La comadreja peluda, el beso a la muerte y sin vestido en el alma.

Serie cuéntelos bien como yo los conté.

Por: Diyeim

Aoshi despertó exhausto y satisfecho, su cuerpo aún se hallaba extasiado por el placer que experimento aquella noche, estiro su mano en busca de su compañera, pero solo hallo la cama fría, de inmediato se incorporó.

- ¿Comadreja? - le llamo, pero al recibir solo silencio se quitó la venda con un mal presentimiento.

Se levantó rápidamente y se puso los pantalones mientras observo la puerta, alertándose al ver como la misma se hallaba cerrada con el seguro interno y mientras indagaba en busca de una pista vio un tapete de pared ligeramente removido, se acercó con el corazón en la mano y al sentir un poco de viento lo entendió todo, jalo el tapete dando paso a un pasadizo secreto, como pudo olvidar eso, cuando niño recorrió cada uno de los escondites de esa madriguera, respiro profundo sabía que se había ido, pero no iría muy lejos, no sin él.

Se colocó las botas y tomo la camisa para luego atravesar corriendo la oscura grieta, al salir de esta se hallaba en el patio del pozo, observo una huella fresca en el fango, de inmediato comenzó a gritar órdenes a los mozos de cuadra. Sanosuke fue el primero en alertarse al ver a su rey gritando, no se detuvo a hacer preguntas cuando le ordenaron organizar los caballos, con presteza comenzó a ensillar las bestias, si algo caracterizaba al regente de hielo era su calma y si algo lo hacía perderla era porque se trataba de una situación seria.

- Prepara un comando que luego nos alcancen en el cruce de caminos. ¿Dónde está Himura? – le grito el rey

- En la entrada, salió un momento a atender una comitiva- esa información le causo terror al regente que salió corriendo sin abotonar su camisa.

En la puerta observo como se encontraba su primer ministro, rodeado de soldados que se hallaban de rodillas en signo de sumisión, frente a él una pareja vestida con extravagantes armaduras llenas de pedrerías hablaban tranquilamente.

- ¿Qué sucede aquí? - grito el rey para sorpresa del muchacho que al verlo semidesnudo entendió que algo malo pasaba.

- Su majestad, estas personas aquí presentes están buscando a la mujer del alba. - Aoshi miro a la muchacha, de rasgos suaves y armadura tachonada de diamantes sobre un cuero azul oscuro.

- No tengo tiempo para esto, la comadreja ha desaparecido, ya alerté a los mensajeros hay que ubicarle de inmediato, cuando tengas información me avisas, manda el águila- le dijo a su ministro

- ¿La comadreja se fue?, pero es imposible, dijo que esperaría nuestras instrucciones- alego el pelirrojo.

- Al diablo con sus buenas intenciones, se ha ido, pero no estará muy lejos, le encontrare y te juro que no le perderé de vista nunca más, nadie le hará daño. - le aseguro el regente a su ministro en el momento que Sanosuke llego con su caballo, pero antes de coger las riendas la mujer en armadura le cortó el paso de manera decidida y desafiante.

- Espere su majestad, la mujer del alba me necesita quiero protegerla tiene que ayudarme- la preocupación reflejada en los ojos castaños de la muchacha le hizo entender que no traía malas intenciones, así que se acercó a ella para hablar rápidamente.

- Es una buena mujer, ha ayudado a mi pueblo y le estoy agradecido, no sabemos nada sobre ella, pero si esperan aquí con gusto les ayudare, pero ahora debo salvar a la comadreja. ¡Kenshin hazte cargo de ellos! - grito antes de recibir su espada, subir a su caballo y salir como alma que lleva el diablo perseguido por Sanosuke.

Todos observaron por varios minutos como el rey desaparecía en el horizonte, Kenshin no daba crédito a lo sucedido, cuando hablo con la comadreja, ella realmente parecía convencida de que sus decisiones eran las más sabias, algo debió de haber pasado, pero ¿qué?

