Dio un paso hacia atrás, tropezando un poco mientras se llevaba una mano a la nariz que comenzaba a sangrar casi de inmediato y dolía horriblemente.

—¿Qué mierda te pasa? —dijo Draco, y pudo escuchar que rodeaba la isla de la cocina para ir hasta donde él, que se había apoyado en la pared, tratando de estabilizarse.

—Es lo que se merece —ah. Esa voz.

—¿Sabes qué creo que pasa? —Draco estaba cada vez más cerca de él—. Que te carcome la envidia de saber que te cagaste en tu futuro, que arruinaste la única oportunidad en tu vida para ser alguien, porque sí, Tom. No eres nadie y nunca lo serás. Así que ahora, te jodes.

Abrió un poco un ojo, viendo cómo Tom se acercaba a paso amenazante, y Draco se inclinaba hacia abajo a un lado de la puerta rápidamente, tomando un bate que guardaban allí y blandiéndolo.

—Si fuera tú, lo pensaría dos veces —siseó de una forma en la que no lo había escuchado nunca.

Tom emitió una risa escalofriante. Harry la conocía lo bastante bien.

—Qué miedo —desvió su mirada hasta el moreno, con las manos en alto—. ¿Esto fue lo mejor que pudiste conseguirte, Potter? ¿En serio?

Harry bufó, tomando la puerta.

—Acércate de nuevo y te juro que dentro de poco vas a estar haciéndole compañía a tu papá en la cárcel. Patético —empujó la madera con fuerza, pero Ryddle puso el pie justo antes de que cerrara.

—Cuando todo estalle, no quiero que vengas a buscarme, Harry.

Draco rió, y él le acompañó de vuelta.

—Tus amenazas son muy divertidas. ¿Tu mamá no te enseñó a hacerlas mejor? —dijo el rubio, luego hizo una pausa, y agregó con un tono lastimero:—. Ah, verdad que está muerta. Una pena.

Tom emitió un gruñido, y Draco, con la poca paciencia que tenía, empujó la puerta con todo su cuerpo para ayudarle, haciendo que el pie de Ryddle crujiera un poco, soltando un quejido de dolor y haciéndole reír más burlescamente al ojigris.

—¡Veamos cómo te las arreglas para bajar siete pisos con un pie roto!

Cerraron la puerta con llave, mientras Draco dejaba el bate atrás de ella y lo miraba con el ceño fruncido, ambas manos en sus caderas.

—¿No podías mirar por el puto ojo mágico, verdad?

Harry se llevó una mano hasta la nariz, de la que seguía saliendo sangre y se quejó, apoyándose de nuevo en la pared. Draco suspiró, acercándose hasta él.

—Ven, vamos al hospital. Parece que te rompió la nariz —el rubio demandó.

El ojiverde intentó negar, pero su cabeza dio vueltas. Se sujetó y trató de mirarlo con un ojo entreabierto.

—No... —tomó un respiro, arrugando el rostro—. En--el baño...de mi pieza... hay un —se quejó—, botiquín.

—¿No quieres ir al hospital? —preguntó Draco con incredulidad.

—Botiquín.

Escuchó cómo el chico suspiraba, murmurando cosas por lo bajo mientras se iba de la habitación y Harry se sentaba en un taburete, buscando una servilleta con la que limpiarse.

Apenas le encontró, se retiró la sangre de encima del labio, reemplazando su mano con ellas para frenar la hemorragia y con otra, se limpió el líquido de los dedos.

Draco regresó con una caja transparente entre sus manos, haciendo un gesto de asco al ver los papeles llenos de sangre, y dejándola encima de la encimera, yendo hacia el refrigerador.

Harry cerró los ojos, esperando la compresa fría que le fuese a pasar, que resultó ser un congelado de verduras. Suspiró, arrugando nuevamente el rostro mientras se ponía el envase encima del ojo. El bastardo le había pegado justo entremedio del inicio de la nariz y la cuenca. Genial.

Draco se posó adelante con las manos en las caderas y el pelinegro lo miró confundido. Lo poco que podía verle.

—Sácate esos papeles, por el amor de Dios. Tienes algodón aquí —apunto con la barbilla a la caja. Luego puso un gesto de hastío y la alcanzó, abriéndola y entregándole un pedazo—. Ten.

