He empezado un fic de My Hero Academia que lo estoy haciendo solamente en inglés, así que por suerte no tengo el trabajo extra de andar traduciendo y escribiendo la misma historia dos veces. Pero por otro lado, ahora tengo dos fics que voy a ir llevando en simultáneo. Así que para hacerme la vida un poco más fácil, voy a ir actualizándolos uno por semana. Esta semana le toca a este, la semana que viene al de MHA. Está bueno porque me mantiene entretenido, pero es mucho trabajo ir llevando las dos historias en paralelo, jajajaja Así que espero que sea por lo menos una lectura entretenida para ustedes. Si no tuviera que traducir este tampoco… Aaaaah, pero tengo amigos en los dos lados del fandom, no puedo elegir.
Hubo un cambio de planes mientras estaba escribiendo este capítulo. Estaba charlando con un amigo que fue lo suficientemente amable como para darle una leída, y me recomendó que lo dividiera en dos. Uno, porque este capítulo estaba a punto de convertirse en el más largo de la historia por un GRAN margen (estaba acercándome a los primeros días de Réquiem). Pero también porque le pareció, y tras considerarlo terminé pensando lo mismo, que había un punto en el que el capítulo podía dividirse porque la temática cambiaba por completo. Así que voy a salir de mi plan original, y en lugar de 10 capítulos, esta historia acabará teniendo 11.
Muchas gracias a todos los que me envían mensajes, me hablan de la historia, y obviamente a los fieles lectores que dejan sus reviews:
Mauro Loud: ¡Me alegra que pienses así! Es precisamente por eso que quería que esta fuera la continuación de Ace Savvy. El cambio de perspectiva me parecía demasiado entretenido como para dejarlo para más adelante. Lo de la madre de Luna será revelado de hecho en el próximo capítulo jajajaja. Y creo entender a lo que te refieres con la escritura "artesanal". Es más que nada una consecuencia de que está escrito en primera persona, así que tengo que usar un vocabulario más directo y mucho menos pretencioso que cuando escribo en modo "autor". Ciertamente ayuda a que sea más rápido escribir, y me alegra que disfrutes de las actualizaciones rápidas jajaja. Y ya te hablé por Twitter.
andres888: Gracias por las observaciones.
Sylar Diaz: Noooo no me hagas sentir mal :'( Sam y Luna son claramente el corazón de esta historia y me alegra que la respuesta sea unánimemente positiva hacia ellas jajaja El antagonista no está relacionado con Phantom Girl, aunque eso hubiera sido genial. Tus ideas/teorías suelen ser muy entretenidas.
Luna PlataZ: ¿Por qué todo es sexo lésbico contigo? Jajajaja. Luna estaba teniendo una crisis emocional, no estaba de ánimos para esas cochinadas de las que no paras de hablar. Interesante teoría la de Luan, no había notado que ella suele desaparecer (y aparecer) de la nada, haces que suene como si todo fuera parte de un plan… hehehehe. Sobre Tabby, no creo que vaya a desarrollarlo en la historia, así que te diré que Tabby se lo tomó con confusión y un poco de tristeza, pero Luna y Sam tuvieron una charla muy madura con ella donde le explicaron que su relación terminó en buenos términos y que seguirán siendo mejores amigas. Y le costó un poco entenderlo, pero finalmente pudo aceptarlo y está feliz de que Sam siga estando en la vida de Luna.
daglas99: Tus comentarios son siempre los que más me hypean y me dan ganas de continuar escribiendo cuanto antes jajajaja. ¡Me alegro que te gusten las combinaciones de poderes! ¡Y encima dejaste dos reviews!
Luis Carlos: Lo que pasó con su madre es el misterio que todos se preguntan… ¡y que se responderá en el próximo capítulo! Las canciones no las pongo en español porque las letras originales son en inglés y si las tradujera directamente nadie podría saber de dónde vienen, y con la traducción entre paréntesis queda horrible, ya en Réquiem quedaba feo cuando lo leía. Y sí, las historias del Heroverse son cortas, cerca de 10 capítulos cada una. Esta historia es particularmente más corta (probablemente acabará con algo más de la mitad de palabras que la de Ace Savvy) por cuestiones de timing y del argumento, pero sí, son novelas ligeras para ir introduciendo a los personajes.
Misugi: Antes que nada: la historia de My Hero Academia tiene algunos spoilers del manga pero hay algunas muertes que me las inventé yo para la historia jajajaja Así que léete el manga porque es buenísimo pero no te preocupes que no spoileé nada demasiado grave :v Sobre tu teoría acerca del misterio, estás TAN CERCA de descubrirlo! Sólo te falta encajar una última pieza para que cobre sentido. Vamos, tú puedes! Te recontra tomo el punto acerca de los personajes secundarios, eso es algo que en estos últimos capítulos no he podido explorar mucho. Lamentablemente, siendo que la historia se cuenta en primera persona, Tabby y Chunk no han tenido mucha participación hasta ahora, y si bien tengo planes para Tabby, el rol de Chunk es muy secundario. Tendrá un poquito en este capítulo y más cerca del final, pero no esperes ver mucho de él. Sully y Mazzy sí volverán a la trama y tendrán sus momentos y participación, pero todo a su tiempo.
