El dolor, la desesperación y la impotencia que sintió cuando vio a su madre matar a su primer amor Daniel, no se comparaba para nada con la tristeza que sentía, al ver cómo poco a poco el cuerpo de David era consumido por la oscuridad, justo delante de sus ojos y lo peor era que no podía hacer nada, él había tomado la decisión de salvarla, de evitar que su corazón sucumbiera nuevamente ante la tentación de la oscuridad, porque si eso ocurría, ya no habría vuelta atrás para ella y David lo sabía perfectamente, se quedó paralizada frente a él sin decir palabra, sin moverse porque además le acababa de confesar que la amaba, que sentía exactamente lo mismo que ella, que se moría de amor por él, que quería abrazarlo en ese momento y confesarle que también lo amaba, que no podía vivir sin su amor, que ya no concebía que estuvieran separados, que añoraba con todo su ser que borrara con sus besos y con sus caricias, cada duda, cada miedo, cada inseguridad, cada barrera, pero ahora esa cuestión no era importante, ahora era imperativo salvarlo, encontrar la manera de liberarlo de esa maldición, era lo menos que podía hacer, por lo que contuvo con todas sus fuerzas, las lágrimas que amenazaban con traicionarla frente a todos y decidió usar su mejor máscara de reina malvada para lucir fuerte e inquebrantable, aunque por dentro estuviera destrozada.

Su mirada nunca se separó de la de Regina, en sus ojos pudo ver claramente que estaba aterrada, que quería salir corriendo, sus labios le gritaban en silencio que era un incosciente por no haber pensado, por oscurecer su corazón lleno de luz, pero ninguno de esos reclamos tenían valor, lo que verdaderamente valía la pena, era que se estaba sacrificando por la mujer que tanto amaba, por quien respiraba, por quien su corazón palpitaba sabiendo de su existencia, por su ángel, su razón de vivir, con solo saber que la estaba salvando de no tener que enfrentarse a la oscuridad nuevamente, su consciencia estaba tranquila, porque aunque hubiese elegido a Robin, no le importaba, sabía que hacía lo correcto.

Al fin había terminado, la oscuridad encontraba un nuevo cuerpo donde contener toda su furia, toda su fuerza, estaba ahí parado en medio de la calle rodeado de sus seres queridos, pero no sentía nada, solo una voz interna que le susurraba en su interior, suponía que era la magia oscura ansiando exteriorizarse, pero no tenía ni la menor idea de cómo usarla, de pronto sintió un temblor inconstante en la mano que sostenía la daga, la miró y ahí estaba, su nombre claramente escrito, ahora David Nolan, era el nuevo Ser Oscuro.

Un solemne silencio inundaba las calles de Storybrooke, tan desoladas y sombrías como en una marcha fúnebre, miró para todos lados, pudo percibir claramente que estaban aterrados, su hija estaba blanca como un papel, Killian la sostenía entre sus brazos, por lo menos tendría quien la protegiera si no encontraban la forma de revertir la maldición a la que a partir de ahora estaría condenado a vivir, Robin tampoco se movía escuchaba las voces de su corazón que lo impulsaban a caminar hacia donde estaba Regina, pero por alguna razón, no se movía, parecía estar pegado al suelo, ¿sería que se estaba equivocando, que no era cierto lo que sus ojos presenciaron y no estaban juntos?, no era posible, si Regina le había dado otra oportunidad porque lo amaba, esa no era la reacción de un hombre que acababa de recibir el sí de la mujer de sus sueños, o por lo menos no habría sido así como hubiese reaccionado él en su lugar, pero de pronto el silencio acabó cuando alguien más llegaba a la escena.

"¡Emma!", exclamó Blancanieves que hacía su entrada, nada más y nada menos que con su flamante enamorado.

David, sintió que la rabia y la furia comenzaron a apoderarse de todo su ser, así que decidió retirarse, pero no lo hizo normalmente, con solo pensar en el lugar al que quería ir, una nube de humo negro cubrió todo su cuerpo y desapareció antes de que nadie pudiera mencionar palabra.

"¿es que se han quedado sin habla?", preguntó Blancanieves y todos salieron de su estado de pánico para mirarla.

"la oscuridad mamá…", tartamudeaba Emma, Killian la calmaba con sus caricias.

"David es el Ser Oscuro, Blanca", explicó Regina acercándose hasta donde estaba Robin.

"tenemos que salvarlo, vamos a la tienda de Gold, allí están Azul y el aprendiz de Merlín, quizás puedan ayudarnos", dijo Emma todavía sin desprenderse del cuerpo de Killian.

"espérenme allí, debo ir por Henry, y tú Robin, debes ir con Zelina, ahora debemos protegernos unos a los otros, no sabemos lo que ocurrirá", dijo Regina fingiendo seguridad, nadie podía percibir lo que realmente sentía.

"mi padre no le hará daño a nadie", aclaró Emma.

"eso no lo puedes asegurar…", intentó replicar, pero Emma la detuvo, lo que agradecía infinitamente porque se arrepintió de sus palabras inmediatamente salieron de sus labios, solo quería salir de ahí.

"¡MI PADRE SE ACABA DE SACRIFICAR POR TI!", gritó Emma, claramente enojada por la actitud indiferente de Regina.

"sí, lo que hizo fue estúpido…", no podía flaquear, debía mantener su personaje.

"¡REGINA!", le requirió nuevamente.

Solo la miró por última vez y se teletransportó hasta la cafetería, que al parecer era todo un desastre como su corazón, no cabía dudas que la paz del pueblo se había terminado, todos corrían y gritaban aterrados, desde donde estaba pudo escuchar claramente los gritos de Granny, decidió entrar al lugar, cuando abrió la puerta como ya todos se habían ido, era un desierto, pero las luces palpitaban como en corto circuito, las lámparas estaban rotas, los cristales de las ventanas corrieron con la misma suerte, cerró la puerta tras de ella y se dispuso a buscar alguna señal de vida.

