Disclaimer: Los personajes no son míos, pertenecen a Riichiro Inagaki & Boichi, al igual que cualquier referencia al manga.
Aviso: Si son personas sensibles en cuanto a temas de depresión, suicidio, abuso y todos estos temas derivados. No continúes la novela.
CAPITULO 6
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La tristeza es uno de los sentimientos que conllevan a la oscuridad
el tiempo se vuelve un enemigo
y el dolor cada vez es más insoportable.
Sigo llamándote…¿Por qué no extiendes tu mano?
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Por primera vez en mucho tiempo, Senku comenzaba a sentir algo que parecía haber olvidado.
Culpa.
Miro el pequeño tazón que Kohaku había dejado hace tan solo unos momentos. Ante sus ojos era algo sumamente inofensivo, un simple gesto de amabilidad que parecía apetitoso. Incluso podía percibir el olor de las especias y la carne.
—Que tontería más grande— espetó, pero su mente seguía susurrando palabras de tormento ante lo que acababa de suceder, ocasiono que alguien se sintiera triste…de nuevo. Se pregunto porque su cuerpo reaccionaba de aquella manera ante la chica, parecía algo casi instintivo. Ni siquiera era capaz de distinguir cuando era que su tono cambiaba de manera abrupta cuando esa cabellera rubia se atravesaba en su camino.
Solía ser diferente. Él solía preocuparse por los demás, y no podía dejar a nadie detrás. Trabajaba mano a mano junto con todos sus amigos. Aun sentía sus risas alrededor y aquellas risas cuando algún experimento salía mal. Todos siempre deseosos de aprender e iniciar una nueva aventura.
Pero todos esos días habían quedado en el pasado.
Ya no había risas.
Ahora era doloroso verlos a la cara cuando llegaba a encontrarse con alguno de ellos. Solía pensar que todo era culpa de su ambición por conocer todo lo que lo rodeaba, que toda esa necesidad se iba extendiendo por su piel y no lograba percibir todo lo que acontecía en la realidad. Sin embargo, con el tiempo su mente le ayudo a dejar eso de lado.
Convirtiéndolo en lo que era ahora.
Los medios solían llamarlo "Doctor de piedra", pero era más que eso. Su mismo subconsciente había creado barreras para alejar a cualquiera que pensara siquiera en acercarse a él. Su vida termino enfocándose en su laboratorio y dejo atrás las pequeñas cosas que solían ser una distracción.
Miró a su alrededor, notando lo solitario que se sentía aquel lugar. Nunca había prestado la suficiente atención hasta ese momento y algo extraño comenzó a formarse en su pecho. Senku trató de relajar su respiración echando el aire de manera suave por la boca, el dolor palpitante en su cabeza se fue aminorando y fue entonces que sintió como su cuerpo actuaba por impulso propio.
—Terminare arrepintiéndome de esto…—susurró al vacío apartamento, mientras tomaba aquella comida y salía por la puerta.
Sus nervios aparecieron de manera súbita cuando estaba a milímetros de tocas la puerta de aquella vecina tan parlanchina. Su mano temblaba mientras trataba de golpear la madera, sentía sus manos frías y su cabeza daba vueltas.
—Es solo una maldita puerta— musitó, como si aquello mágicamente pudiera ahuyentar su cobardía— Son solo dos simples toques y…
Senku levantó la vista y presto atención al débil sonido que acababa de percibir. Venia del apartamento de Kohaku…eran sollozos. Demasiado débiles que no podrían ser escuchados con facilidad, pero supuso que la chica estaría a unos dos o tres metros de la puerta para que estos fueran audibles.
Cualquier rastro de cobardía abandonó por completo su cuerpo. Tomo la perilla de la puerta, girándola levemente se dio cuenta que esta estaba abierta.
Los sollozos eran aún más claros una vez que estuvo dentro del lugar. Todo permanecía en penumbras pero aun podía escuchar claramente a su vecina.
—Kohaku…— llamó, pero esto no ocasiono que el ruido se detuviera.
