Los personajes no me pertenecen son de Kishimoto, yo solo los tome prestado con el fin del entretenimiento.
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que muy bien, realmente siempre lo digo pero lo siento así ¡paso una eternidad! Y creo que esto se debe a que este capítulo que hoy les traigo, transito por tantos arreglos, modificaciones y reescritura, que el tiempo a mí se me hizo eterno.
¿Qué les va pareciendo la historia? ¿Les gusta? Siéntanse libres de ser totalmente sinceros. Ustedes están ahí para leerme y yo también. Me encanta compartir e intercambiar con los lectores, ideas, teorías y etc…
Por eso gracias a Kauro-sakura, por su comentario, siempre me pone muy feliz leerte y para todos esos lectores fantasmitas, sigo confiando plenamente en ustedes. Sé que algún día dejaran la sombra de la timidez y dirán que opinan, pero mientras tanto espero tranquila, escribiendo y con un té caliente a mano.
No tengo más que decir, además de… Disfruten la lectura, nos vemos abajo.
Summary: Él era un shinobi con una vista privilegiada, líder de uno de los clanes más fuertes de Konoha. Ella, la ex jinchuriki del zorro de nueve colas, invocadora de jutsus de sellado únicos en su clase.
¿Podría un simple resfriado, ganarles?
¡Claro que no!
…
O es creyeron hasta que se encontraron.
La princesa Uzumaki tendría ¡No uno! Sino dos ¡Dos! Valientes y totalmente diferentes niñeros. ¿Qué puede salir mal? ¡No le darás de comer eso a mi nieta! ¡¿Tú nieta?! Ella es mía dattabane y está a mi cargo.
…
…
…
Dos niñeros, una nieta
II
¿Desde cuándo tener el Byakugan era sinónimo de vergüenza? A lo largo de su extensa vida había escuchado la palabra "Byakugan" ser acompañada por todo tipo de adjetivos. Honorable, pulcro, poderoso, pero ¿vergonzoso? Jamás.
Corrían otros tiempos y hoy ¡Hoy! podía asumir sin tapujo alguno que los pensamientos cambiaban y él estaba agradecido con ello pero ¿Por qué el Byakugan? ¿Por qué poseer el doujutsu implicaba mantenerlo en secreto? Y peor aún:
¡¿Por qué le prometió a su hija que no le diría nada?!
Miro como Kushina, ajena a su escrutinio, se mantenía hurgueteando en el bolso que había traído con ella.
Tal vez el cambio no solo se perpetuo en su clan, tal vez y solo tal vez después de tantos años de disputa y bromas que salieron mal, finalmente acepto a Kushina Uzumaki ¡Él! Hiashi Hyuga honorable líder del Souke, acepto a Kushina Uzumaki, ex Habanero sangriento, hasta el punto de considerarla una persona pensante, racional, amable y capaz de ser llamada ami… ami.
Negó con la cabeza, no podía ni terminar esa palabra.
"Ridículo" pensó.
Kushina Uzumaki no era su amiga, sino la personificación del que el destino lo odiaba y le mandaba como castigo por su soberbia, una escandalosa y alocada "rival".
Toda la situación carecía de coherencia. Sus antepasados debían estar, en este preciso momento, indignándose dentro de sus tumbas. Su padre ¡oh Kami-sama! si Takahiro Hyuga presenciara esto, habría reencarnado con la sola idea de castigarlo.
"¿Por qué se lo prometí?" se volvió a cuestionar mientras miraba a la Uzumaki.
No encontraba respuesta.
No había respuesta.
Solo tenía claro que el Byakugan, un dojutsu legendario y codiciado ¡Arma puesta como insignia del clan Hyuga! había elegido una nueva heredera.
Himawari, aun no siendo "pura" lo había despertado en un ataque de ira y no solo eso, sino que había logrando noquear a su padre ¡Al séptimo Hokage!
Se sonrió, no pudo evitar la sensación de orgullo que lo embargo. No solo su pequeña nieta había demostraba un gran futuro como kunoichi, sino que… Él le había ganado a Kushina.
¡Le había ganado al Habanero!
Ella que le alardeaba los apellidos de sus nietos, que le refregaba en la cara una y otra vez la palabra "Uzumaki" caería derrotada cuando se enterara que su adorada nieta tendría algo mucho más fuerte que una palabra, que la catalogaría como Hyuga.
Ojos blancos y fuertes, una visión privilegiada… Unos ojos como los suyos. Jamás lo admitiría en voz alta, pero rogaba porque el matrimonio le permitiera a él dar la noticia.
"Himawari es 100% Hyuga" pensó y nadie le borraría la satisfacción que le generaba eso.
–¿Qué pasa dattabane? Das miedo cuando sonríes.
Toda mueca y felicidad, fue solapada y en segundos, aquella elevación de labios, que técnicamente no era una sonrisa, se fue.
–Nada.
Kushina lo miro con la ceja alzada y las manos en la cadera.
–Estas raro, ogro.
–Hmmp
–Bueno ni se porque lo digo dattabane. –volvió la atención al bolso. –Siempre fuiste raro. –espero una respuesta o mueca, pero no recibió nada. Confundida, lo miro solo para notar que el anciano no le apartaba la vista. – ¿Y ahora por qué me miras tanto dattabane?
