Capítulo 6
Severus despertó muy temprano.
Siempre había sido de los que se levantan al alba. De hecho, era muy raro que durmiera tan bien, por las razones obvias.
Cuando despertó, mientras se estiraba, por un momento olvidó dónde estaba y lo que había ocurrido.
Estaba pensando en lo que iba a desayunar, deseando un poco de café tan pronto como fuera posible, regocijándose en el hecho de saber que era sábado y que no tendría que ir al ministerio y aguantar a los idiotas con los que trabajaba, que lo veían como si fuera el peor de los seres humanos. Tampoco tendría que soportar a su ex alumna, mandoneándolo de aquí para allá, sin que pudiera decir una palabra para defenderse.
Pero entonces, la realidad lo trajo de nuevo al suelo.
Rogó a los dioses para que solo fuera una pesadilla, pero no, como no lo había sido en los últimos cinco días. Abrió los ojos para ver la habitación de ella, en la casa de sus padres, confirmando que no, no era una pesadilla. Era la cruda realidad.
Algunas de las cortinas no habían sido corridas del todo, así que dejaban pasar un poco de luz en la habitación. Parpadeó para acostumbrarse a la claridad y se sentó para ver que ella seguía dormida en su cama.
La chica había sacado una pierna fuera de las cobijas y Severus podía verla claramente. La piel desnuda, con un rayo de luz que la iluminaba, se veía suave, tan, pero tan suave… y el camisón se había enrollado hacia arriba, dejando ver esa parte de la pierna en donde se une con el trasero, lo justo y necesario para que la imaginación de un hombre se activara…
¡NO!
Se obligó a dejar de pensar en esas cosas, en alejar la imagen de esa piel y de la suavidad de sus labios contra los suyos. Quería dejar de recordar lo muy firme que se había sentido ese trasero contra la palma de su mano, aun cuando había estado cubierto por la ropa.
¿Qué clase de locura es esta?
Para tratar de detener esos pensamientos, escogió enfadarse por el hecho de no poder pasarse el día en piyamas y el no poder ir por café en esa casa atiborrada de personas.
Se levantó y fue al baño, esperando que cuando regresara al dormitorio, ella ya estuviera despierta y pudieran bajar a desayunar. Pero no. Cuando volvió, ella seguía durmiendo.
Severus había terminado con todas sus abluciones matutinas, luego regresó al baño después de haber 'hecho su cama', desempacó algunas prendas más, colgándolas en el armario o poniéndolas en los cajones de la cómoda, el cual estaba por completo vacío, demostrando que en verdad iba muy poco a ver a sus padres.
Escogió el atuendo que usaría ese día y ella seguía sin despertar.
Bufó molesto y se puso a mirar los libros que estaban en los estantes. Eligió uno, algo así como de fantasía/ficción. No era el género que solía elegir, pero de cualquier manera se sentó en el alféizar de la ventana, en donde tenía suficiente luz para leer.
Desde su nueva posición, podía ver el jardín trasero, la piscina y el paisaje de campo de los alrededores. A la distancia, se podían apreciar los viñedos, y aún no podían verse los tonos azules violáceos porque no era temporada. También pudo ver algunos campos de lavanda.
Finalmente, Hermione despertó. Se estiró lentamente, abrió los ojos, e igual de lento se sentó en la cama para ver a Severus sentado en el alféizar, leyendo, de frente a ella. De inmediato, la castaña se apresuró para cubrirse los pechos con las sábanas.
"Ya era hora." Dijo él, cambiando de página, sin levantar la mirada del libro.
"Buenos días para ti también, Severus." Dijo ella un poco molesta.
"He estado de pie por más de una hora. Necesito café."
"¿Por qué no fuiste a buscarlo?"
"¿Solo? ¿En una casa llena de familiares tuyos?"
"No estarán todos aquí. Solo mis padres. Bueno, tal vez un par de abuelos."
"Es lo mismo."
"Bueno. Solo cierra los ojos para que pueda ir al baño a cambiarme y podamos bajar en unos minutos."
"Estoy leyendo una historia bastante interesante. Hay intrigas, luchas de poder, y posiblemente incluso algún asesinato, ¿por qué desviaría mis ojos hacia ti?"
