Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC.
Este Fic, está creado (una vez más), con base en el reto de FxRobalino, del capítulo 7 de "Harry Potter y El Retorno del Rey"
Harry debe ser mujer.
Harry mujer, debe gustar de las mujeres.
Harry mujer, debe tener un harem de mínimo siete mujeres, la única obligada es Hermione.
Harry mujer, debe ser alguna criatura mágica como las Veelas (a elección del autor)
La historia debe comenzar en tercero, cuarto o entre esos dos años.
Harry mujer, debe tener una relación incestuosa (relación con su madre o hermana)
Harem: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Susan Bones, Padma Patil, y Lily Evans.
Harriet Potter y La Espada Maldita.
Capítulo 6.
Ron Weasley, no era un alumno feliz.
Había ingresado a Hogwarts, desde una familia de Sangre Pura, pero a pesar de eso, su familia siempre sería vista como la de los traidores de la sangre.
Ingresó, con una misión que le habían otorgado: Hacerse amigo, de la Niña-Que-Vivió, y enseñarle sobre las maravillas del Mundo Mágico...
Pero casi nunca podía encontrar a la chica. O estaba en la biblioteca (lugar que él jamás en su vida pisaría, por considerarlo aburrido) o estaba con la Mortífaga en miniatura (Daphne Greengrass), o con las ratonas de biblioteca (Padma Patil y Hermione Granger) o con la rarita (Susan Bones), además, ¿Por qué su madre insistía, en que se hiciera amigo de la mocosa?
¡No tenían nada en común, fuera de estar en Gryffindor y ella ni siquiera parecía serlo!
Aquel día, se acercó a la chica, la cual cerró el libro con fuerza, haciéndolo dar un salto, hacía atrás. ―Genial, justo lo que siempre he querido: Subirme a una escoba, y acabar cayendo, a altas velocidades. ―gruñó Harriet, y vaya que se veía molesta. Suspiró y dejó el libro en la mesita, en la cual subió los pies.
― ¡¿ESTÁS LEYENDO VOLANDO CON LOS CANNONS?! ―preguntó un excitado Ron Weasley, haciendo que Harriet se encogiera, por el volumen de la voz del chico.
―No. No lo estoy leyendo, pues tomarlo si quieres ―se quejó ella, mientras que, de forma muy poco femenina, llevaba su dedo meñique a su oído, queriendo destaparlo, luego de quedar casi sorda, por el pelirrojo. Se levantó y se retiró de la Sala Común, dispuesta a dirigirse a la biblioteca y preguntar a la señora Pince, qué libros podría recomendarle, sobre el vuelo en escoba. Recorrió los pasillos del castillo, bajó sus escaleras, sorteó algunas otras escaleras, pues todas se movían, y finalmente llegó a la biblioteca, aunque tuvo que pedirle ayuda, a algunos de los retratos, quienes le guiaron. Ingresó en la biblioteca, sin llamar a la puerta, solo entró, encontrándose a alumnos de todas las edades, por aquí y por allá. Se dirigió hacía Irma Pince, quien estaba leyendo algo. ― "Buenos días, señorita Pince" ―saludó la chica.
― "¿Cómo puedo ayudarla, señorita Potter?" ―preguntó la mujer, mirando a la chica de cabellos negros y ojos verdes, queriendo ser muy cuidadosa, pues recordaba perfectamente bien, al bromista padre: James Charlus Potter.
― "Deseo pedirle, un libro sobre el vuelo en escoba" ―dijo la chica, sonrojándose. ― "Perdóneme, pero no creo poder calmarme, pues tengo esa clase, en dos días"
― "Es innecesario, el pedir disculpas señorita" ―dijo la señora Pince, quien se levantó y la guio hasta una sección de la biblioteca, buscó entre los libros de la fila superior, y luego de la fila media, hasta detenerse ante un libro, el cual agarró, luego caminó un poco más, agarrando otro; al final, Harriet terminó, con seis libros en sus brazos. ― "¿Desea sacarlos?"
― "¿No hay forma, de apartarlos, y que venga después por ellos?" ―Preguntó ella, con una sonrisa, que le recordó a Irma a James Potter... Si es que él, hubiera sido mujer. ― "Quiero decir: Dejarlos de lado, y poder estudiarlos después..." ―la mujer miró a la joven, con una sonrisa burlona, y ella se dio cuenta de su estupidez. ― "Por favor, póngalos a mi nombre"
Unos minutos después, estaba Harriet, con los libros en sus brazos, caminando hacía aquella habitación, donde tuvieron que esperar, a que estuviera todo listo, para luego tener que ir a probarse el Sombrero Seleccionador. Leyó con calma, pero siempre al pendiente con la hora.
Si es sincera consigo misma: Harriet sabe, que todo aquello, es y será infructuoso. Definitivamente, volar en una escoba, es algo que se deben de aprender con la práctica, no leyéndolo de libros.
Pero solo llega a esa conclusión...
Luego de dos días.
Harriet estaba segura de que Augusta Longbottom, había tomado una sabía decisión, al prohibirle a Neville subirse a una escoba, teniendo en cuenta la gran y malsana cantidad de accidentes que el rubio tenía en tierra firme.
No quería ni imaginarse, como sería en el aire. Teniendo en cuenta, que era un chico muy agradable, incluso con los nervios que solía sufrir, decidió vigilarle, y auxiliarlo, para evitar que algo malo le pasara, en el aire.