–Es tu culpa.
–¿Eh? –parpadeo. –¿Qué cosa dattabane? –mantuvo las manos en la cadera.
"Que no pueda decirlo" pensó para sí y soltando un bufido, negó con la cabeza.
–Nada. –respondió.
–¿Qué? –Hiashi pasó por su lado, sin ni siquiera mirarla. –¡Oye ogro no me ignores dattabane! ¡Ogro!
–Tomare el sillón. –le informo mientras desempacaba sus pocas pertenecías y las ponía sobre una pequeña mesa enfrente de su "cama" –Puedes quedarte en la habitación de Boruto.
–¿Qué?
–¿Estas sorda Habanero? Ya te dije…
–¡No me refiero a eso dattabane! –señalo el lugar donde antes había estado él parado. –Cuando te quedaste ahí, parado viéndome con cara de ogro amargado dijiste que fue mi culpa. –lo miro molesta. –Pero yo no hice nada dattabane.
–Hmmp. Puedes quedarte en la habitación de Boruto, yo tomare el sillón.
Kushina se desinflo, mientras rodaba los ojos con fastidio. Él no hablaría.
–No es necesario dattabane. –finalmente se resignó y señalo hacia las escaleras. –La habitación principal está libre, no creo que a Naruto y Hinata-chan les moleste que… –pero se calló al ver como Hiashi fruncía el ceño. –¿Que pasa ahora dattabane? –no llevaban más de dos minutos conviviendo y ya se estaba cansando.
–No dormiré ahí. –dijo con tono seco.
Kushina parpadeo confundida, pero fue cuestión de segundos para que una sonrisa burlona se le colara en los labios.
–Aun después de tantos años… ¡Oh, ogro! –hizo un gesto de sorpresa y se cubrió la boca con la mano.
Hiashi soltó un bufido y decidido a ignorarla siguió sacando sus pertenencias. Pero la sensación de plomo en su espalda persistía, entonces la miro de reojo solo para encontrar una sonrisa enorme y ojos destellantes.
"Maldito Habanero" pensó molesto.
–Di lo que tengas que decir de una vez, Kushina.
La mujer finalmente largo una carcajada mientras lo señalaba.
–¡Te sigue dando impresión Ogro! –no fue una pregunta, estaba segura.
–Tonterías.
–Oh vamos ogro. –se acercó y lo codeo mientras su sonrisa no hacía más que crecer. –Ya sabes dattabane que tu hija y mi hijo, nos dieron dos adorables nietos. Eso quiere decir que en algún momento tuvieron que…
–Suficiente. No dormiré ahí.
Ella volvió a reír.
–Ay Ogro. –se secó las lágrimas, con algún que otra risa escapándosele. –Es bueno saber que después de tantos años, aun sabes lo que pasa en una cama dattabane. –lo provoco y si no hubiera estado tan ocupada burlándose, abría notado el sutil rubor en las mejillas del Hyuga.
–Habanero. –dijo entre dientes.
–Está bien dattabane. –finalmente se detuvo. –Pero no puedes dormir en el sillón.
Él amago a hablar, pero ella lo freno.
–No Ogro, ya estamos viejos para eso. Tú quédate en la habitación de Boru-kun que yo pasare la noche en la habitación principal.
–¿Estas segura?
–Estaré bien dattabane. –sonrió y movió las cejas sugestivas. –Prometo que si encuentro algo no te lo diré.
–¡Kushina tu…! –se llevó las manos a la sien. –Esto es una pérdida de tiempo. –la miro. –Haz lo que quieres. –volvió a guardas sus cosas y se encamino hacia las escaleras.
–Eso hare dattabane. –asintió y espero a que él hombre hubiera subido varios de los escalones, para gritar. –¡Después de todo no son los únicos que tuvieron hijos y en eso tú Ogro, me llevaste la delantera!
No pudo contener la risa, al escuchar el sonido de un tropiezo seguido de una maldición.
Tal vez convivir, no sería tan malo ¿no?
~•~•~•~•~
Hiashi entro a la habitación de su nieto mayor, como supuso esta se encontraba demasiado ordenada para un niño de su edad. Otro factor Hyuga, que se dejaba leer entre líneas.
Camino hasta la cama y comenzó a desempacar.
No había traído mucho, solo lo necesario para pasar la noche, una muda para dormir, algunos pergamino que lo mantendrían ocupado, colonia y por último pero no por ello menos importante, un pequeño pote de color café. Lo apoyo en la cama y se disponía a sacar la ropa que estaba doblada al fondo del bolso, cuando el pote cayo y rodo bajo la cama.
Soltando un bufido e ignorando el sonido que le hicieron los huesos, se agacho y estiro la mano. Comenzó a palpar a tientas y para su asombro, no solo alcanzo la pomada sino un bollo de papel con él.
–¿Qué es esto? –apoyo el pote lejos de la orilla de la cama y se sentó. No era correcto leer pertenencias ajenas, más en la situación en que la había encontrado, pero era la letra de Boruto y…
君の事が好きです
"Me gustas"
–¿Qué estás leyendo?
Sin que él lo notara, Kushina había llegado y ahora lo miraba curiosa desde el marco de la puerta.