Eso le dolió a Hermione, y él pudo ver su reacción de soslayo. No había querido decirlo de esa manera, en realidad, solo había querido que se apresurara. Como siempre, ahora lamentaba sus palabras.
Es por cosas como estas que nadie te quiere.
Pero Hermione transformó su dolor en enfado, como siempre lo hacía, para no demostrar que estaba herida. No le gustaba que la gente la viera llorar. Jamás.
Se levantó de la cama bufando, y fue hasta el armario para sacar un par de jeans que había colgado la noche anterior, luego fue hasta la cómoda, de donde sacó algunas prendas más, todo con gestos rabiosos.
Severus hacía de cuenta que leía, pero en realidad, la estaba observando.
De verdad tenía unas piernas increíbles. Por un breve instante, su mente, por propia voluntad, se preguntó lo que se sentiría tener esas piernas alrededor de la cintura…
No. Jodido bastardo. Eso nunca va a pasar.
Ella pasó a su lado al dirigirse al baño y él pudo ver un breve vistazo del escote, que exponía bastante de su pecho…
¡NO! Estás leyendo sobre una princesa de cabellos de plata que ha sido obligada a casarse con un salvaje Dothraki. Enfócate en eso.
Hermione salió del cuarto de baño algunos momentos más tarde, vistiendo unos jeans azules y una camiseta de mangas largas con rayas negras y blancas que envolvían su cuerpo maravillosamente. Severus nunca la había visto con otras prendas que no fueran pantalones de vestir o faldas hasta las rodillas.
Se veía muy bien. Eso sin mencionar el cabello suelto. Siempre la había visto con el cabello recogido desde que la chica había llegado a la adultez.
Severus encontró que le estaba resultando difícil concentrarse en la lectura y se dio por vencido, cerrando el libro con fuerza luego de haber marcado la página, y lo dejó en el alféizar interno de la ventana para ponerse de pie. Se sintió bastante aliviado de que no estuviera mal vestido en comparación con ella, con sus vaqueros negros y botas, y la camisa blanca de vestir, el cuello y los botones superiores desabrochados. La enorme cicatriz ya había sido apropiadamente escondida por un glamour.
Ella se sentó en el sofá en el que él había dormido y se puso su propio calzado, unas pequeñas botas cortas, y luego salieron del cuarto, bajando las escaleras en un tenso silencio.
Encontraron todo para el desayuno, una gran cantidad de frutas, pan, bagels, pastel, jugos, queso crema, mantequilla y jaleas, todo sobre la isla de la cocina, y Jane, sus padres, Judith y Edward, estaban bebiendo de sus tazas de café.
"Buenos días mamá." Dijo Hermione y besó la mejilla de su madre. "Nana." Un beso para la mejilla de la abuela Judith. "Abue." Otro para la mejilla de Edward. Severus, mientras tanto, estaba al pie de la escalera, sintiéndose un poco incómodo. Desde allí mismo dio los buenos días para todos.
"Ven Severus, siéntete en casa." Dijo Jane con una sonrisa mientras se paraba y se dirigía a la isla. "Tenemos pan y bagels, mantequilla, queso, lo que quieras, hay de todo un poco, café… ¡Ven! ¡Desayuna!"
"Bueno… gracias…" Fue todo lo que Severus pudo decir. Jane tenía una forma de hacerlo sentir bienvenido, aceptado, cómodo… ni siquiera su propia madre lo había alimentado así de bien.
"¿Quisieras huevos? ¿Tocino? Puedo hacerte unos huevos revueltos si quieres…"
"No, por favor, esto es excelente." Sonrió él con timidez.
"¿Y tú, hija? ¿Quieres un poco de huevos y tocino, cariño?" Le preguntó a Hermione.
"No, gracias ma." Respondió la chica mientras comenzaba a untar un poco de queso en un bagel.
Severus solo se sintió cómodo para empezar a comer después que ella comenzara.
"Aliméntense bien porque tenemos un hermoso día en los viñedos por delante." Comentó Jane mientras levantaba su taza de café y la de sus padres y las ponía a lavar en el fregadero.
Hermione soltó algo parecido a un lamento de protesta. "No… no puede ser…" Se recargó contra la isla, viéndose bastante desanimada.
Severus solo se limitó a observar el desarrollo de la escena, poniendo una fruta y un bagel en su plato.