Esa mañana, al despertar de su noche de bodas, decidió darle una sorpresa a su esposa, un desayuno en la cama, pero al pasar por la cocina se dio cuenta de la conmoción que la pequeña comitiva estaba protagonizando en la puerta, así que decidió salir a solucionar las cosas, no se esperaba que alguien buscara a aquella dama y el hecho de que estuviesen armados le altero un poco, pero la confianza que esa mujer le inspiro a su rey tenía que ser tenida en cuenta, por otro lado ¿porque Aoshi salía medio desnudo del palacio?, a la comadreja la había dejado en el cuarto del rey y… de repente la lógica se hizo presente tiñendo de rojo sus mejillas, ¿sería posible que Aoshi hubiese yacido con la comadreja después de la fiesta?, pero si todos habían visto el momento en que el regente y la dama misteriosa se habían besado durante la reunión, ¿y si la comadreja se enteró de aquel encuentro?, en ambas circunstancias las cosas no tenían buenas perspectivas porque no cambiaban el hecho de que el vaticinio de Kaoru se había hecho real y la comadreja salió por la puerta de atrás, cuando la dama de blanco entro por la del frente.

- Descuide señora, lo que dice el rey es verdad haremos lo posible por ayudar a la joven del alba- dijo Kenshin en un intento por aplacar su angustia de la mujer, en ese momento llego una carreta de la cual se bajaron, el orfebre, el joyero y la madre superiora, este hecho llamo poderosamente su atención, en especial cuando dejaron tres baúles a sus pies.

- Qué bien que lo encontramos aquí Señor ministro Himura, venimos a traer estos regalos de parte de la dama misteriosa- dijo el hombre más anciano mientras sonreía al abrir cada uno de los cofres- ella les manda a decir que usen estos detalles para ayudar al pueblo

La atención de la comitiva se centró completamente en los aldeanos y en los tres cofres los cuales contenían monedas de oro, cadenas y collares de piedras preciosas, y cientos de delicados y blancos pañuelos, con un leve temblor en las manos, la muchacha tachonada de diamantes se acercó a las cajas y comenzó a llorar mientras tocaba los objetos, no tenía que preguntar nada, sabía que esos tesoros habían salido de los vestidos, los locales la observaron consternados, en tanto el hombre guapo y digno que la acompañaba se acercaba a abrazarla en silencio, en ese momento llego Yahiko gritando y corriendo.

- ¡Vieron a la comadreja en el puente, con el hombre sonriente! - decía mientras levantaba una nota.

- ¿Cuál hombre sonriente Yahiko? – pregunto Himura.

- El galancito ese que las traía locas a todas en la fiesta.

- ¿Cuál? - volvió a decir con furia el ministro temiendo lo peor.

- El que bailo con la muchacha vestida de luna.

En ese momento, el hombre que acompañaba a la dama junto a los cofres se levantó haciendo crujir su armadura y llamando la atención de todos.

- Esa comadreja que buscan es una mujer con una capa de pieles- dijo en un tono tan aterrador y con una mirada tan cargada de ira que Yahiko, el más pequeño asintió sin pensar, los ojos del hombre centellearon con furia a la vez que volteada gritando a sus soldados- a las armas debemos alcanzarlos.

De inmediato Himura reacciono colocándose en medio del camino del caballero de manera violenta tomándolo de la armadura.

- ¿Qué demonios quieren con la comadreja? - grito temiendo que estas personas fueran las mismas que le hicieron daño a la chica del reino de hielo al confundirla con su amiga, de repente la mujer alejo con violencia al ministro y le grito mientras hacía unas señas raras a sus hombres.

- Esa mujer es mi hermana y ese tipo es un sicópata, vine a salvarla en cuanto supe que había aparecido con uno de sus vestidos, este hombre es un fanático y no anda solo hay un pequeño ejército de mercenarios con él. - explico la mujer mientras subía a un caballo.

- Yo vi unos hombres raros por el risco hace dos días, pero pensé que venían a la fiesta- Dijo Yahiko en cuanto escucho esa información.