–Nada. –trato de sonar lo más sereno posible y disimuladamente llevo el papel tras su espalda
–Ogro. –ella se acercó. –¿Que me estas ocultando dattabane? –exigió saber.
Kushina no había sido su "no amiga" por nada. Lo conocía más de lo que a él le gustaría admitir. Por eso sabía que oponerse solo significaba una pérdida de tiempo.
–No es nada Habanero. –le mostro el papel, sin mostrarse alterado. –Es de Boruto, pero lo dejo tirado asi que… –le restó importancia y quiso levantarse para ir a bote de basura, pero la mujer ya estaba adelante frenándole el paso.
–¡¿Es de mi Boru-kun?! –los ojos le brillaron.
–Te dije que no es nada. –lo llevo devuelta tras la espalda.
–Sino fuera nada, no lo esconderías Ogro. –intento ver por encima de él. –Dame eso Ogro. –estiro la mano, pero él se movió.
–No, Habanero. No insistas.
–¡Entonces si es algo dattabane! –dijo segura. –Ogro, dámelo.
–Ya te he dicho que no. Es solo basura.
–No te creo.
–No me importa.
El gris canoso fue opacado por un rojo brillante, que se levantó y entonces la lucha empezó.
–¡Que me lo des te dije dattabane!
Hiashi no tuvo ni oportunidad de contraatacar ya que: –¡Es de mi Boru-kun!
El Hyuga recibió un puño cerrado justo en la boca del estómago, que le saco el aire y lo hizo caer. Kushina tomo la nota y arrodillándose frente a él le puso el papel delante de los ojos como señal de victoria para después abrirlo y empezar a leerlo.
–Ni en una misión te vi tan motivada. –le dijo con cruel sarcasmo mientras se levantaba, pero ella lo ignoraba, centrada por completo en la lectura.
Entonces empezó, Hiashi sintió el tic retornar en su ceja cuando escucho un "Awww" seguido de un "Que lindo dattabane" además de varios "Mi Boru-kun" y mucho pero muchos detestables "dattabane".
–¿Ya terminaste?
–¡Mi Boru-kun está enamorado, dattabane! –grito.
–Y tú acabas de violar su privacidad. –le dijo. –No deberías haberlo leído.
Ella miro la nota y después a él.
–Tú lo hiciste también dattabane. –lo acuso.
Hiashi volteo el rostro.
–Lo mío fue una casualidad. –se cruzó de brazos. –Estaba bajo la cama, lo vi cuando se cayeron mis cosas, no fue intencional.
–Bueno entonces lo mío también fue una casualidad dattabane.
Hiashi no dijo nada pero en su cara se leía claramente "¿enserio esperas que me crea eso?"
Pero Kushina lo ignoro por completo y sin dejar de sonreír, releyó una y otra vez las oraciones garabateadas en el papel. Era el inicio de una carta que había quedado a la mitad, varias de las palabras estaban tachadas y el papel arrugado, definitivamente era claro que Boruto había desistido de darla.
–¿Sabes para quien es dattabane? –le pregunto.
El gennin no había dejado ningún nombre.
–No, pero ten por seguro que si supiera tampoco te diría, Habanero.
Kushina chasqueo la lengua. –Ogro amargado. Bueno no importa, dattabane. –guardo la nota en su vestido. –Descubriré quien es y lo ayudare dattabane. –dijo con un nuevo brillo en los ojos.
–¿Ayudarlo, tú? –levanto una ceja.
–¡Claro dattabane! –lo miro molesta, para luego soltar un suspiro soñadora. –Es el primer amor de mi Boru-kun y como su abuela es mi deber ayudarlo.
–Vas a terminar por espantar a la chica. No sabes nada de romance, el único idiota capaz de soportarte fue Minato. –la miro de arriba abajo. –Y aun no le encuentro lógica.
Kushina frunció el ceño y lo miro con el rostro enrojecido de enojo y vergüenza entremezclada.
–¡No te hagas, Ogro! –lo señalo. –Tú tampoco eres un experto en el amor dattabane.
–Se lo necesario.
–Eso significa, nada.
Hiashi la miro molesto, mientras el tic en su ceja retornaba.
–Habanero por si lo olvidaste estuve casado. –se jacto.
–Claro que me acuerdo dattabane. –solto un suspiro alicaído. –Pobre Hana-chan, en vez del príncipe obtuvo el Ogro. –lo miro con diversión. –No se abra equivocado, digo… –su sonrisa creció, así como el malestar del Hyuga. –Como Hizashi era tu gemelo.
–Kushina.
Ella lo ignoro.
–Pero sabes más que la boda, lo que a mí me viene a la cabeza. –volvió a mirarlo. –Es un día después de clases dattabane.
–No sé de qué hablas.
–¿Oh, enserio? –se hizo la inocente. –Bueno no importa, la verdad es que fue hace mucho dattabane… –se aliso el vestido con las manos.
–Hmmp.
–…
–…
–Pero… –hablo devuelta y él la miro. Entonces Kushina sonrió mientras evocaba un tono tranquilo y hasta desinteresado. –Creo que debíamos estar pronto a graduarnos, oh sí, sí ¡Ya recuerdo dattabane! –golpeo con el puño la palma de su mano. –Yo me había quedado hasta tarde.
–Te castigaron. –le corrigió.
