Capítulo 5: Dos monstruos.

Orario, Folkvangr:

La habitación era iluminada por el suave resplandor de las ventana y el débil fulgor de una vela. Librerías de extenso conocimiento cubrían cada pared, rodeando el sillón sobre el cual Kahn reposaba boca abajo. Su falna al descubierto mostraba el símbolo de la familia Tyr; Una mano abierta con una flecha en punta hacia arriba, y rodeada por escrituras rúnicas.

Freya acarició su espalda antes de darle algunas palmadas. –Bien, esto debe bastar. Extendí el hechizo ilusorio un poco más, debería durar al menos un mes.

Muchas gracias. –Asintió el joven, retirándose del sillón y comenzando a colocarse sus prendas de vestir.

No es necesario que agradezcas. –Pasó a tomar asiento en el lugar que Kahn había abandonado. –Ahora, estoy segura de que tienes demasiadas preguntas…

¿Demasiadas preguntas? –Se precipitó. –El gremio entero se está comiendo la cabeza para encontrar a quien trajo a los Tyrant. Y en medio de todo, ¿Quién está? Exacto… –Tomó lugar junto a la mujer. –Nosotros… y no te veo hacer nada para intentar arreglar las cosas.

Freya resopló de forma sonora. Ladeó su cabeza mientras mantenía sus brillantes ojos sobre las pupilas de su hijo. La expresión en su rostro hizo saber a este último que las cosas estaban peor de lo que él pensaba.

¿Mamá? ¿Qué ocurre?

Sus labios se movieron, titubeantes ante la idea que ambos sabían, era la dura verdad. –Tu padre empezó a mover ficha… y yo soy incapaz de intervenir.

Kahn le miró confundido. –¿Qué? Pero… Ya no estamos en Domhan, no tenemos por qué atender a lo que diga.

Aunque no estemos bajo los dominios del padre de todo, él aún tiene influencia sobre mí. –Alzando una mirada seria, Freya declaró su identidad. –Soy la reina de los Vanir, pero estoy atada a las leyes de los Æsir, Kahn.

Los Æsir y Vanir, la ley absoluta sobre la tierra de Domhan. Liderados por Odín y Freya respectivamente, estas dos facciones hermanas fueron unificadas gracias al matrimonio de sus líderes. Cada uno actuaria bajo sus propio terreno, sin embargo, el bando de los Æsir se caracterizó por sus políticas militares y expansionistas, mientras que los Vanir se encargaban de impartir su visión de justicia y el cumplimiento de sus leyes. Kahn era conocedor de esto, pero de igual forma se negaba a creer lo que su madre le estaba diciendo.

Ni él ni su familia pueden traspasar los muros de Orario, tú misma lo dijiste. –Refutó el muchacho.

Yo misma me encargué de crear la barrera, estoy segura de mis palabras. Eso no quiere decir que no existan otras formas de entrar…

¿Entonces? –Resopló con cansancio. –¿Cuál es tu plan? Porque dudo que no hayas pensado en nada luego de tanto tiempo.

Freya asintió con la cabeza, miró al aventurero fijamente y con una voz llena de paz le dijo. –Nada.

¿Disculpa?

No hay nada que yo pueda hacer, querido. La barrera se mantiene activa gracias a mi vínculo con la sangre Æsir. Si traiciono a sus leyes, o sea, si voy en contra del padre de todo, la barrera caerá y Odín tendrá una vial libre para invadir Orario. Eso es lo que él quiere.

Kahn frunció el ceño. –¿Entonces no vamos a hacer nada? ¿Nos quedaremos aquí viendo como el mundo se cae a pedazos?

Yo jamás dije eso. Dime una cosa, hijo mío… –Continuó mostrando una delicada sonrisa. –Viniste aquí para buscar la respuesta a la oferta que te dio Loki, ¿verdad?

El aventurero dejó salir un gesto acomplejado, ocultando su rostro de la compacidad mirada de la deidad. –Yo… no sé qué hacer… –Dejó salir a regaña dientes. –Quiero ayudarlos, siento que está en mi obligación el hacerlo pero…

Freya acarició su espalda con la palma de su mano. –Has crecido mucho a lo largo de estos años. Ya no eres el mismo chico asustadizo que acompañaba a Allen en sus locuras.