Harry se sacó el papel, botándolo en el cesto de al lado y reemplazandolo con el algodón que le estaba ofreciendo el rubio. En el fondo ahora sonaba "Welcome To The Jungle", y sus dedos se rozaron cuando tomó el objeto de sus manos, para Draco comenzar a rebuscar en la caja.

El moreno taponó sus orificios, y el ojigris ya estaba frente a él con una crema, gasas, y solución salina.

—Quítate eso —dijo, refiriéndose a la compresa—. Ven.

Harry no entendió de inmediato, pero mientras se enderezaba en la silla, y Draco empapaba una gasa con el líquido transparente, comprendió que quería limpiar la piel abierta. Frunció el ceño.

—Puedo hacerlo yo —ofreció.

El chico levantó una ceja.

—¿Sí? Dime dónde están tus heridas —Harry no respondió—. Pierde el orgullo del que tanto te quejas de mí, y déjame hacerlo yo.

No se movió, mientras Draco se inclinaba hacia él, acercándose y retirando con una suavidad inesperada su flequillo desde su frente, haciendo que Harry se encogiera en su lugar al ver cómo sus fríos orbes se clavaban en la gran cicatriz que descendía desde la línea de su cabello hasta poco más abajo de su ojo, pero no comentó nada, simplemente empezó a pasar el líquido encima de la piel expuesta, por sobre el puente de su nariz, bajo el ojo y en la ceja.

—Así que... —dijo, para luego aclararse la garganta— Tom--

Se cortó, y Harry volvió a abrir sus ojos, para encontrarse con su expresión impasible, fijada en sus heridas. Tenía unas pequeñas pecas casi imperceptibles repartidas por su rostro, una pequeña cicatriz en su ceja que delataba un piercing que ya no estaba allí, y sus ojos eran... se veían diferentes. No eran del tipo de gris que tenía subtonos azulados, no. Eran puramente grises, como el mercurio; un ojo un poco más oscuro que el otro.

—¿Tom...? —preguntó, retomando la oración.

Draco se mordió el labio, tomando la pomada anti inflamatoria y untándola en sus dedos.

—No sé cómo preguntar esto —habló bajo, mirando que tomara la cantidad correcta de crema. Harry frunció el ceño. Luego se quejó por el dolor.

—¿Preguntar qué?

El rubio se dirigió hasta el contorno de su ojo, untando cuidadosamente la pomada, haciendo que el pelinegro sintiera sus fríos dedos encima de su piel.

—Bueno, por lo que parecía, él y tú...

—¿Él y yo...?

Ahora estaba trabajando por el puente de su nariz, donde el golpe había sido más fuerte.

—No entres en pánico si no es así —advirtió—. Pero parecía que ustedes follaban. Y está despechado.

A Harry le tomó un par de segundos procesar eso. Le habían dicho muchas cosas en su vida, pero jamás pensó que...jamás creyó que él y Tom--o sea, era guapo, y todo eso, pero eso no quería decir que...ellos no--

—¡No! —exclamó—. No, no, no. Nunca ha habido nada entre él y yo. Ni entre yo y ningún hombre, solo no... no soy--

Se cortó antes de terminar, haciendo que Draco elevara una ceja, tomando un poco más de pomada y cortando el contacto.

El rubio no respondió nada, mientras Harry tragaba, reconsiderando sus palabras y dándose cuenta que había sido un poco...brusco, y no era que le molestara, o sea, no era que en sí eso le molestara. Si no que él no lo era.

—No es que... —dijo, antes de que pudiera arrepentirse— no es que tenga nada en contra de eso, o que me moleste ni nada, o sea--

—¿Mientras no lo hagan en frente tuyo? —preguntó Draco con amargura.

—¡No! —aseguró rápidamente—. No, me da igual. Me da igual, que hagan lo que quieran, es su vida.

—Seguro —susurró, volviendo a aplicarle la pomada.

—En serio —Harry habló con un tono más suplicante—. Supongo que-- —suspiró— Mis padres... fueron asesinados.

Draco dio un paso hacia atrás, luciendo totalmente perdido. Era gracioso, si se ponía a pensar, el cambio tan abrupto de tema, pero era la única forma de que entendiera. Harry volvió a poner la compresa encima de su ojo.