–Detalles más detalles menos, dattabane. –agito la mano restándole importancia. –Aquí lo realmente curioso es que fui a buscar las cosas para limpiar y… –guardo silencio a propósito.
–…
–…
–No tengo todo el día para tus idioteces Habanero.
Kushina se mordió el labio inferior y ahogo una risita. Lo había enganchado.
–Ya ya, dattabane. –se quejó. –Que impaciente Ogro. Ven. –movió la mano para que se acercara.
–Habanero no hay…
–Dale Ogro, esto es ultra secreto. –dijo tornándose seria. –Ni a Minato se lo conté.
Hiashi soltó una especie de gruñido seco y motivado más por la curiosidad, que preocupado por hacer el ridículo se acercó. La ex – jinchuriki puso la mano aun lado de la boca y le susurro. –Adivina lo que vi en un salón vacío.
–Ilumíname.
–¿Enserio no lo recuerdas? –miro hacia ambos lados para asegurarse de que no hubiera nadie. –Haz memoria ogro… –le insistió. –Era primavera, cerca de graduarnos dattabane.
Hiashi comenzó a unir puntos y de repente sus ojos se abrieron espantados.
–Te acordaste dattabane.
El Hyuga retrocedió mientras su tez ya de por si blanca, se tornaba aún más pálida.
–No… –se negó a creerlo. –No, tú.
–Oh sí, yo.
La sonrisa de ella, fue su sentencia. Ya podía sentir como su orgullo era pisoteado por la mujer que tenia enfrente.
–¡Presencie un bello acto de amor dattabane! –se jacto poniendo ambas manos sobre su pecho.
Iba a matarla, no más que eso ¡Haría que le clausuren la entrada a Ichiraku de por vida! Pero Kushina siguió gozando a propósito cada palabra e ignorando por completo el aura maligna que lo cubría.
–Había un niño dattabane de cabello largo y castaño. Él sostenía una flor en su mano y practicaba una confesión. –puso un dedo sobre el mentón buscando "hacer memoria" – Dijo algo como… – puso la voz más gruesa. – "Soy el mejor del salón" "Soy inteligente, un Hyuga, te respetare".
Hiashi sintió un tic en su ceja mientras el calor se le agolpaba en la cara.
–Realmente me pareció muy raro dattabane. –lo miro haciéndose la inocente, pero sus ojos la delataban, lo estaba disfrutando. –Porque él hablaba como un adulto dattabane, cuando aún era solo un niño.
–Habanero.
–Al principio tuve mis dudas sabes, como lo veía de espalda. –auto señalo su espalda. –Además en mi época había dos Hyugas en mi salón, idénticos ¡Totalmente idénticos dattabane! –repitió dando énfasis en lo último. –Era difícil adivinar.
–¿Te estas divirtiendo?
–¿Yo? –dijo inocente. –Oh vamos, Ogro, no eres el único Hyuga que hay dattabane. –alzo ambas manos en defensa. –Puede ser otro Hyuga, que tenga un hermano y nuestra edad. –disimulo la risa que luchaba por salir con una tos.
–…
De pronto se escuchó un suave tarareo, seguido de: –¿Quién soy? ¿Quién es? El príncipe de cabello largo o el ogro….
Interrumpió la adivinanza solo para esquivar un golpe lanzado por el Hyuga.
–¡Oye ogro no seas irrespetuoso dattabane! –soltó una risita, pero rápidamente logro controlarse. –Que aún no término con la historia dattabane.
–Voy a matarte.
–Siempre dices eso y nunca lo cumples. –dijo segura. –¿En dónde estaba? ¡Ah, sí! La confesión dattabane. –sonrió burlona. –Al principio pensé en hacerle el juego de la adivinanza sabes pero justo antes de que hablara, él niño comenzó a tartamudear dattabane –lo miro con los ojos grandes, como si hubiera descubierto algo inaudito. –¡él tartamudeaba, ogro!
–Suficiente.
–Admito que me costó entenderle dattabane, pero creo que fue algo como "Te… te… ¿te gustaría ser mi novia?" y extendió la flor al aire así. –estiro el brazo. –Y me sentí tan contenta dattabane. –soltó un suspiro exagerado. –Y tú sabes Ogro lo buena que soy. –lo miro con ojos de cachorro y el labio fruncido. –No podía estar ahí sin hacer nada.
–Me imagino. –rechino los dientes y ella agrando la sonrisa.
–Entonces para ayudarlo dije "Acepto" y el niño estaba tan nervioso ¿Qué sabes que paso después dattabane?
–Cállate.
–Oh vamos adivina dattabane ¡Es fácil! –le palmeo la espalda haciéndolo trastabillar. –Se des. –estiro la "s". –Desma. –estiro el sonido de la "a".
Pero el Hyuga demasiado orgulloso y avergonzado, no dio indicio de responder.
–¡Se desmayó dattabane! –termino ella. –¡él se desmayó, Ogro! –dijo con un asombro, que nada tenía de verdadero. –Y solo uno de los dos hermanos tenía tartamudez excesiva y desmayo precoz. Ahora… ¿Qué me decías sobre el romance?
–Haz lo que quieras. –le respondió secamente
Kushina sonrió triunfante y Hiashi salió de la habitación con el orgullo herido.
