¡Hola de nuevo! Lo primero quiero agradecer a todos los que habéis dado follow y favorite mi historia, ese tipo de feedback tan positivo me motiva mucho para seguir adelante y ver que a la gente le gusta como escribo.
A los dos comentarios también quiero daros las gracias, y contestaros por aquí antes de seguir la historia:
Vic Black: ¡Muchas gracias por añadirlo a tu lista! Espero que cuanto más avance la historia te vaya gustando más y más :)
Femmy: ¡Hola! Lo primero, gracias por avisarme del error a partir del capítulo 2, porque no lo vi hasta que tu comentario me llegó. Aún así, me alegro de que te haya gustado tanto como para leerlo a pesar del fallo de formato. ¡Ahora ya lo he subido bien! Así que puedes disfrutarlo sin el formato ese :)
Espero poder escribiros más respuestas de comentarios según vaya avanzando la historia y me encanta saber lo que pensáis así que no dudéis en dejarme vuestra opinión :)
Ahora vamos a los avisos:
-He decidido adelantar algunos hechos con los padres de Hermione, porque no veo que se vaya a revisitar pronto, así que espero que os guste.
-El Wizengamot y sus características nunca son detallados en los libros, así que todo lo que tiene que ver con ello me lo he inventado.
¡Disfrutad la lectura!
…..
Hermione despertó con un dolor de cabeza que hacía que todo se moviese. Le recordaba a los dolores de cabeza que sufrió durante su tercer año, cuando el cansancio de tanto estudiar se hizo demasiado para ella. Mientras trataba de ubicarse en la cama, poco a poco los recuerdos de la noche anterior vinieron a su mente. Las botellas. El Parque. El beso….
Una vez toda la noche había pasado por su cabeza, Hermione no pudo evitar sobresaltarse en la cama y mirar a su alrededor. Su ropa no estaba por ninguna parte, pero su cama estaba vacía, con ella sola entre las sábanas. Hermione recordaba a Draco en la puerta de su casa, pero nada más. No sabía si había entrado con ella, y si lo había hecho, que había pasado tras ello.
No era una inocente, sabía que lo sucedido la noche anterior había pasado un antes y un después entre los dos, pero no le ponía nerviosa eso. Ella quería tacharse de madura, de no dejarse llevar por atracciones infantiles, por lo que sabía que podría trabajar con él sin problemas; pero no sabía si él sería tan maduro. Y necesitaba comprobar si él estaba en la misma página que ella.
El ruido en el piso de abajo (algo más de lo habitual) fue lo que la hizo salir de la cama, quejándose internamente por lo mucho que palpitó su cabeza cuando cambió de posición. No estaba desnuda, eso era positivo, pero tampoco iba con la ropa de ayer. Tenía puesto el pijama, lo que la aseguraba que algo había sucedido anoche, el qué no lo tenía claro. Pero no quería aparecer delante de Draco y confesar que no recordaba casi nada de la noche que podía haber pasado o no.
Mientras debatía si debía o no preguntar nada más verle, Tilly apareció a su lado con un vaso de agua y una pócima de color indefinido.
-Buenos días Ama Herms, le he traído una pócima para la cabeza.- La chica sonrió, la elfina por fin había comenzado a acortar su nombre a petición suya, y si tenía suerte, algún día dejaría de llamarla ama.
-Gracias Tilly. Me mata la cabeza.- Con agradecimiento cogió el vaso y la pócima y sin dudarlo vació ambos. La poción sabía muy fuerte, pero nada más tragarla el dolor de cabeza desapareció y se notó mucho más fresca.
-¿Qué es esta poción? ¡Es super eficiente!-
-Es una pócima de resaca. Pero no se puede beber muy seguido o puedes ir perdiendo el pelo.- Tilly parecía divertida ante toda la situación, y Hermione se preguntó cuantas veces había visto a alguno de sus maestros perder el pelo por culpa de eso.
Pensar en lo que la elfina había visto, fue lo que la recordó que seguramente la había visto volver anoche. Y sabría lo que habría pasado.
-Tilly, ¿qué pasó anoche cuando llegué a casa?- La elfina sonrió más ampliamente ante la pregunta.
