Pikujean week day 6: friends with benefits/secrets
Vayan a mi twitter a ver las giladas extras que subo (arroba 1000i_g)
disfruten.
—Levántate de una vez —dice Pieck desde la puerta—, le dijiste a Ymir que iríamos a buscarla.
Jean gruñe apenas desde la cama y ella sale. Va a su habitación a cambiarse. Debería ducharse, tiene que hacerlo, pero se quedaron dormidos. Se puede duchar allá.
Se quita la camiseta y la tira en su rincón, después comienza a cambiarse. Qué suerte que dejaron su equipaje listo el día anterior.
Escucha pasos en el pasillo y se gira sobre su hombro.
—Tenemos que salir en cinco minutos —dice y Jean bosteza apenas. Sus miradas se encuentran y ve que tiene intenciones de entrar en la habitación de ella. Pieck se acerca a la puerta y se la cierra en la cara.
Salen quince minutos después, bostezando y casi arrastrándose.
Es recién entonces cuando se da cuenta de que los reporteros los han dejado en paz, porque nadie los espera junto al auto. Era hora.
Ymir y su novia–
—Historia —repite Jean por enésima vez.
Las están esperando en la puerta del departamento de alguna de ellas. No preguntó de quién.
Historia había estado en la boda también y le había parecido una chica muy dulce, tal vez empalagosa y demasiado enérgica, pero agradable. Espera que ahora no rebose de energía.
—¡Al fin! —exclama Ymir—. Cinco minutos más y nos íbamos a la mierda sin ustedes.
—¿Ah, sí? —reta Jean—, ¿y cómo ibas a llegar? ¿Caminando?
—Michelle se ofreció a llevarnos —responde Historia, sentándose detrás de él—. Hola, Pieck, es agradable verte otra vez.
—Lo mismo digo —sonríe ella y espera que suene natural.
No presta mucha atención a lo que hablan el resto porque tiene sueño y no le interesa tampoco. Solo quiere llegar.
Están yendo a unas cabañas (¿o algo así? No prestó atención tampoco) por unos días. Es de la familia del esposo de la hermana de Historia. Pieck supone que a esta altura todos ellos son como una sola familia gigante. Curioso.
No está lejos de la ciudad, a treinta minutos en auto. Llegan antes de que pueda encontrar una estación de radio decente. El complejo se ve lindo, la última vez que había ido a un lugar así había sido hace años para entrenar, así que nunca había ido con intenciones de divertirse.
Jean sigue las indicaciones de Historia hasta que llega a las cabañas que les corresponde a ellos.
—Michie dice que están desayunando en el buffet —dice Ymir y abre la puerta del auto cuando él estaciona—. ¿Le digo que los vemos allá?
Pieck está a punto de decir que le gustaría darse una ducha, pero Jean habla antes.
—Claro, en diez estamos allá.
Las chicas bajan y él sigue hasta la siguiente cabaña, la de ellos.
—No me da tiempo de bañarme en diez —murmura ella.
—Y que esperen.
—No es cortés —él bufa—. Si no te hubieras quedado dormido–
—Tú también te quedaste dormida.
—Porque apagaste mi alarma.
—¡Empezó a sonar a las ocho!
—¡Teníamos que estar listos a las nueve y media! —ella respira profundo y baja del auto, cerrando la puerta con fuerza.
—¡La hiciste giratoria! —exclama Jean molesto.
Se encuentran un rato después con el resto en el buffet. El novio de Michelle le parece una persona… nefasta, por decir lo menos. Le da muy mala espina y Jean le dijo, a grandes rasgos, que lo odia, pero bueno. Al menos es una persona que finge ser agradable. Aunque eso es peor.
Se concentra en charlar con Historia cuando no tiene a nadie más, a pesar de que Jean nunca se despega de su lado ni suelta su mano.
El buffet tiene comida rica y café fuerte, pero eso no es suficiente para el sueño que se niega a soltarla. Se quedan ahí durante algunas horas, hasta que llega el almuerzo. La calefacción del lugar es exquisita.
—¡Vayamos al bosque! —propone Michelle mientras almuerzan y a Pieck le parece una idea terrible.
—¿Ahora? —pregunta Jean con una mueca—, hace frío y está nublado, esperemos a que salga el sol.
—¡Vayamos a la hora del té! —agrega Historia emocionada—, es perfecto para ver el atardecer.
Tiene que agradecerle, porque gracias a eso, logra darse una buena ducha y dormir unas pocas horas hasta la tarde. Envidia un poco a Jean, porque parece estar de diez. ¿Se estará volviendo vieja? Nah, el resto debe estar igual de cansados que ella, solo que lo fingen mejor.
