Todo lo que Saga puede escuchar es un cordial "hola, buenos días" antes que la joven voz masculina empiece a ser solapada por el molesto ruido de varias sirenas. Esboza una mueca de disgusto e instintivamente se aparta el dispositivo del oído. Pone la llamada en modo manos libres y se concentra en intentar desencriptar algo del mensaje que parece ir llegando bajo ese barullo de sonidos.
- Perdón...no le escucho nada bien...- intenta decir, pero al parecer el monólogo de su interlocutor sigue sin hacerle caso.- ¿Oiga? ¿Me escucha? Espere que cesen los ruidos, no le entiendo... - dice frunciendo el ceño, como si así pudiera agudizar más su sentido del oído.
"Estudio", "...tura Kido", "su visita se solapó", "...por favor me espere"... son las pocas palabras que puede entender, y cuando parece que el sonido de las alarmas de emergencia se va alejando y por fin se puede mantener una conversación cuerda, la llamada se corta sin siquiera esperar su respuesta.
- ¿Hola? ¿Oiga? - Mira la pantalla de su móvil con incredulidad y cierto mosqueo al comprobar que está hablando al aire.- ¿Será imbécil el tío éste? Se podría haber esperado...- por un momento está tentado de realizar la llamada en sentido contrario, aclarar el motivo de la recibida y la identidad del ejecutor, pero con un rápido cambio de intentiones, desiste de ello - A la mierda, si es importante, que me llamen otra vez.
Ya no sabe qué hacer con el tiempo que aún le queda y opta por ir dirigiéndose a pie hacia el edificio en construcción, el cual ya ha ubicado en el reconocimiento de la zona que ha realizado antes. Agarra el teléfono con la zurda mientras con la diestra toma las llaves del coche, la placa con su nombre y el dossier que ha quedado en su regazo. El vaso vacío se le olvida en el salpicadero y cuando se da cuenta ya se encuentra en la acera y con la puerta del vehículo cerrada.- Bueno, ahí se queda, ya lo tiraré luego.
Emprende el camino hacia el bloque de pisos asignado. Lo hace con su porte erguido y el paso firme y constante, hasta que comienza a escuchar acercándose a él la misma colección de sirenas que ha fastidiado la reciente llamada. Se abstiene de cruzar la calle pese a tener el permsio del peatón verde y espera a que pasen a toda velocidad dos coches de policía y dos ambulancias.
"Algo gordo debe haber pasado..." piensa para sí mismo, siguiendo con la mirada la dirección que toman los vehículos de emergencia. Otros peatones se han parado a su lado, y cuando quiere darse cuenta se halla atrapado en medio de las prisas que lleva todo el mundo por cruzar, a pesar que el semáforo se toma el turno de prohibirlo.
Refunfuña por sentirse estúpido con algo tan tonto, pero se espera. No tiene ganas de lanzarse a la carrera y abuchear a los coches que le puedan dar bocinazos por cruzar cuando no se debe.
Se espera, y mientras lo hace, augurando que ese es uno de los semáforos de tiempo largo, saca el móvil para revisar la hora. Vuelve a comprobar que siegue yendo bien de tiempo, e incluso le sobrará bastante antes de la llegada de los primeros clientes, aunque lo prefiere así. Luego mira los whatsapp pendientes, y confirma que no le apetece dar respuesta a ninguno. A Kanon, su hermano gemelo, ya lo tiene directamente silenciado. Jamás se fija en las horas en que le manda estupideces, y desde que vive en Inglaterra el asunto es aún peor, dada la difrencia horaria que les separa.
Sale del whatsapp y sin saber muy bien por qué va a la lista del registro de llamadas. Ha habido algo en el número de la última que le ha resultado familiar. Una consecución de números que se le antoja curiosa y no atina a descifrar por qué.
Se olvida del semáforo, el cual ahora sí le da permiso para cruzar, y decide guardar ese número bajo el primer batiburrillo de letras que toca su pulgar: "Hhtjg". Regresa al whatsapp y lo busca, esperando poder tener alguna pista del misterioso interlocutor gracias a la foto del perfil, si es que tiene alguna.
Nada. No hay otro resultado que el monigote gris, pero algo tiene ese número que le ronronea por dentro.
- Ocho, cinco, tres...tres, cinco, ocho... - dicta en voz baja, cerrando los ojos mientras visualiza esa consecución de los últimos seis números tras sus párpados - 853 358...no...no puede ser...
El nombre de Shaka aparece en su mente con la misma fuerza que un parásito invasor, y con él demasiados recuerdos agolpados unos encima de los otros.
Demasiados recuerdos y unas hirientes palabras que cerraron el capítulo más extraño de su vida.
"Olvídate de mí"
By September
