Día 6. Au

Johnny no podía creer lo que estaba haciendo, un pequeño sonrojo decoro su rostro y volvió a batallar para insertar el hilo en la ranura de la aguja. Después de muchos intentos fallidos por fin pudo hacerlo y bastante orgullo de sí mismo, dejo que se deslizara el pequeño hilo rosado, cocía un pequeño oso de peluche.

Por alguna razón que no lograba entender, Gyro amaba los osos de peluche, especialmente los pequeños y rosados, tenía uno que adoraba con fervor, pero la había escuchado muchas veces lamentarse por jamás haber conseguido a su compañera, una osita que era exactamente igual con la diferencia de que esta poseía un moño azul turquesa en la esquina derecha de su cabeza. Incluso lo vio buscar con obsesión en el Internet, pero siempre que parecía dar con el dichoso oso, el precio de este era muy elevado, tanto que Gyro de inmediato se quejaba en un tono infantil, casi berrinchudo mientras le rogaba que le prestara dinero para comprar tan absurdo objeto.

Obviamente Johnny tenía que ser la voz de la razón y recordarle a su amado que gastar aproximadamente 2000$ dólares en un simple oso no era lo más recomendable, pero Gyro siempre parecía tener un argumento perfecto para debatirlo. —Es una reliquia, un objeto extremadamente necesario en mi vida, un reflejo de mi infancia y útil para caer en un estado de inconsciencia placentero que me permita reponerme de mi arduo trabajo salvando vidas —.
Johnny solo suspiro, cansado de que Gyro siempre use "términos médicos" o muy elegantes para refutarle una completa tontería. Ante la indiferencia de Johnny, Gyro tenía su arma secreta. —Además, — aquí vamos de nuevo—¡Moriré si no lo consigo! —. Joestar contraataco con su mejor ataque: —El alquiler cuesta 2500$ — esa era la respuesta tajante que siempre le daba el más joven. Gyro lo pensaba, analizaba y soltaba finalmente —Tienes razón Johnny boy, los objetos materiales pueden esperar —.

Y la discusión terminaba, pero Johnny sabía que en el fondo él otro quería el juguete, claro que creía que era algo tonto e innecesario y aun así... imagino la resplandeciente sonrisa que su amado le dedicaría, con su tonta y ridícula voz susurrando un "Ti amo" perfecto... Las idioteces que hacía por amor. Johnny al no encontrar ningún sitio, tuvo la maravillosa idea de comprar un oso igual al que tenía ya Gyro y simplemente agregarle un moño azulado, debía admitir que en el extraño mundo del Internet tampoco resulto tan sencillo encontrar otro teddy por lo que recibió uno barato que tenía como pequeño defecto una partes deslichadas pero nada que no pudiera hacer.

Al cabo de un rato el oso estaba cómo nuevo según las palabras de Johnny y con cuidado agrego el moño, sin duda estaba orgulloso del resultado. O lo estuvo, hasta que el molesto e inútil de su otro roomie se apareció para burlarse un poco, Diego Brando, estaba tras Johnny y dejo sonar una risa cruel. —Pero ¿Qué es eso Joh-nn-yy? —que dijera su nombre de esa forma tan pausada no hacía nada más que darle escalofríos en la mala forma. Aun se lamentaba por el injusto destino que le obligo a compartir departamento con el imbécil de Diego y quien resultó ser el amor de su vida (esto último no lo dirá en voz alta, téngalo presente).

—Nada que te importe —fue su respuesta brusca, sin muchos ánimos por querer discutir, por reflejo abrazo el oso cerca suyo. Y en un movimiento rápido, Brando tomo el regalo, se paró de puntas y se alejó triunfante. Lo miro fijamente y estiro el juguete, —¿Acaso ahora juegas con peluches? —expresó con sarcasmo—. Johnny no dijo nada, solo lo miro mal.

—No me esperaba esto de ti Joestar —siguió apretando el peluche con descaro—Mmm, pero tú eres un chico maduro,¿no? —volvió a soltar en su fastidioso tono— Mmm será... ¿Qué es para alguien más? —. Bastardo, fue lo único en la cabeza de Johnny.

No lo mates, no lo mates se repetía Johnny que estaba a punto de protestar hasta que Diego trazo su fin. —Es para Gyro, ¿ cierto? —reviso el calendario que colgaba en la pared— es verdad...hoy es su primer aniversario desde que son noviecillos cursis —Diego vio con detenimiento el peluche y se fijó en el moño, estaba a punto de soltar una broma sobre el deseo oculto de Johnny por querer ser la esposa de Gyro, hasta que percibió algo que había escrito en la espalda del oso, con un plumón negro, sonrió y comenzó a recitar:

—Ohhh Gyro, darling, no soy bueno con las palabras pero creo que puedo decirte cuán importante eres para mí, te conocí en una época que no era fácil para mí, n-

En ese instante Johnny decidió hacer lo que cualquier persona con sentido común haría.

...

—¡Joooooohnnny! —canturreo Gyro que entró al depa, cerro rápido con llave y de forma tonta intento ocultar la maceta estrellada que traía tras suyo, el amado de Zeppeli, estaba muy tranquilo viendo la televisión y aunque estaba lejos, vio el pequeño cactus que traía consigo Gyro, fingió no haber visto nada y simplemente dejo que el otro se acercara y le gritara alguna palabra dulce en italiano (no entendía ni mierda pero estaba feliz), Gyro no espero para ofrecerle su regalo y desviarse en la anécdota de cómo obtuvo tal objeto, se detuvo a sí mismo y decidió que otro podría hacer eso, en su lugar, acercó al otro y le dio un beso muy tierno.

Él muchacho sureño tan malhumorado y sarcástico se dejó ir, terminaron abrazados y si no fuera porque alguien se quejó, ninguno se hubiera separado, el italiano, volteó algo confundido y vio que, tras el sofá, Diego estaba en el piso, a su alrededor había trozos de un florero roto. Gyro quiso preguntar, pero Johnny se adelantó y se inventó que "llego borracho por haber salido con Hot Pants". Gyro río y siguió en un gran rollo de lo extraño que era esa pareja hasta que noto la caja que estaba cerca de Johnny.

—¿Qué es? —preguntó emocionado. Johnny vio la caja y en su rostro se escapó cierta timidez. Lo único que hizo fue entregarle el objeto y cuando Gyro lo abrió, fue se brilló, esa felicidad la que le hizo creer a Johnny que mil floreros rotos y dedos pinchados por agujas, valían cada segundo de ese momento.