-Ama, estabas muy bebida. El Amo Draco también, así que cuando llegasteis os sentasteis en la biblioteca. Parece ser que queríais leer algo, pero os quedasteis dormidos los dos. Gilly y yo te llevamos a ti a la cama y al Amo Draco a una de invitados. Él ahora está despierto ya, en la cocina, intentando hacer el desayuno.- Parecía especialmente ofendida por el tema del desayuno.
-Gracias Tilly. Voy a ver que está cocinando.- La elfina casi ni esperó a que se levantase antes de ponerse a hacer la cama de la morena y desapareciendo tras eso.
Draco estaba en la cocina, como Tilly había dicho, poniendo dos gofres perfectamente hechos en la mesa de roble, uno de los muebles favoritos de Hermione. Era de la cocina original, y estaba en la zona de "servicio", era grande, redonda y de un color oscuro. Parecía que aguantaría un huracán y daba a la cocina un aspecto más hogareño.
Cuando la vio, el chico se sonrojó levemente, pero no parecía avergonzada.
-Buenos días Hermione.- La chica se acercó a la nevera, donde sacó la leche y el zumo de naranjas.
-Hola Draco. Llámeme Herms, mi nombre es demasiado formal a veces.-
-Es muy de princesa griega, ¿no crees?- Eso hizo detenerse un segundo a la chica.
-¿Has leído la Ilíada?- Poca gente sabía que sus padres habían escogido su nombre por ser la hija de Helena de Troya. Su madre se llamaba Helen y a los dos les había parecido un dato divertido sobre ella.
-Este verano me he abierto muchas puertas con libros de muggles. La Ilíada y la Odisea fueron de los primeros que leí. Me resultó divertido leer tu nombre ahí.-
Eso arrancó una sonrisa en Hermione.
-¿Te ha gustado la literatura muggle?- El chico asintió mientras terminaba de echarse el té humeante. Tenia un olor increíble y a Hermione se le abrió aún más el apetito.
Los dos se sentaron ante la mesa, tratando de no devorar directamente los gofres ante ellos.
-Si, la verdad es que es más entretenida que la mágica.-
Y con eso los dos comenzaron a comer.
….
Mucho se podía decir de Draco Malfoy, pero que no era un buen cocinero no era algo. Los gofres estaban buenísimos y Hermione casi babeaba con cada trozo que consumía. El chico también era humilde, porque cuando se lo dijo, solo sonrió de medio lado y señaló que cualquiera podría hacerlo. Hermione lo dudaba, pero no iba a quejarse.
Durante la comida los dos mantuvieron una conversación bastante entretenida, primero de libros que tanto Hermione como Draco habían leído, y continuando por películas, que era algo que el chico no sabía ni lo que era al principio, pero que cuanto más explicaba Hermione, más ganas tenía de ver con sus propios ojos.
-¿Qué películas podríamos ir a ver? La verdad es que me llama la atención.-
-Pues ahora no hay muchas, pero "La hada novata" sigue en cartelera, y la de "Incógnito" pero no sé mucho de esa, parece un misterio…-
El chico consideró un momento.
-Me apetece algo de misterio. Los muggles son muy ingeniosos, como Sherlock Holmes. ¿Has leído de él?- Y la conversación volvió a los libros.
Una vez acabado el desayuno, los dos se sentaron en el salón, y se miraron. Hermione, que nunca fue sutil, prefirió cortar la tensión que iba aumentando por momentos.
-No me arrepiento de lo que pasó ayer Draco.- El chico la sorprendió cortándola en seco.
-Si esperas que yo me arrepiente te equivocas. No me arrepiento para nada.- Hermione asintió. Había esperado al menos un poco de arrepentimiento.
-Me alegro. Pero si que voy a ser sincera, acabamos de terminar una guerra, y creo que ninguno de los dos necesitamos complicarnos con sentimientos, sobre todo por algo como esto. No nos conocemos tanto como para que esto vuelva a suceder así como así.-
Al terminar de decirlo Hermione miró al chico a su lado. Parecía serio, pero no enfadado.
