Quien roba a un ladrón, tiene 100 años de perdón
Quiero dar la bienvenida a la familia de Follow y Favourite a Maribalza, Mel-Nara de Hatake, Kurokami-Snow, Amairani Sima, Chikyuu-Belanim-99, Lexy y Shiro5580.
Las respuestas de los reviews al final;)
Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto.
Los flashbacks están en cursiva
Quien roba a un ladrón… :cambio de escena
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Capítulo 6
Kakashi, Sasuke, Hinata, Naruto y Sasuke metieron en sus mochilas las bolsas negras con lo que necesitaban para rematar el golpe. Mientras, Shimura estaba en la sala de reuniones de su empresa dando a conocer los aspectos generales de su "gran proyecto", sin olvidar los ciudadanos del País del Agua, Mei Terumi, Chojuro y Ao, que viajaban en sus vehículos blindados hasta las grandes oficinas del empresario.
El grupo de ladrones salió de la entrada del edificio; Kakashi aguantó la puerta a Sakura y ésta lo miró con cierta cara de confidencia y secretismo, gesto que no pasó desapercibido para Sasuke.
En la sala de reuniones, nada más terminar Shimura su exposición, los accionistas y principales inversores estallaron en aplausos. Danzo sonrió y se vio engullido por los abrazos y salvas de los demás y se sintió como en una nube.
Justo a las doce en punto, los del País del Agua llegaron escoltados y Sakura, ataviada como la señorita Rokusho tendió la mano a la comitiva y los guio dentro de las instalaciones hasta el jardín.
—Un momento—dijo.
Se internó en la gran fiesta que Shimura había organizado para su vanagloria y ego por los planos presentados.
—Este es un gran día para ti—dijo un empresario a Shimura.
—Lo es para todos—admitió—. Las acciones han subido quince puntos con el anuncio.
Vio acercarse a Sakura, a quien sonrió.
— Vaya. Está como el gato que se comió al canario—dijo Sakura.
—¿Tanto se me nota, señorita Rokusho (Sakura)?
—No tiene cara de póker—admitió.
—Jajaja. Culpable.
Mei, Ao y Chojuro se acercaron por detrás, con semblante de prisa.
—¿Cerramos el trato? — dijo tras dar un par de sorbos a su copa.
Sakura también vio a los tres.
—¿Ahora? ¿Tan pronto? ¿Tiene aquí el pago?
—Por supuesto. Estoy impaciente por firmar y hacerlo público.
Sakura miró nerviosa a los de País del Aguay a Shimura.
—Les llevaré a la sala de conferencia. Venga, venga, dígaselo.
Sakura asintió nerviosa y meneó la cabeza.
—Ahora vuelvo—agachó la cabeza y se acercó a los otros para comentar el giro de los planes.
— "Te he pillado, Rokusho o como te llames".
Shimura los llevó a la sala del despacho donde unos minutos antes había tenido su momento estrella
— Pasen todos, caballeros. Pónganse cómodos, por favor.
Sakura agachó la cabeza, compungida.
—Espero que se haya realizado todo según el acuerdo—inquirió Ao.
Shimura sonrió de oreja a oreja.
—Me parece que los términos han cambiado.
Shimura presionó un botón y al cabo de unos segundos, entró la policía.
—Oh, muy bien. Ya pueden llevarse…—la policía lo agarró de los brazos y le puso las esposas—. Un momento, pero ¿qué hacen? Los delincuentes están ahí sentados—señaló a Mei, Ao y Chojuro. Mírelos. He hablado con el agente especial Higgins. Si le llaman…
El policía que llevaba la voz cantante levantó su placa.
—Yo soy el agente especial Higgins. Danzo Shimura, queda usted arrestado por pedir un soborno a estos agentes del gobierno del País del agua.
—Yo, yo, yo… oiga, ¡ni siquiera son del País del Agua! —dijo señalándolos.
Mei, Ao y Chojuro sacaron sus pasaportes donde se indicaba claramente que sí eran de dicho país.
—Claro que lo somos—afirmó Mei—. Su mujer lo sabía y contactó con nosotros hace unos días.
—¿Mi… mujer? –mira hacia donde se suponía que estaba Sakura—. ¿Roku…sho?
Pero ella no estaba.
Shimura gritó su nombre y sacó uno de sus pañuelos de alta gama para secarse los calores.
—Ehh yoo…Agente Higgins, eso es ridículo. La señorita Rokushotrabaja para ellos.
—¡Eso es ridículo! —afirmó Chojuro.
—Nos llamó y nos dijo que cumplía órdenes suyas—dijo Chojuro.
—Pero si ella me llevó a su oficina—a Shimura estaba a punto de desfallecer.
—No tenemos oficinas en esta ciudad—dijo Mei.