"¡Granny!", la llamó y de la nada la voz de Henry rompió el silencio.

"¡MAMÁ!", se inquietó un poco, la voz de su hijo no reflejaba alegría, si no todo lo contrario.

"mi niño, ¿qué ocurre?", dijo inclinándose para estar a su altura, ese gesto lo hacía desde que era un bebé, era difícil dejar de hacerlo.

"David, mamá…", intentó explicar, pero Ruby fue quien lo aclaró todo.

"todo estaba muy tranquilo justo como lo dejaste, Regina, pero de repente se apareció David en una nube de humo como las de Gold, todos se asustaron por su aparición, pero eso no fue todo, de repente las luces comenzaron a parpadear hasta que se apagaron, de sus manos comenzó a salir una corriente de magia, todos gritaban, estaba incontrolable, la corriente iba hacia todos los lugares, Granny y yo le pedimos que se detuviera, no podía, luego las luces se rompieron al igual que los cristales, los gritos de terror no cesaban, al percibirlo, David volvió a desaparecer, ya no sabemos más", Ruby detalló lo ocurrido, Regina no se desprendió del abrazo de su hijo quien estaba asustado aún, con cada detalle que exponía Ruby la apretaba un poquito más, ella intentaba darle seguridad.

"su magia está descontrolada", intervino Regina.

"¿su magia?", preguntó Granny de la nada, al parecer estaba evaluando los daños del desastre ocasionado por David.

"ahora David es el Ser Oscuro", dijo sin más.

"el abuelo, mamá", dijo Henry aterrado.

"tranquilo mi príncipe, entre todos lo salvaremos", aseguró Regina, mientras las mujeres frente a ella entendían la consternación del adolescente.

"prométemelo", dijo en un sollozo.

"te lo prometo mi amor, ahora comencemos por arreglar todo este desastre", dijo Regina desprendiendo de su cintura las manos de su hijo, para ponerse en posición, con un movimiento de su mano, la cafetería quedó impecable como antes.

"Gracias, Regina", agradeció Ruby.

"siempre supe que el amor era poderoso, su majestad, pero nunca me imaginé que haría magia en ti", comentó Granny, ganándose una reprimenda de su nieta.

Regina las miró con mucha confusión, pero ya conocía de su complicidad con Henry para dejarlos solos a ella y a David en la cena romántica, así que ese comentario no podía faltar.

"vamos mi príncipe, Emma nos espera", animó a su hijo.

"hasta mañana, gracias por todo", dijo Henry antes de seguir a su madre.

Ambos salieron de la cafetería y se dirigieron hasta la tienda de Gold, donde los esperaba Emma quien conversaba con el Hada Azul.

"la solución para salvar a David la encontrarán en Camelot, el aprendiz de Merlín me lo confesó antes de caer gravemente enfermo, tuve que proteger su cuerpo al igual que lo hice con Gold, Bella los cuida en estos momentos", explicó muy parsimoniosamente el hada, en el lugar solo estaba Emma, había convencido a su madre para que se fuera a descansar.

"perdón la interrupción, ¿alguna forma para llegar allí?", preguntó Regina ganándose la atención de ambas mujeres.

"desafortunadamente no", fueron las palabras del hada.

"¿entonces ya no salvaremos al abuelo?", preguntó Henry, con lágrimas en los ojos.

"chico no te pongas triste, Regina y yo encontraremos una solución", dijo mirando a Regina para que la apoyara, aunque sabía perfectamente que estaba en lo correcto, no había otra forma de salvar a su padre.

"bueno vamos a dormir, mañana será otro día, descansemos hoy", la noticia no le gustó ni un poco, necesitaba salirse para pensar y despejar su mente.

"mamá, me iré a la mansión", dijo Henry a Emma quien asintió con la cabeza.

"muy bien, yo esperaré aquí por Killian, no tarda", fue su consentimiento, sabía que en el único lugar donde su hijo estaría a salvo era con Regina, se despidieron y vio cómo su hijo se iba con su madre adoptiva.

Al llegar a la mansión Henry le pidió que se acostara con él hasta quedarse dormido, así lo hizo, luego se dirigió a su habitación, necesitaba un baño refrescante, se quitó la ropa, entró a la bañera, abrió la ducha y el agua comenzó a caer mojando su piel y relajando cada músculo agotado por los hechos del día, la imagen de David confesándole su amor por ella antes de ser devorado por la furia de la oscuridad, no se le borraba de su mente, no sabía si llorar o reír porque le correspondía, porque la amaba con tal intensidad que fue capaz de poner su propia vida en peligro para protegerla, además ahora entendía el por qué se sintió tan especial en sus brazos la noche que hicieron el amor, pudo percibir que llevaba tiempo amándola, porque así se lo hizo sentir, la seguridad de sus besos, la firmeza de sus manos, la decisión de su corazón por haberlo animado a buscarla aquella noche sin saber lo que encontraría, lo sentía ahora, más vivo que nunca después de haber escuchado esa confesión, ese hombre ocupaba cada rincón de su corazón, era el dueño de su existir, de eso ya no tenía dudas, era una cruel realidad, pero la más bonita de todas, añoraba como nada que estuviera allí con ella en ese momento, acariciándola como solo él lo haría, besando sus labios con tal dulzura que se perdiera en el éxtasis de su amor, haciéndola sentir una verdadera mujer; con sus ojos cerrados, el agua recorriendo cada rincón de su cuerpo, se perdió entre la realidad y la fantasía.