Y esa misma tarde, luego de leer tanto y de tener su cerebro en formol, a causa de las clases del día, los Gryffindor y Slytherin, se reunieron en el campo de Quidditch, ante la profesora Rolanda Hooch, esposa de la profesora McGonagall.
―Bien, ¡¿y que están esperando?! ―preguntó la profesora. ―Todo el mundo, junto a una escoba, la cual debe de quedar a su derecha. ¡Vamos, vamos! ―todos obedecieron rápidamente. ―Extenderán sus manos, hacía las escobas y gritarán con fuerza "arriba"
― ¡Arriba! ―exclamaron todos.
Harriet dio un paso hacia atrás, cuando su escoba saltó a sus manos, pero sus instintos de depredadora, le permitieron agarrar firmemente la escoba.
La escoba de Neville, rodaba por el suelo.
Daphne agarró su escoba firmemente, y suspiró.
La escoba de Ron Weasley, le dio en la cara.
Parvati logró alcanzar su escoba y lo mismo con Lavender Brown y Millicent Bulstrode.
Luego de algunos minutos, todos tenían sujetas sus escobas.
Harriet, Parvati, Millicent y Daphne, no pudieron evitar reír, y tuvieron que sofocar aquellas risas, cuando la profesora Hooch, le explicó a Draco Malfoy, quien se jactaba de volar muy bien, que había estado agarrando la escoba, mal todos esos años, y que era un milagro que siguiera vivo.
Les explicó como subirse adecuadamente. ―Cuando haga sonar mi silbato, darán una fuerte patada, se inclinarán hacía el frente, para volar en esa dirección, y ya saben ir en reversa. ―Todos asintieron. ―Luego desciendan, inclinándose suavemente, ¿entendido? ―asintieron de nuevo. ―Cuando suene el silbato. Una, dos... Tres.
Neville fue el primero en ascender, pero eso era todo lo que hacía: Ascendía.
Nadie le prestó atención, todos comenzaron a volar despacio.
Harriet le miró, supo que estaba en problemas, ¿Cómo era posible, que nadie más se diera cuenta?, gruñendo, ascendió y alargó su mano. ― ¡NEVILLE, SUELTATE, ¡YO TE SUJETARÉ, LO PROMETO! ―Neville se soltó, agarró la mano de Harry y descendieron.
― ¡CUIDADO! ―Gritó Neville. Harriet vio la escoba, ir hacía ellos, así que descendió más rápido, logrando esquivarla, mientras que escuchaba el "¡BUM!", el golpe de la escoba, contra la pared. Llegaron a tierra firme, Neville estaba pálido y Harriet sonreía emocionada.
Neville corrió hacía un baño, para vomitar, ya luego le agradecería a la pelinegra, por salvarlo.
― ¡ATRAPALA, POTTER! ―Gritó Malfoy, en el aire y arrojando algo.
― ¡La recordadora de Neville! ―se dijo Harriet a sí misma, volando a gran velocidad y con una maestría, impresa en su sangre, alcanzando la Recordadora, y girando, para no estrellarse contra la ventana de la asombrada Minerva McGonagall, quien, por un instante, no vio a Harriet, sino a Euphemia Deneuve.
Pasaron algunos minutos, todos aún estaban sorprendidos, por lo que hizo Harriet. ― ¡HARRIET POTTER! ―Gritó alguien, detrás de ella.
―Buenas tardes, profesora ―saludó la joven.
― ¡¿CÓMO SE TE HA OCURRIDO...?! ―La mujer pensaba más rápido, de lo que hablaba. ― ¡Has podido romperte el cuello, ven conmigo!
―Sí señora ―dijo Harriet, dejando la escoba y siguiéndola a paso calmado. No estaba preocupada, por llegar a ser expulsada. Había vivido sola y lo hizo muy bien, todos esos años. Podría volver a las calles, sin ningún problema o añoranza.
La profesora McGonagall, abría puertas de salones y las cerraba, caminaba rápidamente. Finalmente, pareció relajarse al ver lo que tanto estaba buscando. ―Discúlpeme profesor Flitwick ¿puedo llevarme un momento a Wood? ―Del salón, salió un joven de cabello negro, que tenía 14 años, quien miró extrañado a Harriet y ella también lo estaba, ambos siguieron a la profesora McGonagall, hasta un salón de clases, de donde echó a Peeves quien escribía groserías en el pizarrón. ―Harriet, Wood es el capitán y guardián del equipo de Quidditch de Gryffindor. Wood, te he encontrado una nueva buscadora.
― ¿En verdad, profesora? ―preguntó Wood abriendo los ojos, y caminando alrededor de la jovencita. ―Cuerpo pequeño y ligero para el vuelo, creo que eso estaría bien.
― ¿Qué piensas, señorita Potter? ―preguntó la profesora McGonagall, volviéndose para mirarla. ― ¿Le interesaría practicar un deporte mágico?
―Mis conocimientos sobre el Quidditch son casi nulos, profesora. Pero lo encuentro interesante. Buscadora... ―Lo pensó un momento. ― ¿Capturar la Snitch?
―Así es.
―Bien, no perderé nada con intentarlo ―concluyó ella.
―De acuerdo. Hablaré con Albus, para que te compre una escoba, en buenas condiciones Potter, y quiero oír que te entrenas mucho o cambiaré de opinión, sobre el castigo ―dijo Minerva sonriente, ambos asintieron. ―James habría estado orgulloso.
―Búscame en el campo de Quidditch al atardecer, Harriet ―dijo Oliver. Harriet asintió, y ambos salieron, de ese salón.
Iba a contarles a Daphne, Susan, Padma y Hermione, definitivamente.
