Era extraño. Se había acostumbrado al pequeño espacio de su habitación, el color azul cielo en las paredes siempre le dieron esa tranquilidad que necesitaba para pensar. El escritorio que llenaba de libros ahora estaba limpio, sin sus cuadernos, lápices y hojas regadas en él. La cama estaba pulcramente hecha, esas familiares arrugas que tenía cuando solía ir de un lado a otro vistiéndose apresuradamente por haberse levantado tarde ya no estaban, en cambio, un bolso se encontraba abierto sobre el colchón, con algunas prendas suyas asomándose por el cierre. Suspiró. A pesar de que fuera poco tiempo, aquel espacio era suyo.Cuando fue dada de alta del hospital, Sasha y Aarón la recibieron en su casa sin dejarla protestar, haciéndola sentir cómoda de inmediato. Esa habitación guardaba las noches llenas de pensamientos y dudas, era un espacio tranquilo y silencioso, en dónde eventualmente comenzó a sentirse segura.

Los suaves golpes en su puerta lograron sacarla de sus pensamientos, llevándola a mirar de inmediato a la entrada de su habitación. Blake se asomó con cautela al interior, su mirada indicaba que tenía un poco de dudas al irrumpir en la habitación mientras sus orejas estaban algo caídas.

—Hey, Blake—le saludó Rosie con una sonrisa, orgullosa internamente por decir el nombre de la fauno y que no lo haya olvidado. A Rosie le parecía curioso el gesto de la chica mayor a ella, como si quisiera medir cada una de sus acciones, aunque si lo pensaba un poco, quizás eso era lo más lógico dada la situación en que se encontraba—¿Necesitas algo?—preguntó, notando como la pelinegra parecía relajarse un poco ante la iniciativa de Rosie a hablar primero y tomando aquello como una invitación a abrir la puerta un poco más, para mirarla mejor.

Finalmente la de ojos ámbar se recargó en el umbral de la puerta un poco —. Hola—le saludó la fauno con una dulce sonrisa, inclinando su cabeza para mirar la habitación con sus ojos ámbar. Rosie sonrió más ampliamente, aquellos gestos por parte de la fauno claramente le recordaron a los de un gatito curioso que explora un nuevo entorno. —, es un cuarto muy bonito—comentó con tranquilidad.

—Sasha tiene un buen gusto, la verdad—murmuró Rosie en respuesta—, yo soy un asco en eso de decorar así que ella lo hizo—agregó con una leve risa, caminando hacía su maleta, la cual cerró finalmente.

—Si, estoy de acuerdo con eso—tararea Blake todavía deslizando sus ojos ámbar por la habitación hasta aterrizar en la azabache.

Rosie sonríe burlona—¿Con el buen gusto de Sasha o que soy un asco para la decoración?—pregunta con diversión, logrando que Blake emita una suave risa. Definitivamente tenía que preguntar. Si era un asco para hacer cualquier tipo de decoración o manualidades en general, en ese tiempo nunca había lo considerado, así que la duda era válida.

—Me refería a lo primero—aclara Blake, y Rosie puede identificar la mirada de cariño al responder, provocando un ligero nudo en su estómago, ella sabía bien que quizás la fauno había recordado algo que las concernía a ambas, y Rosie no tenía consciencia de dicho recuerdo —¿Quieres ayuda?—preguntó, sacando a Rosie de sus vacilaciones antes de siquiera entrar a ellas. La fauno finalmente entró a la habitación, parándose a su lado mientras miraba las dos maletas en la cama de la chica.

—¡Oh no! No quisiera molestarte—dijo rápidamente, dejando relucir un brillo de preocupación después de haberse girado hacia la pelinegra. No quería ser una molestia de alguna forma, además, no era como si no pudiera cargar con dos maletas (más pesada era su arma, si era honesta, y aún así la cargaba con facilidad en la cintura con su capa negra escondiéndola un poco de la vista).

—No tengo ningún problema, me alegra ayudar—no había molestia en su tono que reflejara que le había afectado su respuesta, al contrario, parecía comprensiva y aún dispuesta a ofrecer su ayuda.

Rosie sonrió con timidez—. Yo... está bien. Me vendría bien algo de ayuda—aceptó. Blake asintió y pronto tomó en sus manos una de las maletas, para después Rosie repitiera la acción. La de cabellos azabache deslizó su mirada a la fauno —. Bien, creo que es hora—anunció. Blake le asintió con una sonrisa y fue la primera en dar unos pasos hacia la puerta, Rosie la siguió de inmediato. Con una última mirada, Rosie revisó su habitación, solo para finalmente cerrar la puerta y caminar junto a Blake escaleras abajo, ingresando a la sala, dónde sus tutores parecían hablar de algo con Qrow y Yang particularmente, pero que simplemente detuvieron la conversación en seco cuando notaron su presencia.