Las calles del pueblo estaban desiertas, vagaba sin rumbo, no se le borraba de su mente lo ocurrido ese domingo, todo estaba tan tranquilo en la mañana y ahora, no tenía adónde ir por su incidente en la cafetería, estaba tan furioso por la falta de confianza de su ex esposa, que su magia se descontroló, en ese momento solo pensó en Regina y toda su furia desapareció sin aviso, permitiéndole parar el desastre que había ocasionado, era como si su amor por ella apaciguara la inestabilidad de la magia oscura en su interior, por un momento solo pensó en pedirle ayuda, no había nadie que conociera más de magia que ella, quizás la respuesta que tanto buscaba, la única persona que podía dársela era Regina, de pronto una voz muy conocida, lo hizo cerrar los ojos y de inmediato se vio envuelto en una nube de humo negro, para aparecer justo en el baño de la mansión.

Cuando el humo se disipó, pudo percibir claramente la desnudes de la mujer frente a sus ojos, su cuerpo era el paraíso personificado, estaba tomando un baño con sus bellos ojos cerrados, muy perdida en sus pensamientos, tener a su ángel frente a sus ojos sin acariciarla, era una tortura, solo que como ahora era el Ser Oscuro, no lo pensó dos veces, entró a la bañera, aunque el agua estaba muy fría, no abandonó su objetivo, sin esperar ni un instante, tomó una mano de Regina y con sus dedos trazó un largo camino hasta llegar a su hombro, pudo percibir que la piel femenina se erizaba al sentir sus atenciones, no se detuvo e hizo lo mismo con el otro brazo, movimiento que lo acercó un poco más, pero aún sin tocarla, cuando sus dos manos estuvieron en el cuello, Regina inclinó su cabeza hacia atrás como incitándolo a que no se detuviera, era su luz verde, ahora sí fundió sus cuerpos como si fueran uno y de pronto ya el agua no estaba tan fría, todavía mantenía sus ojos cerrados por lo que continuó su labor sin detenerse solo que ahora con sus labios repartió cortos besos en su nuca, temblaba cada vez que hacía una pausa para besarla de vuelta, ese momento lo guardaría para siempre en su memoria, no decía nada, no quería espantarla y que su fantasía terminara muy rápido, pero su cercanía se estaba pasando de los límites, por más que quisiese deshacer su ropa ya empapada por la fría agua, no debía forzar la situación, así que decidió parar y alejarse lentamente, lo que no se esperó fue lo que sucedió después, quedó totalmente petrificado en el lugar.

"David, no pares por favor", el tono de su voz fue casi imperceptible, su poderosa magia oscura la hizo salir inmediatamente de su imaginación, para estar completamente enterada de su presencia, no abrió los ojos para ver hasta dónde era capaz de llegar, no se equivocó, ahora estaba donde mismo lo quería.

La invitación de Regina era como si estuviera en una tienda de dulces con los brazos atados, solo que no se negaría de saborear cada golosina y cada caramelo hasta quedar completamente saciado, por lo que tomó aire y volvió a acercarse a su cuerpo, ahora sí, sin privarse de apreciar ni un solo detalle, las palabras de Regina fueron las últimas de la noche, la verdad era que no las necesitaban, no supo cómo, ni en qué momento, sus ropas habían desaparecido, pero no le interesaba mucho, solo quería devorarla, darle toda la atención que tanto le estaba pidiendo, sostuvo la estrecha cintura con su mano derecha y con la izquierda subió las delicadas manos femeninas hacia su cabeza, por instinto ella se recostó a su pecho sin querer despegarse, dejando descubierto su cuello al alcance de sus labios, no esperó y el sonido de sus besos inundó el lugar, no había experimentado algo así, sentirla vibrar sobre su cuerpo era la gloria misma, lo incitaba a querer más, a no detenerse, no lo hizo, ahora comenzó a probar sus perfectos labios en un beso apasionado, lleno de amor, la sincronía de sus cuerpos era increíble, estaban hechos el uno para el otro, continuaron con la misma intensidad, correspondiendo cada caricia, cada beso, cada abrazo, se entregaron mutuamente, tocaron el cielo, el tiempo se detuvo, ambos lo sintieron, consumieron su amor como si no existiese un mañana, como si la vida dependiera de ello, el cansancio los venció y Regina quedó profundamente dormida, aunque para David esa palabra ya no existía, no pudo conciliar el sueño, por lo que dedicó el resto de la noche a apreciar el cuerpo femenino que yacía justo encima del suyo, respirando el mismo aire, sus corazones fundidos en uno, latiendo al mismo compás, el tiempo pasó volando, pronto llegó la mañana anunciando un nuevo día, sabía que debía irse, solo que con lo ocurrido la noche anterior no quería dejarla, le dolía profundamente abandonarla nuevamente, cerró sus ojos azules para llenar sus pulmones del aroma de Regina, salió de la cama con mucha delicadeza, recogió su ropa y desapareció con su magia sin dejar rastro de su presencia en la mansión.

Despertó sobresaltado, casi no pudo dormir la noche anterior, era injusto que su abuelo, ahora fuese el Ser Oscuro, rápidamente se arregló y fue directo a la habitación de su madre, quería asegurarse de que se agotarían todas las opciones para ayudar a David, al llegar un toque suave se hizo sentir en la habitación, esperó unos segundos, al no recibir respuesta alguna, la llamó.

"¡MAMÁ!, ¿puedo pasar?", preguntó y enseguida escuchó la voz de su madre que al parecer estaba en el baño.

