Disclaimer: "She-Ra y las Princesas del Poder" son propiedad de Noelle Stevenson y producida por DreamWoks Animation para Netflix, siendo a su vez, un reboot de "She-Ra: The Princess of the Power" de Filmation.


Marginados.

Acto I: Soldados De Hierro.

Regdar Blackstrand.


5. Susurros Que Marcan.


Baja su máscara de soldadura y enciende el soplete, iluminando su rostro enmascarado de un rojo ardiente y purpura abrasador, dándole un aire misterioso y aterrador. Comienza el lento proceso de soldados la última pieza para que la nueva versión más actualizada del robot de vigilancia esté completo.

El nuevo robot tiene una forma más compacta que el anterior, siendo cuadrado en lugar de redondo, cuatro patas metálicas que permitirán su movimiento, así como dos extras con las que podrá agarrar objetos, también cuenta con una cámara incrustada en cada uno de sus lados y un sensor más avanzado.

—¡Y ahí está~! —canturrea, agachándose para dejar el soplete en el suelo y así admirar su trabajo—. ¡El robot 1432 está listo para ser probado!

—¿Está segura de esto, Princesa? —pregunta Tyra. El hombre de cabello rojizo y cuernos de cabra, vestido con su atuendo militar, yace con una máscara de soldadura, al igual que las otras dos personas que yacen a su lado. Sus ojos se mantienen fijos en el robot, como si estuviese listo para defenderse de un ataque—. La última vez, el robot 1431 nos atacó inmediatamente fue encendido, y terminó destruyendo el ala sur del castillo.

—¡Por supuesto! ¡Solo hay un veinte por ciento de probabilidades de error contra un ochenta por ciento de éxito! —explica Entrapta, sosteniendo una tableta llena de gráficos y números para que sus tres acompañantes puedan verlos.

—Uhm —Zarkhil, su capitán de las filas ofensivas del reino de Dryl, mira los datos de la tableta, lanzando un suspiro cuando no logra entender la mayoría. Le lanza una mirada al reptil antropomorfo parado a su lado, quien sólo da un encogimiento de hombros—. ¿Qué opinas, Tyra? ¿Crees que es seguro?

El hombre la mira, y Entrapta se encuentra regresando la mirada, expectante de la decisión. Tras unos segundos, Tyra asiente con la cabeza, una pequeña sonrisa en sus labios.

—De acuerdo. Probemos a éste bebé.

Con un grito de felicidad, Entrapta toma un cable y conecta un extremo en el robot, mientras que el otro extremo lo conecta a una de sus múltiples computadoras. Usando sus manos y cabello, escribe un intrincado código para luego compilarlo, con un grito extasiado, presiona el botón de encendido. Tras un chasquido, el robot se ilumina, levantándose de la mesa de trabajo y caminando por ella hasta saltar hacia el suelo.

—¡Fascinante! —exclama, una de sus coletas se extiende hacia atrás para tomar una grabadora—. Registro número diez, el robot 1432 parece estar funcionando correctamente, cumpliendo su función de dar imagen de video a tiempo real de 360 —registra en la grabadora mientras sostiene la tableta con su mano derecha.

Su Capitán, Teniente General y Cabo, se acercan a ella, mirando la tableta que, en su pantalla muestra exactamente un ángulo de trescientos sesenta grados de donde se encuentra el robot. Durante un minuto completo, el robot graba correctamente su alrededor, sin embargo, una pequeña luz azul el la parte superior del robot comienza a parpadear, seguido de una serie de pitidos cortos.

—Uhm… Princesa —Tyra mira preocupado al robot—. ¿Se supone que deba de hacer…?

Es interrumpido cuando Entrapta lanza un agudo chillido una vez nota que el robot comienza a ponerse rojo. Sin pensárselo dos veces, usa su cabello para tomar a Zarkhil y a Dru mientras que con su cuerpo, empuja a Tyra hacia una gruesa columna de protección, con el fin de alejarse del inminente peligro. Segundo después, el robot estalla en una fuerte explosión que hace temblar los cimientos del laboratorio, pedazos de metal y piezas electrónicas caen en diferentes direcciones.

Ocultos en la columna de protección, los cuatro suspiran aliviados mientras miran los restos humeantes del robot fallido, agradeciendo que el castillo sea lo suficientemente resistente para soportar explosiones de ese nivel, ya que de otra forma, las cosas serían diferentes. Entrapta sale para acercarse a los restos, una rápida mirada le revela que no hay mucho para rescatar.