J0nas Nagera: Los poderes que le he dado a Luna en este universo son mis favoritos de todos los héroes principales, sé que voy a ir divirtiéndome cada vez más a medida que ella vaya ganando control de ellos y pierda el miedo a usarlos. Sobre Luan… Lamento si te confundí con los comentarios anteriores, estaba tratando de sonar gracioso jajajaja Luna no sabe quién está detrás de todo, pero yo confío en el meta-conocimiento de mis lectores, sólo lo hago misterioso como un juego. Y yo trato de llamarlo el Heroverse, pero ojalá logre escribirlo lo suficientemente bien como para que le agreguen el Underrated al principio, ja. Saludos!
Rigerhit047: Precisamente, no es que los poderes de Luna la vuelvan más rápida de lo que ella pueda ser, sino que motiva a su cuerpo y lo llena de adrenalina para que corra al máximo de sus capacidades. Las aplicaciones de sus poderes son muchas, sólo es cuestión de que ella las vaya descubriendo. Y con respecto a la figura misteriosa, Carol es bastante más alta que Luna, eso puedo decirlo con tranquilidad.
Deadly Ice 88: Muchas gracias! La idea de que Luna tuviera esa visión de los héroes fue lo que me impulsó a que esta fuera la segunda entrega del Heroverse. Me parecía un buen contraste para mostrar que no todo es como uno cree. Y me alegro que te guste Sam.
Jesusurielm28: Esta historia contiene Caroluna, síp. Y como bien dices, Luna está embotellando sus emociones y tarde o temprano eso le traerá consecuencias.
Capítulo 6:
Work this out.
Desperté con los intrusivos rayos de sol golpeándome el rostro como una cascada de calor. Volteé en la cama, tratando de huir de la luz y de volver a perderme en el mar de sueños, y cuando mi brazo se estiró y toqué solo las frazadas, sentí que algo faltaba. Abrí los ojos, y fue una de esas mañanas donde no tardé en despertarme por completo. Me senté y estiré mis brazos. La sensación de que había perdido una parte importante de mí no desaparecía, por lo que comencé a buscar con la mirada, tratando de encontrar lo que no recordaba que necesitaba.
Mis ojos finalmente ubicaron parte de la ropa de Sam en el borde de la cama, y comprendí que lo que extrañaba era la calidez de dormir abrazada a ella. Me había ayudado de sobremanera. Había logrado dormir de corrido por toda la noche, sin ninguna pesadilla o sueño que me afectara de ninguna forma. Era muy relajante, y me había hecho sentir muy feliz. No recordaba la última vez que habíamos pasado la noche tan juntas físicamente. Probablemente cuando aún éramos novias.
Suspiré, tratando de comprender la naturaleza del vacío que sentía por dentro ahora que había despertado. No quise pensar demasiado en ello, pues imaginé que se trataría de sentimientos negativos relacionados con la gran estupidez que había hecho el día anterior. Y si comenzaba el día pensando en ello…
Revisé mi teléfono. Todavía faltaba para que mi alarma se activara, así que estaba a tiempo. Noté que no lo había conectado durante la noche, así que rápidamente puse a cargar mi teléfono, poniéndome de pie, colocándome rápidamente unos shorts para salir de mi habitación.
Mi nariz inmediatamente reconoció el agradable olor de un desayuno casero. Me acerqué a la cocina, y Chunk estaba terminando de preparar cuatro platos.
—Buen día, hija —me saludó en cuanto me vio.
—Buen día —respondí, apoyándome contra la pared—, ¿no se te hace tarde? Yo puedo terminar de cocinar si quieres.
—No hay problema. Las mañanas suelen ser muy lentas en el trabajo últimamente, puedo tomarme unos minutos.
—Oh. Gracias.
—De nada.
Observé alrededor, y Sam destacaba por su ausencia.
— ¿Dónde está Sam?
—Está en la habitación de tu hermana. Tabby quería mostrarle algo acerca de sus poderes, y Sam le dijo que tenían que hablar.
Asentí, feliz al menos de que recordaba lo que habíamos discutido. Tabby no parecía muy dispuesta a escucharme últimamente, pero adoraba a Sam. Si las dos tenían una charla productiva, quizás podría quitarme un peso de encima. Mientras menos preocupaciones tuviera, mejor para mí. Lo último que necesitaba eran más razones para estar preocupada.
—Luna… ¿podemos hablar?
Y así como así, de repente sumé una nueva razón para estar preocupada.
—Sí, claro —dije, tratando de pretender que todo estaba bien—. ¿Qué ocurre?
—Bueno, decidí darte espacio anoche, pero no pude evitar notar lo angustiada que te veías —comentó, tomando dos de los platos y llevándolos a la mesa, invitándome a sentarme con él—. ¿Quieres que hablemos de ello?
Con un suspiro, me senté y comencé a desayunar antes de que la comida se enfriara. Estaba deliciosa, y mi estómago lo apreciaba.
— ¿Honestamente? No.
Chunk bajó la mirada.
—Ya veo.
—No es nada personal. Es sólo… prefiero no pensar en ello.
—Hmm. Entiendo. Eso significa que tiene que ver con tus poderes, ¿no?
