Cuenta Regresiva: 26.280 horas

No era yo… eras tú.

Bulma se despertó a eso de las once de la mañana con algo de confusión y con su cabeza adolorida, tanto así que estiró su mano hacia el despertador, creyendo que este la había despertado. Pero al hacerlo sintió un dolor muy fuerte en su costado izquierdo, lo que la hizo contraerse. Fue entonces que se dio cuenta de que ni siquiera había tenido fuerzas para ponerse su pijama y que seguramente solo se había dejado caer sobre la cama luego de desvestirse, pero le extrañó no haberse quitado el brasier porque era algo que hacía casi por inercia. No pensó más en ello y se dedicó a buscar el porque del dolor de su cuerpo, por lo que se sentó en la cama y descubrió un enorme moretón en su cadera y muslo, además de un raspón en su codo del lado izquierdo. No recordaba cómo se había lastimado ni como llegó a su casa, solo vio en su mente a Yamcha besando a aquella mujer en la entrada del edificio y lo que aumento su dolor de cabeza. Como pudo se puso de pie, intentando mantener el equilibrio y se dirigió a la ducha, donde se terminó de desvestir para meterse bajo el agua tibia, donde intentó recordar más. Por un momento quiso pensar que todo había sido un mal sueño, pero tenía a la vista las pruebas de que no era más que la cruda realidad. Sintió que las lágrimas comenzaban a asomar y que sus piernas le fallaban por el dolor que sentía en su pecho, así que simplemente se sentó y, abrazando sus piernas, dejó salir toda la pena.

Vegeta, por su parte, estaba bastante conforme con su entrenamiento, ya que por fin esa mañana había podido digitar el máximo de gravedad: las 300G. Sin embargo, mientras realizaba sus abdominales, corroboró de que su concentración no era la misma de siempre. Intentó con la siguiente rutina de su precalentamiento matutino, pero tampoco salió bien. Entonces apagó la gravedad, maldiciendo en voz alta varias veces, porque la causa de su desconcentración no era ni más ni menos que no se podía sacar de la cabeza lo ocurrido durante la noche.

Se sentó como en la posición de loto y cruzó sus brazos, molesto. Necesitaba convencerse de que no era su problema si la humana finalmente había descubierto el engaño de su pareja, llegando a la conclusión de que, si la empujó a ello, fue solo porque tenía que deshacerse de la sabandija esa antes de que el idiota intentara sacarlo nuevamente de la Corporación. Pero aun había más cosas que no entendía. Por ejemplo, no comprendía porque la había seguido cuando ella partió a buscar a la sabandija esa, siendo testigo de como casi se mata por conducir tan mal ese vehículo. Tampoco comprendía porque noqueó a ese sujeto que vio acercándosele con malas intenciones, cuando venía trastabillando camino a la casa, pero, por sobre todo, no podía explicar en su cabeza la idea de haberla entrado en brazos a su cuarto, haberle sacado esa ropa que parecía incómoda y meterla bajo la ropa de cama, después de encontrarla inconsciente en el pasillo. Bueno lo de desvestirla lo había hecho más bien por curiosidad, aunque terminara arrepentido después, por la inminente erección que tuvo que calmar a punta de fuerza de voluntad, porque podía ser un asesino despiadado, pero no era un soldado de clase baja que se dejaba dominar por sus instintos más bajos. Su conciencia de saiyajin le gritó en ese instante que mandará a todos al carajo, porque él era un orgulloso guerrero saiyajin de élite, un hombre que sentía desprecio por cada vida, y que solo les permitía su patética existencia si eran de utilidad a sus propósitos…

Fue entonces que lo comprendió. No le conveníaque le pasara algo a ella, ya que era su pase a un mejor entrenamiento, sin contar la buena vida que llevaba en ese lugar. Tenía abundante comida, techo y respeto por parte de los señores de la casa, sin contar que ya la tenía casi contratada como científica principal de su imperio. Sin embargo, la incomodidad seguía, pero también halló respuesta para ello y era que había perdido el hábito de estar sin dormir. Decidió que lo mejor era comenzar de una vez con el entrenamiento con los robots, eso lo distraería y no pensaría en tantas estupideces.

Activo una docena de robots con el comando de voz y comenzó a atacarlos, sintiéndose mejor, pero su boca formó una media sonrisa cuando sintió el ki del insecto en el jardín, ya que su ira se incrementó y le serviría para concentrarse mejor en sus ataques. "Alguna vez que sirva para algo la sabandija esa"

Bulma lloró un buen rato, sentada en la tina, mientras miles de gotitas ocultaban su dolor. Cuando sintió que ya no podía llorar más, se puso de pie y se enjabonó varias veces, ya que se sentía sucia, asqueada de solo recordar las manos de Yamcha recorriendo su cuerpo o a sus labios besándola, después de quizás tantas veces de estar con otra u otras. Fue entonces que pensó finalmente en lo que haría con su casi exnovio "Todavía no puedo creerlo… ese desgraciado de Yamcha se ha estado revolcando con otra a mis espaldas… que humillación… Y yo que había pensado que había cambiado y en que podíamos formar una familia… Pero esto no se quedará así. A La Gran Bulma Briefs nadie la trata así y se queda tan tranquilo…" Salió del baño y se miró en el espejo de su tocador viendo que lucía terrible – Esto es tu maldita culpa, Yamcha… - se apartó del espejo y se sentó en su cama para comenzar a vestirse mientras continuaba con su soliloquio – Siempre fue lo mismo, aunque al principio nuestra relación parecía un cuento de hadas, tu nunca me respetaste realmente. Creo que también fue mi culpa por traerte a vivir a la capital y mostrate todo de lo que te perdías en el desierto… Creo que me gustabas más cuando eras salvaje y hasta un poco inocente… pero luego conociste a muchas mujeres gracias al beisbol y nada volvió a ser como antes… ¡Tonto! Nunca supiste apreciar realmente lo que yo tenía para ofrecerte, solo te interesaban los grandes lujos… ¡Que ingenua fui!… Pero ¡ya no más! Esto se termina ahora mismo, idiota.

Se vistió cómoda y se peino con frenesí, decidida a romper para siempre con el escurridizo bandido. Así que apenas estuvo lista, se asomó al balcón y miró en todas direcciones dándose cuenta de que el bandido ya no estaba en el jardín. Se sintió algo frustrada por lo que se dirigió a la habitación de Yamcha con decisión y al llegar golpeó con insistencia la puerta por unos segundos, sin embargo nadie salió. Entonces abrió la puerta y verificó que no estaba ni él ni Puar. Lo pensó un momento y dedujo que seguramente habían parado para ir por algo de comer, así que iría a buscarlo a la cocina, pero fue entonces que una maléfica idea se le vino a la mente. Aprovechó la oportunidad y fue por una caja capsula donde guardó toda la ropa y pertenencias del ladrón, llevándose las cosas con ella a su laboratorio.

Al llegar dejó la capsula sobre la mesa y se quedó pensando en más formas de desquitarse de Yamcha. Quería romper con él de inmediato, pero también quería que el sufriera, sino lo mismo, algo muy cercano.

-Ya tengo sus cosas… Podría quemarlas o lanzárcelas por la cabeza… ¿Que hago?… ¿Que hago?...- su vista se detuvo en el proyecto de armadura en la que estaba trabajando. Jugueteó un momento con la capsula en sus manos, indecisa, pero finalmente la activó y apareció la armadura, la que se quedó viendo un momento para enseguida dirigirse al comunicador y ordenarle al saiyajin- ¡Vegeta, ven inmediatamente a mi laboratorio!

No es que quisiera realmente ver al saiyajin, pero si todo salía como esperaba, éste le ayudaría a darle una lección a su novio.

El saiyajin ni levantó la vista para ver el rostro de ella, aunque le llamó la atención aquel nuevo monitor holográfico. Aun así, hizo caso omiso y siguió en lo suyo, por lo que ella insistió - ¡Vegeta, no estoy de humor para juegos! ¡Ven ahora mismo! - Él frunció el ceño, apretando al mismo tiempo sus puños, volteando al fin a verla - ¡Deja de gritarme, estúpida!... Además ¡No eres quién para darme órdenes! - Bulma respiró hondo y le dijo con un hilo de voz, mientras bajaba su mirada -Por favor, Vegeta…

Él se quedó observando unos segundos el rostro de Bulma. Se veía molesta y cansada. Detuvo sus ataques a los robots de entrenamiento y le dio la espalda a la cámara - ¡Tsk, está bien! – escupió -… pero más te vale que sea por algo bueno - apagó la gravedad, se colocó una toalla sobre los hombros y salió de la nave, entrando a la casa.

