498 palabras que seguro necesitan una corrección posterior... igual que los anteriores XD
6. Deseo
La emoción, difícil de explicar, que sentía al saber a Duo en el palacio lo mantenía intranquilo. A propósito, retrasó su hora normal de irse a la cama por supervisar el patrullaje de la guardia asignada. Imaginó que lo encontraría atento a lo mismo, pero no había señales de él por ninguna parte. Asumió que ya debía estar en la habitación que Relena le había facilitado.
Aliviado, entró a su propia habitación y, apretando los labios con disgusto, puso el pestillo. Ni siquiera podía mentirse a sí mismo. Realmente no se sentía seguro con Duo en el mismo edificio.
—No creo que sirva.
La voz a su lado lo hizo ponerse tenso, antes de que un cuerpo familiar chocara con el suyo y lo empujara contra la puerta.
El beso inició salvaje, desesperado y, como siempre había sucedido en el pasado, estaba respondiendo y odiándose por ello.
—Heero, hagámoslo de nuevo —susurró Duo en su oído, rompiendo el contacto, lo que aprovechó para intentar liberarse. Perdió la batalla porque él sabía cómo forcejear hasta controlarlo, hasta seducirlo con su firme agarre.
Y en tiempo récord, estaba en la cama, bajo él, recibiendo sus embestidas. Estrujando las sábanas entre sus dedos, enterrando la cara en la almohada para que nadie escuchara sus sonidos. Aquellos que Duo arrancaba con más empeño que talento y con menos preparación de la necesaria.
¿Por qué dolía así otra vez? ¿Por qué volvía a sentirse falto de experiencia?
Despertó sentándose de golpe, jadeando presa de una nueva pesadilla. Comprendió que esta vez no era una usual, sino que se trataba de un recuerdo de las primeras ocasiones en que sucedió, cuando Duo no tenía la experiencia de la que hacía gala después.
No durmió nada más esa noche y, aunque reconoció lo ilógico de su acción, se puso de pie y le echó el pestillo a la puerta, esta vez de verdad.
Al día siguiente, ante la inutilidad de seguir en la cama, detestándose por el deseo que se negó a abandonar su cuerpo hasta una ducha de agua helada, se dirigió a la sala donde solía reunirse su equipo, a aguardar que hicieran aparición.
Esa primera noche sin dormir pasó factura rápido y lo hizo quedarse dormido ahí.
—Buenos días —saludó Duo, riéndose de su sobresalto cuando lo vio sentado a su lado.
—¿Qué haces aquí?
—Estaba esperando que despertaras para comenzar, los demás ya están fuera —le apuntó el patio y luego le soltó con burla—: ¿Acostumbras a dormir en tu lugar de trabajo?
—No.
—Mm, ¿no has descansado bien? ¿Estás enfermo?
Duo le tocó la frente y Heero le manoteó la mano con violencia.
—No pareces tener fiebre —dijo Duo parándose con naturalidad—. Y yo no entraré a tu habitación en la noche, ya no tengo quince años. Puedes dormir tranquilo —agregó antes de salir.
A Heero le ardió la cara un largo rato antes de poder seguirlo al exterior. ¿Cómo había adivinado exactamente lo que le había pasado?