Oye tampoco estoy tan viejo, apenas tengo 20 años. Tú tienes milenios de existencia y ni arrugas te salen.

La diosa de la belleza dejó salir un ligero suspiro ante tal comentario. –Lo que trato de decir es… es momento de que empieces a tomar tus propias decisiones. Puedo entenderlo, tienes miedo y viniste a buscar el consejo de la persona más sabia que conoces… –Dejó caer su cabeza sobre el hombro del muchacho. –pero debes dejar ir ese miedo, por tu propio bien.

No es miedo lo que tengo…

Y tampoco estaría mal si ese fuese el caso. –Adelantó su respuesta. –El miedo es un factor común, incluso los dioses lo padecemos de vez en cuando. Hasta cierto punto… creo que demuestra lo humanos que somos…

Kahn dejó salir un alarido frustrado. –¡Odio tomar decisiones! Y odio este maldito sillón, está todo aplastado y viejo.

Si… Ottar suele sentarse aquí.

¿Es demasiado temprano para empezar a decirle papá?

Otra broma como esas y volveré tu cabello rosa. –Refunfuñó Freya.

Solo… palpo el terreno… ya sabes, por si acaso. –Carcajeó con malicia.

Freya se apartó con suavidad y le dedicó una expresión cariñosa. –Las cosas no ocurren por casualidad, querido. Tal vez sea tu momento de empezar de nuevo.

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho, traído de la mano de un ligero sentimiento de seguridad nació en su corazón.

Gracias mamá.

Ya te lo dije, no tienes porqué agradecerme. Ahora, será mejor que te vayas, hay personas esperándote fuera.

Kahn alzó una ceja. –¿Personas?

Allen dio la señal para que las puertas se abran. Kahn pasó junto a la orden de guerreros que orgullosamente reverenciaban a su diosa. Volteó unos instantes, buscando el abrigo de la cálida sonrisa que su madre solía brindarse en días como este. Sin embargo, lo que recibió de regreso no fue más que un apagado gesto intranquilidad, disfrazado detrás de una cansada sonrisa.

"Sabes que la cosa pinta mal cuando hasta la diosa Freya está preocupada" deliberó para sus adentros.

A las afueras del lugar, Ryuu esperaba con paciencia al regreso de su amigo. Para su sorpresa, esta última se encontraba acompañada por la inamovible postura de un elfo de vestiduras rosa y blanco. Lefiya, quien había llegado poco tiempo después de que Kahn se adentrase en Folkvangr, intentaba mantener su postura seria ante la imagen de la indiferente mujer de cabellera dorada.

¡¿Qué tipo de relación tiene el acusado con este lugar?!

No lo sé.

¡¿Cuánto tiempo lleva allí dentro?!

No lo sé.

¡¿Sabe usted qué clase de actividades está realizando el acusado?!

No lo sé.

¡¿Sabe decir algo que no sea "No lo sé"?!

No lo sé.

Por supuesto, Ryuu había dejado de prestarle atención luego de la décima pregunta. Girando su cabeza a una velocidad estremecedora, la joven hija de la familia Loki clavó sus ojos sobre el aventurero.

¡Usted! –Exclamó señalándole con un dedo. –¿Se puede saber qué es lo que hacia allí dentro?

¿Qué hacía yo ahí dentro? ¿Qué haces tú aquí? Esta gente está loca, ¿sabes? –Apuntó hacia los centinelas sobre la muralla. –Este no es lugar para una niña.

¡No soy una niña! –Chilló levantando su bastón por lo alto. –¡Tengo 15 años y estoy en el nivel 3, deberías mostrar algo de respeto!

Así no es cómo funciona el respeto… –Refutó a la par que negaba con la cabeza. –Por cierto, veo que tu pierna está mejor.

Lefiya bajó la mirada en dirección a su extremidad. Una blanquecinos vendajes podían apreciarse a través de sus medias, pero de todas formas la chica caminaba sin problema alguno.

Oh, si, la sanadora de nuestra familia es una chica muy habilidosa y… esperan, ¡No cambie el tema! –Recobró su seriedad. –La señorita Loki quiere hablar con usted. Fui a buscarlo al muelle pero no encontré más que a esa mujer de cabello rojo frente a su… casa-barco o lo que sea.

Kahn alzó una ceja con curiosidad. –¿Mujer de cabello rojizo?

