Alice

Cenaron y después tuvieron su primera clase de español, Sev, Lily, Alice e Hipólita con Amparo, la profesora, sentados a la mesa de comedor. La profesora resultó excelente, les había preparado abundante material y las dos horas de clase se les pasaron en un vuelo, pues hicieron ejercicios muy variados e incluso conversaron entre ellos, al ser cuatro alumnos podían hacerlo.

Rieron un montón, pues su pronunciación era muy deficiente. Amparo les hacía bromas todo el tiempo y les enseñaba argot y palabras malsonantes.

Cuando terminaron, Violet llevó a la chica en coche de vuelta a Cokeworth, Sev se duchó y ordenó lo que había traído de la consigna de Euston y después se metió con Lily y Alice en la habitación de invitados tumbándose en la cama con Sev al centro para relajarse un rato antes de dormir y charlar del tema polémico, que Sev fuera a hablar con su madre por fin al día siguiente.

-Quiero escuchar vuestra opinión y después pensar sobre ello – les dijo él.

-Lily, comienza tú – dijo Alice.

-Pienso que ya va siendo hora de que hables con ella, Sev, la dejes explicarse, y mañana es un buen día para ti porque vas a pasar el resto del día distraído con Hipólita y en casa de Jack – dijo Lily - Aprovecha.

-¿Y sobre qué hablo con ella? – preguntó Sev.

-Sobre lo que os salga, no le des vueltas, no programes la conversación, pregúntale aquello que te inquieta, y si no te sale nada simplemente déjala explicarse.

-De acuerdo, Lily, me parece un buen consejo. ¿Tú, Alice?

-Soy de la misma opinión. La cuestión es que debéis recuperar la relación, lo importante es que volváis a veros y habléis, no sobre qué lo hagáis. No va a ser lo mismo que antes, nunca lo será, deberéis reconstruirla para no perderla, en cierto modo partir de cero como estás haciéndolo con Lily.

-Claro…

-Y sobre los temas de los que hablar, lo mismo, si tú no sabes qué plantearle deja que sea ella quien lleve la conversación, si algo te resulta doloroso la cortas y en paz.

-Claro, claro… Alice, ¿estarías presente?

-Buf… Prince… Si quieres estoy en la casa o pegada a la chimenea para estar al instante junto a ti, pero no me parece adecuado. Es mejor que estéis ambos a solas, la relación madre-hijo es muy íntima y más la vuestra, que habéis estado en cierto modo solos toda vuestra vida. Si estoy presente puedo coartaros.

-Claro…

-Si quieres yo sí estoy presente, Sev – le dijo Lily.

-Buf… Lily… no. Alice acaba de convencerme y ya no sólo por eso. Esta tarde me has hecho sentirme fatal cuando hemos charlado.

-¿Y eso? – preguntó Alice.

-Nada, recriminándome comportamientos machistas de los que ni siquiera era consciente.

-Bueno, bueno, Lily… Prince es lo menos machista que vas a encontrarte.

-No te creas, ¿eh? – dijo Lily.

-Buf… Lily… no empieces de nuevo… - dijo Sev.

-Estoy segura de que si lo es o lo ha sido, ha sido por lo que ha dicho, porque no era consciente de ello – dijo Alice.

-Pues eso, debía hacerlo ser consciente, le he hecho un gran favor – dijo Lily.

-Pero hay muchas maneras de hacerlo, Lily – dijo Sev.

-Desde luego que las hay – dijo Alice – Recuerda lo que te decía ayer, cariño, una relación tan especial como la vuestra es una planta muy rara y delicada que hay que cuidar con mucho mimo. Debes ser muy, muy delicada con él en especial en este momento de su vida tan difícil, ser el bálsamo de sus heridas y no la sal que escuece, de lo contrario vas a quemarlo y volveréis a lo de antes.

-Vaya… - dijo Lily – Lo siento mucho, Sev… – abrazándolo.

-No pasa nada, mi amor, ya pasó, recuérdalo para la próxima y ya está – dijo Sev – Y ya nos hemos salido del tema.

-Bueno, había que aclarar esto – dijo Alice.

-Pues sí.

-¿Entonces no quieres que esté presente cuando hables con tu madre? – preguntó Lily.

-No, Lily. No te ofendas, pero voy a seguir el consejo de Alice, voy a hacerlo a solas con ella.

-¿Ya estás decidido a hacerlo?