—Ellos eran activistas —confesó con una calma impresionante. Solo una vez había hablado de esto antes—. No tengo muy claro por qué exactamente luchaban. Pero por el medio ambiente, los derechos humanos. Estaban en contra de cualquier tipo de discriminación, homofobia, racismo, misoginia —explicó con un ápice de tristeza, desviando la mirada—. En su memoria, no puedo ser un hijo de puta. Así que no, Draco, no--me da igual. O sea, no en el sentido de que si veo que se está cometiendo una injusticia no haré nada al respecto, pero no...no me molesta.

Un pesado silencio se extendió entre ambos, y Harry se sentía más incómodo con cada segundo que pasaba, mirando la ciudad a través del ventanal y mientras la canción sonando ahora era una lenta. Elvis Presley, al parecer. No podía reconocer cuál de todas era, estaba más preocupado en no morir de vergüenza. Tomo su flequillo, para que volviese a su lugar, pero Draco lo detuvo, tomando su mano y bajándola.

El agarre era firme, y sintió cómo todos los vellos de su nuca se erizaban de inmediato, y su presión parecía bajar un poco al ver la expresión suave en el rostro ajeno cuando lo volvió a mirar.

—Es genial —dijo, y al principio Harry no entendió, pero el rubio apuntó a su frente—. La cicatriz.

La cara le ardía, estaba consciente de ello. Nadie jamás había comentado nada sobre su cicatriz.

—Es gigante... —murmuró con vergüenza.

—Por lo mismo —el chico se encogió de hombros, cambiando el peso de su cuerpo sobre el otro pie—. Da igual cuánto trates de ocultarla, se sigue viendo que hay algo allí, lo que pasa es que la mayoría de la gente es demasiado educada para señalarlo —volvió a apuntarla—. Así, descubierta, es...genial. Parece un rayo de una tormenta eléctrica. No se te ve mal, al contrario.

Harry tragó en seco, sin saber realmente qué decir, y digiriendo sus palabras. Toda su vida había tratado de ocultar su cicatriz. La encontraba fea, y le traía malos recuerdos, pero quizás...quizás tenía razón. Quizás no lo estaba diciendo por lástima, o pena. Si no, ¿para qué aconsejarle que la muestre, si no lo creyera en verdad? No, tenía que ser auténtico. O eso pensaba, no sabía.

—No lo pienses tanto, Potter —rodó los ojos—. Haz lo que quieras, me da absolutamente igual. Era solo un consejo.

—Gracias —dijo Harry rápidamente, dándole a entender que no le molestaba. Luego frunció el ceño—. ¿Por qué me dices así?

Draco juntó sus cejas también, caminando nuevamente hacia donde estaba el botiquín y guardando las cosas.

—¿Tu apellido es Potter, no es así?

—Sí, pero... aquí nadie se dice por el apellido —Harry sonrió un poco a modo de burla—. ¿Es una costumbre de gente rica o...?

El rubio resopló, encaminandose al baño.

—No nos tenemos tanta confianza, Potter —le dijo sin voltearse.

—¡Pero ya me has dicho Harry! —gritó, recibiendo un dedo medio—. Y ni aunque así fuera, estamos en la misma banda. ¡Vivimos juntos!

—¡Me importa una mierda!

Draco se perdió en su habitación, para solo regresar unos minutos más tarde e imitar la misma postura que cuando iba a limpiar sus heridas.

—Muéstrame.

Harry se retiró la compresa con un gesto de dolor y Draco se inclinó para ver la zona afectada más de cerca.

—No te va a quedar tan morado —ladeó la cabeza, inspeccionando su nariz—. Y al parecer no te rompió la nariz —se paró nuevamente y recién ahí el moreno se dió cuenta de lo cerca que estaban—. ¿Te das cuenta que se pudo haber evitado todo esto si tan solo hubieses mirando antes de abrir la jodida puerta?

Él rodó los ojos, volviendo a cubrirse la cara con hielo.

—Perdón por no estar pendiente de que algún psicópata quiera matarme.

Draco suspiró, apagando la radio y retirando su plato de comida. Genial desayuno. Hurra.

—Reconozco que esto significa que la entrevista ya salió al aire —comentó el rubio sus espaldas, empezando a lavar la loza.

Harry se giró en el taburete para verlo. Estaba en ropa totalmente casual, pantalones de buzo grises y un suéter negro, que le quedaba grande. Pero no se le veía mal. Es que honestamente, nada podía llegar a verse mal en él. Era casi irritante.

