Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es completamente mía, queda prohibida cualquier adaptación. Todos los medios de contacto se encuentran en mi perfil.


Victoria. Es Victoria.

Todavía mantiene un andar felino y un rostro perfecto. Su piel nívea resplandece a la luz de la luna cuando sale de entre las sombras. Me mira con un deje de burla y socarronería.

—Un concejo. No vuelvas a salir sola. —se burla— ¿No sabes que hay peligros que solo esconde la noche?

No le respondí. En cambio, seguí mirándole. Muerta de miedo y al mismo tiempo, encantada.

Lo sé, suena retorcido, pero ella era la prueba viviente de que yo no estaba loca. Edward, los Cullen, los vampiros, todo. Había veces que dudaba de mi propio juicio, constantemente.

—¿Te comieron la lengua los ratones, Isabella?

Trague en seco y jadeé en un intento por hablar. El dolor y la falta de aire no me lo permitieron.

Victoria inclino la cabeza, mirándome con sus ojos rojo rubí. Inyectados de sangre. Lo que indicaba que no hace mucho había cazado y se alimentó. Se alimentó de humanos.

—Bella, Bella, Bella. —canturreó mi nombre— ¿Pero dónde está tu vampiro de brillante armadura?

¿Qué pasaría si le decía que me había abandonado? ¿Qué me tiro como vil basura sin valor alguno? Victoria no venía como una visita amistosa.

Maldición, me había echo chocar y caer contra el piso.

Quería lastimarme.

Ya lo había hecho.

Y ahora mismo, estaba jugando conmigo también.

Eso hacen los vampiros, usar a los humanos como su diversión.

—Espera, lo adivinare. —golpeteo su barbilla con su dedo índice— Pero que tonta soy. Mira que ser vampiro no te exenta de tener una mala memoria. Te abandono, ¿no es cierto?

Ignore la sensación de angustia que me inundo.

Lamí mis labios secos e intente hablar de nuevo. Mi costado ya no dolía tanto, pero me comenzaba a sentir adormecida. Me tenía que mantener despierta, si caía desmallada, no volvería a ver la luz.

—Se marchó.

—Te abandono. —apreté la mandíbula.

—Sí.

—Hombres. —resoplo y se inclinó, poniéndose a cuclillas sobre el suelo. No dejaba de examinarme— Eso no se ve muy bien. —apunto hacia mi pierna.

Baje la mirada hacia donde señalo. Mi pierna… Oh, Dios. Un gigantesco vidrio atravesaba mi piel, abriéndola y dejando salir una gran cantidad de sangre.

—Lo siento por eso.

Ignore la herida, a pesar de que doliera como el demonio y me enfoque en ella. Por más que todo mi cuerpo doliera, no podía perderla de vista.

—¿Cómo me has encontrado?¿Qué quieres?

—¿Qué quiero? Serás estúpida. Tú y tu estúpido novio me deben algo.

—¡No te debo nada! —refute.

—¿Qué no me debes nada? —se movió rápidamente, convirtiéndose en un borrón hasta tomar mi cabello y ponernos rostro contra rostro. Sus dedos se enterraron en mi cuero cabelludo. Me mordí la lengua para evitar lanzar un grito— Me debes lo más valioso que hay en mi mundo. La vida de mi compañero.

—James no era tu compañero.

—Lo era, a su modo, lo era. Y lo mataron. —me soltó bruscamente— Por una estúpida humana que no vale nada.

Recordé aquel día en el estudio de ballet, la caza irrefrenable de James y su violencia. Era un ser despreciable. Alguien que disfrutaba cazar humanos como simples animales. Claro que merecía morir.

—Y sin embargo. —no pude detener la línea de mis pensamientos— Él se decidió a venir detrás de esta humana que no vale nada.

Me miro furiosa.

—¡Cállate! ¡No sabes nada! —grito.

—¿Cuánto tiempo llevas siguiéndome, Victoria?

Su expresión cambio de una furiosa a una de regocijo.

—Lo suficiente para saber que tu vida es una mierda. —camino lentamente alrededor de mi cuerpo— Eres terriblemente miserable.

—Lo soy. —acepte, tragándome la humillación— ¿Entonces porque no me dejas en mi miseria y me dejas en paz?

Movió la cabeza de un lado al otro, simulando parecer pensativa.

—Lo pensé, y casi logras convencerme con el intento de suicidio, me regodee en el sufrimiento que dejaría tu muerte. En el rostro que podría Edward cuando supiera que su juguetito humano había muerto.

No podía creérmelo. ¿A caso ella pensaba…? Juro que si no sintiera tanto dolor, me reiría a carcajadas en su cara. Me llamaba estúpida humana y la estúpida parecía ser ella.

—¿Estás aquí por qué piensas matarme?

—No me tientes. —me dijo con una sonrisa traviesa.