- Maldición, si la comadreja se fue sin avisarle al rey es que fue amenazada, si va por el cruce rápidamente se encontraran con esos hombres, no llegaremos a tiempo- exclamo con frustración el pelirrojo

- ¿Tal vez?, conozco una gruta a través de la peña, no alcanzaremos a la comadreja, pero podrían detener a los otros hombres- dijo el niño entendiendo la gravedad de la situación.

Todos lo miraron con admiración, si Aoshi daba alcance al hombre podría rescatar a la muchacha, eso sólo si ellos lograban llegar primero por la gruta que señalaba el niño, para detener a los otros hombres, sin dilación emprendieron la marcha siendo seguidos por la guardia del castillo y rezando por llegar a tiempo.

Aoshi galopaba como poseído, no entendía porque ella lo había dejado, estaba seguro que lo que había pasado anoche era algo especial, lo sentía en su corazón, quizá debió de ser más claro con ella, la chica era muy inteligente y tal vez había analizado las desventajas de estar con él para el reino, ella era ese tipo de personas, pero debió de esperarlo, debieron de hablar, no permitiría que nada le pasara, que nada le alejara de ella, no ahora que había descubierto el amor.

Lo más terrible para el monarca, era aquella macabra sensación que se cernía sobre sí y que le decía que ella estaba en peligro, no quería contemplar la posibilidad de que los enemigos la hubiesen localizado tan rápido, recordaba el sueño del lobo con ojos verdes que huía y que él no podía alcanzar y eso sólo lo desesperada más, de repente en la distancia vio tres siluetas, y una definitivamente era de ella.

- ¡Comadreja! - grito en la distancia, y cuando su voz se hizo oír el hombre que iba a caballo se acercó a la muchacha e intento subirla de manera violenta, pero para su sorpresa termino forcejeando con quien se suponía era su secuaz.

Aoshi no necesitaba explicaciones, y espoleo al semoviente haciendo que tomara más velocidad y llegando al sitio justo en el momento en que el chico de la sonrisa macabra se lanzaba hacia la comadreja con un cuchillo, el movimiento fue rápido, pero contundente, Cho se lanzó sobre la chica recibiendo la puñalada y haciendo que ambos cayeran por la pendiente rodando hasta el fondo del pequeño valle, el rey no se preocupó por la comadreja, para él era claro que el rubio intentaba protegerla, puesto que ella se apoyaba en el muchacho.

El monarca logro llegar antes de que el joven agresor se lanzara por la cuesta con la intención de alcanzar a la chica, en un movimiento rápido lo tomo de la capa haciéndolo caer al suelo, sin embargo, para sorpresa de Aoshi, el hombre inmediatamente se puso en pie con una velocidad pasmosa, arremetiendo en su contra con el cuchillo en la mano.

Aoshi se sintió desorientado ante el joven, puesto que la velocidad que poseía era terriblemente abrumadora, con dificultad lograba esquivar los embates, en cuanto el muchacho soltó el cuchillo y tomo la espada, el combate fue mucho más difícil, el rey intentaba encontrar un punto débil en la técnica de pelea del extranjero, pero a penas y lograba mantenerse al margen de las estocadas.

- Jajajaja, ¿realmente esa miserable perra piensa que puede ser rescatada por un mequetrefe como tú? - dijo el muchacho envalentonado al observar su ventaja sobre el monarca. Aoshi lo miro con tranquilidad, haciendo que el chico se desesperada- acaso te comieron la lengua los ratones.

- No necesito explicarle nada a un cadáver. - respondió el rey aumentando la ira del muchacho.

- Creo que no estás viendo la realidad, soy más rápido, más hábil y más fuerte que tú, el combate está ganado. - Aoshi siguió con su pasiva actitud, atravesándolo con su mirada de hielo.

- Eres más ingenuo, más impulsivo y más descuidado, en mi concepto un completo idiota blandiendo la espada. - el hombre grito lleno de ira, odiaba que lo subestimaran.

