Diclaimer. Naruto es propiedad de Masashi K.


Tan suyo o tan hermosa

Nuevo año, nuevo comienzo. Aún en invierno podía sentirse esa aura de esperanza y vigor que le contagiaba a cualquiera con deseos maravillosos e improbables, que a la vez son la guía que da sentido a un período de nuestra vida.

Ambos felinos estaban jugando con el estambre. Pero sorprendentemente para algunos espectadores, con diferencia de las demás veces de antaño; No había jalones o mordidas de cachorros como hace más de un año ya del nacimiento de Sarada. No había brusquedad. No había maullidos flagrantes o adoloridos. No. Nada. Únicamente se encontraban recostados en diferentes extremos de la sala de estar, con un espacio considerable entre ellos, haciendo rodar el estambre hacia el otro.

Sin embargo, pronto se dio por asunto una especie de… Riña.

"Vamos Hinata, dime~... ¿Dónde lo guarda? Ya busqué dentro de sus zapatos, en los bolsillos de su saco, arriba del ropero y debajo de la cama ¡Incluso en sus calzones!" La gata negó decidida deteniendo la bola que le había sido lanzada. ¡No le diría por nada del mundo! Sobre todo, teniendo suficiente conocimiento de lo que Naruto haría si descubriera el escondite de la pulsera de cuero de Sasuke… "¡Por favor, cuéntame Hinata! ¡Te lo suplico!" Ella tenía la certeza de que él destruiría aquel tesoro, como venganza de que el azabache le hubiera negado sus premios de galletita durante ese mes transcurrido…

Y todo por un 'pequeño e indefenso mordisquito', según el gato frente a ella.

"No. No lo haré Naruto-kun". Maulló arrugando el tronco de su nariz, fue cuando rodó el estambre hacia el rubio para posteriormente sentarse, alzando la cola con rectitud. "Se lo quitarás, t-te conozco, y eso no lo voy a permitir".

"Pues él no debió quitarme lo mío primero", berreó cual niño por su juguete favorito, sentándose igualmente.

"No comprendo el po-por qué lo mordiste… Sasuke-nii no te había hecho nada", maulló defendiendo al susodicho ocasionando que el peli naranja hiciera un puchero por no poder explicar los celos que le invadieron aquel día que Sasuke le sobó la panza a la felina.

Aún así, Naruto admiró la manera en que su amiga mostró seguridad en sí misma. Es decir, hace unos años atrás ella nunca le hubiera refutado nada; por supuesto que no diría sobre el paradero de aquel objeto tan preciado por el Uchiha, sin embargo tampoco le regañaría u otorgaría cierta pelea como ahora.

Pensaba que esta evolución se debía a la confianza que conforme al tiempo ha tenido para con él. Pero por encima, afectó aquel problema que tuvieron con Toneri: En donde debía admitir, no sin cierto desagrado, que Hinata se había hecho más valiente, más audaz, en la primera vez desde que la conocía que lo había enfrentado de verdad.

Y aunque las razones que los llevaron al conflicto no fueron las mejores, aún así pudo hacerlos crecer… Tal vez con más fuerza en Hinata. Y para él eso estaba bien. De hecho, el cómo ella se desenvolvía con él actualmente le convencía que aquel despropósito con Toneri fue en demasía beneficioso.

Le encanta su manera de ser, siempre le había agradado por supuesto; su timidez, su bondad, su cariño y también, para qué mentir, su seductor cuerpo felino.

Sin duda… Se le podía llamar una hembra adulta. Y eso lo maravillaba.

Empero, a ello le venían los siguientes cuestionamientos:

¿ Y ella ? ¿Ella qué pensaría de él?

Hinata le gustaba, más que eso, maullaría a lo alto que la quería, la quería tanto que hasta llegaba a…

Naruto suspiró inconsciente, extrañando a su acompañante.

Bueno, a lo que quería llegar… ¿Hinata gustaría de él? ¿Lo querría como él a ella… De esa forma?

En un principio, durante los tres primeros años - humanos- en que sus amos comenzaron a vivir juntos, no le había dado mayor interés cuestionar su relación con Hinata, que era de amistad y hasta fraternal. Nunca se preguntó si ella o él mismo sentían algo diferente por el otro, sólo la veía como amiga después de todo. Por ello, cuando empezó a estar con ella sin tener que hacerla sufrir por sus juegos bruscos, a escuchar atento sus melodiosos maullidos, a sentir envidia de los amigos de la peliazul y de Sasuke, a observar detalladamente sus agraciadas facciones y su bonito cuerpo curvilíneo, cuando empezó a quererla de una manera en la que no se quería a una amiga o hermana… Sí que se interesó en saber.

Lentos y cuidadosos fueron sus sentimientos crecientes en su pecho rubio hacia ella, Hinata, aquella gata que contadas las veces con los dedos de su pata, ¡De veras que si! le demostraba el cariño que sentía hacia él, un cariño que le hizo creer por momentos que lo quería… Que lo quería como una hembra a su macho.

Pero fue entonces apareció Toneri. Y todo se desmoronó. Unas suposiciones que se transformaron en pequeñas esperanzas inconscientes de saberse amado por esa Hermosa gatita que tenía como compañera, se convirtieron finalmente en desiluciones fragmentadas. Sintió inimaginables celos de que ella estuviera aferrada a ese gato creído, no lo entendió hasta que tuvo aquella discusión con ella, cuando se le puso en blanco la mente y su despistada cabeza pudo comprender la razón -la aparente razón-: ella estaba enamorada de Toneri.

Todo se le vino abajo, se sintió de cierta manera traicionado. Todo fue un malentendido por parte de él. Pues ella no correspondía a sus sentimientos que crecían cada vez más. Así lo creyó y se sumió en tristeza y rencor de su desamor.

Ahora sin embargo, ella le había clarificado todo. Ahora sí que tenía esperanzas con respecto al significado de sus miradas tímidas, su dulce voz cuando le maullaba a él -y sólo a él-, y su sonrosada nariz que se ponía más rosa cuando él se acercaba.

Obviamente todo lo que tuviera que ver con las demostraciones de amor no era lo suyo. Podrían preguntarle a las piernas de Sakura-chan con cicatrices de sus rasguños si les queda duda. Y era precisamente eso mismo lo que lo hacía retroceder, el no reconocer aquellas señales que indicaban que podía avanzar al campo de batalla hacia el amor.

Aunque con lo sucedido últimamente, los días más felices que había pasado con su ser especial… Supo que ya era hora de dar el primer paso.

Se preguntaba frecuentemente… ¿Hinata que sentiría por él? Pero justo ahora, de verdad presentía en su corazón despistado, que lo sabía.

"Sólo confía en mí. De veras que no le haré nada a su baratija esa: ¡Sólo se la esconderé por un tiempo!" Hinata lo miró suspicaz, sus perlas destellaban de sabiduría. Después de todo ella conocía todo de él… O la mayoría. "Por favor…" Hinata se volvió a recostar, recia de darle una respuesta. Entonces Naruto tuvo que usar su última carta, le devolvió el estambre haciéndolo rodar con su pata y maulló: "Por favor Hina," La gatita se estremeció, aunque el gatito no se percató de ello, "si me haces este favor, te prometo que cuando estés con Sasuke-Teme no lo molestaré más dattebayo, y así tú podrás estar con él todo el tiempo que de sees sin ningún problema… ¿Qué te parece?" Sabía que con esa propuesta la peliazul podría acceder a su petición con más posibilidad. Aún siendo una tontería. Después de todo, él no tenía ni siquiera ese derecho de impedirle estar feliz con Sasuke. Aunque bueno, únicamente esperaba que fuera suficiente para convencerla.

Lo que él no sabía, es que ya la había convencido desde ese segundo 'por favor'. A Hinata se le hirvió el corazón cuando la llamó de esa manera. Deseaba por todos los dioses gatunos que él la llamara "Hina" más a menudo pues ella se enamoraba cada vez más con ese apelativo. Él era aludido a lo que le provocaba.

Naruto esperó con impaciencia a la respuesta definitiva, la cual se tardó una eternidad en llegar.

"Es… Está bien".

"¡¿De veras?! ¡¡Gracias Hina!! ¡Te lo agradezco mucho dattebayo!" Ella se sonrojó a más no poder. El Travieso gatito había dado con su cometido después de todo. Pasaron unos momentos ligeros de silencio, el rubio cambió sus facciones por unas más sosegadas y prosiguió con otra propuesta que había tenido en mente desde hace algún tiempo: "¿Sabes? … He estado pensando y…", Hinata fijó sus ojos a los de Naruto, con curiosidad. "¿Te gustaría salir… Conmigo?" la pantera se emocionó mucho por tan siquiera la pregunta. "Bu-Bueno sólo si tú te sientes lista de… ".

"¡Me, Me encantaría!", Naruto alumbró con su sonrisa el lugar.

El ojiazul le anunció que debía avisar a sus amigos y que debía preparar todo para ella -esto último con un tono avergonzado y arrepentido, como si no lo hubiera querido decir desde un inicio alguna sorpresa escondida-.

Como si fuera su primera vez al aire libre, Hinata se sintió igual de emocionada. Aceptó y él fue a realizar su empresa. Mientras tanto, ella tenía todo ese día para prepararse mentalmente.

Salir. Ahora. Fuera de su hogar. De la forma correcta. Naruto. Por fin. Quería mostrarle su mundo.

Cuando habían pasado un par de minutos ya desde que él se había ido, ella, derritiendose por no poder expresar las emociones que la recorrían, se encaminó hasta la cocina para toparse con el hogar de su amigo. Le contó todo lo antes acontecido.

"Ya era hora", murmuró la oruga. "¿Cómo te sientes?".

"A-algo nerviosa, pero sé que con Naruto-kun estaré bien".

"Hace un rato que no escucho sus gritos, ¿A dónde fue?"