Habanero 1 – Ogro 0
~•~•~•~•~
La ex jinchuriki miro desde la ventana como el Hyuga salía de la casa. Pero más que preocuparse por si volvía o no, solo se encogió de hombros y centro su atención al bolso que había traído consigo.
Sonriendo y con un sutil brillo en los ojos, aprovecho que estaba sola y saco un pequeño paquete violeta. Lo abrió y soltó un gritito. Todo estaba perfecto, ahora solo debía esperar el momento justo.
Escucho nuevamente el ruido de la puerta y como los había sacado volvió a guardar todo y salió hacia el pasillo.
Hiashi había regresado y ahora la miraba con una ceja alzada.
–¿Pasa algo dattabane? –instintivamente apretó el bolso contra su pecho.
–Eso debería preguntarte yo a ti.
–¿A mí, dattabane? –se hizo la inocente. –Estas muy paranoico Ogro, yo no hice nada.
–Hmmp.
–¡Enserio dattabane! –dijo molesta. –Y si quieres que esto funcione. –señalo a ambos. –Tienes que confiar en mi dattabane.
El Hyuga no mostro cambio alguno, mucho menos respondió.
–Realmente me lastimas con tu desconfianza Ogro. –invoco lagrimas que claramente eran falsas. –Tantos años de amistad…
–Tú misma lo dijiste. –afilo la mirada. –Son muchos años te vengo soportando, Habanero. Minato te tiene paciencia pero yo no. Así que será mejor que pienses lo que vas a hacer. –le advirtió.
–¡No te tengo miedo Ogro!
–Hmmp.
–¡Ay! –soltó un grito harta y lo señalo. –¡Bien puesto tienes tu sobrenombre, Ogro! Pero no seguiré discutiendo contigo dattabane. –miro la puerta con cartel rosa. –Ahora iré a ver a Hima-chan. –paso por al lado pero entonces… –¿Qué haces? –le pregunto al ver que el shinobi la seguía.
–Voy a ver a mi nieta.
–Ah no, alto ahí Hyuga. –le freno poniéndole una mano en el pecho. –La veremos por turnos dattabane.
–¿Disculpa?
–¿No escuchaste a mi hijo, dattabane? Hima-chan necesita descansar. –le recordó.
–No voy a hacer ruido.
–Pero yo sí. –se inclinó hacia él. –Si te acercas, gritare dattabane.
–Habanero.
Los ojos de ambos se vieron conectados, lavando y negro, unido por un cortocircuito.
–Te quiero lejos Hyuga y hablo enserio dattabane.
–No me provoques Habanero, ni Naruto puede impedir que vea a mi nieta.
–Pero él no te conoce como yo, Ogro.
Hiashi intento pasar pero ella no lo soltó.
–¡Kushina!
–¡No me dejaste tener mi tarde de chicas dattabane! –le reprocho. –Así que lo menos que puedes hacer es dejarme unos minutos a solas con mi nieta.
–Tú…
–¿Enserio quieres despertarla? –lo provoco. –Porque sabes Ogro… – lo miro con la amenaza brillando en los ojos. –Que cuando digo algo no para hasta cumplirlo dattabane.
–…
–Eso creí. –lo soltó y agarro el picaporte. –Te veo en quince minutos, Ogro.
–Cinco.
–Diez dattabane.
–Ocho, Habanero y es mi última oferta. Sino tirare la puerta abajo y le diré a Minato que fue tu culpa.
Kushina abrió la boca, amago a hablar pero finalmente soltó un quejido molesta.
–¡Esta bien dattabane! Tú ganas. Ocho… –cedió. Después de lo sucedido en el complejo, aún estaba en "revisión", tenía que demostrarle a su esposo que sabía comportarse y podría volver a probar ramen, sino otras dos semanas de comida saludable.
"Estúpido ogro".
Y entro a la habitación de la princesa Uzumaki no sin antes padecer la mirada de triunfo en el Hyuga.
Habanero 1 – Ogro 1
Estaban empatados.
~•~•~•~•~
–¿Hima-chan?
–Abuela.
La dulce voz provino de un bulto hecho de frazadas. La princesa del clan, se encontraba acostada, con los ojos llorosos y la nariz enrojecida.
–Oh cariño ¿te sientes muy mal dattabane?
La niña amago a levantarse, pero rápidamente la kunoichi se acercó y la hizo recostarse.
–No te levantes Hima-chan, debes descansar dattabane. –se sentó a su lado.
–¿Oto-san y Oka-san ya se fueron? –la voz sonó congestionada y ligeramente más aguda.
–Si por eso vine. –le acaricio el cabello y sonrió. –La abuela cuidara de ti dattabane, ya verás lo rápido que te repones. –dijo segura.
Himawari sonrió contagiada por el entusiasmo más cuando quiso volver a hablar, comenzó a toser. Kushina le estaba frotando la espalda cuando la voz profunda y algo gastada del líder irrumpió en la habitación.
–Himawari.
–¿Eh?¡Ogro! aún no pasaron los ocho minutos, dattabane. –se quejó.
Hiashi la miro y sin dejar la seriedad de lado le dijo: –No necesito tu permiso, para ver a mi nieta Kushina. –entonces centro toda la atención en la niña.
–Abuelito, viniste.