Con un largo suspiro, acerca la grabadora, apretando el botón de grabar.

—Registro número once, el robot 1432 ha fallado. Mí teoría se basa en que pudo haber sido un fallo en el circuito o en la fuente de poder. Tomar nota de hacer una prueba más profunda en esas dos áreas, así como una revisión exhaustiva del sistema de enfriamiento —su voz se hace más suave a medida que habla. Una vez concluye su informe, deja de grabar, mira si los restos de otro de sus inventos fallidos.

—¿Se encuentra bien, Princesa? —ella voltea, sus ojos se encuentran con la mirada preocupada de Tyra. Zarkhil y Dru se han movilizado hacia una sección aún humeante, un extintor en las manos de su capitán—. No se lastimó, ¿verdad?

Entrapta niega con la cabeza.

—Estoy bien, Tyra. Solo analizaba en donde podría haberme equivocado, entre más luego logre hacer funcionar este robot, más seguro estará Dryl —responde, dándole una sonrisa al hombre antes de dirigir su atención a sus otros dos soldados—. Revisaré de nuevo el esquema del 1432, ¿pueden hacerse cargo aquí? —ante su pregunta, el reptil, Dru, levanta una de sus garras en señal de afirmación, Zarkhil, en cambio, deja el extintor con el que está apagando unas pequeñas llamas para darle un gesto de despedida, Tyra da un pequeño asentimiento—. Gracias.

—Siempre.

Con un gesto, Entrapta se dirige a una de las paredes con varias pizarras empotradas en ellas y que están llenas de esquemas, toma el último, apresurando a salir de su laboratorio. Una vez se encuentra fuera de la mirada de los otros tres da un largo suspiro, borrando su sonrisa.

Ella no es estúpida. Sabe que la mayoría de los habitantes de Dryl están en contra de que ella siga en el trono, por algo han habido varias deserciones desde que decidió dejar la Alianza. Sus filas militares no están mejor, de todos los soldados que conforman la Federación, solo el 5% son leales a su persona, el resto solo está esperando a que de un paso el falso para rebelarse.

"Una princesa que no logra comunicarse correctamente con su pueblo, no es digna del trono"."

Una princesa que vive la mayor parte del tiempo en su propio mundo, no es digna"."

Una chica inepta y estúpida no debería de estar a cargo de un reino entero".

"Ella será la perdición de Dryl".

Esas son algunas de las palabras susurradas que capta por los pasillos, todos creyendo que ella no se percata de ello. Y realmente, le duele el hecho de que no confíen en ella a pesar de los resultados, Dryl aún sigue en pie, manteniéndose firme contra la Horda, con un par de contratos comerciales con otros reinos, los cuales les permite mantener una economía estable. Pero incluso con eso, no parece ser suficiente.

Esa constante desconfianza es la que la orilló a hacer que Tyra y Zarkhil, siendo sus dos soldados más leales, se encargaran de ser su voz en las reuniones de la Federación. Las reuniones suelen ser una pérdida de tiempo, en el cual, si ella aparece, se centrará en tratar de hacerla lucir mal, por lo que, es lo mejor dejarle eso a su Teniente y Capitán, así ella se centra en otras cosas más importantes.

La Federación, que está conformada mayormente por los nobles del reino, personas a las que solo les importa el dinero y los beneficios que se perdieron al renunciar a la Alianza. No tienen la menor idea de toda la presión que existe alrededor del trono y de sus filas militares.

Un mínimo error puede causar que ocurra una situación similar a la que tuvieron hace quince y diez años atrás.

Sacude esos pensamientos lejos de su mente, enrollando el esquema de su robot, comienza a caminar por los solitarios pasillos que llevan a la que es su habitación, solo usada cuando necesita un momento de absoluto silencio. Ser pesimista no la llevará a ninguna parte, la situación con la guerra ya es lo bastante sombría como para agregar más oscuridad.

Su mente repite como una mantra las palabras con las que ha crecido.

Sin importar si el reino desconfía de ella y la ve como un bicho raro, es su deber protegerlos.

Su reino no caerá sin que ella caiga primero.


Cuando vuelve en sí, está empapado en sudor, jadeando con pesadez y el monitor cardiaco a su lado sonando frenéticamente, las lágrimas resbalando por sus mejillas. La sensación fantasmal de manos apretando con fuerza alrededor de su cuello con la intención de asfixiarlo mientras los recuerdos de los gritos de terror, la sangre, los cadáveres, las risas crueles y la sensación de desesperanza juegan con su mente.

