Hola chicas! muchas gracias por los reviews, y bienvenidas a las nuevas, creo que es la primera vez que veo tantos en tan poco tiempo, me animan mucho. Lo siento por la tardanza recientemente me informaron que gane una beca postgrado así que estuve algo ocupada y hoy inicie las clases, sin embargo no se alerten, no dejaré algo inconcluso, no es mi costumbre. Sin mas disfruten del capítulo


Capítulo 6

-¿A cenar?- le preguntó ella agitadamente.

-Dentro de un cuarto de hora.

Él la estaba mirando muy atentamente e involuntariamente, Rin hizo lo mismo. Estaba sensacional, esbelto y elegante como un felino con su traje oscuro impecablemente cortado que resaltaba su blancura y sus ojos miel.

—Quince minutos... —repitió ella tratando de concentrarse mientras él cerraba la puerta.

—Pero en este momento, comer es lo último que tengo en mente —afirmó él.

—¿Perdón? —murmuró ella con las rodillas temblándole. Pareces una princesa pagana...

Sorprendida, ella se miró al espejo. Se había olvidado de que tenía el cabello suelto, que le llegaba a la cintura, un hombro desnudo y el otro tapado. El valle entre sus senos acentuado por los brazos cruzados.

—Mírame —le ordenó él.

Ella lo hizo sin querer y se sorprendió al ver el deseo reflejarse intensamente en la mirada de él.

—Vete.

—¿De verdad crees que estoy dispuesto a sentarme y cenar en este estado?

Sesshomaru se quitó la chaqueta y luego la corbata.

—Ni tú puedes ser tan cruel —añadió.

—¿Yo? ¿Cruel?

Mientras tanto, ella observaba atontada como él se iba desabrochando la camisa.

—Vamos a dejar las cosas claras. Hace diez años, cuando tú jugabas a hacerte la virtuosa y presumías de tu inocencia a cada oportunidad que se te presentaba, para mí era una completa agonía. ¡Estaba lleno de un deseo insoportable y no podía hacer nada al respecto! ¿No te dice eso nada?

Ella lo miró pasmada por que él la hubiera encontrado atractiva en esos días. Eso iba en contra de todo lo que había creído hasta entonces.

—Me mantenías constantemente excitado. No podía dormir cada vez que estaba contigo. Mis fantasías sobre lo que íbamos a hacer cuando nos casáramos incluso me avergonzaban a mí mismo. No estaba acostumbrado a tener una relación sin sexo y fue un tormento. Algo realmente doloroso.

—No. Tú no podías sentir eso...

—Y no pretendo sufrir de nuevo de la misma manera —añadió él mientras se acercaba y la rodeaba por detrás con los brazos— Porque tú también me deseas.

El bajó la cabeza y apretó los labios contra su hombro, algo que incendió el cuerpo traidor de ella.

—¿Qué sentido tiene mentir ahora acerca del pasado?

—¡Yo no miento!

Sesshomaru la siguió besando hasta detrás de la oreja y a ella le temblaron las piernas.

—Necesito oír que tú también ardías por mí. Que solo te contuvo el temor a que no me casara contigo o que pudieras perder tu preciosa herencia.

Rin se estremeció violentamente y se le escapó un gemido.

-Rin...

Ella cerró los ojos fuertemente, tratando de controlarse. Pero, aun así, la tentación pudo con ella. En ese momento, no hubo nada más importante que la sensación del cuerpo de Sesshomaru pegado a ella.

—Te has equivocado en todo —dijo ella.

—No me he equivocado en nada. Hace diez años, tú jugaste conmigo.

Cuando él le apartó los brazos, ella no se resistió. Apenas pudo respirar. Cuando volvió a abrir los ojos, vio en el espejo sus senos desnudos. La vergüenza y la excitación se apoderaron de ella a la vez. Ningún hombre la había visto así hasta entonces, pero eso era algo que ella nunca había querido proclamar.

—Espectacular -dijo él sinceramente.

Ella observó entonces cómo Sesshomaru le abarcaba con las manos los amplios senos que ella siempre había despreciado.

Estaba claro que Sesshomaru le gustaban sus curvas lujuriosas y empezó a acariciarle los pezones con los pulgares.

-Sesshomaru...

—Sí, Sesshomaru... —repitió él.