Si, mencionó algo sobre conocerlo, pero no me dijo mucho más aparte de eso.

Dime… –Pidió sobresaltado, casi a modo de exigencia. –Dime cómo era ella.

Lefiya enmudeció al observar la mirada del muchacho. Ocurrió en una fracción de segundo. Tal vez hubiese podido ser su imaginación, tal vez un mero fallo en su visión, pero en aquel instante, los ojos de Kahn parecían haberse enrojecido con un tenue destello.

¡¿Cómo era?! –Vociferó repentinamente.

Eh… Era alta, un poco más que usted, de cabello corto y rojo. ¡S-Sus ojos! –Frunció el ceño como si intentase recordar de manera detallada. –Eran algo extraños, no se parecían a nada en particular… pero he de admitir que intimidaban un poco.

¿Kahn, qué ocurre? –Interrumpió Ryuu acercándose con brusquedad.

En ese momento, Kahn hizo a un lado a la joven de melena anaranjada y corrió a toda velocidad a través de la calle. "Pelirroja, pelirroja de cabello corto". En su mente los rostros de todas las personas que había ayudado se aglomeraban y pasaban frente a él. ¿Cuántas aventureras había que podían cumplir con esa consigna? ¿Cuántas eran las que le saludaban día a día? Pero sobre todo, ¿Cuántas de ellas sabían dónde vivía?

¡Señor Kahn, espere! Oh dios, ¿Dije algo que no…

Antes de que Lefiya pudiese acabar su pregunta, Ryuu salió disparada hacia su amigo, dejando atrás a la inquieta joven. Sus cabellos volaron y su mirada se llenó de nerviosismo al ver tal reacción de ambas figuras.

¡Oigan! Demonios… –Se precipitó a trotar tan rápido como le era posible. –¡Esperen! ¡Yo no puedo correr rápido!

Los vertiginosos movimientos Kahn eran seguidos por la alta movilidad de la joven elfo. Ella era veloz, lo suficiente para poder alcanzarlo sin problema alguno según hubiese pensado. Sin embargo, por mucho que se esforzase y evitase los obstáculos que se interponen frente a ella, era incapaz de acercarse. Trató de analizarle, comprender la manera en la que sorteaba el terrero, incluso la forma en la que sus músculos se movían; Todo aquello era discorde a la imagen del aventurero novato, era imposible que una persona con esas capacidades estuviese bajo la categoría de novato.

Se escapa. –Musitó para sí misma.

Alzó la mirada hacia los edificios a su derecha. Su ceño se frunció en un gesto receloso, pero aceptando a su vez la idea que había llegado. Flexionó sus rodillas y utilizando al máximo la fuerza de sus piernas saltó sobre las estructuras laterales sin detener ni retrasar su movimiento. El tejado crujió bajo sus pies, pero estos soportaron a la perfección su peso. Entre saltos y piruetas, Ryuu aceleró al máximo buscando con su mirada al joven de chaleco amarronado. La calle se extendía de forma pacífica hacia el interior de la ciudad. Jarrones rotos, carteles moviéndose y marcas de zapatos denotaban una presencia reciente, pero el lugar yacía por completo vacío. La expresión en el rostro de la muchacha cambió rápidamente de un semblante decidido, a una perplejidad total. Poco a poco comenzó a disminuir su trote hasta por fin detenerse, y miró con total profundidad a la quietud de su entorno.

Pero… hace instantes yo… ¿A dónde se fue?

Y entonces, sus pensamientos volvieron a centrarse. Sus manos acomodaron el mechón rebelde entre sus ojos, y su postura cambió el rumbo hacia su nuevo objetivo. "El muelle…".

Ciudad Laberinto, Muelle de Orario:

El viento remolineaba a su alrededor. La tranquila mujer de expresión sombría aguardaba con paciencia a pocos metros del hogar del hijo de la familia Tyr. Una abultada capucha ocultaba su rostro bajo un umbral de penumbras y dejaba entrever unos cuantos mechones de su cabello. Algunas miradas pasaron sobre ella, curiosas ante el tiempo que la dama había pasado allí, pero sin regalarle una mayor atención. De un momento a otro, pudo apreciar en el borde de su visión la apresurada llegada de un agitado muchacho.

Por fin… –Resopló con cansancio.

