CAPÍTULO VI
Hermione fue vencida por el sueño entrada la mañana y despertó poco antes del medio día para corroborar que Draco no había llegado a dormir y la humillación por su matrimonio fracasado a los tres meses, cayó sobre ella como agua helada.
El orgullo era lo que la había obligado a bajar la noche anterior. No había querido que la gente se enterara que habían discutido y dijera que Draco no era feliz con ella, que se había equivocado al casarse con una nacida de muggles que no estaba a la altura de las centenarias costumbres de los sangre pura.
Ella lo amaba, pero eso no había sido suficiente para hacerlo olvidar el pasado. Ron se lo había advertido. En aquel momento le había parecido cruel pero cuánta razón había tenido. "No creas que se enamoró de ti. Lo que ocurre es que está solo en esa casona vacía", había rematado al final del vociferador. Ahora sabía que era verdad. Draco no la quería, ni antes ni ahora. Lo que habían vivido no significaba nada para él. Porque él pertenecía a Pansy. Aún pensaba en ella y quizá la sentía en la casa como también lo hacía Danny. Los elfos continuaban obedeciendo sus órdenes y se preparaba para comer lo que a Pansy le gustaba, sus flores preferidas adornaban las habitaciones, su ropa estaba lista para ser usada en aquel vestidor. Pansy era aún la señora de Malfoy Manor, la señora de Draco Malfoy. Hasta Narcissa la añoraba. Hermione era una intrusa en un mundo donde todos la compraban con Pansy y jamás se liberaría de ella. Porque ella pudo haber luchado contra magos oscuros, pero no podía contra una muerta; eso se salía de sus posibilidades.
Hermione se levantó y corrió las cortinas. Los elfos habían recogido todo, ya no había rastro de una fiesta. Hubiera deseado que fuera lunes para ir a trabajar y olvidar un poco lo que había pasado, pero era domingo.
Necesitaba ver a Draco para hablar con él. Frith le dijo que se había marchado después de desayunar, así que decidió ir a casa de Theo para saber si Draco estaba con él pero no era así.
—Draco no vino a dormir… —le confesó sin poderlo evitar, tal era su angustia—. Necesito saber si dijo algo después de que todos se fueron.
—Él se metió en la biblioteca. Yo vine a casa. No sé nada más.
—¿Adónde crees que pudo haber ido? Tengo que explicarle —Theo se mantuvo en silencio—. Él cree que lo hice adrede —su voz se quebró—, que ha sido una broma, una horrible y lamentable broma.
—No, Hermione, no es así.
—Tú no viste sus ojos, no viste sus gestos. Ni una sola vez me dirigió la palabra.
—Porque no hubo ocasión, con toda esa gente ahí. Pero, si bien es cierto él estaba diferente, no es por lo que dices. Lo conozco bien.
—Si Draco me cree capaz de gastarle una broma de ese tipo, tiene entonces el derecho de pensar de mí lo que sea y a pedirme el divorcio —unas lágrimas recorrían sus mejillas. Theo se quedó perplejo.
—¿Qué dices, Hermione? No sabes lo que dices. Nada es como crees.
—Theo, es evidente que ambos cometimos un error al casarnos. Él no me quiere ni lo hará nunca porque quiere a Pansy, no la ha olvidado. Fue, es y siempre será Pansy…
Theo se llevó las manos a la boca y en sus ojos había más que sorpresa, angustia.
—Hermione, por favor, cálmate —la tomó de los brazos.
—Lo siento, Theo —se soltó de su agarre—, pero no deseo hablar más de esto. Y por favor, no me sigas.
Hermione se regresó a la casa por la chimenea con los ojos y el rostro hinchado de llorar. Lo peor es que sentía que no iba a volver a ver a Draco, que la había abandonado. Aún así, tenía una conversación pendiente y no dudó en dirigirse al ala oeste, donde adivinaba que estaría Danny y quien probablemente sabría que Draco no había pasado la noche con ella y que ambos habían desempeñado una farsa la noche anterior. Lo sabía porque ese había sido precisamente su objetivo. Su actual dolor era el triunfo de ella y de Pansy.
