Beltaine
Las preguntas seguían mientras servían los platillos y ella no podía hacer más que responder educadamente.
Llamó su atención la esencia del Lord del Día, Helion. A mitad de la cena había cambiado a algo distinto de luz de sol pura, pasó a ser el día más caluroso de todos; la lujuria creciente de él no le sorprendió, sabía el efecto que causaba y lo aprovecharía a su ventaja como ya lo había hecho.
Estaba tan concentrada en esa esencia, en alimentarla que no se dió cuenta del cambio de alguien más en la habitación y de las sombras que la siguieron cuando se adentró en el pasillo.
Sabía que alguien la estaba siguiendo, contaba con que fuera Helion. Movió con más descaro sus caderas y dejó caer el tirante que caía sobre su hombro, una invitación a despojarla de ese delicado atuendo.
No la tomó por sorpresa que alguien la tomara por detrás y la apretara contra la pared, besando la parte de atrás de su cuello. Dejó salir un gemido y volteó de manera discreta para ver a su acompañante.
En vez del Lord vió a Azriel sin máscaras, con una mirada llena de deseo, como si por primera vez su jugada hubiera fallado y ella fuera la presa.
Decir que no tenía miedo de él fae que siguió besando su cuello sería una mentira, pero había algo detrás de esa sensación. Él podía controlarla. Era un guerrero. Pertenecía a la corte más despiadada de todas; eso le hizo desearle más.
Se dió media vuelta, para quedar de frente a él, para besarlo en la boca y aprisionarlo con una pierna. Quería sentirlo más cerca.
Daba igual si debía seducir a un Lord o al hermano por elección de otro, los dos eran invaluables.
El pensamiento de que Helion podía estarlos viendo en el pasillo, le dió la idea de invitarlos a ambos a su cama, eso sí sería interesante.
Pasó sus brazos a los hombros de Azriel y dejó que este la cargara, cualquier cosa que los acercara más sería buena. La deliciosa sensación de su pantalón rozando con su centro era algo que solo mejoraría con él en su interior.
Mientras tomaban respiración pudo escuchar a alguien toser ligeramente.
Se topó con el Alto Lord de la Noche, Cassian y Helion en el pasillo, esperando pasar. El segundo parecía estar divertido con la situación, mientras que Rhysand lanzó una mirada reprobatoria en dirección a su hermano y Helion, bueno, su rostro decía que quería unirse a ellos.
—Me temo que tendré que tomar prestado a Azriel por un momento—se giró hacia Helion—y aún tengo pendientes contigo, Helion.
En un instante los cuatro avanzaban en dirección a la oficina de Rhysand. Ninguno miró hacia atrás. Pero pudo jurar que las sombras que siempre seguían a Azriel se rehusaban a seguirlo, aunque terminaron por hacerlo, no sin antes rozar sus hombros.
Azriel
Decir que no había terminado por odiar un poco a Rhys después de la interrupción sería una total mentira, de hecho quería estrangularlo. Pero al avanzar hizo caso omiso a la mirada burlona de Cassian y a las sugerencias de Helion. Quería que Beltaine fuera suya, no estaba de humor para jugar al buen compañero.
En la oficina esperaba una proyección de Lucien. Su aparición sólo podía significar dos cosas, problemas en la corte de la primavera o problemas en las alianzas con los mortales.
Las primeras palabras fueron suficientes para levantar alarmas— Koschei ha tomado de vuelta a Vassa.
Beltaine
Beltaine maldijo por lo bajo mientras entraba en su habitación, había jugado sus cartas muy abiertamente. Se había dejado llevar por su deseo y se había olvidado de ser sigilosa. Ahora el Alto Lord de la Noche sospecharía de lo que estaba a punto de hacer.
Ya pensaría en como solucionar ese inconveniente por la mañana. Solo por esa noche se permitiría soñar con Azriel y la manera en la que lo apretaba contra él, no por estrategia de juego, sino por que lo deseaba.
En el desayuno no había nadie más que las hermanas Archeron y el Alto Lord. Algo le sugería que no volvería a ver a los dos hermanos de este o a los otros lords.
Si pensaba que solo así la estaba limitando de posibilidades de seducir a alguien, estaba equivocado, el género de alguien jamás le había impedido hacerlo. Sin embargo, descartó de manera inmediata a la pareja, el amor que expedían el uno por el otro no era algo que podría hacer tambalear.