-Entiendo lo que dices y estoy de acuerdo. Lo que pasó ayer fue algo que me gustó, no lo voy a negar, y aunque no me importaría repetirlo, tienes razón. Acabamos de terminar una guerra y no sé tú, pero yo aun no estoy seguro de lo que quiero hacer con mi vida. Pero si quiero decirte algo Hermione.- La chica asintió, dándole la oportunidad de seguir hablando.
-No quiero ser un extraño para ti. Eres una chica increíble, y aunque me encantaría volver a besarte, prefiero ser tu amigo de momento…. Si tú quieres por supuesto.-
Hermione sonrió abiertamente. Este Draco, era más dulce de lo que se esperaba en la vida real.
-¡Por supuesto que me gustaría ser tu amiga! ¡No todo el mundo puede hablar de libros como tú!- Y con un puñetazo en el hombro, los dos sonrieron. Una amistad sonaba un buen comienzo.
….
Después de aquella mañana, Hermione comenzó una amistad con el chico que no se esperaba. Draco resultó ser un gran amigo para ella: le gustaban libros parecidos, adoraba aprender cosas, tanto muggles como mágicas, y podían hablar horas y horas, ya fuera de cosas triviales o de temas serios como política del Wizengamot.
Para Hermione, agosto pasó rápidamente, gracias a esa nueva amistad, así como las visitas y cartas de sus antiguos amigos: Harry seguía visitando lugares, en especial Tokio, que según su última carta, tenía un montón de historia sobre su madre; Luna la escribía cada quince días sobre su expedición con Newt Santander y su nieto, que trataban de encontrar criaturas como de las que ella hablaba; Lavender, Parvati, Seamus y Dean la habían escrito para su sorpresa, desde América, donde los cuatro se encontraban en un viaje de carretera por la ruta 66, y la animaban a viajar al mundo mágico americano, que estaba lleno de hechizos y teorías que a su lado académico le iban a encantar; y por último Theo y Blaise (aún mas extraño) que le habían escrito para invitarla a una reunión sobre el Wizengamot un par de días antes de la sesión oficial en la que se votarían las propuestas. El resto de sus amigos (Ginny, Ron, incluso Daphne) se pasaban por su casa, pero a veces le daba la sensación de que era por su piscina y las comidas que Tilly hacía más que por pasar tiempo con ella. Draco también se había aprovechado de su piscina cuando iba, pero era más tranquilo, y no insistía en aguadillas y voleibol. Daphne prefería mojarse un poco y volver a la hamaca, pero a Hermione no le importaba mucho. Por alguna extraña sensación, aquello le gustaba. Sus veranos siempre habían sido viajes largos con sus padres y luego ver a sus abuelos maternos en la granja, pero agradecía un verano tranquilo y sin mucho viaje.
Pero al ir a acabar agosto, Hermione supuso que tenía que hacer algo importante, algo que podía romperla el corazón, y era algo que tenía que intentar hacer sola:
Devolverle la memoria a sus padres.
Lo había reflexionado mucho, y aunque sabía que el hechizo había sido muy potente, tenía que intentarlo, aunque fuera para abrazarles una vez más y asegurarles que su hija seguía viva, allá donde estuviera.
El viaje hasta Australia lo había acordado con el ministerio desde su casa, y evitarse el momento incómodo de tener que andar por medio de un edificio lleno de gente que iba a mirar y seguirla como si fuera un alienígena. La habían enviado una pluma que tenía que activarse durante quince minutos, y que volvería a activarse por la noche para traerla de vuelta a su casa.
La mañana del viaje, Hermione apenas podía estarse quieta. Se había vestido con un vestido blanco vaporoso y una sandalias romanas, algo arreglada, pero que al mismo tiempo la permitía una mayor movilidad por si se encontraba con problemas. Tilly le había preparado un desayuno muy copioso, pero la chica apenas mordisqueó su tostada, demasiado preocupada como para reaccionar de otra manera
Cuando por fin llegó al hora, la chica agarró la pluma con fuerza, y apenas tuvo tiempo de cerrar los ojos antes de notar el movimiento brusco de la aparición. Al ser un lugar tan alejado, Hermione tardó un tiempo demasiado largo, tanto que cuando volvió a poner pie en tierra firme, apenas tuvo tiempo de girarse antes de vomitar violentamente. Tenía que encontrar otro método de viaje, este era demasiado agresivo con sus pobres intestinos.