Corrió hasta el cuarto de Pansy y ahí la vio, de pie junto a la ventana pero, al igual que ella, con los ojos hinchados y el cadavérico rostro más ojeroso y pálido que nunca.
—¿Qué desea? —preguntó con voz apagada.
Hermione se encontró confundida. Creía que Danny estaría sonriente, feliz, como la había visto la noche anterior. Aún así no se dejó engañar.
—Estará satisfecha —le dijo entrando al dormitorio—. Consiguió lo que se proponía.
—Estábamos perfectamente bien sin usted —respondió—. Nadie acá la quiere. Ni siquiera el señor. Él no es feliz con usted.
—En Italia éramos felices.
—¡Hombre al fin y al cabo! —rió con desprecio—. No hay ninguno que le haga ascos a una luna de miel, menos él que aún es muy joven. ¡Qué son veinticuatro años!
—Usted me hizo ponerme aquel traje anoche y con eso ha causado un gran dolor y sufrimiento en Draco y en mí. ¿Cree que con eso logrará que Pansy vuelva?
—¿Qué me importan a mí sus sufrimientos? ¡Ha sido usted quien trató de suplantar a mi señora!
—¡Nunca cambié nada! —le dijo alzando la voz.
—Pero se ha sentado en sus sillas, tocado y usado sus cosas. Frith y Glondy la llaman "señora" mientras mi señora, con su sonrisa, su belleza y su manera de ser está muerta y olvidada en la cripta familiar. Si él está sufriendo, lo tiene merecido por haberse casado con una sangre sucia cuando no había pasado ni un año. ¡Qué lo pague! Bien lo decía ella: "Danny…¡me la pagarán!" y yo le decía: "Claro, ¡no van a salirse con la suya! ¡Usted nació para pasarlo bien!"
Hermione trataba de no poner atención a aquellas palabras pero la semielfa hablaba sin parar, con el rostro enrojecido por la ira.
—¡Era hermosa, orgullosa y decidida! Fue así desde pequeña. Yo era su niñera, como bien sabrá; siempre hizo lo que quiso y vivió como le pareció. Nada ni nadie le importaba. ¡Nadie pudo nunca con ella! Al final, fue el viento el que la venció...
Se interrumpió para empezar a llorar ruidosamente. Hermione ya no le temía pero no sabía qué hacer pues aquel espectáculo la hacía sentir enferma.
—Será mejor que vaya a su cuarto a descansar —murmuró.
Danny se volvió como una fiera y le dijo:
—¡Déjeme en paz! Yo no soy como usted que se encierra en su dormitorio a llorar o como el señor que se pasea en la biblioteca para mitigar su dolor.
—¡Él no hace eso!
—Lo hizo cuando ella murió. Usted no sabe nada de él, tampoco sabe lo que es ser una verdadera señora. Me gustaría saber qué pensó el señor cuando después de su encantadora luna de miel la trajo a la mansión, cuando la vio sentada en el comedor por primera vez. ¡Jamás podrá suplantar a mi señora! Ni siquiera los elfos querían servirle, a usted, ¡una sangre sucia! Por eso tuve que contratar a Glondy, una elfina que no estaba ligada a esta casa ni a alguna familia sangre pura. Por más que quiera dárselas de heroína, nunca dejará de ser eso, ¡una sangre sucia inmunda! Y no me importa si corre llorando a decirle al señor que Danny le ha faltado el respeto. Igual que cuando vino el señor Blaise.
—¡Mentira!
