¡Lo sientoooo! Sé que querían cursilería y que todo fuera color de rosas pero una historia sin argumento y algo de pimienta no es buena, no se preocupen, se viene muuuuucha cursilería y love, lo van a amar, tengo una idea en mi cabeza y confíen en mi para plasmarla de la mejor forma, les gustará, lo sé.

De hecho me hicieron actualizar antes porque no soporté dejarlas con ese desazón en el corazón.

Les mando muchos besos y cariño, no desesperen, les daré un final feliz, lleno de suspiros y romance.


Nota: Este fic es rated T, sin embargo voy a incluir una pequeña escena, no tan explícita pero quienes no la deseen leer no lo hagan, puse unos asteriscos así *.*.*.* para que puedan saltársela si lo desean.

Las que si lo vayan a leer coloquen esta canción: La Bella y la Bestia - Reik, Morat. Es hermosa y escribí esa parte escuchándola.


Ni un solo recuerdo

Parte 6


Hermione Granger

Volvieron en silencio, Dumbledore los estaba esperando en el despacho.

El director vio a través de sus gafas de media luna el rostro afligido de la castaña y le pidió a Draco que esperara afuera mientras hablaba con ella.

Él se veía a punto de explotar, su mandíbula estaba apretada a más no poder. Sin decir ni una palabra se retiró.

Hermione no sabía si iba a esperarla afuera.

-¿Quiere decirme que le dijeron señorita Granger? - preguntó el viejo director. Se dio cuenta que a él tampoco lo recordaba con mucha claridad. A la profesora McGonagall en cambio sí.

Dejó salir todo al igual que las lágrimas. Dumbledore la escuchó con atención y la dejó llorar, solo mirándola y asintiendo de vez en cuando comprensivo.

-No debe perder la esperanza señorita Granger, estoy seguro que su magia luchara por mantener su memoria lo más intacta posible. - dijo el viejo director luego de varios minutos de estudiarla en silencio.

Hermione sólo asintió por cortesía, le resultaba imposible mantener la esperanza por no decir inútil ¿De qué le serviría?

Caminó hasta la puerta y se detuvo cuando un pensamiento la atravesó, miró de nuevo a su director y preguntó con un nudo en la garganta.

-¿Todo esto es porque soy hija de muggles cierto? Si fuera completamente mágica nada de esto me estaría pasando ¿No es así? - dijo con un hilo de voz.

Dumbledore inclinó la cabeza y contra todo pronóstico le extendió una pequeña sonrisa.

-Me sorprende que entre todas las personas sea usted quien pregunte eso, señorita Granger.

-¿Por qué?

-Por dos cosas. La primera, nunca ha subestimado la magia de la luz, de hecho no olvidemos que fue una hija de muggles, justo como usted, la única persona que ha logrado detener la maldición asesina algo que, en mi no tan humilde opinión, ni yo he conseguido hacer en mi vida. - se inclinó y su sonrisa se hizo más amplia. - Y ambos sabemos que he vivido mucho. - terminó en voz baja.

Hermione sonrió, algo que no creía posible volver a hacer desde que le dieron esa noticia en San Mungo. Era cierto, Lily Evans era igual que ella y aun así hizo lo imposible por salvar a su hijo. La maldición asesina era irreversible y una vez que se invocaba no podía corregirse. Era una muerte segura, pero su magia fue tan pura que lo logró.

Vio a Dumbledore con un brillo en los ojos y le agradeció internamente por sembrar de nuevo la esperanza en ella. Se preguntó cómo es que recordaba eso de Lily Evans, si fue algo que había pasado hace tanto tiempo. Pero tal vez se debía a que no era un recuerdo como tal, era mero conocimiento el cual estaba ligado a su mejor amigo y casi todos los recuerdos de Harry estaban intactos. Quizás eso explicaba por qué a pesar de no recordar a Draco, seguía sabiendo quien era. Ya que al igual que para ella, él había sido un dolor de cabeza para sus amigos gran parte de su infancia.

Se giró para abrir la puerta y luego recordó.

-¿Cual es la segunda cosa? - preguntó, su subconsciente pensando en Draco.

Dumbledore siguió sonriendo, sus ojos la miraban con cariño.

-El hecho de que sea hija de muggles no significa nada señorita Granger, es una bruja excepcional y hasta el corazón mas frío y la mentalidad mas arraigada al estatus de sangre lo sabe o no estaría tras esa puerta esperándola tan ansiosamente. - culminó guiñándole un ojo.