—Pieck —susurra Jean, picando su mejilla—, nos esperan para merendar.
Se gira hacia él y hunde su rostro en su pecho, para que no pueda pellizcarla. Lo siente acariciar su espalda y sacudirla un poco para despertarla, pero es en vano, porque le gusta eso.
—Vamos, tengo hambre —dice él y lo siente más cerca de su oído—. Pieck.
Se vuelve a él con los ojos cerrados. No puede suspirar su nombre contra su oído y no besarla después, es como una falta de respeto.
Se queda esperando por él, pero Jean nunca llega. El movimiento que siente en la cama es de él levantándose, no de él acercándose. Vuelve a girar y queda acostada sobre su estómago. Sin Jean a su lado, hace frío. Se levanta a regañadientes.
Lo observa mientras bosteza y ve que él solo viste una camiseta de mangas cortas. Ella se durmió con un sweater de lana y tenía frío.
—¿Ya estás despierta? —pregunta dándole la espalda mientras se quita la camiseta.
—¿Qué te parece? —responde con voz ronca.
—Uh, okay —ríe Jean.
Se cambian y después salen al encuentro con los demás.
Se suponía que iban a ir al bosque a ver el atardecer o algo así, pero eso es un poco imposible porque ya está oscuro. El sendero en el bosque está marcado con faroles a los costados y al final, según un cartel que había en la entrada, hay un claro para hacer parrilladas. O algo así. Bueno, sigue teniendo sueño, así que no presta mucha atención.
Llegan al claro y Michelle y su novio anuncian que irán a comprar la comida y bebidas. ¿No hubiera sido mejor comprarlo antes de llegar hasta ahí?
—Encenderé el fuego —anuncia Jean y Pieck lo agradece, porque ya no siente los deditos.
Ymir e Historia se alejan para juntar ramas secas y hojas para quemar. Pieck está sentada en un tronco largo, temblando apenas. Jean se acerca sonriendo apenas.
—Se nota que la estás pasando de diez —bromea y ella ríe.
—La estoy pasando bien, solo que no tengo tolerancia al frío —responde.
—Creo que lo noté.
Se para delante de Pieck con los brazos abiertos. Ella lo mira y Jean sonríe mientras mueve las cejas, arrancándole una risa. Se levanta y se apoya con fuerza en su pecho, haciéndolo tambalear, pero Jean igualmente envuelve sus brazos a su alrededor, meciéndose apenas y haciendo círculos en su espalda.
—¿Mejor?
—Nah —responde, pero entrelaza sus dedos en la espalda de Jean.
Están un rato así y Pieck se siente entrar en calor de a poco, pero antes de que lo logre por completo, Ymir e Historia regresan. Jean la suelta y tiene ganas de abrazar su espalda, pero no es muy seguro hacer eso mientras hace fuego.
Todo el tiempo siente la mirada punzante de Ymir en él. No puede leer su mente, pero si pudiera, está seguro que estaría diciendo algo como los veo demasiado comprometidos con esta mentira, embaucadores. Por suerte no puede leerla. Por suerte tampoco se queda a solas con ella, porque ahí sí se lo diría en la cara y se vería obligado a confesar que está disfrutando esto y que se aprovecha de la presencia del resto para ser empalagoso con Pieck.
Terminan de cenar. Jean tiene su brazo sobre los hombros de Pieck, pegándola a él y dándole calor como extra. Le está empezando a dar sueño. Ella está silenciosa, presta atención a lo que charlan los demás, pero ya notó que tiene los ojitos chiquitos.
Él está atento a que alguien más bostece, así pueden dar por concluida la noche.
—Quiero irme a dormir —dice Michelle de la nada y Jean se lo agradece tanto.
—Oh, claro que sí —responde Ymir con sarcasmo—, estoy segura de que todos estamos exhaustos y queremos irnos a dormir.
—¿Por qué hablas así? —susurra Historia e Ymir la mira.
—Estoy hablando entrelíneas, corazón.
—Oh.
—Bueno, yo sí tengo sueño —dice Jean y se levanta del tronco, llevando a Pieck con él—, así que, nos vamos. Nos vemos mañana, por desgracia.
Se va tirando de Pieck, ignorando las miradas de Ymir y los comentarios de Michelle.
Caminan en silencio por el sendero hasta la cabaña. No recordaba que el camino fuera tan largo.