—Supongo. A Tom nunca le ha gustado que no le presten atención —suspiró—. No creo que le haya hecho gracia que no le hayamos tomado el peso a su venganza. Y que la gente nos haya creído.

Draco se volteó hacia él, apoyando los antebrazos en el mesón y manteniendo contacto visual con su único ojo.

—Yo aún no supero la decepción de saber que era mentira. Sigo esperando mi orgía.

Sabía que era una broma. Y que allí iba una risa, pero Harry fue incapaz. Tragó en seco, ahuyentando cualquier imagen inapropiada y sintiendo cómo nuevamente un leve rubor se expandía por sus mejillas. Draco sonrió, levantándose hasta una posición normal. Golpeó la encimera, rodeando la isla.

—Estaré en mi habitación. No me molestes.

No pensaba hacerlo.

Hace bastante tiempo que Harry no tenía una noche en vela.

Y es que apenas su espalda tocó el colchón, rememorando su día, se dió cuenta de algo.

¿Por qué demonios Draco creería que Tom y él habían tenido algo? O sea, ¿por qué? ¿Qué había hecho él para que creyera eso? No entendía.

¡Le había roto la nariz hace un tiempo atrás! ¡Y Draco lo sabía! Una persona normal pensaría que se odiaban, no que se traían algo. O follaban. O lo que sea.

Rodó en la cama, quejándose porque olvidó que ahí estaba el moretón y resignándose a mirar el techo, frunciendo el ceño.

¿Acaso había un rumor o algo así? ¿Tom había dicho algo? ¿O él tenía una cosa que dijera que era gay? ¿Su forma de ser? No sabía.

Dejó salir una respiración exasperada.

No es que le importara. O sí. Solo nunca se había sentido atraído a ningún hombre, o algo así. Seguro, reconocía su atractivo, podía asegurar y decir cuando eran guapos o con un buen cuerpo, no era ciego. Y quizás si pensaba en besar a uno no le causaba un desagrado gigante. No es que quisiera. Pero no era terrible. Eso no lo hacía gay, ¿verdad?

Trató de imaginarse tocando otro hombre, sin rostro, y arrugó el gesto. No, no le llamaba la atención. Le gustaba tener relaciones con mujeres, sí. No podía imaginarse en las mismas situaciones con otro hombre.

Luego intentó pensar en Tom, en cómo durante años había pensado que era atractivo. Intentó pensar en ellos en alguna situación comprometedora y no--no por favor, no.

Se giró hacia el lado en el que no doliera, llevándose una mano hasta la boca para morder sus uñas. No era una costumbre, pero en ese caso era necesario.

¿Había sido alguna actitud del mismo Ryddle? Podría ser. Nunca lo vio con ninguna chica. Quizás él si era gay. Pero, ¿que le gustase Harry? Eso era lo difícil de creer. No solo porque se llevaran mal, si no porque él era...él. Blaise era mucho más atrayente. O Draco. Si fuera como Draco, sería algo que daría por hecho.

Trató de dormir, pero los pensamientos no se callaban, así que se levantó a hacer lo único que sabía hacer cuando el insomnio le atacaba. Escribir

Finalmente cedió a eso de las 5:20 a.m.

El día siguiente, se levantó demasiado tarde para volver a desayunar con Draco, y sinceramente, creía que eso era lo mejor. Así que se sentó en la encimera, comió leche y cereal con tranquilidad, mientras avanzaba en la canción que había empezado en medio de la noche.

Unas horas después, y sin haberse movido de su posición, Harry sacó su teléfono, escribiéndole a Hermione.

"Qué tal la entrevista? Han dicho algo?"

Guardó su celular nuevamente en el bolsillo de su pantalón, mirando el techo, e ignorando las mismas dudas de anoche.

—¿Quién es "ojos azules"?

Dió un pequeño salto en la silla, una corriente eléctrica recorriéndole de pies a cabeza al escuchar cómo Draco susurraba a un lado de su oreja, bajo, y sin aviso. El rubio lo rodeó, sin dedicarle una mirada mientras comenzaba a llenar la tetera. Harry, aturdido, negó.

—¿Hace cuánto estabas ahí? —preguntó, un poco desorientado—. Jesús, ni siquiera te oí llegar.

Draco lo miró por encima del hombro, con un asomo de una sonrisa.