- Sabes lo que le hare a esa perra cuando te mate, la arrastrare por todos los reinos de aquí al Aioya, la violaran todos los hombres que se aparezcan en mi camino y empezare a desollarla desde ahora para aumentar su sufrimiento, es el precio de su pecado contra el libro. - grito el joven con macabro acento

- Piensas alterarme con tus amenazas vacías, pero pierdes el tiempo muchacho, no hay forma de que suceda aquello que acabas de mencionar, porque para lograrlo tendrías que salir vivo de aquí, y eso no sucederá. –dijo el monarca mientras atravesaba el hombro del joven.

- ¿Pero qué, como lograste alcanzarme?, ¡es imposible, tú eres muy lento! - dijo el muchacho mientras se agarraba la herida intentando parar la hemorragia.

- No esperaras que te enseñe tus debilidades, no soy tu maestro, soy tu verdugo y la verdad no tengo ganas de ser compasivo contigo- respondió el monarca mientras aplicaba una técnica de confusión que dio como resultado el corte de los tendones de los pies de Soujiro- tu velocidad se va al carajo de esta manera. - concluyo Aoshi mientras el joven se revolcaba en el suelo estupefacto por lo sucedido.

- ¡No, no entiendo, yo soy el mejor guerrero de Aioya! - gritaba en medio de un charco de sangre.

- Pero no el más listo, si hubieses tenido un poco de inteligencia, sabrías que un hombre con mi reputación no debe ser tomado a la ligera- agarro una mano del muchacho y se la cerceno en medio de sus gritos desesperados- ¿Por qué crees que nadie ataca mi reino?, ¿Por qué crees que gobernantes tan poderosos son mis aliados?, soy una persona pacifica, hasta que alguien tiene la estúpida idea de estar en mi contra.- Aoshi se detiene un momento al ver como por la ladera suben el rubio y la comadreja con dificultad- Tienes suerte muchacho, mi comadreja ahora mismo se acerca, y no quiero que se asuste contigo, así que seré rápido, Adiós- en unos cuantos movimientos, desprende los miembros que restan del muchacho decapitándole al final.

Por un momento contemplo su obra, nunca fue amante de la sevicia, pero si hubiese tenido más tiempo habría hecho a este hombre arrepentirse de haber nacido, el haber intentado alejar a su mujer de él, ese era un pecado que hubiese querido cobrarse lentamente, sin embargo, ya todo estaba hecho, con delicadeza limpio su espada guardándola en su funda antes de descender por la cuesta, haría que los chicos salieran por otra parte para que no observaran el cadáver.

En la distancia escucho los gritos de Sanosuke y centrándose en el muchacho entendió el mensaje que le estaba dando de observar hacia la parte de arriba del camino donde descendían lo que parecía ser dos pequeños ejércitos en una contienda, no se quedó a determinar que pasaba, se lanzó por la pendiente hasta llegar donde la comadreja y el rubio que parecía perder mucha sangre en el ascenso.

- ¿Estás bien? - le dijo mientras ella apretaba la herida del muchacho.

- Estoy bien, pero él no puede morir, me ha protegido- le respondió con la cabeza baja intentando no mostrar su rostro y terminando de bajar la mordaza de sus labios, al caer ya había soltado sus manos - y Souijiro...

- No te preocupes, el otro individuo está muerto y volveremos a casa, no acepto un no por respuesta. – Misao asintió, lo que más quería era volver, pero al notar la angustia del monarca le tomo la mano y la apretó con ternura.

- Volveremos, ya no tengo por qué huir.

En ese momento Sanosuke los alcanza con los dos caballos, sin muchos preámbulos exhorta al rey a regresar con la comadreja y el herido al castillo, él se encargaría de averiguar que estaba sucediendo y luego se lo haría saber, el monarca no duda en aceptar su sugerencia, después de poner a salvo a su amada podría tranquilamente enfrentar cualquier cosa.

Sin embargo, no habían terminado de montar al lesionado en uno de los semovientes cuando el sonido de una armadura corriendo capta su atención en la cima de la pequeña cuesta se observa la mujer tachonada de diamantes que comienza a bajar corriendo.