Llegan y la cabaña está oscura y helada. Pieck enciende la estufa y casi se sienta encima. Jean va a al baño. Cuando sale, el ambiente está un poquito más tibio y ella ya se sacó el tapado que llevaba. Solo le quedaban tres capas de ropa.
—Fue divertido —murmura ella—, no recuerdo si lo dije, pero es simpática tu familia.
—Me alegro —responde Jean. Saca el pijama de la valija y las cosas de baño y se vuelve a meter. Cuando sale, Pieck se quitó un sweater—. ¿Cada vez que salga, tendrás menos ropa?
Ella resopla divertida, pero no contesta. Toma su propia ropa y cosas de baño y entra.
Cuando sale, Jean está parado junto a la estufa con su celular. Pieck se acuesta y se tapa hasta la nariz.
—Apaga la luz cuando termines —murmura cerrando los ojos.
La luz se apaga. Siente el movimiento en la cama hasta que Jean se queda quieto, encima de ella.
—¿Ya te vas a dormir? —susurra y Pieck ríe.
—Depende.
Estira el cuello, saliendo de las mantas y buscando la boca del otro. La mano de Jean se apoya en su mejilla, guiándola en la oscuridad.
—¿Vas a volver a apagar mi alarma? —pregunta Pieck.
—No tengo que hacerlo si evito que la pongas —responde y ella ríe.
—Yo voy a evitar la pongas —bromea y Jean jadea.
—Entonces, no será una noche exitosa para ninguno.
Pieck vuelve a reír y se estira hacia él. Jean está incorporado con una mano y sostiene a Pieck con la otra, abrazándola hasta que sus fuerzas no dan más y cae a un costado, llevándola consigo.
Ella se sienta sobre él. Acaricia sus mejillas con las yemas de sus dedos y sus dedos bajan más, por su cuello y su pecho, y quiere alcanzar el borde de su camiseta, pero no alcanza. Entonces se quita la propia y Jean la imita.
No se cansa de sentir su piel bajo sus dedos o contra su propia piel, tiene dudas de si en algún momento se cansará.
—Entonces —dice Ymir, llamando la atención de los dos—, ¿lo pensaron?
Pieck la mira entornando los ojos, pensando de qué habla. Jean está casi dormitando en la mesa.
—Oye —dice Ymir brusca, golpeando las palmas en la mesa. Jean levanta la cabeza veloz.
—No —dice por reflejo.
—Ni siquiera escuchaste qué dije.
—Debe ser algo malo, igual —bosteza y apoya la cabeza en el hombro de Pieck. Ymir lo mira levantando una ceja y él le saca la lengua.
—Que si pensaron en el Scouts Journey, la puta madre.
—Es temprano para que estés puteando, cariño —dice Historia, sentándose a su lado y dejando el desayuno de las dos.
—¿Por qué tú no me traes el desayuno? —pregunta Jean.
—Uh, porque no quiero —responde Pieck.
—Por favooor… —murmura girando hacia ella y besando su mejilla apenas.
—Eres empalagoso —le pone la mano en la cara y se levanta.
Jean ríe apenas mientras la observa alejarse y después sigue riendo para sí mismo.
—¿Qué mierda te pasa, Kirschstein? —cuestiona Ymir. Él la mira ceñudo.
Pieck no oye de qué hablan, pero los observa con curiosidad. No habló con Jean sobre lo que opinaba de la gira, pero no le sorprendería que aceptara. A ella también le gustaría ir, si estuviera en otra situación, claro. Le parece una experiencia bastante genial.
Regresa a la mesa y Jean e Ymir se están mirando con intensidad.
—No les hagas caso, estaban peleando —desestima Historia, mirando su celular.
—Oh. Qué maduro.
—Sí, lo hacen todo el tiempo —respira profundo.
—¿Qué significa eso? Solías divertirte con nuestras peleas —lloriquea Ymir, abrazando los hombros de Historia.
—Perdieron originalidad.
Pieck las mira y se siente reír, además de que la risa reprimida de Jean es contagiosa.
—Entonces, hijos de puta– sin ofender, Pieck.
—No me ofendo.
—¿Pensaron si van a ir al–?
—Ella no puede —interrumpe Jean—, y yo no quiero. Diviértanse.
—Aw, ¿de verdad? Esperaba que pudiéramos ir los cuatro —dice Historia y su decepción sorprende a Pieck—, supongo que la próxima será…
—Como que Michie está tardando mucho —comenta Jean. Se termina su café y se hace para atrás—. Iré a buscarla. ¿Pieck?
