Aquella mañana, tras salir de la ducha, le fue imposible estar seguro de la segunda cosa que él sentía tener bajo control: sus pensamientos.
Pero, los humanos controlan lo que piensan ¿no es así? No obstante, para Kakashi pareció una verdad revelada de súbito. Cuando su complicada mente le pasó factura de todo aquello que pensaba a placer y de lo que se inmiscuía sin su permiso, se dio cuenta de que los humanos eran vanos por creer tener control de lo que ni siquiera conocían.
Decidió no dar más vueltas al asunto, al final, cualquier otro ser humano en otra parte, en otra vida, en otro tiempo pensaría lo mismo que él.
Terminó sus deberes matinales pensando en lo que últimamente su mente parecía pensar mejor: Sakura. Resopló ante el fastidio que eso conllevaba para él.
Caminó con parsimonia por las calles de la aldea. A lo lejos, pudo vislumbrar su inconfundible cabellera acercarse a él. Cuando Sakura se percató de su presencia abrió los ojos como platos.
Kakashi recorrió con la mirada lentamente el rostro de Sakura hasta terminar en sus ojos.
Debieron
ser un par de segundos. Ella se paralizó y detuvo su andar de súbito, «¿Pero quién se cree? ¿Por qué me mira de ese modo», se cuestionó irritada mientras se giraba para verlo pero, no había nadie, él ya se había ido.
En su descanso, salió a dar un paseo para despejarse. Su camino le hizo cruzarse nuevamente con Sakura, quien estaba recargada en la barandilla de uno de los pequeños puentes dispuestos por toda la villa. Ella miraba fijamente el río.
Kakashi se acercó sigilosamente y se posicionó a una distancia prudencial para no incomodarla.
Ella lo miró de soslayo.
—¿A caso me está siguiendo? —preguntó.
Kakashi tragó saliva. Se rascó la nuca mientras sonreía con los ojos cerrados.
—Para nada.
—Si no lo conociera diría que me está acosando —dijo sombríamente.
—¿Tan mala imagen tienes de mí?
—Sólo bromeo. Sé que es un pervertido pero no un acosador... —sonrío ladina— dígame, ¿qué fue lo de esta mañana?
Kakashi no se turbó, sabía a qué se refería Sakura.
—¿Suele susurrar ese tipo de cosas a las mujeres? Ya sabe, lo de la casa del té.
—No. No a todas, y no siempre.
—¿Y le funciona?
—¿Funcionó contigo?
Sakura se ruborizó y desvió la mirada; ¿que si funcionó con ella? bueno, aquella mañana, Kakashi logró acelerar sus latidos de una manera que nadie, más que Sasuke habían logrado, la ruborizó y la dejó intrigada, entonces, ¿funcionó? sí, pero ella no lo iba a admitir tan fácil.
Negó con la cabeza.
—¿Debo suponer que esa fue una táctica de seducción leída en Icha Icha o es algo que se sacó de la manga? —Lo miró con los ojos entornados.
—Meh... —Fue lo único que pudo decir.
Sakura guardó silencio expectante, pero no era tonta. Su experiencia le confería noción sobre las intenciones que los hombres pudieran tener con ella, y con Kakashi no fue la excepción.
—Espere, si lo que pretende es besarme por besar le juro que le irá mal —espetó—, he notado como no ha dejado de mirar mis labios.
Él sonrió para fingir jovialidad.
—No haría algo así —respondió en automático—, no estoy diciendo que no seas una mujer atractiva, es solo... —Comenzó a titubear.
—¿Está nervioso? —lo miró coqueta.
—No...Bueno yo... Olvídalo. Mejor dime en qué pensabas cuando te encontré, te veías tan absorta.
Sakura soltó un suspiro. Conocía lo suficiente a Kakashi como para notar las pequeñas turbaciones en él.
—No me cambie el tema, sensei...
Él guardo silencio unos instantes.
—Debes saber que no todo lo que sé hacer, y no todo lo que digo, pertenece a Icha Icha. Además, somos adultos, ¿no es así?
Sakura asintió con la cabeza un tanto confundida.
—Entonces, ¿hay problema en que un hombre adulto sienta atracción por una mujer adulta? —repuso él.
—No... en lo absoluto —respondió ella con el entrecejo fruncido.
Ciertamente, la cercanía con Sakura le hacía sentir que la intensidad eléctrica de su cuerpo aumentaba, aspecto que asoció con la naturaleza de su propio chakra. A este punto ella era el conductor de electricidad y él era la descarga.
Kakashi, tan seguro de estar provocando en Sakura lo que él quería y, recordando el comentario que ella hizo de él sobre los relámpagos, abrió los labios y se acercó a su oído.
—Atraes a los relámpagos —musitó sutilmente.