"Linda, ya sabes cómo es tu papá. Él ya está allá, esperándonos." Dijo Jane con una sonrisa. "Está muy ansioso por mostrarle a Severus el negocio familiar."
Hermione solo bufó." Sí, claro. Estoy segura." Comenzó a esparcir el queso sobre el bagel con enfado. "Odio ese maldito lugar." Masculló por lo bajo y solo Severus pareció escucharla.
"¡Severus! ¿Te gustaría una taza de rico capuchino caliente?" Judith había abandonado su lugar en la mesa y estaba de pie detrás de Severus, con una mano en la espalda del hombre, siempre con una sonrisa.
Severus se puso un poco tenso. No estaba acostumbrado al contacto físico, pero la señora ahora estaba a su lado, sonriéndole con tanta calidez, y Jane se volvió a mirarlo, con esa agradable sonrisa también. "¡Oh, sí! Casi lo olvido." Recién ahí Severus logró relajarse un poco.
Ya le había echado una mirada a la máquina de hacer capuchinos y había deseado poder beber uno, pero no iba a pedir nada que no le fuera ofrecido primero. Y ahora se lo habían ofrecido.
Miró a Hermione, quien todavía se veía bastante molesta por la visita al viñedo, que seguía metiendo cosas en su bagel. Aparentemente, la chica comía cuando estaba estresada.
"Bueno… parece que voy a necesitar uno." Contestó a Judith con una tímida media sonrisa.
"Por favor, sírvete Severus." Dijo Jane, terminando de lavar los trastos.
"Yo… no sé cómo funciona…" Dijo él.
"Hermie, linda, ¿le haces a tu prometido una rica taza de capuchino?" Solicitó Judith, todavía toda sonrisas, ahora de pie junto a Hermione, mientras le acariciaba la espalda a su nieta. "Cuida de tu hombre, corazón." Dijo en voz más baja.
Pero Severus escuchó y no pudo evitar sonreír con picardía, mientras Hermione volteaba la cabeza como poseída para lanzarle una mirada furiosa a 'su prometido'. Pero de ninguna manera iba a contradecir a su abuela. La dama era de una época diferente, en la que estas cosas significaban cuidar de tu hombre. Por supuesto, su abuelo era un hombre maravilloso que cuidaba de igual manera a su esposa, así que se lo merecía.
"Si, gatita, por favor, ¿me prepararías un capuchino?" Pidió Severus, con esa sonrisa todavía en su rostro y deslizando su mano sobre la espalda de la joven.
Estaba disfrutando demasiado con el asunto. "Cuida de tu hombre." Le susurró.
Ella esbozó una sonrisa forzada. "Claro Sev." Y se dirigió hasta la cafetera. Iba a hacerse uno para ella, así que no era problema hacer uno para él también.
Severus, por su parte, tomó el plato de ella que había quedado en la isla y terminó de servirle. Pensaba que había recogido suficientes pedidos para ella y la había visto comer tantas veces que podía hacer un trabajo decente en servir el plato como ella lo haría, y eso lo haría verse bien como prometido de la chica, enamorado de ella, lo que era el objetivo principal. Mientras él terminaba de llenar el plato, y sin que se diera cuenta, Jane, Judith y Edward, quien finalmente había dejado el periódico a un lado y se había levantado de la mesa, lo estaban mirando, sonriendo entre ellos.
Severus puso el plato de Hermione sobre la mesa y comenzó a desayunar. Ella llegó con el capuchino y vio que su plato ya estaba allí, justo como ella mismo lo hubiera preparado. Eso la descolocó un poco. Él alzó la mirada y tomó una taza de las manos de ella.
"Gracias." Dijo la joven, mirando del plato hacia él. Severus solo asintió una vez y bebió un sorbo de café.
"¿Irás al viñedo tú también, abue?"
"Oh, no, no. Dejaré la diversión para ustedes, chicas. Y para Severus, por supuesto." Agregó con un dejo sardónico. Le caía bien a Severus, quien rio un poco. "Severus, debiste pedir un capuchino doble. Charles es muy… apasionado cuando se trata de los viñedos."
Severus solo sonrió con esa media sonrisa tímida, encantadora, y alzó su taza.
