DONDE VA TU SUEÑO, TU CORAZÓN IRÁ
Me encontraba muy nerviosa a pesar de que ya hacía bastante tiempo que conocía a esa gentil mujer, que me había escuchado en aquel entonces cuando concurrí con mis bocetos y mi corazón en las manos, rogando silenciosamente que me dieran una oportunidad, después de haber tocado tantas puertas y sentir la tristeza y la decepción de que se cerraran frente a mi rostro.
Madame de La Rochelle era una mujer bondadosa; en sus ojos se podía ver reflejada su alma caritativa y llena de amor y comprensión por el prójimo. Recuerdo que al verla por primera vez, supe dentro de mí que había llegado a un lugar en el que no me rechazarían, donde sería escuchada y mi trabajo e ideas serían tomados en cuenta. Y tenía razón.
_Bueno Fluorite, dime ¿qué es exactamente lo que tienes en mente, pequeña? Soy toda oídos _ , exclamó con voz risueña la mujer ya entrada en años.
_Oui, Madame!_ , solté de improvisto, dejando que mi voz sonara algo temblorosa debido a la ansiedad y los nervios que me dominaban en aquel momento.
_Se me ha ocurrido algo que podría ayudarnos mucho a ambas...bueno, en especial a usted y su maravillosa casa de modas que me ha abierto sus puertas desde hace casi dos años... Madame De La Rochelle, sé que usted es una mujer creativa e innovadora, que siempre se encuentra a la vanguardia de las nuevas tendencias en la moda y al pendiente de cualquier novedad que pueda traer a las mujeres francesas creaciones totalmente originales y frescas, y ayudar a dejar aún más alto el nombre de este fantástico negocio que ha construido con arduo trabajo... por eso, la propuesta que le traigo es la siguiente: un viaje a Grecia, la cuna de la civilización, de la democracia, para traer para usted nuevos modelos de vestidos...usted sabe cuánto me fascina la cultura griega, y estoy segura de que eso me ayudará mucho en mi inspiración para dibujar los bocetos... ¡Por favor, Madame, dígame qué opina sobre esto! Si usted no está de acuerdo, está bien, me olvidaré de ello y volv... _ .
_No es necesario que sigas muchacha, no te atribules con lo que supones que voy a decirte_ , respondió la mujer con calma, mientras me transmitía tranquilidad con su mirada dulce. _Te conozco, y sé que eres una joven muy responsable y trabajadora; tus bocetos son maravillosos, como si los hubiera realizado un profesional con años de experiencia... Este negocio ha incrementado sus ventas gracias a ti y a tus modelos totalmente originales... confié en ti desde el momento en que entraste por la puerta de esta casa, y te dí la oportunidad para demostrar tu talento que tanto merecías, y no me equivoqué en ello. Estoy de acuerdo contigo , Fluorite, y tienes mi aprobación para realizar ese viaje a Grecia... serás la representante de "Creaciones La Rochelle"_.
Mi rostro se iluminó y una sonrisa se dibujó en mis labios, mientras el entusiasmo y la alegría llenaban todo mi ser; sin darme cuenta un pequeño grito de felicidad salió de mi garganta, lo que hizo que la mujer mayor también riera.
_¡Muchísimas gracias, Madame, ya verá usted que no se arrepentirá de darme esta oportunidad!_ , exclamé alegremente, bajo la mirada divertida de aquella dulce dama.
_Sé que cumplirás tu trabajo de manera excelente, Fluorite... Comenzaré a realizar los preparativos para que puedas partir lo antes posible; a más tardar la próxima semana deberás estar viajando a Grecia_ , dijo la mujer con decisión y firmeza en su voz, al mismo tiempo que yo asentía en forma automática a sus palabras.
Una vez finalizada nuestra conversación, no pude contener el impulso de abrazar a aquella persona que tanto había hecho por mí desde hace casi dos años; le debía muchísimo, y no me alcanzarían años para agradecerle su generosidad.
