"Esta historia no es mía, es una adaptación de un libro de la colección Harlequin "Julia" cuya autora es Sarah Holland. Asimismo, los personajes de Naruto no me pertenecen sino que al gran Masashi Kishimoto"
Deseo Peligroso
Capitulo 6:
El Ferrari rojo corría por el bulevar princesa Charlotte y la cálida brisa que entraba por la capota abierta agitaba el pelo de Sasuke mientras observaba la carretera.
Sakura iba a su lado y llevaba un vestido de verano rojo que hacía resaltar el color rosado de su cabello.
— ¿A dónde vamos? —preguntó tensa.
— Al jardín Exotique. Creo que no lo has visto, ¿no? Es muy bonito. Además… —una sonrisa dura le curvó los labios—… tuve que salir de la habitación, chérie, porque de lo contrario habría perdido el control y te habría tomado. Estuvimos muy cerca. Has tenido suerte de que no sea el cerdo que insistes en que soy.
— ¡No fui yo quien propició esa situación! Lo hiciste tú al comprar esas cosas y…
— Lo sé —bajó la mano al muslo femenino y lo acarició—. Y tu reacción me encantó. Pero sabía que en algún momento mencionarías el tema del cariño y mi intención siempre fue hablar de eso en otro sitio que no fuera la alcoba.
— ¿Por qué? —inquirió esperanzada al preguntarse si Sasuke la amaba. ¿Podría alguna vez hacerlo un hombre como él?
— Porque… el sexo no tiene mucho que ver con el amor. Y quiero que lo tengas en cuenta.
Sakura palideció y desvió la mirada porque se sintió enferma. Su corazón se encogió al darse cuenta, una vez más, de que él podía engañarla porque podría enamorarse de él fácilmente si dejaba de luchar.
— ¡No necesitas recalcármelo! —gritó dolida—. Me has hecho ver con mucha claridad que lo único que te interesa de las mujeres es el sexo. ¿Por qué habría yo de ser distinta?
— En efecto, ¿por qué? —dijo él en un tono extraño, que revelaba emoción.
El Ferrari rugió por las calles bien iluminadas, subió cuestas, dejó atrás tiendas y edificios de apartamentos que brillaban bajo el sol. Subía hacia la frontera invisible hasta que llegaron a Le Jardin Exotique.
Sakura bajó del coche y caminó al lado de Sasuke hasta el jardín. Los grillos cantaban, se percibía el aroma de la tierra caliente y de las rocas polvorientas y los cactus en flor de México, América del Sur y África se combinaron para hacerla pensar brevemente en Texas.
— Esto es muy bello —comentó Sakura mientras subían por los senderos quemados por el sol—. Me recuerdan los veranos en Texas.
— ¿Texas? —él alzó una ceja—. Eso está en Norteamérica, muy lejos de Japón. Tu familia debe estar muy bien acomodada como para ir a vacacionar a esos lados.
— De hecho, unos primos míos viven allí. Solía visitarlos durante las vacaciones —observó los cactus—. Texas está muy cerca de México, de modo que comprendo por qué hay cactus allí. ¿Cómo es posible que crezcan aquí?
— Por el risco —le informó Sasuke—. Tiene el ángulo ideal para recibir los rayos más calientes del sol y la pendiente permite que la lluvia o la humedad se deslicen.
— Ah… —siguió caminando, muy consciente de la presencia de Sasuke, del calor, de la tierra seca, de las flores y del tema del amor.
— ¿De modo que deseas hablar del tema del amor conmigo? —murmuró Sasuke sonriendo.
— Dije que no me acostaría contigo porque quería algo más que sexo. También quiero amor —le dio un vuelco el corazón.
— ¿Tratas de decirme que estás enamorada de mí?
— ¿Qué…? —contuvo el aliento, dejó de andar y se lo quedó mirando.
— Es una pregunta bastante sencilla, chérie —él también se detuvo y la observó—. ¿Estás enamorada de mí?
— ¡No! —se le contrajo el corazón por el cariño que le tenía.
Sasuke siguió observándola, con las manos en los bolsillos del pantalón gris.
— No sé si te comprendo bien —murmuró—. Dices que no te acostarás conmigo si no hay cariño entre los dos. ¿Correcto?
— Sí… —respondió ella despacio.
— Pero que no estás enamorada de mí.
— Así es.
— ¿Entonces, qué debe proporcionar el ingrediente del amor en esta relación?
Ella se le quedó mirando sin poder hablar.