Kushina presencio el momento exacto en que los ojos del Hyuga se ablandaban ligeramente, más cuando Hiashi noto que ella lo miraba, toseo y recupero a su seriedad habitual.
–¿Cómo está?
–Todavía tiene algo de fiebre dattabane. –le corrió el cabello de la frente y sintió la piel acalorada. –¿Cuándo le toca su medicina?
–Dentro de tres horas.
–¿Medicina? –dijo Himawari. –¡Yo no quiero jarabe Kushina-obachan! –les dio la espalda y se cubrió con las frazadas.
Hiashi la reprendió con la mirada y Kushina rio nerviosamente mientras alzaba las manos soltaba un mudo "lo siento".
–Hmmp.
La kunoichi hizo algunas señas exageradas que podían traducirse como "yo lo arreglo" y volvió a su nieta.
–¿Medicina? ¿Quién dijo medicina dattabane? Es un… un. –recordó las palabras de su hijo. –Es un refresco dattabane, si eso.
Himawari volteo y la miro no muy convencida.
–¿Cómo el que me da oka-san?
–¡Ese mismo dattabane! –sonrió un poco más aliviada. –Es muy rico y te hará sentir muy bien rápido. –intento sonar convincente.
–¿No me estarás mintiendo, Kushina-obachan?
La mujer sintió como un sudor frio la envolvía mientras era víctima de la mirada intensa de Himawari. "Malditos genes Hyuga dattabane. Tan pequeña y ya sabe cómo intimidar" se lamentó mientras rezaba internamente que su nieta le creyera.
–No, no dattabane. –se rio nerviosa. –Te dijo la verdad.
–Bueno.
La Jinchuriki soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo. –¡Bien dattabane! –celebro.
–Pero tú también lo tomaras Kushina-oba-chan.
La mujer asintió. –Sí, sí yo también lo toma ¡Espera! –abrió los ojos alarmada. –¿Qué? ¿Yo? No, no dattabane ¡No tomare ningún estúpido…!
–Habanero, cállate.
–Pero, pero… –intento pensar rápido una salida. –Es un refresco especial, Hima-chan. –volvió a reir. –Y es solo para niñas, dattabane yo ya no soy una niña. –se señaló a sí misma. –Por eso no puedo tomarlo.
–¡Me estas mintiendo abuelita! –se escondió bajo las frazadas. –No tomare ningún refresco.
–Hima-chan… –sintió como el alma se le escapaba del cuerpo. "¡¿Qué hago dattabane?!" Grito histérica en su interior.
Hiashi bufo y negando con la cabeza, se acercó a la cama.
–Muévete. –le dijo secamente.
Arrastrando los pies, Kushina se levantó y con la cabeza gacha le dejo el lugar.
–Himawari. –toco el enorme bulto en el que se había convertido la pequeña. –Himawari deja de esconderte, por favor. Te prometo que tu abuela tomara el refresco contigo.
–¡¿Qué dijiste dattabane?! Pero…
Una mirada fue más que suficiente para callar a la mujer.
–¿Enserio abuelito? –Himawari lo enfrento con el cabello desordenado y los ojos brillosos.
Hiashi le sonrió. –Sí. –dijo con voz más suave.
Himawari miro ahora a la mujer. –¿Lo harás abuelita?
Kushina comenzó a tartamudear y sudar en exceso, así que Hiashi respondió "amablemente" por ella.
–Lo hará. –le dijo a su nieta y después miro a la mujer. –Lo harás.
Kushina trago con fuerza y asintió. Eso no había sido una sugerencia.
…
…
…
–¿Qué haces?
–Dejo entrar un poco de aire dattabane. –entreabrió la ventana. –Es importante ventilar la habitación.
Hiashi frunció el ceño. –Hace frio afuera.
Otra vez no estaban de acuerdo.
Kushina rodo los ojos con fastidio y se llevó las manos a la cintura. –Solo un poco Ogro, no seas exagerado dattabane. –deslizo las cortinas aun lado. –Además tanto calor solo le aumentara la fiebre.
–Abuelito.
El llamado de Himawari, puso fin a la "disputa", el Hyuga se centró en la niña y Kushina siguió acomodando las cortinas, mientras veía de reojo el intercambio entre ellos.
Jamás lo diría en voz alta, pero Kushina decidió permanecer en la ventana más tiempo de lo necesario, no pudo evitarlo, los pies se le quedaron anclados ahí, justo ahí y la razón era no era otra, que estar lejos por un momento, de la mirada del shinobi y los pedidos de su nieta.
Porque ahí, justo en la esquina de esa pequeña habitación, con la brisa de afuera enfriándole las manos, podía ver… Podía ver a un Ogro transformarse momentáneamente en Príncipe.
No la malinterpreten, para ella, el Ogro siempre seguiría siendo el Ogro, no era algo que iba a cambiar ni ahora ni en las siguientes siete vidas.
Nada podía quitar esa postura erguida, ropas anticuadas, ceño fruncido, orgullo excesivo, soberbia pero… como odiaba y amaba que hubiera ese "pero".
Ese "pero" puntilloso. Ese "pero" esperado. Ese "pero"… doloroso y hasta muchas veces olvidado.
…
…
Pero Hiashi cambiaba con Himawari.