Yamcha venía saliendo de la cocina junto a Puar, donde habían ido por algo de beber y encontrar una coartada que no lo hiciera quedar tan mal a los ojos de Bulma para que ésta lo perdonara. Sabía que debía haberla seguido para aclarar las cosas en su momento, pero conociendo a Bulma estaba seguro de que de la golpiza que le daría ella, no lo salvarían ni todos los dioses del universo y eso era precisamente lo que buscaba evitar.

Flash Back

Llegó a su habitación a eso de las cuatro menos cuarto de la madrugada y lo primero que hizo fue buscar a Bulma, pero no la encontró ni en su habitación ni en el resto de las habitaciones en que pensó que podía estar, así que la buscó por su ki y la encontró fuera de la propiedad, pero lo que le incomodó no fue encontrarla fuera, sino que se dio cuenta de que Vegeta estaba muy cerca de ella y que, aunque no estaban juntos, supuso que ella lo había llamado para desquitarse de lo ocurrido. Apretó sus puños y se maldijo por lo imbécil que había sido, ya que de no haber aceptado quedarse un rato más con su amante, nada de esto hubiese ocurrido y podría seguir tranquilo con su rutina. Se dirigió a su cuarto y ahí vio a Puar durmiendo plácidamente, por lo que no quiso molestarlo, pero cuando se estaba desvistiendo, el gatito despertó y se vio en la necesidad de comentarle lo ocurrido, cosa que su peludo amigo no tomó bien al principio, ya que se lo había advertido. Pero al transcurrir la charla, ambos llegaron a la misma conclusión: Vegeta se había ido de lengua.

Fin Flash Back

Yamcha dio un suspiró y le dijo a Puar – ¿No tienes otra idea?

-Lo siento… Ya lo hemos pensado mucho y ninguna de las historias en las que hemos pensado termina bien, Yam…

-Eso era lo que me temía… - dijo, levantándose de la mesa - Creo que lo mejor será ir con ella de una vez y esperar que comprenda mis motivos.

Puar le sonrió y le dijo, lleno de esperanzas – Tienes razón, Yam… ¡Te deseo la mejor de las suertes!

El ex ladrón asintió y se dirigió hacia la escalera que llevaba al cuarto de Bulma, pero vio que Vegeta al final del corredor, cosa que no era habitual a esa hora, por lo que decidió seguirlo, manteniéndose a una distancia prudente y con su ki oculto. Pero, al llegar a las puertas de madera que daba a los laboratorios, vio con sorpresa que Vegeta se detenía frente a esta para enseguida desaparecer tras ésta.

Yamcha se apresuró en alcanzarlo, pero su boca se contrajo en una mueca y sus puños se apretaron con furia, cuando, por un pequeño espacio que quedo entre las puertas, pudo ver como el saiyajin ingresaba sin problemas, solo poniendo su palma en el lector y que, para rematar la situación, lo recibía una voz electrónica con todo y saludo personalizado.

"Bienvenido, Príncipe Vegeta"

Vegeta estaba totalmente consciente de que era vigilado de cerca por el otro hombre, por lo que antes de entrar volteó un poco su rostro y le sonrió con burla, desapareciendo luego tras la puerta automática, consiguiendo que Yamcha se pusiera de un tono rojo furia intenso "¡Maldito bastardo! ¿Cómo es posible que tengas acceso al laboratorio? Yo ni siquiera los conozco… ¿qué más me has ocultado, amada mía?"

Vegeta entró en el laboratorio secreto de Bulma. Miró sobre la mesa y vio un prototipo bastante avanzado de su armadura. Ante esto no pudo evitar sonreír -Vaya, vaya… - dijo poniendo sus manos en las caderas - así que finalmente haz dedicado tiempo a lo que realmente importa… aunque el modelo que elegiste para reproducir no es de mi agrado…

-Vegeta, créeme que no estoy de ánimos para tu sarcasmo. Solo pruébatela ¿quieres? – dijo ella volteando a verlo.

-Hmn... – hizo, cruzando sus brazos sobre el pecho – Te recuerdo que estás molesta con el gusano ese, así que cuida tu lengua, terrícola… podría hacerte pedazos más fácilmente que antes…

-Deja tus amenazas para otra ocasión… – le respondió Bulma, sin dejar de fruncir su ceño, pero con voz cansada.

El príncipe levantó una ceja y tomó con cautela la armadura. La observó, le tomó el peso y sin ponérsela, dijo, dejando el objeto nuevamente sobre la mesa -Hazla otra vez, terrícola. El material que elegiste dista en mucho del peso necesario.

Bulma lo miró un segundo y luego respondió, relajando el ceño, con voz más amable - ¿Y por qué no me facilitas la que tienes en tu cuarto? No sé porque la sacaste si ni siquiera la utilizas – luego entrecerró sus ojos y le dijo – Oye, esa armadura…

Él se sonrió con maldad y la interrumpió, sabiendo perfectamente lo que le preguntaría -Hmn… No vale la pena desperdiciar recursos en un montón de cadáveres… - terminó con un tono suave, pero orgulloso, cosa que hizo que a Bulma se le revolviera el estómago. Tragó duro y le preguntó, no muy segura de saber la respuesta - ¿De-de cuántos estamos hablando?

-Ja Ja Ja… Los suficientes, terrícola…

Ella iba a reclamarle por los asesinatos, pero en ese momento Yamcha aparecía en el comunicador. Bulma dio un brinco y se puso delante de la pantalla.

-Amor… hola ¿estás… -Yamcha no alcanzó a terminar su frase. Se frenó al ver cierto cabello por detrás de su novia, demasiado cerca para su gusto - ¿Se puede saber qué hace Vegeta encerrado ahí, contigo?

Bulma se sonrió forzadamente, mientras una vena amenazaba con aparecer en su frente, y le respondió - A ti ya no te debería interesar lo que Vegeta haga o no haga aquí conmigo…

-Pero, amor ¿Por qué estás molesta? YO debería estarlo… a MÍ no me dejas entrar ni a las oficinas y ese bastardo está en TU laboratorio…

-No, Yamcha. Él no tiene nada que ver en esto… Te informo que mi padre le dio acceso porque era necesario para todo lo concerniente a los robots y a su entrenamiento. Además, como se fue de la ciudad por el fin de semana, YO debo velar por que Vegeta entrene adecuadamente…

Vegeta frunció un momento notando que Bulma lo estaba utilizando para sacarle celos a Yamcha, y aunque al principio le incomodó la situación, decidió seguirle el juego solo por fastidiar al otro guerrero - Humana, ¿podemos seguir en lo que estábamos o es que puedo volver a mi entrenamiento?… - preguntó, acercándose por detrás de Bulma, quedando pegado al cuerpo de la muchacha, haciendo que a Yamcha le hirviera la sangre por los celos.

Bulma comenzó a ruborizarse al sentir la respiración del saiyajin en su cuello, cosa que no pasó desapercibida por su novio -Oh, Ya veo… Bulma, al parecer estas MUY ocupada… ¿Crees que no me he dado cuenta de que hay algo entre tú y ese imbécil?

Bulma se puso pálida un momento, sin embargo, sus puños se apretaron y gritó - ¡No digas estupideces, Yamcha! Vegeta es mi amigo y no tengo nada que ocultar… ¡No como tú! O es que acaso ¿Me equivoco?

- Cuando termines lo que sea que haces con él, avísame para que aclaremos las cosas – dijo su novio, apagando la comunicación.

Vegeta se retiró un par de pasos, mientras decía -Ni creas que no me di cuenta de que me estas utilizando para vengarte de ese insecto, terrícola. Eres tan perversa como Freezer cuando te lo propones...