Una vez las arcadas habían parado, Hermione miró a la casa a su lado. Era bonita, muy británica en estilo y tenía dos coches aparcados, lo que significa que ambos estaban en casa. Hermione miró con miedo la puerta, pero tuvo que recordarse que era una Gryffindor antes de andar hacia la puerta y llamar.
Su padre había cambiado muy poquito, pero lo que le sorprendió fue la mirada de reconocimiento al verla.
-¡Hermione!- Y se encontró entre los brazos de su padre.
Mientras una parte de ella se alegraba al estar en brazos de su padre, otra muy grande se preguntó que estaba pasando. Su padre no debería reconocerla. Un segundo después, y aún en brazos de su padre, Hermione oyó el grito de su madre, y notó como otro cuerpo se pegaba al suyo con fuerza. La parte que se preguntaba que estaba pasando se hizo más grande
Después de lo que pareció un abrazo eterno, Hermione miró a sus padres, que lloraban y sonreían a la vez.
-¿Cómo me recordáis?- Helen la miró de manera severa.
-Ven, entra, vamos a hablar.-
La casa tenía una decoración muy parecida a la que ella estaba acostumbrada en su hogar cuando crecía, por lo que nada más sentarse en el sofá, la chica se sintió de nuevo en casa. Sus padres le trajeron una taza de té, mientras ella miraba a su alrededor. Muchas fotos de ella por todo el salón, casi como si nunca se hubiera ido.
Una vez sentados, fue Richard el primero que habló.
-Tu hechizo nos duró quince días. Estábamos cerrando la última caja cuando volviste a nuestra mente.- Hermione maldijo en voz baja. Se suponía que el hechizo era infalible.
-No te preocupes, no fue por tu magia. Teníamos un álbum tuyo en la mano cuando nos acordamos.- Hermione había quitado todas sus fotos de la casa antes de irse, pero no sabia que sus padres tenían un álbum de fotos.
-¿Por qué os fuisteis entonces?-
-Entendíamos el por qué. La guerra en tu mundo era peligroso, y si fingíamos que no te conocíamos era más fácil para ti. Hemos estado esperando desde entonces a que volvieses. No podíamos comunicarnos en tu mundo y no conocíamos como acceder al mundo mágico para recibir noticias, no sabíamos si sería seguro aquí en Australia o no.- Hermione asintió. Habría sido seguro, pero era difícil acceder a un mundo mágico siendo muggle. Demasiados hechizos para evitarlo.
-La guerra acabó hace poco. Ganamos, pero hemos tenido que hacer cambios rápidos y difíciles. He venido en cuanto he podido.- Los dos asintieron, entendiendo el razonamiento.
Helen, que siempre fue la más directa de los dos, fue la primera en preguntar.
-El pelo y los ojos… ¿Qué te ha pasado? ¿Es un hechizo?- Hermione negó.
-Es una historia muy larga…- La mujer sonrió.
-Tenemos mucho té y tiempo.-
Y con eso Hermione comenzó a contar.
….
Un par de horas después, los tres estaban de nuevo abrazados. La historia de la guerra había sido dura de contar, sobre todo la parte de su tortura, y cuando sus padres oyeron lo sucedido, ambos la habían abrazado, preocupados y aterrados por lo sucedido a su hija. Ella les aseguró que ahora estaba bien, y que gracias a la intervención de Draco, y los medicamentos que estaba tomando, la tortura ya era algo del pasado.
Draco fue un tema que sus padres encontraron fascinante, ya que ella les narró lo sucedido en los juicios, y aunque su padre fue un poco duro con lo no de acuerdo que estaba con el uso de "esa pócima que fuerza la verdad", ambos encontraron a Draco como un chico muy interesante. El tema de los Black también fue algo controvertido, ya que sus padres no entendían si seguían siendolo después de la explicación, pero ella les aseguró que a ojos de todos, incluidos los magos, ellos seguían siendo sus padres.
Helen fue la primera en despegarse de ella para ir a preparar la comida. Hermione trató de ofrecerse, pero una sonrisa sarcástica de su madre la acalló. Todo el mundo sabía que ella no era la mejor cocinera del mundo.
