Capítulo 6
Un pequeño secuestro
Estaba escribiendo algo en su ordenador cuando escuchó su teléfono móvil sonar, ella frunció el cejo al ver que era un numero extraño, nunca contestaba llamadas de ese tipo, pero algo le dijo que por esta ocasión debía contestar y vaya que ese algo no se equivocó, pues de inmediato que dijo "diga" le siguió esa voz tremenda y condenadamente sensual.
―Estoy aquí afuera – dijo él – Te espero en unos minutos y no acepto un no por respuesta, además si no vienes soy capaz de ir por ti y armar un escándalo.
― ¿Quién te dio mi número? – preguntó ignorando por completo sus amenazas
―Ya sabes quién – respondió él con una sonrisa – Ahora baja y ven
Kagome no tuvo opción, sabía que Inuyasha era capaz de hacer tal locura, así que no quería armar un escándalo en la oficina, guardó el documento y apagó el ordenador, pero antes de irse le dejó un par de instrucciones a su asistente.
Mientras caminaba por un pasillo para tomar el ascensor, pensaba en unas cuantas palabras que le diría a su madre, como el concepto de la palabra privacidad, algo se tenía en manos, primero el haberle dicho donde trabajaba, segundo, el dejar que se fuera con él en su coche el pasado fin de semana y ahora la tercera, pasarle su número privado, cuando ella misma no se lo había dado y aunque él se lo pidiera no se lo iba a dar.
Al salir del edificio se le paralizó el corazón, él estaba recargado en su auto, con las manos en los bolsillos del pañalón, llevaba una camisa blanca con los tres primero botones abiertos, unos pantalones de vestir en color negro y lentes oscuros. Los rayos del sol jugaban con su hermoso cabello negro.
Se veía tan sexy.
Se veía poderosamente peligroso, como un cazador sobre su presa, donde ella era la presa sin duda alguna y por primera vez se sintió vulnerable ante él.
―Muy bien – dijo ella estando frente a él, haciendo a un lado su vulnerabilidad, no iba a dejar que él lo notara– Aquí me tienes ¿Qué quieres?
―Sube – respondió él abriendo la puerta del coche – Vamos a dar un paseo
―Inuyasha no es el momento – ella negó con la cabeza – Tengo mucho trabajo que hacer
Pero esto no le importó a Inuyasha, ya que casi la obligó a subir al auto.
Inuyasha arrancó y en cuestión de minutos habían salido de la ciudad, Kagome miró con preocupación cuando vio un letrero que decía "feliz viaje, regresa pronto" además se dirigía directo hacia el aeropuerto ¿A dónde demonios pretendía llevarla?
―Relájate – dijo él al notar su preocupación
― ¿Cómo quieres que me relaje? – respondió furiosa – Te exijo que me digas a donde me llevas
―Es una sorpresa cariño – respondió una amplia sonrisa sin dejar de ver el camino
―Ya te he dicho que no me llames cariño – dijo aún más enfadada de lo que realmente había estado
―Pero se escucha lindo ¿No?
―Esto es privación ilegal de la vida – cambió de tema, lo cierto era que se ponía nerviosa cada vez que le llamaba "cariño, amor"
―Yo no diría eso Kagome – él esbozó una sonrisa – Además mi defensa sería que tú viniste a mi voluntariamente
Kagome abrió un poco la boca para decir algo, pero simplemente las palabras no habían salido de sus labios.
Inuyasha encendió el estéreo del coche, y en ese momento se escuchó una canción de Enrique Bunbury, Kagome la reconoció "Ven y Camina Conmigo" era una canción que trataba sobre caminar por última vez con una persona.
―Sé que te gusta – comentó Inuyasha – Y la verdad en el pasado no era de mi gusto, pero ese tipo tiene buena música
Claro que conocía muy bien la canción, se imaginaba esa canción mientras caminaba con Inuyasha y le hacía entender cuanto lo amaba y al final dejaría que él tomara una decisión, pero eso había sido hace mucho tiempo, justamente cuando le rompió el corazón.
Inuyasha la vio seria así que se orilló en la carretera y bajó del coche, rodeó, solo para abrir la puerta de Kagome, pero en lugar de que ella bajara, él se arrodilló para estar un poco a su altura.
―Te propongo un trato – dijo él tomando su mano– Si me das la oportunidad de rectificar mis errores y estas dispuesta a perdóname, seguiré adelante para conquistarte, pero si los resultados no son lo que yo me esperaba, te prometo que no volveré a insistirte y dejaré de acosarte
―Inuyasha…
―Solo es un sí o un no Kagome
Ella se quedó callada por unos momentos, no tenía nada que arriesgar o la verdad si, un corazón que aún no estaba sanado, total si eso no funcionaba la dejaría y a ella no le dolería porque ya sabría que se esperaría de él.