- ¿No sé qué demonios hablas, Vegeta? – dijo volteando hacia él y poniendo sus manos en la cintura - Yo no te he utilizado… solo dejé que Yamcha pensara lo que quisiera, además tu fuiste quien se me acercó por detrás, yo no te lo pedí... ¿Sabes? ¡Me tienen harta los dos! - Vegeta se molestó por la acusación, así que, sin pensarlo, la sujetó por un brazo y la atrajo hacia sí, agregando con un tono muy bajo cerca del rostro de ella, casi rozando su nariz -No juegues conmigo, mujer… Sabes que puedo ser muy peligroso…

Bulma quedó tensa, solo atinando a abrir mucho sus ojos y tartamudear -Ve-Vegeta, yo…

Él no pudo evitar bajar su vista un segundo a los labios de la joven. Sin embargo, reprimió lo que fuera que sintió en ese momento y la alejó de sí, con la misma brusquedad que había utilizado para acercarla. Se marchó del laboratorio, sin siquiera voltear a verla "Maldición… estoy pensando en ella como mujer… Esto no es bueno para mi concentración... Yo no debo sentir más que desprecio hacia ella y su estúpida raza de débiles"

Bulma se lo quedó viendo mientras se retiraba, sintiendo como el corazón le latía a mil por hora. Pero se recompuso y gritó - ¡Malditos sean ese par de idiotas! - enseguida se tranquilizó, llevándose la mano a la frente y comentó – debo terminar con esto cuanto antes o terminaré enloqueciendo…

Tomó la capsula con las cosas de Yamcha y salió del laboratorio, dispuesta a terminar con el ex ladrón, aunque le doliera el alma. Pero entonces fue que se dio cuenta de que no estaba tan enamorada del ladrón como creía, ya que no era el perderlo lo que le dolía, sino que lo que le taladraba el alma era el engaño y la traición de aquel con quien ya se había imaginado un proyecto de vida juntos. Quería matarlo con sus propias manos por ello, pero pensó que eso no sería suficiente para calmar el dolor que sentía por la traición.

Decidida a todo, se dirigió al jardín para encararlo y sacarlo de su vida, pero al llegar no lo encontró, ni tampoco en su habitación, ni en ninguna parte de la casa, por lo que la rabia aumento al ver la cobardía de su novio.

-¡ESTÚPIDO YAMCHA! - gritó, con las manos apretadas a los lados y los dientes como cuchillas, haciendo que algunas aves huyeran despavoridas.

Se sentó furiosa en la sala del primer nivel de la propiedad a esperarlo, mientras veía la televisión, pero luego de un par de horas se hartó y salió al jardín, donde desencapsuló la caja con las cosas de Yamcha , armó una pira y procedió a quemarlas.

-Bien, si no quieres hablar conmigo me desquitaré con tus pertenencias – declaró, mientras intentaba en vano que encendiera la montaña de cosas arrojándole una cerilla tras otra, las cuales se apagaban casi al instante - ¡Maldición! ¿Qué nada me saldrá bien hoy?

En eso estaba cuando Vegeta, llamado por la curiosidad y olvidando el mal rato que Bulma le había hecho pasar, salió de la nave y viendo lo que hacía le preguntó, desde una distancia prudente - ¿Qué estúpido ritual es el que haces ahora, ridícula?

- ¿Que no lo ves? ¡Estoy tratando de prenderles fuego estas porquerías! - le gritó, sin voltear a verlo. Fue entonces que un haz de luz pasó por su lado y encendió las pertenencias de Yamcha, carbonizándolas al instante, mientras Vegeta decía – Esa es la manera correcta de encender fuego.

Bulma quedó de una pieza, temblando un poco por lo inesperado de ese ataque que pasó a solo unos centímetros de ella, pero enseguida volteó hacia Vegeta y le dijo - ¡¿Cuál es tu maldito problema, idiota?!

Vegeta frunció -¡Tsk! Espero que cuando termines, realmente se te haya quitado lo ingenua y lo imbécil… - y diciendo esto se marchó de vuelta a la nave.

Bulma abrió sus ojos con sorpresa al recordar algo de la noche anterior. Sí ahora podía recordar que había estado hablando con Vegeta, y aunque no era un recuerdo claro, pudo intuir que el saiyajin la había ayudado a tomar una decisión, pero sinceramente no recordaba que era. Así que salió corriendo tras el saiyajin – ¡Vegeta, espera! - él se detuvo y la miró de arriba abajo como si fuera la primera vez que la veía en su vida. Ella continuó – Disculpa por ser tan grosera, pero debes entender que las cosas no han sido fáciles para mi en est…- él la interrumpió, mirándola a los ojos – Al grano, humana ¿Qué demonios quieres? – Bulma se mordió el labio inferior y le preguntó - ¿Qué fue lo que hablamos anoche? – Vegeta se sonrió – Nada que te importe, tonta.

Bulma se lo quedo viendo un momento y le dijo – Por favor, Vegeta… En serio es importante.

-No lo es…

- ¡Por favor! Para mí es muy importante…

El saiyajin lo pensó un momento y le dijo, poniendo sus manos en las cadera – Está bien… Pero si te lo digo… ¿Qué obtendré a cambio? – Bulma lo miró molesta un momento, pero enseguida le dijo – Te garantizo mi total lealtad – él se burló – ja, ja, ja… No digas tonterías… ¡Eso ya lo tengo!

-¡No seas engreído!

-No lo estoy siendo… Si vas a negociar deberías hacerlo con algo de mi interés…¿Qué tal si terminas de una vez mi nueva armadura?

-¡Uyy! ¡De acuerdo! Pero para eso necesito que me prestes la que tienes en tu habitación… Sin una muestra me es imposible hacer una réplica…

-No quiero una réplica… Necesito que sea aún más resistente.

-Haré lo que pueda, Vegeta. Pero no te garantizo nada… Entonces dime ¿Qué fue lo que hablamos anoche?

-Hmn… Está bien… Anoche te dije que eras una vulgar. Te dije también que desde que había vuelto el insecto te habías vuelto una imbécil y que eras una ingenua, además de que no era yo quien debía darte explicaciones…

-No, eso lo recuerdo bien… Necesito saber lo que me dijiste después, cuando regresé…

Vegeta se sonrió ampliamente -No, terrícola. Tu fuiste lo bastantemente específica. Querías saber lo que te dije anoche y eso hice. Lo otro ocurrió en la madrugada…

Bulma lo miró furiosa y le dijo - ¡Eres un tramposo!

-No, solo te dije lo que querías saber… No es mi culpa que no sepas diferenciar entre noche y madrugada… Ahora, si me disculpas, debo volver a mi entrenamiento y más te vale que dejes de importunarme con tus tonterías… - dicho y hecho. Se marchó dejando a la muchacha furiosa.

-¡Vuelve acá, maldito embustero!

El saiyajin la ignoró y apuró el paso hacia la nave, dejando atrás a una iracunda Bulma. La muchacha infló sus mofletes un momento para enseguida gritarle - ¡NO PIENSO TRABAJAR EN TU ESTÚPIDA ARMADURA! ¡Me tienen harta los hombres!

Dio un golpe en el suelo con su pie y se fue furiosa a su habitación, pensando en que, como estaban las cosas, lo mejor sería ir a darse un baño y salir a comer fuera, olvidándose de ese par de hombres que solo la hacía amargarse.

Se preparó un baño de espuma, para sacarse las malas energías y en ellas se sumergió, buscando olvidarse por un rato de ese par de tontos. No podía dejar de estar molesta, sobretodo porque estaba segura de que Yamcha estaba dilatando las cosas con el solo fin de que ella se calmara y no lo asesinara – ¿Donde se habrá ido a esconder ese idiota de Yamcha?… ¡Que más da! Desde hoy proclamaré mi soltería saliendo a bailar a algún lugar y divirtiéndome… Me pregunto si alguna de las muchachas del laboratorio querrá acompañarme… Si no hubiese sido por lo imbécil que se comportó le pediría a Vegeta que saliéramos… Después de todo se supone que es mi amigo… pero parece que él no piensa igual - puso una toalla humedecida sobre su rostro y descansó su vista, mientras intentaba pensar en qué se pondría para salir. Ya tenía bastantes problemas como para preocuparse de si ese malagradecido la consideraba su amiga o no.

Yamcha mientras tanto estaba en su apartamento con Puar. Luego de decirle a Bulma que saliera para aclarar las cosas había sentido pánico al ver que Vegeta se dirigía hacia él y que seguramente lo golpearía por las cosas que dijo, por lo que se había marchado, pensando en que la mejor manera de enfrentarse a la científica era dejando pasar un poco las horas para que calmara. Se le ocurrió también la genial idea de darle una cena romántica para suavizar las cosas, con flores, joyería y chocolates incluidos. Estaba convencido que de esa forma sería más fácil explicarle sus motivos a su novia y evitar una ruptura definitiva. Ya se encargaría luego de la forma de sacar a Vegeta de la ecuación. Así que hizo unas llamadas y preparó todo en la sala del segundo nivel de la corporación para cuando apareciera su amada.

A eso de las siete Bulma salió de la tina y se vistió con un vestido azul y zapatos cómodos, como para bailar. Bajó a la sala principal para llamar por teléfono porque justo allí había un taburete donde poder sentarse mientras hablaba y estar más cómoda. Cogió el teléfono y justo cuando iba a marcar la interrumpieron - ¿Qué crees que haces? – le preguntó el saiyajin. Ella se tensó un momento, pero enseguida se volteó y le dijo, enojada -No te importa, Vegeta.