La postura del shinobi y su ceño se relajaban, las ropas seguían igual de anticuadas, pero la soberbia se dormía y solo se lo podía oír hablar en un tono calmo y sereno. Seguía siendo orgulloso pero no en el mal sentido, sino que se jactaba de lo que tenía, ni más ni menos.
Pero aun así el cambio más notable se vislumbraba en aquellos ojos eternamente blancos.
Estos seguían siendo letales, continuaban representando una amenaza latente y tal vez hasta más estando su nieta presente, pero… se "ablandaban" no encontraba otra palabra para describirlo.
Los ojos del Ogro, se ablandaban y ese cambio, esa mirada cálida sin pupilas, a ella le acarreaba recuerdos de antaño. Momentos, situaciones que sentía que pertenecían a otra vida, a otra Kushina más agresiva y menos pensante.
Que juntaba todo lo que significaba ese "Pero" y lo reemplazaba por un nombre.
"Hana-chan" pensó en la única mujer que había logrando esta transformación de forma exitosa.
–Habanero. –volteo a ver a la mujer.
–…
–Habanero, te estoy hablando.
–¿Kushina-obachan?
–¡Kushina!
La mujer parpadeo antes de volver en sí para encontrar a Hiashi con el ceño fruncido y a Himawari confundida.
–¿Qué pasa dattabane?
–Dice que le duele la cabeza.
–Oh. –aparto todo pensamiento y se concentró. –Hinata-chan ya le dio el medi… -se autocorrigió. –Ya le dio refresco antes de irse, hay que darle tiempo para que haga efecto, dattabane.
–Hmmp. –Hiashi cubrió completamente la frente de su nieta con la palma de la mano.
–¿Hiashi-ojisan?
–Estarás bien, Himawari. –le aseguro y miro a Kushina. –Traeré unos paños y agua fría. –se levantó e iba a la salida cuando se detuvo y miro la ventana.
Se acercó y mirando a su rival la cerro.
–¡Oye!
–Te quiero lejos de esta ventana Habanero. –le advirtió.
Kushina le saco la lengua en un acto de más infantil y Hiashi se fue.
Una vez sola volvió a abrir la ventana y no solo eso sino que agarro las cortinas y las ato entre si dejando que entrara la luz.
–Ya está. –dijo orgullosa. Que viniera a desanudarlas y ella con gusto le partiría una sartén en la cabeza.
–¿Te vas a quedar con el abuelo Hiashi a cuidarme, abuela?
–No, no Hima-chan. –volvió a tomar el lugar en la cama junto a la niña. –Tu abuelo se queda conmigo dattabane.
Himawari la miro confundida.
–¿Cuál es la diferencia?
Kushina sonrió: –Que yo llegue primero dattabane.
Himawari comenzó a reírse, pero desgraciadamente la tos volvió.
–Oh cariño. –la hizo sentarse y le golpeo ligeramente la espalda. –Me hubiera gustado saber jutsu medico dattabane.
–¿No sabes?
–No es mi especialidad. –le corrió un mechón de cabello. –Los Uzumaki nos especializamos fūinjutsu, son técnicas de sellado.
–Oh… –sus ojos se abrieron ligeramente más. –¿Me enseñaras abuela?
–¡Por supuesto dattabane! –sonrió emocionada y se llevó la mano al pecho. –Les pasare a ti y a tu hermano toda mi sabiduría. –asintió solemne. –Además… –sonrió divertida. –No puedo esperar a ver la cara que pondrá.
–¿Oto-san?
–No, no. –negó con la cabeza. –¡El Ogro dattabane! –su sonrisa se agrando solo con imaginar la expresión consternada del Hyuga. –Estará celoso cuando vea lo que podrás hacer Hima-chan.
–¿Celoso? Pero si yo…
–Veo que ignoraste lo que te dije. –Hiashi volvió y ahora miraba a la ventana otra vez entreabierta.
–Solo es un poco de aire no va a morir dattabane. –se quejó. –Además dentro de unas horas le toca su "refresco" devuelta.
Fue tan evidente que no podía disimular, que Hiashi agradeció a Kami, que su nieta aun fuera pequeña y no lo notara.
–Ya verás Ogro. –miro a Himawari. –Será cuestión de días para que mi bella nieta este corriendo a Boru-kun por todos lados dattabane. –dijo convencida. –¿No, Hima-chan?
–¡Hai!
–¡Esa es mi Hima-chan dattabane! –dijo con lágrimas en los ojos mientras la abrazaba con fuerza. –Saco el espíritu de los Uzumaki. –la apretó y la niña rio. –Me emociona tanto dattabane.
Hiashi rodo los ojos con fastidio.
–Hazte a un lado, Habanero.
–Se dice permiso. –le corrigió mientras se levantaba. –Ogro amargado. –dijo entre dientes.
–Te escuche.
–¡No dije nada!
–Hmmp. –Hiashi mojo el paño en agua y lo retorció. Con cuidado lo coloco en la frente de la niña.
Himawari suspiro ante el cambio de temperatura.
–Oji-san.
–Intenta dormir Himawari, tienes que descansar.
–Hai.
Hiashi la arropo y una vez que se cercioro de que estuviera bien tapada, se levantó.
La pequeña ya estaba cerrando los ojos, cuando dijo: –¡Shukaku-kun!
–Aquí dattabane.
Himawari sonrió y extendió las manos.