Su corazón comenzó a latir con fuerza y los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas.

-Gracias profesor... - dijo y salió del despacho, ansiosa por verlo.

Draco seguía ahí, efectivamente con Dumbledore dijo, caminando de lado a lado.

Parecía perdido y molesto, pero no con ella. Él se detuvo cuando la vio salir por la puerta y se giró a verla, aunque sus ojos no alcanzaban los suyos.

Se sintió culpable por olvidarlo aunque sabía que no era su culpa, cualquiera diría que Draco Malfoy, aunque para mal, había influido en su vida de alguna forma.

Se quedaron en silencio por varios segundos ¿Qué se supone que debía decirle? Él parecía ansioso, fuera de sí, nunca lo había visto así.

-Tu silencio me ensordece... - dejó salir Hermione, entonces Draco la miró a los ojos. Ella le sonrió, nerviosa.

-Esa era... siempre ha sido... una de las razones por... las que nunca me podía... concentrar.

Él no dijo nada. Su mandíbula se apretaba y aflojaba. Podía ver la batalla que se libraba en su interior, se estaba alejando de ella... Lo más lógico era que le diera algo espacio y tiempo para pensar. Pero no quería.

Su garganta se cerró y los ojos volvieron a arderle, esto lo cambiaba todo. Él quizás ya no quería seguir con lo que sea que ellos tenían y ¿Cómo podía culparlo?

Aun así, dolía. Dolía muchísimo.

-Tengo que buscar a mis amigos... contarles y... eh... quiero descansar. Nos vemos Draco. - barboteó y se alejó por las escaleras de espiral antes de que la viera llorando.

Él no la detuvo ni la llamó. Se quedó de pie, viéndola desaparecer del lugar sin hacer absolutamente nada.


Draco Malfoy

Él lo sabía, sabía que tarde o temprano algo así pasaría ¿En qué estaba pensando? Era un idiota por creer que una persona como ella le daría alguna vez una oportunidad.

Por supuesto que se la estaba dando, ella ni siquiera recordaba quien era, ni lo que hizo. Lo que él le hizo.

Estúpido idiota.

No la siguió, no la llamó. La dejó desaparecer por esa escalera de espiral probando una vez más lo cobarde que era, no quería escucharla decirlo. No quería escucharla pedirle un espacio. Vio en sus ojos la desesperación, la expectativa, esperando a que él se diera la vuelta y la abandonara. Ella no caía en la cuenta. Ella no entendía aun la gravedad del asunto.

Ella estaba cayendo en sus manos porque no recordaba. No porque lo perdonara.

Pero ella creía que él le daba la espalda porque no quería acompañarla en esto y no podía permitir que pensara eso.

-¡Granger! - gritó mientras bajaba los escalones con exagerada rapidez.

La vio al final del pasillo, estaba a punto de girar pero se había detenido en cuanto lo escuchó llamarla.

-¡No te atrevas! - grito él de nuevo, deteniéndose al pie de la escalera, respirando con dificultad. Sus ojos grises ardían como la mas ardiente llama en un día de invierno.

Ella se giró con lentitud, una expresión dura en el rostro, se estaba aguantando las ganas de llorar.

-¿Que no me atreva a qué Malfoy? - preguntó alzando su temblorosa voz y sus brazos.

Draco caminó hacia ella, tomando grandes bocanadas de aire.

-A pensar lo que estas pensando. - dijo deteniéndose ahora a solo cinco pasos de ella.

Ella soltó una amarga risa.

-¿Y que es eso Malfoy? A ver si tanto sabes lo que pasa por mi mente, ilumíname. - respondió irónica. Las lágrimas estaban al borde.

-Si, para tu mala suerte, sí sé exactamente lo que esta pasando por tu cabeza en estos momentos y para mi mala suerte no tienes ni idea de lo que pasa por la mía.

-¿Cómo puedo saber qué pasa por tu cabeza si no te dignas a decírmelo?

Estaban gritando y lo sabían. Los pocos alumnos que doblaban por el pasillo y los veían se devolvían por donde habían venido. Ambos respiraban con dificultad y se veían a los ojos con dolor.

-Si que lo sabes, pero prefieres pensar lo peor ¿no?