"Voy a pasar la mañana con Laura." Esa era una de las tías de Hermione, del lado de su madre, recordó Snape de la noche anterior. "Luego iré a casa a mi sillón favorito a ver un poco de mala tele de antaño." Continuó Edward. Se acercó a su esposa, le dio un suave beso en los labios y se retiró.
Una vez que Severus y Hermione terminaron de desayunar, partieron junto a Judith y Jane rumbo a los viñedos.
La castaña todavía parecía incómoda, incluso molesta, tal vez las dos cosas, mientras viajaba en el asiento trasero del automóvil, mirando por la ventana, observando el paisaje, con los brazos cruzados. Severus se preguntó vagamente por qué aquello significaba tan horrible experiencia para ella.
No tendría que preguntarse por mucho tiempo más.
Llegaron a la puerta de la cava, y entre algunos miembros del equipo de trabajo y visitantes, estaban Charles… y Jacques.
Charles miró su reloj en cuanto los vio llegar.
"Ah, finalmente." Dijo con una sonrisa, besando a su esposa y abrazando a su suegra, pero cuando se acercó a Hermione, besó su mejilla y comentó en voz un poco más baja. "Supongo que no tienes que madrugar en lo que sea que hagas para ganarte la vida."
Hermione solo exhaló profundamente mientras su padre extendía su mano hacia Severus, algo que no le gustó a ninguno de los dos.
De inmediato, Charles se puso a dar órdenes sobre el tour que iba a darles, y entonces, apareció ese Jacques.
"Hola 'ermione."
"Hola." Contestó ella, ya sin verse como una tonta enamorada, incluso parecía ser más seca, como si tuviera que esforzarse para ser amable con el tipo. Era un cambio más que evidente desde el día anterior.
La chica cruzó los brazos, tratando de controlar las emociones que hervían en su interior y que amenazaban con salirle por los ojos.
El fuerte olor del perfume de Jacques, que solía llenar su vientre de mariposas, ahora le molestaba. El mocoso tuvo el atrevimiento de tomar la mano de la chica para besarle el dorso. Hermione de verdad no sabía cómo actuar.
Jacques sonrió con suficiencia, mirando a Hermione directamente a los ojos mientras se volvía a enderezar. Severus achicó los ojos y apretó los labios mientras observaba el desarrollo de la escena.
El mocoso se volvió hacia Severus y estiró una mano hacia él.
"Septimius, ¿no?"
Snape lo miró como si quisiera asesinarlo allí mismo, solo con tronar los dedos. "No. Me llamo Severus."
"Ah, bueno, sí… era algo en latín." Contestó el mocoso francés con una sonrisa y estrechando la mano del hombre.
"Sí, sí, muy cierto." Dijo Severus, con una sonrisa cargada de odio. "Es perfectamente entendible, François."
"Jacques."
"¿Cómo?" Dijo Snape, fingiendo ignorancia.
"Jacques. Je m'appelle Jacques."*
"Ah, sí, bueno, era algo francés." Contestó el hombre, con los ojos todavía como rendijas. Hermione no puedo evitar sonreír por la molestia y la contestación de Severus, y por el mero hecho de haber molestado a Jacques, aunque sea un poco.
Para poder realizar el recorrido y no contaminar ni enfermar a los viñedos, era necesario que se pusieran unas botas de goma limpias, así que se sentaron para quitarse sus calzados y ponerse las botas. Una vez más, Jacques se aproximó para molestar.
"Permíteme ayudarte, 'ermione. J'adore tes beaux pieds."*²
El mocoso se había arrodillado frente a ella, y trataba de descalzarla mientras sostenía las botas de goma que eran para ella.
Severus, sentado a su lado, se estaba quitando su propio calzado, y como, por supuesto, entendía francés muy bien, así también como el simple lenguaje corporal, comenzó a sentirse muy irritado por la presencia de ese cretino.
Estaba celoso. ¿Por qué?
Hermione, sin embargo, le quitó las botas de las manos al cretino con fuerza. "Puedo ponerme las botas yo solita." Dijo casi ladrando. Se dio la vuelta y pasó las piernas por encima de la banca para quedar mirando hacia el otro lado, dándole la espalda a Jacques y acercarse un poco más a Severus.
Jacques parecía un poco confundido, pero se puso de pie y se acercó al pequeño grupo que conformaba la familia de Hermione, que estaba aguardando para comenzar con el pequeño paseo.