"entra Henry", ni se enteró de que David se había marchado, solo supo que le costó mucho trabajo levantarse, no quería enfrentarse a un nuevo día sin tenerlo a su lado y ahora menos, después de la noche de ensueño que disfrutaron juntos, al parecer David le había dejado antes de partir, unos papeles y la daga, solo que como escuchó la voz de su hijo, rápidamente se escondió en el baño, algunas lagrimitas caprichosas se le escaparon cuando leyó el documento de divorcio, le estaba haciendo saber que el primer paso para estar juntos, estaba dado, era la luz al final del túnel y con la daga, le estaba depositando su vida en sus manos, todos estos sentimientos la abrumaron a tal punto de ya no poder evitar el llanto, no quería que su hijo la viera en esas condiciones, sabía muy bien que Henry le haría un interrogatorio y no estaba preparada.

"¿estás bien?", el silencio que provenía desde el baño lo preocupó.

Tardó un momento en responderle, hizo un movimiento de su mano para guardar los documentos y la daga, se limpió las lágrimas y salió.

"buenos días mi príncipe, ¿cómo dormiste?", preguntó con una sonrisa forzada.

"no muy bien, debemos ayudar al abuelo", la actitud de su madre le dio curiosidad, pero no le haría ninguna pregunta en estos momentos.

"estoy de acuerdo, pero hoy es día de colegio, creo que estamos retrasados", desvió el tema de conversación y el rostro del adolescente cambió radicalmente, porque sabía que la batalla estaba perdida, así fue, ambos desayunaron y Regina lo llevó hasta el colegio, luego se dirigió a su trabajo.

Blancanieves, todavía no tenía muy claro lo que sucedió la noche anterior, Emma le sugirió que mejor fuera a descansar y ya luego no recibió ninguna otra noticia, ahora estaba desayunando, Whale pasó toda la noche con ella en el departamento, pero salió a trabajar muy temprano, ahora que David era el Ser Oscuro, su familia corría peligro por su traición y su mentira, sus conclusiones no duraron mucho, un toque en la puerta hizo que su desayuno culminara.

"David", abrió la puerta, para encontrar al padre de su hija, parado justo en frente de sus ojos, fue como si hubiese acudido a su llamado mental.

"tenemos que hablar", fue rápido, no quería volver a descontrolar su magia por la furia.

"adelante", ambos entraron y se sentaron a conversar en la sala del departamento.

"quiero saber, ¿hasta cuándo me dirías que no soy el papá del bebé?", sus palabras salieron de sus labios con una calma que no pensó tener.

"David yo…", titubeó, no entendía, su hija le prometió que le daría tiempo, solo que sospechaba que su plazo se agotaba con cada día que pasaba.

"lo sé todo, Blanca, anoche escuché sin querer una conversación entre Whale y tú", le explicó, quería hablar con la verdad.

"Perdóname, la situación se me fue de las manos", era la verdad, se había enamorado del doctor desde antes que la maldición se rompiera, luego intentó olvidarlo, no pudo, su corazón había cambiado de dueño, pero tuvo miedo de la reacción de todos, por eso se mantuvo en silencio.

"perdóname tú a mí", ambos tenían secretos sin develar, no la podía culpar.

"eres un hombre maravilloso, David, quisiera que te encuentres con una mujer que sepa cuidarte como te lo mereces", le dijo, no era su intención pelear ni mucho menos.

"te lo agradezco, también deseo que seas muy feliz, aunque no dejaremos de estar en la familia", los ojos le brillaban por confesarle sus sentimientos por Regina, pero eso ya no tenía importancia, aunque la noche anterior fue inolvidable, la imagen de Robin tomándole las manos y saliendo de la cafetería muy animados, no se le borraba de la mente.

"¿amigos?", preguntó Blancanieves.

"familia", dio levantándose de su asiento para darle un abrazo, fue un momento muy emotivo, pero fue interrumpido por la puerta abriéndose, dando paso a su hija que entraba al departamento muy agitada.

"¿mamá, papá?", preguntó muy asombrada por la escena, ambos le sonrieron.

"¿Por qué tan apurada?", preguntó David.

"supe lo que ocurrió anoche en la cafetería, entonces como aún no encontramos ninguna solución para ayudarte, compraré una casa para que vivas conmigo", esas palabras fueron la mejor noticia del día, su hija se preocupaba por su bienestar sin importar lo peligrosa que era la magia que estaba en su posesión.

"no sé qué decirte", comenzó, pero rápidamente tuvo a su hija estrechándolos a ambos en un abrazo familiar, que significaba mucho para los tres.

"¿todo está bien entre ustedes dos?", preguntó la rubia desprendiéndose de los brazos de sus padres.

"todo está muy bien Emma, tu padre sabe que no es el papá del bebé", explicó para que supiera que habían hecho las paces.

"me alegro mucho, ahora voy a recoger mis cosas para la mudanza, deberías ayudarme, luego pasaremos por Grannys para buscar todo lo tuyo", estuvieron muy de acuerdo y el resto de la mañana lo ocuparon con esos planes.

Robin llegó muy sobresaltado la noche anterior, Zelina no quiso preguntarle nada, para darle espacio, al parecer lo ocurrido era muy grave, lo comprobó en la mañana siguiente cuando estaban desayunando juntos, la gravedad del asunto la hizo pensar que quizás podía ofrecerle su ayuda a su hermana, sería un buen comienzo, aunque no podía usar magia, toda su vida se la pasó aprendiendo a usar sus habilidades, por lo que tenía el presentimiento de que le sería muy útil, solo que temía que su hermana la rechazara por lo que estaba ocurriendo con Robin, pero ninguna de sus suposiciones le darían la respuesta, así que a media mañana salió de la cabaña rumbo a la alcaldía.

