Stupid Love

You're the one that I've been waiting for – Tú eres al que he estado esperando

Gotta quit this crying – Tengo que dejar el llanto

Nobody's gonna heal me, if I don't open the door – Nadie me va a sanar, si no abro la puerta

Kinda hard to believe, gotta have faith in me – Es un tanto difícil de creer, tengo que tener fe en mí

I want your stupid love, love – Quiero tu estúpido amor, amor

Cuando salgo del baño con sólo una toalla envuelta en la cintura, Jean me avisa que los chicos le dijeron que ya están saliendo para el bar. Él sugiere que nosotros deberíamos salir rápido si queremos llegar a tiempo. Le digo que me dé unos minutos para vestirme. Me pongo rápido la ropa que había preparado y lo alcanzo en la cocina. Él está sentado en el sofá boludeando con el celular, y cuando me ve se levanta.

−¿No te conviene secarte el pelo? Está fresco y te podés resfriar− me dice mientras se acerca para correrme un mechón de la cara.

−Nah, ya se me va a secar.

Después de compartir llaves, fue inevitable tener un rapidín no tan rápido. Para cuando nos dimos cuenta de la hora, ya eran pasadas las ocho, y aunque Jean se veía impecable, yo decidí darme un baño porque mi pelo iba a delatar lo que habíamos hecho.

−No pasa nada si llegamos un rato más tarde. No quiero que te enfermes. Dale, te lo seco yo.

No es una opción, sino que me arrastra hasta el baño en donde guardo el secador de mano que me regaló Mikasa cuando me mudé. Y que nunca usé, por cierto. Ignorando mis quejidos, Jean me hace sentar en el inodoro enfrentando la pared, y en cuestión se segundos empiezo a sentir el aire caliente en el cuero cabelludo. No voy a mentir, se siente bien.

Jean hace un trabajo de peluquería, porque a los pocos minutos ya está seco y… súper sedoso.

−Fua, nunca me había quedado así− le digo tocándome las puntas que tienen una caída envidiable. Jean me da un beso en la cabeza y agarra algo de un bolso de mano que había dejado en el baño hacía unos días. Más que nada son maquinitas de afeitar y lociones.

Saca una botellita transparente con un líquido ámbar y se desparrama unas gotas por las manos para después guardarla de nuevo. Un olor a almendras inunda el baño de inmediato, y me es inevitable cerrar los ojos para enfocarme y disfrutar más el perfume.

−Es un serum para puntas secas. Además te va a dar más brillo.

−Mh… me encanta que me toques el pelo− me pregunto si Jean secretamente es peluquero. Aunque considerando su corte de pelo y su tintura poco convencional, entiendo que sepa tanto sobre moldear y cuidados y demás cosas de las que yo no sé ni mierda. Supongo que para tener el estilo que tiene, también tiene que dedicarle ciertos cuidados si no quiere quedarse pelado.

Jean sonríe y me acaricia el mentón, y me promete que de ahora en adelante me va a peinar más seguido.

Un mensaje me saca de mi estado zen, y cuando desbloqueo el celular veo que es de Armin, que me dice que ya está allá.

−Uh, ¿vamos? Ya son las nueve− le digo viendo la hora.

Él asiente, pero antes me da un beso. Respiro hondo, sin querer irme realmente. Pero no puedo hacer esperar a Armin y los demás, así que me aguanto las ganas hasta volver.

Salimos medio a las corridas, aunque Jean se asegura de ir a una velocidad prudente en el auto. Por suerte no es tan tarde para cuando llegamos.

−Perdón− le digo a Armin apenas lo veo−. No me di cuenta de la hora y tuve la mala idea de darme un baño casi antes de tener que salir.

Armin se ríe. Ni tengo que explicarle por qué me di ese baño, no es tonto. Me doy cuenta por cómo rueda los ojos.

−Eh, Armin, Jean. Jean, Armin− los presento. Afortunadamente Jean no es para nada introvertido, y aunque Armin es algo reservado, sabe desenvolverse sin problema con gente nueva. Intercambian algunas palabras, y yo me separo de ellos para acercarme a Marco, Connie y Sasha, que están a metros de nosotros.

Cuando las presentaciones terminan, entramos al bar y no tardamos en pedir la primera ronda de cervezas.

El lugar está bueno. Pasan buena música, pero no lo suficientemente fuerte como para no poder tener conversaciones. Además, se ve limpio en general, y los precios no son muy caros.

Sasha rompe el hielo contando una anécdota de su trabajo, algo sobre la hora de almuerzo y cómo terminó comiéndose el de ella y el de su jefe. Yo la escucho, pero algo hace que me distraiga y no pueda enterarme del final.

Es vernos a nosotros. A Jean, a sus amigos, a Armin, y a mí. Todos juntos, compartiendo un rato como si fuese algo natural, algo que hacemos desde siempre. Es vernos riendo y hablando de intimidades bochornosas. Es el hacerme la idea de que esto va a ser algo cotidiano para mí. Las salidas con gente nueva, Jean secándome el pelo, presentándonos amigos, empezar desde cero. Es todo. Es algo abrumador. Y aunque, sí, es algo bueno, porque hasta el momento la vengo pasando bien, hay algo que no me deja dormir tranquilo. Es una sensación de melancolía que me agarra cuando me pongo a pensar en el ahora y en el futuro.