— Quieres que te ame —sonrió burlón—. Pero sin corresponderme. ¿Es así?
— No, yo…
— Chérie, el mundo es un mercado, para bien o para mal y todos tenemos que dar algo para recibir lo que deseamos.
— Sí, pero…
— Sabes que deseo tu cuerpo con intensidad y acabas de decirme lo que quieres a cambio de ello —entrecerró los ojos y endureció las facciones—. ¡Mi corazón en una bandeja!
— Sasuke, nunca he dicho algo parecido.
— No —repuso él—. No lo has hecho. Entonces dejemos esta conversación por el momento —se volvió y reinició la marcha.
Sakura le siguió el paso, confusa por la reciente conversación, de vez en cuando le miraba el perfil de reojo mientras subían más por el risco. Los senderos de roca seca comenzaban a mostrar más cactus y el color rojo brillaba contra la piedra blanca rocosa de los riscos. Montecarlo se hacía cada vez más pequeño, al quedar más lejos.
¿Por qué había interpretado él así las palabras de ella? La posible respuesta cruzó su cerebro. ¿Estaba él enamorado de ella?
Sintió que le faltaba el aire al mirar el rostro severo. "¿Está enamorado de mí?", volvió a preguntarse. "¡No es posible! ¿Pero y si es así…?" Sintió que su capacidad de amar emergía. De pronto se halló en el mundo de los cuentos de hadas. ¡Un hombre como Sasuke Uchiha enamorado de ella! ¡Era un sueño hecho realidad!
— ¿No es bello Mónaco desde aquí arriba? —preguntó él al dejar de caminar y admirar el paisaje.
— Sí… —fijó la vista en el rostro duro y apuesto.
— ¿Te gustan los jardines? —se volvió a mirarla.
— Me encantan —respondió con voz ronca y pensó: "Eres maravilloso, me sería muy fácil enamorarme de ti… ay, Dios, ¿qué diría y que pensaría todo el mundo si estuvieras enamorado de mí?"
— Dime, ¿qué harías si yo estuviera enamorado de ti?
— ¿Lo estás? —balbuceó sin aliento y mareada.
— Es una pregunta teórica, chérie. Quiero una respuesta también teórica.
— Ay… no sé Sasuke. ¿Qué haría yo…? Me sentiría halagada, incluso encantada y te amaría un poco también.
— ¿Lo harías? —se rió—. Creo que eso es muy agradable…
Por primera vez Sakura se sintió alarmada y su sonrisa comenzó a desvanecerse cuando, demasiado tarde, comprendió que había caído en la trampa.
— ¡Pequeña arpía! —murmuró él con severidad—. ¿Te sentirías halagada y encantada y me corresponderías con un poquito de amor? ¿Un poquito?
— Sasuke, yo…
— Dios mío, eres peligrosa —murmuró sin dejar de observarla con ojos brillantes y llenos de emoción—. ¡La chiquilla asustada que necesita mis habilidades sexuales en el fondo es una Scarlett O'Hara que espera emerger para añadir mi corazón a su colección!
— ¡No es cierto! No he querido decir eso, Sasuke.
— Lo has dicho muy claro y, ¿por qué no? Te recuperas con rapidez, tu confianza sensual florece y lo quieres todo, justo como era antes de que te casaras con Itachi.
— No…
— Sí, Sakura. Y ahora sé muy bien cómo eras antes de que te casaras con ese hombre. Miss Tokio, ¿recuerdas? La chica dorada que manipulaba a su papaíto. ¡Bastaba una mirada de tus bellos ojos para que el corazón de un hombre estallara!
— No, yo no era así… —se calló horrorizada al ver su mirada y sentir que la fuerza de la mente masculina embestía su corazón como un puño de hierro. Sin embargo, se dijo que en efecto, ella sí fue así.
— Por eso huiste de Tokio. Porque cuando a una chica dorada le quitan la magia, ella no tiene adónde ir más que escapar por la salida más cercana para no regresar hasta que vuelva a ser una chica dorada.
Hubo un silencio breve y tenso.
— No te sorprendas tanto, chérie —masculló Sasuke—. ¿Realmente pensaste que soy un tonto? ¿Qué no colocaría las piezas en su sitio después de escuchar tu triste historia y que no vería con quién estaba tratando?
Sakura casi no pudo respirar ni hablar; se sentía desnuda moralmente.