-Sí.

-Entonces llámala para avisarla.

Sev pensó, "Buf… no. No quiero hablar ahora con mi madre y además quiero quedarme un momento a solas con Alice."

-Llámala tú, Lily, por favor, dile que iré mañana después de almorzar.

-De acuerdo, allá voy.

Lily salió de la habitación desvinculándose. Sev abrazó a Alice muy estrechamente, acariciándole la cabeza.

-Alice, Alice… No tienes idea de cómo te amo y cómo envidio a Frank. Te quiero para mí, quiero que seas mi compañera perfecta…

-Wow, Prince… no me digas eso que caigo… - profundamente emocionada.

-Si fuera luna nueva te besaría, así de loco estoy por ti, lo haré en la próxima.

-Buf, Prince… no, no, eso nunca…

-No, qué va – sarcástico, y un tanto amenazante – Ve preparándote, no vas a poder evitarlo, lo haré a la fuerza si es necesario. Eso me hace desearlo más todavía, que seas capaz de resistirte, aunque dudo mucho que lo seas, tú tienes tantas ganas como yo.

-Desde luego…

-Pero nunca pasaremos de ahí.

-Por supuesto que no.

-No sé si voy a ser capaz de resistir hasta entonces, me muero de ganas de hacerlo ya mismo.

-No, Prince, por favor… pensémoslo bien…

-Vale, vale. Quiero dormir sólo contigo hoy.

-Buf… no… qué peligro…

-No hay peligro alguno, confía en mí… – muy tierno, besándole la cabeza.

-Me desconciertas, ¿cómo puedes cambiar de emociones tan de repente?

-No me digas, una educación muy contradictoria quizá.

-Claro… Pero vas a darle un disgusto a Lily si no duermes también con ella, ella lo espera.

-Tengo la excusa perfecta, que tú te mueves mucho de noche y necesitas espacio en la cama.

-Jo… Pero eso sería mentirle, Prince.

-En absoluto, es completamente cierto.

-Pero no es ésa la razón por la que quieres dormir sólo conmigo.

-No, no lo es.

-Entonces dile la verdad, Prince, lo entenderá.

-Y si no lo entiende es problema suyo, voy a decírselo.

-Vamos a separarnos, que no nos vea así cuando llegue.

-Ni hablar, que nos vea y se lo huela. Voy a soltarle todo lo que te he dicho a ti.

-No, Prince, no…

-Sí, Alice, sí. Ya fui deshonesto toda mi vida, ya no más. Con la verdad por delante, también para demostrarte a ti cuánto te amo.

Lily entró en la habitación y habló de viva voz.

-Mañana cuando quieras después de almorzar, Sev.

-Gracias, cariño. Ven aquí un momento, he de hablar contigo.

Lily se sentó junto a él en la cama, que se separó de Alice y la tomó de la mano.

-Esta noche voy a dormir sólo con Alice porque nos amamos demasiado y es lo único que podemos tener por el momento.

-Me parece muy bien, Sev, confío por completo en vosotros.

-Pues no deberías confiar tanto, el próximo novilunio voy a besarla y a ti todavía no.

-Vaya…

-Es mi opinión personal, no te ofendas, pero siento que ella es más merecedora que tú de mi amor. Si no estuviera con Frank la convertiría de inmediato en mi compañera, es perfecta para mí.

-Vaya… Cómo me alegro, y lo lamento a un tiempo porque no podáis hacerlo.

-Algún día quizá.

-Has de liberarte, Alice.

-Cierto. Este hombre me sacude los conceptos más arraigados en mi corazón, hace saltar todo por los aires. Pienso que ya tengo nuevo Patronus – dijo Alice.

-Vaya… Pruébalo, anda.

-Sí, Alice, pruébalo, por favor – dijo Sev.

-Al menos es incorpóreo seguro – dijo Alice.

-Pruébalo, anda.

Alice se levantó de la cama, cogió su varita de la mesilla de noche y conjuró su Patronus, emergió el jaguar.

-¡Es corpóreo! – de viva voz.

-¡Bien! – exclamó Sev.

Se volvió hacia él y le dijo:

-Prince… Prefiero esperar a besarnos a que volvamos al colegio para saber que tienes Patronus gemelo del mío… – suplicante.

-Ni hablar – dijo Sev, tajante – Quedan más de dos meses, es en el equinoccio de otoño. Te beso la próxima luna nueva, lo tengo seguro. Y si te resistes ya sabes, me pone más todavía. Voy a decirte la fecha exacta, voy a planearlo – levantándose de la cama.