Salí muy entusiasmada del despacho de Madame De La Rochelle, parecía que estaba flotando entre nubes; ella había aceptado mi idea y me había concedido el permiso para viajar a Grecia en busca de inspiración para realizar nuevos bocetos de vestidos que luego ella llevaría a la confección...estaba segura de que la nueva colección de la casa de modas sería un éxito.
Iba caminando sumida en mis pensamientos y en los planes que mentalmente ya estaba comenzando a realizar, cuando en uno de los pasillos, me encontré con la doncella que me había dirigido esa mirada de pocos amigos al ir a conversar con la dueña de aquel atellier. La joven continuaba mirándome con desdén mientras pasaba a mi lado llevando unos utensilios para la mujer mayor. No pude contenerme esta vez, así que la tomé del brazo y la detuve.
_ Deberías ser más amable con tus semejantes; yo no te he hecho nada para que me trataras de la manera en que lo hiciste... _ .
La doncella no supo qué contestarme; por la expresión de su rostro creo que no se imaginó jamás que iría a enfrentarla de aquella manera por sus actitudes hacia mí. Estaba muy equivocada si creía que iba a olvidar su comportamiento; no dejaría que nadie volviera a humillarme ni a menospreciarme jamás.
_Ah..Eh... yo... _ , balbuceaba la muchacha, mientras se notaba en su rostro el nerviosismo por tratar de encontrar las palabras adecuadas para responder, con sus ojos mirando de un lado a otro, como deseando escapar corriendo de aquel lugar, y de mi mirada inquisitiva.
_Discúlpame, Fluorite... _ , fue lo único y último que pronunció antes de salir a toda velocidad de allí luego de zafarse de mi agarre. Ya no volvería a meterse conmigo nuevamente.
Sintiéndome con un ánimo renovado, y la alegría a flor de piel, me dirigí hacia la sala de costura para continuar con mi trabajo; allí se encontraba mi compañera y amiga, June, que se había convertido en mi confidente en estos casi dos años. Cuando llegué junto a ella, me senté en mi lugar habitual y tomé unas telas para comenzar con la costura; la sonrisa que estaba dibujada en mis labios no había desaparecido aún, lo cual llamó la atención de la joven de largo cabello dorado, que no tardó en preguntarme cuál era la razón de mi alegría de ese día.
_¡Oh, amiga, ha pasado algo maravilloso! Debo contarte todos los detalles, pero mejor a la hora del almuerzo; no quiero que oídos indiscretos nos oigan..._ , fue lo que le respondí a June para aplacar un poco sus ansias por saber exactamente qué había ocurrido.
Así continuamos trabajando en la costura durante toda la mañana, hasta que por fin llegó el momento del anhelado descanso. June y yo salimos a tomar nuestro almuerzo a un pequeño café que estaba a unas pocas cuadras de la casa de modas; al llegar pedimos para las dos soupe á l'oignoins: un plato emblemático de la cocina tradicional de este país, que consistía únicamente de ingredientes sencillos para cocinar, tales como trocitos de pan, caldo de carne y cebolla caramelizada. Mientras esperábamos nuestro pedido, miré a través del vidrio del escaparate de aquel local, el paisaje veraniego de la ciudad, con el sol bañando con sus rayos a los edificios y los transeúntes, observando los trajes de las elegantes damas y los caballeros que las acompañaban, los detalles de los delicados adornos y accesorios, y una sonrisa melancólica asomó a mis labios.
_Bueno, ahora que estamos solas puedes decirme aquello que no quisiste revelarme hoy por la mañana; dime, ¿cuál es el misterio?_ , dijo June tratando de llamar mi atención.
Volví mi mirada hacia ella; iba a ser muy duro decirle que tenía que marcharme de allí, aunque fuera por un tiempo corto,suponía. Desde que nos conocimos, nos habíamos vuelto inseparables: nos apoyamos mutuamente en los momentos más dolorosos, compartíamos las alegrías y también las tristezas, al igual que aquellos secretos que tan profundamente guardaban nuestros corazones. Dí un largo suspiro al mismo tiempo que tomaba valor para decirle lo que me había causado tanta alegría hoy, pero que ahora me embargaba de tristeza y de pena al tener que separarme de las personas que más quería y que iba a tener que dejar atrás para poder cumplir mi sueño.