-¿Acaso me has dado motivos para pensar lo contrario? Estoy olvidando gran parte de mi vida y tu... tu...

-¡Es por eso mismo maldita sea! ¡No recuerdas todo lo que te he hecho! ¿Cómo podría acercarme a ti de esa forma? ¡¿Como es eso algo justo para ti o para mi?!

-¡No tienes derecho a decidir por mí! ¡Yo sé quien eres y sé en que me he estado metiendo! Tal vez no te recuerde pero sé quien eres tu, desde el primer momento lo supe. - dijo cerrando el espacio entre ellos, tomando su rostro con ambas manos, obligándolo a verla, pero él mantenía la vista fija en el piso.

-¿Crees que quiero que me beses y me digas que me quieres como esa vez? - murmuró finalmente viéndola a los ojos, recordando el día en que se vieron en esa aula por error. - Porque eso es lo que pasará, sabrás que eres mía, que eres mi novia y lo aceptaras porque la quimica que tenemos es malditamente buena, pero no sabrás realmente quien soy ni lo que te hice. No me habrás perdonado nunca por lo que he hecho.

Se separó de ella y soltó una risa amarga mirando al techo. No podía creer su mala suerte.

-Estoy haciendo algo bueno, estoy haciendo las cosas bien por primera vez en mi vida y ni siquiera lo vas a recordar en un par de años.

-Eso no lo sabes. - dijo ella con un hilo de voz.

Cometió el error de verla de nuevo y se dio cuenta que estaba llorando. Algo en su interior se removió. Ella lo necesitaba ahora.

-Maldición... - murmuró acercándose de nuevo a ella rodeándola con sus brazos.

Ella lo abrazó con fuerza y hundió el rostro en su pecho, dejó salir todo el dolor que había estado reteniendo desde el momento en que habían vuelto de San Mungo.

Él la dejó llorar sin dejar de apretarla contra su cuerpo, mientras su propio corazón se hacía pedazos en su pecho.

Te quiere porque no te recuerda.

Te quiere porque no recuerda quien eres.

Basta.

Entonces tendré que hacerla recordar.

-No quiero ver a nadie hoy Draco... - murmuró aun sobre su pecho. - llévame a otra parte, no me dejes sola, por favor...

Él respiró profundo y contó hasta tres. Ella aun no entendía que él no pretendía irse a ninguna parte, que él no quería nada sin ella. Cómo le gustaría restregárselo en la cara y que vea que no es tan inteligente como ella se creía que era.

Tomó su mano y la observó riendo.

-¿De que te ríes? - preguntó ella con los ojos rojos.

-Nada, vamos.

Una vez más ella lo siguió, sin preguntar.


La llevó a la Sala de los Menesteres y disfrutó internamente de ver el asombro y la admiración dibujados en el rostro de la castaña.

-¿Cómo? ¿Cuando... la encontraste? - pregunto asombrada. Esos Gryffindor lo mareaban, eran un saco de emociones andante.

-Hace dos años, me estaba escondiendo de... olvídalo. - dijo intentando empujar al fondo de su mente ese recuerdo de Millicent Bullstrode.

Entraron y se encontraron con una Sala Común muy... singular.

Era verde y rojo. Mejor dicho, era Slytherin y Gryffindor.

Draco parpadeó varias veces, aun no entendía como funcionaba esa sala. Siempre aparecía algo diferente cuando iba ahí, pero misteriosamente era agradable, era justo lo que él quería y necesitaba en ese momento. Sin embargo no pidió jamás ver esa horrible combinación de colores.

Pero Granger estaba feliz viéndola con ojos abiertos, parecía haber olvidado todo lo que la aquejaba. La Sala después de todo sí que sabía lo que él requería esta vez.

-Es... - comenzó a decir ella y se detuvo cuando no encontró palabras.

-¿Extraño? ¿Hilarante? ¿Anormal? ¿Inconcebible? ¿Cegador?- Empezó a enumerar Draco a medida que veía toda la sala, con un fingido mal humor.

Hermione rió suavemente y él se detuvo, fijando la mirada en ella, que lo veía con ojos brillantes.

-¿Es eso lo que piensas de nosotros? - preguntó con una pequeña sonrisa en el rostro a medida que se acercaba a él.

Se veía preciosa. Sus ojos estaban llorosos, su nariz respingada roja y los labios hinchados, y a pesar de eso le sonreía. Ella le sonreía a él.