-Bueno, yo me marcho, queridos, os dejo a vuestro aire – dijo Lily levantándose también.

-Gracias, Lily, estamos mañana.

Lily salió del dormitorio, Sev se dirigió al armario y sacó el libraco de Astrología que Lily había sacado de la biblioteca de Cokeworth. Se sentó en la cama de nuevo, buscó en las efemérides del mes de julio del año '76.

-Día veintisiete de julio, estamos a nueve, nos quedan dieciocho días todavía, te digo qué día de la semana cae. Nueve viernes, dieciséis, veintitrés, veinticuatro sábado, veinticinco domingo, veintiséis lunes veintisiete martes. Martes veintisiete de julio de 1976, el día que voy a besar a Alice Fariq. Ese día tengo jornada completa en San Mungo, tenemos clase de español por la tarde y me tocaría ir a cenar y dormir a casa de Hipólita. Voy a cancelarlo todo y voy a aplazarlo al miércoles que tengo libre, ese día entero te lo dedico a ti. Vamos a pasar todo el día juntos y solos, dormiremos juntos y solos la noche anterior y la de ese día. ¿Estás de acuerdo?

-Lo pensaré de aquí a entonces – respondió Alice.

-No, nada de pensar. O me respondes que sí ya mismo o no te doy oportunidad, voy a dedicarte dos noches y un día entero de mi ajetreada vida sólo a ti. El miércoles perderé mi clase de trombón y la clase de español o el ensayo con Sophie justo antes de marcharnos a Cornualles. No tienes derecho alguno a pensarlo.

Alice se sentó junto a él.

-Tienes razón. No es necesario que hagas ese sacrificio por mí.

-Quiero hacerlo porque eres muy importante para mí, que te quede bien claro. Mucho va a tener que luchar Frank para no perderte, porque pienso pelear con uñas y dientes por tenerte.

-Wooow…

-Claro… Él lo ha tenido demasiado fácil, tu primer y único novio, y a mí me vuelven loco los retos, cuanto más difícil más me pone. No me has respondido todavía, segunda oportunidad, a la tercera me echo atrás.

Alice se quedó callada, Sev dejó el libro a un lado y la aferró por la cabeza atrayéndola hacia sí hasta que sus frentes quedaron pegadas y sus bocas a dos pulgadas la una de la otra. Alice jadeaba.

-Si no me dices que sí te beso ya mismo y mucho más que eso, te juro que no me detendré y tú tampoco lo harás – amenazante – Estás caliente a tope y estás poniéndome a mí.

-Está bien, está bien, martes veintisiete de julio.

Se separó de ella pero no la soltó, le acarició intensamente la cabeza y el cuello enterrando los dedos en su cabello.

-Wooow, Alice… me vuelves loco, loco, va mucho más allá del hecho de ponerme caliente. Quiero fundirme contigo, ser una sola alma, nosotros lo conseguiríamos.

-La Unión de las Almas...

-Eso, la haré contigo aunque sea la única vez que nos lo hagamos.

-Lo haremos, sí.

Acariciaba intensamente la cabeza de Alice, ella echaba el cuello atrás jadeante y se giraba para besarle y morderle las manos.

-Wow, Prince… ¿Qué hago ahora…?

-Me marcho y te lo haces sola.

-Buf… Sola no me sale, lo he intentado pero no lo consigo.

-Hoy lo consigues seguro, prueba.

-No me importa que te quedes.

-Vale, me quedo y si no puedes te ayudo.

-¿Y tú?

-Yo nada, paso bien sin ello.

-¿Estás caliente?

-Ya te digo que lo estoy, como una moto, de verte a ti.

-Me vuelves loca, me vuelves loca…

-Ya lo veo, ya, se nos acabó el amor puro e inocente.

-No, no te equivoques, eso nunca. La pureza la llevamos en el corazón, no tiene nada que ver con lo que hagamos o dejemos de hacer, nunca la perderemos.

-Cierto. ¡Merlín, Alice! Cada vez te amo más y más, cada cosa que dices me da esperanza, eres perfecta, perfecta...

-Para, por favor… o me lanzo sobre ti…

-Vale.

Dejó de acariciarla, puso el libraco sobre la mesilla y se levantó.