Avanzó con cautela extendiendo su mano en busca de un interruptor hasta encontrarlo. La luz ilumino con rapidez el lugar. Ahí fue cuando sus ojos se posaron el cuerpo tendido en el suelo siendo víctima de un profundo llanto y temblores que se extendían por las extremidades de la chica. Pero lo que alerto por completo a Senku, fue ver la sangre en los nudillos de la rubia.
—Maldición.
Sabía que no podía acercarse de manera abrupta a la rubia. Tenía que ser cuidadoso con cada acción y palabra, reprimiendo su impulso de actuar tuvo que acercarse lentamente hasta Kohaku, quien no parecía ser consciente de que él estaba justo a su lado.
—Kohaku…— llamó, tratando de llamar su atención. Pero ella parecía perdida; sus ojos estaban vidriosos, su respiración se mantenía demasiado agitada y sus manos no dejaban de moverse alrededor de su rostro— Escúchame Kohaku…me acercaré ¿eso está bien? — su voz comenzó a tornarse más suave, casi asemejándose a un susurro. Se colocó en cuclillas y avanzó lentamente hasta estar a escasos centímetros de ella.
La sensación de culpabilidad era algo que comenzó abrumo aún más su corazón. Ver a esa chica siendo víctima de un posible episodio de ansiedad debido a que no pudo mantener su maldita boca cerrada. Intentó aferrarse a la idea de que solo era una crisis momentánea.
Pero fue en el momento en que aquellos ojos azules lo miraron con tanta tristeza, que entendió perfectamente lo que era estar perdido
—¿S…Senku? — habló por primera vez Kohaku con voz temblorosa— ¿Qué haces aquí?
Senku negó con la cabeza ya que ni el mismo sabia la razón. Se aclaro la garganta, concentrando su atención en tratar de tranquilizar los espasmos en las manos de Kohaku. Ignoró la cara de sorpresa de ella cuando unió sus manos con las de Kohaku en un débil intento por transmitirle tranquilidad.
Kohaku miró a su vecino aun sin comprender y luego miro sus manos unidad. Aún estaba temblando, pero poco a poco su cuerpo fue relajándose, su pecho aun temblaba y débil hipo se hizo presente cuando sus sollozos cesaron.
—¿Sufres de esto a menudo? — preguntó Senku con tranquilidad.
En respuesta, Kohaku solo agacho la mirada negándose a responder. Sabía lo que parecía; que era una loca dramática que se ponía histérica por el más insignificante asunto. Su padre solía decir eso cada día y aún más cuando estaba presente en aquel tipo de situaciones.
—Debemos hacer que comas algo y vendarte estas heridas— continuó Senku, como si no le importase realmente si ella quería contestar o no. Parecía que había obtenido la respuesta por sí solo— Tenemos que comprobar que no tengas ninguna astilla enterrada en la piel y desinfectar la herida cuanto antes…aunque puedo asegurarte de que tendrás pequeñas marcas por un tiempo.
Kohaku parpadeo mientras era guiada por Senku, ayudándola a incorporarse. Sentía las piernas temblorosas y el cuerpo agotado, pero su atención estaba en el chico frente a ella.
Quería que se fuera.
Esa pequeña tranquilidad no duraría mucho, lo sabía. Tardaba muchísimo en tranquilizarse y aquello no era mas que un pequeño bloqueo de la bomba que estaba por estallar nuevamente.
Trató de alejar sus manos de las del científico, pero Senku afianzo su agarre y como si pudiera predecir sus intenciones comenzó a frotar sus brazos con suavidad. No era consciente de los temblores en ellos y el sudor frio que estaba sobre su piel.
—No tienes por qué hacerlo…— susurró, esperando que con ello Senku desistiera y se fuera del lugar.
Después de todo…seguían siendo desconocidos y se sentía demasiado avergonzada de estar parada frente a él en aquel estado.
Senku la miró por un instante antes de dejar escapar un pequeño suspiro.
—Quiero hacerlo, Kohaku
Hello~
Les traigo un nuevo capitulo y ya estoy trabajando en el siguiente que será de una extensión un poco mayor.
BTW, ya vieron el nuevo capitulo del manga?
Me presentía que algo así pasaría y estoy emocionada por todo lo que sigue.
Espero disfruten el capitulo y nos vemos en el siguiente~