"Fue a avisarle a Shikamaru-san sobre mi llegada de mañana al lugar donde se encuentra la pandilla, o e-eso entendí". Tragó saliva, se notó pasar a través de su garganta. Comenzaba a dolerle la espalda baja otra vez. "Tal vez se quedará con sus amigos un buen rato", ronroneó siguiendo el hilo de sus palabras, no dejando de observar a la oruga a quien… Sólo le podía ver la mitad de su cuerpo. "Shino-kun..."

"Dime", él estaba atento a su tejido así que no podía ver la expresión consternada de ella.

"... ¿Qué es eso que te cubre?", temía que aquello fuera algún parásito o putrefacción en su diminuto cuerpo.

"Es mi capullo", La gatita siguió igual de confusa. "Me convierte en algo completamente nuevo de lo que soy ahora".

"¿Cómo?" No supo cómo sentirse al respecto. ¿Cómo en alguien nuevo?

"Es una etapa de la vida", dijo ahora mirándola, "Debo hacer una metamorfosis para transformarme en alguien mejorado, en alguien más bello… Como la vida misma en constante cambio".

Hinata a veces se sentía un poco tonta ante las palabras profundas que expresa a su amigo, pues en ocasiones no las comprendía. "¿Eso significa que ya no serás el mismo Shino-kun de siempre?"

"En cierto modo… Pero no te angusties, en este caso, sólo cambiaré físicamente." Sonrió ante el temor de ella, "Nuestra amistad no cambiará, te lo aseguro". Hinata asintió, dudosa de sus palabras. Pero confiaba en él más que en sí misma, él era la criatura más sabia que había conocido nunca. "Por supuesto… No soy el único que está cambiando".

Su tono le extrañó. Intentó pensar y creyó saber a quien se refería.

"¿T-te refieres a Naruto-kun y a mi?", Shino asintió, pasivo y pleno. "¿Por qué lo crees?"

"¿No lo crees tú?"

"B-Bueno sí". Entonces recordó: Su primer encuentro en el que tanto la descolocó e intimidó en su momento; las visitas incómodas ocasionales de él y Sakura-san al departamento de su humano, gracias en gran parte a la personalidad tan exorbitante que ese gato emanaba, pero que de un tanto tiempo empezó a considerar como un amigo; los primeros días en su actual hogar, estando tan poco compenetrados y sin embargo buenos compañeros… claro, hasta que llegaban las jugarreta bruscas; y cuando la cotidianidad y las travesuras los unieron más como amigos e incluso hermanos; lento y explosivo, su amor por él creciendo, frente a las salidas esporádicas y celos para con su ama. Tantos, tantos momentos… Que los habían guiado hasta donde se encontraban. "Si lo creo", ronroneó finalmente.

_... _

"¿Lista?" Maulló cantarín ante la próxima respuesta segura de su querida.

La peliazul asintió, dejando que su compañero rozara su cola oscura. Casi imperceptible, pero para ella es como si recargara en ello el cariño y la alegría que él desbordaba.

Ambos, sobre las rejillas del balcón, escucharon los ladridos de su vecino que estaba dentro de su propio apartamento:

"¡Que te vaya bien Hinata!" Los felinos sonrieron y estuvieron a punto de contestar, pero el can siguió; "¡Suerte con ese papanatas!"

Naruto le rugió de todo. Hinata agradeció el gesto de Kiba a la vez que se guardó una reprimenda en su mente.

El oji cielo fue quien saltó primero a las escaleras de emergencia del edificio. Esperando el turno de Hinata, se mantuvo sentado al otro lado. Ella preparó la gota de seguridad que necesitaba para saltar: Ajustó sus pequeñas garras, afiló sus pupilas, y saltó a lo largo estando en un parpadeo junto a su amado.

Subió su mirada para encontrarse con los zafiros del macho. Ninguno podía separar sus ventanas del alma del otro, sentían ver todo de su compañero, absolutamente todo. Se acercaron, poco a poco, imperceptiblemente, hasta casi tocarse sus narices. Naruto sentía su corazón latir fuerte y constante. Hinata tiritaba conforme al nivel de su sonrojo, recordando que ella furtiva lo había besado hace casi dos meses atrás en una noche de invierno.

"Es-Estoy emocionada p-por el día de hoy". Fue ella quien se separó, a punto ya de bajar las gradas. Esperándolo.

El ojiazul asintió riendo, después comenzó a frotar su costado con el de ella.

La ojiperla comenzaba a creer que se volvía una necesidad para él hacer aquello.

El sol resplandecía, parecía un buen día. Bajaron las escaleras, Hinata lo escuchaba decirle que tuviera cuidado de no atorarse sus patas con las aberturas de las escaleras metálicas.

Al llegar al suelo de concreto, la hembra solo se dejó guiar por él y su carisma con vómito verbal entre cada paso que daba:

"... Entonces yo le dije ¡Eso no es chocolate! ¡Son las cacas de Kakurō de hace una semana!". Naruto carcajeó como loco y la pantera también rió bajito, aún cuando no entendía la gracia.

Si.

El 'muy carismático' gato no podía evitar maullar boberías en frente de su compañera de vida aún estando en medio de una cita. Primera cita.

La hermosa gatita tampoco se quedaba atrás al seguirle la corriente.

"Ya quiero conocerlos", maulló anunciando su expectación. Naruto la observó. "Después d-de todo, son tus mejores amigos".

Él asintió, efusivo, esquivando el zapato de un transeúnte que estuvo a punto de pisarle.

"¡Si! Ya verás, te caerán muy bien dattebayo. Conocerás a Killer Bee, ¡Somos muy parecidos! Aunque no tanto como mi gemelo Deidara, bueno en realidad no es mi gemelo, ¡Pero nos parecemos tanto que no nos diferenciarías!" Hinata lo escuchaba ensimismada, tanto que por poco choca contra un poste de luz, "Y por fin hablarás con Shikamaru ¡Es un tipo genial pero muy vago-ttebayo! Y nunca te vayas a juntar con su amiga Ino, es alguien muy entrometida… Bueno en realidad no tanto como el pez de Karin, ése sí que se mete en tu vida si te descuidas, y es tan molesto como Sai y sus 'juegos' de palomas ¡Oh, oh! ¡También verás a los gatos más cejudos de toda la ciudad! Son tipos que te agradarían de verdad ¡Oh, y también Gaara, Kotetsu y Temari son muy geniales, y Menma, Neji, Sasori y Kurenai no son tan cercanos pero son muy buenos amigos y A, Konohamaru, Konan y Kakuzu, y…! "

"¡Naruto-kun!", Gritó en maullido, atrayendo la atención del felino. Ya se estaba asustando con tanto parloteo. "Cr-Creo que será mejor esperar a conocerlos directamente".

Naruto se rascó sus orejas con su cola, riendo avergonzado "Si, tienes razón". Se pegó como chicle a Hinata una vez más, haciendo que ésta se sonrojara y detuviera su andar porque temía caerse de lado. "¿Sabes? Realmente ellos no son mis mejores amigos".

"¿No?" Ahora sí que podía considerarse perdida. Había creído que lo eran. Sobre todo Shikamaru, tal vez no le había prestado demasiada atención a sus monólogos como pensaba.

"No. Bueno… A Shikamaru sí que lo considero así, también a Gaara, pero en realidad tú eres mi única mejor amiga". A Hinata le agradó escuchar aquello ¡Más que eso! El saber la importancia que tenía en la vida de Naruto la hacía marearse de pura satisfacción, sentía que podía llegar hasta el lugar de esa estrella caliente que iluminaba durante el día para comérselo de un bocado. "Por cierto, antes de ir con la pandilla, podemos ir a donde tú quieras. ¿A dónde te gustaría ir en tu primer viaje?"

Hinata se sonrojó por el cambio de planes, y se sintió muy apreciada. Más de lo que ya se sentía.

"Ta-Tal vez… Podríamos ir a un parque". A Naruto le gustó mucho la idea, y en un dos por tres comenzó a guiarla hasta el lugar.

Ella nunca había ido a un parque por supuesto, apenas y sabía que elementos lo conformaban: Las únicas veces que había visto uno, siempre era de lejos, cuando Sasuke la llevaba en su portador de gatos para ir a visitar a sus padres o cuando iba al veterinario. Tenía una inmensa curiosidad por los colores que reflejaban ese lugar, en medio de todos los edificios grises y fríos. Ruidos alegres e infantiles comparados a los ruidos de derrape o de gritos enfadados de los humanos adultos.

Cuando llegaron, notaron el bullicio de personas relajadas en el pasto o en el área de juegos en donde chicos y chicas revoloteaban sin parar. Naruto la rodeó con su cola anaranjada, apartandola junto con él en donde había pasto crecido y uno que otro arbusto; lejos de la vista de cualquiera.

"Es más seguro así. Pasan niños con adultos corriendo sin siquiera fijarse en nuestras colas", gruñó con un deje de dolor, seguramente teniendo una especie de déjà vu.

"Entiendo". Claro que entendía. Sobre todo cuando su Naruto estaba tan cerca de ella, abrazándola con su cola, juntando sus puntiagudas orejas de color noche y amanecer.

Sin aviso, escucharon un gruñido, no uno cualquiera, era como si estuviera en eco y de cierta manera en la lejanía profunda.

Hinata se volvió un rubí. Y Naruto, repitiendo en su cabeza ese sonido tan familiar supo finalmente de qué se trataba: Y ella agradeció que no se riera.

"Mmm, debe haber algo por aquí para almorzar", el tigre se movió entre el pasto olfateando como un auténtico sabueso. La felina lo detalló desde atrás, aún avergonzada de su panza. "¡Ajá!", sacó algo de la tierra a cuestas y, después, fue trotando hacia ella. "¡Ricas lombrices!" las soltó frente -y en cámara lenta- a la cara asqueada de la de ojos lavanda quién veía como se retorcían, seguramente advirtiendo lo malas que podían llegar a ser para su digestión. "Saben mejor de lo que parecen-ttebayo, prueba". Posteriormente de que se tragara un par como si de espagueti se tratara mencionó que aquel exquisito platillo se lo había mostrado Sai en uno de sus paseos en los que se posaba sobre su cabeza anaranjada.