Múltiples voces se entremezclan, gritando y haciendo eco, repitiendo las palabras que ha escuchado incontables veces.

"Inútil"."

Estorbo"."

Escoria".

"Deberías morir".

"No vales nada".

"Catra podría haber escapado de no haber sido por ti".

"Solo sirves para estorbar a los demás".

—¡Kyle!

Una voz truena con fuerza, alzándose ante las demás y causando que se desvanezcan lentamente.

—¡Escucha mí voz, Kyle! ¡Respira profundamente, vamos, concéntrate en mí voz!

Kyle comienza a dar profundas respiraciones, tratando de centrarse en la voz de Catra, que le sigue indicando respirar y enfocarse en calmar su corazón. Tras lo que parecen sentirse como horas, los latidos de su corazón se desaceleran, dejando de golpear dolorosamente contra su pecho. El sonido del monitor cardiaco deja de sonar de forma frenética.

Se atraganta, dándose cuenta de repente de que su garganta está dolorida, sus manos dejan de estar apretadas en puños, lastimadas por sus uñas clavándose en su carne. Una vez se calma lo suficiente, dirige su atención a un lado, hacia donde se encuentra Catra, quien lo mira fijamente.

—Catra —logra articular a pesar del dolor en su garganta, seguramente estuvo gritando y eso despertó a la felina—… lo siento, ¿te desperté?

Catra mantiene su mirada sobre él, estudiándolo, analizándolo, como si buscara algo en específico. Por un segundo, Kyle cree que hay preocupación en sus ojos bicolor, pero lo descarta con rapidez.

Él no es merecedor de la preocupación de nadie.

—No, no lo hiciste. He estado despierta desde hace un rato —habla Catra, tras un minuto de solmene silencio—. ¿Quieres… quieres hablar de ello?

—Yo —Kyle duda en seguir. ¿Debería de hacerlo? Él prometió que no sería un estorbo, ¿no estaría rompiendo esa promesa al ser tan debulicho al no soportar una pesadilla?—… prefiero no hacerlo.

Los monitores cardiacos son los únicos sonidos que se escuchan en el silencio que se instala entre ambos. Los dos sabiendo las implicaciones de que se encuentren despiertos aún con los analgésicos y la morfina en sus cuerpos.

—¿Tienes alguna idea de la razón por la que una princesa haya salvado a dos hordianos? —pregunta Catra, rompiendo el silencio y evitando que su mente se desvíe hacia pensamientos no gratos, algo que él agradece.

—No tengo idea —responde con un leve encogimiento de hombros—. Ella parecía estar buscando algo cuando se topó con nosotros, una vez me vio lastimado e intentando detener el sangrado de tu cuerpo, ella se apresuró a ayudarme —explica, estremeciéndose ante el recuerdo de casi perder a Catra—. Si ella no nos hubiera encontrado, ambos estaríamos muertos. Realmente no sé cuál es su motivo… pero… parecía genuinamente preocupada por ambos —toma parte de las sábanas entre sus manos, apretando con fuerza—. Tal vez… Entrapta sea como Adora.

Catra se ríe levemente ante su último comentario, y él sonríe, un tanto orgulloso de poder despejar un poco la tensa atmósfera.

—Adora tiene un corazón demasiado noble para el lugar de mierda en el que nos tocó vivir —dice Catra, mirando al techo—. Incluso si es ingenua, perdona con demasiada facilidad, tiende a sacrificarse por los demás, y entrega su lealtad a quienes no se lo merecen, se que si hubiese una princesa con al menos una cuarta parte de las cualidades de Adora, la seguiría sin dudar. Si ésta princesa es como tú sugieres… quizás… hayamos tenido un golpe de suerte.

Escuchar a Catra hablar de Adora no deja de sorprenderlo. Normalmente, cuando la felina hablaba con los demás miembros de la Horda, su actitud era fría, sarcástica e hiriente, pero, ya sea que hable con, o de Adora, su voz adquiere un tono más calmado y cariñoso.

No es que pueda culparla, Adora parecía ser la única, aparte de él, que no trataba a Catra como basura.

Ve a Catra erizarse, sus orejas moviéndose mientras frunce el ceño y aprieta su agarre de las sábanas. Esta a punto de preguntarle si hay algo mal, cuando la puerta de la enfermería se abre, revelando murmullos y una leve conmoción.