Con mano segura, él le quitó el vestido y lo dejó en el suelo a sus pies. Ella se vio entonces con las medias blancas de seda, el liguero azul y las bragas que le había regalado su madre.

—Definitivamente, ha merecido la pena esperar diez años, preciosa —dijo él tomándola en brazos y besándola antes de dejarla sobre la cama— Ahora dime que no me deseas.

Pero ella no lo pudo hacer.

—No puedo —murmuró, sorprendida por el poder de lo que estaba sintiendo.

Sesshomaru sonrió de una manera que hizo que el corazón le diera un vuelco. Luego, se quitó la camisa revelando su magnífico torso del color de un armiño. Unos vellos rubio platinado le bajaban por el vientre. Ella contuvo la respiración cuando se bajó los pantalones. Al contrario que ella, él no parecía nada inhibido y se movía con la armonía de un atleta. Le gustó mirarlo; siempre le había gustado hacerlo.

¿Cómo podía haberla atraído algún otro hombre después de Sesshomaru?

Él la había traicionado y, seguramente, lo volvería a hacer, pero eso no le importaba en ese momento.

—¿Por qué te has quedado tan callada? —le preguntó él.

Rin se dio cuenta entonces de que se había quedado desnudo del todo. Todo sobre lo que siempre había sentido curiosidad lo tenía a la vista. Se quedó pasmada por su enorme tamaño.

—¡Cualquiera diría que no has visto nunca a un hombre desnudo! —dijo él riendo—. ¿O es que descubriste hace ya tiempo que a algunos hombres les gusta que te hagas la tímida?

—¡Eso no tiene gracia!

Sesshomaru se acostó a su lado y la tomó en sus brazos.

—Me he pasado, pero aquí hay algo que no entiendo.

Ella pensó que estaba más nerviosa de lo que él se había esperado. Sesshomaru se recostó contra las almohadas y la llevó con él; sus senos apretados contra su pecho.

—En la cama no soy un monstruo —murmuró él.

- ¿No?.

—No, así que deja de temblar.

La besó apasionadamente Luego, pasó los labios a uno de sus pezones y ella tragó saliva.

—Quiero que esto te guste —dijo él—. Quiero que sea lo mejor que hayas hecho nunca.

La sensación de las manos de él sobre los senos y sus expertas caricias la volvían loca. Luego él le metió la mano por dentro de las braguitas y ella casi se desmayó de placer.

—Por favor —gimió.

Entonces él dijo algo en japonés.

—¿Sesshomaru?

La lujuria velaba su mirada. Le quitó la última barrera de ropa y sus dedos encontraron su húmedo rizos pubis. Ella se retorció ante esa exploración tan íntima. El fuego que sentía en su interior era terrorífico ahora. No podía respirar, hablar ni nada que no fuera sentir.

Como un dios oscuro, Sesshomaru se tumbó sobre ella entre sus piernas abiertas.

—Estás tan ansiosa, tan fuera de control... ¡ Ahora sé por fin lo fácil que debió de ser para Lukas tomar lo que debió ser para mí!

El tono de su voz más que las palabras fue lo que hizo que ella abriera los ojos. pero de todas formas, no había entendido todo lo que le había dicho él.

—¿Qué pasa? —gimió.

—Nada. Eres una compañera perfecta. Caliente y ansiosa.

Luego, le metió las manos por detrás y la penetró de un poderoso empujón. Un segundo más tarde, ella sintió un agudo dolor y se le escapó un grito.

Sesshomaru se quedó quieto, se levantó sobre ella y maldijo en japonés. Luego la miró intensamente.

—¡Esto no puede ser!

El dolor ya se le estaba pasando a ella y pudo relajar los tensos músculos.

—¡No puedes ser virgen!

—Sesshomaru, por favor...

Él apretó los dientes y siguió moviéndose. La sensación fue tan placentera que a ella se le escapó otro grito. La tormenta de deseo continuó como si no hubiera habido interrupción alguna.

Y aquello fue como ella nunca se lo había imaginado. Atrapada en el ritmo primitivo que él dirigió, se sintió cada vez más excitada y el placer cada vez alcanzó más altura. Cuando llegó a la cima, se estremeció oleada tras oleada.