Hinata probó, pero por más que lo intentó no pudo tomarle un 'delicioso' sabor a aquello. "¿Qué dices Hinata?" Ella negó ferviente. Él suspiró decepcionado y se dispuso a pensar en otra alternativa. "¡Lo tengo! ¡Espera aquí!" La susodicha ni siquiera respondió por lo asqueada de sentir aún como si la lombriz se moviera en el interior de su hocico.

Sus ventanas lila lo siguieron perspicaz en cada movimiento, durante el proceso por poco se le salen las perlas de sus cuencas en cuanto él se hubo sentado frente a una familia de humanos que hacían un picnic. Hinata se asustó ¿Es que él mismo no había dicho que tenían que permanecer lo más alejados posible? Estuvo a un pelo de correr a su dirección cuando, de repente, él comenzó a hacer piruetas y rodadas mientras ronroneaba para llamar la atención. Se escuchaba desde donde ella se encontraba las vociferaciones tiernas y entusiastas de cada integrante del grupo al verlo tan amistoso y juguetón que, sorprendentemente para ella, pudo apreciar como uno respondió a sus encantos gatunos y procedió a darle un pedazo de algo, no podía distinguir qué, pero aseguraba que se trataba de comida.

Mientras Naruto se alejaba de la familia, a paso lento y triunfante. Hinata se preguntó qué había acabado de presenciar.

Nunca había visto algo parecido. ¿Como él supo lo que tenía que hacer?¿Por qué personas desconocidas le habían dado un pedazo de comida por un espectáculo que sólo Naruto podría ofrecer en lugar de atraparlo y llevárselo como su nueva mascota? Es más…

¿Qué otras cosas le faltaban por saber del mundo de Naruto?

"¡El almuerzo está servido!", dejó su premio en el pasto, justo a las patas de la Hermosa gatita, como si de un presente se tratase.

A la peliazul se le iluminaron los ojos, se trataba de un crujiente pollo medio frito, se le hizo agua a la boca, pero se contuvo a darle el primer mordisco.

"¿Cómo lo hiciste?"

"¿Qué?"

"Hacer eso, con esas personas,... Fue increíble", A Naruto le chispearon sus pupilas y sonrió de forma casi presuntuosa.

"¿Ah, eso? Solo fue… Lo habitual. Cuando sabes cómo sobrevivir en las afueras; una cosa como ésta es cosa de todos los días", maullo dejando boquiabierta a su cita.

" Oh, entiendo… Pero te veías tan confiado que me pareció ma-maravilloso", él notó como todo de ella brillaba con intensidad y apreció muy dentro ese momento.

Se veía realmente preciosa.

Sonrió de manera sutil, y ronroneó lo siguiente: "La próxima vez que salgamos, te enseñaré cómo hacerlo". Pues necesitaba una excusa para tener otra salida con ella.

"¿En verdad?" Exhaló esperanzada.

"Es una promesa". Nuevamente ronroneó tocando su delgada cola y pegándose a su lado.

Procedieron a comer, dándose unas cuantas miradas alegres y cohibidas.

Observaron el panorama a través del suelo verde; las personas que rondaban cerca de los juegos para niños. Naruto podía ver todo gracias a su altura, en cambio Hinata debía dar saltos para ver pues era diminuta pero igualmente no le quitaba la belleza que estaba presenciando. No paraba de recordar aquella escena de Naruto pidiendo comida. Quería experimentar esa cercanía y confianza, esa conexión que sucedía entre un gato y un amo-humano desconocidos entre sí. "¿Podemos acercarnos más?"

Al susodicho le dio un repentino escalofrío de calidez por todo su cuerpo. El maullido de su querida amiga le causó un extraño hipnotismo. Sonrió a más no poder y acató su deseo al avanzar un par de pasos de un antropomorfo.

-¡Mira mamá, mira! - Entonces fue cuando el blondo sintió unas pequeñas manos levantarlo de forma incómoda, y alejándolo a un metro del suelo. - ¡Un gatito! -

El chillido del pequeño llamó la atención de más chiquillos que se encontraban jugando y que fueron al instante a verificar al dichoso gato con sus propios ojos y manos.

Naruto se quejó en brazos de su captor y logró zafarse con un maullido agudo mientras los niños empezaron a rodear a los gatitos.

"¿Estás bien Naruto-kun?" Asustada, enfrentó a su amigo que a la vez intentaba ponerla detrás de él.

"Si", maulló poniéndose nervioso -por primera vez en su vida- al recibir tanta atención.

-Oh~ que lindo -

-¡Se ven tan tiernos! -

-¡Es un papá gato protegiendo a su gatita bebé! -

Varios niños procedieron a acariciarlos y a tocar sus colas sin importar el consentimiento de los mininos.

A Hinata al principio le abrumó tanto toqueteo, pero después se dejó llevar por sus caricias detrás de la oreja o bajo su barbilla. Mientras que Naruto, muy extrañamente, no estaba nada contento. En otro momento seguramente que luciría sus movimientos gatunos sin ningún problema, además de gozar el ser acariciado y atendido por todos. Sin embargo ahora, sólo quería alejarse de ahí con su querida. Esto no le iba a arruinar su primera cita con ella. No señor.

Se zafó de una docena de manos para encontrarse a lado de su amiga, quien parecía en el mismísimo cielo.

"Hinata, hay que irnos de aquí".

"S-sí", asintió y procedió a esquivar a los infantes, no sin cierta pena, para dar saltos en corrida junto con él. Empero, no pudieron avanzar más de tres metros cuando les apareció enfrente una jaula que, al atravesarse en su camino, entraron disparados a ella causandose daño al caer uno sobre el otro. Encerrados en un segundo.

-Ah, ¿Por qué los atrapa, señor? - Farfullan los niños y niñas, decepcionados y algo curiosos por la acción del hombre.

-Son gatos perdidos, y no pueden estar en la calle así como así. - Contestó él, indiferente por la actitud de los pequeños. - Váyanse y no molesten. Hago mi trabajo-.

Los infantes se quejaron a la vez que acataron la orden, temiendo el aura que desprendía.

"Hinata ¿Estás bien?"

Ella asintió, incorporándose, dejando así de aplastar a su compañero.

"¿Qué está pasando?"

"No lo sé." Jadeó ansioso. Tan sólo habían estado un rato fuera y Hinata ya estaba corriendo peligro por su despreocupación: Pensó Naruto. El blondo se pegó a la reja que era la puerta del porta gatos, observando cómo se alejaban tambaleantes del parque. "Creo que… "

-¿Qué encontraste? -

- Dos gatos - A Naruto se le ensombrecieron sus pupilas, su oreja se movió prestando total atención.

-¿Callejeros?- El hombre negó con la cabeza.

-Tienen placa -

-Que suertudos.- Abogó con alivio el compañero por los mininos. El blondo pegó más la oreja, notándose más reflexivo que nunca antes. La peliazul no lograba entender nada. - Llevalos al centro, y que verifiquen sus direcciones.

La respiración del gato era pesada, sus ojos cielo estaban turbios y su cola erizada.

"El animal que es llevado en una de esas diminutas jaulas y en esos enormes carros..." Después de haberle preguntado sobre la tensión trágica y horrorizada de la pandilla, Kakashi le maulló algo que lo dejó aturdido por un buen tiempo, "Nunca jamás vuelve a ser visto". Suspiró con pesar. "Para todos, Asuma ya está muerto".

"¿D-De qué están hablando?"

Él ni siquiera pudo devolverle la mirada. No podía pensar en nada. Temblaba, mientras sus facciones poco a poco se hacían más fieras.

"¡¡Maldición, tenemos que salir de aquí!!", Estaba aterrorizado por lo que podría pasarles. Buscaba alguna forma de escapar. ¡No importaba qué! ¡Tenía que salvarlos! ¡Debía, por lo que más quisiera, proteger a Hinata!

De inmediato, mordió los barrotes de la entrada; Intentando, en vano, destrozarlos con su fuerte mandíbula. No funcionó así que comenzó a darle patadas a la puerta con sus hábiles pies gatunos. Pero fue imposible. Comenzaba a desesperarse, ¡Ya lo estaba!, rugía de furia hacia los que los encerraron.

-¡Cálmense gatos! - Dijo el hombre, golpeando la caja de plástico que se movía violentamente.

"¡¡Sácanos de aquí, maldito bastardo!! ¡¡O juro que te morderé tan fuerte el…!! ", siseaba y rasguñaba al aire en una abertura de la jaula, intentando alcanzar a su captor.

Su compañera de encierro se sentía impotente, más o igual que él, por no poder hacer nada contra esa situación en la que su amado tan vehemente deseaba escapar.

Los pusieron dentro del camión sencillo lleno de más jaulas vacías de diferentes tallas. Cerraron las puertas. Pasaron los minutos, que parecieron horas, y Naruto no paraba de rasgar cada agujero y de patear con sus pies de gato traseros cada pared que los encerraba. Después sintieron al motor resonar. El macho comenzó a dar vueltas, murmuraba, siempre con una expresión cada vez más desesperada. Nunca Hinata lo había visto así. Pero aún así trataba de pensar… Pensaba y pensaba. Miraba para todas partes queriendo descifrar la solución a un problema que no lograba entender del todo.

El camión siguió moviéndose, y conforme el motor resonaba el alma del rubio se le iba del cuerpo. Pasaron últimos intentos del rubio para salir de alguna forma, intentos erráticos y dolorosos de apreciar. Le faltaba el aire. Sus garras se habían desafilado ya. Hinata, saliendo de su estupor, le llamó por su nombre en tanto se acercaba un poco a él, pero no fue esuchada.