—¡Exacto! —exclamó Shimura,
—La conocimos en sus otras oficinas—concluyó Mei.
—¿Qué?
Unos días antes en las oficinas principales de Shimura…
Sasuke cambió el rótulo de la marca de la empresa de Shimura por la de la empresa fantasma. En ese momento, el ascensor sonó y los agentes del gobierno del País del Agua salieron. Sakura, con su mejor sonrisa, se presentó ante ellos:
—Soy Aoi Rokusho (Sakura)—le tendió la mano a cada uno—. Mi marido me ha pedido que hable con vosotros. Es muy importante. Quiere proponeros un negocio, pero antes me ha pedido que me reúna con vosotros antes de conocerlo a él en otras oficinas que posee en la ciudad.
—¿Quéééééééé? —el berrinche de Shimura estaba llegando a su extremo hasta que se dio cuenta de algo—-¡Oh, no! ¡Los accionistas!
Empujó al policía que lo retenía y echó a correr con su regordeta barriga. Higgins meneó la cabeza y señaló:
—Todos son iguales.
Las sirenas de policía surcaron las calles de la ciudad hasta llegar a la recepción. El empresario que había hablado con él minutos antes tomó la voz cantante y se dirigió a la entrada.
—¿Qué está pasando aquí?
Por lo menos contó 20 coches de policía. El agente Higgins se internó en la fiesta y una vez que los agentes de policía tenían rodeados a los invitados dijo:
—¿Alguien más está involucrado en el soborno?
—¿Soborno? —dijeron algunos.
—No, no, no… Shimura llegó agotado—. Es un problema de permisos. No os preocupéis.
—Danzo, ¿qué está pasando? Ellos hablan de sobornos—dijo el empresario.
—Claro que sí—Mei Terumi se acercó—. Yo le di a este hombre un cheque por un importe de seis cifras.
—¡Aquí nadie le ha dado nada a na-…—Danzo paró de hablar—Oh, no…
Días antes, en la reunión de Shimura con Sakura, Mei, Ao y Chojuro en las oficinas…
Sakura abrió las puertas y una mujer y dos hombres le saludaron: la mujer, quien recibía el nombre de Mei Terumi tenía un largo cabello rojo y lucía un vestido azul que resaltaba sus finas curvas; el hombre más mayor, Ao, llevaba un ojo tapado por parche y transmitía cierto aire de miedo y de indiferencia, cosa distinta del otro hombre, el más joven de todos, Chojuro.
—Señor Shimura, es un placer conocerle—dijo Mei.
Shimura se sintió encandilado ante tal belleza de ojos verdes. Saludó a los otros dos hombres y se sentaron todos alrededor de la mesa.
La siguiente media hora la usó Shimura para contar la vida y milagros de su empresa. Hinata y Sasuke se habían unido a Kakashi y Naruto y los cuatros habían oído toda la charla de la reunión cuyo último tramo llegó cómo habían calculado.
Mei ojeó por última vez el cheque y lo metió en el sobre. Sakura lo cogió y se lo dio a Danzo quién sonrió como una niña a la que le acababan de dar el trozo de tarta más grande.
Danzo miró a Mei con confusión.
—Le advierto que saldrá mejor parado si no ha ingresado ese cheque. ¿Aún lo tiene?
—No, no, no…no he recibido ese cheque—dijo Shimura con voz apenas audible.
Los tres agentes del País del Agua miraron con furia a Shimura.
—Señor—un agente se acercó a Higgins—, estamos revisando ordenadores, despachos, cajones, …
—¡No pueden hacer eso!¡Higgins, no puede llevarse mi ordenador!
—Esta empresa tiene contratos de defensa con el gobierno. Existen normas muy estrictas sobre el trato con extranjeros. Aquí se aplica la ley antiterrorista. Me podría llevar hasta sus calzoncillos si quisiera.
Higgins se internó en el edificio y Shimura se escabulló. El ayudante de Shimura se hallaba en una diminuta sala con otros trabajadores triturando hojas, papeles, … cualquier cosa que los relacionara. Fuera, mientras los agentes entraban y la gente miraba atónita cómo caía papelitos por la ventana, Kakashi, Sakura, Sasuke, Hinata y Naruto salieron con chaquetas de la policía y varias cajas, simulando ser unos oficiales más, con una sonrisa de oreja a oreja. Ese capullo había caído.
Quien roba a un ladrón…
Sarutobi observó meditabundo por la ventana de un edificio abandonado.
—Señor Sarutobi—dijo Kakashi
—He venido solo.
—Lo sé, gracias. Llegó a su altura y miró ese paisaje de metal y cemento que esa ciudad podía ofrecer.