— ¡Leo entre líneas, chérie! Tu ex-marido te trató muy mal, pero, ¿con cuánta indiferencia trataste a los hombres antes de casarte?
— Yo… —trató de hablar, de ser fuerte y franca, igual que lo era él con ella—. Nunca quise ser así, Sasuke. Sucedió y lo acepté porque no conocía otro modo de vida.
— Pero rompiste muchos corazones en el camino.
Ella asintió y bajó la vista.
— Pues no romperás el mío —anunció Sasuke.
— ¡Nunca quise hacerlo! —exclamó al levantar la cabeza.
— ¿No? —se acercó a ella y sonrió de manera peligrosa—. Apuesto a que has rogado que sucediera desde que comencé a perseguirte.
— ¡No! En ningún momento pensé…
— Pensaste en lo que pasaría si Sasuke Uchiha se enamorara locamente de ti —dijo con fiereza al ceñirle los hombros—. Eso seguramente repararía el daño que le hicieron a tu corazoncito de reina de belleza, ¿no?
Ella se encogió porque era justo lo que había pensado mientras subían.
— He dado en el clavo, ¿no? —replicó Sasuke con dureza—. Y daré más fuerte si alguna vez tratas de usar esa habilidad conmigo, chérie. ¡Tienes de oponente a un ganador de premios! ¡Si alguien termina con el corazón roto, ese alguien no seré yo!
— ¡Aléjate de mí! —dijo ella con fiereza, forcejeando.
— ¿Con quién diablos creíste que estabas jugando? —le espetó Sasuke—. Desde el momento en que te vi en el aeropuerto de Niza como una diosa, mirándome de arriba abajo como si yo debiera estar de rodillas, supe exactamente quién eres.
— No te miré así.
— Ah, lo hiciste, chérie, hasta que me di cuenta de que lo que deseabas de mí era justo lo que casi has obtenido esta tarde.
— ¡Calla, malvado!
— ¿De modo que soy malvado? Quieres jugar con mi afecto, hacer que me enamore de ti para regresar a Tokio con el nombre de "Sasuke Uchiha" estampado en la lista de tus conquistas, para vanagloriarte de mi desesperación —declaró con voz ronca—. ¿Y yo soy malvado? Podría clavar tu corazón en el poste de mi cama y Dios mío lo calificaría de justicia.
— ¡Está bien! —lo empujó y alejó las manos masculinas de sus hombros. Tenía la cabeza alta y los ojos relampagueantes—. ¡Es cierto! ¡Sí pensé en lo que sentiría si te enamoraras de mí! ¡Eres un hombre famoso y deseable y sería muy tonta si no pensara en el prestigio que obtendría si te enamoraras de mí!
Él se rió con aspereza, pero había una chispa de admiración en sus ojos mientras la observaba.
— Soy humana —agregó Sakura—. Durante un momento tuve esa tentación. Pero no creí que fuera posible. ¿Cómo podría serlo? Ten en cuenta lo que eres, Sasuke y luego mírame a mí. Es absurdo pensar siquiera que…
— Chérie —la interrumpió—. Quiero devolverte la confianza y no destruírtela. No te deprimas sólo porque te he acorralado para que aceptes tus fallos. Sí, pensaste en romperme el corazón. La idea, desde luego, te emocionó porque tu personalidad es así. Yo lo sabía desde el principio. En Tokio eras ese tipo de mujer. Una coqueta rompecorazones. Esa faceta tuya volverá a emerger conforme recobres la confianza en ti misma.
Ella lo miró fijamente.
— Pero no hincarás tus dientes de Scarlett O'Hara en mí —murmuró Sasuke—. Y si lo intentas, Sakura, te advierto que romperé en pedacitos tu corazón para arrojarlos al Mistral.
Ella se estremeció porque sabía que él podría hacerlo. Estaba consternada porque era consciente de que se estaba enamorando de Sasuke.
— ¿Me has comprendido? —murmuró él.
Ella asintió con la cabeza.
— Muy bien —le dio un beso en el pelo—. Siendo así, creo que nuestra conversación ha terminado. Regresemos a casa.
Bajaron el risco en silencio y muy tensos. Sakura se sentía casi más asustada por el creciente efecto que él le causaba en su corazón que por el que causaba en su cuerpo.
El Ferrari rojo rugió por las calles llenas de curvas hasta llegar a Montecarlo y Sakura observó la fuerte mano que descansaba en el tablero. Recordó que esa mano le había acariciado los senos esa tarde con una comprensión tan exacta de su cuerpo como la comprensión de su mente.
