Disclaimer: Los derechos de autor de la presente obra, le pertenecen a Lora Leigh. Yo solo adapto a los personajes de Crepúsculo de Stephanie Meyer, con fines exclusivamente lúdicos o de entretenimiento.
Capítulo 5
Él estaba casi temblando por la necesidad de tocarla. Edward logró apartar la vista de sus rasgos de duendecillo, con la sangre bombeando con tanta fuerza y tan rápido en sus venas que era casi doloroso. Su pene era un dolor tortuoso entre sus piernas, las glándulas de los lados de su lengua estaban hinchadas y palpitantes.
Su excitación tenía sentido. La velocidad de la sangre era explicable. La lengua era un enigma, y el sabor a especia en su lengua confuso. Lo único que tenía realmente sentido era su necesidad de besar a Bella.
Le había atormentado durante meses. Tentado. Reído y burlado de él con un calor suave y femenino que no debería haberle tocado tan dentro como lo había hecho.
El olor de la excitación femenina estaba matándole. Era caramelo líquido y caliente, y estaba muriéndose por lamer la suave crema que sabía que estaba derramándose de su sexo. Estaría caliente y espumoso por su necesidad creciente, y tan rico como el amanecer.
—Vaya mierda de elección. —Sus brazos se apretaron sobre sus senos.
Él sabía lo que ella estaba ocultando. Las curvas exuberantes de sus pechos, sus pezones hinchados.
—Hazla rápido si no te importa —gruñó él. La erección estaba matándole—. Porque el olor de tu excitación me está volviendo loco, Bella. Muy pronto voy a hacer la elección por ti.
Un quejido escapó de sus labios mientras sus ojos se abrían con horror. ¿Con vergüenza? Él frunció el ceño mientras ella pali decía y luego enrojecía furiosamente, con sus ojos brillando como si tuvieran lágrimas.
—¿Qué? —Él agarró sus hombros cuando ella se giró lejos de él, y la hizo girar de nuevo para encararle, aun sabiendo que tocarla era el error mayor que podía cometer.
—¿Me hueles? —Ella tembló, con la vergüenza trayendo lágrimas a sus ojos mientras luchaba contra él.
Él suspiró cansadamente. Maldición, estaba demasiado cansado, demasiado hambriento de su sabor como para cuidar cada maldita palabra que decía y cada movimiento que hacía. No era exactamente del tipo social, y las «reglas de la sociedad educada» no eran una clase para la que hubiera encontrado tiempo.
—Bella. —Él espiró bruscamente, y su mano se alzó a la mejilla de ella, maravillándose de la textura sedosa de su carne—. Soy un animal —susurró él suavemente —. Mi sentido del olfato es tan altamente avanzado que puedo detectar cualquier olor. Especialmente el calor suave y dulce que viene de ti. Es como forzar a un hombre famélico a permanecer delante de un banquete y no probar las delicias.
Ella le miró parpadeando, tragando fuertemente, con una mi rada sospechosa que se suavizó solo ligeramente cuando su pulgar alisó sus labios.
Él quería decir más, pero las curvas sedosas capturaron su atención, lo hipnotizaron.
Su lengua palpitó mientras las glándulas derramaban más del sabor especiado en su boca. La sangre corría más fuerte por sus venas mientras su control se aflojaba más.
Él alzó las manos de sus hombros cuidadosamente.
—El dormitorio está arriba, la tercera puerta. Aléjate de mí, Bella. Ahora. Antes de que pierda el control.
Ella le devolvió el ceño fruncido.
—No me gusta la forma en que tomas decisiones por mí, Edward—espetó ella furiosamente. Pero, gracias a Dios, empezó a darle la espalda con cuidado—. Es molesto.
—Estoy seguro de que lo es. —El olor de ella todavía lo envolvía, lo atormentaba—. Lo podemos discutir mañana con el café. Ahora vete a la cama.
Ella resopló con desdén, fulminándolo con la mirada mientras alcanzaba la puerta.
—Esta tendencia a darme órdenes es mejor que no se convierta en un hábito —le advirtió ella de nuevo—. De otro modo, yo podría sacarte del error de que puedes salir impune.
Considérate afortunado porque estoy soltando el anzuelo y escapando. En caso contrario serías un gatito acosado, Cullen.
Él no pudo hacer nada salvo quedarse mirando conmocionado a la espalda que desaparecía cuando ella murmuró las acaloradas palabras.
¿Gatito acosado? Gimió ante la frase. ¡Dios mío, la mujer iba a volverle completamente loco!
Él suspiró con alivio y se forzó a dejarla ir antes de sacar el teléfono móvil de la funda de su costado y apretar las teclas impacientemente.
—Jasper. —Jasper Withlock, jefe de los Asuntos Policiales Felinos en Santuario, respondió a la primera llamada.
—Tenemos un problema —dijo Edward suavemente—. Pienso que encontré a nuestro Domador esta noche. Lamentablemente, no iba detrás de mí.
No podía sacarse de su mente el olor de su asaltante. Estaba demasiado cerca del olor de la ropa, es verdad que bastantes años antes, que el bastardo había usado. No exacto, pero condenadamente cerca.
—Explícate. —Jasper era un hombre de pocas palabras, lo que era una de las razones por las que a Edward le gustaba trabajar con él.
—Estaba asaltando la casa de la vecina. Bella Swan, la hermana de tres...
—Agentes de las Fuerzas Especiales —terminó Jasper por él—. Seth, Embry y Riley Swan. Comandaban las fuerzas que tomaron algunos de los principales laboratorios de las Castas.
Edward cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz con irritación.
—¿Sabías que ella vivía aquí cuando yo compré esta casa? —le preguntó.