—Was it all just a plan? My memories of you won't last. I'm gonna forget you. You and your eyes blue —repitió las palabras de la hoja—. ¿De quién te quieres olvidar?

Harry bufó.

—Solo rimaba.

El ojigris puso el artefacto en el fuego, voltéandose hacia él.

—¿Qué hay de la canción de la otra vez? —preguntó y el moreno tuvo que hacer memoria.

—Ah —se rascó un poco la cabeza—. Nunca supe cómo continuarla.

No se perdió cómo los orbes ajenos seguían el recorrido ahora expuesto de su cicatriz, sonrojándole, ni cómo Draco le daba una pequeña sonrisa aprobatoria. No es que lo hubiese dejado así por él. Por supuesto que no.

—¿Me dejas ver?

Harry se mordió el labio, asintiendo un poco y comenzando a buscar la hoja donde estaba ese escrito, girándola en la mesa hacia Draco.

El rubio se reclinó en la encimera, haciendo que el cabello cayera encima de sus ojos al leer, trazando suavemente con sus dedos cada letra mientras tamborileaba con la mano libre, creando un ritmo. Le ponía nervioso. El estar mostrándole eso a alguien más.

—Sigo manteniendo mi visión de que esto podría ser una canción de amor. O desamor —dijo Draco después de un rato, sin levantar la mirada. Recién ahí el ojiverde se dió cuenta que había estado mirando fijamente—. Ya sabes, no lo sé, se podría agregar algo como:

I'm afraid that everything were just a dream. And I keep saying to myself in my sleep... —tarareó un poco, pensando— Eh, ¿You are gonna become a ghost someday?

Harry se llevó una mano a la barbilla, pensando por un minuto y apartando la mirada, viendo por la esquina del ojo cómo el rubio era el que le observaba ahora.

—Mejor, que sea algo dudoso. Con miedo. No despechado —Draco rodó los ojos y Harry sonrió levemente—. Mhm...¿There's is no way that you become in a ghost, is it?

—Me gusta —asintió, volviendo a mirar el cuaderno—. There is no way, that you become un a ghost, is it?... You gonna come back someday, walking through the door.

Draco extendió la mano para que el pelinegro le pasara el lápiz, cosa que hizo de inmediato, viendo cómo el chico se ponía a anotar lo que dijeron, cosa que a Harry francamente ya se le había olvidado.

—I'm afraid that everything were just a dream. And I keep saying to myself in my sleep. There's no way that you become in a ghost, is it? You gonna come back some day, walking through the door —volvió a tararear, asintiendo—. Este podría ser el coro.

La tetera hirvió y Draco se giró de inmediato, apagándola. Harry siguió cada movimiento con la mirada, cómo se veía...cómodo. No parecía fuera de su elemento, o cómo si recién estuviese adaptándose a vivir allí. No, lucía cómo si viviesen juntos desde hace años.

—¿Quieres té? —preguntó, sirviéndose él. Harry parpadeó un par de veces.

—Seguro.

Draco sacó otra taza del mueble, estirándose un poco para alcanzarla y dejando al descubierto una considerable porción de piel en su espalda, revelando unos hoyuelos en la parte baja, que Harry tuvo que obligarse a no mirar, ni eso, ni lo lechosa de su piel, o cómo si bajaba un poco más la vista, se encontraría con su trasero y--

—¿Sabías por qué es una tradición tomar té en la cultura inglesa? —preguntó, interrumpiendo el curso de sus pensamientos. Harry lo miró, negando— Los británicos cosecharon eltérobado deChinaen las tierras indias en su dominio. Y poco a poco, tomarté, a lascuatro de la tarde, se convirtió en un ritual de la alta sociedad,porque solo algunos podían adquirir tan preciada y cara especie.

Draco le tendió la taza con una media sonrisa que cubrió rápidamente con su propio brebaje y Harry se permitió maravillarse un momento con ese tipo de cosas que eran tan...él. Elevó las cejas.

—No tenía idea.

—Es porque eres un ignorante.

El pelinegro rodó los ojos, tomando un sorbo y volviendo a centrarse en el cuaderno, tratando de encontrarle una buena melodía. Suspiró, levantándose. Draco lo miró interrogante pero no comentó nada, mientras Harry iba hacia su habitación en busca de su guitarra

Cuando volvió, el rubio tenía una expresión pensativa en el rostro, ahora mirando él la libreta, tocando la encimera con la yema de sus dedos.