"Me estoy enamorando de él" Como en un estado de conmoción, sintió el temor en la piel. Nunca había tenido tanto miedo; sentía como si estuviera en un camino resbaladizo, que gritaba y trataba de subir, pero que cada esfuerzo era inútil porque no tenía más opción que bajar a los oscuros ámbitos del amor.
Sasuke condujo el Ferrari al aparcamiento subterráneo y lo detuvo junto al Rolls-Royce descapotable.
— Muy bien. Subamos a bebernos algo frío. Son las cinco y media y seguro que Ino ya está en casa. Nos reuniremos con ella.
Salieron del coche y de pronto, Sakura dijo:
— No quiero que esto continúe.
— ¿Qué no quieres que continúe? —él se volvió a medio camino con el ceño fruncido.
— Nuestra relación. Deseo terminarla, Sasuke. En este momento.
Él se acercó despacio, se detuvo frente a ella y le observó el rostro pálido y asustado.
— Es demasiado tarde, Sakura —dijo con voz grave—. Ha llegado demasiado lejos y estás hundida hasta el cuello, igual que yo.
— ¿Qué quieres decir…? —esperanzada, lo miró a los ojos.
— Sólo que he invertido mucho trabajo, chérie, para permitir ahora que te alejes de mí —respondió tenso y esbozando una sonrisa—. Tengo intensiones de hacerte el amor y te quedarás en Mónaco hasta que lo haga.
— ¡No me quedaré para esperar a que me seduzcas! —el dolor le rasgó el corazón—. ¡Me iré hoy de Mónaco y no podrás detenerme!
— ¿No puedo? Si pones un pie fuera de este principado, te seguiré con todo un equipo de detectives para traerte de regreso.
— ¡No podrás hacerlo! —lo miró con rabia e incredulidad.
— Puedo y lo haré —repuso con severidad—. Debiste irte de aquí cuando te diste cuenta de lo que ocurriría entre los dos. Ahora es demasiado tarde, Sakura. No permitiré que te alejes de mí. No hasta que haya obtenido lo que deseo de ti.
— No puedes retenerme aquí.
— Te volveré a traer cada vez que trates de irte.
— ¡Se lo diré a las autoridades!
— Eso depende de ti. Pero las consecuencias serán las mismas que tratas de evitar —le dio un ardiente beso en la boca—. Ahora, vayamos a ver a Ino. La hemos descuidado mucho tiempo.
Subieron en el ascensor y él se mantuvo apoyado en la pared, junto a ella, jugueteando con una mano con el cabello rosa y sonriendo.
— Ciao, pareja de enamorados —gritó Ino cuando entraron al salón.
— Hola, plaguita —respondió Sasuke—. ¿Has ganado el partido en el club?
— No, perdí dos sets contra uno —Ino descansaba en el sofá, viendo un programa de Michael Jackson—. ¿Por qué has llegado tan temprano a casa?
— Sakura y yo hemos ido a Le Jardin Exotique.
— ¿Qué…? —Ino se enderezó con los ojos muy abiertos—. ¿Te has tomado la tarde libre para salir con Saku…?
— Sí —la interrumpió con los párpados entrecerrados—. Y allí decidimos que te hemos descuidado. Por eso los llevaré a ti y a tus amigos a cenar esta noche. Yo invito. ¿De acuerdo?
— ¿A todos? —preguntó Ino pasmada.
— A un grupo escogido —respondió burlón—. Haz una reserva para las ocho, donde quieras —se dio la vuelta—. Me daré una ducha rápida. Las veré más tarde.
Con el corazón encogido, Sakura lo observó salir. Luego se volvió hacia Ino.
— ¿Qué hay en la televisión? —preguntó animada—. ¿Algo entretenido?
— Sí, mi grupo favorito —Ino se rió antes de subir el volumen al ver que un grupo de chicas aparecían en la pantalla, luciendo prendas ceñidas rojas. Comenzaron a cantar con sensualidad respecto a darles algo a su hombre que él pudiera sentir.
Sakura se sentó al lado de Ino, observó la pantalla y pensó en Sasuke. Él se negaba a permitirle que terminara la relación o a que se fuera del apartamento. ¿Qué debía hacer ella? No podía permitir que él la sometiera aún más. Ese camino sólo la conduciría al desastre porque sabía que estaba casi enamorada de él. Pensó que Sasuke nunca la amaría y se le encogió el corazón. Debía tener cuidado con él.