Después, se quedó simplemente anonadada. Estaba muy cerca de Sesshomaru, con una curiosa sensación de paz y tranquilidad. Él le dio un suave beso en la frente, como una caricia. Le gustaba tanto estar en sus brazos... en esa intimidad que no había conocido antes... De repente recordó que Sesshomaru se había dado cuenta de que él era su primer amante. Ella no había pensado en la posibilidad de que eso pudiera cambiar su relación. Pero se le ocurrió que ahora Sesshomaru aceptaría que ella no lo había engañado con Lukas diez años antes.

Sesshomaru hizo entonces un movimiento súbito que la tomo por sorpresa y se levantó de la cama. Tomó la botella de champán que había en una cubitera con hielos y la descorchó.

—Sorpresa, sorpresa. Y, por supuesto, tú no me previniste de que iba a ser el primero. Sin duda, te imaginaste que, al ser virgen, técnicamente hablando, eso lo dejaba todo claro -dijo él sirviendo solo una copa.

Rin se sentó y se tapó con la sábana, desconcertada por lo que él acababa de decir.

Sesshomaru se tomó el champán de un trago y dejó la copa vacia sobre la mesa para mirarla a ella a continuación.

—No me extraña que estuvieras tan callada en la cama. ¿Creías que ahora me iba a arrojar a tus pies suplicándote que me perdonaras?

—La verdad es que no sé de lo que me estas hablando.

—Esto no cambia nada. Está claro que Ishi los interrumpió a Lukas y a ti antes de que pudieran aprovechar de su sórdido encuentro. Pero eso no hace que tú seas inocente. Aun así me traicionaste y deshonraste. ¡Te comportaste como una zorra sin remordimientos!

A Rin la afectó mucho esa nueva interpretación de los hechos y, por primera vez, se dio cuenta de una posible realidad.

—Tú me odias de verdad —susurró.

—¿Y qué te esperabas después de lo que hiciste? Nos cubriste de vergüenza a todos.

—Pero tú... acabas de hacer el amor...

—¿Crees que esto ha sido hacer el amor? Solo he consumado nuestro trato, Rin. Aún me sigues volviendo loco de excitación, pero lo que hemos compartido ha sido sexo. Y, como te prometí, los dos hemos disfrutado de la experiencia, pero no busques más que eso de mí. Ahora tienes el mismo aspecto que cuando te encontraron con Lukas. No tienes ninguna lealtad y menos principios. Eso es lo que menos me gusta de ti.

Rin levantó la barbilla y murmuré fríamente:

—Espero haberme quedado embarazada. Todo esto me parece muy aburrido. Aquí estás tú, con veintinueve años, y sigues atado a un pasado que yo dejé atrás hace años, junto con otras cosas infantiles.

Sesshomaru la miró furioso.

—Ten cuidado con como peleas, preciosa. Ya ha sufrido por ti demasiada gente y no tengo la menor intención de que lo vuelvas a hacer.

Él abandonó la habitación. Ella se levantó recogió toda la ropa que se había dejado y la tiró por la puerta. Se quedó en medio de la habitación, desnuda y temblando. Tiró de la sábana y se envolvió en ella. Luego, se sirvió una copa de champán para ver si se tranquilizaba.

Pero ni aun así pudo evitar recordar el día, hacía diez años, en que se había complicado todo.

Esa mañana, Ishi le había pedido que fuera de compras con ella.

—No me puedo creer la forma en que te manda Sesshomaru —le dijo Ishi mientras se tomaban un café—. Por ejemplo, los planes que tiene para divertirse esta noche. Si yo estuviera comprometida con un tipo tan atractivo como él, no lo dejaría ir a un club nocturno sin mí.

—No quiero que Sesshomaru piense que estar comprometido signifique que me tiene que llevar a todas partes.

—¿A todas partes? Ya te deja en tierra cuando se va a navegar. También cuando se va a París a ocuparse de alguno de los negocios de su padre. ¿Por qué no les damos una sorpresa a los chicos esta noche? Podemos ir al mismo club y verlo que hacen sin nosotras.

Al principio, la idea no le hizo mucha gracia a Rin. Cuando Sesshomaru la fue a ver esa tarde, ella le pidió ir con él. Cuando él se negó, le dijo que saldría entonces con Ishi.

—De eso nada —respondió él— A su familia tampoco le gustaría. Solemos ir en grupo a los clubs y así cuidamos los unos de los otros.

—Pero acabas de decirme que no puedo ir contigo esta noche.

—Es una fiesta de chicos ¿de acuerdo?

