Antes de poder notarlo ya se encontraba delante de la puerta de su alcoba; ubicada en el segundo piso de aquella casa que sería su nuevo hogar.

Abrió la puerta con sigilo creyendo que había alguien adentro esperándola, pero contempló agradecida que no hubiera nadie y solo fueran cosas producidas por sus nervios.

Tomó asiento al borde de la cama con delicadeza, y algo de torpeza, debido a su vestido nupcial.

Empezó a meditar

Los sucesos de los últimos días pasaron tan rápidos… tan violentos…

¿Cómo será aquel hombre con el que se había casado? Por las pocas palabras que intercambiaron, parecía ser alguien justo y razonable a pesar de ser un militar. Era alguien que ejercía violencia como un medio, sin embargo, una mirada suya era suficiente para atemorizar a cualquiera.

¿Qué le pasaría más adelante? Mikasa no quería pensar en eso, en verdad no deseaba.

Una mezcla de terror y pánico invadió su mente. Ese hombre horrible había dicho que esperaban niños pronto ¡Hijos! ¡Ella no quería hijos! No todavía por lo menos… ¿Y si ella no quería tener un hijo? ¿Él sería capaz de forzarla? ¿De obligarla? ¿Levi ya deseaba hijos? No parecía ser el tipo de hombres que quisiera tener niños pequeños a su alrededor.

Ese pensamiento pugnaba por repetirse una y otra vez. ¿Él querrá consumar el matrimonio? Estaba en su derecho como su esposo y ella no podría negarse. Esta era su noche de bodas y su marido podría abusar de ella, obligarla, violarla de una manera cruel y brutal, y nadie diría nada. A los militares les gustaba demostrar autoridad y dominio. Ser el primer hombre de ella lo haría sentirse poderoso. ¿La haría sufrir salvajemente hasta hacerla llorar y suplicarle para que se detuviera?

Respiró profundo un par de veces para relajarse. Estaba juzgándolo demasiado pronto.

Si él fuera así de malo sus subordinados no le demostrarían tanto aprecio. Había mujeres entre sus tropas y él les daba el mismo trato que a los hombres. Esa chica Sasha, pertenecía a su escuadrón y no le tenía miedo, respeto sí, pero no miedo. También estaba esa mujer Hanji, parecía que se tuvieran cariño y que él la respetaba.

Tenía que resignarse y prepararse mental y físicamente para lo que se venía. Su madre no le había dado ningún consejo útil para esta noche. Pero no la encontraría con la guardia baja. No, definitivamente no.

Durante su niñez, su anciana nana le había contado historias horribles sobre la primera guerra, donde soldados llegaban a los pueblos más alejados de las murallas y violaban salvajemente a las mujeres. Le solía contar relatos donde los militares separaban a las niñas de los brazos de sus madres y se las llevaban para nunca más ser vistas. Aquellas mujeres que se rehusaban o daban pelea eran torturadas en público como una muestra del poderío de estos.

Levi era un soldado ¿Él también habría cometido ese tipo de crímenes en aquella época? ¿En medio del furor de la batalla, su esposo se habría aprovechado de alguna jovencita inocente?

Tal vez, solo tal vez, si ella era complaciente con su marido, tal vez él no sería tan brutal y salvaje en su noche de bodas. No quería ser violada por nada del mundo, así que no tenía más opción que buscar una manera menos terrible y darle una concesión a su marido por este día.

Además, si lograba contentar a su esposo, podría convencerlo para que ella o su madre administren el fundo en su nombre.

Era un buen plan… ..por el momento….


Caminaba balanceándose levemente producto del alcohol, aún no estaba lo suficientemente ebrio como deseaba, pero ya no podía seguir prolongando el encuentro con esa mocosa . Se convencía a sí mismo que sería un desgraciado si la dejaba sola en su noche de bodas y después del incidente con Zackly prefería estar a su lado. Solo por seguridad.

Obligó a sus pies a dar pasos firmes hasta la puerta de la habitación, apretó la mandíbula, tragó pesado y giró la perilla.

Las grandes ventanas de la habitación permitían el ingreso de suficiente luz de las farolas de la calle y pudo distinguir la figura de su joven esposa parada en frente de su cama usando una transparente, corta e indecorosa bata de fino encaje rojo.

Él se acercó pausadamente. - ¿Qué haces? - preguntó con una voz plana, sin demostrar ninguna emoción.

- Pues- Mikasa enderezó la espalda, bajo la cabeza y cerró los ojos antes de decir. - Te espero a ti.

- ¿Me estas esperando? - Respondió con una sonrisa ante el brinco del cuerpo de la joven cuando su mano rozó suavemente la piel del brazo en una pequeña caricia, pero la broma se revirtió cuando ella tomo los tirantes de su bata y la dejó caer completamente. No logró volver a decir otra palabra después de tener el cuerpo completamente desnudo de ella justo delante de sus ojos.