A las siete, Ino se fue a duchar y a cambiar. Sakura se dirigió a su habitación. Se quitó la ropa, se envolvió con una toalla y se tumbó en la cama, angustiada por sus pensamientos. Sasuke siempre la consideraría como otra conquista insignificante. Las lágrimas le irritaron los ojos con un dolor fiero. ¿Cómo podía detenerlo para que no se apoderara de su corazón y de su cuerpo? ¿Cómo podía detenerlo para que no la persiguiera?
¿Qué pasaría si ella estuviera involucrada con otro hombre? Sasuke dejaría de perseguirla, ¿no? Él mismo le había preguntado si en París había alguien que la amara.
Llamaron a la puerta.
— ¿Sakura? —Sasuke volvió a llamar, entró y al verla, frunció el ceño.
— ¡No te has vestido y son las siete y veinte!
— Estoy casi lista —lo miró aferrada a la toalla que le cubría los senos—. Estaba decidiendo qué vestido ponerme.
— Permite que yo lo elija —sonrió, entró y cerró la puerta. Luego se acercó al armario.
— ¡No! —se puso de pie muy decidida—. ¡Ya me has dominado bastante tiempo, Sasuke, no te lo permitiré más!
Él se volvió a mirarla, muy apuesto con su elegante traje oscuro y recién afeitado. A la chica se le aceleró el pulso.
— ¿Te he dominado? —preguntó Sasuke en voz baja.
— Sí.
— Creí que te iniciaba en el arte de los sentidos —murmuró en tono burlón.
— Fuera lo que fuera, no quiero que sigas —dijo ronca—. He estado meditando sobre ello toda la tarde.
— Pues no te quedes ahí parada temblando; dime qué has decidido.
— ¡Buscar otro hombre! —levantó la cabeza.
Hubo un silencio breve y tenso.
— ¿Qué? —masculló él entre dientes.
— Buscar a otro hombre. Creo que es mi única opción, Sasuke, para que te des cuenta de que realmente no quiero que nuestra relación cont…
— ¿Crees que te permitiré que veas a otro hombre? —inquirió con severidad—. Después de todo mi trabajo, ¿crees que me resignaría a que él obtenga todo lo que yo comencé a liberar? —la agarró por los hombros—. Si te sorprendo cerca de otro hombre, te llevaré a la cama, sin cláusulas de exclusión y me aseguraré de obtener lo que me está costando tanto trabajo.
— ¡No puedes hacer esto, Sasuke! —le temblaron los labios—. No es justo. Tengo derecho a ser libre, a elegir a otro hombre, ¡alguien que quizá me ame! Me has dicho muy claramente que tú no me amas y que nunca me amarás. ¿Por qué no habría de buscar a otro hombre?
— Esto se debe a la conversación que sostuvimos en el jardín, ¿verdad? —se la quedó mirando—. No fue mi intención herirte cuando dijo que nunca te amaría.
— No me heriste y no me hieres ahora —respondió orgullosa.
— Me doy cuenta de que sí lo hice —sus manos le apretaron los hombros con más fuerza—. Escucha. Concordamos en que yo reconstruiría tu confianza…
— No concordamos nada, simplemente tomaste las riendas del asunto.
— Y las cosas se quedarán así. No permitiré que veas a otro hombre. Habrá problemas si siquiera lo intentas. Hasta ahora he sido paciente contigo, pero si veo que tratas de conseguir a otro estaré más que furioso.
— No podrás detenerme, Sasuke. Comenzaré a salir de nuevo con Ino y me mantendré alejada de ti. Quizá conozca al hombre que…
— ¡No!
— Sí, Sasuke, quiero a otro hombre que…
— ¡No! —gritó ronco—. Dios mío, ¿tratas de desquiciarme? ¿No sabes que enloqueceré si te veo con otro hombre? ¿Cómo puedes pensar…?
— ¿Cómo puedo tomar en cuenta otra cosa? —respondió frustrada—. Me empujas a una relación que sólo puede ser peligrosa. ¿Cómo puedes hacerlo, Sasuke, sabiendo que el único hombre con quien tuve una relación me rompió el corazón?
— Itachi no te rompió el corazón —respiró hondo—. Rompió tu confianza, tu fe, tu autoestima, pero no tu corazón porque nunca se lo entregaste.
Ella se encogió, acongojada por esa verdad que no podía aceptar.
— No amabas a Itachi, ¿verdad?