"¡¡Tonto, Tonto!! ¡Soy un tonto!" Su querida observó cómo él se encorvó en una esquina, siseante, "¿Cómo pudiste ser tan imbécil? ¿Por qué con ella… Por qué ahora?". Detrás de él, Hinata pudo apreciar, rota por al fin entender, cómo se le caían un par de lágrimas a ése de bigotes dorados como el mismísimo sol.

" Naruto-kun…"

De pronto, el Travieso y ahora inseguro gatito se vió en una caja de cartón, pidiendo por ayuda, pidiendo a su madre y a sus hermanos a quienes se les había negado. Sin capacidad de hacer nada. Atrapado. Hambriento. Condenado. Impotente tal como estaba ahora. ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Cómo llegó con Hinata hasta ahí? Cuando fue un minino había sido horrible estar sin escapatoria muriendo su cuerpo y esperanza lentamente, pero ahora es peor, ya que no se encontraba solo. Ahora estaba con ella y únicamente por eso era peor que él -y solo él- muriese.

Gritó en rugido, aquel recuerdo en el que lo separaban de su familia era uno que le provocaba una tristeza inmensa. Pero no era nada comparado a lo que sentía ahora. Porque sabía que éste día, supuestamente perfecto, habría de terminar con la vida de su más querido ser… Cuando él había dicho cansadas las veces que la protegería de todo.

Hinata, al verlo tan abatido, quiso consolarlo con todas sus fuerzas. Pero no podía.

…No ahora.

"Perdóname". Ronroneó. Por primera vez en su corta vida, dándose por vencido: su cuerpo exhausto por haber hecho de todo, el miedo y el arrepentimiento lo invadían ¡No sabía qué hacer! Estaban atrapados y no podían salir. Lo intentó todo. Todo lo que pudo. Hasta adormecerse sus patas. La oscuridad inundó sus esperanzas. "... Perdóname". La peliazul, antes al fondo, se pasó frente a la rejilla, silenciosa en sus movimientos. Pensando. "Perdóname Hinata". No podía verla, no podía. No a sus siempre bellos y amables ojos. No en semejante situación que él la había metido. Después de tanto haber prometido protegerla, cuidarla hasta el final. Ella lo escuchó sollozar. Él escuchó un 'chasquido' agudo. "Perdó-".

Giró su cuerpo color amanecer de inmediato al oír la puerta de metal abrirse. Sus zafiros, impactados, fijaron la vista a su salvadora quien llevaba su expresión comprensiva y, tal vez, apenada.

Pero más hermosa que nunca para el Travieso -y lloroso- gatito.

"Di-Disculpame, es que no sabía que… No creí que estuvieramos en peligro al principio pero entonces cuando ca-caí en cuenta no sabía qué ha-hacer. E-Estabas llorando y me sentí, yo no ¡es decir! no podía dejarlo así, teníamos que salir y, bueno, no sé cómo pero abrí la puer-... Perdóname Naruto-kun, creo que te d-dejé s-solo en esto por momentos pero... ¿Va-Vamos?" Ronroneó cabizbaja, lamentando interrumpir el desahogo de las emociones de su pelirrubio y también el no haber reaccionado a tiempo.

Éste avanzó lentamente, proyectando cierto nerviosismo en la ojiperla. Pasó su vista de ella a el pestillo que había abierto con sublime inteligencia; más pronto que nunca tomó su cola con la suya, enredándose con firmeza, mientras sus ojos le contrarrestaban con una inmensa calidez.

Ella ahora es quien lo protegía.

Dejó caer la última lágrima, y volvió a su sonrisa. Su corazón latió agradecido, que de alguna manera se había perdido en sus recuerdos más oscuros, "¡Vamos-ttebayo!"

Salieron de su lugar de encierro sin embargo se encontraron con el camión de un eje en movimiento, con las enormes puertas cerradas y siendo los únicos animales ahí.

"¿Qu-Qué haremos ahora?" Maulló volteando a ver a su amado quien, para su sorpresa, también la miraba a ella esperando una respuesta.

"Bueno, no lo sé", comenzó a reír incontrolable, después de haber sufrido de unas desgarradoras emociones de impotencia, frustración y tristeza, ahora más que nunca se sentía renovado. "¡Tú eres la jefa!" Rugió cuál soldado, con su cola saludando en la frente.

Ella se alegró de su positivismo, así que como su primera orden mandó a que él la ayudara a pensar. El gato, con mucho gusto, empezó a observar todo: Esperando encontrar la salida.

"¿Hallaste algo?", cuestionó la gatita.

"No soy muy bueno en ésto", murmuró aún apenado, sacudiendose el pelaje, con la cabeza mirando a lo alto. Pero se quedó paralizado en cuanto visualizó, en el techo, una tentadora compuerta abierta dando incluso al brillo del día. "¡¡Ahí!!"

"¿Có-Cómo?", cuestionó desconcertada gracias al grito en maullido de su amigo.

"¡Es la salida! Sólo tenemos que subir esas jaulas y listo, ¡Sígueme!", maulló en lo alto y rodeandola con su cola amanecer la guió hasta llegar a lo alto de jaulas apiladas. "Primero yo", en verdad esperaba poder saltar y pasar a través de la estrecha abertura, sus patas aún estaban cansadas además que temía que su anchura y su altura fueran impedimento.

Lo peor que podría pasar en ese momento era quedarse atorado.

Tragando saliva, saltó y aferró sus garras a la superficie, se le dificultaba sostenerse. La Hermosa gatita jadeó, temía que no lograra sujetarse con suficiente fuerza. Lo llamó, dándole ánimos que, sin duda, dieron resultado: Naruto, al escuchar a su heroína, se impulsó con todas sus fuerzas, girando su cola; balanceándose.

Y en más rápido que un parpadeo, ya estaba arriba, en el techo.

"Hinata ¡Sube!" Por supuesto, si él lo había logrado, ella siendo la maestra de los saltos por su poco peso y grandiosa flexibilidad, lo haría mucho mejor que él.

La pantera se preparó y en un solo intento pudo estar junto a su querido blondo.

Ambos se sonrieron como dos tortolitos humanos y adolescentes que acaban de sobrevivir de una comida familiar con los suegros. Sin embargo, fueron levantados al aire y devueltos al techo del camión en un instante en cuanto este pasó un bache.

"¡¿Estás bien?!", Ella asintió poniéndose bajo su pecho. "¡Bajar de esto será complicado, pero no te preocupes lo he hecho antes! " El aire los ensordecía y el camión en movimiento tampoco ayudaba a tranquilizar a la felina. Arriba de ellos se prendió una luz roja, señalando a los automóviles que pararan. "¡Hinata! " El ojiazul trepó en el tubo del semáforo, haciendo la ojiperla lo mismo, testabilando. "Tranquila, sólo sigue mis patas", ronroneó al ver sus pupilas inseguras. Y a paso lento avanzó, volteando cada tres segundos hacia ella, quien lo imitaba con aún más lentitud y cautela. Estaba en demasía alto.

Sin embargo… Pronto sus temblorosas patas la hicieron resbalar y perder el equilibrio.

"Ah", no tuvo tiempo ni de gritar. Su pequeño cuerpo se inclinó en el aire, su espalda mirando al suelo.

"¡¡Hinata!!" Saltó hacia abajo de ella, amortiguando la caída de ambos contra el techo de un auto rojo que se había interpuesto en su dirección hacia el suelo. Gimieron adoloridos, aferrándose al techo del auto en movimiento. Se levantaron rápidamente como pudieron. "¡Es, Es ahora! ¡Salta Hina! ¡SALTA!"

Así lo hicieron. Ninguno tuvo tiempo para sentir miedo de ser atropellados por algún auto mientras saltaban, solo lo hicieron, llegando a la vereda estrepitosamente dando vueltas como bolas de boliche por el impacto.

Naruto gruñó, le dolía el cuerpo, y estaba seguro que a Hinata también.

Se enderezaron al ritmo, notando el pelaje color amanecer y el color noche del de enfrente, sucios:

"Naruto-kun, tú…", se abrazó a sí misma con la cola, sus perlas brillantes se escondían entre sus mofletes inflados. Es una cara que al ojiazul se le antojaba chistosa. De hecho, ella al parecer se reía de su aspecto.

"¿Qué? ¿Te estás riendo de mi?", ronroneó dramático, sacando a relucir su placidez del momento. La peliazul rió con más intensidad. "¿Es que no te has visto?", ahora fue él quien comenzó a carcajearse.

La melodía tintineante contrastaba con el ruido pícaro, pero igual se complementaban para hacer la canción perfecta.

Pronto dejaron la diversión al verse mucho más cerca, hasta casi rozar sus bocas de gato. Abrieron a más no poder sus gotas lavanda y cielo, y sus respiraciones se hicieron pesadas. Los bigotes de ella temblaban, la cola de él se movía nerviosa.

Naruto pensaba cuán bonita era aquella gatita frente a sus despistados ojos, aún estando sucia y desalineada, era más bella que todas las gatas de la ciudad juntas.

Hinata pensaba cuán atrayente era aquel gatito frente a sus tímidas pupilas, aún estando sucio y maloliente, era el más hermoso de todos los gatos, podía asegurarlo, aún si sólo había conocido a un par.

En plena tarde, sin percatarse de que los transeúntes podrían pisarlos mientras se mantenían admirándose en medio del camino, más cercanos y anhelantes sus corazones, se vieron interrumpidos.

"¡Naruto!" Los felinos se sobresaltaron y voltearon hacia quien los hubo llamado, "¿Ven? ¡Les dije que era él!", una despampanante gatita rubia y curvilinea se acercó trotando hacia la pareja, seguida por un gato rechoncho y otro fastidiado por los arranques de su amiga.

"¡Shikamaru, Chouji!", correspondió el susodicho, haciendo enfadar a la gata rubia.

"¡Ey, si fui yo quien te llamó! ¿Por qué a ellos los saludas primero?" Gruñó mordiéndolo con tan sólo la mirada.