Los ojos del aventurero se encontraron con los de aquella figura; Más deslumbrante de lo que debería haber sido, alargado y de un color verde oscuro, como los que suelen tener los felinos. Un escalofrió recorrió su espina, como una advertencia de su instinto. Ambos se acercaron de forma lenta, analizando el aspecto de la persona que tenían en frente.

Comenzaba a creer que me había equivocado de sitio. –Admitió la mujer.

Ambos se detuvieron en su sitio casi de manera simultánea. Estaba a unos cuantos metros de distancia, lo suficiente para poder ver en caso de que alguno intentase algo.

Creí que serias más alto, pero sin duda eres tú. –Ladeó su cabeza de arriba abajo. –¿No crees que estás muy lejos de casa?

¿Qué quieres? –Interrogó Kahn engraveciendo su voz.

¿Qué quiero? Pues… no hay nada que yo pueda querer de ti…

Entonces deberías marcharte. –Apresuró.

La mujer comenzó a moverse a su alrededor, rodeándole lentamente, acechando como un depredador marcando a su presa. Kahn se mantuvo firme. No despegó sus ojos de la mujer ni por un instante. Su corazón latía con fervor, sus manos sudaban y se apretaban con fuerza y su aliento era pesado y caliente.

¿Marcharme? ¿Como tú lo hiciste? –Las manos de la aventurera se abrían y cerraban con lentitud, resonando con el chasquido de sus huesos tronando. –Me han contado mucho sobre ti, "Fealltóir".

Voy a preguntarlo una vez más. –Mostró sus dientes con amenaza. –¿Qué… diablos… quiere?

El suelo bajo los pies de la mujer se resquebrajó. El sonido innatural del viento agitándose a su alrededor estremeció a Kahn, quien no dudó en alzar ambos brazos frente a su rostro. Su cuerpo fue disparado hacia atrás, catapultado con una fuerza bestial hacia la pared de ladrillos en su espalda. El estruendoso crujir del impacto, los guijarros que volaron por los aires y el gruñido ahogado del muchacho alertaron a los ciudadanos de las cercanías.

Vaya, más rápido de lo esperado. –Con una mano tomó su capucha y la lanzó por los aires como una mera hoja. –Y por cierto, mi nombre es Revis.

Kahn se lanzó hacia si izquierda, esquivando un segundo puñetazo que alcanzó a perforar la pared. Revis jaló el interior de la estructura, derrumbando la pila de escombros sobre el cuerpo del muchacho. De manera inmediata, la aventurera pateó su abdomen con violencia. La espalda de Kahn golpeó un par de veces el suelo hasta poder retomar el control a mitad del vuelo. Revis se abalanzó sobre él una vez más, apuntando en esta ocasión a la altura del pecho. Sus miradas se cruzaron en una fracción de segundo, momento en el cual el joven encorvó su figura para esquivar el ataque. El puño de Revis pasó junto a la cabeza del muchacho, posición que fue aprovechada para atrapar su brazo completo. Kahn lanzó pisotón con todas sus fuerzas a la rodilla su rival. Sus huesos crujieron, y su piel se hundió en una posición imposible. Sin embargo, la mujer ni siquiera rechistó ante tal ataque. En vez de esto, utilizó la palma de su brazo libre para empujar lejos a su contendiente. Kahn fue catapultado hacia atrás, volviendo a caer de espaldas contra el duro suelo.

Me habían contado algunas cosas sobre los hijos de Tyr. –Alardeó Revis, observando con curiosidad su extremidad rota.

Los ojos del aventurero se clavaron sobre ella mientras volvía a pararse. Su pecho y espalda, los lugares donde la mujer le había golpeado recientemente punzaban de dolor. Una gota de sangre rodó por su labio inferior, reflejando el rostro de aquella estremecedora entidad.

¿Fue él quien te enseñó a golpear así? Acabas de destrozar el interior de mi pierna de un solo ataque.

El me enseñó lo suficiente para hacer más que solo eso. Aun estás a tiempo de darte la vuelta, ¿sabes?

Revis ladeó su cabeza. –Si… el hecho es que, no puedo hacer eso.

En aquel momento, un sonido espantoso fue producido por la extremidad de la aventurera; El crujir de sus huesos, sus músculos y tendones contorsionándose y regresando al sitio del que alguna vez habían formado parte. Su pierna se había curado sola enfrente de sus ojos.