_Oh, June, amiga mía... Verás, hoy por la mañana he tenido una conversación con Madame De La Rochelle acerca de una idea que sería muy buena para su negocio... Sabes que me encanta la cultura griega, y que siempre he soñado con conocer esas tierras y su maravillosa cultura... Madame ha sido muy generosa y ha aceptado mi sugerencia, y va a permitirme viajar a Grecia con el objetivo de obtener inspiración para crear nuevos bocetos de vestidos y accesorios con diseños totalmente nuevos que luego llevará a la confección... _ .
June me miraba con emoción, pero luego en sus ojos comenzó a reflejarse la tristeza, al darse cuenta que tenía que partir hacia un país desconocido. Una lágrima comenzó a deslizarse furtivamente por su mejilla, que limpió con rapidez con el dorso de su mano, tras lo cual sonrió con un deje de tristeza.
_Fluorite, ¡estoy tan feliz por ti... vas tras la realización de uno de tus más grandes anhelos! ¡Esto te ayudará a que te conviertas en la gran diseñadora que siempre has querido ser! Si bien me entristece un poco el saberte lejos, sé que es necesario para que vengan tiempos mejores para ti... ¡Voy a extrañarte, amiga!_ , fueron las palabras de June, que calaron hondo en mi corazón, haciendo que las lágrimas asomaran a mis ojos,mientras la estrechaba de las manos para confortarla.
Ella era la mejor amiga que había tenido jamás, la única, de hecho...la echaría tanto de menos durante el tiempo que esté alejada de Francia, mi país, donde también se encontraba la mujer que me había ayudado cuando mi padre murió; también debía hablar con ella.
Los días transcurrieron apaciblemente, entre la emoción de saber que este paso que iba a dar me acercaría más a mi sueño de convertirme en una gran diseñadora de modas, pero también la tristeza de tener que alejarme de personas que son muy queridas e importantes para mí.
Había hablado con Madame La Flaille esa mañana, y le había explicado acerca del viaje; al principio se sintió desconsolada al saber que iba a quedarse nuevamente sola en esa enorme casa, y también se angustió mucho cuando supo que iba a realizar la travesía sola, pero finalmente comprendió que esto formaba parte de mi trabajo, que sólo era por un tiempo corto y luego volvería con ella, a sus brazos maternales que me confortaban desde que me había quedado sola en el mundo.
La semana pasó rápidamente con la rutina habitual de concurrir cada mañana a la casa de modas, y por las tardes, al salir, llegar a la casa de Madame La Flaille y preparar el modesto equipaje que iba a llevar durante el viaje; no tenía muchas pertenencias ni mucho menos vestidos lujosos, a pesar de trabajar en una distinguida casa de modas parisina.
Todo el dinero que había ganado en ese tiempo, una parte se lo daba a la mujer que se había ocupado de mí y me trataba como si fuera su hija, y el resto lo ahorraba para cualquier eventualidad. Nunca se sabe lo que puede deparar el futuro. Con cuidado fui doblando y guardando mis ropas en un baúl pequeño, junto con algunos accesorios y utensilios de cuidado personal, además de algún que otro libro para entretenerme durante la travesía, que si bien no sería demasiado larga, me causaba un poco de miedo ya que nunca me había subido a un barco y menos aún salido del país. Coloqué en el baúl también papel, pluma y un tintero, y automáticamente vino a mi mente la imagen del señor Degel. Fue inevitable. El sólo hecho de pensar que iba a viajar hasta donde se encontraba, aceleraba mi corazón sin saber porqué. Tomé el ejemplar del libro de mi padre que había guardado especialmente para él y lo coloqué con delicadeza encima de mi ropa. Inmediatamente vino a mi mente el recuerdo de la primera vez que lo ví, y en ese instante sentí cómo mis mejillas comenzaban a arder.