¿Es con Jean con quien voy a pasar el resto de mi vida?

Me quiero reír. No porque me cause gracia la idea, sino porque me parece una locura, y me pregunto si estamos yendo demasiado rápido. Hasta hace unos meses estaba seguro de que mi vida iba a ser un eterno calvario. Estaba seguro de que las imágenes de fantasmas iban a acosarme por siempre.

Pero Jean llegó para hacerme cambiar de idea, para darme esperanza. Y aunque todavía no me acostumbro del todo, es una incertidumbre a la que no le tengo miedo. No del todo.

−Hey, ¿estás bien?− me pregunta Jean a la vez que me pone una mano en la parte baja de la espalda. Noto la preocupación en sus ojos y en su tono de voz, y no quiero que piense que me arrepentí de haber traído a mi amigo. Para quitarle cualquier idea rara de la cabeza, le doy un beso en la mejilla y acerco la boca a su oreja.

−Es sólo que me gusta mucho estar con vos.

A Jean parece no importarle que tenemos audiencia, porque de repente me agarra de la cara con las dos manos y me da un beso en la boca, sin disimulo alguno. No es uno de esos besos que garantizan sexo furioso después, pero sí me besa con una determinación y pasión que no puedo explicar. Me da escalofríos, y le devuelvo el beso con la misma intensidad.

Unos silbidos me obligan a despegarme de él, recordándome que no estamos solos. Tomo rápido mi cerveza para que nadie note lo colorada que tengo la cara. Aunque es inútil, porque los ojos de todos están sobre nosotros dos. A Jean, por su parte, parece no afectarle, porque me sigue mirando como si fuese algo que adora. Trago saliva y miro a Armin que está sonriendo, pero algo hace que me lo quede mirando más de la cuenta. Es la forma en que me mira, a pesar de su sonrisa. Es como Jean me estaba mirando momentos atrás, aunque no de esa manera. Me hago una nota mental de preguntarle después a qué se debe, porque con todos adelante sé que no va a querer decirme.

La noche pasa más rápido de lo que me gustaría. La pasamos muy bien y jugamos varias rondas de pool entre todos, pero a medida que van quedando más mesas vacías, nos damos cuenta de que somos de los últimos en el bar. Lo miro a Jean después de apoyar el taco en la mesa de pool, y él asiente. No hace falta que le diga nada.

−¿Vamos yendo?− me pregunta despacio mientras me abraza de la cintura. Asiento, y me da un beso en el hombro.

Jean comenta en voz alta que es algo tarde, y el resto parece darse cuenta de que, en efecto, es algo tarde. Después de pagar y agarrar todas nuestras cosas, le pregunto a Jean si no le molesta arrimar a Armin a su casa, ya que Marco, Connie y Sasha se van los tres juntos.

−Mirá si me va a molestar− me dice y me suelta la mano−. Hey, Armin, ¿dónde vivís? Te llevamos.

Después de una mini discusión de que no, sí, no, sí, Armin acepta y le da indicaciones de cómo llegar hasta su casa. Nos despedimos de los amigo de Jean y agarramos viaje.

Una vez en el auto, Jean conecta el Bluetooth con su Spotify. Me da su celular para que elija lo que quiera, y pongo la única canción de Lady Gaga que tiene en una de sus playlists. Jean se ríe.

Stupid Love empieza a sonar, y me ofende ser el único que la tararea. ¿Es que ya nadie tiene buen gusto musical?

El viaje es tranquilo, pero llegamos bastante rápido a lo de Armin. Nos saludamos con una mirada que asegura una charla intensa después. Ni bien Jean y yo vemos que Armin entra, él me da la mano y me olvido de todo.

−¿Tu casa o la mía?− me pregunta con una sonrisa imitando terriblemente a un galán de telenovela.

Me río fuerte, Jean es un estúpido.

-x-

Me despido de Máxima, una de las chicas con las que trabajo hace mucho tiempo. Cuando entro de vuelta al departamento, veo que Jean se asoma del cuarto. Su pelo todo revuelto y cara de dormido hace que sonría. Es muy lindo.

¿Ya se fue?, gesticula con los labios. Asiento y le pregunto si quiere comer algo antes de irse al trabajo.

Son más los días en que veo a Jean que los que no. Al parecer, se tomó en serio lo de la llave, ya que viene más que nunca, aunque siempre me avisa antes de venir. No que me fuera a molestar si no lo hiciese, sólo que prefiero que sí lo haga, más que nada por si justo estoy en medio de una sesión fotográfica. Si bien el cuarto que uso con las modelos lo puedo cerrar, no me gustaría que se sintieran incómodas al saber que hay alguien más en el departamento. Lo de hoy fue un accidente.

Puede que anoche nos hayamos desvelado viendo The Walking Dead, y hoy a la mañana fue imposible despertar a Jean a tiempo. Yo me vi obligado a levantarme porque sabía que Máxima venía a las nueve, pero él los sábados puede ir tarde al trabajo ya que nadie le va a hacer problema, así que ni se molestó en abrir un ojo.

−Perdón, me había olvidado de que hoy tenías una modelo− me dice para después hundir la cabeza en el tazón de té.