"Qué pesada eres Ino", se quejó.

Hinata observaba todo expectante, ¿Y por qué negarlo? También muy nerviosa. Era su primera socialización con otros gatos - sin contar por favor a Toneri-. Además:

¡Eran los amigos de Naruto!

"Oye", La peliazul giró hacia quien la había nombrado, "Hinata ¿No es cierto?", la hermosa gatita afirmó con la cabeza al gato con la cresta. "Soy Shikamaru, él es Chouji y ella Ino. Y te compadecemos."

"¡¿Qué clase de presentación es esa?!" Encaró el rubio.

"Es verdad, Naruto-kun puede ser insufrible en ocasiones", agregó el castaño lamiendose sus redondas mejillas.

"Así que tú eres la famosa novia del bribón, eh". Lo más extraño de su comentario es que ni siquiera era una pregunta. Hinata enrojeció como tomate y Naruto lo hizo de igual manera. "Gusto en conocerte". Ronroneó, moviendo su cola en círculos; saludaba.

"Ino" Susurró en reprimenda su amigo. Sí que era problemática.

"U-Un gusto Ino-san", la peliazul la imitó. "Shikamaru-san, Chouji-san".

"Eres más pequeña de lo que imaginaba", maulló el último, inspeccionando curioso.

"Oh, ¿En verdad?" Cuestionó tímida.

"¡Claro que no! ¡Tú eres perfecta-ttebayo!", dijo mirando mal al gato y posteriormente sonreír embelesado a su amiga.

Hinata se sonrojó por supuesto.

El felino de la cresta suspiró divertido. "Creeme, ahora que te conocemos ya no tendremos que escuchar a Naruto mencionar lo maravillosa que eres cada tres segundos". La rubia y el gordo gato se carcajearon.

"¡E-Eso…! Eso no es verdad", Susurró lo último al verse atrapado en su vergüenza. Hinata lo miraba.

"Bueno, bueno. ¿Ya vamos a la fiesta o qué?"

"¿Fiesta?" Preguntó la peliazul a la hembra. "Creí que sólo íbamos a comer", Susurró ella a Naruto, provocando que se rascara el cuello con su cola.

"Lo es", insistió él.

"Si. Habrá una fiesta y comeremos también. ¿O es que no vendrán?"

"¡Por supuesto que sí!"

"Oh, pensé". Se notaba a leguas como ella solo lo había maullado para descarrilar al oji azul gritón.

"¿Qué esperamos?" Dicho esto, Shikamaru los guió hacia el domicilio de la bien llamada pandilla gatuna.

Durante el trayecto, Naruto siempre estaba a lado de Hinata, brindandole una sonrisa de vez en cuando, y una que otra vez se le acercaba en demasía, rozando sus suaves -y algo negros de suciedad- pelajes.

Los gatos presentes ante aquellas escenas no podían evitar darse miradas cómplices al saber lo acaramelados que estaban esos mininos.

Atravesando un laberinto de callejones de entre las casas y enormes edificios, en lo profundo, muy dentro, la hermosa gatita pudo vislumbrar las cálidas luces cegadoras que adornaban el lugar. Una montaña de basura que, con todos esos gatos tan agradables hablando entre sí, risas y maullidos felices por doquier; colores en todas partes iluminando sus pupilas; y olor a comida deliciosa…

Le mostraba el lado más bello de toda la ciudad.

"¡¡Eh, Naruto!!", se acercó un gato desaliñado con facciones atrevidas, "Que bueno que viniste, necesito que me entregues tu deuda. Ibiki está muy insistente con que apostemos una lata de atún en el siguiente pesca-treta". Terminó, no sin echar un vistazo a la felina que acompañaba al peli naranja.

"No tengo nada ahora, lo siento dattebayo". Maulló algo compungido.

"Oh, está bien", dijo sin muestra alguna de estar triste, de hecho, sonreía. "¿Eres nueva, linda?". Naruto puso mala cara de inmediato a la par que la peliazul se sonrojaba tenuemente, a punto de responderle.

"Ni lo sueñes gato" . Meneó Ino, haciendo suspirar a su amigo azabache. Le susurró al atrevido: "Es la novia del estreñido".

"¡Ah! Entonces eres la famosa Hinata".

"E-Em, sí".

"Woah, ahora sé porque Narutonto se empeñó tanto en que te encontráramos aquella vez", rió sin que la molestia del blondo fuera un obstáculo.

Como pudieron, se escaparon de esa interrupción algo fuera de lugar, pero pronto la curiosidad de cada gato que pisaba el callejón los hacía detenerse cada dos pasos.

Ino maullaba a los cuatro vientos, como si fuera asunto propio de ella, que Hinata era pareja de Naruto, y ambos no podían evitar no reaccionar ante sus alaridos… Aunque está de más decir que no se quejaban.

Conoció a su buen amigo Gaara, al parecer era alguien muy importante dentro del clan gatuno, y muy amable sin duda. También saludó a un minino bastante enérgico que admiraba en demasía al oji azul, Konohamaru, junto con una rarísima felina llamada Anko, que adoraba los 'Dangos'. Le daban ganas de probarlos.

"Naruto es muy hablador, pero sí que me ha reservado de conocerte", maulló amable uno de sus amigos.

"E-En realidad creo que fueron las cir-circunstancias, Nagato-san". Expresó con fluidez, y muy entusiasmada por el honor de estar ante su presencia: "E-Él me ha contado de usted, aunque nunca dijo que su hermano vivía aquí", concluyó con una enorme sonrisa que no hizo más que extrañar al pelirrojo.

"Eh, disculpa, ¿Te refieres a mi?"

"S-Sí, ¿O acaso no es usted su hermano mayor?" Preguntó más perdida de lo que ya se sentía. Entonces, entre el tumulto de gatos que estaban esperando por conocer a la bonita gatita que hubo entrado a su vecindario; salió Naruto en escena.

"¡Oh no, Hinata! Él no es mi hermano. Es solo un amigo que se llama igual que mi hermano", aclaró sorprendiendo al par de felinos.

"¿E-En serio? Si, Si es así; perdóneme, al parecer lo confundí", chilló apenada.

"No te preocupes, está bien. ¿Pero sabes? Ahora gracias a ti me entero de esta coincidencia. Yo cuando era apenas un minino también tenía un hermano menor llamado Naruto", anunció como si nada.

"¡¡¿Lo dices en serio-ttebayo?!!" Rió a todo pulmón, "Al parecer tenemos mucho más en común de lo que yo pensaba", lo abrazó con su cola y el otro asintió arduo, proponiendo que un día debían contar las anécdotas de sus respectivos hermanos.

Empezaron a reír ambos aludidos, como si aquellas 'coincidencias' los hubieran unido aún más.

No sólo Hinata fue a la que se le pusieron los ojos en blanco, sino todos quienes los rodeaban. Creía que su amado era despistado pero… Bueno, al parecer es una característica de familia.

Conoció a un pez bastante grosero, pero sin duda se notaba que tenía un bonito corazón guardado para su captora. También a la paloma amiga-enemiga de Naruto, Sai, pareja de Ino, era algo raro pero le agradaba. Saludó a un gato que le hizo recordar a su padre, Neji, que por esto mismo no quiso detenerse demasiado a mantener una conversación que pudiese resultar incómoda para sí misma.

Aún cuando Naruto-kun comenzó a presentarla ante sus compañeros, ella poco a poco se fue despegando de él, desenvolviendose con los demás por cuenta propia. Eso al tigre le hizo más que feliz.

Ver la confianza con que ella estaba viendo ese lugar, lo hacía sentir así. Tal vez incluso Hinata pueda considerar ese lugar su segundo hogar.

Tal cual lo era para él.

Hinata aún se mostraba bastante nerviosa por tanta atención y tanto gato preguntando por ella. Aún con eso, no le quitaba la alegría que sentía por conocer a tanta gente nueva.

Cada que hablaba con uno, sentía la necesidad de agradecerles por haberla buscado de manera tan persistente, claro gracias a que Naruto era su amigo, pero igualmente… Se tomaron la molestia.

"Gra-Gracias por haber ayudado a Naruto-kun a encontrarme", inclinaba la cabeza, respetuosa, cada que se presentaba.

"¡Ah, no fue nada!", maulló el azabache con energía, levantándose en dos patas, "¡Además, un amigo de Naruto es amigo nuestro! ¡Y hacemos lo que sea por nuestros compañeros con una llama que nos une!" La ojiperla casi se desmaya por tanta impetuosidad de aquel gato.

"Disculpalo, él es demasiado explosivo", contestó un peli plateado, quien la detallaba divertido. "Debe ser esto muy nuevo para ti, ¿No es así?". Hinata sabía a qué se refería. Es decir…

¡Estaba escrito en todo su rostro!

"Sí. Pero m-me es muy agradable el cambio", contestó tan pequeña como linda.

Kakashi sonrió más. "Eres exactamente igual a como te imaginaba".

"¿En s-serio?", ronroneó cohibida la pequeña gata después de un silencio.

Él asintió: "No todos son lo que aparentan… Naruto por ejemplo, llega a ser muy maduro y protector, de alguna manera por ello la pandilla confía tanto en él".

Instintivamente, ella volteó a ver al susodicho que estaba platicando con sus amigos. Sólo podía escuchar un "¡No conocía ese lado de ti!" y otro riendo "¡Ay no nos des sobras! Al menos dame un besito~" y su rubio gritando "¡Cállate Kotetsu, y deja de joder!".

En realidad, no entendía cómo se relacionaba su apariencia y la forma de ser de Naruto. Aún así, no objetó nada.

Los gatos se empezaron a acomodar en un enorme, y amontonado, círculo. Noche de fiesta, noche de festín.

Naruto y Hinata se sentaron juntos. Algunas y algunos gatos quisieron estar a lado de Hinata por lo que comenzaron a tener una pequeña riña entre ellos. La solución que se dió fue que el pez de Karin se quedara en la posición peleada.