¿Por qué reaccionaba de esta manera con tan solo recordarlo? Sacudí la cabeza rápidamente para volver a la realidad, pero sin duda mis pensamientos estaban influenciados por la carta que había recibido en esa misma semana, proveniente de Grecia, escrita de su puño y letra, preguntando si me encontraba con bien, por qué no me había comunicado en todo este tiempo... Aquello había logrado encender una mínima chispa de esperanza en lo más profundo de mi alma; supongo que me hacía mucha ilusión que el señor Degel aún me recordara...
Con una triste y sin embargo, esperanzada sonrisa, continué empacando mis cosas hasta que finalmente hube concluido dicha tarea cuando la luna ya se encontraba en el firmamento, redonda y platinada, espléndida. Le eché un último vistazo a aquel hermoso paisaje citadino que cada noche podía contemplar desde mi ventana, antes de bajar a compartir la cena con Madame La Flaille, la última que tendríamos puesto que mañana partiría rumbo a Grecia, y sería el comienzo de una nueva etapa en mi vida.
Desperté cuando aún el sol no había salido; casi no había descansado durante la noche, dando vueltas en mi cama por la expectación que me producía el alejarme del lugar que se había convertido en mi hogar, y también porque cada vez que cerraba los ojos, lo veía. Tan claramente como si estuviera frente a mí, con esos impactantes ojos violetas y el atuendo de caballero sofisticado y valiente. ¿Qué me estaba sucediendo? June solía bromear conmigo cuando conversábamos sobre él; según ella, yo estaba enamorada del señor Degel, pero siempre se lo negaba, aquello no podía ser cierto. Lo admiraba y estaba muy agradecida con él por lo que había hecho por mí en el pasado, pero no creía que guardara un sentimiento así hacia su persona; yo no tenía idea de cómo eran esas cosas, por lo que nunca les había prestado atención y mucho menos me había detenido a pensar en ello. Hasta ahora.
Decidí dejar el asunto por la paz, y me levanté para comenzar el que sería el día de mi partida de Francia. Me vestí rápidamente con un vestido sencillo de algodón de color rosa pastel, apto para el verano caluroso que estábamos transitando; cepillé mi cabello frente al espejo del modesto tocador de mi habitación y comprobé por última vez mi equipaje. Oí que llamaban a la puerta, el momento de partir había llegado.
Bajé la escalera con cuidado acarreando el baúl en el que llevaba mis posesiones; al llegar al recibidor, observé que allí se encontraban mi amiga June, Madame La Flaille y Madame De La Rochelle, que gentilmente se había ofrecido a llevarme en su carruaje personal hasta el puerto donde tomaría el barco que me llevaría a Grecia.
Al verlas allí paradas, esperándome para despedirse de mí, los ojos se me llenaron de lágrimas; traté de hacer un esfuerzo para no ponerme a llorar como una niña en ese momento, pero no pude evitar que una lágrima se deslizara por mi mejilla y cayera sobre la alfombra del recibidor. Me eché a los brazos de Madame La Flaille,mientras ella correspondía a mi abrazo y me acariciaba el cabello; me susurró al oído que todo saldría bien y que pronto nos veríamos a mi regreso, donde le contaría todas las cosas nuevas y maravillosas que encontrara en ese lugar al que me dirigía. La miré a los ojos y asentí; a ninguna de las dos nos gustaban las despedidas, sabía que ella no me acompañaría hasta el puerto y entendía y respetaba su decisión.
Salí de aquella enorme casa que se había convertido en mi hogar con el corazón acongojado de dejar sola a la mujer que me había dado su amor maternal, y también por dejar atrás mi infancia para embarcarme en una nueva etapa de mi vida. Subí al carruaje de Madame De La Rochelle en silencio, y cuando se puso en marcha, saludé a la señora La Flaille a través de la ventana del vehículo, mientras mi amiga June tomaba mi mano para confortarme.
Realizamos el trayecto con una pequeña charla con recomendaciones que la dueña de la casa de modas me daba para que tuviera cuidado, ya que una muchacha viajando sola era muy peligroso, puesto que los maleantes podían aprovechar esa situación. Asentía sin pronunciar palabra alguna a todo lo que la mujer mayor me decía, solo quería que el carruaje llegara a su destino.
