El fuego ya se iba apagando y no quedaba mucho de la fogata que inuyasha había dejado para que kagome recuperara el calor que había perdido durante esos días en que no estuvo presente, solo se quedó sentada con la espalda encorvada y abrazando sus rodillas mientras observaba como ese fuego que inicialmente había alcanzado gran tamaño se encontraba casi en puras cenizas enfrente suyo. Entre esos arbustos con un fogata casi extinta, iba escuchando de lo lejos el bullicio que los aldeanos hacían al tratar de ver los daños causados por el enfrentamiento y por lo visto…eran grandes pérdidas….
Rápidamente la situación se volvió tensa, estaban enojados e iban gritándose mutuamente y culpando a sus nuevos visitantes que con la muerte de kaede había desintegrado los lazos de amistad que poseían y ahora solo buscaban la manera de descargar su dolor e ira contra aquellos que habían participado de la batalla.
— ¡Ellos son los culpables de todo esto! —Grito un aldeano mayor que se encontraba señalando a los dos acompañantes o ex acompañantes del ex lord del oeste que se hallaban desde lo lejos, excluidos de la discusion para evitar que el problema se agrandara— ¡Si no fuera por ellos todo esto no hubiera sucedido!
—Je, engreído. —Pronuncio inuyasha en voz baja con sus manos metidas en sus mangas mientras se acercaba a estar al lado de su amigo que trataba de tranquilizar la situación.
—Inuyasha, no seas de gran ayuda... —dijo en voz baja sango que había logrado volver y ahora tenía amenazado al hibrido para que no digiera ninguna palabra más.
Miroku solo soltó un leve suspiro y trataba de mantener la calma para poder tranquilizar a los aldeanos mientras buscaba una mejor manera de solucionar la situacion que tenía entre manos.
—Vamos a tratar de tranquilizarnos. —Miroku trataba de calmarlos aunque con poco éxito. —Tratemos de buscar una solución juntos.
— ¡¿Cómo puedes decirnos que nos calmemos cuando destruyeron lo poco que pudimos reconstruir?!— Iba reprochando el mismo hombre hasta que una mujer con su bebe en brazos, hablo.
— También es su culpa…—Señalando al equipo entero pero principalmente al hibrido. — nos colocaron en una situación peligrosa por querer ayudar a esos demonios.
— ¡Tiene razón!—dijeron casi en unísono cada aldeano, asintiendo a la misma vez que repetían nuevamente la frase.
–Vamos a responsabilizarnos por la situación actual de la aldea, trataremos de ayudarlos en lo que podamos y protegerlos mientras la aldea se reconstruye nuevamente pero evitemos enfrentamientos innecesarios. —Decía miroku con un tono pacifico.
—Yo no voy a levantar una cabaña, tengo una batalla pendiente con esa niña y no pienso dejar que me humille de esa manera —Dijo inuyasha de manera altanera y con un tono de molestia por lo sucedido.
Mientras miroku suspiraba porque su amigo estaba empeorando todo lo que casi había logrado, sango hecha una furia jalo de la oreja del hibrido y lo saco fuera del sitio de discusión mientras este se quejaba del dolor que le causaba.
— ¡SUELTAME!...Auch… ¡Duele! —Decia mientras sango apretaba más y jalaba con más fuerza para que caminara. Llevándolo hacia los arbustos donde estaba kagome descansando para que ella pudiera recuperarse rápidamente porque pronto la necesitarían.
— Kagome, te lo entrego y que…—Sango detuvo su andar cuando vio que ella se había ido, termino soltando al hibrido y confundida por el accionar de su amiga, pensó en donde pudo haber ido. —Kagome...
Inuyasha empezó a olfatear en el aire, buscando su rastro. No debía estar lejos pero tampoco debía estar sola y desde que ella volvió, el hibrido la ha sobreprotegido y seria así hasta que hallen una solución al problema.
— Ya se donde esta, iré por ella. —Dijo el hibrido mientras se sobaba la oreja adolorida por ser jalado tantas veces en el pequeño trayecto.
Kagome se había cansado de escuchar toda esa discusión entre los aldeanos y sus amigos, se había levantado para poder alejarse de todo ese ruido innecesario. Buscaba el silencio para poder calmar su corazón e iba pensando en cómo derrotar a este nuevo enemigo, como podría salvar a su hijo/a y mantener a salvo a los aldeanos. Kaede ya no estaba como para poder ayudarla a cumplir sus funciones como sacerdotisa y aunque miroku podría darle su apoyo, en realidad estaba asustada.