-Vamos, túmbate e intenta hacértelo sola, te hago lo que quieras mientras tanto.

Alice se tumbó al centro de la cama boca abajo vuelta hacia él e introdujo las dos manos dentro del pantalón.

-¿Quieres que te baje los pantalones? Estarás más cómoda.

-Me da un poco de apuro, voy a quedar ridícula.

-Bueno, bueno… Recuerda que ya te los quité una vez, te los quito del todo.

-Vale.

Le sacó los pantalones.

-Para desnudar no tienes mucho arte, ¿eh? – le dijo ella.

-Jo… Es que así era difícil, Alice, contigo tumbada. ¿Ya se te ha pasado?

-No, no, voy a intentarlo, sería fantástico conseguirlo por primera vez contigo.

Se sentó junto a ella en la cama y comenzó a acariciarle la cabeza de nuevo intensamente mientras ella se lo hacía.

-Si quieres que te haga algo más sólo tienes que pedirlo.

-Por el momento me llega.

-Está bien.

-Háztelo tú también si quieres.

-No, cariño, sería muy feo, lo mío es mucho más escandaloso.

-Bueno, bueno, por favor, a estas alturas de la vida no me asusto de esas cosas.

-Prefiero concentrarme en ti, ya disfruto mucho viéndote disfrutar, me llega con eso.

-Eres alucinante, Prince… alucinante…

-¿Quieres que te diga cosas para ayudarte?

-¿Decirme cosas?

-Claro, hacerte imaginar cosas que te pongan más.

-Wooow… vaya… Vale, sí.

-¿Te lo has hecho en pie alguna vez?

-Nunca.

-Pues eres perfecta para hacérselo en pie contigo, tan menuda.

-Claro…

-Cuando hagamos la Unión nos lo haremos en pie.

-Wooow…

-Te subiré a mi cintura y te la daré de golpe hasta el fondo clavándome en ti y golpeándote.

-Wooow…

-Estarás muy cerrada porque hay que pasar un mes sin hacérselo y te abriré, será como si volviera a romperte, ¿quieres catar lo que te meteré? Tócame.

Ella sacó la mano de debajo de su cuerpo y lo tocó.

-Buaaah… vaya tela…

-Te llegará, ¿no?

-Ya te digo. Lo que me parece increíble es que sigas caliente sin hacerte nada.

-No sé, yo soy así, si no me voy paso al menos diez minutos sin que me baje.

-Wooow… y con ese pedazo… Vaya potencia…

-Sigue tocándome si quieres.

-Necesito las dos manos.

-Vaya, qué pena.

-Voy a intentarlo sólo con la izquierda porque me va a poner mucho tocarte. Sabes que soy zurda, ¿no?

-Claro que lo sé, Alice, recuerda que he combatido contra ti. Dale, anda, con un poco de suerte yo también me iré.

-Bájate los pantalones, quiero verla.

-De acuerdo.

Se bajó la ropa.

-Buaaah… vaya tela…

-No has visto muchas en tu vida, ¿no, Alice?

-No, sólo la de Frank.

-Tócame, anda.

Se la agarró con la mano.

-Wooow… qué tacto tiene, me alucina…

Comenzó a hacérselo.

-Alice, concéntrate en ti.

-Es que me encantaría que llegáramos los dos.

-Pues ya me lo hago yo, tú no tienes buen ángulo y estás haciéndolo con la derecha.

-Voy a hacértelo y luego me ayudas tú a mí.

-Vale, como quieras.

-¿Mano o boca?

-Boca ni hablar, si no nos damos besos no voy a dejar que me lo hagas con la boca.

-Eres alucinante, Prince, alucinante…

-Tu frase favorita.

Alice se sentó en la cama junto a él y se lo hizo con la izquierda, lenta e intensamente, apretándole mucho la punta al pasar.

-Wooow… Alice… qué bien lo haces…

-Para que dure, quiero que alucines un buen rato, túmbate si quieres.

-Vale.

Cambiaron de postura, él tumbado y ella sentada.

-¿Sabes lo que me pone mucho? – le preguntó él.

-¿Qué?

-Pensar que podemos hacer casi cualquier cosa excepto besarnos, me pone un montón.

-La tentación de lo prohibido.

-Vaya que sí, porque a pesar de ello sigo teniendo unas ganas locas de besarte, lo cambiaría por esto...

-Toma, y yo.

