La ceremonia del té en sí no duró tanto como Victor hubiese pensado, Yuuri parecía estar complacido por su desempeño si la sonrisa en su rostro era indicativo de ello.
Yuuri por su parte miraba a Victor atentamente, sabía lo que el té contenía, en si no era una droga pero si ayudaría a que su preciado omega no estuviera tan tenso como lo estuvo durante toda la ceremonia.
-creo que … me siento algo extraño Yuuri, no lo sé, por favor dime que no tomé algo para inducirme el celo- lo miró suplicante pues si eso sucedía sabría que estuvo equivocado todo este tiempo y su alfa era como todos los otros solo buscando un omega que le diera un heredero.
-claro que no, me ofendes y a mi familia, que ahora es la tuya, este té lo único que hace es inducir un efecto relajante, no te drogué ni induje tu celo, eso sería muy cruel de mi parte y mi padre sería el primero en oponerse- Yuuri frunció el ceño, en verdad las costumbres de ambas mafias no podían ser más diferentes.
Yuuri se levantó y tomó asiento junto a Victor tomando su mano – mira Victor no tenemos que hacer nada hoy si no quieres, ya pensaré que decirle a tu padre o como salir de esto, no voy a obligarte a hacer algo que no quieres, pero por favor te pido danos una oportunidad, yo sé que tal vez no es amor pero puedo percibir que sientes algo por mí y no es desprecio como al principio, déjame demostrarte que no soy como los otros alfas, no como los que te han rodeado toda la vida-
Victor en verdad estaba más que confundido, bajó la mirada a donde su mano estaba entrelazada con la de Yuuri ya que sin pensarlo al sentir el calor del contrario el mismo entrelazó sus dedos – tengo miedo Yuuri, tú sabes bien que soy virgen, que nadie me ha tocado nunca, que lo único que conozco es las funciones básicas de un omega y esas son servir a su alfa y darle cachorros, nada más allá, pero yo no quiero eso para mí, ya te lo dije, yo quiero más, no estar un paso atrás sino junto a ti, quiero…- Victor mordió sus labios tratando de decidir si podía confiarle sus deseos a su ahora esposo.
-tú quieres gobernar, tanto como yo- el alfa no lo preguntó, sino lo afirmó, con ello hizo que Victor levantara la mirada sorprendido mirándolo fijamente a los ojos – como lo sabes, es algo que ni a Chris le he dicho, pero es cierto no voy a negarlo, no pienso ser un omega sumiso, no voy a ser un títere en tus manos entiendes, no soy moneda de cambio entre mi familia y la tuya, lo quiero todo y voy a tenerlo, no vas a detenerme… - el omega cada vez se sentía y escuchaba más apasionado en su discurso por lo que Yuuri no pude contenerse y jalándolo hacia él lo beso profundamente, sin contemplaciones, no fue un beso tierno, fue un beso intenso, lleno de sentimiento, de pasión, Victor se sorprendió al principio pero no tardó en seguirle el ritmo a Yuuri quien lo acariciaba delicadamente por encima de la ropa mientras seguía besándolo, ahora era un guerra por dominar el momento, ambos en una danza de seducción y sentimientos encontrados.
-¿vas a ser mío Victor?, dime que puedo tomarte, no puedo resistir más tu omega llama a mi alfa y no pienso dejarte escapar-
Por su parte Victor ya había decidido lanzarse al vacío, lo arriesgaría todo dejándose llevar por el momento.
-Llévame a nuestra cama, Yuuri. Hazme el amor.-
Esta era la primera vez, se dio cuenta Víctor en medio del sonido de la tela moviéndose y la respiración agitada. Esta era la primera vez que se acostaba con alguien.
Fue aterrador e inquietante pero también tan dulce.
No podía recordar cuándo había comenzado. El cariño. El efecto. No podía recordar cuando había mirado a Yuuri por primera vez con algo más en su mirada que curiosidad imparcial, cuando había comenzado a gustarle el líder Yakuza, cuando había comenzado a pensar en él durante su ausencia y a sentir como su corazón latía más fuerte en el momento en que el otro entraba en la habitación.
Sin embargo, lo que podía recordar muy bien era la primera vez que Yuuri tocó su mano, la primera vez que Yuuri apoyó su mano en su espalda, la primera vez que apartó un mechón de cabello de la frente de Víctor y tantas más. Podía recordar todas esas primeras veces juntos.
Por un momento, la perfección del hombre al que puede llamar suyo le roba el aliento a Víctor. Es como si Yuuri brillara en la tenue luz de la habitación. Siempre le ha preocupado que lo vean como algo pequeño o delicado, pero ahora mismo con su alfa realmente no le importa.
Mientras Yuuri acuesta a Víctor en la cama, se toma un momento para mirarlo. Es todo piel de alabastro y ojos azules como el océano, con las pupilas dilatadas por el deseo.
Se le corta el aliento cuando Víctor gime ante la sensación de las sábanas y arquea la espalda de placer, recuerda que es su primera vez y por eso pueden darse el lujo de tomárselo con calma. Víctor extiende sus brazos hacia Yuuri para invitarlo a ir hacia él y Yuuri sonríe, sacudiendo levemente la cabeza y besándolo sin contenerse.