Inuyasha la miraba impaciente, quería una respuesta de la joven y se moría por escuchar un sí de sus labios.
– Kagome, estoy esperando una respuesta – dijo él despertándola de sus pensamientos
―De acuerdo – ella asintió – Pero te advierto que no te será fácil
―No esperaba que lo fuera – respondió él con una sonrisa
De porto le dio un beso en la frente, se puso de pie y cerró la puerta del lado donde iba ella y así siguió con su trayecto rumbo al aeropuerto.
Pero entró con todo y coche en la pista, los esperaba un jet privado, y es aquí donde ella comenzó a preguntarse si había hecho lo correcto, aún era tiempo de arrepentirse y pedirle que la llevara de regreso a casa, pero si no se arriesgaba nunca sabría si habría hecho o no lo correcto.
"Tranquila" se dijo así misma "Después de todo…. ¿De cuantas maneras se puede destrozar un corazón que ya está herido?"
Inuyasha adivinó una vez más sus pensamientos, la ayudó a bajar del auto y le susurró al oído.
―Aun estas a tiempo de arrepentirte – dijo él – Pero si no lo haces en estos momentos, cuando subas a ese jet serás completamente mía
Ella asintió seguido de una respuesta afirmativa y favorable para Inuyasha, se iba arriesgar ya que no tenía nada que perder.
"¿Cuántas veces he repetido eso?" volvió a decir para ella misma, lo único que repetían ella y su mente era que no tenían nada que perder, bueno en realidad si, después de su regreso Midoriko le reclamaría por la forma en que había salido de su oficina y desaparecía sin decir a donde había ido.
Si hubiera estado en la época de 1800 seguramente su reputación habría sido arruinada por haberse fugado con un hombre y la hubiesen obligado a casar con él, pero era una suerte que estuviera en épocas modernas, aunque sin duda lo único que les envidiaba a las mujeres del pasado, era que por más que sus matrimonios habían sido arreglados eran contadas las que lograban enamorase de sus maridos, era lo único que les envidiaba, el amor, ese amor que ella nunca iba a lograr tener.
Vio a Inuyasha hablar con el piloto del jet y por más que trataba de entender la conversación no pudo hacerlo, ya que ambos hablaban en un idioma que no era inglés, español ni mucho menos francés, era como griego… ¿alemán tal vez?
― ¿A dónde vamos? – preguntó Kagome cuando tomaba asiento y se abrochaba el cinturón de seguridad
―Es una sorpresa – respondió él con una amplia sonrisa
―No sabía que hablabas otro idioma –comentó ella
Inuyasha esbozó una sonrisa triste, pues desde que era pequeño su padre le había puesto un maestro para cada idioma, según él, al ser su único hijo quería prepararlo para cuando él tomará las riendas del negocio familiar, por eso a la edad de veinte años se reveló contra él y se fue a estudiar Estados Unidos donde conoció a Koga y por siguiente a su familia.
De hecho, los consideraba como parte de su familia, pues le abrían abierto las puertas de su casa y se sentía parte de ella, y más cuando la señora Higurashi le pedía su opinión o votara por cualquier cosa, era la familia que siempre había deseado tener.
Sus padres se la pasaban en viaje de negocios y el pequeño Inuyasha se tenía que quedar con una nana que estuviera al pendiente de él las veinticuatro horas del día.
―Sólo son los resultados de un padre exigente que quería preparar a su hijo para el futuro – respondió amargamente ya que no tenía buena relación con su progenitor
Kagome agachó la cabeza, pues conocía esa parte de Inuyasha, un hijo "abandonado" por sus padres que tuvo que crecer solo en las calles de Londres, por eso cuando se mudó a Estados Unidos, las cosas habían sido distintas, aun no comprendía porque quiso regresar a Londres y seguir estudiando y por si fuera poco se había llevado a su hermano.
En esos años de ausencia le habían servido para reflexionar, además que extrañaba mucho a su hermano ya que era la primera vez que se separaban.
El avión privado despegó y en unas cuantas horas llegaban a su destino, una limusina lo estaba esperando, subieron en ella y los llevó directo a un hotel, donde los empleados al verlo lo saludaban formalmente.
Kagome frunció el cejo confundida, pues no entendía porque saludaban así a un cliente y de pronto los celos se apoderaron de ella, quien sabe cuántas veces habría pisado ese hotel con una mujer distinta, seguramente para ellos ella era una de sus últimas conquistas.