Le aseguro que no tiene por qué hacerse problema y lo animo a desayunar tranquilo, sin apurarse. Aunque ya casi es hora del almuerzo más que del desayuno.

Lo acompaño con un té para mí y unas galletitas con queso y mermelada. Cuando se hace la una me dice que ya debería irse, a lo que le recuerdo de la reunión con Annie y Mikasa por la noche.

−A las ocho te paso a buscar. ¿Hace falta que compre más vino?

−Nah, con las dos botellas que tengo va a alcanzar. Además Mikasa es más de la cerveza, y me dijo que ya compró bastante.

Jean asiente y va hasta el baño para emprolijarse un poco. Yo le mando un mensaje a Armin diciéndole que en un rato puede venir.

−Bueno. Me voy− me dice Jean reapareciendo a los minutos. Huele muy bien y su pelo está domado−. Estate listo para las ocho así llego y nos vamos enseguida.

−Mhm− asiento y lo abrazo−. Te acompaño afuera.

Agarro mi llave y salimos. Y ya era demasiada la suerte y paz que venía teniendo, porque ni bien ponemos un pie afuera del departamento, lo vemos salir a Levi del suyo sosteniendo una fuente con ropa para lavar, asumo. Trato de no verme afectado, pero me congelo un momento cuando veo que Jean lo saluda desde lejos, como si nada. Es más, como si ya se hubieran cruzado varias veces y hasta hubieran interactuado.

Trago saliva de sólo imaginar de lo que pudieron hablar, en el hipotético caso de que lo hayan hecho, claro. Pero Jean se muestra muy amigable, así que no me hago ideas raras. Levi pudo haberme sido infiel, pero no sería tan mala leche como para contarle a Jean que fuimos pareja cuando claramente no terminamos muy bien que digamos. Si hay algo que admiro de él, es su discreción. Si habrá sido discreto que nunca me enteré de que tenía un amante sino por accidente. De igual modo, siento cierta incomodidad en que se saluden.

Levi baja rápido dejándonos solos, y yo cierro la puerta y acompaño a Jean afuera.

−Te veo más tarde, amor− me dice y le doy un beso.

Suspiro cuando veo que se mete al auto. Entro con la esperanza de no cruzarme más seres indeseados, y afortunadamente el camino está libre. A pesar del encuentro con Levi, noto que ya no me afecta como lo hubiera hecho antes, y eso me deja una sensación agradable en el cuerpo. Aunque algo rara. ¿Lo habré superado por completo?

No pasa mucho tiempo hasta que Armin toca el timbre.

−Hoy es el día, ¿eh?

−Sí− me río con algo de nervios. Mikasa es genial y por lo menos por las fotos que llegó a ver aprobó que saliera con Jean, pero igual me preocupa que algo pueda salir mal. Que Jean no le guste, o que se genere un ambiente incómodo. Además está Annie, a quien todavía no conozco, y por lo que escuché de Mikasa, es bastante seria.

−Parece que te estás por cagar encima, Eren.

−Ya la conocés a Mikasa. Puede ser muy intensa cuando se lo propone. Sólo espero que no lo mencione a Levi. Jean no sabe…

No tengo que aclarar mucho más. Armin me mira torcido.

−Che, de eso te quería hablar− empieza y me muerdo el labio−. Bah, de todo. Jean me pareció copado, y se nota que le importás, que te quiere.

−¿Pero?− le pregunto. Su pausa larga me da un presentimiento que me molesta un poco. Él se encoge de hombros.

−No sé. No quiero que pienses que no me pone contento que estés con alguien nuevo, porque sí, me gusta verte bien. Es sólo que… hace poco me hablabas de cómo te afectaba todo lo que hacía Levi, y ahora, de un momento a otro, con Jean prácticamente viven juntos.

−N-no vivimos juntos.

−Compartir las llaves es más o menos lo mismo. Mirá, no quiero que te lo tomes a mal, vos más que nadie sabés que quiero tu felicidad. Sólo quiero asegurarme de que de verdad estás haciendo esto porque lo sentís y no porque pensás que un clavo saca a otro clavo.

Me ofende un poco lo que escucho, pero Armin es mi mejor amigo, y sé que lo que sea que me diga, lo hace con buenas intenciones, siempre, aunque sean cosas que no quiero escuchar. Además, es muy intuitivo e inteligente, aunque me pese admitirlo. Igual, me es imposible no ponerme a la defensiva.

−Estoy seguro de que con Jean voy a superar a Levi− le aseguro y empiezo a preparar la mesa para comer. Armin me sonríe no muy convencido, y doy por finalizado el tema "Levi". No quiero pelear con mi mejor amigo por alguien que, honestamente, no merece la pena.

Después de comer y charlar por un rato, Armin se va. Yo busco ropa para ponerme, ignorando el sentimiento de culpa que me empieza a invadir. Ni sé por qué me siento así, de golpe, y decido culpar a Armin por plantarme esas ideas en la cabeza. No estoy con Jean para olvidarme de Levi. Estoy con Jean porque me gusta, porque lo llegué a querer, y porque sé que gracias a él voy a poder salir adelante y tener una buena relación de pareja. No importa lo que digan, así se trate de Armin, la computadora humana.