-Nos perdimos tu último cumpleaños.- Su padre parecía perdido en sus pensamientos mientras hablaba, y Hermione se preguntó a donde quería ir a parar su padre.
-Tenemos muchos más para celebrar juntos papá.-
-Me refería a que ahora eres una adulta para el mundo mágico… ¿Puedes hacer magia delante de nosotros?-
Hermione no pudo evitar echarse a reír ante aquello. Sus padres siempre habían sido muy curiosos de sus poderes pero debido a la ley que prohibía a los menores hacer magia, eso significaba que jamás les había enseñado nada. Ahora, al ser padres de una bruja mayor de edad, si podía enseñarles algún truco.
Sin decir nada, Hermione miró a los libros en la librería a su alrededor y conjuró un hechizo en silencio. La cara de su padre una vez los libros comenzaron a moverse fue de puro asombro, y el grito de sorpresa llamó la atención de su madre, que llegó al salón con las manos manchadas de harina. Cuando vio los libros flotar, se llevó las manos a la cara de la sorpresa, y terminó aún más embadurnada de harina.
-¿Cómo haces eso?-
Después de una comida llena de explicaciones sobre su magia y alguna que otra demostración (Helen la había reñido por hacer bailar al pollo) Hermione estaba esperando a que el traslador se volviese a activar.
Sus padres le habían dicho que no volverían a Inglaterra de momento, ya que ella podía viajar mucho más rápido y su trabajo seguía allí después de todo. Hermione prometió ir a visitarlos pronto, y escribirles mientras estuviera en el colegio. La decisión de volver al colegio había sido una que sus padres habían apoyado, sobre todo después de explicarles que se había saltado el último año para buscar horrocruxs.
Helen y Richard habían prometido ir a su graduación, aunque primero ella tendría que hablar con la directora, para tratar de convencerla sobre la visita de los padres muggles a Hogwarts. Eso lo había discutido también con sus padres ya que se quejaban (como muchos padres muggles) del hecho de que jamás habían podido ver siquiera el lugar donde habían mandado a sus hijos durante nueve meses estos últimos siete años. Hermione sabía que se debía a las protecciones del castillo, pero ya se le ocurriría una manera de dejarles pasar, al menos una vez.
El traslador se activó mientras su madre se alejaba de ella, y Hermione trató de pensar en cualquier otra cosa para evitar vomitar de nuevo al separarse del suelo. No lo consiguió.
….
Días después, Hermione se encontraba ante las puertas del Wizengamot, vestida con la túnica de los Black (se había decidido en un poco de tradicionalismo al menos en lo que llevaban) que brillaba del mismo azul que el bol y la daga que la convirtieron. Parecía ser el color de los Black originales, ya que según sus investigaciones, habían comenzado como una familia de Ravenclaw. Harry estaba a su lado tratando de peinar su rebelde cabello, que apenas se movía.
Harry había vuelto esa misma madrugada, y había asustado a Hermione al plantarse en la puerta de su nueva casa sin haber salido el sol aún. Estaba muy moreno, con el pelo mucho más largo y con un par de gafas nuevas. Mientras los dos desayunaban, el chico la estuvo contando lo que había pasado en Tokio desde su llegada.
-Allí todo el mundo me conoce como el hijo de Lily Evans, y ella fue una de las grandes razones por las que no tuvieron que entrar en la guerra como el resto de Europa. Sus amigos me contaron que había pasado y Daichi me estuvo enseñando y contando cosas de ella. La casa que compró es preciosa, tenemos que ir este verano, o en invierno, Daichi dice que es aún más bonita cuando nieva.- Harry parecía más animado que al principio de verano, y eso a Hermione la bastaba, pero no podía negar la curiosidad que tenía sobre su vuelta.
-Harry, ¿has vuelto para quedarte o te vuelves a ir?- El chico suspiró.
-Me quedo. Por mucho que Tokio sea un lugar increíble, Ginny está aquí, y vosotros también, y Hogwarts. Quiero acabar el colegio con un año normal al menos.- Ambos rieron ante eso, dudando que fuera a ser un año normal.- ¿Quién vuelve de nuestro año al final?-
-No somos muchos, de momento solo volvemos 17, y los que más volvemos somos los Gryffindor.-
-¿Quiénes vuelven de nuestra casa?