― ¿Por qué te saludan de manera formal? – preguntó ella mientras Inuyasha la dirigía hacia uno de los elevadores
―Porque soy el dueño – respondió él entrando al elevador – Mi padre es dueño de una cadena de hoteles
―Ah – dijo ella sin más palabras, ahora entendía la razón de estudiar varios idiomas, seguramente también entre esas clases había una donde estudiara las culturas de diferentes países
Subieron hasta la última planta, esa no era ocupada por ningún cliente, ya que se había adaptado como una especie de departamento, era ahí donde él se hospedaba cada vez que iba de visita a ver como andaba el funcionamiento del hotel.
Inuyasha sacó una llave y abrió la puesta, Kagome se sorprendió al verlo, pues si, era como un departamento, pero con varias habitaciones.
―Esta será tu habitación – dijo él abriendo una puerta – Descansa cuanto quieras ya que mañana va a ser un día largo – se acercó a ella y le susurró al oído – No olvides nuestro trato
Ella asintió y entró a la habitación, había una cama matrimonial en medio, los muebles eran de madera fina, un hermoso tocador con cavados finos daba justo en frente de la cama, las banas eran de satín, algo le querían revelar ellas, tal vez este viaje iba a tener consecuencias que no estaba preparada para enfrentar.
Sacó su móvil de su bolso intentó comunicarse con Sango, pero una contestadora le decía que estaba fuera de servicio o que el numero estaba equivocado y que lo intentara más tarde.
Así que agarró el teléfono que estaba en el buro, le marcó a la recepcionista para que le hiciera el favor de comunicarla a Estados Unidos, le dio el número de su amiga y en segundos ya había entrado la llamada.
― ¿Se puede saber dónde estas? – preguntó enfadada Kagome – Te fuiste y dejaste mucho trabajo Kagome
―Lo siento Sango – se disculpó la joven― Pero me salió un imprevisto
― ¿Y ese imprevisto se llama Inuyasha Taisho?
―Si – respondió ella – Además me amenazó, me dijo que si no me iba con él me armaría un escándalo
Sango suspiró al escuchar esas palabras de su amiga – Por lo que veo todo el mundo te utiliza, en cuanto te amenazan rápido reaccionas a su favor
― ¿Podrías decirle a Midoriko que me disculpe? Que no fue mi intención dejarla abandonada
―No te preocupes – Sango asintió – De todos modos, ella salió de viaje y no regresa hasta la próxima semana
―Bien –dijo Kagome – Por cierto, en mi ordenador están los últimos detalles de la campaña por si los necesitas
―Ya te dije, no te preocupes y disfruta de unos días, además – añadió la joven esbozando una media sonrisa y de forma de complicidad –Recuerda nuestra platica, podrías seducirlo y luego dejarlo
―No soy capaz de hacerlo – admitió ella ya que era verdad, no tenía el valor suficiente como para seducirlo y después dejarlo
―Si puedes, más no te atreves
Ambas amigas se despidieron y Kagome colgó el teléfono.
Inuyasha no había vuelto a verla en todo el día y eso le extrañaba mucho pues no estaba en ninguna parte de la habitación, así que salió a dar un paseo por la recepción, veía como entraban y salían personas y niños, pero cuando pasó por el restaurante lujoso, se detuvo y ahí lo vio, con una mujer de cabello negro, ojos del mismo color y una mirada calculadora.
Kagome se sorprendió pues era idéntica en ella, se las ingenió para colarse en el restaurante sin ser vista y tomar asiento detrás de ellos para escuchar su conversación sin que ellos la vieran.
― ¿Qué haces aquí? – preguntó él
―Cuando logré averiguar dónde estabas no dudé en venir a buscarte
―Si vienes por dinero, estás equivocada si piensas que te lo daré – dijo él de una manera fría
―No vine a eso Inuyasha – la mujer estiró un brazo hacia él –Vine porque creo que aun podemos solucionar esto
―Por favor Kikyo – dijo Inuyasha molesto – En diez años nunca has demostrado nada, solo ser una mujer calculadora y vaya que lo fuiste
―Claro que no – ella negó – Estoy segura de que, si lo volvemos a intentar, esta vez podremos tener la familia que siempre hemos deseado
― ¿Sé te olvida que abortaste a nuestro propio hijo? – preguntó de una manera fría y llena de odio – Y que por más que te pedí que no lo hicieras terminaste por destruir esa vida que nacía dentro de ti y que era también parte de mí y con ello destrozaste mis ilusiones
Kagome se quedó muda al escuchar sus palabras, nunca había escuchado a un Inuyasha enfadado, cada palabra que arrastraba llevaba destilaba veneno.
Así que esos habían sido los motivos por los que se había divorciado de ella.