—Sabía de ella. No había llevado a cabo una investigación completa porque no vi razón para ello.
—Casi podía ver el encogimiento de Jasper con las palabras—. Veinticuatro años, contable, vive modestamente, unos pequeños ahorros pero nada sustancial. Los archivos médicos muestran que es virgen, con todas las enfermedades infantiles normales y sin antecedentes penales.
No tuve tiempo para ir más allá ni ninguna razón. ¿Por qué? Edward sacudió la cabeza.
—Por nada. Sin embargo, pienso que tendré que ir pronto; creo que necesito un chequeo o algo así. —Se pasó los bordes de la lengua por los dientes, sintiendo que un suave calor se derramaba en su boca.
—¿Qué está mal? —Jasper ahora parecía preocupado. Ya era hora.
—No lo sé. —Se movió al pequeño vestíbulo que conducía a las escaleras —. Esas malditas glándulas a los lados de mi lengua. Están inflamadas y escupiendo mierda. Te juro que tengo sabor a canela.
El silencio llenó la línea.
—¿Dónde está la chica? —preguntó entonces Jasper —. La chica Swan.
Edward frunció el ceño ante la pregunta.
—En mi habitación de invitados. Su sistema de seguridad fue violado.
—¡Demonios! —Jasper respiró bruscamente— ¿Te la has tirado?
Un gruñido se alzó en su garganta.
—¿Eso es un jodido asunto tuyo, Jasper? —le preguntó sedosa y suavemente—. No saques los pies del tiesto, compañero.
—Puede que lo sea —bufó él—. Y escucha atentamente.
Esto viene directamente del viejo científico que trata a los miembros de la Manada principal. Las glándulas hinchadas contienen una hormona especial. Esa hormona que llena tu boca, colega, es un afrodisíaco.
Bella Swan es tu compañera.
Edward se rio. Maldición, no había tomado a Jasper por un cómico.
—Vale. Lo que tú digas —gruñó él—. Ahora dime la verdad.
Iba a matar a Jasper por jugar esos jodidos juegos con él. No estaba de humor.
—No es ninguna mierda, Edward. —Jasper sonaba demasiado se—. Se mantiene muy en silencio. Una prohibición completa de informar a menos que parezca que se forma una pareja.
Uno de los secretos mejor guardados del mundo. El calor se precipitó a su cabeza y luego a su pene.
—¿Qué quieres decir? ¿Ella es mi compañera? —¿Podría eso explicar la lujuria casi obsesiva que había desarrollado en los meses pasados? ¿La paciencia con ella que nunca había tenido con nadie más? ¿El hambre creciente y desgarradora que mantenía su pene duro y sus sentidos inflamados?
—Biológico, químico, como quieras llamarlo —resopló Jasper—. Si la besas, eso causará que la hormona le afecte incluso más que a ti.
Celo de Acoplamiento. Abandono sexual completo desde ahora hasta siempre. Pobre bastardo. —Sin embargo, había un filo de envidia en su voz.
¿Completo abandono sexual? ¿Desde ahora hasta siempre?
¿Su compañera?
—Ella es mía —susurró él.
—Sí. Eso es lo que el doctor dice. De alguna forma la naturaleza escogió a la mujer perfecta para ti. Diviértete.
—¿Qué me divierta?
Jasper se rio entre dientes.
—Edward, pareces confundido, compañero.
Él alzó la mirada a las escaleras antes de cerrar los ojos y sacudir la cabeza tristemente. Tenía la sensación de que Bella ahora iba a tener realmente una razón para estar enojada.
—Mierda —escupió él bruscamente—. Este no es un buen momento para eso, Jasper. No tengo tiempo para el abandono sexual o para alguna clase de jodido afrodisíaco. Consigue la cura ahí fuera.
Jasper se rio de eso.
—En lugar de eso te llevaré el último grito en anticonceptivos —le informó él—. Dile qué demonios está pasando y, antes de que la tomes, asegúrate de que tome la pildorita rosa. Ha funcionado hasta ahora.
La mejor suposición es que el Celo de Acoplamiento es la forma en que la naturaleza se asegura del éxito de las especies. Porque sin esta píldora la concepción del primer niño ocurre rápidamente.
Sin embargo, seguramente serán unos bebés preciosos.
¿Bebés? Edward tragó fuerte. El pensamiento de Bella llevando a su bebé le hacía cosas que no podía explicar.
—Solo consígueme algo de ayuda para salir de aquí —espetó él tratando de cubrir la respuesta emocional que surgía de repente en él —. Te digo, Jasper, que las cosas aquí se están poniendo peligrosas.
—Eso no hace falta que lo digas —estuvo de acuerdo Jasper—. Iré yo mismo con Emmett y te cubriré. Hazme saber cómo se lo toma ella.
Edward gruñó ante eso.
—La información. No lo otro. —Él se rio, demasiado divertido para sentarle bien a Edward. Entonces su voz se calmó—. Por lo que sé es una buena mujer, Edward. Te podría haber ido peor.
—A ella le podría haber ido mucho mejor —dijo él —. ¿Dices que es permanente?
—Como una droga –dijo Jasper, con su voz ahora más suave—. Hasta ahora solo hay unas pocas parejas unidas. Todavía se están haciendo pruebas, intentando encontrar respuestas. Pero hasta ahora es permanente.
Estaba jodido. Tenía que decirle a ella la verdad.
Si tenía algo de cerebro, correría tan rápido y tan lejos de él como fuera posible. Y él estaría enganchado, obsesionado, demonios, enamorado de una mujer a la que sabía que no tendría ningún derecho ni oportunidad de tocar.
PERMANENTE BABY!