Antes de que Jean llegue, yo estoy abajo. La necesidad de tomar aire fresco me obliga a salir antes. Cuando veo un auto familiar, salgo de la entrada.

−Es peligroso que estés afuera a esta hora− me dice y yo ruedo los ojos. Jean es un exagerado.

Cuando me subo, baja el volumen del estéreo y me saluda con un beso. Está escuchando Saturday Night, de Misfits, y vuelvo a subirle el volumen.

−Me encanta este tema− Jean me mira y se ríe. Antes de conocerlo, ni sabía quiénes eran los Misfits.

−¿Estás bien?− me pregunta, y su tono es algo raro. Lo miro.

−Sí. Sí, sí.

−Un "sí" más y empiezo a creer que querés volver− me dice tratando de no reírse−. ¿Estás nervioso de que conozca a tu hermana?

Niego, y como le está prestando atención al camino, le digo que no en voz alta.

Jean hace un sonido entre dientes, pero no sigue hostigándome con eso. Viajamos sin hablar, sólo escuchando música.

Cuando llegamos, Jean me da la mano y soy yo quien toca timbre. Cuando la puerta se abre es a Mikasa a quien espero ver, pero nos recibe alguien más. Es una chica bajita, rubia, y con una mirada glaciar que me hace acordar demasiado a alguien. Por un momento me quedo atónito, pero Jean saluda extendiendo su mano, y eso me obliga a imitarlo.

−Ah, hola. Vos debés ser Annie.

Ella asiente, y creo, creo, que sonríe. Se hace a un lado para dejarnos pasar, y cuando entramos me invade un fuerte olor a incienso. Cierro los ojos y es como si una avalancha de recuerdos me diera en la cara. Hace sólo unos pocos meses estaba viviendo acá, y me había olvidado por completo de este olor tan particular. Puede que suene como un pésimo hermano, pero desde que me mudé que no volví a la casa. Sí me encontré con Mika en otros lugares o mismo en el departamento, pero acá no pisaba hacía rato.

−Llevo el vino a la cocina− aviso tanto a Jean como a Annie. Ella asiente y me dice que Mikasa está adentro.

Tengo miedo de dejar solos a Annie y Jean y que se genere un ambiente algo incómodo, pero él enseguida le pregunta si puede ayudar poniendo la mesa y mis dudas desaparecen.

Cuando entro a la cocina, la veo a Mikasa insultando a una cacerola. Toso para advertirle de mi presencia y su aura cambia de inmediato. Me sonríe como si fuese un hijo que vuelve de la guerra y que no veía hacía años. Me acerco para abrazarla por la espalda y le preguntó qué fue lo que la pobre cacerola le hizo.

−Tuve que hacer más salsa porque antes se me quemó. Las pizzas van a demorar un poco más.

Saco vasos y platos para llevar al comedor y freno en seco porque me acuerdo de lo que le dije a Armin sobre Levi y Mikasa y Jean y la mar en coche.

−Ah, Mika…

Ella deja de revolver para mirarme. Siento que me está juzgando de antemano, y trago saliva antes de hablar.

−Eh… Jean no sabe sobre Levi. Nunca le mencioné su nombre, bah, y preferiría que quede así por el momento.

La miro esperando que entienda que lo que le estoy pidiendo es que no lo mencione. No que fuera a hacerlo, pero uno nunca sabe. Ella suspira y levanta las cejas.

−Si ya arrancás mintiéndole de entrada…

−No, no es eso, es sólo que−

Annie aparece en la cocina y nos mira con cara de nada, como si no le importase haber interrumpido. Agarra cubiertos y me pregunta si quiero que ponga lo que llevo en las manos.

−No, no. Voy con vos, los ayudo.

Jean está estirando un mantel que nunca antes había visto, y cuando nos ve nos ayuda a terminar de acomodar la mesa. Me siento y Annie vuelve a la cocina, diciendo que va a ayudar a Mikasa. Jean me mira.

−¿Espero a que tu hermana salga, o…?

−Está bien, vamos que los presento− le digo sonriéndole.

Cuando estamos llegando a la cocina, Mikasa y Annie están saliendo con una pizza cada una. Con Jean nos corremos para dejarlas pasar, y él me mira con ojos bien grandes.

−Wow, es hermosa tu hermana.

−Hey.

Se ríe y me da una palmada en el culo. Igual no me ofendo en serio. Jean me dijo desde un principio que una sola vez intentó estar con una chica y que no pudo, y que desde entonces se dio cuenta de que era 100% gay, así que sólo le saco la lengua y voy hasta donde están mi hermana y su novia. Él me sigue.

Mikasa apoya la fuente en la mesa y se da vuelta para saludar a Jean. Los presento y ella, para mi sorpresa, le sonríe. Le sonríe de verdad. OK, Mikasa es amable y una de las mejores personas que conocí en mi vida después de mi mamá, pero cuando se trataba de chicos que me gustaban (ni que hablar de Levi), siempre los fulminaba con la mirada. A todos, sin excepción. Que a Jean le sonría con su sonrisa real, es raro. Y si esto no es un indicio de que Jean es el indicado, entonces no sé qué lo sea.