—¿Quién si no? Los elfos me obedecen a mí, así que ellos no fueron. Fue entonces cuando decidí darles a él y a usted una lección. No me importa si sufren. Por qué no he de ver al señor Blaise en la mansión si es lo único que me queda que me recuerde a mi señorita. Por lo visto no se le han olvidado los celos. —Hermione se extrañó. ¿Celos?—. En cuanto la veía un hombre se enamoraba de ella, pero a ella todo eso la tenía sin cuidado. "Viviré como quiera, nadie me lo impedirá" —me decía—, y se reía de todos esos que la conocían en Londres y luego la visitaban en la glorieta, se bañaban con ella en el lago y mucho más. Todo no era más que un juego para ella. Todos estaban celosos, todos, porque todos estaban enamorados.
Hermione entendía ahora la enemistad de Draco y Blaise luego de haber sido tan unidos. Danny debía tener algo de razón en lo que decía por el tono que Draco había usado la vez que prohibió a la semielfa que Blaise la visitara. Danny se acercó a ella y a pesar de la diferencia de tamaños, se sintió intimidada nuevamente.
—¿Por qué no se va de la mansión? Acá nadie la quiere. El señor no puede olvidar a mi señorita, quiere quedarse solo con ella otra vez, como antes. La que debiera estar muerta es usted y no ella, no la verdadera señora de Malfoy Manor —Danny la había ido arrinconando hasta llevarla a la ventana, que se encontraba abierta. Hermione se sostuvo de la barandilla—. ¿Por qué no salta? Sería una muerte rápida y sin dolor. No como la del que se ahoga —Hermione se asomó, presa de cierta obnubilación debido a la altura—. Usted no es feliz aquí, el señor no la quiere. ¿Para qué quedarse? Salte y termine con todas sus desgracias de una vez —Hermione veía las planas y lisas losas de la terraza y sentía vértigo, y le dolían las manos por el agarre—. ¡Salte! No tenga miedo —insistió.
De pronto, las dos se vieron sorprendidas por el chasquido de la aparición de un elfo doméstico. Hermione se asustó viendo el lugar donde Glondy, con ojos brillantes y su siempre buen humor, le informó que el almuerzo ya estaba servido. Con el corazón aún palpitando con fuerza por lo ocurrido, bajó al comedor pero apenas probó bocado.
~ oOo ~
Luego de estar cerca de una hora sentada en la terraza con la mirada perdida, Glondy se acercó y le dijo que Draco estaba en la biblioteca. Ella se levantó inmediatamente para ir en su busca. Necesitaba aclarar las cosas con él.
Draco estaba con expresión cansada y desvalida, el cabello revuelto y las mangas de la blanca camisa dobladas hasta el codo, una apariencia que no era común en él, ni siquiera para un domingo. A su lado en el piso, un pergamino arrugado. Se acercó lentamente pero él seguía perdido en sus pensamientos por lo que ella le tomó una mano y la presionó entre las suyas.
—Draco… —le dijo en voz baja—. Lo siento mucho… Sé que piensas que lo hice a propósito pero no fue así… Draco… yo te amo… No puedo pedirte que me ames también, porque sé que eso es imposible, pero podemos ser amigos. No tienes por qué pasar solo ese sufrimiento de haberla perdido. Quiero ayudarte, puedes compartir tus penas conmigo. Por favor, déjame ayudarte.
—Es demasiado tarde —murmuró.
—No, Draco, no lo es…
—Sí… Hemos perdido las pocas posibilidades de ser felices. Lo que siempre he temido, lo que ha sido mi pesadilla día y noche ha ocurrido. Pansy ha ganado. Estaba escrito que tú y yo no fuéramos felices.
—¿Qué quieres decir?
Draco fijó su mirada en ella y fue él esta vez quien tomó las dos manos de ella y después de besarlas, lanzó un muffliato y le dijo:
—Su sombra se interpone entre nosotros. Su maldita sombra nos separa. Cómo iba a poder abrazarte así, mi amor, mientras el miedo no me dejaba vivir. Siempre recordaba aquella sonrisa sarcástica y falsa que me lanzó poco antes de morir. Ella sabía que al final, ganaría.