Extendió sus brazos y la atrajo hacia él, tomó su cuello con suavidad y la acercó a sus labios, mientras dibujaba círculos en la piel con sus pulgares. Ella suspiró sobre sus labios y él quiso congelar ese momento.

-¿No es eso lo que todos piensan de nosotros? - preguntó con voz grave.

Ella se mordió los labios y asintió, sus ojos brillaban.

-Tal vez, pero ¿tu que piensas? - susurró con voz frágil.

Él le regalo una de sus sonrisas de medio lado y pegó su frente a la de ella, respirando su mismo aire.

-Pienso que se pueden ir a la mierda, seguiré aquí cada vez que me requieras.

Ella dejo salir una suave risa, cruzó los brazos alrededor de su cuello y se puso de puntitas para darle otro beso. Nunca tenía suficiente de su boca.

-Siempre tan romántico. - bromeó después de besarlo, manteniéndole la mirada, lo cual nunca había podido hacer.

Ahora sus ojos color miel ardían, le pedían a gritos algo que Draco conocía.

-¿Quieres que sea más romántico? - preguntó él aguantando la respiración.

Ella dudó, si ella le decía que sí, lo haría. La tomaría y haría aquello que llevaba años imaginando. La marcaría por siempre. Dejaría una huella en su cuerpo y en su alma imposible de eliminar.

Imposible de olvidar.

Ella asintió.

*.*.*.*

Unió sus labios con los de ella. Suave, despacio, sin apuros, sin miedos.

Sus manos dibujaban arabescos sobre la camisa en su espalda mientras las de ella acariciaban con ternura su cabello.

Comenzó sacando la camisa del uniforme de su falda, ¿Cuántas veces soñó con deshacer ese perfecto uniforme?

Ella bajó sus manos y lo imitó, luego subiendo a su corbata, sin dejar de besarlo. Él coló sus manos bajo su camisa y ella pegó un brinco porque las tenía frías.

-¿Estas bien? - preguntó preocupado de haber ido muy rápido con ella, pero no podía controlarse, no cuando ella lo besaba de esa forma.

-Si... si. - dijo ella respirando con dificultad, - es que... tus roces me queman. - dijo riendo.

-¿Que es tan divertido? - preguntó curioso.

-Nada, sólo sigue haciéndolo. - dijo atrayéndolo a sus labios de nuevo.

Se perdieron en el tiempo, en el momento. El fuego ardía con fuerza desde la chimenea, iluminando la fuente de inspiración de esa peculiar Sala Común, amándose, recorriéndose.

Ella desabrochó los primeros botones de su camisa y le ayudó a sacársela por encima.

Él rompió la de ella.

Ella jadeó sorprendida y él la alzó por los muslos, depositándola sobre un diván rojo frente al fuego.

Abandonó su boca para besar su cuello y la curvatura de sus pechos. Ella jadeaba a medida que su cuerpo se arqueaba involuntariamente ansioso al encuentro con su boca.

Sus manos subían por sus muslos, con lentitud, sintiendo y reclamando a su paso cada extensión de piel.

-Draco... - jadeó ella.

Él la miró a la vez que desabrochaba su brasier y éste se aflojaba. Su mirada intensa y de fuego clavada en ella.

-¿Confías en mí?

Ella asintió y habló con el corazón, con una hermosa sonrisa en su rostro.

-Siempre.

Su mano se coló bajo su falda. Su otra mano tomó su rostro, la besó.

Tomó cada uno de los gemidos que salían de su garganta a medida que sus dedos se movían en su centro

Ella llevo sus manos a la hebilla de su pantalón, acariciándolo como él había hecho, a medida que sus manos bajaban.

Estaba nerviosa, pero él no dejaba espacio para las dudas, sus besos la calmaban, la llenaban de valor y le hacían querer más.

Se separó de ella y se puso de pie para deshacerse de sus pantalones y se volvió a acostar a su lado, abarcando todo su cuerpo. Observándola con adoración, quemándola, dejando marcas intangibles.

Sus manos tocaron todo su cuerpo, sin vacilación, la llevaba al límite y la hacía volver, siempre al borde del precipicio, pero él estaba ahí. Sosteniéndola con cuidado de no dejarla caer. Pero una vez estuvieron sin las barreras de la ropa, él la miró una vez más, iban a saltar al precipicio esta vez y él lo haría con ella, quería que estuviera segura.