Severus estaba furioso.
¿Qué clase de arrastrado hombre era capaz de perseguir a una mujer, que sabía estaba comprometida con otra persona, de esa manera? Y justo frente al prometido. Cierto, no eran una pareja real, pero ese cretino francés no lo sabía. Lo que el idiota sabía era lo que había visto con sus propios ojos, lo que había oído, lo que le habían dicho, y eso era que Severus era el prometido de Hermione. Era asqueroso tratar de robarse a la mujer de otro hombre de esa manera. Era un presumido hijo de puta, asumiendo que era tan increíblemente deseable que Hermione correría hacia él así, asumiendo que ella era fácil o voluble, y tratando de poner en ridículo a Severus. Verdaderamente un ser humano despreciable. Al menos Hermione no se rindió ante él, como parecía estar lista para hacerlo la tarde anterior, y no contribuyó a que Severus quedara como un tonto.
El grupo se encaminó hacia las hileras de vides, y aunque en teoría, el tour era para Severus, él se mantuvo hasta atrás, caminando junto a Hermione, quien todavía se veía molesta.
"¿Qué hace él aquí?" Preguntó Snape, para que solo ella escuchara.
"Trabaja aquí."
"Ah." Ahora entendía más el por qué Hermione había hecho un berrinche.
Jacques volteó y se separó del grupo que charlaba al frente y se encaminó hacia atrás, extendiendo su mano hacia la castaña. "Podrás ver mejor desde el frente, 'ermione." El bastardo sonreía con aire de suficiencia, repugnante, con la otra mano sobre los ojos, protegiéndolos del sol.
Severus se había puesto unas gafas de sol estilo aviador, porque estaban a plenos rayos solares, así que Jacques no pudo ver como fruncía el ceño ni la mirada asesina que le lanzaba. La furia que lo llenaba fue más fuerte que la razón. Rápidamente envolvió los hombros de Hermione con un brazo y la acercó hacia su cuerpo.
"Aquí está más que bien, Pierre."
Hermione sonrió y descruzó los brazos para pasar uno de ellos alrededor de la cintura de Severus. Una vez más, Jacques quedó como tonto y enfurecido.
"Jacques. Je m'appelle Jacques!"*
"Sí, claro. ¿No deberías ir con tu jefe, Claude? Tal vez te necesite."
Hermione se rio mientras bajaba la mirada y trataba de recuperar el balance que había perdido cuando Severus la apretó contra su cuerpo.
Jacques bufó y regresó al frente, apresurándose para llegar a su jefe, que de verdad lo había llamado.
Caminaron por la plantación y los terrenos mientras Charles daba el recorrido, contando la historia sobre cómo se recogían las uvas, se hacía el vino y todo eso. Severus fingió interés y sonrió encantadoramente, e incluso llegó a hacer preguntas para respaldar aún más su acto y complacer a Charles Granger. En realidad, todo eso le importaba un carajo. La única información que tenía sobre el vino es que disfrutaba bebiéndolo de vez en cuando. Hermione pensaba de manera similar.
Todo el tiempo, el brazo de Severus, permaneció alrededor de los hombros de Hermione, sosteniéndola cerca de él. Jacques miraba hacia atrás de vez en cuando y refunfuñaba al ver que todavía estaban muy cómodos juntos.
Mientras tanto, Hermione trató de controlar las mariposas que parecían revolotear alrededor de su estómago. Por alguna razón, estar cerca de Severus la hacía sentir eso.
¡Solo es un maldito acto, Hermione!
Y es que ese hombre olía tan… delicioso. Era exquisito. Era un aroma picante y suave, totalmente diferente del intenso, casi insoportable, olor que seguía a Jacques a todas partes. En el pasado, ese aroma le había gustado, pero ahora lo encontraba demasiado molesto, como un indicativo de lo muy hijo de puta que era el imbécil. Por supuesto, al idiota le encantaba atraer la atención cuando entraba en algún lugar. Amaba que todas las mujeres estuvieran pendientes de él y ser la envidia de los hombres. El aroma de Severus, en cambio, estaba destinado para los que tenían permitido acercarse a él. Era algo personal… se sentía más… especial, de alguna manera. Incluso, después de haber trabajado a su lado por varios años, ella nunca había notado su aroma antes, hasta el momento en el que la apretó contra su cuerpo en el viñedo.