-Tú y yo, Neville, Dean y Seamus, Lavender y Parvati.-
-¿Y del resto de casas?-
-De Hufflepuff son los que menos vuelven, solo Hannah y Susan; de Ravenclaw Terry, Morag, Lisa y Padma; y de Slytherin Daphne, Theo, Blaise y Draco, pero los Slytherin son porqué no les queda otra.-
Harry la miró un poco cauteloso, y Hermione supo a donde se dirigía la conversación.
-Así que Draco, ¿eh?- La chica tragó grueso, esperando una discusión.
-Ha cambiado mucho. Me he juntado mucho con los Slytherin este año para hablar de las reformas, y ninguno de ellos es como en la guerra.- Harry continuó comiendo en silencio unos instantes, y Hermione comenzó a dudar de lo que su amigo iba a contestar.
-Eres la persona más desconfiada que conozco. Si tu te fías de ellos, yo trataré de hacer lo mismo. Pero Malfoy me va a costar.-
Y con eso dieron paso al siguiente tramo de la conversación: las reformas.
Había sido una mañana demasiado ajetreada, pero después de arreglarse los dos, habían decidido que una aparición en conjunto iba a ser más efectiva en cuanto sus políticas salieran a la luz, ya que ambos estaban en desacuerdo en ciertos puntos.
Hermione se lo había supuesto desde un principio, y por eso se había pasado el verano convenciendo y hablando con el resto del Wizengamot. Gracias a eso, estaba confiada. La gente puede que viera a Harry como un líder, pero sabían que el cerebro siempre había sido Hermione, por lo que era más lógico seguirla a ella en reformas.
Al entrar los dos en la sala, el resto de miembros los miraron en silencio un instante antes de sonreír y acercarse muchos de ellos. Algunos, como Astoria o Draco, parecían más entretenidos discutiendo con Blaise sobre algo que hacía reír al moreno, por lo que Hermione decidió acercarse antes a los conocidos. Morag y ella se habían cruzado varias veces ese verano y al ser la primera en acercarse, Hermione no dudó en sonreírla.
-Lady Black.- Morag siempre había sido muy sarcástica.
-Lady Crouch.- Y las dos sonrieron a Harry, que parecía perdido ante las dos.
-Hola Harry, es un placer ver que sigues vivo. El periódico no dio muchos detalles de si volvías o no para el Wizengamot.-
-Gracias eh….- La castaña sonrió de manera chulesca.
-Morag. Ni que hubiéramos estado en la mitad de clases juntos durante siete años, ¿no Harry?- Y con un guiño se fue a hablar con Dennis, que entraba vestido de amarillo.
Harry miró inseguro a la chica que se alejaba.
-¿Se ha enfadado?- Hermione decidió no contestar, demasiado ocupada con el chico que se acercaba, vestido con un túnica marrón que le sentaba de lujo.
-Hola Neville. Se ve que al final convenciste a tu abuela para cambiar la túnica.- Neville se sonrojó un poco, tratando de ocultarse tras las manos.
-La engañé un poco, pero al final logré no tener que llevar la de mi abuelo… ¿Qué tal estás Harry?-
Al contrario que con Morag, Harry parecía más cómodo con Neville alrededor.
-Bien, algo extrañado, viendo a tanta gente de nuestra edad aquí.- Neville suspiró.
-A mí también me extraña a veces.-
-Pues no entiendo por qué. Fueron los que más lucharon contra Voldemort, no me extraña que quieran ser los que tomen las riendas un poco. Sobre todo después de la incompetencia del gobierno.-Los dos chicos se mantuvieron en silencio un rato, sopesando las palabras de Hermione.
Al final, fue Neville el que habló.
-Hermione, sabes que no puedo aceptar parte de tus ideas, pero espero que eso no haga añicos nuestra amistad.- Ante eso, Hermione sonrió de manera dulce.