Eso fue lo que produjo su primera discusión. Después, Rin llamó inmediatamente a Ishi para aceptar su idea. Al principio, pareció algo divertido, pero cuando el taxi las dejó en el club, lo que más quería Rin era arreglar las cosas con Sesshomaru.

Se encontraron a Lukas sentado solo a una mesa con las llaves del coche de Sesshomaru delante. Cuando Rin le preguntó sorprendida dónde estaban los demás, él murmuró algo sobre que se habían ido a una fiesta a otro sitio.

Rin apenas se había sentado cuando Ishi exclamó:

—¡Oh,no!

Siguió la mirada de Ishi y vio a Sesshomaru apoyado contra una columna, abrazando a una risueña rubia, mostrando un entusiasmo que nunca había tenido con ella.

—¿Quién es esa? —pregunto.

—Bianca. Una ex novia de Sesshomaru. Es una modelo italiana. Salgamos antes de que él nos vea.

Ishi tomó las llaves del coche de Sesshomaru y se las puso a ella en las manos.

—Afuera podremos hablar sobre lo que hemos de hacer. ¡No puedes montar una escena aquí!

Rin estaba como atontada. Casi habían salido cuando Ishi se detuvo y le preguntó:

—Dime, ¿te ha gustado ver cómo se divierte Sesshomaru?

—¿Perdona?

—¿Quieres saber lo que Sesshomaru piensa realmente de ti? Me lo ha contado. Piensa que eres gorda y estúpida, sin ningún atractivo sexual, ¡pero que vales tu peso en oro!

A Rin se le hizo un nudo en el estómago.

—Tu abuelo y el padre de Sesshomaru acordaron su matrimonio antes incluso de que tú llegaras a Tokio. Todo el mundo lo sabe. ¡Sin tu futura herencia no eres nada! Si Sesshomaru necesita consolarse con chicas más atractivas, ¿quién lo puede culpar?

Sorprendida por semejante malicia de su supuesta amiga, Rin salió corriendo hacia el aparcamiento y se metió en el coche de Sesshomaru para llorar a gusto. Llevaba allí casi media hora cuando se abrió la puerta del conductor. Ella se quedó helada pensando que sería Sesshomaru. Pero era Lukas.

—No quería hacer esto, pero aquí estoy de todas maneras -dijo él con voz de borracho—. Estás incordiando a todo el mundo, Rin. ¿Por qué has venido a Japón?

—Métete en tus asuntos.

Lukas se rió sin humor.

—Pero esto es asunto mío, ¿no lo ves? Mi padre dice que nuestra empresa va a ir a la ruina si la de tu abuelo y la del padre de Sesshomaru se unen. No podremos competir. Juntas serán demasiado poderosas.

—No creo que eso vaya a suceder ahora.

Lukas apoyó entonces la cabeza en el respaldo y guardó silencio.

Y entonces reapareció Ishi y se acercó al coche con una sonrisa triunfante.

—Ya veo que estamos todos. ¿Se imaginan lo que pienso decirle a Sesshomaru ahora?

—¡Marchense! ¡Los dos! —gritó Rin.

—No he terminado todavía. Pero Sesshomaru y tú sí. Te lo puedo prometer. Y por si se te ha ocurrido pensar en perdonarlo, voy a entrar y a contarle que los acabo de encontrar a Lukas y a ti pasándolo bien dentro de su coche.

—Lo siento -dijo Lukas—. Es un montaje asqueroso, pero no nos has dejado otra opción.

—¿Por qué vas a contar algo tan tonto como eso? —le preguntó Rin a Ishi cuando salió del coche.

—Eres tonta, Rin —respondió la otra en voz baja, para que Lukas no la oyera—. Sesshomaru y yo estábamos empezando a estar muy unidos hasta que apareciste tú. ¿Con quién te crees que va a terminar cuando tú hayas desaparecido?

Para Rin, aquella fue la gota que colmó el vaso. Se marchó andando de allí y se dirigió a un parque cercano, donde pasó la noche en un banco.

Cuando llegó a casa a las siete de la mañana siguiente, la estaban esperando Sesshomaru y su abuelo. No le importó que ellos se creyeran la versión de Ishi. Lo único que quería en esos momentos era volver a su casa en Londres cuanto antes.

Rin volvió de esos desagradables recuerdos y se dio cuenta de que se había tomado dos copas de champán y que no se sentía muy bien. No debía haber bebido con el estómago vacío.