Él frunció profundamente y le dijo, molesto - ¿No estarás pensando en salir? La gravedad de la nave está fallando, otra vez y necesito que la repares de inmediato.

-¿No puedes esperar hasta mañana? Necesito salir – le reclamó ella, agregando con frustración – Entre tú y Yamcha me van a volver loca ¡No soporto un segundo más en este lugar!

Vegeta se acercó hasta quedar frente a ella. Le quitó el auricular de la mano y la miró fijamente a los ojos, agregando con una voz suave, mientras dejaba el aparato en su lugar - Sabes que es tu responsabilidad… Lo dijiste en el laboratorio… - Bulma tragó saliva al sentir el brazo del saiyajin pasar por sobre su hombro y no pudo evitar que un leve suspiro escapara de sus labios, ya que por ese breve instante le pareció que Vegeta la arrinconaba contra el muro como para besarla. Pero la ilusión le duró un instante ya que con la misma mano que colgó el auricular, Vegeta la agarró del antebrazo y comenzó a jalarla hacia el jardín, con lo cual Bulma comenzó a gritarlo - ¡Vegeta, suéltame!… ¡Espera! … Oye ¡No soy tu puta esclava!… Tengo una vida y quiero vivirla… ¡No puedes hacer estas cosas!

El príncipe se volvió a verla, soltó su agarre y le dijo con burla, cruzándose de brazos -Calla de una vez, escandalosa. Solo repara la gravedad y te podrás ir tranquila. Si eres tan lista, como dices siempre, lo harás en solo un minuto – Bulma puso sus manos en jarras y le replicó - ¡No! ¡Tú esperarás a que yo vuelva, maldito grosero insensible!

Vegeta se sonrió y se aproximó un paso hacia ella, mirándola a los ojos nuevamente, casi con curiosidad cosa que Bulma interpretó como duda "¿Qué es lo que planeas, Vegeta? Es extraño y tan salvaje, sin embargo..." El guerrero se sonrió y nuevamente la sorprendió, ya que con un rápido movimiento se la echó al hombro, e ignorando los pataleos de ella, la llevó hasta la nave. Una vez dentro la dejó caer al suelo y volvió a hablarle - ¡Solo hazlo! Y no quiero escuchar tus estúpidas excusas.

...

Afuera Yamcha, que había llegado hace pocos minutos y que estaba dedicado a organizar la sala para su romántica cena, voló al jardín al escuchar los gritos, sin embargo, no alcanzó a llegar antes de que se cerrara la compuerta de la nave -Maldición… volvieron a encerrarse… – decidió treparse a una de las ventanas de la nave para poder espiar.

...

Bulma le dio una mirada fiera al saiyajin, lo que solo consiguió que el se sonriera satisfecho. Se levantó e iba a gritarle, cuando por una de las ventanas se veía una silueta muy familiar para ella "Yamcha… Así que regresaste… Veamos que piensas cuando el humillado eres tú" Volvió a mirar a Vegeta y se acercó a él, para enseguida tocarle el brazo y comenzar a acariciarlo, diciéndole con bastante coquetería - ¿Sabes Vegeta? tienes razón… Yo debo procurarte todo lo que necesites para tu entrenamiento… - el príncipe tragó saliva y no pudo evitar que un rubor tiñera levemente su rostro, entrando casi en pánico por el cambio de actitud de ella. Se apartó y le dio la espalda para decirle - ¡Qué bueno que ya entendiste cuál es tu lugar! Ahora repara esta maldita cosa, humana vulgar.

Bulma se sonrió y volvió a arremeter - No tienes porque enojarte, Vegeta… - dijo, cruzándose de brazos levantando un poco su busto - verás que en solo unos momentos podrás encender tu aparato… - El saiyajin volvió a tragar, tensándose por completo al darse cuenta de la indirecta de la muchacha, pero no estaba dispuesto a dejarse engatusar por ella, por lo que le gritó, sin atreverse a verla - ¡No empieces con tus vulgaridades, humana, y haz lo que te digo! – ella le sonrió coqueta -Por supuesto, Veggie… - le dijo ella, cariñosa, logrando que el saiyajin abriera sus ojos muy grandes y que sus labios se entreabrieran, estupefacto ante la situación.

Yamcha no cabía en sí de la rabia que sentía. Ante sus ojos su propia novia le estaba coqueteando a Vegeta, precisamente al hombre que había dado la orden de asesinarlo.

Bulma, mientras tanto, sabiéndose observada,sacaba de la manera más sensual que se le ocurrió, una caja de herramientas de un gabinete. Enseguida tomó con toda calma su destornillador eléctrico y abrió la consola, inclinándose para dejar una perfecta vista de su trasero hacia el saiyajin. Este se había volteado solo un poco para verificar que ella hiciera su trabajo, cosa de la que se arrepintió. Su vista se clavó en el cuerpo de ella y tuvo que hacer uso de todo su autocontrol, ya que sentía unas ganas enormes de saltarle encima, sintiendo su corazón latir muy fuerte, tanto que su razón se nublaba. Respiró hondo, apretó sus puños a los lados y por fin pudo articular una frase para detener aquello - ¡Vete! ¡No te necesito!

Ella se volteó molesta por la actitud de él y le respondió -De acuerdo… De todos modos, no había mucho que reparar. No es bueno mentir, Vegeta – dijo cerrándole un ojo.

Vegeta se ruborizo un poco y le gritó - ¡No sé de qué mierda estás hablando!

-¡No te hagas el tonto, Vegeta!… Solo había un conector suelto – le dijo, indicando con su mano hacia la consola - ¿creíste que no me daría cuenta?

-¡Tsk!, ¡Deja de decir estupideces!… ¿crees que me gusta tenerte cerca?

Ella entrecerró su mirada y le respondió - Como mentiroso eres bueno cantando…

Afuera, Yamcha no aguantó más y se acercó a la puerta, comenzando a dar fuertes golpes, mientras gritaba -Bulma, Bulma. ¡Sal de ahí de inmediato! ¡Tenemos que hablar!

Vegeta miró a la peli turquesa y comprendió que nuevamente había sido parte del juego de ella, por lo que la tomó de ambos brazos y la aproximó hasta tenerla pegada a su cuerpo, diciéndole con ese tono suave de amenaza, tan propio de él -Humana, te lo advertí… No eres más que una maldita manipuladora…

Se quedaron en silencio unos segundos, durante los cuales el saiyajin aspiraba y exhalaba intentando calmarse y Bulma se quedó sin habla. La muchacha solo podía escuchar la respiración del saiyajin y los latidos de su propio corazón. La respiración de ambos estaba agitada y parecía resonar en aquel espacio. Vegeta se sentía abrumado y no sabía como actuar a continuación. Sentía deseos de golpearla y de besarla furiosamente a la vez, por lo que la apartó con rabia y clavó su mirada en la entrada - ¡Maldición! – murmuró, con los dientes y los puños apretados, mientras de fondo se oían los gritos desesperados del otro guerrero - ¡Vete de una vez, maldita sea! - "por ahora no hay nada más importante que volverme súper saiyajin… Ésta estúpida hembra solo logra que me distraiga, no puedo dejar que interfiera en mi entrenamiento"

Bulma temblando, llevó una mano a su boca, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas. "¿Qué estoy haciendo, por Kami?… ¿estaba tratando de seducir a Vegeta?… ¡No es posible!... Debo estar enloqueciendo… Tengo que detener esto ahora" Se aproximó a la salida y oprimió el botón de la compuerta. Enseguida dejó caer sus brazos a ambos lados y apretó los puños, a la espera de la represalia de Yamcha.

- ¿QUÉ SE SUPONE QUE HACES, BULMA? – gritó el joven de la cicatriz, ignorando completamente al saiyajin. Éste hizo lo propio y le dijo a Bulma - ¡Tsk, llévate al insecto o no respondo!

Bulma se tragó las lágrimas, cogió la mano de su novio, invitándolo silenciosamente a la salida. Con lo ocurrido se le había olvidado por completo la furia reciente contra él, sintiéndose ahora avergonzada. Por el contrario, Yamcha estaba exaltado, resistiéndose a salir, mientras no despegaba su vista del saiyajin, con deseos de golpearlo -Yamcha, ven… Tenemos que hablar – el hombre la miró molestó y se soltó de la mano de ella, siendo el primero en salir de allí.