—Estaba pensando--

—Dos palabras que nunca pensé que podrían salir de tu boca.

Draco entrecerró los ojos, arrugando la nariz.

—Estaba pensando que... aquí llevas dos canciones de desamor, ¿verdad? —Él preguntó y Harry se encogió de hombros.

—Supongo.

—Bueno, parecen estar conectadas entre sí —comentó, tomando de su té—. Así que se puede, o sea... ¿por qué no hacer un álbum que cuenta una historia?

Harry frunció el ceño, mientras miraba cómo el chico lo miraba con una leve duda mordiéndose el labio. Se cruzó de brazos, inclinándose hacia atrás y pensando.

—No sé cómo podríamos hacer que eso funcione —dijo honestamente—. ¿Qué historia estaríamos contando en primer lugar?

Draco arrugó la frente y Harry no debería pensar que eso resultaba encantador.

—No lo sé —murmuró—. Podría empezar con lo típico, canciones de amor--

—No tocamos ese tipo de cosas —lo interrumpió, haciendo que el rubio pusiera los ojos en blanco.

—¿Sabes que Crazy es una canción de amor, verdad? —su cara volvía a ser seria.

—Es distinto.

—Y esto también puede serlo. No es necesario que sea una mierda cursi.

Harry se llevó una mano a la barbilla, mientras Draco parecía perdido en sus pensamientos, y ambos no hablaron por un buen rato.

Era una buena idea, la verdad. No recordaba saber de muchos álbumes que contaran una historia consecutiva con cada canción, y no le hacía daño a nadie intentarlo. Posó una mano en el cabello que le había caído a la frente para retirarlo, y pasó a rozarse la herida, emitiendo un quejido por lo bajo.

Los ojos de Draco estaban nuevamente sobre él, inexpresivos, y Harry se encogió ante su mirada.

—Quedó mucho menos morado de lo que esperaba —comentó, pasando su vista por la extensión del moretón—. Deberías ponerte más pomada. Dios, ese tipo Ryddle te pegó con toda la fuerza que podía.

Esbozó una media sonrisa, que se desvaneció un poco al recordar la pregunta que el rubio le había hecho él día de ayer. Draco pareció captar el cambio en su gesto, porque ladeó la cabeza, preguntando con sus cejas arriba qué le pasaba. Harry se aclaró la garganta.

—Eh... —empezó, sin estar seguro de qué decir realmente— ayer--

—Ah, esto es lo que dije acerca de Tom y tú, ¿no es así?

Fue dicho con tanta seguridad y arrogancia que casi deseó negarlo, pero no lo hizo. Resopló, sin responder.

—Típico de los hombres heterosexuales. Haces una implicación sobre su orientación y se escandalizan —susurró para sí, desviando la mirada.

Y entonces, Harry pudo ver cómo cada línea de su cuerpo se tensó, dándose cuenta de lo que acababa de decir. El ambiente de la habitación se hizo más sofocante, y el moreno no tenía idea qué era correcto de hacer a continuación. Estaba seguro, que Draco no se había incluido en el grupo de hombres "heterosexuales", y a él sí. Se quedaron quietos por unos largos segundo, procesando la información.

Luego el ojigris bajó sus hombros, cómo símbolo de derrota y dando un paso hacia atrás, evitando cualquier tipo de contacto entre ambos.

—Supongo que este es el momento en el que me dices que me vaya a la mierda de tu apartamento —dijo agriamente—. Era demasiado bueno para ser verdad.

Harry frunció el ceño instantáneamente mientras un peso se instalaba en su estómago y comenzaba a negar frenéticamente. No sabía dónde ésta información los dejaba, si le incomodaba, o algo así, pero lo que si tenía claro es que no quería que Draco se fuera. Le caía bien, le ayudaba con la renta y definitivamente necesitaba de su ayuda. No era un hijo de puta. No quería que de marchara.

—No, Draco —dijo rápidamente—. Te dije ayer, que no me molestaba. No quiero que te vayas.

—Es diferente tener a uno viviendo bajo tu techo —replicó con acidez.

Harry se levantó de su lugar, plantándose frente a él y tomándolo de los hombros.