- ¡Misao! - grita en su carrera y al oírla la comadreja corre a su encuentro cuesta arriba hasta fundirse en un abrazo conmovedor, pronto, pierden el equilibrio y comienzan a rodar por la pendiente abrasadas en medio de lágrimas para sorpresa de los presentes que no alcanzan a comprender lo que estaba sucediendo. Finalmente, las damas detienen su movimiento justo a los pies del monarca que sólo ve la emoción que se transmiten entre lágrimas.

Sanosuke intenta acercarse, pero con un movimiento el rey le da a entender que era mejor que partiera con el herido, con paciencia espero a que las muchachas procesaran su encuentro sentándose un poco alejado bajo un árbol, en tanto anudaba una idea tras otra como un niño solucionando un acertijo: Si la mujer de la armadura azul vino buscando a la chica del alba que estaba en peligro, y la comadreja la reconoció con emoción al verla, Entonces la mujer del alba y la comadreja eran la misma persona… bien, entendido, Ahh por eso la mujer del alba sabia del romance de Kenshin y Kaoru,… y por eso participo en la subasta,… y por eso golpeaba la copa al tomar,… y por eso decía "evidentemente y como crees"… y por eso le empezaron a gustar las muchachas chiquitas, esperen un momento, Si la comadreja y la mujer del alba eran la misma persona Entonces él había hecho el amor con las dos mujeres que le atraían porque eran la misma, evidentemente, genial eso era perfecto, Entonces la comadreja era hermosa, no necesitaba explicaciones… mentira la verdad quería explicaciones y muchas, pero sabía que no era el momento.

Misao no paraba de llorar, todo le llegaba de golpe, los espectadores podrían pensar que los momentos vividos y el presente encuentro eran la causa de sus lágrimas, pero para Omasu era claro que su llanto provenía de la certeza de la muerte de su padre, la ley decía que la familia no podría buscar al exiliado hasta que el prometido muriera, Entonces, Si la princesa Omasu la Estrella del Este estaba presente, el rey Okina el señor de todo había muerto.

Aoshi no se percató cuando un hombre fornido se sentó a su lado extendiéndole una jícara con vino que Aoshi recibió por cortesía.

- Se ven hermosas no lo crees. - comento el hombre

- Eso creo, pero la comadreja aun no para de llorar. - dijo el rey con preocupación

Misao.

- ¿Ese es su nombre? Espera un momento eso es un secreto que no debe ser revelado hasta...- agrego preocupado el regente

- Hasta que él muera, por eso está llorando. - explico mientras la señalaba

- Era alguien importante para ella es evidente. - dijo con angustia el rey

- Era su padre – en ese momento Aoshi intento levantarse, pero el hombre con muy poco tacto lo planto nuevamente en su sitio sin el menor esfuerzo

- Déjalas compartir su dolor y desahogarse -agrego – Las mujeres Makimashi son fuertes, si las interrumpes las harás sentir indignas por demostrar debilidad, han pasado muchos años desde que se despidieron y mientras que Misao soporto cosas horribles, Okon, Omatsu y Okina se hundían en la angustia más devastadora que pudieras imaginar, - tomo un trago – así como te sentiste en la mañana cuando te conocí, pero por largos años, a diferencia tuya que pudiste tomar un caballo y salir a su rescate movilizando todos tus recursos, nosotros estábamos atados de pies y manos, solo nos quedaba rezar y tener fe en que ella tendría la entereza suficiente para mantenerse a salvo y buscar la felicidad hasta que nos volviéramos a ver, y al parecer nuestras suplicas fueron escuchadas. – Aoshi comprendió en ese instante que Misao no sufría solo por si misma sino por los suyos.

- Gracias por nunca perder la fe, a pesar de todo ella ha sido feliz – en ese momento se llenó de valor – y yo me encargare de que lo siga siendo el resto de su vida – ya lo había decidido, seria egoísta y le propondría matrimonio como se debe, no la dejaría ir, su pueblo lo entendería.

- Primero tienes que conquistarla galán y luego convencer a sus hermanas que eres un buen partido.