Una vez en el jardín, el hombre de la cicatriz comenzó a interrogarla otra vez - ¿POR QUÉ, BULMA?

Ella le respondió, volteándose hacia él con las manos en las caderas – Sé que lo que hice estuvo mal pero ¿En serio me preguntas a mí por qué, Yamcha? – posó un dedo sobre el pecho del guerrero – tú eres el culpable… ¡Maldición!… ¡Me engañaste con otra! ¡Te has estado revolcando con otra a mis espaldas y jurándome amor al mismo tiempo… ¡¿cómo pudiste?!

Yamcha se sonrió involuntariamente, por los nervios más que por otra cosa. Respiró hondo, retomando su seriedad, sabiendo que era hora de hablar con sinceridad y eso fue lo que hizo -Sé que tal vez no lo comprendas en este momento ¡Pero lo que hice tiene un motivo! Lo hice para poder ser un mejor amante para ti, para cuando llegara ese momento especial que TANTO has dilatado, Bulma – terminó diciendo casi con orgullo.

La cara de la muchacha fue de completa incredulidad por un momento, pero enseguida le respondió con ironía -¡Oh! ¿Y tú pensaste que yo me alegraría de saber que "ensayabas" con otra al mismo tiempo que estabas conmigo? ¿quién diablos te puso esa estúpida idea en tu cabeza?

-Bueno… fue el Maestro Roshi… - dijo, algo avergonzado, ya que, al oírlo de ella, se dio cuenta de que fue realmente una idea estúpida. Sin embargo, él no se sentía tan culpable ahora, por lo que le dijo – Pero eso ya no importa… ¡Acepta que te traes algo con ese saiyajin!… ¡No puedes negarlo!

La muchacha ahora sí que se enojó - ¡No sigas con esas tonterías, Yamcha! ¡Aquí el único que tiene esqueletos en el armario eres tú!

Él frunció el ceño y la miró a los ojos, mientras apuntaba hacia la nave - ¡Por favor, Bulma!... ¡Los vi besándose en el precipicio ese día que casi me mata!

Bulma palideció un momento. No esperaba que alguien hubiese visto lo ocurrido ni mucho menos Yamcha. Decidió negarlo, después de todo ella bien podría simplemente haberle estado dando respiración de boca a boca, pensó. Así que le contestó - ¡No digas tonterías! ¡Solo buscas equipara la balanza a tu favor!

-No, Bulma. Los vi perfectamente… Además ¡Le diste una semilla! ¡Una semilla!... ¡Sabiendo lo que cuesta obtenerlas!

-¡Eso no viene al caso ahora! - ella bajó la mirada, para luego alzar sus ojos llenos de lágrimas - Está bien, Yamcha… Lo reconozco. Besé a Vegeta ¿Y qué? ¡Eso no es nada comparado con revolcarse con otra!

-No, cariño… ¡Yo soy el que no sabe que hacen cuando no estoy!… Es más ¡Ahora mismo le estabas coqueteando en la nave! ¿Quién sabe que más ocurrió mientras estuve muerto? No por nada lo invitaste a vivir aquí… ¡Claro! Por eso te molestabas cuando hablaba mal de él y por eso mismo no quieres casarte conmigo y buscaste una escusa para aplazar nuestro matrimonio…

Bulma oía los descargos de Yamcha, mientras se tomaba las manos sobre el pecho, esperando su oportunidad para defenderse, pero a medida que lo oía fue dándose cuenta de que Yamcha tenía razón. Nunca fue su intención casarse con él porque consciente o inconscientemente esperaba que Vegeta regresara en algún momento a la Tierra. Además ya había admitido que el malhumorado príncipe le gustaba y no podía negarse a sí misma lo ocurrido la noche antes de que se marchara Vegeta, cuando se besaron en la sala. Era momento de aceptar las cosas como eran, su relación con el ex ladrón no tenía futuro y al parecer sentía algo más que cariño por su nuevo amigo. Miró la argolla de compromiso que traía puesta y, mientras Yamcha seguía hablando, se la quitó, para enseguida tomarle la mano al joven y ante la sorpresa de éste, depositó el pequeño objeto en la palma del joven.

-Bulma – dijo él, confundido, pensando en que esto solo era un discusión, una pelea como las de antaño. Pero no era así, y lo supo cuando ella lo miró a los ojos y le dijo, con toda honestidad - Yamcha, ya no podemos seguir juntos… Ninguno de los dos confía en el otro… y sinceramente ya no te amo… - él sintió un peso en su estómago, no creyendo lo que estaba oyendo, por lo que le dijo, casi en un susurro -Pero Bulma, yo sí… Yo aún te amo…

-No digas eso, Yam… Aun así, te lo agradezco- dijo ella, sintiendo que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, pero no las dejó salir – Yo, lo lamento… - enseguida miró hacia otra parte y llevándose las manos a la espalda, agregó - y bueno, también lamento haber quemado todas tus cosas…

-¿Qué hiciste qué?- preguntó aun más confundido. Apenas se acababa de enterar de que había perdido a su novia y ella le salía con que también había perdido sus cosas.

-¡Oh, Yamcha!… ¡Deja de ser tan dramático! No es primera vez que lo hago… - le dijo.

Yamcha se sonrió un momento, pero enseguida apretó en su mano la argolla. Su corazón se empequeñeció, dándose cuenta de que posiblemente no habría marcha atrás en la decisión de ella, pero no estaba dispuesto a perderla -Bulma… no me daré por vencido… No mientras haya una posibilidad de volver a estar juntos.

-¡No digas esas cosas!… ¡No después de lo que hiciste!… ¡Estoy muy molesta y confundida en este momento! - dijo ella, e iba a agregar algo más, pero en ese momento un ruido los hizo voltear a ambos hacia la nave, ya que la compuerta se había abierto y Vegeta salía hacia la cocina, aparentemente sin verlos siquiera. Bulma se lo quedó viendo y Yamcha miró a su novia, dándose cuenta de lo tonto que había sido al no darse cuenta antes. Así que decidió preguntarle- Bulma… Quiero que me digas la verdad… ¿Él te gusta?

Bulma abrió muy grandes sus ojos, pero enseguida lo miró para responderle nerviosa - ¿Quién? ¿Vegeta? ¡¿Cómo se te ocurre?! Él es solo mi amigo…

-No me mientas… - le sonrió – Yo conozco esa mirada… Es la misma que solías tener solo para mí, antes…

Bulma suspiró y decidió sincerarse – De acuerdo, lo admito… Puede que sí sienta algo por él, pero no estoy segura… Estoy demasiado confundida ahora, además, aunque así fuera, no creo que funcione… Por ahora creo que es solo una atracción física y nada más - hizo una pausa y le dijo – Pero eso no quita que esté molesta contigo por lo que hiciste y por lo mismo quiero pedirte que te…

-No, por favor – la interrumpió él, para suplicarle – No me pidas que me marche, Bulma… ¡Deja que me quede! Por favor… Te prometo que no te molestaré, pero necesito entrenar aquí… No quiero marcharme lejos de mi casa por ahora y sabes que en ninguna otra parte de la ciudad podría practicar mis técnicas sin que la gente se dé cuenta de mis poderes…– le explicó. Pero ese no era su verdadera motivación para pedirle que no lo echara. La verdad era que no tenía ni la más mínima gana de alejarse de la peli turquesa ni de perderla con Vegeta, y no era que creyera que el saiyajin la fuera a seducir, pero estaba seguro de que esos incrementos de ki del guerrero cuando él estaba con Bulma no eran solo porque le molestaran sus demostraciones físicas de afecto. Necesitaba hacerla cambiar de opinión y estaba seguro de conseguirlo, claro, si se esmeraba en conquistarla nuevamente y no cometía más errores.

Ella lo pensó un momento. Estaba segura de que ya no lo amaba, por lo menos ya no como antes, mucho menos después de lo que le hizo, pero pensó que sería buena idea permitirle quedarse, por último, pensó que le serviría para tener alguien con quien charlar de vez en cuando, así que le respondió a su petición – De acuerdo. Dejaré que te quedes a entrenar aquí. Pero no te quiero presionándome para que volvamos, de lo contrario tendré que pedirle a Vegeta que se encargue de ti y créeme que eso lo haría muy feliz… - terminó advirtiéndole.

Él la miró y sonrío sombrío por la ocurrencia de ella - Bulma, ¿tienes hambre? – le preguntó, cambiando de tema, guardando la argolla en uno de los bolsillos de su pantalón - Había pedido una cena romántica para dos, pero ya debe estar bastante fría. Si quieres la recalentamos y cenamos mientras seguimos con nuestra charla.