Ella asiente y se termina el contenido de su taza.
—Claro, sí, irán a buscarla… —masculla Ymir.
—Oye —regaña Historia en voz baja.
Jean toma la mano de Pieck y se van caminando veloz. Cuando salen del buffet, ella lo mira, pero él esquiva su mirada.
—¿A qué–?
—¿Te molesta si fumo? —interrumpe, queriendo ganar más tiempo.
Pieck eleva una ceja y se encoge de hombros—, haz lo que quieras.
Jean tiene un cigarro y un encendedor en la mano.
—¿De dónde los sacaste? Nunca te vi fumar —dice ella.
—Ah, se los robé a Ymir cuando se distrajo —ríe él—. Así que, probablemente te use como escudo humano.
—Gracias por el aviso —responde. Jean sopla el humo riendo apenas.
—¿Qué quiso decir Ymir?
—Muy buena pregunta —ríe Jean, dejando de caminar, pero sin soltar su mano. Pieck se vuelve y él se acerca a ella—. ¿Te molestaría acompañarme a la cabaña?
No lo besa entonces porque no está segura de si podrá detenerse, En la cabaña no tiene que hacerlo. Lo besa hasta que se cansa y más, recorre su cuerpo con sus manos y se deja envolver por el calor abrazador de Jean, rasguñando su espalda y jalando su cabello.
—De seguro que Michelle ya está con las chicas —murmura Pieck. Jean ríe y le pasa un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Seguramente, pero… no podría importarme menos —suspira.
Ella está sobre su pecho, apoyada en sus manos. Sus ojos están cansados y sus labios casi rojos– cortesía de él.
—¿Por qué no irás con Ymir? —suelta Pieck y Jean sospecha que leyó su memoria.
—Ah… —ríe apenas y cierra los ojos—. No te rías, ¿sí?
—Tarde —suelta una risita y se estira a sus labios.
—Prefiero quedarme contigo —siente que sus mejillas se están calentando, pero eso no lo detiene de seguir hablando, solo de abrir los ojos y enfrentar la mirada de ella—. Como que… podría decir que esto es mejor que ir y no quiero desaprovecharlo.
—Oh, ¿entonces te quedas por el sexo? —Pieck se burla y Jean enrojece más.
—No– bueno, también, pero me gusta pasar tiempo contigo y creo que… ¿te extrañaría?
Ella no responde. Casi no la siente ni respirar, ay, mierda, ¿arruinó todo? Cree que lo estaba manejando bastante bien.
Entonces, Jean abre los ojos, preparado para encontrarse con la mirada de desagrado de Pieck, pero ella…
Está roja.
—¿Estás–? —Pieck le pone la mano en la boca y con la otra se tapa el rostro. Jean está balbuceando en su mano y comienza a reír.
—Puta madre —masculla ella, riendo también. Se tira a un costado de la cama, tapándose el rostro con las manos, toda roja.
—¡No lo puedo creer! —exclama él, riendo—. Oye, mírame.
Pieck niega. Su corazón late a toda velocidad y las risitas no dejan de escaparse de sus labios.
Jean la observa y no quiere caer en los pensamientos clichés, pero ella se ve hermosa. Sonrosada y avergonzada, la marca que comparten brillando en sus costillas por el contraste con su piel. Mira sus pechos y sus pezones rosados le hacen recordar otras cosas no tan lindas.
—¡Jean! —exclama ella, cubriendo sus senos con sus manos—. ¿¡Qué mierda haces!?
—¡Es por lo del otro día! —devuelve él riendo—. Mi pezón todavía recuerda el pellizco.
Le parece tentador volver a pellizcarlo, pero no está segura de si pueda ganar en estas condiciones.
Jean se apoya a su lado incorporado con un brazo y le acaricia la mejilla con un dedo antes de acercarse a volver a besarla.
—¿Se refería a esto Ymir? —pregunta Pieck cuando los labios de él están casi rozando los de ella.
—Uh, claro —murmura él.
—¿Qué significa eso? —eleva una ceja, esquivando su beso. Jean entorna la mirada, pensando en alguna mentira—. Por supuesto que noté las miradas de ella, no es muy disimulada que digamos… ¿No le habrás…?
Él sonríe culpable y ella frunce el ceño.
—¡Era secreto! —exclama ella—, ni a mis padres les dije.
—Yo no le dije a nadie de mi familia —responde él, desviando la mirada—. Vamos, ella sabe todo de mí. Me lee como libro abierto.
Pieck resopla.
—No eres exactamente difícil de leer.
gracias por leer!