Todo estaba muy animado, más de lo que se acostumbraba. La llegada de la novia de su hiperactivo compañero había levantado su excusa para celebrar, haciendo los humos volar y la alegría expandirse.

"¿Cómo te ha parecido?" Le preguntó una vez comiendo.

"Muy bien… Tus amigos son fantásticos, han sido todo el tiempo amables conmigo", contestó y él notó el brillo en su mirada. "Me alegra que los tengas y me alegra compartir este momento contigo, Naruto-kun".

Él la observó atónito. Ella era tan hermosa, tan maravillosa, tan bondadosa, tan, tan…Tan ella.

Ella siempre le había demostrado cuánto le importaba, cuánto lo apreciaba, con simples maullidos o con sus sensibles gestos. Y él por supuesto que lo sabía, pero ahora lo veía más claro, más correcto: Hinata en verdad lo quería, no sólo como un compañero de hogar o un amigo… Lo quería como un gato, como una hembra a un macho. Ahora podía ver nítidamente su retraimiento, su nerviosismo cuando él estaba cerca, su brillo cuando estaban juntos.

Ahora lo entendía por completo.

¡Quería llevársela! ¡De ahí y ahora!

Gracias a su conciencia haciéndose presente, se reprimió; en donde lo más que pudo hacer fue rodear su diminuto y tierno cuerpo con su cola, pegándola a él.

Hinata se espantó con su arrebato, y le preguntó con la mirada siendo respondida por la intensa -y de repente peligrosa- de la suya.

"Solo espera un poco más", pensó el rubio para así, dándose fuerzas. Hinata también lo rodeó con su cola.

"N-Na-..."

"¡Hinata-chan, cuéntanos! ¿Cómo ha sido estar con alguien como Naruto cada día de tu corta vida?" Burló la rata Kankurō, que comía como una auténtica… Rata.

"P-Pues estar con él es de lo me-mejor del mundo".

"¡Hinata-san! ¿Alguna vez le han dicho que es irremediablemente tierna?", gritó el gato anaranjado, Yahiko.

"E-Eh, bueno…"

"¡Señorita Hinata, que mis ojos se sobresaltan, pues yo imaginaba, que era más alta!" Rapeó el gato manchado, muy amigo del blondo.

"Es lo que m-me han dicho". Todos: pensó para sí con algo de pesar.

"¿Desde cuándo conoces a Naruto?" Hizo aparición la paloma.

"Creo que desde hace cuatro años".

"¡Lo hubieras visto llorando por ti como un minino cuando te le desapareciste!" Carcajeo uno junto con otros, que le daban la razón.

"¡Cállate Konohamaru, tú si que eres un minino!" Rugio el avergonzado tigre, sabiendose observado por su pantera con pupilas comprensivas.

"¿Cómo son sus amos?" Indagó un gato con un pelaje muy parecido al de Naruto, pero negro, con algunas cicatrices en la cara y con un solo ojo.

"S-Son muy buenos con nosotros. Se llaman Sakura-san, Sasuke-nii y Sarada-chan".

"¡Te ha encantado éste lugar! ¿A que sí?"

"Sí, me ha encantado conocerlos a todos. En verdad, son ge-geniales".

"¡No seas modesta Hinata-chan! ¡Sabemos que todos aquí somos unos locos sin remedio!" Maulló una gata con melena rubia que le tapaba un ojo… Que por cierto no era gata.

"No todos somos así, Deidara". Refutó otra rubia que se veía en sus cabales, se encontraba muy confortable acostada en el regazo de Shikamaru.

Los gatos empezaron a hablar cosas en contra de otros. Era casi incomprensible. Se lanzaban las sobras de pescados o latas de atún mientras sonaba música de la tele de Kakashi.

Ante tanto barullo Hinata sólo pudo quedarse estática en su lugar, admirando el campo de batalla. De repente sintió el toque de Naruto, volteó a verlo y se dió cuenta que quería llevarla a alguna parte. Hinata lo siguió, en silencio y pasando demasiado desapercibidos, a tal punto que parecía que estuvieran escapando.

Subían de entre la basura hasta trepar por una que otra casa. Ya era completamente de noche, se veían las estrellas y también las luces de casas y edificios. La música y el alboroto se escuchaban aún desde arriba.

Estando en el techo de una las casas, Hinata se preguntó qué le habría pasado por la mente a Naruto para fugarse y estar en un momento a solas. ¿Es que el punto no era convivir con sus amigos?

Pronto, visualizó una tenue luz que alumbraba levemente a una limpia y detallada cobija, se notaba realmente fina, junto con un plato blanco vacío y unas flores lila a lado.

En verdad se veía un sitio íntimo, y rápido se percató que Naruto le había hecho aquel detalle. Su corazón se enterneció. Este era el clímax de la parte cariñosa y amorosa de su amado quien poco a poco, y de manera gradual, ha ido manifestando abiertamente.

"Naruto-kun, tú…", él la miró deseoso de escucharla, "Tú hiciste esto… ¿Para n-nosotros?"

"Si", contestó jovial y a la vez con un tono que hizo temblar el alma de Hinata, "Yo… Desde hace tiempo que me he imaginado algo así. Es decir… Estar solos y… Y Tal vez, no sé, ver la ciudad, o las estrellas, o hablar o bailar o ¡Por cierto, te tengo algo!" Hinata esperó en su lugar, sobre aquella manta fina, mientras Naruto iba y venía dejando en el plato uno que otro animalejo como regalo. "Los cazé para ti".

"Gra-Gracias", a Hinata le latió veloz el órgano vital, y su nariz se sonrojó.

"¿Sabes? Sai e Ino me ayudaron. Yo… Bueno, quería hacerte algo especial". Así que esa era la sorpresa.

"¿Sí?" Ninguno de los dos notó como ella se acercó instintivamente más a él, anhelante de sus ronroneos.

"Quería que éste día fuera perfecto para ti". Aunque realmente se había distanciado mucho de ello: Casi los aplastan vilmente, niños a montón que además los asfixiaron y tocaron sin contemplación, los habían secuestrado y estuvo seguro en ese momento de vulnerabilidad de que iban a morir -sin mencionar que Hinata había visto el peor lado de él-; el que se rendía, el que se asustaba y el que se sentaba a llorar tan impotente cual minino como había dicho Konohamaru. Sin embargo a esas alturas eso ya no importaba, no cuando su querida amiga le había recordado que no todo depende de uno mismo, que siempre hay una manera, que sería fuerte junto a ella y no el único. "Y es que en realidad yo he sentido que tú ¡Que yo! ¡Nosotros! Hemos cambiado o… Sí, cambiado." Hinata apreció como Naruto movía su cola irregularmente y sus orejas se encogían y se alzaban en cada oración. "Desde hace tiempo que yo… Que yo he querido esto".

"¿Que-… Querido el qué, Naruto-kun?", ronroneó melodiosa y él no pudo despegar sus zafiros de su bonito rostro nocturno.

"Esto." Ronroneó igualmente sintiendo su pecho arder. "Que he querido, que yo te he querido, que yo…", La hermosa gatita se quedó sin respiración. Era la primera vez que se lo decía con palabras. Naruto sólo acarició ese momento, a ellos, a Hinata, que estaba preciosa con sus ojos lila de enamorada y su rosada nariz de tímida, su suave respiración de deseosa y sus hipnotizantes maullidos de sirena…

La quería, ¡La quería tanto! Que era imposible despegarse de ella, era imposible evitar las sensaciones que ella, y sólo ella, le producía. La quería en demasía, la quería como un gato quería a una gatita, con ternura y ferocidad, con lentitud y rapidez, disfrutando el momento e imaginando el futuro. Ella era su ser favorito en todo el mundo, con el pasar de los años se fue convirtiendo en eso. Y él quería, ¡Lo ansiaba con todo su corazón travieso!, que ella sintiera lo mismo, ¡Que sintiera que su lugar favorito siempre sería en el que ambos formaban! ¡Que los ocho años humanos que les quedaba por vivir, los pasarían juntos! ¡Que siempre serían una familia! ¡Que su cariño sólo crecería! ¡Y que, que…!

"Que te amo".

Hinata, totalmente estática, sintió deseos de volar, de hacer explotar todo lo que sentía en su interior al escucharlo maullar esas palabras.

El tiempo se detuvo para ellos. La música a todo volumen de la tele no se escuchaba, sus corazones no palpitaban, sus cuerpos no se sentían. Era tan diferente a aquella noche llena de disculpas pero a la vez tan parecida, pues se estaban confiando por completo sus corazones.

No había nada, solo ellos dos.

Y esa canción de sus corazones los fue atrayendo, suave y lento, bajo las estrellas, flotando sobre sus sentimientos y emociones entremezclados, se acercaron, el alto Travieso gatito y la tierna Hermosa gatita, recordando de repente los momentos que habían formado juntos, desde que fueron unos mininos hasta el trayecto en que los hizo adultos que había sido tan rápido y fluido como lo son sus vidas propias. Rozandose sus bigotes anhelantes, sus narices mojadas, brillosas y sus pupilas escondidas en párpados, sus tiernas bocas de gato se tocaron dándose al fin un precioso beso.

No había necesidad que Hinata maullara sus sentimientos hacia él, pues para ambos estaba más claro que el agua.

Hinata nunca lo había sentido tan suyo, ni cuando le observaba atenta a escondidas, ni cuando se enredaban de manera cariñosa sus colas, ni cuando él dormía, tan vulnerable, a lado de ella, ni cuando le había robado aquel beso nocturno.

Naruto nunca la había sentido tan hermosa, ni cuando la admiraba en secreto e intensamente de noche, ni cuando soñaba despierto con ella, ni cuando la abrazaba, ni cuando ella estaba con Sarada, ni cuando ella lo había besado aquella noche mientras él fingía dormir.