-Supongo que podría acompañarte a comer algo… Después de todo ahora somos amigos – dijo sonriéndole – Pero no creas que por esto te perdonaré lo que hiciste…

-En serio lamento todo lo que hice, sinceramente creí que no te darías cuenta, je, je… - dijo el joven, poniendo una mano en su nuca.

La muchacha le dio un leve golpe en el brazo al joven y comenzó a avanzar hacia la casa, no sin antes decirle, volviéndose hacia él solo un poco -Ven, Yamcha… Antes de que cambie de opinión.

Yamcha caminó a su lado y le preguntó -Oye… ¿y me dirás como fue que se te ocurrió ir a mi casa?

La muchacha lo miró y le dijo – Era demasiado obvio… Estabas actuando muy extraño… y esas salidas nocturnas… ¡Fuiste muy descuidado!

-Lo reconozco… ¿Pero como supiste que estaba en mi apartamento? - Bulma le sonrió – Bueno, lo que pasa es que tengo un rastreador saiyajin… - ¿Te refieres a Vegeta? - preguntó Yamcha, malentendiendo las palabras de su amiga. Ella negó de inmediato – No, tonto… Lo que sucede es que me quedé con un rastreador y aunque una vez explotó en mi oído, lo he reparado y mejorado. Tanto así que ahora lo utilizo para localizarlos a ustedes… ¡Es divertido como suceden las cosas a veces!

Yamcha se sonrió de lado y le dio el paso para que ella entrara primero a la casa.

Vegeta cerró la nevera con fuerza y se llevó lo que había sacado hacia la mesa, mientras pensaba molesto "Humana imbécil … Pensé que echaría a la sabandija esa, pero ahí está, conversando muy amable con ese idiota en el jardín… ¡Tsk!… ¡Raza de inútiles!" Se sentó a comer, pero de un momento a otro perdió el apetito, al darse cuenta de que dos ki muy familiares subían juntos al segundo nivel. Alejó su plato con rabia y decidió regresar a la cámara. Necesitaba sacar algo no clasificado de su sistema.

No salió de la nave, más que para comer y dormir por dos días

El martes, por la mañana…

- ¡Yuju, querida!… ¡Ya volvimos! - gritaba la señora, para luego agregar - ¿Qué extraño? ¿Por qué no baja a recibirnos?

- Tal vez se quedó hasta muy tarde despierta anoche… - respondió el señor Briefs, dejando un bolso en el suelo.

-Hmn… - hizo Vegeta, de pie en cerca de la puerta que daba al corredor.

-¡Oh, joven Vegeta!… Gracias por venir a recibirnos de nuestro viaje. Te traje un regalo… - dijo Bunny, sacando un paquete con un moño azul.

-Eh... – artículo el saiyajin, apenas teniendo tiempo para darse cuenta de que la señora dejaba en sus manos el regalo – Argg… No se confunda, señora. Solo entré a buscar al anciano…

El señor Briefs lo miró por sobre sus gafas. Comprendió al instante que el hombre no iba a dejarlo tranquilo hasta que le prestara atención, ya que todo para él era urgente -Está bien, Vegeta… Te veo en mi laboratorio en diez minutos...

-¡Hmp!… - hizo, retirándose a su habitación, llevándose el paquete con él.

-Querido… parece que está más delgado… Nuestra hija aún no aprende a alimentar a nuestro huésped como se debe…

- Cariño, tú siempre crees que Vegeta pierde peso cuando no lo alimentas… Sin embargo, el que haya venido a saludarnos, a su manera, me demuestra que ha habido un pequeño cambio en él durante nuestra ausencia… -Sí – dijo ella, dando un aplauso – de seguro ya se le declaró a Bulma…

-No sé si sea eso... Ya lo averiguaremos.

Ambos fueron a su habitación a dejar su equipaje.

Bulma, que había sentido cierto movimiento en la casa, se levantó , vistiéndose rápidamente, y salió a ver si eran sus padres. Se sentía más liviana y de un excelente humor luego de haber solucionado al fin su situación con Yamcha. Realmente había sido como sacarse un enorme peso de encima y lo bueno es que esta vez habían quedado en buenos términos por lo que no se dejarían de hablar por meses como antes, lo que la hacía sentirse aun más feliz.

Al salir de su cuarto se encontró con Vegeta que hacía lo propio del suyo, así que lo saludó de lo más cordial -Buenos días, Vegeta… ¿te quedaste dormido?

Él le dio un breve vistazo, con su eterno ceño fruncido y le respondió -No digas estupideces, humana… Que tu duermas hasta tarde no significa que a los demás también les guste desperdiciar el tiempo.

Y dicho esto se retiró por el pasillo.

Bulma se quedó mirándolo con curiosidad. Luego sonrió y dijo para sí misma - ¡Vaya! Hoy está conversador…

La chica bajó a desayunar y ahí encontró a Yamcha, a Puar y a su madre - ¡Hola, mamá! - dijo con una enorme sonrisa, dándole enseguida un abrazo a Bunny.

-Hola, querida… ¿nos extrañaste? - le preguntó la señora.

-Por supuesto que los extrañé… ¿cómo estuvo su viaje? – preguntó, mientras se servía un vaso de jugo.

-Oh, estuvo estupendo… El festival fue de lo mejor… Todos esos guapos jóvenes bailando con solo unos taparrabos… te hubiera encantado, hija.

-Ay, madre – dijo ella con una gotita en la sien – ¡Tú no cambiarás nunca!

-Eso espero, hija, porque estoy en mi mejor momento.

Yamcha y Puar se disculparon y salieron al jardín. El joven había decidido ponerle más empeño a su entrenamiento, ya que quería reconquistar a la muchacha y pensó que lo mejor sería parecer más disciplinado que Vegeta.

Ambas mujeres se sentaron a la mesa. La madre de Bulma no pudo evitar comentar al ver la mano de Bulma que sujetaba el vaso -Hijita… ¿y tú argolla de compromiso? ¡No me digas que la perdiste! ¡Era tan hermosa!

Bulma suspiró y miró por la ventana a su exnovio, que se empeñaba en dar golpes a un contrincante invisible - Mamá, no te vayas a enojar, pero… rompimos con Yamcha… la verdad es que no estaba funcionando…

Su madre la miró con ternura -Hija… si a veces no funciona, no quiere decir que nunca vaya a funcionar… ¡Arriba esos ánimos!… Ya sé. Acompáñame de compras… ¡eso de seguro te anima!

-Ay, no lo sé… - dijo volteando su vista hacia su progenitora. Luego de pensarlo un segundo, respondió - está bien ¡Vamos de compras! De todas formas le tengo que reponer algunas cosas a Yamcha…

-¿Otra vez le destruiste su ropa, cariño? Te he dicho que ese tipo de cosas es la que espanta a los chicos… Pero dime ¿Qué usaste esta vez?

- Aunque no lo creas, esta vez no fui yo… fue Vegeta…

Su madre alzó una ceja, totalmente confundida.

...

En el laboratorio del profesor, éste se llevaba la mano a su barbilla meditando, entre mitad asombrado y mitad preocupado - Pero, Vegeta – dijo al fin, luego de unos segundos – me extraña que preguntes eso… Tú sabías que el material que elegimos para los robots no soportaría por mucho tiempo tu energía si llegabas a utilizarlos bajo trescientas unidades de gravedad… - terminó mirándolo extrañado.

El saiyajin, que había estado apoyado contra el muro, esperando la respuesta del anciano se aproximó a él y le dijo -Profesor, comprendo perfectamente el problema… solo deme una maldita solución. Ya no quedan robots de entrenamiento… y eso me está retrasando.

-Está bien, muchacho… Creo que tengo una caja más de robots por algún lado para que entrenes mientras… - luego hizo una pausa y le dijo – acompáñame a los laboratorios del último nivel… – le solicitó, poniéndose de pie, mientras acomodaba a Tama y avanzaba hacia la salida.

- ¿Qué hay allí que pueda interesarme? – preguntó, cruzándose nuevamente de brazos

El anciano lo miro extrañado "Muchacho, no estás muy astuto hoy… ¿Qué pudo haber ocurrido estos días? Estás bastante desconcentrado… Mmm ¿tendrá el rompimiento de mi hija que ver en esto?" -Vamos a buscar tus robots… y de paso para que conozcas el nuevo material en el que está trabajando la Corporación… ¿Bulma, no te lo ha comentado?