La mano que acercaba el tenedor a mi boca se detuvo de repente. Me quedé observando a Chunk, mis labios partidos sin poder producir sonido alguno. Él suspiró, y tuvo la decencia de no mirarme directamente a la cara para que no me sintiera avergonzada.
—Al principio asumí que tenía que ver con lo que le ocurrió a Mazzy. Estaba asustado. Dos de tus mejores amigos fueron enviados al hospital en menos de una semana… Pero conozco esa mirada. Lo puedo ver en tus ojos. Siempre brillan como dos pequeñas estrellas, pero después de lo que pasó, cada vez que piensas o hablas de tus poderes, tus ojos se ven apagados. Tristes. Y te encierras y no dejas que me acerque a ayudarte. No dejas que nadie te ayude.
—Papá, yo… —Traté de responder, pero no se me ocurría nada que decir.
—Tus abuelos solían ser muy estrictos conmigo —continuó él—. Cuando te adoptamos y me convertí en padre, me dije a mí mismo que sería distinto. Sería el padre que se preocupa pero que deja que sus hijos tomen sus propias decisiones. Me dije a mí mismo que no insistiría si tú no querías que interfiriera, pero que te haría saber que la puerta estaba siempre abierta si es que querías hablar conmigo.
Tomó su vaso de jugo y bebió la mitad de un solo trago, antes de apoyarlo con firmeza sobre la mesa, esta vez mirándome a los ojos con preocupación e intensidad.
—Llevo ocho años dándote espacio, no insistiendo y dejando que tú te abras cuando te sientas lista. Pero mientras más tiempo transcurre, más evidente se hace mi fracaso. Debería haber estado más presente durante todo este tiempo para evitar que llegues a este punto. Luna… Sé que no soy muy objetivo porque eres mi hija, pero como tu padre, cada vez que te veo siento que mi pecho se ensancha de orgullo. Tu hermana y tú son lo mejor que tengo, y son perfectas en mis ojos. Las acepto tal y como son, y creo que sus dones son maravillosos. Cuánto desearía que tú pudieras verte de la misma manera.
Esto definitivamente no era como yo pretendía pasar mi desayuno. Sólo quería distraerme y dejar de pensar en mis poderes y en todas las estúpidas decisiones que había tomado desde siempre con respecto a ellos. Quería, como tantas otras veces en mi vida, pretender que ellos no existían, que no eran reales, que yo podía vivir una vida normal sin ellos.
Y ahora mi papá, de todas las personas, quería tener "la charla". La misma charla que habíamos tenido mil veces, pero que él parecía no considerar como suficientes. Podía entender su preocupación, pero en aquel momento todo lo que sentía era rabia. ¿Por qué insistía en querer hacerme sentir mejor? ¿Por qué no podía ser un poco más… estricto? ¿Por qué no estaba tan asustado como yo? ¿Por qué no odiaba mis poderes de la misma forma que yo lo hacía?
¿Por qué tenía que hacer todo tan difícil para mí?
—Si Tabby fuera la única con poderes… quizás te entendería —dije finalmente, sin siquiera tratar de ocultar el veneno en mi voz—. Pero tú y Sam actúan como si mis poderes fueran una travesura. Como si fueran inofensivos. Como si no pudieran matar.
—Un cuchillo puede matar —mencionó, mostrándome el cuchillo que estaba usando para cortar un pedazo de pan y untar mantequilla en él—. Lo mismo que un vehículo. Muchas cosas pueden ser peligrosas, pero eso no significa que no sean útiles.
— ¿"Útiles"? Oh, vamos Chunk, estás siendo obtuso a propósito.
—Estoy tratando de ayudarte.
—Estás haciendo lo mismo que Sam hace, querer convencerme de que debería perdonarme a mí misma por lo que pasó —dije, dando un último mordizco a mi desayuno, habiendo perdido el apetito—. Como si pudiera hacerlo. ¿Y para qué? ¿Para que me convierta en una superheroína y salve a la ciudad?
—Oh, no, definitivamente no me gustaría eso —comentó, sacudiendo la cabeza—. Me moriría de preocupación. Royal Woods es peligrosa para los héroes.
— ¿Y entonces para qué quieres que use mis poderes?
—No quiero que los uses —me explicó, revisando la hora en su teléfono antes de ponerse de pie junto con su plato—. Sólo quiero que no los veas, y por extensión, que no te veas a ti misma como un problema para todos los demás.
Se despidió, diciendo que debía ir al trabajo, y me dejó sola en el comedor, observando atentamente lo que quedaba de mi desayuno mientras se enfriaba.
Sam y yo caminamos hacia la escuela. Trató de preguntarme qué me ocurría, pero preferí guardarme mis problemas para mí misma. Le pregunté en cambio qué había ocurrido entre ella y Tabby.
Al parecer, habían tenido una profunda charla. Mi hermana le había mostrado su "movimiento definitivo" y le había comentado sus ideas para nombres de superheroína, muy emocionada y creyendo que Sam la apoyaría por completo. Desafortunadamente, Sam me hizo caso, y se encargó de explicarle todos los peligros que usar superpoderes traía consigo, y por qué ser un héroe en esta ciudad era una muy, muy mala idea. Tabby no se lo había tomado muy bien, sintiéndose ligeramente traicionada y decepcionada, pero parecía haber aceptado el consejo de Sam.