Todo su trayecto lo hizo sin pensar a donde se dirigía, solo camino y camino hasta que algo le llamo la atención. Detuvo su andar y levanto su vista del suelo para ver ese viejo árbol caído, quemado y partido casi por la mitad.
Miro a su alrededor y reconoció el sitio, estaba en el mismo lugar que aquella noche.
Miles de imágenes se amontonaron en su mente, recordando en detalle lo sucedido y como todo se había vuelto en oscuridad. Como esa noche se había vuelto en una pesadilla que pudo vivir estando despierta y que había salido viva por pura suerte o mejor dicho porque Emi deseaba que estuviera viva por ese bebe que crecía en su vientre.
Fue acelerando de apoco su paso y tratando de no tropezarse, buscando el árbol que la había dejado inconsciente. Ese tronco todo quemado y rasgado por el rayo que se encontraba al finalizar el bosque.
Continúo hasta que hallo el lugar donde se había tropezado varias por culpa de esas raíces que sobresalían de la tierra y que en la oscuridad era completamente difícil de ver. Camino y finalmente pudo verlo desde lejos, ahí estaba ese árbol y a simple vista era más grande de lo que lo recordaba.
Toda su piel se estremeció, su mente se bloqueó y su cuerpo quería retroceder. No quería volver a ese sitio pero tenía que hacerlo si buscaba alguna respuesta, tenía que ir a verlo con sus propios ojos y confirmar el hecho de que no estaba sola en esa noche.
Reunió todo el valor y caminó hacia el sitio de manera lenta. Se acercó lo suficiente a aquel árbol que no había sido movido, se agacho para retirar las ramas y poder ver debajo de él mientras visualizaba si había algún hueco o algo que hubieran hecho para que hubieran podido sacar su cuerpo de ahí pero lo único que había era tierra movida por la caída en sí.
Frunció el ceño, no entendía el cómo pudieron haberla secuestrado y metido en un ataúd sin mover el árbol que había caído encima de ella.
Luego levanto su vista en dirección al campo que tenía enfrente pero era más bien tierra quemada y removida, como si una batalla se hubiera librado en ese sector. No lo recordaba de esa forma, no recordaba que hubiera estado completamente destrozado y que aquellas flores ya no estaban.
Esta vuelta decidió enderezarse y avanzar hacia lo que alguna vez fue un campo abierto, tratando de recordar el punto exacto donde las había visto a ambas y tratando de buscar algún detalle o alguna pisada pero no había nada.
Se frenó en medio de este, miraba todo en detalle y miles de ideas se acumulaban en su mente. Estaba muy confundida, no entendía que estaba pasando y el miedo que sentía se acentuaba cada vez más. Todo cambiaba rápidamente, de un día para el otro su vida se resumió en esa niña y la destrucción que ocasionaba.
—Kagome.
—POR TODOS LOS DIO…
La sacerdotisa se había sobre saltado y había dicho lo primero que se le cruzo por la mente, se giró para dejar de darle la espalda e poder mirarle los ojos para empezar su reproche.
— Inuyasha, deja de seguirme. Te he dicho que estoy bien y no necesito que estés sobreprotegiéndome todo el tiempo. —se empezaba a molestar.
—pero kagome…
—Ahg, eres un caso perdido y dime… ¿Qué sucede? —Se giró para continuar con su búsqueda e indagar sobre el nuevo terreno.
—Oye, ¿Qué buscas aquí? —fruncía el ceño el hibrido mientras la seguía por detrás.
—En realidad…—suspiro. —no lo sé. — miraba el suelo y pisaba la tierra con cuidado hasta el hibrido sujeto su brazo cuando esta se había resbalado un poco.
— ¿Cuantas veces te tengo que decir que tengas cuidado por dónde pises? Tonta—Sujetándola firmemente.
Kagome lo miro con cara de enojo, el hibrido por un momento pensó que en cualquier momento su cara iba a estar en el suelo pero vio que ella solo se resignó y soltó otro suspiro más largo que el anterior.
—Estoy cansada…
— ¿Cansada de mi otra vez? —La había soltado, mientras sus sentimientos fueron heridos y Ella reanudaba con su búsqueda.
—No empieces, ya te lo explique.
—pero kag… ¡AGH!.. Está bien, está bien pero ya dime que estamos buscando.