Sabía que Jean no iba a necesitar de mi ayuda para ponerse cómodo, pero igual me sorprende de manera grata que se desenvuelva tan bien durante la cena. Habla sobre su trabajo más que nada, ya que Mikasa le pregunta descaradamente, pero la conversación en ningún momento se torna aburrida. Incluso Annie me sorprende cuando empieza a hablar conmigo como si nos conociéramos de antes. Aunque su semblante sea algo frío y en general dé miedo, es muy amable y me doy cuenta de que tenemos más en común de lo que hubiera imaginado.

Al final, después de tragarnos 8 pizzas entre los cuatro, terminamos jugando al Uno, y, déjenme decir… con Mikasa y Annie definitivamente no se jode. Jean y yo perdemos todas las rondas, siendo mi hermana o su novia quien termina ganando. Nos destrozan sin misericordia, y después de la décima partida que nos ganan, con Jean decidimos que ya no tiene sentido pretender que sabemos lo que estamos haciendo.

−Uff, es re tarde− digo mirando la hora en el reloj de pared que tiene Mikasa en el comedor. Son las 3 am, y aunque mañana es domingo, no quiero abusar de la hospitalidad de mi hermana. Además, está su novia, y seguro va a querer aprovechar el tiempo con ella a solas. Sea lo que sea que hagan, no quiero saberlo.

−¿Querés ir yendo?− me pregunta Jean acariciándome la rodilla. Yo bostezo y asiento.

−Vengan más seguido− nos dice Mika. La miro con sorpresa. Está bien, la pasamos bien y todo, pero se nota que Jean le gustó en serio, sino ni en pedo sugeriría algo así. Eso me da mucho aliento, y la idea de Armin sobre reemplazar a Levi con Jean se evapora por completo de mi cabeza. Mikasa tiene razón, Jean es bueno para mí.

Nos despedimos, pero antes de salir, me acuerdo de pedirle el número de teléfono a Annie. Acordamos en que nos íbamos a juntar para ir al cine a ver una película que ni a Jean ni a Mikasa les interesa. Es una película de acción de esas malas que si bien, sí, son una cagada, me entretienen, y descubrir que la película favorita de Annie es Con Air, me hizo saltar de la emoción. Había encontrado con quién compartir mi amor por Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage.

−Después arreglamos así vamos la semana que viene no, la otra− mi dice con lo que todavía no sé si es una sonrisa o un tic.

-x-

Después de esa cena con mi hermana y su novia, algo cambió. Algo en cuanto a cómo empecé a contestarle a Jean. La primera vez que pasó, no me di cuenta, y él se me quedó mirando como si me hubiera convertido en un extraterrestre. Habíamos terminado de ver una película en su casa y cuando nos levantamos para ir a acostarnos se lo dije. Le dije "Amor" en vez de "Jean". Fue espontáneo, y si no me lo hubiera remarcado con su expresión de sorpresa, seguro no me daba cuenta. Después de eso, se lo empecé a decir estando consciente, y no fue tan terrible como pensé. Cada vez lo empecé a sentir más y más natural, hasta que dejé de llamarlo por su nombre y sólo lo llamaba de manera tierna. Extrañamente no se sentía empalagoso, sino… se sentía bien, como que tenía que ser así.

Y, hablando de sorpresas, quien me sorprendió a mí fue Annie. Empezamos a mandarnos mensajes casi todos los días, con una naturalidad que no esperaba. Tengo que reconocer que la primera impresión que tuve de… ejem, mi cuñada, no fue 100% positiva. Annie no es fácil de leer, y tiene un sentido del humor muy particular. Pero después de hablar con ella me cuenta de que es súper buena onda, además de que es muy inteligente. Esas características también me hicieron acordar a Voldemort. Al principio parece un antipático malhumorado, pero después de conocerlo bien notás que es muy amable y… bueno, en fin. Quedamos con Annie en ir el miércoles próximo. Los miércoles ha en el cine, y como yo ese día justo no trabajo y ella tiene franco*, decidimos aprovecharlo.

El resto de la semana pasa mejor de lo que esperaba. Las sesiones salen bien, las modelos se van conformes, y aunque el sábado me cruzo al rubio insípido saliendo del departamento de Levi, no me termina de afectar. Claro que eso no quiere decir que no le haya prestado atención. No es la primera vez que lo veo irse con una mochila que es demasiado grande para ser una mochila de uso diario. Parece de viaje, y aunque me intriga saber a dónde va, me obligo a pensar en otra cosa. Como en que Jean va a venir a cocinar y vamos a hacer una maratón de Star Wars.

Me concentro en eso y le mando un mensaje preguntándole qué quiere que compre en el supermercado. Pero Jean me contesta que no vaya, que cuando venga me pasa a buscar y vamos antes de que cierre, ya que son varias cosas y todavía no hizo la lista.

Me entretengo con la edición de algunas fotos que tengo que entregar la próxima semana, limpiando un poco el departamento, y dándome una ducha, y para cuando me avisa que esté listo porque está cerca, ya son las ocho. Bajo para que no tenga que subir y bajar dos veces, y cuando salgo justo lo veo venir.

−¿Vamos?− me pregunta después de saludarme con un beso. Yo asiento y le doy la mano para ir hasta el supermercado, y como queda a dos cuadras vamos caminando.