Se preparó un buen baño caliente y se metió en él para relajarse.

Cuando salió del baño, se mareó. Fue a envolverse en una toalla, pero perdió el equilibrio y cayó al suelo. Gritó.

—¡Dios mío!

Esa fue la primera noticia de la entrada de Sesshomaru en el baño, junto con la orden de que no se moviera. Luego, unas manos exploraron su cuerpo para ver si estaba herida.

—¿Es que no has tenido ya bastante de eso? —le preguntó ella.

—Puedes haberte roto algo. Te oí gritar...

—¡ Vete!

—Te voy a poner cómoda aquí en el suelo y luego voy a llamar a un médico.

—Eso sería una tontería.

Rin apoyó las manos en el suelo y se levantó lentamente. Se dio cuenta de que no se había hecho daño, pero la cabeza seguía dándole vueltas.

Sesshomaru se dio cuenta de lo que le pasaba en realidad y la sujetó mientras ella vomitaba en el retrete.

Se estaba comportando como un auténtico príncipe cuando a ella lo que le hubiera gustado era que la dejara en paz. Le pasó un paño húmedo por la frente y le murmuró cosas que parecieron frases de preocupación en japonés.

—Estoy borracha —gimió ella.

—No, te has mareado por le movimiento del barco. Debería haber pensado en ello. Voy al botiquín por algo que te haga sentir mejor.

La llevó de vuelta a la cama, la envolvió en una toalla y luego la arropó con el edredón.

—Si te hubiera llevado antes a navegar, estarías más preparada para esto -dijo él divertido.

—¿Y por qué no lo hiciste?

—Por Hiroki. Tu abuela y tu tío se ahogaron en el mar. Tu abuelo no confiaba en que un adolescente pudiera cuidar bien de ti en el agua y, con semejantes pérdidas en la familia, ¿cómo iba a poder discutir con él?

Cuando Sesshomaru la dejó sola, Rin pensó en esas palabras. Era una explicación tan sencilla a que nunca la hubiera llevado a navegar y nunca se le había ocurrido.

Cinco minutos más tarde, Sesshomaru reapareció con un vaso de agua y una pastilla. Se sentó en la cama a su lado mientras ella se la tomaba. Vestido con unos vaqueros negros y camiseta beige parecía más joven, más cercano y más atractivo de lo habitual.

—Ahora me pondré mejor, ya me puedes dejar.

—No, me quedaré hasta que te duermas.

Entonces, ella le preguntó algo que la intrigaba.

—Si me deseabas tanto hace diez años, ¿por qué no hiciste nada?

—Sé realista, Rin. Si tu abuelo hubiera descubierto que nos acostábamos juntos, te habría mandado inmediatamente de vuelta a casa. Yo no quería ser responsable de causar otra ruptura familiar, ni te quería a ti lejos. ¿Quieres alguna otra razón? ¿Cómo que un embarazo habría sido un desastre para los dos con esa edad? ¿O la simple verdad de que yo realmente quería esperar a que estuviéramos casados?

Rin estaba tan desconcertada por la facilidad con la que él le estaba ofreciendo esas explicaciones, que no dijo nada. Y también lo estaba por que Ishi le había mentido. Él la encontraba atractiva. Y mucho. Lo que pasaba era que, entonces, él había sido un adolescente muy sensible e inteligente aunque lo disimulara muy bien.

Se quedó dormida sin darse cuenta y, cuando despertó, se tensó al ver a Sesshomaru apenas a unos centímetros de ella. Estaba vestido encima del cobertor, mirándola intensamente.

—¿En qué estás pensando? —susurró ella.

Él hizo una mueca.

—En Lukas.

—¡Qué raro!

—Nos criamos juntos. Él era un payaso, pero yo le tenía aprecio. Cuando murió, me sentí como si lo hubiera abandonado.

—¿Murió? —preguntó ella sorprendida—. ¿Cuándo?

—Se estrelló borracho con su coche pocas semanas después de que tú te marcharas de Japón. Al parecer se le vio pocas veces sobrio después de esa noche. No creo que pudiera soportar lo que había hecho.

Ella se puso muy pálida.

—Así que también me culpas por eso.

—No, no te culpo.