La sacerdotisa no respondió, solo miro al hibrido con fastidio y luego su mirada fue hacia otro sitio, precisamente detrás de él a lo lejos. Ella cambio su rostro a uno serio y preocupante. Su idea de investigar fue descartado de manera inmediata y se apresuró para llegar a su nuevo objetivo con el hibrido detrás, cuestionándola por su abrupto cambio.
No era lo que buscaba pero esa piedra era una tumba y aunque su rostro se volvía mas blanco por estar a punto de confirmar la identidad del fallecido, continuaba hasta llegar a ese sitio.
—No puede ser, ese desgraciado la enterró aquí.
El hibrido no solo se frenó de golpe sino que fue olfateando en el aire, en busca de su medio hermano mientras kagome se acercaba más rápidamente a esa tumba.
—No se encuentra, seguro debe estar en su palacio. —No estaba prestando atención a su compañera, miraba en todas la direcciones como si su medio hermano fuera a aparecer en cualquier momento.
—Inuyasha…—Dijo kagome en modo de susurro, entando parada finalmente frente a esa tumba.
— ¿Qué?... —El seguía sin mirarla, concentrado en su propia búsqueda y en alerta.
—…La tumba está abierta…
El hibrido se giró, miro a kagome que le daba la espalda mientras ella fijaba su vista en esa piedra y luego se acercó rápidamente a la tumba vacía. Justo a tiempo para sujetar a su mujer cuando esta se desmayaba en sus brazos por toda la tensión que había sufrido en esos días, su cuerpo había dicho basta y que ya no podía tolerarlo más.
La sacerdotisa iba despertando sobre un futon improvisado, estaba tapada por la parte de arriba de la túnica de ratas de fuego y mientras se iba sentando lentamente, a su alrededor todo daba vueltas. Estaba mareada, cansada y con deseos de continuar durmiendo hasta el día siguiente pero no debía.
Toco su vientre y trato de enfocar su vista en un solo sitio para calmar su mareo pero aunque había fallado, su mareo iba disminuyendo por otro motivo. Vio que estaba en una cabaña medio destruida, claramente había sido abandonada por sus antiguos propietarios y que juzgar por la escasa luz que entraba por la puerta… seguramente era de noche.
Luego toda su visión se enfocó por la nueva fogata que se encontraba en medio del recinto, había comida recién hecha en un cuenco a un costado del fuego y que rápidamente se acercó para tomarlo. Necesitaba comer, era prioridad y bocado tras bocado iba en su boca rápidamente.
Sin embargo, disminuyo su ritmo cuando el hibrido ingreso a la cabaña y este se acercaba para sentarse a un lado de ella en completo silencio.
La sacerdotisa continuaba comiendo de manera lenta y de vez en cuando miraba fugazmente al hibrido que estaba concentrado en el fuego que ardía con intensidad, como si estuviera analizando o pensando en algo profundamente hasta que lo vio con intenciones de hablar.
—No digas nada, inuyasha…— Suspiro, lamentándose de aquella situación. — Todo esto fue mi culpa…—Dijo mientras bajaba su mirada al suelo y dejaba de lado el cuenco casi vacío.
—No digas tonterías.
—Esa niña…esa tormenta… toda la destrucción y las vidas que se perdieron.
— Trata de recuperarte que en cuanto te sientas mejor, nos iremos…
— ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué la desafiaste y aceptaste su condición? Los aldeanos me contaron todo lo sucedido y no entiendo porque permitiste que tus instintos te dominen —Había levantado su mirada y lo miraba buscando una respuesta por parte del hibrido. — ¿Por qué te pusiste en riesgo y a ellos en riesgo?
—Porque pensé que sería el camino más fácil para llegar a ti. —Dice abruptamente.
— Inuyasha. —No había un reproche sino preocupación por parte de la sacerdotisa.
— Kagome yo pase toda la noche bajo la tormenta y casi todo el día siguiente buscándolos, creí que los había perdido a ambos. Creí que te había fallado en protegerte de los peligros de esta época, jure que te iba a encontrar cueste lo que cueste y creí que al aceptar su juego iba a dar contigo pero falle…les falle a ambos.
— ¿Ambos? —Iba a realizar otra pregunta, estaba por formularla cuando reacciono y se dio cuenta de que él ya lo sabía.
—Lose, tu olor es evidente hace días. —El respondió. —No te lo dije porque sabía que te emocionaría decírmelo por tu cuenta.
Kagome estaba sorprendida y no sabía que responder pero luego decidió que era mejor actuar que decirlo con palabras. Ella se acercó al hibrido, tomo su mejilla con su mano para hacer que la mirara y aunque el hibrido se había negado al inicio, el termino mirándola directo a los ojos.