O cuando te besó ayer.
Sacudió la cabeza para dejar de pensar en esas cosas.
Entraron en la cava y la lección sobre vinos continuó.
Severus seguía sosteniendo bien cerca, sorprendido de no sentirse para nada incómodo teniéndola contra su cuerpo.
Jacques estaba junto a ella, mirándola con una sonrisa. Ella lo miró de soslayo, evidentemente incómoda.
¿Quién carajos se cree que es este payaso?
Severus acomodó a Hermione para que quedara frente a él mientras observaban los barriles de vino y escuchaban hablar al padre de ella.
La chica tropezó un poquito cuando él la acercó a su pecho y la sostuvo de la cintura. Ella se acurrucó más cerca de su cuerpo y apoyó sus manos sobre las de él, envolviendo ahora el abdomen de la joven. La mente de Hermione no estaba segura del todo si solo estaba siguiendo el juego o lo estaba disfrutando realmente.
Severus, por su parte, estaba teniendo sus propias luchas internas al percibir el dulce perfume del salvaje cabello de ella en su rostro, y al sentir el perfectamente formado trasero de la chica tan cerca de su entrepierna.
Visiones de esa piel desnuda que escapaba a sábanas, envuelta en ese precioso camisón negro, invadieron sus pensamientos.
Cuando el paseo hubo terminado y el vino fue saboreado, se suponía que todos iban a almorzar juntos, pero Judith, que había estado observando a la pareja toda la mañana, y que había visto que no podían quitarse las manos de encima, había preparado una canasta de picnic solo para ellos dos, para que pudieran almorzar solos.
Nadie se atrevió a contradecir a la matriarca.
Así que Severus y Hermione se alejaron un poco del edificio principal en donde el resto del grupo almorzaría.
Severus puso un mantel sobre el césped, justo antes que comenzaran las hileras de vides, para tener un poco de sombra, luego extendió una mano a Hermione para ayudarla a sentarse en el suelo, porque sabía que, a sus espaldas, detrás de los turistas que paseaban por aquí y por allá, en la construcción que acababan de abandonar, la familia de ella los observaba.
Puso la canasta en el suelo y se sentó sobre el mantel. Exhaló y se recostó, poniéndose las gafas de sol de nuevo.
"Tu abuelo tenía razón. Debí pedir un capuchino doble."
Y no solo por las razones que comentó.
Hermione se rio bajito. "Gracias otra vez por hacer esto."
"¿Tenía alguna otra opción?
Ella no contestó, solo comenzó a sacar el pan y el queso de la canasta. Había frutas, postres y, por supuesto, también vino.
Hermione se estaba sintiendo mal por obligarlo a hacer todo eso, pero, ¿acaso tenía alguna otra opción? Se estaba haciendo más evidente que podía convivir con él. Los dos eran capaces de hacer que la farsa funcionara y lograr que fuera incluso placentera, si tan solo dejaran de discutir por nimiedades y llegar a un acuerdo.
La idea tenía mucho mejor aspecto que la perspectiva de una simple e impuesta coexistencia, basada en el desprecio y el soborno, como había pensado ella que sería. Pero si se sometía a la voluntad del ministerio… ¿quién sabe la clase de idiota con la que podía ser emparejada? Y estaría forzada a… hacer cosas con ese idiota…
Hermione alzó la mirada y vio a su familia, y a Jacques, que los observaban mientras almorzaban.
"Hey, Severus, ponte listo que nos observan."
"¿Y qué quieres que haga?" Dijo él, arrastrando las palabras. Ella pudo ver que sus cejas se alzaban tras las gafas de aviador.
"No sé… algo romántico… dame algo de comer… algo…"
"¿Y por qué es el hombre el que siempre tiene que ser el romántico?" Retrucó él, frunciendo el ceño. "¿Por qué la gente siempre asume que a los hombres no les gusta ser mimados y tratados como realeza también? Además, fui yo el que fue coaccionado para venir aquí, soy yo el que tiene que sufrir esto para obtener el ascenso que me gané por mérito y talento propios."
En realidad, Severus no estaba enfadado, solo estaba cansado.
Aunque no estaba tratando de ser agresivo, pudo ver que la expresión de la chica cambiaba, llenándose de pena.