-Neville, sé que no vas a estar de acuerdo conmigo al 100% y no te lo recrimino. Sigues siendo mi amigo a pesar de las políticas que hagamos. Además, Harry tampoco está de acuerdo conmigo en todo.-
Antes de que el chico pudiera contestar, los últimos miembros entraron, dejando a Harry en un silencio pasmado: Ginny con su túnica morada, Bill Weasley con la túnica naranja y Arthur en ropa de trabajo. Como Hermione supuso, Arthur iba a delegar el título Weasley ya. Mejor para ella, porque el mayor de los Weasley estaba de acuerdo con ella en todas las reformas, al igual que Ginny. La pequeña de los Weasley escaneó el lugar hasta encontrarla a ella y a Harry, momento en el que su semblante se alteró ligeramente.
Pero la chica no era de la casa de los leones para nada, porque lo siguiente que hizo fue adelantarse y andar hasta ellos. Abrazó a Hermione primero, siguiendo por Neville y acabando por Harry, al que Hermione oyó susurrarle algo a la chica antes de separarse.
-¿Bill viene a suceder a tu padre?- La chica asintió sin más. Ambas lo habían hablado mucho ese verano.
-¿Qué tal el viaje Harry?- Ginny parecía interesada, y aunque Hermione vio el dolor por debajo, también vislumbró el entendimiento. Ginny entendía a Harry y su necesidad de alejarse.
-Muy bien. Tokio es precioso y el viaje me ayudó a ver cosas muy claras. Pero cuando acabe la reunión lo hablamos.- La chica asintió, y comenzaron a hablar del colegio.
Hermione, que veía la charla como algo menos importante, se disculpó para seguir saludando a sus compañeros, hasta llegar a los Slytherin que seguían a un lado hablando entre ellos. Cuando se fue acercando, la chica notó miradas curiosas de sus compañeros, que evaluaban lo que ella estaba a punto de hacer. Ella sabía que si la veían hablar con ellos, no les considerarían tan extraños como lo hacían hasta ahora, y aunque muchos habían perdonado a Draco por lo sucedido, había aún una desconfianza hacia las serpientes.
Theo, al verla acercarse sonrió de buen grado.
-Pero si es la señorita Black, dispuesta a mezclarse con las serpientes.- El tono burlón la hizo rodar los ojos.
-Cuidado entonces Theo, porque los leones también mordemos.- Y con eso todos se echaron a reír.
Blaise y Theo hablaron sobre sus vacaciones y el reciente ligue de Blaise (una muggle castaña llamada Ana), mientras que Daphne se limitó a bufar de medio lado y a continuar su charla con Astoria sobre el último modelo de Vogue (revista que Hermione les había mostrado sobre moda muggle y que las dos habían adorado). Draco a su lado se mantuvo en silencio, mirando a su alrededor con cautela. La chica supuso que lo mejor era cortar por la tangente.
-Nadie te va a atacar.- Draco desvió la mirada hacia ella.
-Ese color te sienta muy bien.- La chica se sonrojó.
-Lo dice el adonis de negro ¿no?-
Lo cierto es que todos ellos se veían demasiado bien: Astoria y Daphne habían modificado sus túnicas a la moda muggle, y las dos hermanas (una de verde, la otra de gris) parecían sacadas de revista. Los chicos iban con túnicas clásicas, pero ninguno de los tres podía negar que parecían modelos.
-A todo esto Zabini, ¿Qué haces aquí?- El chico sonrió. Su túnica era normal, de andar por la calle, y parecía fuera de lugar.
-Deleitarte con mi presencia señorita Black. Solo he venido para acompañar a mis amigos. Me iré cuando la ministra entre por la puerta.-
Theo a su lado, con una túnica de un sorprendente blanco rodó los ojos con ella.
-No quería quedarse solo en casa por si aparecía Víctor.- Por sus cartas, Hermione sabía que Víctor era el último de los corazones rotos que Blaise había dejado a su paso. El chico parecía seguir la estela de su madre en cuanto a seducción.
-¿Crees que saldrán tus ideas?- La pregunta era directa, y Hermione no pudo evitar mirar a Neville y a Harry, todavía hablado con Ginny.
-Ellos son una buena oposición, pero ninguno de los dos se ha pasado el verano hablando con el resto del Wizengamot.-
-No estarán contentos con ciertas reformas, Hermione.- La chica asintió.