Ella lo besó, porque solo de esa manera olvidaba sus miedos, solo de esa forma ella podría saltar a lo desconocido, solo con él.

Fue lento, suave y tierno. El dolor al principio parecía latente pero él aplacó todo su miedo una vez mas.

-Mírame a los ojos Hermione.

Ella lo escuchó y lo vio. Vio en su mirada mucho, muchísimo más que un simple capricho. Él no estaba ahí de casualidad, ni por un solo momento. Él había llegado para quedarse, para tomarla y marcarla para siempre.

Suplicó a su memoria que no la hiciera olvidar jamás, la forma en que él la veía ahora.

Sus cuerpos comenzaron a moverse, a profundizar más y más su encuentro, quería fundirse con él.

La llevó al cielo, al límite de sus sentidos, ese lugar en el que la vista y todo lo demás se nubla y no te deja pensar, solo sentir y... amar.

-Draco... - dijo casi sin aliento.

-No me vas a olvidar, no lo voy a permitir. - dijo besándola una vez más.

Sellando una promesa que no pensaba romper jamás.


Cada noche, después de ese día, él la acompañaba a su Sala Común, bajo los ojos curiosos de miles. Esa noche en especial, le dijo que revisara bajo su almohada.

Ella no lo cuestionó. No tenía ni idea de que podía haber bajo su almohada ni como había hecho para dejar algo ahí. No podía entrar en su Sala Común, mucho menos a las habitaciones de las chicas.

Pero ahí estaba, una nota de pergamino rasgado con un mensaje escrito en tinta verde:

''Gracias por darme una oportunidad, a pesar de todo el dolor que te he causado, no me olvidarás tan fácilmente''.

Ella suspiró, un nudo se formó en su garganta y los dedos le temblaban. No podía creer que tras esa imagen ruda y fría, existiera una persona con sentimientos tan profundos. Él quizás no sabía expresarlos en voz alta, pero buscaba constantemente demostrárselo.

Ella estaba enamorada de él. Quizás no lo recordaba con claridad, pero aun en la profundidad de su mente, ella lo conocía, tal y como él le había dicho no era alguien fácil de olvidar y aunque su mente quisiera borrarlo de la faz de la tierra, su corazón no podría.

Esos dos órganos vivían en constante desacuerdo, pero aun así seguían juntos, unidos irremediablemente para lograr que el cuerpo funcione.

Era curioso pensó... Ella representaba la mente y él, aunque sonara inaudito, el corazón.

Luego de eso, cada noche sin falta, había una nota bajo su almohada.

''Soy un niño mimado, siempre tuve lo que quise, pero agradezco a Merlín y a todos los magos que mi deseo de que murieras, cuando la cámara de los secretos se abrió en nuestro segundo año, no se cumpliera. Lamento tanto haber dicho eso Hermione, ojalá puedas perdonarme algún día. Soy un idiota, siempre has tenido razón en eso.''

Su corazón se arrugó al leer la segunda nota. Ella no recordaba que eso pasó.

Al día siguiente se levantó temprano y lo esperó en la entrada del Gran Comedor. Él apareció solo diez minutos después. Se detuvo a escasos pasos de ella y no dijo nada, pero en su mirada podía ver que estaba nervioso. Ella se acercó y acarició su mejilla con ternura, tomó su mano y se alejaron caminando por el pasillo.

Doblaron en la esquina y ella tiró de él para esconderse tras una estatua. Cada vez era más difícil para ellos hablar sin sentirse vigilados.

-¿Que haces? - preguntó alzando la nota de pergamino.

-No pienso aceptar que estés conmigo si no recuerdas nada. - dijo encogiéndose de hombros, como si fuera demasiado obvio.

-¿Estas loco...? - dijo y bajó la voz cuando un grupo de niñas de tercero pasó frente a la estatua - Draco... Merlín, no necesito que hagas esto. - suplicó, no necesitaba ponerlo a prueba, tampoco quería que se sintiera forzado a hacer algo tan doloroso para él.

-¿Y que prefieres? ¿Qué algún idiota venga a recordártelo, para luego cuestionarte todo esto? No, lo escucharás de mi. Si no quieres perdonarme lo aceptaré pero no estarás conmigo engañada...