—Estas equivocada. Yo no le importó a Edward. Fui solo una diversión momentánea.

—Por una diversión momentánea no se mata a un vampiro. —su rostro se endureció— Pero en algo tenía razón cuando te dejo, eres débil.

No necesitaba que ella me lo dijera, ya lo sabía.

—¿Y bien?

Dejo salir una risita.

—¿Qué?¿Me rogaras que te mate? Eso no sería tan divertido, Isabella.

Hija de puta retorcida.

—No voy a jugar ninguno de tus estúpidos juegos.

—Admito que me tientas. —respiro profundamente— James disfrutaba el juego de la caza, yo lo hago también. Y tu sangre, huele como un buen incentivo.

Mire a mi pierna, si seguía sangrando… toda mi pierna tenia sangre, había sangre incluso en el asfalto, crenado una charco enorme.

El olor me provoco nauseas.

—Si me vas a matar, hazlo ya. —deje de mirar mi pierna y le envié una mirada desafiante.

Ella se carcajeo y al mismo tiempo, paso un dedo por el corte de mi pierna.

La mire suspicaz.

Metió su dedo en su boca y me miro encantadora. Sus mejillas se movieron, mientras saboreaba mi sabor.

—Si piensas que te voy a matar, estas terriblemente equivocada, Isabella Swan. Quiero verte sufrir, a ti y a tu estúpido vampiro.

—¡Es que no lo entiendes! —de alguna manera saque fuerzas y le grite. Pero esa era yo, gritándole a una vampira homicida— ¡No le intereso! ¡Me abandono! ¡No valgo nada para él!

—En eso, te equivocas.

Mi corazón latió desbocado.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, exactamente eso.

En ese momento, tuve claro que ella poseía un plan, algo más retorcido que inclusive matarme.

En sus manos, yo sería como masilla.

—Victoria, por favor…

Alzo las cejas.

—¿Ya pasamos al momento de las suplicas? Creí que ese vendría después…

—Solo mátame. —rogué.

—Sería demasiado fácil si te matara, le daría una salida fácil a Cullen y eliminaría la mayor amenaza que ha tenido su familia y en realidad, toda nuestra raza. Una humana que sabe nuestro secreto.

—Jamás compartiría su secreto con nadie, ¡Si lo hiciera seria buscada por los Vulturi!

En mi mente, la imagen mental de aquellos tres vampiros, inmaculados y de apariencia tan fría, me produjo escalofríos. A pesar de lo mucho que Edward me lastimo, de lo traicionada que me sentí por su partida, de las consecuencias de su abandono, nunca me creí capaz de contarle a nadie sobre los vampiros, ni siquiera sobre los Cullen.

—Te tengo una noticia. —canturreo, muy cerca de mi rostro— Los Vulturi ya te están buscando.

No podía ser cierto.

—Estas mintiendo. —mi voz fue apenas audible.

Me ignoro.

—Y para estos momentos, muy probablemente estén a punto de encontrarte. —abrió la boca, rodando los ojos— Oh, espera, quizás ya lo hicieron y contribuí un poquitín.

Charlie. Renne. Phil.

—No. Me estas mintiendo. —mis ojos se llenaron de lágrimas— Me estas mintiendo. ¡Dímelo!

Si algo le pasaba a mi familia, nunca me lo perdonaría. Todo sería mi culpa. No pude soportar la idea de que mi familia moriría a manos de los Vulturi. No tendrían piedad.

Solté a llorar.

—Eso es. —toda la diversión desapareció de su rostro— Quiero que sufras, quiero que ter retuerzas de dolor. Espere este momento por tres años, planeando mi venganza.

—¿Por qué?¿Por qué?

—Porque tú y ese hijo de la gran puta me quitaron lo que más amaba. Esto es una cuestión de honor. Ojo por ojo.

De pronto, sentí una patada en el mismo lugar donde mis costillas destrozadas. El dolor fue tan inmenso, que me retorcí en el piso. Boquee por aire, poniéndome boca abajo e intentando arrastrarme lejos de ella.

La pérdida de sangre había eliminado todas mis fuerzas.

Mis uñas dolieron cuando intente arrastrarme por el piso.

Sentí el impacto de su bota de tacón en mi estalla.

Mi cuello se curveo.

—Él no te amaba. —gruñí.

Al menos así, podía provocarle un poco de dolor.

Si algún día pensé que la perdida de Edward me destrozaría, estuve equivocada. Yo estaba siendo destrozada justo en ese momento.

Cada parte de mi alma y de mi ser moriría con mi familia.

Victoria tomo mi cabello, jalándolo y dejando al descubierto mi cuello.

Mostro sus dientes.

Un horrible ruido la detuvo, se giró, aun sin soltarme y me puso de pie de un tirón. Su propia fuerza me sostuvo contra su cuerpo. Mi espalda contra su pecho.