-Buf… Alice, dieciocho días todavía…

-O no, ya nos hemos saltado los pasos de la iniciación.

-Cierto. No tengo remedio.

-No has sido tú, te lo he propuesto yo. No pienses en eso ahora, disfruta.

-Vale, voy a callarme… quedo en tus manos…

-Nunca mejor dicho.

Rieron.

-No, no quiero callarme. Que sepas que de esto no voy a arrepentirme como me ha pasado con el resto de mis amantes porque a ti he llegado desde la atracción espiritual y no la física en absoluto.

-Como me ha pasado a mí contigo, por eso te decía antes que nunca perderíamos la pureza.

-Claro… Y ahora me pareces preciosa, preciosa, la más bonita.

-Vaya…

-Voy a hacerte alucinar también cuando sea tu turno.

-Ya estoy ansiosa.

-Mejor, así tienes más ganas. Cuando te aburras dale más rápido y me voy.

-No, no, quiero que dure, cuando te aburras tú.

-Genial. Aviso que yo pasaría horas así.

-Vaya… ¿y no te baja?

-No. Pues si ya nos hemos saltado los pasos, ¿puedo pedirte algo más, que me encantaría, que sería el complemento perfecto?

-Pide lo que quieras.

-Desnúdate.

-Vale.

Ella lo hizo, se puso en pie y se quitó toda la ropa muy sensualmente dejándola caer al suelo.

-Eres preciosa, maravillosa, qué cuerpo más armonioso tienes y qué bien te mueves, reflejas por fuera lo que eres por dentro – le dijo él.

-Desnúdate tú también.

-Claro que sí, voy a intentar hacerlo tan bien como tú.

Él se levantó de la cama y ella se sentó, se desnudó para ella.

-Wooow… Tú sí que eres perfecto, pasaría horas mirándote – le dijo ella – Es increíble lo que has conseguido hacer de ti mismo dado cómo eras de niño.

-Gracias.

-No te iría mal coger unas libras más, ¿eh?

-En ello estoy, a ti también te convendrían, ¿eh?

-En ello estoy también, ahora meriendo.

-Yo llevo sin merendar desde que me puse enfermo, sólo fruta.

-Pues muy mal hecho, Prince. Túmbate, anda, y seguimos.

-No quiero, vamos contigo y nos dormimos.

-Entonces yo tampoco quiero, lo dejamos para otra ocasión, por hoy me llega, pienso que mi Patronus ha vuelto a cambiar.

-Pruébalo, anda.

-No, no, porque no tengo idea de cuál es de todos los momentos increíbles que he vivido este rato. Me van a salir un montón de incorpóreos, ya lo haré con más tiempo.

-Como quieras. Vamos a dormir, anda.

-Primero un abrazo así, desnudos y en pie – él se levantó.

Se abrazaron muy estrechamente, piel con piel, él le besaba la cabeza, ella a él el cuello y los hombros.

-Ojalá esta postura fuera cómoda para dormir – dijo ella.

-Cierto. Tú ponte en tu postura y ya te abrazo yo, preciosa.

-Si me abrazas bien quizá consigas que no me mueva en toda la noche.

-Por eso mismo lo decía. Anda, métete en cama, me está entrando frío.

-Y a mí, es porque no tenemos un gramo de grasa, hemos de cogerlo.

-Cierto.

Alice se metió en la cama en su postura habitual, que era idéntica a la de Prince salvo porque miraba hacia la derecha en lugar de hacia la izquierda, incluso metía el brazo bajo la almohada como él. Él la abrazó por detrás poniendo la mano sobre su pecho y acoplando todo su cuerpo al de ella.

-Yo también duermo así pero del otro lado – le dijo él.

-Vaya…

-Me acostumbré porque dormía con la varita en la mano, bajo la almohada.

-Claro… Yo también lo hago en el colegio y en casa.

-¡Vaya tela! – de viva voz.

-Claro, Prince, lo que te dije ayer, buena guerrera y de apellido conocido. Si era candidata a formar parte de la Orden del Fénix también lo soy a sufrir un ataque.

-Claro…

-Y en Gryff había dos maléficos, yo suelo dormir con Frank en su dormitorio y podrían habernos atacado allí o deshechizar las escaleras de las chicas y colarse en el mío.

-Por supuesto, corrías más peligro que yo.

-Pues sí, pero tú me libraste de él. Aunque sólo fuera por eso, que desde luego no lo es, soy tuya para siempre…