Regina no estaba de humor para trabajar, por lo que decidió tomarse ese día libre para comenzar a buscar una solución para liberar a David de la oscuridad, comenzó a cerrar la alcaldía, solo que en medio de su labor la voz de su hermana, la interrumpió, casi a punto de salir.

"veo que he llegado justo a tiempo, necesitamos hablar", rezaba para que su hermana comprendiera todo, no podían comenzar una relación familiar a base de mentiras.

"estoy un poco apurada", aclaró Regina, por si no había percibido que iba de salida.

"seré breve", insistió, no podía dejar escapar la oportunidad.

"escucho", no quería ser grosera.

"me enamoré de Robin", no lo calló más, los ojos de su hermana se abrieron como plato, no mencionó palabra, aprovechó para continuar, "no queríamos comentarlo todavía, pero Robin me contó lo ocurrido anoche y pensé en ofrecerte mi ayuda para salvar a David, solo que me gusta hablar con la verdad", ahora sí, la suerte estaba echada.

"no sabes lo feliz que me haces al escucharte hablar de esa forma, me da la idea de que aceptaste el consejo que te di no hace mucho tiempo", era la verdad, además si ella no hubiese aparecido, no se hubiera enamorado de David, quien ahora era el dueño de su corazón.

"no sabes el peso que me quitas de encima", sus palabras salieron en señal de alivio.

"y claro que acepto tu ayuda, anoche el Hada Azul nos dijo que la única forma de resolver todo este enredo era yendo a Camelot, pero no hay forma de llegar allí, toda la ayuda es bienvenida", explicó para ponerla al corriente de la situación.

"¿Camelot?, creo que tengo la respuesta, solo que será un poco complicado", en su poder tenía la vara mágica de Merlín, la que era capaz de abrir y cerrar portales entre reinos, pero estaba en Oz, tendrían que buscar la forma de traerla al pueblo, pero lo lograrían.

"a trabajar entonces", dijo Regina abriendo las puertas de su auto e invitando a su hermana para que la acompañara, ambas partieron hasta su bóveda para intentar terminar de una vez con el problema.

Los próximos días transcurrieron muy tranquilos, Emma, Regina y Zelina trabajaron sin descanso, leyendo libros, intentando probar todo tipo de pociones mágicas, pero nada parecía resultar, le sugirieron a David que evitara usar la magia oscura, así su corazón se protegería y todo sería más fácil, por supuesto, él accedió, solo que en las noches como no podía dormir, aparecía en la habitación de Regina para observarla dormir, era muy cuidadoso y cauteloso, con sus movimientos, por eso nunca sospechó que estaba siempre cerca de ella, se había convertido en su adicción.

Un día que todos se habían reunido para seguir trabajando en la forma de ayudar a David, Robin, Zelina, y Killian estaban con el Hada Azul quien al escuchar los planes de las hechiceras, se ofreció para ayudar, traería la vara mágica desde Oz, y Emma estaba con Regina en la bóveda, habían resuelto la primera parte, pero aún faltaba lo peor, no sabían a lo que se enfrentarían una vez llegaran a Camelot, debían estar preparadas.

El silencio, nunca caracterizaba los encuentros entre las amigas, siempre la rubia vivía hablando de cualquier bobería para sacar de su juicio a Regina, esta no era la excepción.

"¿has visto a mi padre en estos días?", la mirada de Regina desvió su atención del libro de magia en sus manos para mirar a su amiga.

"no, ¿por qué la pregunta?", tenía una leve idea, pero no podía quedar descubierta.

"lo digo porque en los últimos meses se volvieron tan unidos que me resultó un poco raro, no verlos juntos", le daba vueltas al asunto, Regina estaba a punto de darse cuenta, lo sabía muy bien.

"he estado muy ocupada ayudándote Emma, casi no tengo tiempo para dormir", fue su justificación, la verdad era que lo extrañaba mucho desde su último encuentro, varias veces estuvo tentada a invocarlo, necesitaba despejar varias interrogantes, pero siempre se frenaba, era más importante ayudarlo primero.

"¿lo amas, vedad?", se dio cuenta que su amiga estaba dándole evasivas al tema, por lo que no pudo aguantar más, lo estaba sospechando desde hacía un tiempo, pero no quería invadir la privacidad de Regina, ella mejor que nadie conocía lo reservada que era para sus asuntos sentimentales.

La pregunta, la tomó por sorpresa, fue muy directa, pero qué podía esperar, era Emma, su amiga, no contestó, solo la miró buscando lo que diría, pero el timbre del celular de la rubia, la rescató.

"dime Killian…voy para allá", fueron sus palabras, antes de colgar.

"¿Qué sucede?", preguntó Regina muy confundida por la rapidez de la llamada.

"me dijo Killian que ya estaba todo listo, pero que me necesitan", no sabía nada más.

"no te preocupes yo sigo aquí", le dijo para no retenerla.

"me iré aunque esta conversación no se ha terminado", dijo sin darle oportunidad de responder, lo que no sabía era que una tercera persona estaba escuchando toda la conversación.

Regina se quedó muy concentrada en sus libros, al fin estaba en silencio, amaba estar así cuando de magia se trataba, solo que su felicidad no duró mucho porque sintió que alguien la observaba, miró para todas partes, sin encontrar respuesta, así que continuó su búsqueda.

"¿es cierto?", dijo David sobresaltándola, había presenciado toda la conversación, tenía la esperanza de escuchar lo que necesitaba, pero el celular rompió sus planes.

"David, ¿qué haces aquí?", aunque no le sorprendía para nada su presencia, quería saber, el por qué.

"no me cambies la conversación, te hice una pregunta", no podía esperar para que le respondiera.

"¿de qué estás hablando?", estaba alargando el momento.