—Mira nada más que obra de arte. —susurro sobre mi oído.

Una llamarada de fuego salió de entre los árboles. Había humo oscuro a su alrededor y muchas motitas de fuego volaban alrededor.

Ubiqué la zona.

La casa de Renne.

Mi madre… Phil.

Un grito desgarrador salió de mi pecho.

No podía ser cierto. ¡No podía! ¡No podía! Cerré los ojos, con lágrimas fluyendo libres por mi rostro. No único que pude ver detrás de mis parpados fueron los dulces ojos de mi madre.

—Los Vulturi tienen una rara fascinación por el fuego. Si me preguntan, es una pérdida de tiempo, pero cuando tienes la eternidad para subsistir, las cosas simples comienzan a divertirte.

Comencé a revolverme entre sus brazos, intentando soltarme de su agarre. La mataría, no sabía cómo lo haría, pero sucedería. Rodearía su cuello y lo destrozaría. Todos aquellos, pagarían.

—Es curioso. —tomo mis brazos y los giro en un alguno extraño, un segundo después, el dolor fue tan grande que me aturdió. Mis brazos cayeron inertes a mis costados y mi cabeza dio contra su hombro. Me acaricio la frente y susurro—Planeé esto durante tres años y salió mejor de lo que pensaba. Sin embargo, una cosa es cierta, la muerte es demasiado fácil. La vida, es más difícil.

Jadeé.

—Los Vulturi pueden venir y cortar mi cabeza, pero disfrutare cada momento de tu sufrimiento. Hoy y siempre.

Ajusto su agarre sobre mí y escondió su rostro entre mi cuello.

La sentí inhalar profundamente.

—Mátame. —suplique.

—Sera un placer, dulce Bella. —susurro.

Entonces, sus dientes perforaron mi piel.

Mi cuello se giró, mi piel hormigueo por la sensación de sus labios sobre mi piel y mi cuerpo se sacudió. Mire el cielo estrellado, perdiéndome en la oscuridad de su color azul oscuro. Las estrellas relucían en todo su esplendor.

Esa sería la última imagen que mis ojos verían, pero no la de mi madre o Phil, tal vez también Charlie. Ellos morirían con la imagen cruda y violeta de los Vulturi, con el dolor y el miedo de no saber qué diablos estaba pasando, con la concepción de saber que este mundo guardaba derribes bestias.

Los brazos de Victoria me apretujaron como si fuera una vil bolsa de alimento.

El aire abandono por completo mi cuerpo.

El adormecimiento me llevo.

Me deje llevar.

Caí en un agujero grande y negro, me vi a mi misma batir una y otra vez mis brazos y piernas, en un intento vano por detenerme.

Shhh... Bella, cálmate.

No me dejes.

No lo haré.

Me vi a mi misma, con ojos chocolates llenos de vida y las mejillas sonrojadas, mi cuerpo enfundado en un vestido azul, con arrebolados de gasa en sus extremos. El cabello perfectamente arreglado en suaves bucles. Una escayola en mi pierna.

¿Sueñas con convertirte en un monstruo?

No exactamente. Más bien sueño con poder estar contigo para siempre.

Bella. Yo voy a estar contigo... ¿no basta con eso?

Basta por ahora.

Mira, te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta eso?

Sí, es suficiente. Suficiente para siempre.

Ojala algo de lo que dijo esa noche hubiera sido cierto.

Victoria aferro mi cuello con sus dos manos, tomo mi barbilla entre sus y…

Abrí los ojos, de nuevo a la noche. Intente buscar desesperadamente una salida.

Golpe sus manos sobre mi cuello. Intente arañarla, pero no dio resultado.

Sus dientes se aferraron más a mi piel, su aliento quemándome. Sus dientes penetraron más, hasta que expulsaron hacia mi sistema su veneno.

¡No!

Entonces, el fuego comenzó a arder por todo mi cuerpo.

El infierno sería mejor.

Me soltó de manera brusca y me dejo caer al piso.

Dirigí mis manos a mi cuello, mis dedos se enterraron en la piel. Las uñas escarbaron entre la carne viva, pero en el momento en que el fuego se volvió paralizante tuve que parar.

Lo último que vi fue su silueta.

En su boca, una sonrisa de triunfo.

—Bienvenida a la eternidad.


¡Victoria apareció! Y como ven, parece que estaba muy bien enterada de la vida de Bella, tanto que espero el momento indicado para lastimarla. Como vieron, no la mato, pero si la convirtió, *se queda pensativa* ¿Notaron que menciono que los Vulturi la matarían? Ojala tenga su merecido por hdp. ¿Y Phil y Renne? Pobre Bella, su mundo se vio destruido por completo.

Las leo en sus reviews siempre y no lo olviden: #DejarUnReviewNoCuestaNada.

Ariam. R.


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