—De todas formas, tengo que admitirlo: su poder es bastante genial —dijo al cabo de un rato, y yo rodé los ojos.
No quise admitir que, en efecto, el control que Tabby estaba comenzando a tener de sus poderes era bastante espectacular.
El primer gran susto de la tarde ocurrió cuando llegamos a la escuela y vimos que había patrulleros de la policía en las entradas, con oficiales sentados y observando atentamente la entrada de cada alumno.
Me detuve en seco y comencé a sudar.
—Nos están esperando —dije de inmediato, sintiendo que mis rodillas temblaban.
—S-Sólo deben estar haciendo guardia —dijo Sam, colocando una mano en mi hombro—. No asumas que están aquí por nosotras.
—Nos descubrieron. Deben haber visto las cámaras. Sam… Sam, estamos acabadas.
Noté que mordía su labio.
—Si supieran que fuimos nosotras, hubieran ido a buscarnos a nuestras casas.
—O están esperando atraparnos aquí.
—Incluso si hubieran visto los videos donde usas tus poderes… no irías a prisión ni nada de eso.
— ¡Pero mi vida estaría acabada!
— ¡Eso no lo sabemos! Escucha, sólo… Pretendamos que no sabemos nada, ¿de acuerdo? Entremos como si todo estuviera bien. Y si nos detienen… ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él.
Fácil para ella decirlo. Sin embargo, a estas alturas sólo tenía dos opciones. La primera, hacer como Sam decía. La segunda, dar media vuelta, echar a correr, y comenzar una nueva vida en la calle. Y no me sentía particularmente capacitada para llevar esa vida.
Así que aguantando las ganas de llorar y casi sin respirar, me acerqué caminando hacia la escuela. Mi corazón parecía a punto de estallar, y me sentí al borde del colapso. Cuando pasamos a un lado de los autos de la policía, lo único en lo que podía pensar era en que en cualquier momento abrirían la puerta, me llamarían por la radio, y me arrestarían allí mismo. Vi la escena en mi mente una y otra vez, esperando lo peor con cada paso que daba.
Cuando finalmente entramos al edificio, casi me desmayo. Mi rostro estaba rojo de aguantar la respiración, y mis piernas se sentían de gelatina. Sam trató de tranquilizarme, diciéndome que claramente esto significaba que no estábamos en problemas. Y quizás tenía razón, pero mi estado neurótico no me dejaba alimentar esa idea, no. Las horas pasaron, y aquel fue un día en el que no aprendí nada en absoluto.
Los profesores explicaban sus lecciones y yo me encargaba de copiar lo que fuera que escribieran en la pizarra, pero mi mente estaba en otro lado. Echaba furtivas miradas por la ventana, mirando hacia la policía estacionada en la entrada. Me preguntaba qué estaban haciendo allí. Si estarían quizás revisando las cintas de seguridad. No me sentía tranquila, no podía estarlo. Podía ver la sombra de la espada de Damocles colgando sobre mi cabeza, balanceándose peligrosamente, a punto de caer. Mi estado de ánimo no mejoró durante toda la mañana.
Incluso llegó a empeorar cuando fue finalmente la hora del almuerzo, y mientras Sam y yo nos sentábamos en una mesa vacía y ella trataba de animarme contándome acerca de una nueva banda que ella había comenzado a escuchar, las dos vimos a Sully acercándose con su bandeja de comida. Se encontraba caminando en nuestra dirección, y su rostro no ocultaba los nervios que sentía. Sam y yo nos quedamos calladas, observándolo hasta que se detuvo a un metro de nuestra mesa.
— ¿Qué haces? —Preguntó Sam en voz baja. Parecía haber querido sonar enfadada, pero al igual que yo, no estábamos del todo seguras de cómo sentirnos con respecto a nuestro ex amigo.
—Yo… Quería preguntarles si saben algo de Mazzy —admitió, desviando la mirada—. Ella… no contesta mis llamadas.
Sam y yo intercambiamos una mirada.
—Está bien —le dije, finalmente—. No está lastimada. Permaneció toda la noche en el hospital para que le hicieran estudios, pero parece estar sana.
—Eso es bueno. Me alegro. ¿Podrían…? ¿Podrían decirle que espero que se recupere pronto? —Preguntó con timidez— Y que… bueno… si quieren, también pedirle que me responda. Quiero hablar con ella.
Las dos nos sentimos muy incómodas, aunque Sam logró sobreponerse primero.
—Ella no quiere hablar contigo, Sully. Necesita un tiempo a solas.
—Lo sé…
—Lo que le hiciste la lastimó muchísimo.
Bajó la mirada, avergonzado.
—Lo sé.
—Quizás algún día te vuelva a hablar y puedas decirle lo que sea que crees que debes decirle. Pero por ahora, creo que lo mejor es que la dejes en paz.
Él asintió, sus dedos apretando la bandeja de su almuerzo como si quisiera partirla a la mitad. Finalmente volvió a dirigirnos la mirada.
— ¿Qué hay de nosotros? —Preguntó, y su pregunta fue como un golpe al estómago— ¿Seguimos siendo amigos?
