo que Ran se sonrojase fuertemente.
"¡Claro que sí!" Dijo avergonzada mientras recordaba su tacto bajo las sábanas. "Bueno…Yo creo que sí. ¿Es un poco difícil ser objetivo con esto no?" Dijo intentando no sonrojarse más.
Shiho rió ante la timidez de la morena al hablar de esos temas.
"Te tiras años haciendo el amor con la misma persona y de la misma marea siempre…Tampoco quiero decir que fuese monótono o rutinario. Había pasión, pero yo que sé" Dijo sin acabar de entender.
"A lo mejor deberías haber experimentado, con otra persona a lo mejor." Le dijo la pelirroja sin cortarse un pelo.
"Pues..no. Yo estaba enamorada." Dijo frunciendo el ceño.
"¿Y?" Preguntó ella alzando una ceja. "Solo te estoy hablando de un encuentro físico. Follar es algo tuyo, solo tuyo. Tan natural cómo respirar. Es cuestión de piel…de feromonas. Es algo instintivo."
Ran negó con la cabeza varias veces.
"¿Cómo que no?" Preguntó mientras se le escapaba una pequeña risa. "Es instintivo. Es más, un buen polvo…le arregla a cualquiera un día tonto." Dijo haciendo que la morena también riese.
"En eso tienes razón." Contestó Ran, un poco menos incómoda de hablar estas cosas con ella. "Supongo que mi manera de pensar es así por que él ha sido el único hombre con el que he tenido relaciones." Le explicó.
"Yo me he acostado con varios hombres antes de empezar mi relación con Kudo." Empezó a explicarle. "No muchos en realidad, pero he estado con más de un hombre. Aún así, el único con el que quería despertar cada mañana, era Kudo."
Ran no sabía porqué se paraba a escuchar todas esas cosas y por que seguía adelante con esa mudanza, también ficticia. Estaba ocupando la habitación que su marido ocupaba cuando venía a verla. ¿Qué estaba buscando?¿Que quería encontrar?
Podía ver lo dolidos que se veían los ojos de la pelirroja. Una parte de ella, le gustaba que la amante de su marido lo pasase mal, pero otra parte sentía pena y compasión por entender la situación que pasaba. No sabía si acabaría perdiendo la cabeza o encontrando lo que buscaba.
"¿Quieres que pintemos la habitación?" Le propuso para cambiar su estado de animo. "No será como un buen polvo, pero a lo mejor te alegra el día."
"Me parece una buena idea." Contestó sonriendo amablemente. "Vamos a comprar pintura."