"lo sabes perfectamente", dijo acercándose peligrosamente a ella, como no se movió del lugar, ni respondió, siguió avanzando y habló nuevamente, "la pregunta que te hizo Emma, ¿es cierto?", su corazón estaba palpitando muy aceleradamente y más con su cercanía, ambos se perdieron en una profunda mirada que detuvo sus respiraciones por un momento, estaban como congelados, ninguno se atrevía a dar el primer paso, hasta que Regina quiso disimular sus nervios y habló.

"¿qué quieres que te diga?", un suspiro casi audible la dejó totalmente descubierta ante los ojos de David quien no perdió el tiempo y la sostuvo por la cintura, su vista se desvió hasta el suelo.

"¿me amas?", le preguntó tomando su barbilla para que lo mirara a los ojos, pero la tentación de tenerla tan cerca no lo dejó esperar por su respuesta y la besó cálidamente, sorprendiéndola con lo inesperado del gesto, tardó solo un instante en responderle con la misma calidez, verlos compartir un simple beso, era toda una obra de arte, David solo acariciaba sus espaldas, para mantenerla en su posesión, si era cierto que le correspondía como tanto lo había soñado, no dejaría escapar su oportunidad, la cuidaría y la haría sentir la mujer más especial de todas, Regina poco a poco recorría, sus musculosos brazos con toda la calma del mundo como memorizando el camino hasta llegar a su cuello, del que se abrazó sin dudarlo, quería que ese beso durara toda una eternidad, el momento se apoderó por completo de ella, hasta que ya no tuvo control de sus palabras, se sentía tan a gusto que su corazón se adelantó.

"te amo", dijo desprendiéndose solo un poquito de sus labios para poder hablar y que la escuchara, no recibió respuesta, más que otro beso, pero muy apasionado y amoroso, lleno de magia blanca que inundó todo el pueblo, ambos se sorprendieron con lo que estaba ocurriendo separándose de inmediato, pero algo más había ocurrido, Regina ya no percibía la poderosa magia oscura en David, por lo que hizo aparecer en sus manos la daga.

"David, eres libre", dijo con evidente alegría, David no entendía, nada más que su cuerpo estaba más ligero que segundos atrás, por lo que la besó una vez más, ya luego se resolverían los problemas.

Fue tanta la intensidad de la onda mágica que Gold se despertó del coma con mucha vida y el hechicero de Merlín también se levantó un poco confundido, pero más vivo que nunca, Emma, Killian, Zelina, Robin y el Hada Azul se estremecieron a tal punto que el hechizo que estaban a punto de realizar jamás se llevó a cabo, todos se miraron muy confundidos, menos el hada, quien parecía conocer muy bien lo que acababa de ocurrir, una sonrisa se dibujó en su rostro.

"¿qué es lo gracioso Azul?", preguntó Emma muy intrigada.

"¿no es evidente?", bromeó.

"déjate de rodeos, dilo ya", la apuró Zelina.

"un beso de amor verdadero", dijo sin otra explicación.

"papá", fueron las únicas palabras de la rubia.

"no te preocupes por él, Emma, la oscuridad ha desaparecido y tengo la leve impresión de saber quienes fueron los protagonistas de ese beso", muy calmada como siempre, vio como todos se quedaron muy conformes con su intervención.

A partir de ese día las cosas cambiaron en el pueblo, la familia se hizo cada vez más grande con el nacimiento del bebé de Blancanieves y Whale y la bebecita de Robin y Zelina, la relación de Emma con Killian prosperaba cada día, quería pedirle matrimonio cuanto antes, Bella y Gold se integraron también a la familia, Gold seguía con el negocio de antigüedades y Bella administraba la biblioteca del pueblo y la ayudaba el aprendiz de Merlín, quien le estaba profundamente agradecido por haberlo cuidado los días que estuvo a punto de morir.

Ese día Granny organizaría una gran celebración en la cafetería para presentar oficialmente a los recién nacidos, todos estaban invitados.

Durante los meses anteriores, David y Regina decidieron comenzar desde cero en su relación, no la habían hecho pública, pero sospechaban que ya todos debían saber, porque no se despegaban el uno del otro, David siempre la sorprendía con una cita romántica, ninguno de los dos se molestaba en esconder sus sentimientos, estaban muy felices; ese día de la celebración habían acordado ir juntos, David no quería esperar más para pedirle que fuera su esposa, aprovecharía la ocasión.

Todos estaban reunidos disfrutando de una velada muy familiar, era muy tarde en la noche, ya casi todo el pueblo se había retirado, solo quedaba la familia reunida, entre risas y bebidas, la alegría reinaba en el lugar, Killian no quiso esperar más.

"atención a todos", dijo chocando su tenedor con la copa de vino que tenía en sus manos, todos le prestaron atención, por lo que no se detuvo, "Emma Swan, yo te amo y creo que todos lo saben, pero, ¿quieres casarte conmigo?", el rostro de Emma se tornó rojo de la vergüenza, pero le encantaba lo que acababa de escuchar.

"acepto Killian Jones", respondió levantándose de su silla para besar a su prometido frente a todos, los aplausos y los silbidos no se hicieron esperar, de pronto Emma se desprendió del abrazo de Killian para hablar, "¿por qué no hacemos una boda colectiva?", el silencio reinó en la cafetería por sus palabras, ella se dio cuenta al instante de los que había dicho y quiso enmendar su error, "mamá, ¿no me digas que el doctor no te ha propuesto que se casen?", no recibía respuesta, pero de pronto saltó Robin para salvar la situación.