Su cuerpo se tensa, pero, con su pierna en un cabestrillo, no puede moverse. La tensión en el cuerpo de la felina le revela que ella no está en mejor condición.

Un hombre alto, cabello rojizo y cuernos de cabra, vestido con un uniforme militar, entra con un semblante serio, detrás de él, arrastrándola por una de sus coletas, está Entrapta, que acuna su mano izquierda, un rasguño en su barbilla sangra levemente.

—Te digo que estoy bien, Tyra, solo es una quemada de primer grado y un pequeño rasguño —declara Entrapta, intentando zafarse del agarre de hierro de su teniente.

—En primer lugar, es tarde, debería de estar durmiendo —gruñe Tyra—. En segundo lugar, si no se atiende correctamente, incluso el más mínimo rasguño puede ser peligroso. Así que, guarde silencio y déjeme hacer mí trabajo.

Entrapta hace un puchero.

—¿Por qué perder el tiempo durmiendo cuando hay una infinidad de información esperando por mí? Además, puedo cuidar de mí misma.

El pelirrojo le da una mirada para nada impresionada.

—No, no lo hace. Zarkhil es quien se encarga de recordarle que el cuerpo humano necesita comida, descanso e higiene, mientras que yo soy el que se encarga de limpiar, coser y vendar las heridas que se hace cada vez que un invento sale mal, esto debido a que Jérka la deja salirse con la suya. Además, le recuerdo que la información, así como los nuevos descubrimientos, no se irán a ninguna parte.

Ambos siguen caminando, y es hasta que están a medio camino de una de las camillas, que el hombre se da cuenta de que, tanto él como Catra, están despiertos, mirando con sorpresa la extraña interacción.

Kyle y Catra se tensan aún más al tener la mirada del hombre pelirrojo enfocada en ellos. Ninguno tiene buenos recuerdos de sus interacciones con adultos, y si el uniforme y la banda alrededor de su brazo izquierdo es algo que tomar en cuenta, al que Entrapta llamó Tyra, es alguien en una alta posición.

Kyle traga saliva, esperando el momento en que todo se vaya a la mierda.

—Oh, así que ellos son nuestros invitados —dice Tyra, dirigiéndose a Entrapta para la confirmación, ante el asentimiento de la princesa, él vuelve su mirada hacia ellos—. Es bueno ver que ambos se encuentran bien… o tan bien como se puede —se corrige ante la mueca de Catra cuando intenta moverse, así como la pierna de Kyle en un cabestrillo—. Soy Tyra, Teniente General de la Federación de Dryl.

Incluso si la voz de Tyra es serena, Kyle no puede evitar estremecerse al estar frente a, no una, sino dos de las personas más importantes del reino. Si la información que la Horda tiene de Dryl es correcta, el Teniente General es el segundo al mando, la persona más poderosa después de la Princesa.

Abre y cierra la boca, intentando que las palabras salgan de su garganta, pero su voz se empeña en fallarle. Demasiado asustado por los recuerdos que tiene de la Horda.

—Soy Catra. El chico rubio es Kyle.

Es Catra quien logra sacar su voz lo suficiente para presentarse. Él gira para mirarla, notando rápidamente el miedo que se oculta bajo una apariencia de despreocupación.

Kyle parpadea. Una y otra vez.

¿Cómo es qué nunca notó que esa actitud hostil, malhumorada y despreocupada es sólo una fachada?

—Bien, planeaba hablar con ustedes en una hora más prudente del día, pero ya que, seguramente estaré despierto por el resto de la noche —habla Tyra, dándole una mirada significativa a Entrapta, quién en respuesta le saca la lengua—, bien podría hacerlo ahora… después de que termine de atender a la princesa.

Dicho eso, Tyra se apresura a arrastrar a Entrapta hasta una de las camillas más cercanas a una mesa que contiene vendas, alcohol, hilo, algodón, entre otras cosas.

El pánico se abre paso y tiene que dar un par de respiraciones profundas para calmar su acelerado corazón. Después de todo, nunca ha salido nada bueno de tener la atención de alguien de tan alto rango.

Puede que el hombre no les haya dado una mirada de total repugnancia, ni que su tono de voz dejará ver el más mínimo indicio de desprecio; pero tantos años de tortura y sufrimiento lo han hecho esperar lo peor.

—Estamos jodidos.

Apenas capta lo dicho por Catra, pero no hay ni una sola parte de su ser que esté en desacuerdo con esa declaración.