— Sí lo amaba, yo…
— No es cierto. Eras joven y egoísta. No tenías idea de lo que era el amor cuando te casaste con ese chico, porque te agradaba la imagen que él reflejaba de tu propia gloria radiante.
— No… —volvió a encogerse y repuso con voz temblorosa—: ¡Tus palabras son malvadas y no tienes derecho a decirlas!
— ¡Nunca lo amaste! —repitió.
— Ay, Dios… —trató de alejarse de él, pero Sasuke tiró de ella.
— ¡Quédate dónde estás y escucha la verdad, maldición!
— ¡No! —tenía la voz ronca por los años que había pasado sintiendo el peso de una culpa terrible—. Sí, amé Itachi; yo era muy joven, pero…
— ¡No! —jadeaba—. Eras incapaz de dar amor verdadero. Nunca lo amaste y él lo sabía. Por eso deseó herirte tanto y pudo finalmente destruirte.
A Sakura le temblaban los labios y las lágrimas le irritaban los ojos.
— Es verdad, ¿no? —dijo Sasuke sin piedad—. Te casaste con él como en un cuento de hadas que no existía y todo el mundo se derrumbó cuando el cuento se desvaneció para revelar al hombre real que era un extraño para tu corazón egoísta, caprichoso y voluntarioso.
Sakura se tapó la cara con las manos y comenzó a llorar sin control, destrozada por las palabras porque era una verdad que nunca había aceptado ante nadie. El sentimiento de culpabilidad que cargaba desde hacía tres años se volcó en sus lágrimas incontenibles. Nunca había amado realmente a Itachi. Se había casado con él y no le había dado cariño durante su último año de vida. ¿Cómo podía vivir con esa culpa terrible?
— Está bien —dijo él en tono amable, emocionado, acariciándole la nuca y el pelo—. Ven aquí.
— Estoy muy avergonzada… —murmuró acongojada.
— Tranquila —la abrazó—. No tienes motivos para sentirte avergonzada. No fue culpa tuya. Eras muy joven y no tenías experiencia en el amor —le besó una mejilla húmeda por las lágrimas—. Él tuvo la culpa, no tú. Itachi se emborrachó aquella noche, y tú no tuviste la culpa de que se estrellara y se matara. Te sientes culpable porque no lo amabas y ahora él está muerto. La gente siempre se siente así cuando alguien muere. Y no hay gran cosa que puedas hacer al respecto más que vivir con ello.
— Debí amarlo —murmuró agarrada a los anchos hombros—. ¡Debí amarlo!
— Puedes amarlo ahora —se alejó para mirarla de frente—. Necesitas perdonarlo y perdonarte a ti misma antes de sonreír y despedirte de Itachi —observó las lágrimas que fluían por las mejillas femeninas y volvió a abrazarla—. ¡Shh! No llores.
— Ningún hombre me ha amado. Nadie me amará porque…
— Chérie, ahora dices tonterías —murmuró él acariciándole el pelo y abrazándola con fuerza—. ¿Eso pensaste durante tres años en París? ¿Qué nadie te amaría por lo que habías hecho?
— ¡Sí…! —asintió y lloró con más fuerza—. Eso pensé todo el tiempo y sigo pensándolo, yo…
— ¡Sakura! —le apretó las manos y le besó las lágrimas—. Encontrarás el amor, antes de lo que crees. Pero tendrás que ser sincera con el hombre que te ame porque tú también lo amarás.
Sasuke esbozó una sonrisa.
— Ésta ha sido la última espina que he tenido que arrancarte del corazón… de tu corazoncito enfadado. Los sentimientos que te inspiraba Itachi eran muy complejos. Trataste de fingir que eran sencillos. Es muy peligroso fingir y tú ya lo descubriste —volvió a besarla—. Pero ahora tienes que vestirte. Llegaremos tarde y esta velada es de Ino. Podremos hablar de esto más tarde, cuando regresemos a casa —caminó hacia la puerta y le ofreció una sonrisa seductora—. Hablaremos de esto en la cama...
Sakura contuvo el aliento cuando la puerta se cerró a espaldas de Sasuke.
Gimió horrorizada al decirse: "Él ha oído todo eso, me ha visto llorar y sin la menor piedad me ha lanzado esas terribles e inaceptables verdades… ¿todo sólo para llevarme a la cama? ¿Qué he de hacer? Es tan peligroso que casi es inhumano".
Hasta aquí el sexto capítulo
Nos leemos mañana!
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WHITEXSUN