"Zelina y yo ya estamos comprometidos, me parece una gran idea", todos siguieron el entusiasmo de Robin y brindaron, rieron, bailaron y festejaron el resto de la noche, luego todos se fueron a su casa, Henry dormiría en casa de Emma, Blancanieves ya vivía en la casa de Whale y su apartamento se lo cedió a Zelina para que no viviera tan alejada del pueblo y se sintiera parte de la gran familia que ahora eran, David y Regina se fueron a la mansión, no vivían juntos, porque David quería esperar a que se casaran para por fin no separarse nunca más de su ángel.

Estaban despidiéndose en la puerta de la mansión, ambos se besaban como no queriendo separarse, pero el aire hizo falta.

"hasta mañana mi reina", dijo David, ganándose un pequeño golpe de Regina, quien lo miraba muy intensamente, sus ojos resplandecían, no esperó su respuesta y la besó por última vez en la noche.

"quédate", dijo Regina sobre sus labios.

"¿cómo dijiste?", había escuchado bien, pero era Regina, se separó del beso para tenerla frente a frente, aunque no la soltaba de sus brazos.

"¿que si quieres pasar la noche conmigo?", ahora sí, su pregunta fue clara y concisa.

"quiero pasar esta noche y todas las noches contigo porque no me quiero separar nunca más de ti", dijo con una sonrisa traviesa, con claras intenciones de hacer su propuesta de matrimonio en ese mismo instante.

"¿me estás haciendo una propuesta, Encantador?", bromeó, pero lo que siguió no se lo esperaba.

"Regina Mills, alcaldesa de Storybrooke y reina de mi corazón, ¿aceptas a este humilde pastor como esposo?", dijo sacando de su bolsillo una pequeña cajita para arrodillarse ante su ángel, quien al fin estaba con él, después de tanto camino recorrido, solo que ella no le permitió hincarse ante ella, sin pensarlo se le prendió del cuello para besarlo muy apasionadamente, de un momento a otro estaban en su habitación sin ropa encima de la cama, entregándose intensamente como ya era costumbre para los dos.

La mañana llegó sin previo aviso, iluminado el cuerpo de Regina que estaba abrazada de David con sus piernas entrelazadas, la mañana estaba muy fría por lo que una fina sábana blanca cubría ambos cuerpos desnudos.

Regina despertó primero, solo que decidió esperar a que David abriera los ojos, este momento era hermoso, amanecer en brazos del hombre que amaba, no lo podía creer, pero no tardó mucho en removerse en la cama.

"buenos días mi amor", dijo aún con los ojos cerrados y con su voz un poco ronca por el sueño.

"muy lindo despertar así, creo que me haré adicta", bromeó.

"tienes razón, pero anoche no me contestaste mi pregunta", la vio mirarlo confundida.

"¿qué pregunta?", no entendía.

"que, si te querías casar conmigo", parecía un niño con un juguete nuevo.

"creo que la noche que acabamos de pasar fue suficiente respuesta, además Encantador a partir de hoy no te despegarás nunca más de la Reina Malvada", aclaró con mucha seriedad.

David no reaccionó por un instante, pero al momento estaba encima de ella besándola con mucho amor, era el inicio de su vida juntos, una vida de mucha felicidad.

Seis meses después fue la boda conjunta, cuando Regina anunció que también se casaría con David, todos respiraron aliviados, porque se habían tardado demasiado en confirmar su relación, por lo que organizaron una hermosa boda, optaron por la alcaldía, era un lugar muy amplio y acogedor y así todo el pueblo podría participar de ese día tan especial, el aprendiz de Merlín fue quien ofició la ceremonia, todos lucían hermosos, las novias dejaron sin aliento a los novios, dieron el sí, se juraron amor eterno y pronto comenzó el baile, cada pareja tenía sus propios planes para la luna de miel, Emma lo pasaría en el barco de Killian, Zelina y Robin no estaban interesados, ni tampoco Blancanieves y Whale, preferían festejar el inicio de su vida juntos en sus casas con sus bebés, al final era su mayor alegría, solo que Regina y David habían planeado ir a Nueva York, pero antes de salirse al viaje, la fiesta no culminaba, partirían la mañana siguiente, todos bailaban muy felices y también el lugar se llenó de flashes de las cámaras que querían captar la esencia del momento para toda la eternidad.

"¿te dije que eres la novia más hermosa?", dijo David al oído de Regina mientras bailaban.

"no creo haberlo escuchado", bromeó con su rostro pegado al pecho de su ahora esposo.

"me quitaste el aliento cuando te vi llegar", le dijo, ahora sí ganándose la completa atención de su esposa, se miraron por un momento, hasta que la expresión de su rostro cambió radicalmente.

"David, no me sie…", no pudo terminar se desplomó sin conocimiento en los fuertes brazos de David.

Todos se alarmaron mucho con lo ocurrido, la llevaron al hospital, Whale personalmente quiso atenderla, David tuvo que permanecer en la sala de espera, estaba desesperado.

Minutos después, Regina despertó acostada en una cama muy incómoda con un suero conectado a su brazo derecho, quería salir de ahí, pero debía pensarlo mejor antes de tomar una decisión irresponsable que no le traería buenos resultados y menos ahora, esperó muy tranquila hasta que alguien viniera, cuando menos se lo imaginó Whale entraba a la habitación con un sobre blanco en las manos.

"¿te sientes mejor?", preguntó con claras intenciones de abrir el sobre, Regina lo detuvo.

"no has hablado con David, ¿cierto?", preguntó muy seria, si arruinaba la sorpresa, prometía matarlo con sus propias manos.

"no, pero está desesperado afuera", aclaró, terminando de abrir el sobre.

"yo sé lo que tengo Whale", dijo sin esperar.

El doctor frente a ella la miró muy sorprendido, no era posible, sabía que era hechicera, pero no doctora, por suerte entendió su confusión.