-Te perdono Draco, claro que te perdono... Éramos solo unos niños. - dijo tomando su rostro con ambas manos, sabiendo que eso era todo lo que él necesitaba oír.

Él se relajó visiblemente. Su mandíbula se retrajo, sus ojos grises atormentados ahora parecían mas un cielo claro y un gran, pero invisible peso, se esfumó de sus hombros.

La besó. La besó con ansias y desesperación, no fue delicado ni fue suave, él había pasado toda la noche nervioso por lo que ella pudiera pensar después de leer esa nota, que ella se fuera. Pero seguía aquí con él, lo había perdonado. Mordió y succionó sus labios, su lengua arrasó con su boca y acalló todos los gemidos que salían de su garganta.

Merlín ella sería su perdición.

Sabía que se estaba echando tierra él mismo pero no le importaba, tenía que hacerlo, quería que ella lo quisiera a pesar de todo. Que ella lo eligiera a él con todos sus defectos, no solo por sus virtudes. Porque eso era Draco Malfoy, un humano, que había cometido mas errores en su vida de los que quería aceptar. Ella era su redención, su segunda oportunidad, su mejor elección.

-Voy a enamorarte Hermione Granger y lo haré limpiamente. - susurró sobre su boca cuando se detuvieron. Ella respiraba con dificultad y tenía las mejillas rojas.

-Eres un idiota Draco Malfoy si crees que aun no lo has logrado. - contestó sonriéndole uniendo su frente a la de él.

Cada noche desde ese día, ella volvía a su habitación y revisaba bajo su almohada.

Todas las noches, él se disculpaba:

''Lo que más lamento y me persigue cada día de mi vida, es todas esas veces en que las palaras sangre-sucia salieron de mi boca, en especial todas las que fueron dirigidas a ti. Perdóname, por favor.''

''En el mundial de Quidditch, fui despectivo y grosero en cuanto te vi, perdóname, pero me sorprendió verte ahí. Por un mes pasaron cosas extrañas, había escuchado a mi padre hablar con mi madre sobre Voldemort y un posible atentado contra los hijos de muggles. Nunca pensé que te encontraría ahí, estaba aterrado, lo juro. Aterrado de que te pasara algo, aterrado por ese sentimiento en sí. Quería que te fueras, te vigilé en la distancia a pesar de que nada sucedió esa noche. Solo pude volver a respirar cuando vi que desapareciste con los Weasley's en la mañana''.

''Supe que me gustabas en cuarto y todo fue culpa de Pansy, mi Amortentia siempre había olido a ti y no lo supe hasta que la psicótica de mi amiga me lo dijo, estaba especialmente molesto contigo ese curso. Sé que fui irritante, perdóname, ni yo entendía que me pasaba''.

''Lamento haberte hecho llorar en el Baile de los Tres Magos, esa noche me deslumbraste sin previo aviso, no entendía que pasaba conmigo ni por qué mi corazón latía descontrolado al verte. Estaba molesto conmigo mismo, porque estabas hermosa y estabas con otro y en el fondo de mi mente, quería ser yo quien sostuviera tu mano''.

''El día de la fiesta de Slughorn, me molestó muchísimo verte acompañada de McLaggen, ya en ese entonces comencé a aceptar que me gustabas y que nunca podría hacer nada al respecto. Aun no puedo olvidar esa mirada de desprecio que te lancé cuando tus ojos se encontraron con los míos. Sé que te descoloqué, lo vi en tus ojos. Sé que te herí, lo vi en la forma en que tus hombros se hundieron, perdóname. Por favor, perdóname. Estabas hermosa esa noche''.

Cada noche, su corazón latía descontrolado en su pecho y sus ojos se llenaban de agua.

No recordaba la mayoría de las cosas que él mencionó con respecto a sus primeros años en Hogwarts. Pero aun así, ella lo perdonó. Todas las mañanas antes de entrar al Gran comedor, él la esperaba ahí. Ansioso de verla, de recibir su perdón. Relajándose visiblemente cuando ella aparecía y le sonreía pronunciando esas dos palabras.

Ella le pidió varias veces que se detuviera, que no tenía sentido. Ya había hecho suficiente y nada de lo que dijera la alejaría de él. Pero él no se detuvo, cada noche sin falta por el mes que restaba de clases, él le envió una carta disculpándose.

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N/A: ¿Tuvieron suficiente romance y cursilería en este cap? ;)