Jean no me deja pagar, y cuando intento meterle algo de plata en el bolsillo, me cachetea la mano. Refunfuneo, aunque él ni se mosquea. Le digo que entonces voy a pedir delivery de helado, mínimo, ya que no puse ni un peso. Parece no importarle. Guardo las diferentes carnes y vegetales y demás ingredientes que compró para hacer los tacos que desde hace rato me viene prometiendo, y agarramos una bolsa cada uno. Jean me dice algo que no termino de escuchar porque, para mi desgracia, alguien me distrae. Es Levi, que está en la otra caja, también pagando, y por salir. Jean mira a donde yo estoy viendo, y cuando se da cuenta de que Levi es el motivo de mi falta de atención, lo saluda como si nada. Levi le devuelve el saludo con un cabeceo, y justo termina de guardar las cosas en su bolsa. Afortunadamente, y gracias a su falta de tacto con el resto de los seres humanos, demora unos segundos hasta asegurarse de que nosotros estemos unos pasos adelantados. Por lo visto no soy el único que no quiere tener charlas a la fuerza.

Salimos con Jean y yo trato de enfocarme de vuelta en él y en su anécdota del trabajo. Creo que era del trabajo… pero los nervios de saber que Levi está atrás nuestro me desarman un poco. Bueno, mucho. Me limito a asentir cada vez que Jean hace una pausa como esperando una respuesta de mi parte y, después de hacer una cuadra, los nervios previos que sentía por tener a mi ex atrás fueron reemplazados por el miedo de ver a dos pibes acercarse a Jean y a mí con un cuchillo.

Todo pasó en un segundo.

Los insultos y las burlas sobre lo putos que éramos por ir de la mano. La amenaza de que les diéramos toda la plata que teníamos encima porque sino nos iban a cortar. Uno de ellos dirigiéndose a mí con el filo del cuchillo apuntándome al pecho. Levi apareciendo de la nada como un puto ninja y agarrando del cuello de la remera al flaco que intentó tocarme.

Levi reventándolo contra la pared.

Levi sacándole el cuchillo y acercándoselo a la yugular.

Levi prometiéndole que si volvían a aparecer los iba a desfigurar a los dos.

Levi asustándolos y quedándose con el cuchillo en la mano mientras los dos corrían desapareciendo en un segundo.

Levi preguntándome si estaba bien.

−Eren, hey, ¿Eren?

Lo miro a Jean y tiene una cara de preocupación que nunca le había visto. Después miro a Levi, que no está en diferentes condiciones. Todavía sostiene el cuchillo, y me enfoco en sus ojos que parecen buscar alguna herida en mí. Pero no tengo nada. No me llegó a hacer nada.

−E-estoy bien− contesto. A Jean, a Levi.

−Uf, lo que hiciste no tiene nombre, loco− escucho a un Jean más aliviado decirle a Levi, quien no me saca los ojos de encima−. Aparecieron de la nada y no me di cuenta de que se nos venían al humo sino hasta que el chabón sacó el cuchillo. ¿No te pasó nada seguro?− me vuelve a preguntar a mí, y yo niego.

Levi habla después.

−Tengan cuidado− dice sin despegarme la mirada, y yo tengo que desviarla porque… Levi será bajito, pero quien se siente minúsculo ahora soy yo−. Aunque el barrio es lindo, siempre hay algún hijo de puta dando vueltas.

−Lo que hiciste fue impresionante− le dice Jean, y sin darme cuenta empezamos a caminar todos en la misma dirección. Jean le pregunta si sabe algún arte marcial por cómo lo subió como si nada a la pared, y escucho a Levi suspirar y contestarle que sí, "algo así". Me doy cuenta de que no tiene ganas de estar ahí con nosotros, pero por algún motivo no se separa. Supongo que por si vuelven esos hijos de puta. Levi me habrá cagado, pero sé que no dejaría a alguien de garpe en una situación así.

Jean, por otro lado, parece tener ganas de conversar con Levi, porque se presenta más formalmente y no sólo dice su nombre, sino que menciona que es mi novio. Ante eso no puedo no levantar la mirada, y veo cómo Levi empieza a mirar al frente de golpe y asiente diciendo su nombre.

El resto del camino es incómodo, aunque Jean no parece notar el aire espeso entre los tres. Por suerte. Cuando entramos y llegamos a nuestros respectivos departamentos, Jean le da las buenas noches a Levi y después se da la vuelta para abrir la puerta con su llave. Yo, que todavía sigo procesando todo lo que pasó, lo miro a Levi y en voz baja le digo "gracias".

−Cuidate− me dice y hace una pausa−. Eren.

Cuando entramos me quedo con esa última imagen de Levi diciendo mi nombre. Hacía tanto no escuchaba mi nombre de su boca de esa manera. Trato de que no se me note lo abrumado que estoy y me excuso con Jean para ir al baño un minuto. Siento ganas de llorar, pero me la aguanto. Me muerdo el labio y empiezo a parpadear rápido para evitar que cualquier lágrima que tenía planeado salir salga. No sé qué es lo que me hace sentir así de triste. Si el hecho de casi ser apuñalado; si ser salvado por Levi; o si reconocer que Levi, una persona capaz de poner en riesgo su vida para salvar la mía, me haya sido infiel y me haya engañado de la manera que lo hizo.

Respiro como me enseñó Mikasa, y cuando estoy un poco mejor, salgo.

