VI. Love win.
Advertencia: Un engport bastante sin sentido, en medio de una de las primeras marchas por los derechos LGBT+.
Protagonistas: Inglaterra y Portugal.
Él día es malditamente gris, como todos los días y no era solamente porque estemos en la nublosa Londres, cada día el ambiente estaba lleno de esa decepción, esa sensación deprimente y ajetreada. La tragedia se forja cacho a cacho. En un pequeño café, está él inglés, con la mirada fija en su taza, sintiéndose tan sucio, la decepción es horriblemente notable en su rostro, todos le han dicho que tiene una oportunidad de arreglar esto. No le sorprende, siempre supo que algo MALO, algo roto, algo dañado, estaba en él. Sus hermanos, siempre se lo recordaron, y le hicieron ver con claridad. Pero ya no hay arreglo, ni cura para alguien como él.
Incluso ha asistido a la terapia, pero nada ha funcionado, porque sigue sintiendo lo mismo. La embriaguez, su corazón latiendo con fuerza, sigue fija a lo mismo.
Suena con fuerza, la campanita del café anunciando la llegada de alguien. Atraviesa la puerta, un chico encantador, sin pedir permiso se sienta en el asiento vació frente a él. Ninguno dice nada, ambos son incapaces de mirarse fijamente. Finalmente el recién llegado rompe el silencio."Sabes que no hay nada de malo, en ello, al menos a mí no me interesa lo que digan"
Lo fulmina un poco, pensando ¿Cómo era posible que solamente él pudiera ver lo que estaba mal, entre ellos dos? "No puede mentir realmente, tu tampoco lo has sentido así, siempre has soñado con alguien que te diga que eres perfecto así y ahora que lo encuentras huyes." Se riñe a sí mismo.
Un gran silencio, de nuevo.
"Tú... me has hipnotizado, sigo sintiendo lo mismo, cada que te veo, a tu lado puedo descubrir los secretos de las estrellas, la brillante luna es eclipsada por ti, tu sonrisa resuena igual a la más maravillosa melodía que la felicidad pudo entonar yo no puedo simplemente dejarlo todo porque vengan y digan que eres un parásito por sentirte así, no tiene sentido hacerlo, me importa una mierda, yo quiero estar contigo."
En Londres, mucha gente salió de su hogar, con miedo, terror, asco, valentía, fuerza para luchar por una causa, sin precedentes, que merecía ser escuchada. Posiblemente la primera marcha sobre los inexistentes derechos de los homosexuales...
Él silencio dice más de lo que quisiera, no puede echarse atrás, dejarlo todo por un amor funesto…
Y él mensaje es bastante claro para su ama-amigo...
Sin decir palabra, se levanta, saliendo, encaminándose al centro. Inglaterra, se queda sentado, quebrándose poco a poco, su cabeza duele, sabe que es lo mejor, la única forma para poder curarse, era ver al otro partir...
No lo soporta, saliendo tras él otro, con desesperación, un regusto amargo le llega, sin importarle lo que sucede a su alrededor, busca al otro, lo mira unas calles más adelante, corriendo como nunca lo ha hecho, le alcanza gritando, pidiéndole que se dé la vuelta, "A pesar de todo no puede dejarlo ir, sigo preocupado por él."
Hace varios días, en su casa en Nothing Hill, ambos charlaron sobre eso, él portugués era insistente, los rumores sobre la marcha inundaron todos los medios posibles, él mundo ese día fijaría su vista en Londres y en él. Quería evitarlo, deseaba poder ver todo de una manera distinta, pero los sentimientos de odio, negación y desprecio estaban en su interior, miles de voces opacaban a otras, más pequeñas , más bajas, las voces casi silenciosas le ofrecían el perdón, la aceptación, un mensaje de apoyo pero podía escucharlas, gritos más poderosos aplastar su esperanza.
Su viejo aliado, sonrió con la noticia del evento, pensando que por esta vez él, podría olvidar la presión y apoyar a la causa correcta. No sería la primera vez que Inglaterra pudo oponerse contra una furia mayor, pero esta no era una lucha cualquiera, una tan trascendental, que cruzaría fronteras, pero Londres enjaulada, gritaba y sollozaba. Dejando morir sus anhelos con la mierda de la ciudad.
Portugal no detuvo su paso, y él no le dejo ir, siguiendo casa paso, conforme cruzaba una calle, una tras otra, se dio cuenta de cuál era el objetivo del otro. Estaban más cerca del lugar donde empezaría aquella marcha, a lo lejos escuchaba los gritos, él sonido de objetos caer y a muchas personas irse mirando su alrededor con desconfianza. A pesar de todo lo siguió. Yendo tras él, hasta encontrarse a una sola avenida del tumulto. Se detuvo, mirando con sorpresa él espectáculo, no pudo evitar estremecerse, su amigo se detuvo, posando su vista sobre su figura.
A punto de caer en un mar de lágrimas, quería ir a su lado, pero era demasiado para él, no podía, realmente se estaba rindiendo. Una sonrisa de tristeza decoro el rostro de Portugal. Lo miro pidiendo ayuda, quería que las cadenas que sentía cargar, pudiesen ser vistas, "Y-yo no puedo" Dijo con cansancio, apenas pudo sostenerse, sus rodillas cedían, la sensación punzante en su cabeza, se volvió más intensa. Sentía desfallecer, pero no avanzo.
"Serás cobarde, Arthur". Como un látigo rozar su piel, dejando una sensación de ardor y dolor, fue el comentario, sin chistar se dirigió al grupo de gente que sostenía carteles y marchaba en perfecta sincronía.
Todo daba vueltas, sintió un mareo, el mundo caía sobre sus hombros, se sentía asfixiado.
Por un momento dio media vuelta, dispuesto a irse de allí lo antes posible, las palabras de su terapeuta destellaron en su mente, la sarna en las palabras de sus hermanos, oprimían su corazón, las miradas de asco, estaba fijas en él. Todo eso pudo admirarlo en el camino frente a él. Regreso su vista atrás y miro un grupo de gente, junto con Portugal caminar con la frente en alto, sin miedo.
Les envidio por ello, él tiempo se detuvo por un instante, cerro sus ojos, pensando en Portugal, quien siempre estuvo a su lado, limpiando cada lagrima, quien le hacía sonreír y reír, quien le entendía como nadie nunca lo ha hecho, vio que incluso los malos momentos eran recuerdos agradables, porque estuvo allí, dejo de sentirse como una escoria, en un ataque de histeria, se acercó a la multitud, busco al portugués, abrazándose de él como si su vida dependiera de ello, no dijo nada, solamente sostuvo su mano con fuerza y no se apartó de él ningún momento, esta vez lo claro que el silencio dijo las cosas, fue reconfortante para sus adentros Arthur pensaba:
"A la mierda el mundo".2017-2016 imposible que surgiera antes.