En la oscuridad de la noche, sus siluetas se separaron, pero aún seguían siendo uno.

Se quedaron juntos, ahí, en medio de todo, hasta que amaneciera; tal vez, no sé, viendo la ciudad, o las estrellas, o bailando o hablando o algo.

_... _

Otro lindo domingo de invierno, en donde toda la familia Uchiha se reunía a pasar el rato; para ver a la pequeña Sarada empezar a caminar y a decir balbuceos conforme la situación.

-Sarada- Con su característico tono hosco y varonil, el adulto hizo gestos con las manos con el fin de llamar la atención de su hija quien, levantada en tanto recargaba su peso en una pequeña mesa con sus manos regordetas, mira en su dirección y al otro, en donde estaba su progenitora. - Ven conmigo, ahora-.

Si ella se encontraba con su calmo y sereno padre, se refería a él como su 'dada' cada vez que tenía oportunidad de jalarle sus mechones azabaches y pellizcarle su afilada nariz Uchiha, provocándole unos cuantos bufidos y miradas impacientes.

-¡No le hables como con Hinata-chan! ¡No es una gatita, por todos los cielos Sasuke-kun! - Su esposo le hizo una cara de pocos amigos, por el simple hecho de sacar a relucir su punto débil: El no saber cómo hablarle a su bebé. Mientras tanto, ella lo ignoraba intentando atraer la atención de su hija. - ¡Sarada~! ¡Tu mami te dará un premio si vienes con ella! -

-¿Qué clase de incentivo es ese? - Gruñó con cierta diversión hacia la trampa que había utilizado la pelirrosa contra él. - Más bien es soborno tipo Naruto-.

Si Sarada estaba con su alegre y espontánea 'mama', se hacía bolita en sus piernas, como si imitara al minino de la casa, mientras comenzaba a morder los delgados dedos de mujer de su madre intentando rascarse las encías que tanto le comenzaban a picar.

Sakura ya estaba lista para recibir a su niña, hincada y con sus manos bien extendidas, aún cuando ésta estaba claramente más que dispuesta a caminar hacia su padre.

Fue entonces cuando sintió algo peludo rozar sus palmas, viró hacia abajo y se topó con un Naruto acariciandose así mismo a costa de ella.

"Sakura-chan, rascame".

Y Sakura tuvo que recoger toda su compostura cuando su brazo fue rasguñado con anhelo por el necesitado de atención, dejando marcas rojizas y ardientes. Respiró hondo.

Muy hondo.

-Naruto, este no es el momento de darte amor. - Anunció entredientes, deseando por un momento que se escapara como tantas veces ya lo había hecho con Hinata a quien sabe donde de la ciudad.

Que por cierto, aquella primera vez que se habían - por así decirlo- escapado juntos a la calle, casi les había dado un paro cardíaco a ella y a Sasuke al no encontrarlos desde el mediodía: estuvieron llamando a centros de animales por si los habían hallado con sus placas, pero nada. Y al día siguiente, después del amanecer, sintieron una mezcla entre alivio y cólera al verlos tan normales en el apartamento. "Tu gato le está pegando sus manías a Hinata. Y no respondo por él si ella vuelve con un sólo rasguño", fue lo que le dijo su esposo cuando se repitió el suceso.

Y no es como si pudiera refutarlo. Pero prefería mil veces que sus dos gatitos saliera juntos y con collar a que Hinata saliera con otro gato desconocido y sin collar.

El pelirrubio se quejó cual minino cuando su ama lo apartó del camino.

-Sarada, ven-

-¡No Sarada, ven conmigo! -

-Sarada-

-¡Sarada-chan!-

"Uh", el pobre felino, deprimido, se encaminó hacia una peliazul recostada en su cama, sonriendo comprensiva.

Él se acostó a su lado, haciéndose pequeño - tanto como ella -. Hinata tímidamente empezó a lamer su cabeza peli naranja.

"Está bien, está bien". Como si fuera un cachorro, se dejó guiar por sus ronroneos maternales, aquellos que tanto le profería a Sarada y que tanto le celaba por no ser él quien los recibía. Y que desde ahora, Hinata podía darle cuantas veces quisiera.

"Sakura-chan definitivamente se olvidó de mí".

Hinata ya no envidiaba la adoración que su amado le declaraba a su ama, porque sabía la diferencia que había de lo que él sentía por Sakura y por ella. Sobre todo cuando él le hubo contado su historia con la pelirrosa, hace tiempo.

Hinata, siendo su pareja y mejor amiga, le apoyaba en su relación mascota y ama, lo consolaba cuando la señora Uchiha estaba al pendiente de su hija, además que le daba ideas para… Reconquistar a la pelirrosa por así decirlo.

"Ya verás que no. Sólo… Deja que le gane a Sasuke-nii y ya estará dispuesta a atenderte", le besó nuevamente, refiriéndose a la batalla campal a favor de quien escogería su pequeña ama.

"Sí, tal vez tengas razón". Él le devolvió el triple de besos en su bonito rostro y Hinata no pudo sentirse más querida.

Se quedaron así unos momentos más, en tanto escuchaban el barullo del matrimonio Uchiha.

"S-sí gustas… Yo puedo rascarte".

A Naruto se le iluminaron sus ojos, saltó desde su lugar haciendo reír a su amada.

"Claro dattebayo".

-Sarada-

-¡Sarada! -

-Ven con papá -

-Vamos, vamos~-

Sarada, no les prestó atención ya. Con su mano en la boca, caminó hacia los gatitos recostados en el lecho lila, causando los bufidos indignados de los Uchiha.

Si la pequeña se encontraba en el suelo, a lado de los felinos de la familia, jugueteando con sus colas, persiguiendolos alrededor de la sala y reír indiscriminadamente por alguna acción de estos… Los llamaba sin parar 'Inada' y 'Dode', ese último como una distorsión del sobrenombre que su progenitor le dio al gato peli naranja.

La pequeña de un poco más de un año, se hincó e inmediatamente echó su cuerpo para adelante dejándose caer sobre los pobres gatos. Como Naruto estaba en la orilla fue quien más sufrió del peso de su ama, sacándole casi por completo el aire. Hinata sólo se quejó en maullido. Y Sarada se abrazó a sus suaves peajes, dispuesta a dormir otra vez.

_... _

"Shikamaru… "

"¿Qué pasa?" Contestó somnoliento al llamado del peli plata, quien hace segundos estaba recostado boca arriba junto a él hablando de los problemas habituales en la ciudad, recargando sus espaldas en un colchón tirado de otro callejón algo apartado del hogar de la pandilla.

"Mira al frente".

Y así lo hizo, maldiciendo al tener enfrente la respuesta de por qué Kakashi hubo maullado tan serio.

-Diles a todos que vengan- Maulló bajo, con sus pupilas atentas y precavidas. Kakashi asintió y acató.

Aún cuando la pandilla se dirigía sola en un equipo conjunto y sin tener un líder oficialmente nombrado, todos absolutamente sabían realmente que Shikamaru junto con su hermano político mandaban allí. No sólo por su inteligencia y fuerza respectivamente, sino por la intuición de ambos ante situaciones que pudieran rebasarlos.

Como ésta, por ejemplo.

"Miren a quien tenemos aquí", ladró a sus amigos con sorna el más bobo."Es el gato que nos quitó nuestro hogar".

"Sí, él y ese tal Gaara", confirmó uno más viejo que salivaba hasta deshidratarse. Al parecer tenía rabia. "Junto al loco del peli naranja", y probablemente el que más causa problemas, pensó para sí.

"Pero ahora está solo y apartado de los suyos".

"Si, y aunque llames a tus amiguitos no nos importará, de igual manera te vamos a descuartizar."

Los tres canes se carcajearon con pasión hasta el punto de ser completamente vulgares, mientras el felino estaba serio y aparentemente calmado.

"Bueno, para fortuna de tu horror, es demasiado pronto para matarte…", gruñó con buena cara, resaltando una que otra cicatriz en su piel, acercándose aún más a Shikamaru. "Sólo espera gato. Tú y los tuyos se arrepentirán de la humillación que nos hicieron". El oloroso can resopló cuando su negra nariz estuvo a centímetros de la del ojinegro, como si le blasfemara con aquella acción. El gato de la cresta no se inmutó, permaneció firme y sin dar iniciativa de responder ante su provocativa. "Y este territorio volverá a estar bajo el control de nuestro líder".

"No estén tan seguros". Maulló con su aparición el gato color sangre, con solemnidad y una sutil fiereza, tal cual se esperaba del líder no declarado de la pandilla, haciendo estremecer a los perros por la profundidad de sus ojos aqua, siendo acompañado por todos los gatos del clan.

Shikamaru pudo respirar, empero no quitó su postura defensiva.

"Uhmm después de todo si vinieron", murmuró uno de los invasores.

"Váyanse ya si no quieren problemas", maulló por fin Shikamaru y en apoyo sus compañeros gatunos que sisearon al unísono.

Los canes bufaron y se fueron… No sin dar su advertencia:

"Volveremos. Más les vale estar preparados, el mismo Madara vendrá a recuperar lo que siempre fue suyo", Gaara y Shikamaru se quedaron en sus posiciones, dando la orden silenciosa a los demás de no hacer algún tipo de acto que los terminara perjudicando. Esperaron a que los canes dieran la vuelta y siguieran su camino, sin embargo unas palabras hicieron que el mismísimo Shikamaru fuera el primero en desobedecer su propio mandato de no intervención en cuanto el perro regresó su mirada y ladró sonriendo: "He oído por ahí que Asuma anda muy feliz bajo tierra. Me lo saludas… Shika".

_... _

Hinata actuaba sumamente extraño.

En la sala de estar, Sakura estaba atenta a cada movimiento de su bebé que comenzaba a levantarse por sí sola, intentando caminar hasta el sofá. Se enterneció, junto con su esposo, hasta que una bola negra le hizo apartar la mirada la cual inmediatamente se volvió asombrada.