—Mira, quizás no lo entiendo, ¿sí? —le dijo, y Draco sonrió sin humor—. Nunca he conocido a nadie gay cómo para saberlo, pero —hizo énfasis en el pero—, ¿ves esto de aquí? —apuntó a su frente, dónde estaba la cicatriz, Draco siguió los trazos con la mirada—. Mi primo a los doce años con su pandilla, decidieron que era muy gracioso que yo siempre me escabullera cuando él y sus amigos me buscaban para molerme a golpes. Y yo, niño y tan, tan estúpidamente ingenuo, me denominaba a mi mismo "Flash" por un cómic que leí en la biblioteca de la escuela —tragó en seco, tratando de eliminar los recuerdos—. Así que un día, se dividieron, me hicieron una encerrona de camino a casa y me sujetaron mientras con una cuchilla me dibujaban esta cosa. A los doce años —repitió, tomando un poco de aire—. La gente a la que Dudley maltrataba eran débiles, y le hizo la vida imposible a niños negros, pequeños y, según lo que él denominaba, "maricones". No quiero ser esa persona. Jamás, Draco. No me conviertas en esa persona.

El agarre en los hombros ajenos se había intensificado, por lo que se obligó a relajarse, y el rubio lucía genuinamente sorprendido, su boca abierta. Harry de pronto se dió cuenta de que acababa de contarle algo que solo Molly sabía, y su rostro se volvió rojo. Lo dejó ir, volteándose.

Al menos, esperaba que su punto hubiese quedado claro.

Vio cómo Draco estuvo a punto de hablar, pero su teléfono comenzó a sonar en sus pantalones, por lo que se apresuró en tomarlo. No quería escuchar lástima. No quería seguir esa conversación.

—¿Diga? —dijo, colocando el celular en su oreja, rodeando la encimera y volviendo a dónde estaba a salvo antes.

—¡Lo hice! —la estridente voz de Hermione resonó por el auricular, por lo que lo alejó de su oído de inmediato.

—¿Qué? —preguntó confundido, viendo de reojo cómo Draco lo miraba con atención—. ¿Esto tiene que ver con la entrevista?

—¡Exacto! —gritó ella con alegría—. Los voy a reunir a todos. Hoy. Te mando la dirección por mensaje. Nos vemos.

Y con eso, la castaña cortó. Harry cerró el celular sin entender nada y tratando de que la conversación anterior realmente haya llegado a su fin.

Draco rodeó la isla, tal y como ayer, plantándose delante. Harry lo examinó cautamente.

Quizás un poco más de lo debido.

—Bueno, ahora creo que es aún más genial —dijo con seguridad y con tono infantil—. Es una cicatriz de guerra.

Tenía el mentón elevado con aire petulante y Harry rodó los ojos, su cuerpo completo se relajó. Chasqueó la lengua, asintiendo un poco.

—Hermione quiere que nos reunamos hoy —informó, tratando de cambiar de tema—. Me mandará la dirección por mensaje.

—Es mejor que te pongas esa pomada ahora, entonces —dijo Draco cómo si nada. Cómo si no acabaran de confesarse el uno al otro unos cuantos secretos—. Voy a buscarla.

Harry asintió de nuevo, sentándose en el taburete y viéndolo marcharse. Aún no sabía qué le hacía sentir la confesión del chico, pero lo que el resto de hombres debería sentir, el asco, nunca llegó.

—¿Y Harry? —Draco llamó desde su baño.

—¿Sí? —preguntó en el mismo tono.

—Gracias.

Un sentimiento cálido se extendió por su pecho, haciéndolo sonreír contra su voluntad.

—Si sigues agradeciéndome me voy a terminar acostumbrando —canturreó.

El rubio bufó audiblemente.

—Idiota.

(1)Was it all just a plan?

My memories of you won't last

I'm gonna forget you

You and your eyes blue:

¿Fue todo un plan?

Mis memorias de ti no durarán

Te voy a olvidar

A ti y a tus ojos azules.

(2) You are gonna become a ghost someday?

¿Te vas a convertir en un fantasma algún día?

(3) I'm afraid that everything were just a dream

And I keep saying to myself in my sleep

There's no way that you become in a ghost, is it?

You gonna come back some day, walking through the door:

Me da miedo que todo haya sido solo un sueño

Y me sigo diciendo al dormir

No hay manera que te conviertas en un fantasma, ¿verdad?

Vas a volver algún día, atravesando la puerta.