Pero ella no lo creyó. Se sintió vacía por dentro. Lukas había sido el cómplice de Ishi. ¿Se habría dado cuenta en lo que se metía? Tuvo que estar muy borracho para hacer su papel según los planes de Ishi. Era terriblemente triste. Y si ella le contaba ahora a Sesshomaru que su amigo había preparado deliberadamente su ruptura por los medios más desagradables posibles, seguro que se enfadaría más todavía con ella. Sentía que él veía más a Lukas como víctima del pecado que como pecador.

—Mucho dolor siguió a esa noche -dijo él—. Ishi suspendió sus exámenes y, durante un tiempo, su familia estuvo preocupada por ella. Estaba preocupada por Lukas.

—Seguro...

—Tú piensas que ella debió mentir para protegerte porque eran amigas, pero la lealtad familiar siempre es más importante en Japón.

Eso hizo que ella saltara.

—Ishi mintió, lo mismo que Lukas. Los dos tenían sus razones que tu pareces no querer ver.

Sesshomaru la miró friamente.

—Solo hay una cosa que no me encaja.

- ¿Cuál?

—Ninguna mujer japonesa habría dejado de defender su reputación. ¿Por qué no dijiste que seguías siendo virgen cuando nos vimos al día siguiente?

Rin lo miró incrédula.

—Estás de broma. ¿De verdad te crees que seguías importándome tanto como para rebajarme a ese nivel?

—Así que me viste en el club con esa rubia.

-Y fue por venganza por lo que te fuiste con Lukas, ¿no?

Irritada, ella fue a darle la espalda, pero Sesshomaru se lo impidió poniéndole una mano en el brazo.

—Lo cierto es que recuerdo muy pocas cosas de esa noche.

—¿Perdón?

—Alguien drogó mi bebida. Si me viste con Bianca, debió de ser poco antes de que perdiera el conocimiento.

Rin asintió lentamente.

—El señor Inocente, el señor Limpio. ¿Sabes? Puede que mi madre se tragara ese cuento, pero yo soy menos crédula.

Sesshomaru frunció el ceño.

—¿Estás diciendo que no me crees?

—Exactamente. No es una sensación agradable, ¿verdad?

Rin se pudo soltar entonces y enterró el rostro en la almohada.

Él maldijo en japonés.

—Oh, eres tan sensible... -dijo ella contra la almohada.

—Eres una bruja calculadora...

—Ahí está la puerta, úsala -dijo ella mirándolo fieramente.

Pero en vez de eso, Sesshomaru le metió los dedos entre el cabello, aprisionándola.

—Sesshomaru... ¿qué?

—Sesshomaru, sí. Pero dilo en japonés "hai"

Entonces la besó ansiosamente. En una escala del uno al diez, fue un beso del once. La cabeza le dio vueltas a ella y el pulso se le aceleró.

—No vamos a hablar del pasado de ahora en adelante -dijo él mientras empezaba a desnudarse.

—No, debemos. No podemos... -dijo poniéndole una mano en el pecho.

—No hay problema —murmuró él.

Ella cometió entonces el error de mirarlo a los ojos y eso la perdió. Sesshomaru sonrió como un depredador, era la sonrisa de un hombre que sabía exactamente el efecto que podía tener en el sexo femenino.

—Yo pienso... pienso...

—Sí, ¿qué piensas?

Cielo Santo, lo deseaba. Lo deseaba locamente.

—No pienso. No estoy pensando en nada ahora mismo.

—Yo sí. ¿Por qué luchar contra lo que estás sintiendo?

—¿Es esta tu rutina habitual de seducción?

—Aun a riesgo de parecer un chulo, yo nunca he necesitado una rutina.

A ella no le costó ningún trabajo creerlo. De repente sintió la insoportable necesidad de estar de nuevo entre sus brazos. Levantó la mano lentamente y le acarició el sedoso cabello.

Sesshomaru no dijo nada, la hizo ponerse debajo de él y jugueteó con su lengua entre los labios entreabiertos de ella de una forma que hizo que los huesos se le derritieran y se estremeciera. Luego, terminó de quitarse los vaqueros, apartó el edredón y se tumbó sobre ella.

—Debería haberte preguntado qué te gusta—dijo—. Pero todavía no lo sabes, lo que significa que tenemos mucho que descubrir juntos.


¿Qué tal estuvo el capítulo?¿Mas odio hacia Ishi? ¿Buscan que sesshomaru tenga su merecido por crédulo? Las leo, disfruten de la semana. Saludos