Yo también sé algunos trucos. –Alardeó inexpresiva.

Oh, mier…

Una vez más, Revis cargó contra Kahn a toda velocidad. Este último se preparó para el impacto formando una cruz con ambos brazos. Estaba muy cerca de ella para intentar esquivar su ataque, pero aún tenía la posibilidad de intentar otra cosa. Poniendo toda su fuerza en un único ataque, Kahn golpeó la muñeca de Revis, redireccionando la dirección del golpe lejos de él. Ambos aventureros chocaron sus cuerpos en un estrepitoso enfrentamiento de fuerza. Sus piernas se flexionaron para soportar la presión, y el concreto bajo sus pies comenzó a agrietarse. De manera inmediata ambos se soltaron, lanzaron un puñetazo simultaneo contra su rival. Kahn logró esquivar el golpe y asestar su ataque contra el rostro de Revis. Sin embargo, esta atrapar tomar al muchacho por el brazo. Movido como una hora de papel, Kahn fue levantado por los aires y azotado con violencia contra el suelo. Revis se lanzó sobre él, tomándolo por el cuello para evitar que escape y presionando su cabeza contra el concreto.

A simple vista, no pareces la gran cosa… –Musitó clavando su mirada en los ojos color café del aventurero. –El hijo bastarde de Odín y Freya, el "guerrero invencible" que ahora lucha por respirar…

El joven se aferró con todo lo que tenía para intentar zafar de su agarre. Aquella mano, tan fría como la hoja de una espada, presionaba con gran fuerza para cerrar la entrada de aire a sus pulmones.

Vaya chiste. Su garra comenzó a cerrarse de forma lenta, como si fuese una pinza aplastando la garganta de su rival. –Me prometieron algo mucho mejor, un guerrero imparable, despiadado y feroz, me prometieron mucho más que esto…

Kahn golpeó la coyuntura de su extremidad, trató de patearle en el vientre, incluso extendió sus brazos hacia el rostro de la mujer en el rostro, pero esta ni siquiera se inmutó ante sus intentos desesperados.

Me prometieron a un monstruo.

Entonces, en el instante en que esa declaración llegó a oídos del muchacho, algo ocurrió; Su mirada cambió, sus ojos resplandecieron con un fulgor rojizo y sus dientes se presionaron al borde del rompimiento. Los sonidos a su alrededor perdieron la intensidad, se callaron, dejando solamente el retumbante latir de su corazón el aire.

Aléjate…–Dejó salir, acompañado de una bocanada de aire caliente.

El brazo de la aventurera comenzó a moverse. Sus músculos comenzaron a ceder ante la fuerza del muchacho. Su mirada cambió, mostrando un semblante confundido ante lo que estaba ocurriendo.

Kahn gruñó con mayor intensidad. –¡Aléjate!

Sus manos aplastaron el brazo de la aventurera, rompiendo partiendo sus huesos y desgarrando los tendones en su interior. Revis lanzó un puñetazo con su brazo libre. El impacto fue directo. El terreno vibró, la tierra se estremeció y el concreto se agrietó… pero Kahn…

¡ALEJATE DE MI!

Kahn ni siquiera se inmutó. Su puño voló contra el rostro de la aventurera. La fuerza de tal impacto fue incomparable a la de sus ataques anteriores. El cuerpo de Revis salió disparado a través de la calle, impactando por fin contra la propia embarcación del joven y atravesando una de las paredes del mismo. El bote tembló y giró con violencia, así como las aguas. Kahn volvió a pararse, tronando sus nudillos mientras respiraba con pesar. Lejos de acabar allí, Revis perforó la cubierta de la embarcación y se impulsó de regreso contra su objetivo. Los puños chocaron, liberando así una onda expansiva a su alrededor. El brazo destruido de a aventurera regresó a su estado original, permitiéndole atacar de regreso. Kahn logró bloquear el puñetazo, atrapándole a su vez entre sus manos.

Bien… Así está mucho mejor, pero va a hacer falta más que solo eso. –Dejó salir la mujer tras escupir unas gotas de sangre.