"solo deja que me vaya, dile a David que fue un problema con la presión, ya me siento muy bien", tampoco recibió respuesta, sin embargo, hizo lo que pidió y la dejó ir del hospital.

Todo continuó como lo habían planeado, se fueron de luna de miel para Nueva York, estaban muy felices, solo que los malestares de Regina se agudizaban con cada día que pasaba, no podía seguir esperando, tenía que decírselo.

Ese día fueron a un parque muy hermoso, estaba rodeado de frondosos árboles y en el centro había una fuente, de la cual brotaba agua naturalmente, le llamaban la fuente de los deseos, los dos caminaron por todo el parque muy abrazados.

"tengo algo que decirte", comenzó Regina, David se detuvo de repente.

"¿te sientes bien?", le preguntó, la preocupación se reflejó en sus bellos ojos azules.

"estoy embarazada", no podía seguir callando, era una completa sorpresa para ella, debido a la poción de infertilidad que se tomó para no dejarse vencer por la maldad de su madre, por eso, cuando percibió los síntomas e hizo la prueba con magia, no dijo nada, hasta que su primer desmayo decidió aparecer justo en la boda.

"¿es cierto?", sus ojos se abrieron del tamaño del mundo, era la noticia más linda que le hayan dado.

"sí", no dijo más, pero David se volvió como loco, comenzó a correr hacia la fuente, se trepó en los muros donde habían personas sentadas y comenzó a gritar.

"¡REGINA MILLS SERÁ LA MADRE DE MI HIJO Y YO LA AMO MUCHO, MUCHO!", su alegría contagió también a los presentes, quienes comenzaron a reír por su ocurrencia, Regina solo lo miraba, no cabía duda de su gran amor, de pronto se bajó de los muros y corrió de vuelta a sus brazos, se hincó ante ella y le habló a su aún plano vientre.

"aquí está papá mi niño y te amo con todo mi corazón", Regina tomó su rostro y lo miró con mucha ternura, no tenía la menor idea de dónde había sacado que tendrían un niño, pero eso no era importante ahora, lo invitó a levantarse para envolverse en un lindo beso que provocó las risas y los aplausos de todos los que observaban la entrega de los enamorados.

Con esa felicidad y ese entusiasmo pasaron los próximos ocho meses, David no se separaba de ella ni un segundo, la cuidada con mucho placer, no se perdía una consulta con el doctor Whale, ni una ecografía donde ambos disfrutaban sintiendo el latir del corazón del bebecito, ninguno de los dos quería saber el sexo de la criatura, lo amarían igual a su principito.

La familia estaba muy alegre por la llegada del bebé, Henry se sentía muy orgulloso por la felicidad de su madre, siempre había soñado verla así, la vida la había golpeado mucho en el pasado, ya era hora de que cambiara la situación y ahí estaba, muy enamorada de su abuelo y ambos ansiosos por conocer al fruto de su gran amor.

Al fin el día llegó, estaban en el hospital esperando que naciera el bebé, David no la dejaría sola ni un instante, por lo que amenazó a Whale si no le permitía entrar con Regina, quien ahora le sostenía la mano con mucha fuerza del esfuerzo que hacía para traer a su bebé al mundo, aunque los dolores eran insoportables y las lágrimas salían involuntariamente, valía la pena, la felicidad era mayor, pasaron horas antes de que todo terminara, cunado el llanto del pequeño se hizo sentir en todo el hospital, Regina descansó por un segundo en los brazos de David quien la había apoyado con su paciencia y con su ternura.

Cuando examinaron al recién nacido y se aseguraron de que todo estuviera perfectamente en orden lo envolvieron en una mantita blanca y se lo entregaron en los brazos a sus papás.

"es un niño muy fuerte y saludable como sus padres, Regina", dijo Whale colocando el bebé, quien no había parado de llorar, en brazos de su mamá, al sentir el calor maternal inmediatamente fue como magia, su llanto se convirtió en un pequeño e inaudible balbuceo que llenó de amor a todos los allí presente, quienes, al presenciar la escena tan familiar, decidieron darle privacidad a la pareja.

"¡hola!", exclamó Regina con una sonrisa en sus labios, rápidamente notó la ansiedad de David por sostenerlo en sus brazos, aún no se separaba de su lado, pero no había interferido, porque sabía que ella debía tenerlo primero, pero él era el papá, que más daba.

"ve con tu papá", dijo Regina besando su cabecita y ganándose una mirada de asombro por parte de David, quien se levantó de su lado para estar más cómodo, le extendió los brazos y el bebé fue muy bienvenido por su papá a quien le brillaban los ojos de tanto amor y tanta felicidad, las lágrimas volvieron a inundar sus ojos, pero ahora no eran de dolor, si no del profundo amor que sentía en ese momento al presenciar la escena de padre e hijo intercambiando sus primeras miradas.

"hola Benjamín, soy el papá más feliz del mundo y te amo con todo mi ser", su mirada no se desprendía de los bellos ojos chocolate del bebé, era una pelusa de maíz, rubio como él, pero los ojos de su madre adornaban sus pequeña carita, era la mezcla perfecta entre los dos, sabía que los ojos llorosos de su ángel no se le habían desprendido, así que desvió su atención del bebé para mirarla con todo su amor.

"te amo", solo movió sus labios sin producir sonido alguno, y Regina ya no pudo contenerse, las lágrimas salían sin control, mojando sus mejillas, se sentía la mujer más amada, nunca pensó que viviría una felicidad tan intensa como la que sentía en ese momento, tampoco se imaginó que, al perder a su alma gemela, ganaría algo mejor, el amor verdadero del Príncipe Encantador, muestra inequívoca de que en la vida, a veces, perdiendo se gana.

FIN