—No te entiendo.
Draco abrazó a Hermione y escondiendo su rostro entre su cabello, murmuró:
—No hubo tal accidente… yo provoqué la muerte de Pansy. Ella estaba volando sobre el lago, manipulé la escoba, ella cayó y no pudo llegar a la orilla… ¿Puedes aún mirarme a los ojos y decirme que me amas?
Hermione se quedó abrazada a él repitiendo aquellas palabras en su mente, pero sin dolor ni horror, tampoco preocupación, porque lo único que importaba era que él, por primera vez se abría su corazón. De pronto, Draco empezó a besarla como nunca antes la había besado, con locura, con desesperación, repitiendo su nombre con adoración.
—¡Te amo tanto! —murmuraba—, ¡tanto! —y seguía besándola y Hermione no podía pensar más que en Draco diciéndole al fin, lo que tanto había esperado escuchar, ¡que la amaba!
Súbitamente, Draco se separó de ella y presionando su cabeza, repuso:
—Blaise me ha escrito —pateó el pergamino en el suelo—. Sospecha que yo la maté y creo que va a hacer que inicien una investigación.
Hermione juntó la arrugada carta y leyó:
"Hoy eres noticia en El Profeta. Así que no sólo te casas a menos de un año de su muerte sino que festejas a la sangre sucia con un baile igual al que Pansy organizaba. Estoy dolido. ¡No me invitaste! Pero eso no quedará así, Draco. Voy a enviarte directo a Azkaban por lo que he callado todo este tiempo. Sé que la mataste porque no podías seguir soportando que fuéramos amantes. Espera sentado. Pronto tendrás más noticias mías."
—¿Alguien más lo sabe?
—No.
—¿Theo?
—No creo.
Draco tomó una mano de Hermione y se sentaron en un sillón. Besando sus manos con devoción, como si con ese gesto quisiera llenarse de valor, cerró los ojos.
—Creía que iba a volverme loco sentado aquí con el miedo de que ocurriera algo y me descubrieran, fingiendo leer todas aquellas cartas de pésame, tratando de conservar la cabeza frente a los elfos, de Danny, a quien no podía liberar porque podría haber sospechado algo; de Theo, quien me instaba a irme, "ya me las arreglaré sin tí" —me decía. Incluso tía Andrómeda se preocupaba por mi mala cara, insistiendo en que me atendiera un sanador. Cada palabra que les decía era una mentira.
Hermione lo abrazó, pegándose a su pecho.
—La vez que Crookshanks se escapó y encontraste la glorieta estuve a punto de contarte todo, pero no tuve el valor para hacerlo…
—¡Cuánto dolor nos hubiéramos ahorrado si lo hubieras hecho, Draco!. Todos estos meses…
—Es que… a veces te siento tan distante… He llegado a pensar que no eras feliz. Nunca viniste a mí como hoy. Incluso con Theo te veías más cercana.
—¿Cómo iba a acercarme si sabía que siempre estabas pensando en Pansy? Si sabía que la querías.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con asombro.
—Siempre me ha parecido que me comparabas con ella, que lo que fuera que hacías conmigo, te pensabas que ya lo habías hecho con Pansy...
—¡Por Merlín, Hermione! —se levantó y mirándola fijamente, le preguntó—. ¿Entonces crees que yo estaba enamorado de Pansy, que la maté porque la quería? ¡Yo la odiaba! Nuestro matrimonio fue una farsa desde el primer momento, un contrato más de mi padre que me unió a ella casi desde que nacimos; fue una completa pesadilla desde que se celebró la unión mágica. Nunca nos quisimos, nunca fuimos felices juntos, ni un solo instante, ni siquiera en el colegio. Ella era un ser despreciable, ¡incapaz de querer a nadie!
Hermione lo veía estupefacta mientras él caminaba de un lado para el otro.