Jean está en la cocina lavando los vegetales y preparando todo para hacer los tacos. Yo ya no tengo hambre, pero no quiero arruinarle la noche a él también, así que voy y le pregunto en qué puedo ayudarlo. Me indica que vaya cortando los morrones y la cebolla, y que puedo ir poniendo el wok a fuego mínimo.

−Es increíble ese Levi− me dice con ensoñación. Sí, Levi causa ese efecto cuando lo ves pelear. O cuando lo ves en general−. Será petizo, pero es rápido. Mm, no sé qué hubiera pasado si no hubiese estado ahí. Si te pasaba algo…

Veo que deja de cortar la carne y se pone tenso. Parece enojado.

Con la mano que estaba sosteniendo la cuchilla le acaricio la suya− Pero no me pasó nada− le digo sonriendo.

Nos lleva un rato preparar todo, y más teniendo en cuenta que Jean compró no sólo carne de vaca, sino de cerdo, y pollo. Me parece que vamos a comer tacos por varios días.

Cuando todo está listo, llevo mi notebook a la mesa y, antes de poner Episodio IV, me doy cuenta de que Mikasa no se puede enterar de lo que pasó. No que Jean y Mikasa vayan a hablar, pero en el caso de que lleguen a hacerlo pronto, es mejor prevenir…

−Ah, eh… te voy a pedir que no le cuentes nada a Mika. Sobre lo que pasó recién, digo− Jean me mira curioso−. No es por nada, sólo que Mikasa es muy sobreprotectora, y si se llega a enterar de que me vinieron a apurar con un cuchillo, es capaz de obligarme a ir a vivir de vuelta con ella…

En parte es por eso, y en parte es porque no quiero que se entere de que Levi es mi vecino. Pero, claro, esto último no se lo digo a Jean.

Él asiente, aunque no lo noto muy convencido. Supongo que la idea de que le esconda cosas a mi hermana no le hace mucha gracia. Bueno, lo lamento. Dando por terminado el asunto, le doy play a la peli y me siento para comer. Si bien no tengo hambre, los tacos están riquísimos, y se lo hago saber a Jean antes de que la intro aparezca.

Para cuando Luke rescata a Leia, yo ya perdí el hilo, y no por la película precisamente, la vi como 20 veces. Pero mi concentración está en otro lado, y Jean parece darse cuenta.

−¿Preferís que las veamos otro día?

Me lo pregunta con tanto amor que, si no fuese porque me siento pésimo, me arrodillaría y se la chuparía hasta deshidratarlo. Sólo asiento.

−Perdón− le digo con una sonrisa que no engaña a nadie. Él me da un beso en la frente y se levanta para levantar la mesa. Yo lo ayudo, y aunque me dice que vaya a acostarme, que me alcanza enseguida, no lo hago. Lo mínimo que puedo hacer es lavar los platos. Aunque me saca cagando y sólo me quedó ahí, viéndolo.

Cuando nos vamos a acostar, lo hacemos en posición de cucharita, y aunque mi intención es dormir, sin querer le apoyo el culo demasiado cerca de la entrepierna a Jean, y lo escucho respirar fuerte en cuestión de segundos. Cuando me acomodo mejor, larga un gruñido. Siento una de sus manos tocarme el abdomen mientras me arrima la verga lo más cerca posible, y se siente bien, no voy a negarlo, pero de verdad prefiero dormir.

Jean se da cuenta de mi falta de entusiasmo y me pregunta si estoy bien.

−Perdón, pero hoy no me siento con ganas…

−No me pidas perdón, Eren. Tuviste una noche de mierda, es mejor que descanses− me dice y me da un beso en el hombro. Yo cierro los ojos y me relajo. Jean no vuelve a apoyarme fuerte, y a medida que pasan los minutos, siento cómo su erección se va bajando.

Me doy cuenta de que Jean por fin se durmió por los leves ronquidos que escucho. Abro los ojos porque el sonido medio que me quitó el sueño, y decido que lo mejor va a ser tomar algo de aire. Tengo ganas de salir a caminar, pero es tarde y no quiero preocupar a Jean más de la cuenta. Además, si soy honesto, no tengo ganas de que me pase otra vez lo mismo. Salgo de la cama tratando de no despertar a Jean y agarro mi celular y auriculares. Salgo al balcón y enseguida me golpea un viento fresco que me da escalofríos. Me siento en una silla que había sacado el otro día y pongo algo de música. Me quedo viendo parte del patio y más allá, pero noto luz en el departamento de Levi, y eso llama mi atención. ¿Qué estará haciendo? Son las tres de la mañana y, hasta donde sé, está solo. O capaz ese tipo volvió y… No, me niego a recrear imágenes de ellos dos en mi cabeza. No tengo ganas de deprimirme, así que me doy vuelta, dándole la espalda a su balcón. Pero mis dedos tienen otros planes, ya que buscan la playlist de Spotify más triste que tengo y, sin saber cuándo, me encuentro escuchando Snowman, de Sia. A esta altura, aguantar las ganas de llorar es inútil.

Un hormigueo que siento en la pierna me obliga a levantarme después de un buen rato. No miro al balcón de al lado cuando entro, y voy directo a la cama. Jean no se despierta, y me vuelvo a acostar con él, esperando poder conciliar el sueño.

