6.

Anoche después de que se llevaron a Kara me costó muchísimo lograr conciliar el sueño, me había quedado alterada sin esperar lo que le pasó a mi compañera, había tenido un claro ataque de ansiedad fuerte.

Me apuré para ir a desayunar para ver si encontraba a la rubia sentada en el mismo lugar de siempre, para cerciorarme que se encontraba bien, pero no había rastro de ella por ningún lado, miré en el patio, en los baños, en los salones, y nada de nada. Ya comenzaba a preocuparme, miento, estaba completamente preocupada. Eran sentimientos nuevos, no sabía lo que era interesarme por alguien más que por mi madre, nunca he tenido amigos, y mis relaciones fueron impuestas, esta era la primera vez que alguien me preocupaba por voluntad propia.

Mi tiempo de búsqueda terminó por la cita con mi simpático psicólogo.

-Buenos días Lena, ¿cómo te encuentras?

-Bien… bueno, no… - tomé aire, y coloqué mis manos por debajo de mis muslos apretando la silla en la que me encontraba- estoy algo preocupada-

-¿Preocupada? ¿Por qué?- el psicólogo, que por cierto se llama Phil, se acercó a la mesa poniendo sus manos cruzadas encima.

-Usted se acuerda que me dijo que socializara ¿no?- el asintió a modo de respuesta esperando que continuara. –Bueno mi compañera de habitación, con la cual no tengo la relación del año, anoche tuvo un ataque de ansiedad o algo así, y desde ese momento que no se nada de ella, usted por casualidad ¿sabe algo?- solté todo rápidamente.

-Lena, es bueno que te preocupes por alguien, es un pequeño avance al menos- sonrió relajándose en su silla, yo lo miraba expectante esperando alguna noticia. –Y para que te quedes tranquila, Kara se encuentra bien, la están asistiendo para que pueda mejorar, pero está bien-

-¿Realmente? Porque anoche se encontraba mal, muy mal, tenía la mirada como en otro universo-

-De verdad Lena, cuando mis colegas y yo lo creamos correcto ella volverá con ustedes- confiaba en él, así que asentí y solté un suspiro sin saber que lo estaba conteniendo.

-Gracias-

-¿Qué te hace sentir estar preocupada por tu compañera?- lo miré desconcertada.

-¿Qué me hace sentir?- respondí con otra pregunta buscando tiempo para buscar alguna respuesta.

-Si bueno, veamos es importante que te preocupes por la gente, es un motivo de vida que alguien nos interese-

-Lo entiendo, ahora cree que porque me preocupe el estado de salud de una persona yo tengo más ganas de vivir que ayer ¿no?- contesté sarcástica.

El carcajeó y mi ceja derecha se levantó involuntariamente sin entender la situación.

-Dios, no, yo no quise darte a entender eso, a lo que iba es que estar preocupado no es malo, la preocupación es un antecesor a la ocupación, y ocuparte o ayudar en este caso a una compañera puede ser muy bueno en tu estado-

-¿En mi estado?- yo no tenía ningún estado.

-Lena, debes dejarte ayudar, es la única manera para que podamos progresar, y para que eso pase tienes que aceptar que algo pasa en tu interior-

-¡En mi interior no pasa nada carajo!, lo que pasa está bien en el exterior- me enfurecí.

-¿Y qué es lo que pasa en el exterior?-

-Lo que sucede es que mi prometido es un golpeador hijo de puta, avalado por mi padre, que es otro maldito hijo de puta- grité

-Y alguna vez te preocupaste por eso, o mejor dicho te ¿ocupaste de eso?-

-Me está sugiriendo que debería de haberlos matados a ellos en vez de querer matarme- el psicólogo se volvió a acercar al escritorio.

-No Lena, nunca sugeriría semejante cosa, eso no te ayudaría en lo más mínimo, pero alguna vez al menos le contaste a alguien lo que pasaba puertas adentro- mis ojos ya estaban llenos de lágrimas de la impotencia.

-No, nunca podría hacerlo, ni siquiera sé cómo ahora me estoy abriendo a todo esto- me sinceré, porque realmente el psiquiátrico me había abierto como un libro a contar cosas que pensé que jamás aceptaría.

-Yo creo que si lo sabes-

-Ilumíneme entonces- Phill dejó su libreta sobre el escritorio y me miro serio.