La mujer empujó hacia adelante, acción imitada por el muchacho de cabellos oscuros. La fuerza de ambos era abrumadora, tanto que el mismísimo terreno bajo sus pies comenzó a ceder; El concreto se agrietaba y separaba para crear una profunda abertura entre los dos. A su vez, los gruñidos de rabia provenientes de Kahn resonaban a través del eco de las calles. Los pocos civiles que se encontraban en los alrededores corrieron por el miedo que simbolizaba ver al muchacho de esta forma. No era él, estaba perdido en sus emociones, tratando de escapar de aquel mar de dolor y rabia en el que estaba sumergido.

Dime una cosa, ¿Qué tan importante es para ti la chica esa de cabello anaranjado? –Preguntó la mujer de flameantes cabellos.

Cierra la boca… –Gruñó mostrando sus molares.

La mirada de Revis se mantenía firme sobre Kahn. Ella le observaba con curiosidad, tratando de entender el extraño resplandor rojizo que emanaba de sus ojos. Esa luz, ese extraño fulgor del cual había oído pero creía solo ser un cuento.

¿Ella sabe lo que eres? O mejor dicho, ¿alguien más lo sabe?

¡Dije que te calles! –Rugió, presionando con ira los puños de la aventurera.

De las profundidades del terreno partido, el agua comenzó a inundar el agujero. La aventurera ladeó su cabeza, formando una mueca burlona sin mover un solo musculo de su rostro. Ella se acercó de manera lenta al rostro de su rival, y con voz calmada y suave le musitó.

Te da miedo lo que pueda pasarle, ¿no es así?

¡Cállate! –Exclamó Kahn a todo pulmón.

Entonces, aprovechando la rabieta, Revis se desprendió de su agarre con un simple movimiento de muñecas y pateó con violencia el terreno bajo los pies del muchacho. El concreto se desmoronó, desprendiéndose de los pies del joven y dejándole caer al interior de la grieta. Sin embargo, Revis extendió su brazo, atrapando su muñeca y lanzándole por los aires. Kahn salió disparado con dirección al mar. Sin embargo, la esvelta mujer no le dejaría ir sin más. Revis le interceptó en medio del aire. Sus manos formaron un único puño, y con este procedió a rematar al aventurero. Cayendo a una velocidad aun mayor que la anterior, el cuerpo de Kahn atravesó el techo de su embarcación y aboyó las tablas del piso interior. Su cabeza había sido golpeada, razón por la cual su visión se tornó borrosa por unos momentos. Un zumbido agudo repiqueteaba en su oído izquierdo, como el aleteo de un mosquito. Sin embargo, bajo su propia percepción de la realidad, fue capaz de notar algo singular; Una sombra, una silueta que se precipitaba a toda velocidad desde el exterior. De inmediato giró hacia un lado, esquivando el puñetazo destructor que perforó el suelo a centímetros de su cabeza. Contestando con un golpe al rostro, Kahn se lanzó sobre el cuerpo de Revis. Dejando salir su ira a través de rápidos ataques contra la mujer, el aventurero gruñía y gritaba como un desquiciado.

¡Lárgate! ¡Te dije que te alejaras de mí! ¡Te dije que me dejaras tranquilo!

La madera temblaba, la estructura se estremecía y los pocos adornos del barco caían al suelo. El calor emanado por el cuerpo del aventurero iba en aumento, y el fulgor de sus ojos comenzaba a hacerse cada vez más fuerte, llegado un punto en el que parecía que sus retículas habían cambiado de color.

¡LARGATE DE MI CASA!

Sus manos se juntaron en un único puño, igual que la mujer había hecho con anterioridad. Una estela rojiza bañó sus extremidades, como una llama de baja intensidad. Entonando su ataque en alto, anunciando por cielo y tierra las palabras que tanto detestaba decir, Kahn desató sobre Revis la furia de la bestia.

¡MUSPEL-STRIKE!

Un estruendo aterrador resonó a través de todo el muelle. Astillas, clavos, vigas enteras fueron arrancados y esparcidas por todos lados. El casco, partido en dos, se hundió de manera lenta hasta tocar el fondo del helado muelle, y allí mismo, yacía un semi inconsciente joven de maltratados ropajes y cabello oscuro.