—Hey, querida, ¿haz empacado lo necesario?—pregunta Sasha con una sonrisa, como si anteriormente no hubiera tenido un semblante serio y sombrío como Aarón. Rosie estaba dispuesta a preguntar de que hablaban, pero quizás no debía crear un problema antes de irse, así que solo se limitó a sonreír.

—Lo he hecho, ¡todo empacado!—responde con todo el entusiasmo que puede dar, y se siente satisfecha cuando los adultos le sonríen de vuelta, significa que sus preocupaciones no se filtran de inmediato. Rosie pasea su mirada por la sala, y frunce el entrecejo para después mirar hacia Qrow y Yang—¿Y el resto de ustedes?—pregunta con curiosidad. Hacía solo una media hora que se había encerrado en su habitación para terminar de empacar lo que no había guardado la noche anterior, habían llegado en la mañana a desayunar debido a la invitación de Sasha (y vaya que la mujer era obstinada y terca al extender una invitación), así que ella supuso que estarían por ahí.

—Bueno, los demás se dirigieron a la nave para acercarla a la entrada del pueblo y no tener que caminar todo el trayecto que hicimos nosotros para ingresar —le explica Yang con una pequeña sonrisa.

—¿Tienen una nave?—Rosie no puede evitar chirriar cuando hace la pregunta, filtrando su pequeña emoción al pensar en el viaje por aire. Era una forma divertida de salir por primera vez del pueblo.

Qrow emitió una suave risa—. Veo que sigues emocionándote por las cosas más pequeñas, niña—le dice con una pequeña sonrisa, y Rosie identifica e inmediato el sentimiento en sus ojos: tristeza. Ella ríe nerviosa, llevando su mano a la nuca y rascando el área.

—Bue-Bueno, es que no es como si hubiera salido de aquí antes, y mucho menos en una aeronave—murmura rodando los ojos y mirando en otra dirección, sintiéndose ligeramente avergonzada. Era casi una adulta, pero no podía evitar evocar ciertas actitudes que la hacían ver infantil.

—Tranquila, te gustará el viaje, pétalo—afirma el hombre entre risas, que abruptamente cesan y sus ojos vino se dirigen a ella con una chispa de preocupación que Rosie no capta enseguida. Yang igualmente a dejado de sonreír, y la azabache gira su mirada en dirección a Blake para entender la situación, pero la fauno solo le dedica una pequeña sonrisa triste. Frunce el entrecejo y mira a sus tutores, quiénes parecen ser los más tranquilos en la situación.

—Cielo, creo que ya es hora de que se marchen —comenta Sasha con una sonrisa y el ambiente parece cambiar de inmediato, ya que la postura tensa de Qrow se ha marchado, y los rostros de Yang y Blake parecen tener sus gestos más relajados—. El señor Branwen tiene el contacto de Karen, espero puedas comunicarte con nosotros cada que puedas—le dice con una suave sonrisa. Rosie asiente, bajando la maleta al suelo y acercándose a la mujer para envolverla en un abrazo.

—Gracias...—le susurra con voz temblorosa, y sus ojos plateados se llenan de lágrimas cuando la mano de la mujer acuna la parte posterior de su cabeza, enredando sus dedos en su cabello—. Los quiero mucho—agrega, separándose lentamente de su cálido contacto. Sasha le sonríe con dulzura para finalmente dejarla ir, a lo que la azabache de inmediato se abalanza hacia el esposo de la mujer.

—Cuídate mucho, pequeña—le dice Aarón abrazándola, balanceando un poco a ambos por lo que una pequeña risa sale de los labios de Rosie, quien asiente para finalmente separarse de ellos.

Era aterrador, pero también emocionante, y quizás, salir del pueblo le podría ayudar con sus memorias.

[...]

Rosie emite un silencioso suspiro, acariciando con sus dedos la correa de su maleta mientras caminan por los caminos del pueblo, en el centro del mercado.

"¿Estás molesta por algo, Ruby?" Pregunta Penny con preocupación. Rosie se estremece un poco por la mención del nombre, nada acostumbrada a él.