-x-

Jean se va el lunes, y ese día decido que voy a ser lo más productivo posible. La tengo a Crista, que esta vez viene con Ymir, su novia. Después de la sesión comemos algo los tres, y para cuando se van se hacen las cinco. Me pongo a editar sus fotos para adelantar trabajo y a las siete corto. Miro el jogging que tengo tirado en la cama y me lo pongo junto con una remera negra de Jean. Me calzo las zapatillas y agarro una toalla de mano. Bajo sin pesarlo dos veces y voy directo al gimnasio. Hace casi una semana que no voy, y no quiero dejarme estar.

Ni bien entro, escucho bastante gente hablar. Si bien a la noche está más lleno que a la mañana, por lo menos no está…

Levi.

Veo a Levi salir del baño y cierro los ojos automáticamente, puteando para mis adentros. ¿Cómo puede ser tan oportuno? ¿No era que venía a la mañana? Aunque considero pegar media vuelta e irme, no lo hago porque me ve, e irme sería muy de cobarde. Así que entro y saludo a la recepcionista y a un flaco con el que me cruzo siempre que vengo. Y que siempre está en las bicicletas. Inevitablemente paso por al lado de Levi, que me saluda con un "hola". Trato de que no me afecte, y lo saludo de la misma manera, aunque no lo miro, sino que me enfoco en preparar la barra. Sin embargo, siento su mirada en mi espalda. Puedo sentirla. Y es cuando me doy vuelta para ver por qué siento como si me estuviera clavando dagas que casi chocamos cabezas.

−Eh… se te cayó.

Al principio me cuesta entender de lo que está hablando, porque sólo puedo ver sus ojos. Ojos grises y filosos como me los acordaba. Los mechones negros de su flequillo chocando con sus pestañas, también negras. Su ceño… no está fruncido. Me mira de una manera… me mira como nunca me miró. No entiendo cómo me mira.

¿Cuándo dejé de respirar?

Por suerte encuentro las palabras cuando bajo la vista y veo lo que está sosteniendo en la mano.

−Gracias− le digo agarrando la toalla. Sin querer le toco el dedo índice con el mío.

Quema.

No entiendo la mirada que me da Levi, y quiero preguntarle, pero no me da tiempo. Se da media vuelta y se va. Sale del gimnasio. Yo me quedo ahí, con la toalla en la mano, solo.

Un chico me pregunta si voy a usar la barra, y le digo que no. No puedo hacer más que irme. A la mierda ser productivo. No puedo. No con Levi mirándome así. No con Levi mirándome. No con Levi cerca.

La ida al departamento parece un viaje de teletrasportación, porque no me doy cuenta del momento en que subo las escaleras ni cuando entro.

Apoyo la cabeza contra la puerta ya cerrada. Tengo que dejar de pensar en Levi, eso ya lo sé, pero se me hace difícil si cada vez que lo intento, él se aparece como un Jack In The Box.

El miércoles es una tortura.

A las cuatro recibo un mensaje de Annie diciendo que baje, que ya está en la puerta y que la película empieza a las cinco, por lo que me pide que me apure. No entiendo por qué no toca el timbre, hubiera sido más rápido. Agarro el celular y la billetera y salgo. Cuando estoy por abrir la puerta de entrada al edificio, veo que Levi está del otro lado por entrar, y parece no verme, ya que mira a Annie, que está al lado, recostada contra la pared. Si compitiesen, no sé quién ganaría el premio al Cara De Culo.

Es cuando pongo la llave yo primero que me ve, y su expresión seria cambia. Me mira raro, todavía no entiendo, porque nunca me miró así. Si no lo conociese, diría que hasta me mira con nerviosismo. Pero es Levi, así que eso es imposible, y descarto la idea rápido.

Cuando inevitablemente abro la puerta, Levi da un paso atrás para dejarme salir, y me percato de que está usando los mismos lentes de leer que le vi en el lavadero. También veo que tiene un libro abajo del brazo y un café de Starbucks en la mano. Lo vuelvo a mirar a los ojos, y siento como si pasasen varios minutos hasta que lo escucho hablar.

−Hola, Eren.

−Ho-hola.

Agacho la cabeza rápido y salgo todavía más rápido, tratando de que no se me noten las manos temblorosas. La miro a Annie, que tiene una ceja levantada, y yo espero que no se deba a lo roja que debo tener la cara, porque siento que un volcán acaba de estallarme en el cerebro.

La saludo con un beso en la mejilla y empezamos a caminar. Ella me señala en dónde dejó su auto y la sigo en silencio. Pero, para mi desgracia, Annie no es de esas personas que tienen la amabilidad de no decir nada. Nope.

−¿Quién era ese tipo, Eren?− me pregunta ni bien entramos los dos al auto. Yo la miro y trato de poner mi mejor cara de boludo.

−Un vecino, ¿por?

−Por cómo se miraron− murmura y pone en marcha el motor, y lo que dice después me desarma−. Ustedes dos andan en algo, ¿no?


¿Voy a terminar el capítulo acá? Sí, sí voy.

*Franco: un día franco es el día no laboral de la semana de un trabajador. Por ejemplo, alguien que trabaja de martes a domingos y tiene los lunes libres, decimos que tiene franco los lunes.