Ellos están tan jodidos.


—Una vez se recuperen, podrán irse si así lo desean.

Las palabras se repiten una y otra vez en la mente de Catra, quien se queda inmóvil ante la imposibilidad que acaba de salir de la boca del Teniente General de la Federación de Dryl. ¿Acaso está soñando? ¿Un delirio, quizás? ¿Es una trampa? No hay forma de que dejen ir a dos soldados hordianos así como así, sobre todo, tomando en cuenta de que Dryl ha sido bastante afectado por la Horda.

"Tal vez… Entrapta sea como Adora".

No, se niega a creer que en este mundo de mierda pueda haber una persona como Adora, mucho menos que Kyle y ella hayan tenido la suerte de toparse con dicha persona. Seguramente todo es una especie de trampa, no hay ninguna otra explicación.

—¿Qué?

La pregunta incrédula de Kyle la regresa a la realidad. Tyra y Entrapta yacen sentados en una sillas de aspecto incómodo, colocadas a poca distancia de ambas camillas. El pelirrojo les había explicado que la Federación, así como la princesa, habían decidido dejarlos ir una vez se recuperan lo suficiente para cuidarse solos.

El espero incrédulo de Kyle le muestra que ella no es la única que encuentra esto demasiado bueno para ser verdad.

—Lo que escucharon. Una vez se recuperen, podrán irse si así lo desean —repite Tyra, su rostro permanece impasible—. La Federación de Dryl acordó con dejarlos libres en cuanto Jérka les de el alta, mientras tanto, estarán bajo nuestro cuidado.

—¿Por qué? —pregunta Catra, una vez logra recuperarse de la imposibilidad. Al ver que, tanto Tyra como Entrapta lucen confundidos, ella agrega—. ¿Por qué dejar ir a dos soldados de la Horda? ¿Qué ganan con cuidarnos para luego dejarnos en libertad?

Tyra se encoge de hombros.

—La princesa Entrapta lo había decidido desde que los trajo aquí, y mientras sus decisiones no pongan en peligro a Dryl, la Federación no tiene ningún problema con aceptarlas.

El asentimiento de Entrapta refuerza lo dicho por el pelirrojo. Y Catra no puede entenderlos. Kyle y ella son los enemigos, sin ningún tipo de conocimiento importante del funcionamiento interno de la Horda que justifique las acciones de la princesa.

—¿Por qué? —esta vez la pregunta viene de Kyle.

—Hace cinco años, Tyra y yo fuimos a una expedición en busca de tecnología, nos encontramos con una situación similar —habla Entrapta, su voz mucho más calmada—. Hordianos portando el uniforme estándar asignado a los reclutas que aún no se han graduado, tirados alrededor del bosque, sus cuerpos apuñalados, quemados y destrozados, y en medio de todo ese caos, un capitán desquiciado. No podrían haber tenido más de trece años y la mitad de ellos, eran los niños que la Horda había secuestrado de Dryl diez años atrás —explica con una mirada sombría—. Al verlos a ambos en ese bosque, heridos y con ese mismo uniforme, fue como regresar a ese día, no podía dejarlos morir.

El aire se atora en sus pulmones, recordando muy bien que hace cinco años, varios niños y adolescentes dejaron de verse por los pasillos repentinamente. Desertores o reubicados de área, así fueron catalogados para aplacar la curiosidad general de los reclutas.

Hace cinco años, ella tenía ocho, era uno de los elegidos para la reubicación, y fue porque Adora se negó a dejarla ir que Shadow Weaver no la "reubicó" en otra área.

Siempre ha sabido que Shadow Weaver es malvada, pero ahora, sabiendo que es capaz de enviar a matar a niños solo por considerarlos inadecuados e inútiles, se da cuenta de la clase de monstruo que es.

Y ahora, Adora, Lonnie y Rogelio están solos con ella.

Ya no existe ni Catra ni Kyle como escudo para evitar que llegue a ellos.

Puede que Lonnie y Rogelio no fueran de su agrado, pero crecer juntos hizo que en ella existiera una pequeña pizca de preocupación por ellos.

La cabeza le palpita dolorosamente, puntos negros tiñendo su visión mientras su mente es acribillada con miles de imágenes grotescas de lo que Shadow Weaver podría hacerle a Adora, o al resto de su escuadrón.

Tienen que sacarlos de ahí.

Su visión de vuelve borrosa, escucha a alguien gritar su nombre antes de que la oscuridad se apodere de ella.