No había querido hacerla sentir mal o culpable. Probablemente ya tenía suficiente con su padre y sus comentarios pasivo – agresivos, y con lo que fuera que haya pasado con ese cretino francés. Pero no podía dejar que la vieran así. Se suponía que estaban enamorados.
"Soy yo el que tiene que tolerar a ese Jackass desafiando descaradamente mi masculinidad." Dijo en un tono más suave y Hermione no pudo evitar reírse por el juego de palabras.
Él se sorprendió. Nunca la había escuchado reírse así. Él nunca había hecho reír a una mujer de esa manera, tan abiertamente… con tanta sinceridad. De verdad disfrutaba ese sonido, y la extraña calidez que sintió por haber sido capaz de provocar esa reacción en la siempre dura y mandona Hermione Granger. Tenía una risa maravillosa. Sus propios labios se curvaron hacia arriba. "Tú deberías alimentarme a mí." Dijo con una sonrisa pícara.
Ella le sonrió de lado, arrugando la nariz bajo sus propias gafas de sol, y él supo que ella estaba revoleando los ojos. "Bastardo atrevido." Masculló ella.
"Bueno, bueno, ¿es esa la manera de hablarme, gatita?"
El asunto afectaba cada vez menos a los nervios de Hermione. Tal vez porque él no estaba siendo sarcástico o venenoso. En todo caso, el veneno parecía estar disminuyendo.
"No te acostumbres a esto, Severus Snape." Miró discretamente hacia la familia. Todavía los miraban de vez en cuando, mientras seguían almorzando. Jacques, sin embargo, sentado de frente a ellos, no les quitaba los ojos de encima.
La actitud presuntuosa de ese tarado la estaba poniendo de los nervios. Volvió a mirar a Severus, que yacía allí sobre el mantel a cuadros, con una sonrisa burlona. Ella comenzó a darle pedazos de fruta y él sonrió. Aunque era una sonrisa burlona, era la primera sonrisa verdadera que le veía. Se veía muy bien.
Una brisa sopló. Se sentía muy suave y agradable, pero revolvió un poco el cabello de él, que había estado atado, pero se había desordenado un poco al recostarse en el suelo. Sin pensarlo demasiado, Hermione quitó las hebras de cabello que se le habían quedado en el rostro y los labios con suavidad, antes que él mismo lo hiciera. Con una sonrisa, deslizó sus dedos entre su cabello, acariciándolo. Los dos sintieron la misma sacudida al tocarse y mirarse a los ojos, y aunque no podían verse directamente, debido a las gafas de sol, las emociones se intensificaron en los dos. Sin embargo, salieron de ese pequeño momento lo suficientemente rápido.
Ella se apresuró para tomar un cubo de queso de la canasta, enfocándose en su tarea, para marcar los límites a Jacques, porque el cretino todavía los observaba. Le dio un cubo de queso a Severus, luego otro. Para cuando le estaba dando el tercero, él lamió la punta del dedo de Hermione, provocando un estremecimiento en ella.
Severus deseaba convencerse que había sido un accidente, pero había deseado mucho hacer eso, para ver su reacción.
"Bueno, ya fue suficiente, ¿no crees?" Dijo ella, después de algunos segundos, sonando un poco agitada. "Y yo también necesito comer. Tú deberías hacer tu parte también, ¿no?" Dijo ella en tono de broma.
Severus se sentó. "¿Ya dejaron de mirar?" Preguntó mientras se ubicaba dándoles la espalda a los que almorzaban en la cava.
"Más o menos. Solo Jackass sigue mirando más." Sonrió ella. De verdad le había gustado el juego de palabras.
Severus sirvió vino para los dos mientras ella se alimentaba.
La punta de sus dedos aún cosquilleaba por el recuerdo de los labios de él.
N/T: Van seis capítulos y todavía faltan. ¿Qué pasa con ese infeliz francés? Ya lo sabrán. Por el momento, la relación entre Sev y Herms parece progresar a la velocidad de las babosas, pero no teman. En algún momento se van a tener que dar cuenta de lo que les pasa, ¿no?
* Je m'appelle Jacques! (¡Me llamo Jacques!)
*² J'adore tes beaux pieds (Adoro tus bellos pies.)