—Eso sí, era más astuta que Salazar Slytherin. Con quienes no la conocían, era la más buena, generosa y admirable de todas las mujeres. Era capaz de engatusar a todos, sabía qué decir en el momento adecuado y todos la adoraban por eso. Todos caían en sus redes. Todos me consideraban el más afortunado de los hombres cuando nos casamos: bonita, divertida, encantadora, pero lo más importante, sangre pura. Fue capaz hasta de conquistar a mi madre, quien había siempre manifestado que hubiera preferido un contrato con Daphne.
Hermione sentía que las piezas de un rompecabezas se iban acoplando en su mente y la verdadera Pansy iba saliendo del mundo de las sombras y se presentaba ante ella, no como la perfecta esposa de Draco Malfoy, la que todos admiraban y veneraban, sino la tonta troll con conmoción cerebral que había conocido en el colegio. Porque a ella nunca le había gustado Pansy Parkinson, la mezquina líder de las chicas de Slytherin, la que siempre la había insultado, la que incluso le había dado información falsa a Rita Skeeter durante en el Torneo de los Tres Magos sobre ella y Harry. Pansy siempre le había tenido envidia por su inteligencia. Pero definitivamente no había sido nada inteligente si se había convencido de que Pansy era superior a ella en algún aspecto.
Draco fue hasta el minibar y se sirvió una copa de whisky de fuego para después dirigirse a la ventana.
—Ni siquiera yo que la traté bastante de cerca durante los años en Hogwarts la conocía como creía. A mí también me había mostrado siempre su mejor cara, quitando ciertos comportamientos inmaduros por los que todos pasamos, por supuesto. No fue hasta que teníamos cinco días de casados, en aquella montaña en Montecarlo a la que fuimos, que me contó, riendo, cosas acerca de ella misma que jamás imaginé ni podré repetir a nadie. Bonita, encantadora, sangre pura... ¡Por Merlín! —Draco empezó a reír como si hubiera perdido el juicio.
Hermione se levantó presurosa y se acercó a él intentando calmar aquella risa que la aterraba. Cuando lo logró, él volvió a llenar su vaso y siguió paseándose por la habitación.
—Estuve a punto de matarla ese día. Hubiera sido muy fácil. Un paso en falso. ¿Te acuerdas del precipicio? Te di un buen susto ese día —Hermione asintió—. En ese precipicio me hizo una propuesta. "Le devolveré a tu casa todo su antiguo esplendor —me dijo—. Vendrán a visitarnos y nos envidiarán porque seremos la pareja más feliz de todo el mundo mágico. ¡Será muy divertido!" y empezó a reír como una desquiciada —tomó de un solo trago el contenido del vaso y volvió a llenarlo—. No pude siquiera responderle pero eso hicimos. Remodeló los salones y las habitaciones que madre había clausurado por haber sido utilizadas por El Señor Tenebroso, hizo obras benéficas para los afectados por la guerra, daba fiestas y venían familias enteras de todas partes de Europa, y todos veían lo feliz que éramos a pesar de ser el nuestro, un matrimonio forzado, pues siempre lucíamos como verdaderos enamorados frente a los demás. Bien sabía ella que yo sacrificaría mi orgullo, mi honor y mis sentimientos; que sacrificaría todo en absoluto antes de tener que explicarle a mis amigos y familia lo que al cabo de pocos días de casados, ella me había revelado. Ella sabía perfectamente que sería incapaz de pedir el divorcio o de acusarla ante el Wizengamot contándoles aquellas atrocidades; que jamás hubiera permitido que el apellido Malfoy se volviera a enlodar con otro escándalo.
Hermione nuevamente se acercó a Draco y lo abrazó mostrándole su apoyo e instándole a seguir para que se desahogara.