A la luz de la habitación podía ver sus pechos desnudos con claridad, su cuello desembocaba en unos grandes y redondos senos, su cintura era estrecha en simetría con sus caderas y sus piernas no eran delgadas, pero sí estilizadas.

Volvió a acercarse, le gusta lo que ve. Le gusta mucho. Probablemente era el efecto del alcohol, pero desea tocar, pero esta vez no en broma sino de verdad.

Le arden las manos por el deseo de sentirla y en un impulso sus dedos callosos por el uso constante de la espada comienzan a recorrer la piel de sus muslos, eran suaves. Tocaba lentamente, dilatando y prolongando cada roce. Él comenzó a ascender hacia donde en verdad quería acariciar, sus senos. Sentía como el calor pronto se apoderaba de su cuerpo, de su piel y de su entrepierna.

Tras muchos segundos, la suavidad de unos pechos hizo contacto con sus dedos. Entonces se deleitó explorándolos. Sin duda sus pezones eran firmes y apetitosos, los acariciaba con una tosquedad propia de él. Fue entonces que Mikasa dio un inevitable respingo de asco y repulsión.

Levi sujetó con tosquedad su mentón obligándola a verlo, inmediatamente ella bajó la mirada al piso. El hecho que evitara el contacto visual lo molestó, a pesar de eso no impidió que la contemplara un largo rato analizándola con detalle. Su labio inferior temblaba de forma descontrolada, su cara estaba roja como un tomate maduro, su frente estaba perlada de sudor y todo su cuerpo se estremecía ante su tacto.

- ¡Mírame! - Le ordenó. Pero Mikasa no hizo caso y su mirada seguía pegada al piso como si allí se encontrara la solución a sus problemas.

La habitación permanecía en silencio. De hecho, Levi parecía estar disfrutando ese silencio, pues su mirada lo demostraba claramente.

La soltó y comenzó a caminar quitándose la camisa, mientras la colocaba sobre la mesa de noche a un costado de la gran cama matrimonial escuchó los sollozos que su esposa intentaba acallar sin éxito. Toda la confianza y seguridad que la muchacha mostró al principio desapareció instantáneamente cuando él se quedó solo con los pantalones puestos. Nunca se consideró sádico, no gozaba del sufrimiento ajeno. Si Mikasa no quería entregarse a él ¿Por qué se encontraba desnuda en frente suyo?.

Él no la forzaría a hacer algo que ella no quisiera, pero resultaba un perverso y malsano juego ver qué cosa terminaría haciendo esa mocosa. Así que se dio la libertad de continuar.

Volvió a acercarse a ella, la toma de los brazos y da besos en un hombro, despacio, disfrutándola lentamente, subiendo por su cuello y luego bajando al nacimiento de su busto sin mostrar un camino establecido, repite la operación un par de veces y al llegar a sus senos nota que la chica se tensa, pero no le da importancia.

Acuna su pecho derecho con su mano, lleva su boca al pezón y succiona con suavidad.

Mikasa se remueve un poco sin apartarlo. Sigue succionando experimentando sensaciones placenteras, es increíblemente confortable el modo que siente la piel de ella contra sus labios.

Su agarre se vuelve voraz. Ahora no solo se encarga de uno, ya ha tomado el otro contra su mano y se deleita jugando con su pezón, apretándolo o haciendo círculos alrededor de su areola sin descuidar el juego con su otro pecho.

Deja momentáneamente las caricias orales en su pezón y acaricia con ambas manos los suaves montes de la chica, dispersa besos en su cuello succionando y mordiendo con fuerza dejando marcas que permanecerán en la blanca piel por un par de días.

Un momentáneo chispazo de culpa casi lo distrajo, cuando quiso atrapar sus labios en un beso y ella volteo el rostro. Lo intentó otra vez, la boca de Levi atrapó de nuevo la de ella y esta vez no hubo rechazo alguno, casi podía degustar el sabor de la resignación por parte de Mikasa. Cada desliz de su lengua y mordisqueo contra sus labios le hacían sentir cada vez más caliente y más animado a continuar.

Sin advertencia previa ella coloco sus manos alrededor de su cuello para abrazarlo sin dejar de besarlo. Levi sonrió contra los labios de la chica, satisfecho porque ella por fin estaba participando y relajándose.

Levi estaba siendo controlado por su instinto, deseaba satisfacer la naturaleza más primitiva del ser humano. Esto era lo que las personas llamaban locura, pensó, él ya no pudo esperar más, levanto a Mikasa y prácticamente tirándola sobre la cama, se subió encima de ella.