Nesta no sería alguien fácil de engañar y Elain, la chica parecía que nunca había experimentado algo parecido a la seducción, así que la descartó. Si Morrigan estuviera presente podría haber funcionado, pero solo estaba atrapada con esas opciones.
Optó por seguir con la estrategia del cordero indefenso y educado. Lo que significaba, ser lo más cercana a Elain que pudiera, llegar por el lado blando de todos los presentes. Debía mantener esa postura ya que partiría al día siguiente de regreso a su hogar.
El resto del día lo pasó al lado de esta última, en el jardín y en la cocina con Nuala y Cerridwen, que de manera sorprendente la habían aceptado con facilidad.
Azriel
Lucien y Jurian se encontraron con la corte de los sueños en la casa del río. La noche anterior Helion había partido con la promesa de encontrar algún tipo de solución para el hechizo de Vassa, pero antes les advirtió que no sería fácil, ya que la magia de Koschei es muy antigua.
Bajo los ojos de Jurian había sombras que en su estado mortal dejaban ver que no había dormido, probablemente desde que se habían llevado a la reina, además de tener los puños vendados.
Lucien no lucía mejor que su acompañante, paseaba de manera intranquila de un lado a otro convencido de que cada día que pasaran lejos de Vassa algo terrible podría estarle sucediendo.
Se abstuvo de decir su propia opinión pero fue al final Nesta la que expresó lo que por un segundo cruzó por su mente.
— Paren el acto de machos preocupados, Vassa ya había estado con Koschei por años antes de que mi padre negociara con esa criatura—las últimas palabras le había costado más pronunciarlas, seguramente evocando la última vez que vió a su padre—además es una maldita ave de fuego, denle más crédito.
Ambos tenían mucho que objetar, pero Feyre les pidió que guardaran la calma.
—Sabemos lo delicada que es la situación de Vassa y lo terrible que debe sentirse aprisionada viviendo una vida a medias—por un momento los ojos de la Alta Lady se empañaron, no podía leer mentes. Pero sabía que probablemente estaba reviviendo las diferentes prisiones en las que había estado: el bosque, bajo la montaña, la primavera—pero cualquier acción que no planeemos bien puede ponerla en peligro o puede darle información al "hechicero" para utilizarla como ficha de cambio.
La junta fue en vano, no tenían información suficiente para actuar.
Beltaine
Cuando bajó a la cena con un vestido blanco muy simple no esperaba toparse con alguien más que Elain, todos habían estado fuera de la casa durante el día, lo que le hacía pensar que había algún tipo de asunto urgente. Fuera lo que fuera descubrió que la hermana de Feyre le serviría poco como informante, nunca le decían nada.
Se preguntó si esto le molestaba, nadie la veía como algo más que un adorno, alguien bello y delicado que vivía por arreglar arbustos. Seguramente alguien debía darse cuenta del propósito detrás de mantenerse ocupada y en compañía todo el tiempo. Aunque se lo prometió, una parte de su corazón se compadeció por Elain.
Pero en la mesa había dos hombres que no conocía. Un alto fae pelirrojo con un ojo mecánico y un mortal de cabello castaño que la miró con desprecio, a decir verdad parecía no tener el mínimo respeto por nadie más que su acompañante y los Altos Lords.
Tomó asiento al lado del que dijeron se llamaba Lucien y cenó en silencio tratando de no mirar en dirección de Azriel. No sacaría nada de él y el recuerdo de como la hizo sentir la noche anterior la convenció de que era una mala idea, no podía controlarlo.
—Taine, así te llamaba Eamon— dijo Lucien a su lado, estudiando sus facciones.
—Hace mucho tiempo que no utilizo ese nombre— "y hace más que no deseo escuchar ese nombre" se abstuvo de añadir— aunque debo de admitir que no tengo la menor idea de dónde lo escuchó, nosotros no nos conocemos.
—Él tiene un retrato suyo—escondió su disgusto en la copa de vino que tomó de un trago.
Podía sentir la curiosidad de todos los presentes en las palabras que ellos intercambiaban. No sabía cuánto tiempo podía aguantar con esa civilidad. Así que contraatacó.
—Me preguntaba si el viento tenía razón. Uno de los hijos del Lord del Otoño no es lo que aparenta. Pierda su tiempo con alguien más—replicó con desdén.
Se levantó de la mesa sin excusarse con una vieja herida abierta que no deseaba invocar. Empacó sus cosas, salió de la casa y se transportó directamente a la salida de Velaris. ¡Al diablo la diplomacia!