Era difícil saber qué sentía con precisión acerca de Sullivan. Habíamos pasado demasiados buenos momentos juntos. Él siempre había sido un pilar en el que las tres nos apoyábamos cuando más lo necesitábamos. Siempre tan gracioso, tan alegre, tan amable. Pero era imposible verlo y no pensar en todo el dolor que le había causado a Mazzy.
—No lo sé —admití—. Es complicado. Sé que tú y Mazzy están sufriendo mucho, pero la diferencia es que ella sólo nos tiene a nosotras. Y ella no fue la que ocasionó todo esto. Así que, por ahora, estoy de su lado.
Pude ver en sus ojos el dolor que mis palabras le provocaron, pero no podía retractarme o pretender que eso no era lo que sentía. Asintió con severidad, y sin agregar más nada, se alejó hacia el otro extremo de la cafetería, sentándose en una mesa vacía.
Nadie se acercó a almorzar con él.
Sam colocó una mano sobre mi antebrazo, y al menos en lo que duró nuestro almuerzo, finalmente pude pensar en otra cosa que no fuera el incidente del día anterior.
Quizás hubiera pasado el resto de la tarde pensando en las repercusiones que la infidelidad de Sully tendría en la dinámica de nuestro grupo de amigos de ahora en más, y en si realmente existía la posibilidad de que algún día lo perdonáramos del todo. Pero antes de que comenzáramos nuestro cuarto período, los parlantes en los pasillos anunciaron que todos los alumnos debíamos dirigirnos al gimnasio, donde la directora debía darnos un anuncio.
Sam y yo nos miramos, y las dos nos dirigimos en silencio al gimnasio. Las gradas pronto se ocuparon con el alumnado entero. En medio de la cancha de básket, la directora Rivers estaba de pie con un micrófono en la mano. Detrás de ella había una fila de sillas ocupadas por todos los profesores, la secretaria, y el asistente personal de la directora. Se los veía muy serios, y mis ánimos no paraban de decaer.
Luego de algunos minutos de espera para que los últimos rezagados acabaran de llegar, la directora comenzó un pequeño discurso.
—Querides estudiantes —comenzó, aplicando el lenguaje inclusivo que el gobierno municipal había comenzado a requerir—. Como todes saben, han habido dos incidentes en nuestra institución en la última semana. Jugadores del equipo de fútbol de la secundaria y un grupo de chiques fueron víctimas de lo que la policía considera un atentado.
Los murmullos comenzaron de inmediato, y la directora tuvo que intentar varias veces calmar a los chicos para poder continuar.
—Sé que es una situación muy complicada, pero la policía está actuando y lleva a cabo una investigación de fondo para descubrir la identidad de le perpetrader.
— ¡Hablá como una persona normal, zurda ignorante! —Gritó un chico con mucho cabello despeinado desde la grada.
Oliver, el asistente de la directora, se puso de pie.
— ¡Ya estoy harto de ti! ¡Te ganaste una semana de detención, Milei!
— ¡No me van a cancelar! ¡Zurdos hijos de puta, tiemblen, la libertad avanza!
Durante los siguientes cinco minutos, dos profesores tuvieron que calmar y retirar a aquel extraño individuo que continuó gritando agravios contra las políticas de izquierda y la ideología de género.
—Como les decía —continuó la directora Rivers, pretendiendo que aquello no había ocurrido—, la policía ha destinado una importante cantidad de recursos para asegurarse de que ningún incidente de esta clase vuelva a repetirse en nuestra institución. Sé que muches de sus padres se sienten preocupades, pero estoy aquí para traerles tranquilidad. Nuestra institución considera que su educación es fundamental, y estamos dispuestes a hacer lo que haga falta para asegurar que pueden acceder a la educación sin sentirse asustades o temer porque algo les ocurra. Creemos también que es importante ser transparentes y honestes con ustedes, así que nos pareció imperativo hacerles saber que la policía revisó les grabaciones de seguridad… y toda evidencia de lo ocurrido fue eliminada.
Hubo nuevos murmullos, y esta vez, Sam y yo intercambiamos una mirada sorprendida.
La directora levantó las manos una vez más, pidiendo silencio, y pronto nos callamos, dejándola continuar.
—Obviamente, esta situación es muy angustiante para todes nosotres. Implica preparación e intencionalidad de parte de le perpetrader. Así que, para traerles tranquilidad, es que hemos accedido a que la policía cuente con oficiales en las entradas de la escuela. Están allí sólo para asegurarse que nadie que no forme parte del alumnade se acerque, y para responder en caso de que algo ocurra. No tienen permitido pedirle a ningune de ustedes que les muestren los contenidos de sus mochilas, ni que les acompañen a ningún lado. No están requerides de darles sus identificaciones ni nada por el estilo. Estamos tratando de crear un espacio de contención y seguridad, no una prisión. Si alguien se siente consternade, asustade, o incómode, por favor acérquense a hablar con cualquier profeser, quienes están entrenades para ofrecerles un espacio seguro. ¿Seguro? ¿Segure? Mmm...
La charla continuó durante unos minutos más, hablando acerca de cómo esta era una oportunidad de afianzar nuestros vínculos como comunidad y de superar las dificultades, pero Sam y yo dejamos de prestarle atención.