- ¡No, espera! - Gritó Mikasa con la voz temblorosa, pero a esas alturas, su grito no produce ningún efecto en Levi que desliza sus dedos entre sus muslos, jugando con su monte de venus y realizando toscas caricias a través de su húmeda hendidura. La chica intenta cerrar las piernas en un acto de auto reflejo pero el cuerpo de Levi en medio de ellas se lo impide.

Sus callosas manos se arrastraron hasta su trasero y la apretó con tanta fuerza como para hacer sollozar a la muchacha.

- No sea tan brusco. - Dijo Mikasa titubeante. - Por favor.

- Lo siento. - Suspiró y se refugió besando suavemente entre sus pechos en un intento algo vago de pedir perdón por lo violento de sus caricias.

Mikasa lo empujó con ligereza, levantó su cabeza y lo miró. Debió ser lo correcto a decir, porque inmediatamente sus labios fueron reclamados por ella. Su lengua acarició y chocó contra la de él de una manera torpe y errática, confundiéndolo mientras las manos de la chica acariciaban su pecho y todo aquello que pudiera tocar.

Levi no había esperado que las cosas sucedieran tan rápido ni llegaran así de lejos, pero ahora no deseaba que se detuvieran. Al parecer ella se encontraba dispuesta, receptiva y él quería que Mikasa lo deseara tanto como él.

En un movimiento rápido deja caer todo su peso contra ella y se acomoda entre sus muslos, permitiendo friccionar toda su longitud entre los húmedos pliegues de la mujer. Muriendo por sentirla sin la restricción de su pantalón.

Ella respiraba con trabajo, tocándolo y besándolo ya sin pudor alguno. Levi se siente intoxicado por los pequeños sonidos sin control que salen de la garganta de la mujer. Escucha un gemido por primera vez cuando él toca allí, en su clítoris.

Él parece ronronear por la satisfacción de escucharla sin inhibiciones, aumenta sus toques y todo se vuelve más íntimo y más caliente.

Le gustaría hacerla retorcerse un poco más, pero ya ha llegado a su límite y necesita estar dentro de ella, sobre todo ahora que Mikasa levantó sus caderas, buscando unas caricias más profundas.

Necesita estar dentro de ella. Lucha por mantener la poca cordura que le queda, su cuerpo grita por penetrarla duro, sin contemplaciones, sin delicadeza y se encuentra demasiado entusiasmado con el placer que le produce la mujer como para detenerse.

Como si el sonido del cinturón de Levi aflojándose la hubiera hecho despertar de un estado letárgico, Mikasa se quedó muy quieta y aprieta rígidamente sus piernas cuando Levi empuja tortuosamente la punta de su pene contra sus pliegues.

Ella intenta alejarse. Levi no le permite moverse, inmovilizándola con una mano en su cadera.

- Por favor, no. - Gritó ella.

Él la ignoró y empujó más fuerte, deleitándose con los temblores provocados por aquella acción primitiva.

Encuentra resistencia en ella y eso le incomoda. Levi inhala profundo, como si estuviera luchando por controlar su propia excitación.

- ¡Por favor, no! ¡Ya para! - Vuelve a gritar la chica llorando. Derramando gruesas lágrimas de miedo.

Ella se retuerce y grita hasta que él le sujeta las manos, sometiéndola.

- ¿Qué mierda te pasa? - Le gritó en la cara y ella pareció asustarse más, pero antes de que él pudiera seguir reclamándole la chica se adelantó y le respondió con una voz llena de terror.

- ¡Discúlpeme! ¡Discúlpeme Señor Ackerman! ¡Me asusté! ¡No me viole ni me pegue, por favor! ¡Haré lo que usted me diga, pero no me viole! ¡No me golpee! ¡No me golpee, por favor!

La presión de su agarre se aflojó.

Todo parecía quedarse suspendido por un instante. Los segundos pasaron agonizantemente lentos y todo lo que Levi podía escuchar era el sonido de su corazón latiendo con fuerza.

¿Qué demonios había sucedido?

Él no quería golpearla, nunca la golpearía ni la violaría, el pensar en maltratarla de esa forma le hizo sentir una sensación asquerosa instalándose en su pecho. Él solo estaba ¿Jugando? ¿Tanteando limites? ¿Qué carajos había estado haciendo con la muchacha? Esa era una preguntaba que no podía responder por el momento.

Que ella pensara que él era un monstruo y que podría hacer esas cosas horribles, le hizo perder el control. Clavo sus dedos violentamente en los hombros de Mikasa y la empujó contra el colchón bruscamente.

- ¡Vístete y duérmete! - Ordenó sin siquiera mirarla. - Yo dormiré en otro cuarto.


Hola chicos

No pude con mi emoción y tuve que subir este capitulo.

¿Qué les pareció? Al parecer Mikasa no tiene un buen concepto de la milicia ni de Levi.

Y Levi pues...

Mi querida AZULMITLA, gracias por tu comentario. Este capitulo es para tí. Espero que guste. Sigue comentándome porfis.