Kahn sintió el cansancio en todos sus músculos, el dolor de sus moretones y eventualmente, el helado abrazo del agua a su alrededor. Sus ojos se abrieron, y fue capaz de contemplar lo que había ocurrido a su alrededor. Los restos de su hogar nadaban a su alrededor; Su ropa, sus muebles, los recuerdos que algún vez habían pertenecido a su tierra. "Genial…" se quejó para sus adentros. Apuntó en dirección a la superficie, y comenzó a bracear tan rápido como le era posible. El sentimiento de soledad absoluta, de calma y tranquilidad parecían haberse asentado, pero nada más lejos de la realidad. De repente, sintió el agarre mortal de unos fornidos brazos, enredándose y arrastrándole de regreso a las profundidades. Intentó luchar, pero la fuerza que le imbuía hace instantes se había diluido por completo. Un puñetazo a la altura de las costillas bastó para vaciar el aire restante en sus pulmones. Él podía verla con el rabillo de sus ojos, podía ver aquel rostro inexpresivo, aquel reflejo de un asesino que no se detendría por nada del mundo hasta verle desaparecer de la existencia. Sin embargo, esto no fue lo único que pudo ver. Un ligero destello plateado se movió detrás de Revis, oculto en el interior del líquido opaco. La silueta de un arma, un alargado cuchillo de cocina que era empuñado por una damisela de orejas alargadas. En un abrir y cerrar de ojos, un espeso chorro de sangre tiñó el agua de color rojo. Los ojos de Revis se abrieron con sorpresa, y su agarre se debilitó por momentos. La hoja entraba y salía del cuerpo de la aventurera, escalando rápidamente a través de su espalda para, por fin, atravesar su garganta. El aventurero se separó de su atacante, y el veloz elfo aprovechó para tomarle del brazo y arrastrarle hasta la superficie.

¡Dios! –Exclamó Kahn cuando el aire volvió a entrar a su sistema. –¿Q-Qué demo… – Volteó el rostro, encontrándose cara a cara con los molestos ojos azules de Ryuu.

¿Se puede saber qué fue lo que ocurrió aquí? y más importante, ¿en qué estabas pensando al salir corriendo de esa manera?

El cuerpo del muchacho cayó con suavidad sobre el concreto agrietado. El agua residual en sus pulmones, así como un poco de sus sangre fueron expulsadas a través de una pesada tos. De fondo podía oír la voz de la joven a sus espaldas, reprimiéndolo por la actitud que era incapaz de comprender. Se limitó a respirar, tratando de dejar que sus músculos descansen tras la inmensa exigencia. Sin embargo, su cerebro quien se mantenía activo en ese momento, logró percatarse de algo.

¡El borde! –Gritó levantándose de forma brusca. –¡Aléjate del borde!

Los sentidos de Ryuu se alertaron. El repentino repicar del agua estalló detrás suyo, haciéndole saltar hacia atrás de manera defensiva. Posicionándose frente a Kahn con su guardia en alto, los ojos del elfo contemplaron a la lacerada bestia de ojos afilados. La sangre emanaba de las heridas de Revis, heridas que se cerraron tan pronto como su cuerpo pisó tierra.

Una jugada bastante sucia para un elfo… –Mencionó tronando los huesos de su cuello. –Bien, ¿lo intentas otra vez?

El aventurero posó su mano sobre el hombro de su amiga. –Ella me buscaba a mi… Esta es mi pelea.

Estás demente si creer que voy a dejarte solo contra esa cosa. –Replicó a regañadientes.

Revis flexionó su rodillas, preparándose para saltar contra los dos. –¿Entonces es un dos contra uno? No me importa.

Preparándose para actuar, Ryuu y Kahn se prepararon para hacer frente a la monstruosa aventurera. Más esta pelea estaba por dar otro giro en favor al muchacho de chaleco desgastado. En el momento en el que Revis se preparaba para atacar, un destello azul plateado se abalanzó delante de sus ojos. El filo de una espada de carácter irrompible se posicionó sobre el borde de su cuello detuvo su avance. Una mirada intimidante de una joven de alargados cabellos dorados se clavó sobre ella.

¡Señor Kahn!

El muchacho volteó la mirada, dedicando una sonrisa para la joven de rosadas vestiduras. Allí estaba ella, la niña conocida como Lefiya, apuntando con su báculo Lagrima del Bosque y acompañada por la autoridad de su maestra Riveria.

En nombre del gremio de Orario, la diosa Loki y la familia Ganesha, ¡Queda detenida! –Exclamó la aventurera de nivel seis, acercándose de manera tranquila a los dos jóvenes en el frente.