—Toda nuestra vida era una mentira, incluso en esta casa. Nunca nadie sospechó nada, y más bien la admiraban; los elfos casi que lamían el piso por donde pasaba y ella se reía de ellos a sus espaldas. Cuando había actividades en la casa o fiestas en los jardines, una lunada para jugar Quidditch o lo que fuera que se le ocurriera, iba de un lado para otro sonriendo dulcemente de mi brazo para luego irse por cinco días a una pocilga que tenía en el Londres muggle para que no la reconocieran, y se comportaba como una cualquiera, para luego volver a la mansión como si nada. Siempre cumplí lo acordado. Nunca dije nada. La mansión que conoces hoy, todo esto es obra de Pansy. Mis padres la tenían bien, pero fue su gusto maldito el que la convirtió en lo que todos admiran hoy.
Hermione se apretó aún más al cuerpo de Draco, escuchándolo pero también repitiendo en su mente aquella confesión que minutos atrás la había hecho tan feliz. Él nunca había querido a Pansy, nunca habían tenido un momento de felicidad. En cambio, la amaba a ella, a Hermione. Ya no tendría dudas nunca más.
—Así fueron pasando los meses y años, aguantando todo. Lo que hacía en Londres no me importaba, porque no perjudicaba el nombre de los Malfoy. Sin embargo, poco a poco empezó a descuidarse. Al principio, convidaba ciertas amistades entre nuestras actividades y pasaban inadvertidos entre los demás invitados. Luego empezó a hacer reuniones en la glorieta. Una vez llegué dos días antes de lo esperado y me encontré con media docena de sus amigos, gente que no había visto nunca; no eran sangre pura porque a esos los conocía todos. Le recordé nuestro pacto, y no le importó. Para molestarme, empezó a perseguir a Theo, quien, completamente confundido pues nos creía un matrimonio feliz, era incapaz de contarme lo que pasaba. Theo siempre ha sido reservado, pero lo conozco desde siempre y adiviné lo que ocurría y lo obligué a confesarlo. Pansy se puso como una mantícora cuando la enfrenté. Me amenazó con la varita y tuve que desarmarla por mi propia seguridad. Nunca la había escuchado decir tantos insultos. Se ausentó un mes completo y al volver parecía más tranquila, pero entonces empezó a perseguir a Blaise, y él sí cayó. Una tarde que estaba acá de visita, se habían ido a nadar al lago. Tía Andrómeda también estaba acá con Teddy. A ella nunca le gustó Pansy y creo que al igual que yo, adivinó que algo había pasado.
Hermione entendió la evidente molestia de Theo al hablar de Pansy y ella erróneamente lo había interpretado como cariño: nada más lejos de la realidad.
—Le prohibí a Blaise que viniera, pero la visitaba cuando yo no estaba. Theo se lo encontró muchas veces.
—Vino cuando estabas en España.
—¿Por qué no me lo dijiste? Theo vino por unos documentos y lo escuchó hablando con Danny.