—He oído que sus planos estaban en los ordenadores de Shimura. Aquí tiene—le entregó una bolsa con los discos duros robados—. Con esto podrá poner unas cuántas demandas.
—Y yo no presentaré cargos contra ustedes.
Kakashi asintió y se fue andando con paso tranquilo, lígero.
—¿No quiere dinero? —preguntó Sarutobi.
Kakashi sonrió y siguió caminado.
—De usted, no. Tenemos otra fuente de ingresos.
—¿Cuál? —quiso saber.
Hatake abrió la puerta y dijo:
—Ponga la televisión.
En los televisores de toda la ciudad solamente se hablaba de una cosa:
—Tras las investigaciones gubernamentales al empresario Danzo Shimura, el precio de sus acciones ha caído y…—dijo la presentadora enseñando gráficos y videos de la Bolsa de la ciudad donde el nombre de Shimura era sinónimo de catástrofe bursátil.
Shimura observaba lo que decía esa periodista, mientras los agentes de policía seguían extrayendo información comprometedora hasta de su cuarto de baño. En ese momento sonó el teléfono:
—Diga—dijo Shimura.
—Debió pagarnos, Shimura—concluyó Kakashi, mientras paseaba por las calles de la ciudad.
—Encontró el micro. Os descubrí.
—No. Encontró el micro que nosotros queríamos que encontrara. Así descubría o creía descubrir algo.
—Soy Danzo Shimura. Esto no puede acabar conmigo.
—¿Ha olvidado ya lo del soborno?
—¡No cobré nada!
—¡Bingo! —uno de los agentes sacó bajos de billetes de uno de los cajones.
—Si las acciones de su empresa caen un 10 o un 15% y usted lo sabe y vende antes, acabaría ganado mucho dinero, pero si presenta a bombo y platillo los planos de un avión nuevo, las acciones subirían como la espuma, pero si de repente sus inversores vieran salir de sus oficinas a policías con cajas y que descubrieran que, momento antes, usted había vendido las acciones de la empresa, ganado mucha pasta, bueno… Ahora su empresa ha caído un 30%. Que vaya a la cárcel, es solo un extra. ¡Ah! Por cierto, no le hable a la policía de nosotros. No seremos tan buenos—Kakashi colgó y destruyó el móvil de un puntapié.
Minutos después, el equipo estaba reunido en mitad del parque donde una vez creyeron que no se iban a cruzar nunca más. Naruto le dio un sobre a cada uno y vieron un cheque con una cantidad de ceros superior a cualquier cosa que hubieran imaginado.
—¡Qué! —exclamó Sakura.
Segundos después de la bajada del valor de las acciones, Naruto compró un buen paquete de las mismas y con la diferencia horaria, las colocó en la bolsa de un país extranjero, vendiéndolas por muchos, muchos ceros.
—Soy muy bueno en lo que hago.
—No eres un inútil, enhorabuena—dijo Sasuke, a lo que Naruto respondió con un puñetazo en el brazo.
—Entonces, ¿ya está? ¿Podemos jubilarnos? ¿Volvernos legales y comprarnos una isla?
—Sí. Ha sido un placer trabajar con vosotros—sentenció Kakashi. Les sonrió casi sin mirarlos y se fue, pero jamás pensó que un puñado de ladrones admitirían que hacer justicia había sido un bálsamo para ellos.
—Sé hacer muchas cosas, tío—Naruto apareció de un lado y empezó con su verborrea informática, cosa que apenas escuchó porque Hinata apareció por el otro lado y con su voz aguda relató que esa aventura había sido como tirarse del Empirate State con los ojos cerrados.
—¿Cuándo vas a tardar en derrumbarte? —le preguntó Sasuke.
—Oh, me conmueves.
—Un tío como tú no puede estar fuera de juego. Lo sabes.
—Es verdad—contestó Sakura sentada en el banco y observando a los otros tres cómo suplicaban a Kakashi—Hemos sido un equipo bien liderado por ti.
—No soy como vosotros.
—Ni pretendas serlo—Sakura se acercó a su antiguo adversario—. Simplemente usa lo mejor de cada uno de nosotros y haz eso que tú llamas justicia. ¿Rey negro o caballero blanco?
Kakashi se vio en menos de un minuto rodeado por esos 4 maleantes: un hacker, una ladrona, una estafadora y un matón. ¿Qué podía salir mal?
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Arrendajo-Kun: ¡Holi! En la serie, el hijo de Nate (en esta historia es Kakashi) tiene mucho peso porque guía los pasos de su padre, para que otros niños no sufran. Sí, tiene y tendrá peso.
Dulcecito311: Jojojojo. Esta ha sido la respuesta.
Shiro5580: ¡Gracias! La resolución del caso en la serie es la parte más interesante y he intentado reflejarlo tal cual.