Todos, absolutamente, lo notaban.

Se removía inquieta. Iba para todos lados de la casa, trotando, como si tuviera que hacer algo importante. Su cascabel no paraba de resonar en sus oídos. Estaba tan… Enérgica.

Poco después se dio cuenta que Sarada había parado de caminar. Se había sentado en el suelo nuevamente para, al igual que sus mismos padres, observar el recorrido que hacía la gatita alrededor de ellos.

Sus ojos brillaban.

Al fin, Hinata se detuvo, sólo para subir a las piernas de su amo y comenzar a admirar su rostro. Sasuke, confundido, la miró también. La acuosidad que protegía las pupilas de su gatita denotaba una clara necesidad en su físico. Como si realmente quisiera decirle algo. Desesperadamente.

Lo miró con tanta intensidad que llegó un momento en el que se preocupó en demasía. ¿Qué le ocurría? ¿Estaría enferma? ¿Le dolería algo? Parecía como si ella estuviera a punto de llorar.

Se frotaba contra todo lo que encontraba.

De repente, Hinata se había bajado del regazo de su amo. Siguiendo con su recorrido. Sin embargo, para sorpresa de los adultos, ahora ella estaba pegando su pelaje, haciendo fricción en las paredes de la casa así como con el sofá y el suelo. Como si tratara de quitarse una picazón del mismísimo infierno.

Sus ronroneos eran dolorosos.

Sakura jadeó al escuchar a la normalmente callada y mansa Hinata, ronronear a todo pulmón cada cierto tiempo. Frustrada y adolorida. Intentando callarse a sí misma. Eran gemidos lastimeros en forma de maullidos.

Veía, al igual que su esposo y su curiosa hija, como de vez en cuando se tapaba el hocico con sus patas, o escondía los sonidos que vociferaba metiéndose debajo de la alfombra o del mismo sillón.

Pero más importante aún…

"¡Hinata~!", llegó, todo campante y juguetón, el blondo. Anunciando su llegada. "¡No creerás lo que acabo de encontrar en el ropero del Sasuke-Teme!", siguió, ahora en frente de ella, sin percatarse de sus movimientos erráticos mientras hacía sonidos agudos al restregarse contra el muro. "¡Tachan!", tomó con sus dientes una gorra de invierno azul marino y, con su cola, se la puso en su lomo anaranjado. "¡Un nuevo abrigador de espalda! Ahora puedes ponertela cada vez que te duela, así te sentirás mejor dattebayo. Ni siquiera sé por qué no se me ocurrió antes ¿No es genial, Hina?". Miró en la dirección de su amada, con sus grandes ojos azules, que ahora estaban curiosos por las acciones de la peliazul… Quien no lo escuchaba. "¿Hinata?". La oyó decir algo, pero no entendió. Así que se acercó. "¿Qué haces?"

La ojiperla, en un solo parpadeo, se dispuso a seguir caminando, sin decir maullido alguno. Naruto la siguió. Y ella comenzó a trotar, distanciandose más de su amigo. Él hizo lo mismo. Y Hinata corrió. Y él ojiazul, más confundido aún, la imitó.

Estaba huyendo de Naruto.

"¿Qué sucede Hinata?", sólo podía apreciar su bonita cola perdiéndose a cada esquina del sofá -ya que corrían rodeandolo -.

"N-Nada… So-sólo n-no me sigas". Exclamó con dificultad, totalmente avergonzada de su situación.

"¿Pero por qué?", cuestionó entre preocupado y risueño, pues creía que estaban haciendo una especie de juego.

"Po-Por favor, no lo hagas".

"¡No entiendo! ¿Por qué te alejas de mi?"

Llegó un punto en donde Hinata, en lugar de seguir escapando rodeando la sala sin parar ante la incrédula mirada de sus amos, ella saltó en donde estaban ellos y, sin dudar, se adentró en la blusa de Sasuke, protegiendo su cuerpo turbio en su regazo, lejos del gato.

Naruto no se había percatado a donde se había ido su amada. Buscó alrededor de la sala de estar, escuchando en murmullos a Sasuke y a Sakura. No les prestaba atención realmente.

- ¿Está es la segunda vez que le ocurre desde que nos casamos, cierto? Dos veces en tres años. Es bastante extraño, a una gatita normal le da con mucho mayor frecuencia-

Su marido asintió.

-Si -. Afirmó, seguro de haberlo recordado. - Es raro. Jiraya dijo que se debía a su problema de cadera y una especie de desconexión hormonal, o algo así, no sé, tú sabes mucho más de cuestiones médicas -. Recordó la primera vez que le sucedió, aún vivía solo, y fue horrible ver a su gatita tan desesperada hasta el punto de sollozar en maullidos. Recordó que le había dado tanto miedo que se vio obligado a ir con el veterinario.

-Si, bueno, no soy veterinaria, pero sé a lo que te refieres-.

El moreno acarició a la temblorosa gatita por encima de su prenda. Gruñó al sentir sus tiernas garritas rascar su pecho. La volvió a sobar para relajar un poco su incomodidad de calor.

Naruto, en un instante, percibió un olor, uno dulce y con una intensidad sutil del que apenas pudo notar hasta ahora. Siguió ese olor y lo llevó, justamente hacía donde su amada se escondía.

"¿Hinata, estás bi-... ? ¡Oye! ", soltó un maullido de protesta al ser apartado hostilmente por Sasuke.

-Hazte a un lado. - Exclamó con la mano en la cabeza de su rival- Está sensible. -

Ahora fue Naruto el que gruñó. Se sintió más confundido ¿Por qué ella rehuía de él? ¿Y por qué buscaba protección en Sasuke? ¿Y de qué estaba sensible?

El blondo, con notoria molestia, retrocedió hasta toparse con las piernas de su ama, la cual sonreía de una forma algo rara. Ella le acarició las orejas, como si lo reconfortara. Entonces el tigre enfurruñado, ahora alejado de aquello que movía irregularmente la blusa de Sasuke, maulló:

"Hinata… ¿Qué pasa-ttebayo?"

Ella no respondió. Y eso lo desanimó terriblemente. Parecía que no confiara en él. Al menos sentía las caricias tranquilizadoras de Sakura. Y cuando Sasuke comenzó a sobar con su brusca mano el bulto tembloroso, se sintió peor.

Pero fue entonces cuando el maullido entrecortado de su querida interrumpió su sentir.

"L-Lo lamento." las orejas del gato se alzaron esperanzados, atentos a lo que ella decía. "Es que, y-yo…", casi no podía escucharla. Así que tuvo que acercarse más de lo debido, ganándose una mirada asesina del moreno. "No me siento bien".

El felino asintió con cautela. Como si realmente entendiera lo que le sucedía, aunque estaba claro que no era así. Olisqueó ese dulzor en el aire de nuevo.

"Es… ¿Es por algo que hice?"

El rostro gatuno de Hinata era todo un poema. Rio bajo, cerrando sus párpados. Y lo miró de vuelta. Con brillo turbio. Ella negó.

"No", la felina controló la inmensa necesidad de acercarse a él, y aferrarsele. Lo deseaba. "E-Es otra cosa".

Naruto asintió nuevamente, ahora con una sonrisa.

"Ven". Ronroneó y seguidamente se bajó del sofá, regresando la mirada, en espera de que Hinata siguiera su acción. Y ella, un poco insegura, lo acató.

Naruto pudo oler con más intensidad aquel aroma dulce en cuanto se acercó. Y aún cuando resultaba embriagante, lo ignoró, volviendo su atención a su querida que al parecer sufría por algún objeto desconocido para él.

Con comprensión le besó su mejilla, mojando levemente sus bigotes. Y se apartó lo suficiente, dándole espacio. Hinata se sonrojó por su acto, y le agradeció inmensamente. Temblorosa.

Naruto le hizo caminar, calmando sus nervios, hasta donde Sarada se encontraba. Él sabía que de alguna u otra manera cuando Hinata estaba con aquella bebé, cambiaba drásticamente su estado de ánimo. Lo mejor fue que su plan:

Funcionó.

Sarada acarició con sus diminutas manos a la gatita, mientras jugaba con su cola. Y la peliazul correspondía, serenandose en el proceso.

El peli naranja se inquietaba mucho más al estar cerca de su compañera, sentía la necesidad imperiosa de pegarsele y de darle mucho amor, pero logró contenerse y únicamente concentrarse en velar por el bienestar de su Hinata.

El matrimonio sólo pudo admirar toda la historia.

-¿Aún crees que no tendrán mininos? -

Sasuke rechinó los dientes.

...

..

.


Cuando me tardo más en escribir, el resultado es mejor. Aún así, es un fastidio.

¡Muchas gracias por seguir apoyando esta historia! sus comentarios me impulsan a esforzarme aún más y me dan momentos muy bonitos de alegría.

Me gusta pensar que a ustedes les pasa lo mismo con la historia.

Cuidense.

.

.

Meimoon21: Que curiosa la historia de cómo llegaste aquí jeje. Me da mucho gusto.

Blue-Azul-Acero: ¡Que bueno que andas por aquí! En cuanto a lo de Sasuke y su reacción... Pues, a ver que te parece, de hecho estará al principio del siguiente cap. Jeje. Esperalo y juzgalo cuando llegue :-)

Kaede xerxes: ay, horrible que suceda eso. Espero en esté cap. La red no jugue en tu contra.

LiviNike: Se escucha como un amor peligroso y prohibido :O

Naruhinagruvia: si, es feo que la anatomía gatuna los haga sufrir cuando se aparean. Ojalá no les duela demasiado a los protas de esta historia.

Linilly: Me too :-( perdón por la tardanza.


¿Cómo es posible que este cap lo tuviera listo, pero que al momento de editarlo y corregirlo "minimamente" me tardara una eternidad?

Pienso que me gustó igualmente como quedó.

Espero al siguiente tener una racha de creatividad.

2/04/2021