–Shukaku-kun también tiene que descansar dattabane. –le tendió el muñeco y Himawari lo abrazo contra su pecho.
–¡Gracias!
–De nada, cariño. Descansa.
Al ver aquellos inocentes ojos azules cerrarse, ambos shinobis lo tomaron como una señal, para irse. Más antes de salir, Hiashi se acercó a la ventana y la cerro. Kushina rodo los ojos y una vez afuera, en el pasillo, le dijo:
–Nunca nos vamos a poner de acuerdo dattabane.
–Hay viento afuera
–Y acá adentro hace demasiado calor.
–Mi nieta tiene las defensas bajas, Habanero.
–También es mi nieta y fui madre dattabane. –se llevó las manos a la cadera. –Deberías confiar en mi Ogro, se cómo cuidar un resfriado dattabane.
–Tu…
Unos gritos detuvieron la discusión, ambos se miraron y en simultáneo bajaron apresurados la escalera. Pelearon en la puerta, en su afán de querer salir primero, pero una vez afuera, Kushina miro alarmada como algunas de sus trampas, habían capturado shinobis y no cualquier shinobi… Shinobis del clan Hyuga.
–¿Qué significa esto? –dijeron al mismo tiempo.
–Yo pregunte primero Ogro.
–No te hagas la idiota Habanero. –estaba molesto. –Explícame porque mis hombres están atrapados en cadenas.
–Eso mismo quiero saber yo –señalo las trampas. –¡¿Qué hacen cinco Hyugas en mi casa dattabane?!
Hiashi bufo y se cruzó de brazos. –Si creíste que no traería conmigo vigilancia, estando mi nieta así, es porque eres más ingenua de lo que creí.
–¡Lo mismo digo dattabane! Además yo ya había instalado trampas alrededor. –señalo el jardín. –Y ahora por culpa de tus hombres, están arruinadas dattabane.
–Hiashi-sama podría…
–Ustedes cállense. –miro a los shinobis, con el ceño fruncido. –No pudieron ver los destellos de chackra que emitían unos simples sellos. –los reprendió con dureza.
–¡Oye! No son simple sellos dattabane.
–Tu silencio Habanero, no estoy hablando contigo.
–Idiota.
–Te escuche.
–¡Lo sé, por eso lo dije dattabane!
–Gomen' nasai Hiashi-sama. –dijeron en simultaneo los cinco hombres, bajando la cabeza avergonzados.
Hiashi bufo y miro a la kunoichi, esta al instante leyó la pregunta muda y negó con la cabeza mientras retrocedía.
–Ni lo pienses dattabane –señalo a los shinobis. –Tus hombres, tú mismo los desatas.
–Hmmp.
Demasiado molesto y cansado para oponerse, el líder camino hacia los sellos y con movimientos agiles y el Byakugan activado, libero a cada uno de los shinobis, que cayeron de forma desprolija a los pies del Hyuga.
–Hiashi-sama. –dijeron.
–Silencio. –los subordinados temblaron. –No quiero oírlos. –las venas en sus ojos se acentuaron. –Cubran el perímetro, yo me encargare del resto.
–¡Hai! –hicieron una reverencia y se dispersaron.
Kushina se agacho y tomo entre sus manos, un pequeño papel blanco, arrugado e inservible.
–¡Mira dattabane! –lo encaro molesta. –Todo esto es tú culpa ogro. ¡Ahora tendré que hacer todo de nuevo!
–Esos sellos no sirven de nada.
–¡¿Qué dijiste dattabane?!
–Me escuchaste. –miro los papeles. –Si hubieras aplicado más cantidad de chackra no habrían perdido utilidad en un solo hombre.
–¡No creí que se usarían dattabane! –se defendió. –Estamos en una aldea, en la casa del Hokage y llevamos más de quince años de paz dattabane.
–Por eso mismo. –la miro. –Nunca hay que confiarse. –desactivo el Byakugan y suspiro. –Estás perdiendo tus habilidades Kushina.
–¡Ogro!
Pero Hiashi la ignoro y entro nuevamente a la casa.
Continuara...
¡Y llegamos al final de este capítulo! ¡Ahora sí! Me estaba guardando los caracteres para este momento. El capítulo se extendió más de lo pensado, pero me gusto porque jugué con varias ideas y eso dio como resultado 3 hechos importantes.
· La carta de amor de Boru-kun.
· La época de cuando eran niños Kushina y Hiashi.
Y por último pero no menos importante.
· La mención de Hana.
En este ítem es el que quiero detenerme, porque es realmente importante ¡MUY IMPORTANTE! (Si están leyendo mi otra historia "Señales" esto es como un previo spoiler de lo que vendrá) que no olviden lo que Kushina menciono sobre esta mujer.
Ya sé que no es demasiado, pero tiempo al tiempo mis lectores, que la mujer que tuvo el poder de transformar al temido "Ogro" se ira revelando de a poco.
Mientras tanto sigamos disfrutando juntos, de lo que el Habanero sangriento y el Ogro, tienen para nosotros.
No me queda más que decir que espero que hayan disfrutado de esta entrega y nos leemos muy pronto. ¡Bye!
…
…
…
Pd: Recuerden que solo les toma tres segundos hacer feliz a esta escritora, dejando un comentario :D