—No nos fallaste.
Fue lo último que dijo antes de que ella lo besara, llevo su mano a la nuca del hibrido para atraerlo un poco más hacia ella mientras que él apoyaba su mano sobre su cintura haciendo que el beso subiera rápidamente el calor de sus cuerpo. Era un beso que ambos necesitaban, era un beso que anhelaban y deseaban pero no encontraba el momento para concretarlo.
Ella lo ansiaba desde que se habían reunido nuevamente, El ambicionaba con tenerla por tan solo un momento y eso se vio reflejado por como sus cuerpos reaccionaban.
Fue correspondida de manera inmediata por el hombre a quien más amaba, abandono la idea de solo tener su mano en su nuca y procedió en rodear con sus brazos el cuello del hibrido. El aprovecho ese impulso para atraerla aún más a su cuerpo, estrechando el cuerpo femenino con el suyo mientras profundizaba el beso aún más. La estaba por recostar, quería tocar y deleitarse con su piel. Anhelaba sentirla, compartir el calor de sus cuerpos y hacerla estremecer por debajo de él. Sus instintos se fueron despertando de a poco y en medio de ese beso, introdujo su lengua para que fuera más intenso el beso.
Y todo continuo hasta que ella fue cortando el contacto de a poco, respirando pausadamente con sus rostros y sus cuerpos estando muy cercanos. Él no se negó pero de cierta manera quería continuar con ese contacto, con ese deseo y con ese anhelo.
Ambos mantuvieron los ojos cerrados, disfrutando de la cercanía y de vez en cuando una leve caricia mutua aparecía en medio del momento que compartían. La sacerdotisa rosaba sus labios sobre las de él, en una provocación que hizo que el hibrido reaccionara a continuar con ese beso pero ella opto por romper el contacto y separase a tan solo varios centímetros.
—Inuyasha, tengo que decirte algo…—bajo su mirada, tenía que hablar sobre lo ocurrido mientras dejaba sus manos en sus hombros. — me hizo creer que iba a morir. Dejo bastante tierra en la tapa del ataúd para que creyera en su engaño. Ese ataúd estaba afuera de fosa, fue fácil salir cuando pude quitarme de encima la tierra junto a esa madera podrida que había caído sobre mí. Ella lo había hecho apropósito, me hizo creer que nos había enterrado pero…
Se calló cuando vio el pecho del hibrido y la tela perforada, llevo sus manos rápidamente sobre la zona pero el hibrido la detuvo sosteniéndole las manos. Kagome lo miro con cara de preocupación, ella pensó que había llegado a tiempo pero no y nuevamente frunció el ceño ante la negativa del hibrido en retirarse la parte de su juban.
—Quítatelo. —Dijo kagome con un tono amenazador
—Kagome, no es nada. —Decía inuyasha con total tranquilidad mientras ella empezaba a enfurecerse, el hibrido mientras tanto sostenía sus manos para que no insistiera pero solo empeoraba la situación y aumento la furia de la sacerdotisa.
—Que te lo quites. —Su voz se volvió más amenazante e hizo que el hibrido empezara a temer por su vida.
—Kagome…
—inuyasha sino te lo quitas juro que vas a tragar madera, tierra y todo a la misma vez. ¡Quítatelo! ¡YA!
No solo el grito de kagome hizo espantar a las aves nocturnas que reposaban sobre el techo de la cabaña sino que inuyasha retiro de manera inmediata las manos sobre las de ella, observando como la sacerdotisa retiraba la prenda para indagar sobre…
¿Y la herida?
No había nada, ni una marca y ningún rasguño. Hasta el hibrido miro su pecho sorprendido, se tocó la zona y todo era liso como si nada hubiera pasado.
—Entonces… llegue a tiempo…—Dijo kagome aliviada, soltando una pequeña sonrisa y separándose totalmente del hibrido que se encontraba confundido.
—Kagome…te dije muchas veces que mi cuerpo es más resistente que el tuyo. — dijo mientras se colocaba de nuevo la parte de arriba de su juban aunque internamente sabía que había sentido como emi clavaba en su pecho esa arma, lo había atravesado pero lo raro era que no había sangrado.
–Inuyasha. — Diciendo su nombre de una forma terrorifica provocando que un escalofrió recorriera la columna vertebral del hibrido.
— ¿Q…qu…qué sucede?—La miraba mientras kagome le sonreía dulcemente, terminando de acomodar su juban.
—Abajo.