—Creí que si lo mencionaba, te recordaría a Pansy…
—¡Recordármela! Por Morgana —bufó—. Como si hiciera falta que me la recordaran… Blaise se veía con ella en la glorieta. Ella lo esperaba en la entrada de la propiedad para dejarlo pasar por la puerta de hierro, pues debido a nuestro vínculo matrimonial, mis protecciones no lo detenían. Lo menos que hacían era volar en escoba o nadar… Le advertí que si lo encontraba dentro de la propiedad lo iba a matar, ya no me importaba que hubiéramos crecido juntos casi como hermanos, no iba a tolerar más su comportamiento. Un día Pansy se fue a Londres y volvió esa misma tarde, algo que no hacía nunca. Yo había cenado con Theo y llegué a las diez y media. Frith me dijo que ella había vuelto temprano, y eso me extrañó. La busqué por toda la casa pero no estaba y supuse que estaría en la glorieta. Me sorprendió encontrarla sola con varias botellas vacías de whisky de fuego. Le dije que no estaba dispuesto a aguantar ni un minuto más su conducta, que yo había cumplido mi parte del trato, contrario a ella que no hacía más que restregarme a su amante de turno cada que podía. "Tienes razón —me dijo—, ya es hora de que cambie de vida —mientras hablaba la noté pálida, muy delgada y ojerosa—. Qué te parece si tengo un niño… ni tú ni nadie podría probar que no es tuyo pues todos creen que tenemos un matrimonio perfecto. No podrías divorciarte de mí aunque quisieras. Hemos desempeñado demasiado bien nuestro papel de enamorados. Danny y yo podríamos hacer que quedes en ridículo si dijeras algo en mi contra". Le mencioné la posibilidad de usar veritaserum. "No intentes venderme el papel de valiente, Draco, que no te queda. Siempre has sido un cobarde. Y es por eso que mi hijo crecería aquí, llevaría tu apellido y heredaría tus galeones. ¡Un heredero, Draco! ¿Te lo imaginas? ¡Viéndolo crecer sabiendo que cuando mueras todo esto será suyo! ¡Qué divertido!" y empezó a reír y reír. Creí que no pararía nunca. "Todos me felicitarán y seré la perfecta madre así como he sido la esposa perfecta" —me dijo sonriendo con burla. Asqueado ante esa probabilidad, preferí salir de ese lugar y regresar a la casa. Soplaba demasiado viento pero aún así, ella salió a volar sobre el lago como le gustaba hacerlo. Volaba en círculos grandes cada vez más alto, y la veía luchar contra el viento, tratando de mantener el equilibrio pues además, estaba ebria… Mientras caminaba me pensé que debía estar más loca que nunca para volar en esas condiciones, y fue en ese momento que se me ocurrió. Amparado por el espeso bosquecillo y que no había luna, hechicé la escoba. Ella no pudo controlarla… Desde esa altura y el golpe contra el agua por la velocidad… El lago es muy ancho… Estaba muy oscuro pero apenas divisé cuando intentó nadar… pero luego simplemente dejó de luchar…
Draco calló por un momento con la mirada fija en la nada. Hermione sabía que debía esperar.
—Llegué a la casa, me cambié para dormir pero bajé a la biblioteca por un trago. Estaba ahí cuando Danny llamó a la puerta. Estaba preocupada por Pansy. Le dije que era tarde para que ella volviera, que mejor se acostara. Cerré la puerta y me quedé un largo rato sentado junto a la ventana escuchando el viento… Todo había salido demasiado perfecto para ser verdad, pero siempre supe que era cuestión de tiempo. No importa cuánto te ame… Ella siempre ganará al final —Draco miró a Hermione a su lado—. ¿Aún puedes decirme que me amas? —murmuró—. No tuve el valor de matar a Dumbledore pero sí a Pansy, Hermione.
—¡Te amo, Draco! —lo besó con ternura—, más que a nadie en el mundo, y vamos a enfrentar esto juntos. Pansy está muerta, ya no puede hacerte más daño, y es lo único que importa. Sólo tú y yo sabemos lo ocurrido, y para abrir una investigación primero deben presentar pruebas. No es legal usar el veritaserum ante una sospecha.
Hermione abrazó a Draco contra su pecho como si fuera un niño pequeño, con la seguridad de que él la amaba, que nunca había querido a Pansy. Ya no le tenía miedo; Pansy no podía hacerles daño. Nunca más la atormentaría su recuerdo. Ahora serían sólo ellos dos, libres para amarse. Por Draco mentiría si fuera necesario. Pansy no había ganado. Pansy… ¡había perdido!
Después de cenar habían subido directo a su dormitorio. Abrazada a él, a pesar de lo oscuro que parecía ser el futuro, Hermione se sentía feliz sintiendo por primera vez las caricias que Draco le daba, sus besos, sus palabras como suyas propias, sin la sombra de nadie más.
—¡Te amo! Y lo haría de nuevo si con eso pudiera tenerte después —le dijo antes de quedarse dormido.