-Hmn – respondió él, algo confundido – ¿Por qué tendría que habérmelo dicho?

-Tienes razón, je, je … Vamos, no perdamos tiempo – le respondió riendo, sin dejar de verlo con un aire paternal que comenzó a incomodar al saiyajin. Sin embargo, lo atribuyó a que el viejo actuaba muy extraño algunas veces, así que no le dio más vueltas y lo acompañó a los pisos inferiores.

Por la tarde, Yamcha hizo un alto para comer algo y refrescarse. Había visto salir a Bulma y a su madre, y también vio pasar a Vegeta hacia la nave, cargando una enrome caja. Una vez que las luces de esta se encendieron, se dirigió a la cocina, donde sirvió jugo para dos, preparó unos sándwiches y se sentó a comer con Puar. Estaban tranquilamente platicando, cuando sonó el teléfono personal de él y Puar lo miró algo molesto. Yamcha le hizo un gesto de que guardara silencio y contestó - Hola – dijo, algo distraído -Hola, amorcito… me has tenido muy abandonada… ¿cuándo podemos vernos? - Puso sus ojos de baboso un momento, sin embargo, recobró la compostura y dijo -Lo siento, Midori… estoy muy ocupado por ahora. Te llamaré apenas tenga un tiempo… Es que ahora estoy muy concentrado en mi entrenamiento. Oyó del otro lado -Te vuelvo a llamar más tarde… tal vez necesites un masaje… - Suspiró y dijo - Está bien… adiós- cortó y comentó en voz alta - ¿por qué Bulma no es tan cariñosa como ellas? ¿La habré perdido para siempre? -. Puar se lo quedó viendo y le dijo – ¡no te desanimes, Yam! Aun no creo que hayas perdido a Bulma, pero deberás esforzarte mucho para recuperarla…

-Lo sé, amigo… - enseguida se pudo de pie y exclamó - ¡Volvamos a entrenar, Puar!

-¡Sí! - lo secundó el gatito.

Salieron nuevamente al jardín y Yamcha comenzó a dar golpes, mientras Puar lo animaba, pero su vista no se despegaba de la nave "No puedo creerlo… Bulma me comentó que cuando las luces estaban en rojo era porque la nave estaba a toda su capacidad… Eso significa que Vegeta está entrenando a trescientas veces la gravedad de la tierra… ¿será muy diferente de donde Kaio Sama?… ¿qué se sentirá entrenar así? Deben ser una experiencia sorprendente…" Decidió ir a echar un pequeño vistazo y para no ser sorprendido elevando su ki al levitar, decidió poner unas cajas hasta alcanzar la altura de una de las ventanas.

Al asomarse su mandíbula descendió un poco al ver cómo el saiyajin, aunque con algo de dificultad, esquivaba los ataques. Contrario a lo que él pensaba, Vegeta sí se había dado cuenta de que estaba siendo observado, cosa que hizo que el saiyajin perdiera la concentración, solo una milésima de segundo, recibiendo de lleno un rebote de energía, cayendo estrepitosamente al suelo. Una vez que logró volver a ponerse de pie, sonrío y haciendo aspaviento de su fuerza, aumentó de golpe su ki, destruyendo todos los robots e iluminando el interior de la nave, provocando así, que ésta se tambaleara, haciendo también caer al hombre que estaba espiando. Aunque satisfecho de haber demostrado su fuerza, notó enseguida que esta maniobra le había costado la totalidad de sus robots "Maldición, por culpa de esa sabandija se destruyeron… Ahora tendré que esperar a que el anciano tenga listos los otros...Creo que es buen momento para salir a dar un paseo y respirar algo de aire fresco, ja, ja, ja…" pensó con maldad, mientras observaba el desastre causado.

Yamcha, aun sorprendido, se sacudía el pasto de la ropa, mientras no daba aún crédito a lo que vieron sus ojos. Comenzó a sentir envidia del entrenamiento que realizaba el saiyajin, sin embargo, ya no se podía retractar y solicitar una nave para entrenar él. Por suerte se le ocurrió una genial idea y esta era utilizar la nave de Vegeta, más tarde, cuando todos estuvieran durmiendo "Si me vuelvo más fuerte seguro llamaré la atención de Bulma" pensó con entusiasmo, para enseguida reconsiderar la idea de ese masaje ofrecido por una de sus amantes. Así que fue a cambiarse y se fue a su apartamento.

Cuando madre e hija llegaron por la tarde, se percataron de que no estaba ninguno de los dos jóvenes. Bulma se preocupó y fue en busca de su rastreador, pensando en que quizás nuevamente les había dado por pelearse. Entró desesperada a su cuarto y del cajón de su ropa interior sacó el aparato y buscó a ambos, felicitándose a sí misma por haber recordado grabar la presencia de Vegeta. Encontró al saiyajin, bastante alejado, posiblemente en el ártico o muy cerca de éste. Y Yamcha, bueno, a él lo logró ubicar en su apartamento. Suspiró, mitad aliviada y mitad contrariada, regresando de inmediato a la sala del primer piso, donde encontró a sus padres.

- ¿Todo bien, cariño? – preguntó su padre, al verla entrar agitada.

-Sí, papá… Lo que ocurre es que ese par de locos salió y no le avisaron a nadie para variar.

-Pero no se perderán la cena, eso te lo aseguro – dijo Bunny, poniendo una bandeja con té y pastelillos, sobre la mesita frente a ellos.

-Tu madre tiene razón. No te preocupes – le comentó el anciano recibiendo una taza de té, que le extendía su esposa.

-Me importa muy poco si vuelve o no ese par de malagradecidos…- exclamó Bulma dejándose caer en un sillón.

-Pero hija, recién fuiste a ver si no se estaban matando… - dijo su madre, sirviéndole un té a su hija – no es bueno que te alteres tanto por cosas como esas. Te he dicho que te pondrás vieja... Pero ¡Debes admitir que ese par de muchachos te vuelve loca!

-Mamá, ya estás con tus cosas. Loca me van a volver con sus idioteces... Y no solo ellos, todos mis amigos están igual de dementes… Mira que no querer destruir el laboratorio hasta que estén listos esos androides. No hay día que no piense en eso.

-Por un lado, tienen razón, hija. Ese hombre aun no construye nada… y aunque lo hiciese no estamos seguros de que vaya a utilizarlos para el mal- le comentó su padre.

-Si todo fuese tan simple…- suspiró la muchacha.

-Vamos, amor. Prueba uno de estos. Son bajos en calorías – la animó su madre, indicándole la bandeja.

-Gracias – dijo recibiendo el té y tomando luego un platillo, con un coqueto pastelillo de fresas.

A la hora de la cena, contrario a los pronósticos de la señora, solo apareció uno de los hombres y su mascota. Comieron casi en silencio, solo los señores Briefs comentaban algo, referente a una de las mascotas, que al parecer estaba un poco enferma. Bulma miraba de vez en cuando a Yamcha, hasta que se decidió a preguntarle - ¿Se puede saber dónde estuviste toda la tarde, Yamcha?

El joven la observó mientras terminaba de tragar y le respondió con toda calma -Bueno, después de entrenar me fui a mi apartamento porque necesitaba estar alejado de ese maníaco…

-¿? Pero Vegeta tampoco ha estado en la casa… - dijo ella intrigada - ¿No habrán discutido otra vez? ¿o sí?

-No, Bulma. Hace un tiempo que no le dirijo la palabra, por lo mismo, evito encontrármelo cuando anda suelto por ahí, ya que nunca se sabe si anda de buenas o malas…

La muchacha volvió la vista a su plato con algo de preocupación notando que hacía mucho que Vegeta no se iba a entrenar lejos.

-Cariño, ya verás que el joven Vegeta regresa antes de lo esperado – la animó Bunny.

-Tu madre tiene razón… ahora no se llevó la nave, por lo que sabemos está aún en la Tierra – agregó el profesor.

La conversación se estaba volviendo desagradable para Yamcha, por lo que terminó de comer y se retiró a su habitación, con la excusa de que al día siguiente iría a entrenar con Ten a las montañas por unos días, aunque la verdad era que lo hacía con la esperanza de que Bulma también lo extrañará a él obviamente.

La cena terminó y todos se retiraron a distintos lugares de la casa. El señor Briefs, que durante el día había estado trabajando en los laboratorios del subsuelo con el nuevo material para los robots de entrenamiento, tuvo que ir a su laboratorio personal por unos planos, sin embargo, se encontró con la sorpresa de que, sobre una mesa metálica, estaban todos los robots que le había entregado al saiyajin por la mañana, totalmente inservibles.