―Esos fueron los principales motivos para divorciarme de ti – dijo con profunda irritación – Regresa a casa Kikyo, no hay más que hablar
―Pero Inuyasha…
―Pero nada – frunció el cejo – Así como tú tuviste tus razones para deshacerte de nuestro hijo, yo también tengo las mías, y una de ellas es que nunca te amé, no sé porque me case con alguien como tú
― ¿No me digas que es tu amor frustrado? Esa mujer que mencionabas en sueños – dijo ella enfadada – Durante diez años no me he podido quitar su nombre de la cabeza "Kagome" "Oh te amo Kagome" – Inuyasha la miró confundido y Kikyo asintió – Si amor, hablas dormido – de pronto ella se puso de pie – No sé porque vine, pensé que podríamos regresar aun después del divorcio, pero ya veo que no – se acercó a él y le susurró al odio – Pero yo que tú no me haría ilusiones con esa niña, puede que ya te haya echado de su vida y tú ni en cuenta
Inuyasha esbozó una media sonrisa, pues su ex ignoraba que Kagome estaba con él.
―Eso lo veremos, porque por ella si vale la pena luchar – se levantó varios segundos después de Kikyo y ambos salieron del restaurante tomando caminos distintos
Un mesero se aceró a ella y le preguntó si ordenaría algo, pero la joven negó diciendo que no se le ofrecía nada, tenía muchos sentimientos encontrados, nunca llegó a pensar en él, si estaría disfrutando de su matrimonio pues se lo imaginaba feliz, cuando en realidad había sufrido y más por la pérdida de un hijo, esa pérdida que había sido provocada por su misma esposa.
Pero en esos diez años él jamás la olvidó, al decir verdad pensaba en ella, pues para que repitiera su nombre, que dijera que la amaba en sueños, significaban muchas cosas. Si se ponía en los zapatos de la esposa sin duda le pediría el divorcio.
Había salido del restaurante y subió al elevador para ir a la habitación que compartía con él, en cuanto ella entró Inuyasha ya estaba ahí, esperándola, ella se recargó en la puerta, estaba pensativa y sentía los sentimientos a flor de piel.
Esos ojos dorados siempre los había amado, todo de él amaba, aunque fuera un pequeño defecto, porque para ella, él era perfecto.
― ¿Dónde estabas? – preguntó él preocupado – Nadie te había visto en el hotel y me había preocupado
Kagome suspiró y avanzó hacia ese él.
Las únicas palabras que tenía en su mente eran "por ella si vale la pena luchar" él estaba dispuesto a luchar por su amor y ¿ella?
―Salí a dar un paseo – respondió con una sonrisa ― ¿Acaso te preocupas por lo que me hubiera pasado?
―Claro que si – se apresuró en contestar – Que explicaciones les daré a tus padres e incluso a Koga
Kagome se mordió el labio inferior y terminó por estar muy cerca de él.
―Deja de meter a mi familia en nuestras conversaciones – dijo ella – Los dos ya somos mayores para tomar nuestras decisiones, así que… ¿Qué habrías hecho si algo me pasara?
―Te responderé con dos palabras – la tomó de la cintura y la atrajo hacia él – Me moriría, sin ti me moriría
Si ella asintió para sí misma, también estaría dispuesta a luchar por él.
Pero ahora en lugar de que él buscara sus labios, fue la propia Kagome la que tomó la iniciativa, en cada beso había chispas de deseo pues sus labios comenzaron a pedir y exigir más.
Inuyasha se sorprendió por el asalto, pues nunca imaginó que ella hubiera dado esa iniciativa, la atrajo más hacia su cuerpo y al instante se sintió dolorosamente excitado por su contacto.
―Te deseo…― dijo él
Ella abrió los ojos al escuchar esa confesión, así que hizo un esfuerzo e interrumpió el beso.
― ¿Qué pasa? – preguntó Inuyasha preocupado por el repentino cambio
―Inuyasha…― ella vaciló un poco – Hay algo que debes saber
De nuevo se mordió el labio inferior, se supone que ese secreto solo lo sabía su amiga Sango y entre mujeres había toda la confianza, pero entre un hombre y una mujer… era distinto.
Ella se acercó a él y le susurró algo en el odio.
―Nunca – dijo ella un poco apenada
―Eso cambia las cosas – respondió él abrazándola más fuerte –Te prometo una primera vez inolvidable, pero no será esta noche, será hasta mañana así podré preparar todo con tiempo – esbozó una sonrisa
― ¿Qué te propones hacer?
―No te lo puedo decir ― respondió él dándole un pequeño beso en la frente
No sabía si morir de nervios o de felicidad, pues estaba a un día de estar entre los brazos de Inuyasha, justamente como se lo había imaginado hace tiempo, esbozó una sonrisa para ella misma, pues según ella, no se lo iba a dejar tan fácil y resultó todo lo contrario.