"Bueno..." La azabache divaga en sus pensamientos, sin perder el paso junto al resto. "Sólo me preguntaba por qué de pronto Qrow cambio de ánimo hace unos minutos". Declara, aún seguía presente en su cabeza ese repentino cambio en el cazador, aunque había surgido el mismo efecto en Yang y Blake.

"Yo tampoco lo sé, no pude comprender porque de pronto cambió su estado emocional". Declara Penny, y Rosie podría jurar que quizás tendría el entrecejo confundido aun si no sabía como era la forma de su rostro.

"Pues... ¿quizás sea por algo que dije?" cuestiona la azabache haciendo una ligera mueca, mientras observa la espalda de Qrow que camina frente a ella junto a Yang, mientras Blake se había mantenido a su lado cargando su otra maleta.

"No creo que eso aplique en esta situación. En realidad dejaron de estar tan animados después de lo que dijo el señor Branwen". Rosie desvió la mirada hacia el cielo, repasando la última oración dicha por el adulto.

"Creo que no dijo nada malo, solo me dijo que me gustaría el viaje y..." Sus pensamientos murieron en seco, y la comprensión llegó de inmediato mientras volvía a mirar al cazador. "Oh..." Penny pregunta si ya encontró la respuesta, a lo que responde positivamente, mirando de reojo a Blake, quien paseaba sus ojos ámbar por los puestos del mercado. "Creo que fue porque me llamó pétalo". Le explica a Penny, y antes de que la chica pueda hacer preguntas, siente como choca un peso contra sus piernas mientras unos brazos rodean su cintura, haciéndola detenerse abruptamente y mirar por sobre el hombro al causante de su repentino desequilibrio, encontrando una familiar figura que posee cabellos rubios atados en dos pequeñas coletas.

—¿Connie?—murmura Rosie con confusión, acercando su mano a la cabeza de la niña y acariciándola suavemente para llamar su atención y que la mire a los ojos. Hay ojos curiosos sobre ellas, Yang, Qrow y Blake observaban en silencio la escena.

—¿Es cierto que te vas?—pregunta la niña con voz pequeña, y Rosie la conocía tan bien que sabía que en cualquier momento comenzaría a llorar. La azabache no pudo evitar sentir una leve ola de pánico y preocupación en su pecho, buscando con la mirada al resto de chicos que solían andar con la niña, localizándolos enseguida junto a unos chicos un poco más grandes que ellos mirando en su dirección. Rosie se deshizo de la maleta que colgaba en su hombro, dejándola en el suelo, solo para después apartarse de la niña y tomarla en brazos, cargándola.

Rosie se volvió al resto de inmediato con una mirada preocupada—¿Pueden esperar un momento?—pregunta con un poco de nerviosismo, no quería molestarlos o retrasarlos, pero en verdad necesitaba hablar con Connie y el resto.

—Oye, ve—la alienta Yang de inmediato con una sonrisa reconfortante, y esa respuesta es suficiente para que la chica se de la vuelta y camine a paso veloz al grupo de chicos ocultos entre los puestos, bajo la atenta mirada de los tres—. Cuando los Russo dijeron que Rubes era muy querida en el pueblo no mentían—murmura la de ojos lavanda, mirando con una pizca de orgullo como su hermana parecía estar manejando bien la situación con aquellos niños, se notaba que estaba nerviosa y un poco con pánico, pero se las estaba arreglando. Pudo notar que Ruby estaba un poco más fuera de su zona de confort, y apreció como la joven hablaba con unos adultos que se acercaron a ella después de haber hablado con los niños (y por alguna razón, quitándose aquella capa negra para envolver a la pequeña rubia en ella, logrando que su llanto desmesurado cesara). Parecía que los mayores hablaban de algo con ella, entregándole algunas bolsas que a simple vista la rubia no podía adivinar que podrían contener. Ruby solo sonreía nerviosa, Yang supuso que su hermana no esperaba que la abordaran con regalos.

La de ojos lavanda tomó la maleta de su hermana, colgándola en su hombro y sonriendo mientras la joven volvía a ellos con sus manos ocupadas. Blake a su lado se rió suavemente, y Qrow se acercó a la azabache, tomando algunas de las bolsas que cargaba para ayudarla, evadiendo cualquier protesta de la chica. Yang tenía la sospecha de que esa no sería su única parada, y estarían deteniéndose por algunos momentos antes de poder llegar a la aeronave. Se rió internamente por ese hecho, siempre era reconfortante ver a su hermana entrar en divagaciones cuando le daban algún regalo o la acaparaban de atención.

[...]