— ¿Borraste los videos? —Le pregunté en un susurró para que nadie nos escuchara.
— ¡No! ¡Claro que no!
—Entonces…
—Aquella persona debe de haberlo hecho.
— ¿Pero por qué?
—Pues… para evitar ser descubierta, imagino. Debe de haberse asustado cuando la vimos. Quizás temía que llamáramos a la policía para que revisen las cintas de seguridad.
Quizás. Quizás era eso. Si ese era el caso, nos había hecho un gran favor, sobre todo a mí. Dejé escapar un largo suspiro, y de repente fui consciente de cómo el estrés del día me había entumecido los músculos del cuello y los hombros. Sam colocó una mano sobre mi homóplato y lo presionó con gentileza, dándome unos suaves masajes.
Me costó, pero durante el transcurso de la hora siguiente, logré relajarme.
Afortunadamente, esa tarde tenía ensayo con la orquesta. Tocar el piano definitivamente me ayudaría a relajarme, a concentrarme en una de mis pasiones para dejar de pensar en todas las situaciones difíciles por las que estaba atravesando. Y si bien al principio me había asustado y preocupado por la presencia de la policía en las afueras de la escuela, mientras más reflexionaba acerca de la situación, más tranquila me sentía.
La persona que estaba detrás de todo esto había huído de inmediato de Sam y de mí. Parecía ser alguien de nuestra edad, no era un adulto. Y aunque parecía tener dos superpoderes, lo cierto es que no eran particularmente ofensivos o peligrosos. Bueno, sí, supongo que una persona invisible puede apuñalarte por la espalda y luego alejarse corriendo sin que nadie la viera, pero yo esperaba algo más aterrador. Si había huído de dos adolescentes sin armas, y se había asustado lo suficiente como para eliminar los videos de seguridad, era lógico creer que no se atreverían a actuar ahora que la policía se encontraba tan cerca de la escuela.
Eso me hacía sentir mucho más tranquila, aunque lo cierto es que no sólo por el hecho de que esa metahumana probablemente se sentiría menos propensa a actuar. Lo que más me tranquilizaba era el hecho de que, en caso de que lo hiciera, yo no me vería obligada a usar mis poderes de nuevo. La policía se encargaría de ello. Ya no había excusa para que me arriesgara sin sentido.
Sam decidió que se quedaría en la sala de ensayo, lo cual no le cayó bien al señor Budden, pero tras prometer que no haría nada para distraernos, le permitieron sentarse en una silla al fondo de la sala.
Hubo un momento ligeramente incómodo cuando Carol entró y nuestras miradas se cruzaron. Ella se detuvo, dudando por un instante antes de continuar cargando el estuche de su cello. Volví a enfocar la mirada en las teclas del piano, tocándolas para asegurarme de que estuviera afinado. Realicé un par de rápidos arpegios para que mis dedos entrasen en calor y pensar en otra cosa. Cerré los ojos, enfocándome en los sonidos y la música, y por ello no noté que se acercaban a hablarme hasta que la voz sonó a mi lado.
—Hey…
Me sobresalté, presionando las notas un poco más fuerte de lo que pretendía. Volteé de inmediato, y me relajé cuando noté quién me había saludado.
—Oh, hola Luan —la saludé con una sonrisa, dejando el piano a un lado y girando para verla de frente—. ¿Lista para el primer ensayo con la banda?
Me dedicó una tímida sonrisa, encogiéndose de hombros y desviando la mirada.
—Estoy nerviosa —admitió—. Nunca actué frente a tanta gente.
—Oh, ¿es tu primer año en el club de teatro? —Ella asintió con suavidad— No te preocupes, estoy segura que lo harás muy bien.
Su pálido rostro se ruborizó por completo, y trató de ocultarse detrás de sus manos. Me dijo algo, pero sus muñecas tapaban su boca y no le entendí nada. Dejé escapar una pequeña risita y me puse de pie. Era una chica muy tímida y se notaba a leguas que era insegura sobre sí misma. Por algún motivo, su personalidad despertaba una especie de instinto maternal en mí.
Bueno, no exactamente. Era más bien fraternal, supongo. Quizás por el hecho de que ella era un poco más chica que yo, pero sentía la inexplicable sensación de querer tratarla como si fuera mi hermana menor. Tabby no era insegura ni tímida, todo lo contrario, pero al ver a Luan sentía el mismo deseo de querer ayudarla a sentirse mejor que cuando veía a mi hermanita sufriendo. Me puse de pie y tomé a Luan por las muñecas. Se calló de inmediato y sus músculos se tensaron, como si temiera que yo la lastimara o algo. En cambio, volvía sonreírle y muy lentamente bajé sus muñecas para que no ocultara su rostro.
—Oye, no te sientas tan nerviosa —le dije, tratando de sonar positiva—. Es sólo un ensayo. Todo va a salir bien. Sé que harás un excelente trabajo. ¡La gente va a amarte!
—Pero… mi papel… No es muy importante que digamos…
— ¡Eso no importa! Incluso si sólo tienes un par de líneas, lo importante es que te diviertas y hagas tu mejor trabajo. Es como en la orquesta, ¿sabes? Algunas personas tocan instrumentos que sólo aparecen por un par de compases, pero aún así son importantes. Y sin ellos, la música no sería la misma. Así que no te vendas a tan bajo precio; si tu parte no fuera importante, no la habrían escrito en el guión.