- ¡Válgame!… - exclamó mientras rascaba su cabeza - le dije a Vegeta que fuera más cuidadoso… ¿en que estará pensando este muchacho?

Mientras, Bulma se disponía a dormir, pero no se sentía tranquila. Su amigo aún no volvía, así que salió a su balcón a fumar y pensar como era su costumbre. La ciudad estaba casi en completo silencio, solo se escuchaba una sirena a lo lejos y los ruiditos que hacían los insectos en el jardín.

- ¿Qué diablos me pasa? ¿Por qué no puedo sacarme a ese idiota de la cabeza? No es más que un torpe, que no sabe tratar a las mujeres… - luego miró hacia el cielo y continuó con su monólogo – Kami, por favor que se encuentre bien, tráelo sano y salvo de vuelta a casa… - siguió unos minutos con la mirada clavada en las estrellas, hasta que vio una estela que bajaba a gran velocidad y descendía en el balcón de junto. No pudo evitar sonreírle a su vecino, que venía todo harapiento y sucio.

-Hmn… ¿Qué me ves, ridícula? – le borró la sonrisa él, con solo está pregunta, consiguiendo que la muchacha hiciera una mueca de rabia – Te iba a ayudar con tus heridas, pero ahora no porque eres un ¡GROSERO! – terminó mostrándole su lengua, para enseguida entrar de vuelta a su cuarto, cerrando de golpe el ventanal.

El hombre pasó por alto la insolencia de ella, ingresando también a su habitación pero al entrar, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. A pesar de estar molesto con ella por no echar al insecto de la casa le era inevitable fastidiarla, por lo que debía reconocer que eso le divertía. Pero no tenía ánimos de pensar en eso, ya que venía exhausto. Así que se dio un baño, se vistió y bajó a la cocina a comer algo. Luego de eso volvió a su cuarto y se quedó dormido casi inmediatamente.

Un par de horas más tarde todo estaba en absoluto silencio y casi todos los habitantes de la enorme casa dormían, a excepción de un hombre que, a toda velocidad, cruzaba el jardín entre las sombras y lograba introducirse dentro de la nave. Suspiró al ver logrado su objetivo y se acercó con seguridad a la consola. "Uno de estos debe ser el botón que inicia la gravedad… ¡BINGO!" pensó al dar con el comando correcto. Iba a comenzar con ciento cincuenta, pero decidió seguir presionando el botón hasta alcanzar las trescientas unidades. Respiró hondo, mientras veía cambiar las luces de color, pero comenzó a entrar en pánico cuando su cuerpo fue presionado poco a poco, como si estuviese hecho de plomo. Su sangre comenzó a burbujear, mientras caía al suelo, intentando inútilmente volver a ponerse de pie. El arrepentimiento le llegó tan rápido como la idea de que moriría en ese lugar "Maldición, esto no fue una buena idea… moriré aquí y nadie vendrá a ayudarme… no puedo… respirar…"

Gritó en agonía, intentando concentrar toda su fuerza en una de sus manos y a duras penas, luego de unos segundos, que para él fueron una eternidad, logró por fin apagar la gravedad de la nave. Se dejó caer sobre el frío suelo, llenando sus pulmones del preciado aire, que creyó jamás volvería a respirar "Maldición, casi muero y lo único que pude demostrar es que no estoy a la altura de ese miserable… que humillación… esto… esto definitivamente no es para humanos… la fuerza de ese desgraciado está muy lejos de mi alcance, creí que no sería tanta la diferencia… ¡Maldito seas Vegeta!"

A la mañana siguiente, muy temprano, el hombre de la cicatriz, aun algo adolorido, emprendió vuelo hacia el este, acompañado de su fiel y peludo amigo.

Vegeta lo sintió marcharse desde la cocina, sonriéndose al pensar que el idiota ese al fin había decidido marcharse para siempre. Así que su humor cambio de golpe y decidió que pasaría a saludar al anciano y averiguar cuando estarían listos los nuevos robots. Una vez hubo desayunado, salió a entrenar un poco en la nave y cuando vio que era una hora prudente, apagó la gravedad y se dirigió a los laboratorios.

Como siempre encontró al padre de Bulma ya instalado y trabajando "Si tan solo su hija fuera la mitad de disciplinada…" sacudió un poco la cabeza para alejar cualquier pensamiento que tuviera que ver con ella y se aproximó al hombre cano, que para variar tenía a su gato montado en el hombro.

- Profesor…

- Oh, buenos días, Vegeta… Te tengo buenas noticias. Ya tenemos la aleación perfecta, que soportara inclusive hasta las cuatrocientas unidades.

El saiyajin no pudo evitar sonreír.

- ¿Cuándo estarán listos?

- Bueno… pienso que para esta tarde…

- Por supuesto… es solo un remplazo de material… - dijo, más para sí, el saiyajin.

- ¡Exacto!, Además, no debiéramos tardar mucho en sacar los primeros seis. Y, dejaría listas, unas cuantas docenas más, solo por si llegases a destruirlos nuevamente… No deberías exigirte tanto… trescientas G son mucho para tu cuerpo…

- Ese no es tu problema, anciano. Soy un saiyajin y puedo soportar esas cosas… Además, no fue mi culpa que se estropearan… ese inútil, al que tu hija llama novio, fue el responsable… - terminó diciendo, cruzándose de brazos.

-Bueno, no debiera ser yo el que lo comente, pero ellos al parecer ya no están juntos… creo que Bulma terminó su relación con él – dijo el anciano, mientras limpiaba sus anteojos, esperando alguna reacción por parte de Vegeta.

Esté por un segundo, abrió un poco más sus ojos. Pero no se delató más que eso, contrario a lo que esperaba el anciano, sin embargo, esa pequeña reacción fue más que suficiente para él.

-Esa información me es irrelevante. Vendré más tarde por los nuevos robots – y diciendo esto dejó los laboratorios y se dirigió a continuar su entrenamiento, tomando nota de la nueva información que le había sido entregada.

El profesor tomó lo que necesitaba de su laboratorio y se dirigió donde estaban los técnicos a cargo de los proyectos más importantes. Les dio la lista de componentes y los materiales a utilizar. Una vez dejado todo en claro, volvió a su oficina.

Por la tarde, Vegeta nuevamente salía de la nave. Estaba ansioso por probar los nuevos robots. Pasó por la cocina por un poco de agua fría y se dirigió a los laboratorios. En el camino se encontró con Bulma que venía de recoger el correo, trayendo consigo varias revistas entre sus brazos.

Vegeta la miró, aunque en realidad se fijó en su mano, como para corroborar lo que el anciano le había comentado. Al notar que no llevaba el anillo no pudo evitar molestarla - ¿Así que la sabandija se aburrió de ti?

Bulma lo miró molesta, levantando una ceja -Para tu información, saiyajin metiche, YO terminé con él... y tú sabes perfectamente bien el motivo.

-Ja, ja, ja … Con ese carácter de mierda que tienes me sorprende que te haya aguantado tanto tiempo… - se burló él.

-¡Cállate!¡ Tú no entiendes de éstas cosas! - Y diciendo esto, Bulma se retiró por la escalera dando zapatazos y luego se escuchó un portazo en la puerta de su habitación "Estúpido saiyajin maleducado... como si le importara si sigo o no con Yamcha... ¿? Pero ¿Por qué me lo habrá preguntado… ¿acaso realmente le interesa?"

Vegeta se encogió de hombros y siguió su camino a los laboratorios "Estúpida loca escandalosa... como si me importara lo que hace o no con la sabandija..."

El señor Briefs estaba acomodando los nuevos robots en una caja, sobre un carro de tiro, para ir a dejárselos a Vegeta, cuando vio a éste entrar. Se veía de muy buen humor, lo que el científico atribuyó a que le había acertado a la hora en que estarían listos sus nuevos robots.

-Hola, Vegeta – lo saludó el profesor - Justo estaba por ir a la nave…

-Yo me los llevo... gracias - y sin decir más, terminó de meter los robots que faltaban y se llevó la pesada caja de vuelta a la nave.

El anciano se quedó mirando por donde se había ido el hombre. Se sentó en su sillón y no alcanzó a acomodarse siquiera cuando se activó el comunicador -Querido, sube un momento a descansar… Traje unos pastelillos deliciosos de una nueva pastelería que encontré.

El anciano miró su reloj y vio que eran casi las tres de la tarde.

-Voy enseguida, cariño.

Sí, era hora de hacer un alto para descansar. Guardó unas cosas y subió a la casa. Se sentía exhausto.

Continuará…