-Lo que yo creo Lena es que estás aprendiendo a ser tú misma, por primera vez eres tú la que habla, la que siente, la escucha, la que opina, la que se queja y hasta la que se enoja, ¿me equivoco?-

Él tenía razón, toda la razón, era la primera vez que podía hacer cosas por mí misma, en este puto psiquiátrico soy más libre que en toda mi vida por fuera, irónico, parece que encerrada estoy encontrando mi libertad.

La cita con Phill llegó a su fin, me fui un poco más aliviada.

Pasaron dos días hasta que Kara volvió, la vi sentada sola como de costumbre en uno de los bancos del jardín, mis piernas reaccionaron antes que mi mente, porque sin pensarlo caminaba a grandes zancadas para encontrarme con ella.

-Kara- hable agitada, sus ojos azules me miraron sin expresión. -¿Cómo estás?-

Su respuesta fue levantar sus hombros. Y me preocupé más de lo que ya estaba, si bien la rubia nunca fue muy amable, ni conversadora, ni nada, su expresión era peor que antes. Y en estos días de su ausencia empecé a darme cuenta de que me interesaba conocerla, saber de ella, saber qué es lo que le pasó, entender porque se encontraba en este sitio, donde la mayoría parecíamos almas en pena buscando algún rescate milagroso.

Me senté a su lado sorprendiéndola.

-Se que no comenzamos de la mejor manera, y tal vez ni siquiera te caigo bien, pero si quieres hablar con alguien de verdad que puedes contar conmigo- dije todo mirando hacia el frente, sentí como su mirada giro hacia mi e instintivamente la miré también. Un esbozo de sonrisa podía percibir en sus labios.

-Me caes bien Lena, y disculpa si he hecho de tus días peores, solo que ya no sé cómo relacionarme con la gente- su mirada se nublo.

-¿Quieres contarme?- me atreví a preguntar.

-La verdad es que quisiera olvidar todo, pero supongo que es algo imposible, y hay días como las otras noches que el dolor es tan fuerte que siento que no puedo respirar- asentí, esperando que continúe. –Sabes, yo era tan feliz hace un año atrás, tenía el trabajo que siempre soñé, mi familia estaba estable y había comenzado una nueva etapa al lado de mi novia Imra, y ahora todo es un desastre, tan desastre que estoy viviendo en un psiquiátrico- sonrió irónicamente mientras limpiaba las lágrimas que caían por su rostro. Puse mi mano sobre su rodilla a forma de consuelo.

-Ella era el amor de mi vida, me hacía inmensamente feliz, la conocía desde siempre, las discusiones duraban cinco minutos, porque no podíamos estar enojadas una con la otra, compartíamos planes a futuro, y nos alegrábamos sinceramente cada vez que le iba bien a una o a la otra, era de esas relaciones de película ¿Entiendes?- asentí aunque la verdad era que no, claro que no entendía de lo que hablaba, imaginar que alguien puede encontrar esa clase de persona para compartir su vida, solamente lo relacionaba con el cine, porque en mi vida había visto a alguien que describiera su vida amorosa de esa manera.

-¿Qué sucedió?- le pregunte susurrando, como no queriendo molestar. Volvió a secarse las lágrimas y yo apreté mi agarre en su rodilla.

-Un día como cualquier otro íbamos de camino al trabajo, ella trabajaba en un pequeño aeropuerto aislado de la ciudad, siempre la llevaba a ella primero y luego me iba hacia el laboratorio donde trabajaba yo, ese día se sintió diferente desde que comenzó, como nunca nos quedamos dormidas y salimos tarde y apuradas- su mirada se perdió en los recuerdos. –Iba bastante por encima del límite de velocidad, porque no podía llegar tarde a mi trabajo, tenía un reunión importante, Imra no paraba de decir que levantara el pie del acelerador, y yo iba encaprichada con que ella no entendía lo importante de la reunión, de un segundo para el otro despegué mi mirada de la ruta para mirarla severamente, para hacerle entender mi punto- las lágrimas ya caían descontroladas por su rostro, estaba sintiendo su dolor como propio, mi ojos ya pinchaban y ardían imaginando el desenlace. –No presté atención a la intersección, un camión apareció de la nada y se llevó con él a la persona más importante de mi vida-

-Dios Kara, cuanto lo siento- la abrasé con fuerza, ella escondió su rostro en mi hombro y lloró.