-Lo sé, pero eso no me va a detener.-
Daphne parecía a punto de protestar, pero la entrada de la ministra la detuvo en seco. Blaise aprovechó para despedirse, mientras el resto de ellos se acomodaban en sus asientos. Como la vez anterior, Hermione se encontraba entre Dean y Lisa, que ya estaban sentados esperando.
-Hola Herms.-
-Hola Dean, ¿qué tal los últimos días en Santa Mónica?- El chico se sonrojó.
-Muy bien… Lavender y Parvati se fueron a "buscar" famosos y Seamus y yo nos lo pasamos en la playa.- Parecía haber algo más en esa frase, pero antes de poder preguntar, el mazo de la ministra golpeó contra el estrado.
-Sesión del Wizengamot del 31 de agosto de 1998. Se comienza con la presentación del nuevo Wizengamot.-
….
Hermione suspiró una vez la ministra dio por terminada la sesión. Había sido agotador. La primera hora había consistido en la presentación de cada uno de los miembros, incluidos los nuevos miembros elegidos por la ministra. Para sorpresa de Hermione y de Harry, uno de esos asientos (de las órdenes de Merlín que ellos habían tenido que denegar por tener ya asiento) era el de Ron. El chico parecía habérselo guardado como secreto, ya que los dos se miraron con sorpresa la verle. El resto de asientos eran una mezcla entre antiguas órdenes de Merlín y personas importantes durante la guerra como la ahora directora McGonagall o Kingsley Shacklebolt.
Una vez acabadas las presentaciones, se votó por las reformas. Decir que había sido un "caos" sería equivocarse, porque salvo un par de personas, la mayoría votaron a favor de Hermione, siendo Neville, Harry y Ron los mayores detractores. Hubo incluso un momento en el que Ron estuvo a punto de explotar, pero Ginny y Bill (ahora ya Lord Weasley) le acallaron con un par de gritos, muy al estilo Weasley. Se había decretado que los mortífagos no tendrían perdón, y que pasarían el resto de sus días en Azkaban, y que para próximos crímenes de odio o de guerra, el uso del Veritaserum sería obligatorio, para determinar si realmente se seguía la causa.
Las reformas de Hermione habían sido duras, incluidas algunas contra el abuso a los muggles o los hijos de muggle, o la discriminación ante las personas con licantropía, a la que habían nombrado "Ley Remus Lupin" en honor al querido profesor de toda una generación de magos. También se había hablado de Hogwarts, y había sido Minerva, que no solo era un miembro honorario del Wizengamot, sino también la promovedora de esos cambios la que los nombró: el primero la apertura de un octavo año para los alumnos de Hogwarts que no habían podido asistir a su séptimo o que prefirieran repetirlo, seguido de reformas contra el uso del colegio en formas no educacionales y la obligatoriedad de un curso de Estudios Muggles actualizado para los sangrepuras, así como uno en Costumbres Mágicas para los hijos de muggles.
Hermione había sido partícipe de esas reformas, y muchas de ellas habían sido una idea entre los alumnos que durante el verano se habían reunido, queriendo, no solo como alumnos de Hogwarts, sino como futuros padres, un futuro mejor para sus hijos.
Por último, Minerva habló de la nueva selección para los alumnos de octavo, para diversificarlos un poco más, y de la investigación para nuevos currículos que se abriría a partir de ese año, para poder mejorar la educación en una escuela algo anticuada.
Al acabar, Hermione casi había salido arrastrándose por la puerta, pero Harry y Ron la detuvieron.
-Eres una buena política Herms. ¿Hace cuanto que hablaste con el resto de miembros?- la chica suspiró. Quería irse a casa y tomarse un baño largo junto con un buen libro.
-Llevo todo el verano hablando con ellos. Pero no nos centremos en eso.- Se giró para tener a Ron de frente.- Te he visto todo el verano, no me habías dicho que te unías al Wizengamot.- Como respuesta el pelirrojo se encogió de hombros.
Harry volvió a cortar la conversación.
-¿Crees que volverás a acabar en Gryffindor Hermione?- La chica negó con la cabeza.
-Voy a pedirle al sombrero que me ponga en otra casa, la que él considere que me venga mejor. No quiero quedarme los siete años en la misma casa. ¿Y tú Harry?-
-Ya veré Hermione. Ya veré.-
….
¡Nos leemos!
