Con toda su largura echada sobre el sofá, Jean pierde la concentración en la película cuando el chico que se encuentra completamente acostado sobre él comienza a repartir besos por su cuello, ascendiendo lentamente hasta su mentón.

—Uh, ¿qué tienes aquí? —pregunta Eren, deteniendo los besitos en su mejilla y rozando esta con los dedos.

—Un grano —responde Jean, sin inmutarse—... Déjamelo —añade, temiendo por las claras intenciones de su novio.

—Déjame quítartelo —refunfuña este, haciendo el amago de volver las manos hacia el dichoso granito.

—Ni se te ocurra —dice tajantemente él, sujetándole las extremidades.

—¡Es asqueroso! Déjame quítartelo —insiste el testarudo chico sobre su cuerpo, forcejeando.

—¡Bueno, pues no lo mires, carajo! —Sin embargo, Eren logra soltarse y, finalmente, pese a sus intentos de evitarlo, reventarle el grano sin piedad—. ¡Puta madre, Eren! ¡Ya me dejaste marca!

—Ay, que delicado —se burla este, restándole importancia.

A continuación, parece compensarlo con una serie de nuevos besos en la zona dañada y el resto de su rostro; no obstante, Jean los ignora y busca sus labios, provocando que sus bocas colisionen y ambos terminen enredados en un pasional besuqueo que deja muy atrás la película.

—Tramposo —murmura su novio tras tomar algo de distancia.

—Lo que digas —dice él, arrebujándolo en la mantita que los envuelve.

Cleopatra echándose contra la pierna que le sobresale del sofá y Eren acurrucándose en su pecho es lo próximo que Jean necesita para sentirse lo suficientemente agusto.

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