Mis palabras parecieron animarla. No se atrevió a mirarme a los ojos, pero las comisuras de sus labios se levantaron en una inconfundible sonrisa, y sentí cómo frotaba sus dedos contra la palma de sus manos, quizás nerviosa por el contacto físico. No quería incomodarla, así que la solté de a poco.
—No te preocupes por el público. Si disfrutas de tu parte, el resto también lo disfrutará. Y no tienes de qué preocuparte, aquí estás entre amigos.
De inmediato supe que había cometido un error. La sonrisa se desvaneció por completo del rostro de Luan, y dio un paso hacia atrás, frotando uno de sus codos y llevando uno de sus pies detrás del otro.
Siempre era más fácil destruir que construir, y parecía que con una simple palabra acababa de deshacer todo el progreso que había logrado con ella. Era evidente que no debí haber sugerido la idea de que estaba entre amigos. No me gustaba juzgar a las personas sin conocerlas, pero la personalidad de Luan y su tan negativa reacción me decía todo lo que necesitaba. Ella era alguien sin muchos amigos.
De hecho, mientras más pensaba en nuestras interacciones, más evidente se volvía que ella no estaba acostumbrada a recibir cumplidos o que alguien la defendiera. Recordé lo resignada que sonaba a que los chicos populares la molestaban. O lo inusualmente sorprendida que se veía por el hecho de que yo me detuviera a ayudarla cuando nos chocamos en el pasillo. Podía entender que quizás fuera tímida y no muy social, pero, ¿cómo podía ser que ninguno de sus compañeros de clase al menos la defendieran o se preocupasen por ella? Parecía una chica tan amable… Me dolía imaginar que no tuviera a nadie que le diera palabras de aliento de vez en cuando.
Yo siempre creí que las amistades eran algo que se desarrolla naturalmente y que no hay maneras de forzarlas o hacerlas suceder. Y no es como que realmente tuviera intenciones de volverme mejores amigas con Luan de repente. Lo cierto es que apenas si la conocía. Se veía como una chica normal, agradable y gentil, pero no era como que tuviéramos muchas cosas en común.
Aún así, verla en aquel estado era suficiente como para invitarme a ser un poco más receptiva y comprensiva de lo que normalmente hubiera sido.
Puse mis manos en mi cintura, tratando de mostrarme casual, y ladeé la cabeza con una sonrisa.
—Bueno, pues no sé cómo te llevas con tus compañeros de teatro, pero por lo menos me tienes a mí apoyándote. Si te pones nerviosa o algo, sólo mírame a mí, ¿de acuerdo?
Volvió a verse sorprendida, como si le hubiera dicho que estaba dispuesta a donarle un riñón. Traté de que mi rostro no reflejara la tristeza que verla reaccionar de esa forma me generaba. ¿En serio no estaba acostumbrada a algo tan simple como que le dijeran que la apoyaban? Estaba comenzando a creer que su problema no era solamente en la escuela. Este tipo de inseguridades debían tener raíces en su familia. O quizás estaba exagerando la situación. Esperaba que ese fuera el caso.
— ¿Tú? ¿Apoyándome? ¿A mí? —Preguntó de a partes.
—Sí, claro —dije, y tras considerarlo un segundo, agregué—. Para eso estamos las amigas, ¿no?
Su rostro se iluminó como un niño en Navidad. Bajó sus brazos y comenzó a temblar casi imperceptiblemente. Sus mejillas volvieron a teñirse de un rojo vivo, y en seguida tomó la punta de su cola de caballo, enredando un dedo alrededor del cabello, girándolo y acariciándolo.
—Apenas me conoces —dijo en un susurro—. ¿Cómo puedes decir que somos amigas?
Tenía un buen punto, pero asumí que no era la lógica sino sus inseguridades la que la llevaban a cuestionarme. Y si ese era el caso, no tenía que retractarme, sino hacer mi mejor esfuerzo por asegurarme que ella entendiera que estaba bien sentirse apreciada o querida.
—Es cierto que no te conozco demasiado, pero las personas amables son fáciles de ver. Y en este mundo tan triste y complicado, me gusta encontrar a alguien que parece ser genuinamente una buena persona.
Levanté un puño, ofreciéndoselo para chocarlos.
—Asegurémonos de dar lo mejor de nosotras para que este musical sea espectacular. ¿Trato?
Sus ojos pasaron de mi rostro a mi puño, a mi rostro, a mi puño, y de nuevo a mi rostro. No dejé de sonreírle, tratando de comunicarle de la forma más clara posible que esto no era un engaño ni una trampa. Que genuinamente creía en ella. Y lo cierto es que lo hacía. No tenía motivos para sospechar que no fuera buena en su papel, y por lo general suelo darle el beneficio de la duda a quienes no me dan motivos para pensar lo contrario.
Por un momento, vi una extraña emoción en su rostro. ¿Miedo? ¿Culpa? ¿Una mezcla de las dos? Fue fugaz y difícil de enmarcar, y me confundió por completo. Pero acabé creyendo que debía ser mi imaginación, pues de inmediato sacudió la cabeza y se permitió volver a sonreír, aparentemente decidiendo que podía confiar en mí. Con cierta timidez, levantó su puño y lo chocó con el mío.