- Soy un rey, ¿eso no me dará puntos ante una familia de militares? - pregunto más relajado.

- Bueno, ante una familia de militares te daría puntos, pero ante la dinastía real del gran imperio Aioya, quizás tu pequeño reino no sea suficiente. – Aoshi se quedó frio ante esas palabras – Misao Makimashi, la sombra de la luna, tercera princesa del reino Aioya, la doncella rebelde. Pero no te preocupes muchacho, la única persona que puede definir si eres un buen partido es ella. - En ese momento Omatsu se acercó a ellos totalmente tranquila.

- Vamos querido, esperaremos a su majestad Aoshi y a Misao en el castillo, hay que llevar a los heridos, ¿le parece bien su majestad?

- Por su puesto son bienvenidos.

- Gracias- los dos príncipes se alejaron abrazados con una sonrisa en el rostro.

Misao, sintió que todo su dolor ya había fluido y que no volvería más, vendrían otros sentimientos, pero este ya había sido desatado, tomo valor y le pidió a su hermana que se fuera porque tenía que hablar con el rey a solas, Omatsu no sabía que pasaba entre ellos dos, pero la intuición le era suficiente, así que tomo a su hombre y acompañada de su ejército regreso a esa casita campestre que en estas tierras era llamada castillo. En cuanto se fueron Misao se acercó al rey y se colocó de rodillas frente a él.

- Su majestad Aoshi, debo agradecer todo lo que me ha dado en este tiempo y pedirle perdón por todos los secretos que he guardado espero que pueda perdonar mi falsedad - con suavidad dejo caer su capucha de lobo hacia atrás y poso su mirada trasparente sobre él. Aoshi retiro con delicadeza los mechones ensangrentados de su frente, y miro con preocupación la lesión de su labio y con una mirada llena de ternura le beso la frente.

- Le doy gracias a todos los dioses porque llegue a tiempo para protegerte – luego la abraso- ahora le pido a todos los dioses que no te vallas de mi Comadreja, anoche te ame con el alma y quiero seguir haciéndolo el resto de mi vida.

- ¿Y no va a decir nada más? - pregunto consternada

- ¿Que? - respondió igual de consternado

- Bueno, ¿acaso tengo la cara muy sucia o que no se da cuenta que soy la muchacha del alba? – razono la chica

- Podrías ser la muchacha de los huevos y no me importaría – le respondió el regente.

- ¡Ah por favor! ¿no está ni un poquito sorprendido?, o me va decir que siempre lo supo – le contesto haciendo un gesto gracioso con su rostro

- Bueno, tuve un buen rato para asimilar que eras la muchacha del alba, de hecho, en mi defensa diré que tuve el presentimiento de que eran la misma persona. – le dijo.

- ¿Por qué?, No me diga que me espió señor Aoshi – replico la joven

- No, pero te confieso que quería hacerlo desde que llegaste a mi castillo- le confeso con picardía en los ojos

- ¡Pero eso sería un pecado! - exclamo la joven

- Uno que quería cometer – afirmo el regente

- Entonces se contuvo ¿para respetar mis promesas y a los dioses? – concluyo la comadreja.

- No, la verdad me contuve porque soy un rey y no debía andar cuan quinceañero haciendo travesuras, te imaginas si los ancianos me vieran colgado de tu ventana. – le comento con un gesto gracioso en el rostro.

- ¡Por los dioses!, que cosas dice, no tiene respeto por nada, no conocía esta parte de ti. - le grito la muchacha con los ojos bien abiertos

- Bueno, tienes que quedarte conmigo toda la vida para que conozcas todas las partes que te faltan- el rey se acerco y le beso con suavidad los labios- yo también quiero conocer todas las partes que no he visto de ti, Misao Makimashi tercera princesa del reino de Aioya, la sombra de la luna, la doncella rebelde.

- Parece que me tendré que esforzar porque usted resulto un excelente espía- le dice mientras se lanza sobre el haciéndole caer al suelo en medio de un apasionado beso.