Al arribar al puerto, el vehículo se detuvo y descendimos en silencio; el cochero se hizo cargo de llevar mi equipaje hasta el sitio en el cual los pasajeros debían reunirse antes de subir al barco, luego de lo cual se dirigió hasta donde se encontraba el capitán del navío para consultarle en qué momento zarparía. El hombre nos hizo señas para que nos acercáramos, ya que el barco estaba próximo a partir en algunos minutos. Giré para ver a Madame De La Rochelle; la mujer me miraba con lágrimas contenidas en sus ojos, que siempre reflejaban la bondad de su alma.
_Cuídate mucho, Fluorite, recuerda lo que te dije... estaremos esperando noticias tuyas, no olvides escribirnos las novedades..._ , dijo la mujer entrada en años, tras lo cual me abrazó con fuerza. Respondí a su gesto de cariño y luego me separé de ella, para dedicarle una sonrisa que le transmitiera tranquilidad. Finalmente, me giré hacia June y la abracé, mientras ella sollozaba silenciosamente.
_¡No te preocupes por mí, amiga, estaré bien! Te escribiré en cuanto llegue y me encuentre instalada allí... ¡Verás que no será por mucho tiempo este viaje, y pronto estaremos platicando de nuestras cosas como siempre!_ , exclamé mientras me separaba de ella y la tomaba de las manos para infundirle ánimo.
_No dudo de que vas a estar bien, amiga, sé que lo estarás... Estoy tranquila por eso, ya que estoy segura de que estarás muy bien cuidada_ , me dijo June en voz baja al mismo tiempo que me guiñaba un ojo divertida, lo cual hizo que me sonrojara al instante. Bajé la cabeza para esconder mi rostro y que Madame De La Rochelle no se diera cuenta del cambio de color del mismo, así como también esperaba que no hubiera escuchado las últimas palabras que habían salido de la boca de June ni el gesto que ésta me había hecho.
Volví a mirar a mi amiga y le rodé los ojos, a lo cual ella respondió con una pequeña risa.
_Sólo no dejes sola a la señora La Flaille, ¿si? Se deprimirá en esa enorme casa..._ , le dije con voz firme a June, para luego sacar el pasaje que debía presentar antes de abordar, y comenzar a caminar hacia donde estaba la fila de pasajeros que esperaban para ingresar al navío.
Me temblaban un poco las piernas y las manos me sudaban de la ansiedad; al llegar frente al capitán, le presenté mi pasaje y al comprobar que estaba en orden, me permitió abordar. Subí por una escalera hasta llegar a la cubierta del barco; desde allí podía tener una última vista de aquella ciudad en la que había vivido toda mi vida... los recuerdos de mi padre me asaltaron en ese momento. Cuando el capitán ingresó al navío y ya había abordado todos los pasajeros, dió la orden de que leven anclas y de zarpar; Madame De La Rochelle y June me saludaban desde el sector de equipajes deseándome buen viaje, a lo que yo respondí con un gesto similar hacia las dos durante varios largos minutos, debatiéndome internamente entre dejar que las lágrimas comenzaran a salir o mostrar una imagen de entereza y fuerza...
Una vez que la embarcación se hubo alejado lo suficiente del puerto y ya no podía verlas, contemplé la postal de aquella ciudad que iba dejando atrás... la melancolía me invadía al observar las aguas mecerse. Si bien tenía la incertidumbre de lo que vendría por delante, también era cierto que poseía infinitas posibilidades, y que debía tomarlas para así poder llevar a cabo mis sueños. No iba a ponerme triste, saldría adelante como siempre lo había hecho. Era una luchadora, siempre lo había sido.
CONTINUARÁ...
Hola!!! Espero que sea de su agrado este nuevo capítulo de la historia! A partir de ahora van a cambiar muchas cosas para la protagonista! Le esperan nuevos desafíos en su destino, espero la acompañen a enfrentarlos! :-) Así como también a Degel; ¿Qué pasará luego?¿Se encontrarán? :-)Muchas gracias por leer! :-)