—De acuerdo. Hagamos lo mejor.
— ¡Esa es la actitud!
—Gracias, yo… Uh, voy a repasar mis líneas —dijo, señalando su bolso en el otro extremo de la sala.
—Por supuesto. Yo voy a seguir calentando los dedos.
—Sí, uh… lo siento por interrumpirte.
— ¡No te preocupes! No es nada.
—De acuerdo… Adiós.
— ¡Suerte!
Pareció querer decir algo más, pero acabó asintiendo suavemente con la cabeza antes de dar media vuelta y alejarse con rápidos y cortos pasos. Me quedé observándola durante algunos segundos.
Me sentí muy bien conmigo misma. Sé que puede sonar un poco raro, como si estuviera haciendo caridad con personas, pero me alegraba pensar que, quizás, había hecho muy feliz a Luan simplemente hablándole con respeto y cariño. Haciéndole sentir que no estaba sola, que tenía gente que la apoyaba.
Para algunos eso no era mucho, pero uno nunca sabe el impacto que sus palabras pueden tener en una persona. Y para Luan, aquello había parecido significar muchísimo. No es que fuera a comenzar a invitarla a almorzar juntas o a mi casa para hacer una pijamada y contarnos historias mientras pintábamos las uñas de nuestros pies, pero literalmente no había costo alguno en hablarle con amabilidad. La idea de que con esa pequeña charla hubiera podido animarla para que ensayase con renovadas energías me hacía sentir que había hecho algo importante.
La gente cree que uno sólo puede ser un héroe teniendo poderes y arriesgando su vida —y la de todos los demás— luchando contra el crimen, pero lo cierto es que todos tenemos el potencial de convertirnos en héroes. Sólo que no de la forma tradicional. Más bien héroes cotidianos, héroes del día a día, héroes que no reciben medallas ni salvan un edificio lleno de gente de un incendio. Héroes anónimos, usualmente no reconocidos, que salvan a una persona a la vez, rescatándolas de pequeñas crisis. No hacía falta tener ningún superpoder. Sólo saber escuchar y hablar con el corazón. Sam había sido mi heroína muchísimas veces. Chunk era mi héroe cada día. Y, quizás, yo había sido una heroína para Luan en aquel momento.
Me agradaba esa idea. Los acontecimientos del día anterior habían revivido aquel tonto sueño, esa fantasía de ser una heroína a través de mis poderes. Supongo que es normal para todos imaginarnos como héroes, ¿no? Vernos como los salvadores de alguien. Era completamente normal que esos pensamientos me asaltaran de vez en cuando. Y por eso necesitaba momentos como los que acababa de compartir con Luan, para recordarme que había otras salidas.
Si tanto quería ser una heroína, podía concentrarme en ser una buena persona. Dejar mis poderes de lado. Era lo mejor para todos. Mucho más útil y menos peligroso.
Volví a sentarme en el piano con una sonrisa en mi rostro. Iba a tocar algunos arpegios de nuevo, cuando mi mirada se desvió automáticamente hacia mi derecha. Sentada en su silla, Carol tenía sus ojos fijos en mí. Quedé paralizada, sintiéndome extrañamente atrapada. ¿Hacía cuánto estaba mirándome? Estábamos relativamente cerca… ¿Habría escuchado mi conversación con Luan?
No intercambiamos palabras. Ella simplemente mantuvo el contacto visual por unos segundos que se me hicieron eternos, y luego me sonrió con suavidad. Una pequeña sonrisa, muy sutil. Sin saber qué más hacer, traté de devolverle el gesto.
— ¡Buen día, clase! —Saludó el señor Budden, entrando al salón acompañado por la profesora de teatro. Conocía a la señora Bernardo porque ella era también profesora de literatura, y la había tenido el año anterior. Era una mujer muy excéntrica, vestida siempre con ropas de colores vivos, pañuelos en el cuello y aretes con piedras muy brillantes.
— ¡Espero que estén preparados para el primer ensayo en conjunto entre los dos talleres! —Dijo, moviendo sus brazos con energía, tal vez un poco más de lo necesario.
— ¡El musical está a un par de semanas, así que a partir de ahora todos nuestros ensayos serán en conjunto! Los dos grupos hemos llegado al punto donde nuestras partes funcionan bien por separado.
—Ahora es el momento de conectarnos y hacer que tanto los actores como los músicos estén en armonía. Uno no puede existir sin el otro, y el desafío es lograr que sus energías estén al mismo nivel.
—Confiamos en ustedes para que cuenten esta maravillosa historia.
—Escrita y dirigida por mí —añadió rápidamente la señora Bernardo, haciendo que el señor Budden ponga los ojos en blanco—. ¡Todos a sus lugares! ¡Llega el momento de la verdad!
Tomé las partituras y las coloqué frente a mí, tomando mi posición antes del primer ensayo general con los actores. Se suponía que debía estar concentrada, totalmente enfocada en la música que estábamos a punto de tocar.
Pero todo en lo que mi mente podía pensar era en esa sonrisa que Carol me había dedicado.