Yo te cuidaré-, promete, y se arrodilla en la cama, acomodando mejor el cuerpo de Victor. Se coloca entre las piernas abiertas del contrario mirando su entrada virgen -Quiero abrirte despacio y con el cuidado que te mereces-
Víctor jadea y arquea la espalda de nuevo, sintiendo como si fuera a salir de la cama por completo, cuando Yuuri lame desde la base de su pene hasta su entrada, -Tómate todo el tiempo que quieras-
Yuuri se toma su tiempo, lamiendo y besando, haciendo que los tensos músculos de Víctor se relajen solo con el poder de su lengua. Pasa mucho tiempo lamiendo a Víctor para abrirlo. Víctor muerde su puño cerrado cuando Yuuri toma su ahora pesada erección en su mano y bombea lentamente mientras continúa con su labor. Víctor muerde más fuerte cuando siente su entrada lubricarse y como Yuuri lo usa haciendo que el deslizamiento sea más fácil. Cierra los ojos con un gemido mientras Yuuri lo acaricia un poco más rápido.
-Quiero escucharte-, murmura Yuuri, mientras un dedo de su mano libre finalmente se desliza por los músculos sueltos y se mueve hasta que es capaz de frotar directamente el manojo de nervios dentro de Víctor que le hace ver estrellas detrás de sus ojos cerrados. Las caderas de Víctor se mueven hacia arriba y saca el puño de su boca, gritando de placer resonando en la gran habitación. Yuuri sonríe, presionando un beso en su cadera mientras mueve su dedo dentro y fuera del cuerpo de Víctor, solo entonces agrega un segundo dedo y comienza a hacer tijeras, estirando los músculos que se aflojan para que esté listo para tomar la erección dura y palpitante de Yuuri. Mientras mete un tercer dedo, toma solo la punta del pene de Víctor en su boca y succiona suavemente. Víctor mueve la cabeza hacia adelante y hacia atrás, abrumado, Yuuri sigue trabajando con su cuerpo, llevándolo justo al borde del placer, luego aprieta su agarre en la base de su erección para calmarlo antes de llevarlo al borde de nuevo, tantas veces que Víctor pierde la cuenta.
"No puedo ... no puedo", solloza Víctor cuando se siente como si hubiera durado horas, "Por favor, necesito sentirte dentro de mí, por favor ..."
"Oh, Dios," gime Yuuri. Permanece de rodillas mientras se lubrica con una mano y tira de las caderas de Víctor hacia él con la otra. Víctor lo mira con ojos entrecerrados, su expresión es de absoluta confianza, mientras Yuuri se inclina para besarlo antes de presionar lentamente con cuidado de no lastimar a Víctor. Ambos gritan ante la sensación de volverse uno y Víctor envuelve sus brazos alrededor del cuello de Yuuri, jadeando cuando el contrario lo coloca en una posición sentada sobre su erección. Se abrazan lo más cerca posible, sin besarse realmente, pero respirando el mismo aire, con las bocas casi tocándose, las frentes pegadas y los ojos cerrados. Víctor está seguro de que Yuuri está tan profundamente dentro de él que puede sentirlo en sus huesos, con un fuerte empujón echa la cabeza hacia atrás y grita. Desliza sus dedos por la espalda de Yuuri, un poco más fuerte de lo que pretendía, pero Yuuri solo gime y lo mantiene quieto para empujar fuerte una y otra y otra vez, ninguno de los dos tiene conciencia de cuánto tiempo pasan entre caricias, gemidos y las fuerte embestidas del alfa en el cuerpo de su omega.
-¡Yuuri!- La voz de Víctor se rompe en su nombre cuando finalmente llega al orgasmo por primera vez, Yuuri gruñe su nombre y Victor siente como la esencia de Yuuri fluye dentro de su cuerpo mientras su amante entierra su rostro en su cuello y ruge, justo en ese momento, el instinto toma el control y ambos muerden su glándula marcando su unión en cuerpo y alma.
Después de lo que se siente como una eternidad, envuelto en los brazos del otro, Yuuri sale de él suavemente y vuelve a acostar a Víctor. Víctor apenas se da cuenta de que está solo cuando mira a Yuuri regresando con un paño húmedo y tibio y limpia su cuerpo con cuidado. Pasa su mano por el cabello de ébano de Yuuri una y otra vez en un masaje relajante cuando finalmente se reúne con él en la cama y se acuesta con él, con la cabeza apoyada en el vientre de Víctor y una mano acariciando su cadera. Están en silencio por un largo tiempo hasta que la voz de Yuuri rompe el hechizo -Eres jodidamente perfecto, ¿lo sabías?-, Preguntó con voz ronca y comenzó a besar desde la cadera de Víctor hasta su pecho y garganta. -En serio, es injusto-, murmuró junto a la oreja de Víctor y lo mordió, lo que hizo que Víctor dejara escapar un suspiro tembloroso.
"Eso me han dicho", mintió Víctor porque la verdad es que nunca nadie lo había llamado así, tal vez una decepción, una vergüenza por ser el heredero y un omega pero ni una sola vez había escuchado la Palabra perfecto de alguien que estaba hablando de él.
Respiró hondo mientras Yuuri lo volvía a colocar en su regazo y le apartaba el cabello de la cara un poco empapada de sudor.
Se sintió bien.
Se sintió bien.
Se sentía íntimo y cariñoso y una lágrima feliz corrió por su mejilla, lagrima que Yuuri borró con dulces besos lentos por todo su rostro mientras acariciaba su cuerpo con cuidado.
Esto era nuevo.
Esto fue extraño.
Y oh, cómo tendría que preocuparse por esto más tarde, pero más tarde no era ahora y ahora mismo podía sentir las manos de Yuuri en su espalda, sus manos por todas partes solo dándole consuelo, y justo entonces se dio cuenta de que podía sentir lo que Yuuri estaba sintiendo.
(Y si una tenue vocecita en la parte de atrás de su cabeza cantaba ¡Amor! ¡Amor! ¡Amor! Él no le prestó atención).
