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—Voldemort ha vuelto, Alastor. Es momento de reunir a los viejos integrantes de la Orden del Fénix. También es importante que los magos de la nueva generación se unan. Es probable que los mortífagos recluten nuevos y jóvenes seguidores.
—Conozco a alguien, Albus. Fue mi alumna en la Academia de Aurores, Nymphadora Tonks. Es entusiasta y sé que será una aliada importante.
—Enviaré a Hagrid y a Madame Maxime a las montañas. Uno de los primeros pasos de Voldemort será recobrar la lealtad de los gigantes. Sirius, Severus, Minerva y los Weasley también colaborarán.
—No te separes de mí, Mundungus —el pequeño ladrón lo miró asustado, era cierto que lo había obligado a colaborar, pero no le había quedado opción. La seguridad de Harry Potter, era lo primero y se debía recurrir a cualquier medida para garantizarla pues era el elegido para matar al mago tenebroso más peligroso de todos los tiempos.
Hizo que su escoba se elevara más alto. Debían llegar a la altura suficiente para que los muggles no los vieran por accidente. Estaban por sobrepasar las nubes cuando escuchó ruidos adelante. El cielo se iluminó con hechizos y Alastor se preparó para la pelea.
—Recuerda, Mundungus, no hagas nada que Harry no haría. Sólo hechizos de desarme o aturdidores.
Observó un ejército de mortífagos que les tendían una emboscada. Alguien los había traicionado, había cubierto todas las bases para que nadie lo supiera, incluso había dado información falsa a los aurores por si había infiltrados. No tenía otra explicación que alguno de los que escoltaban a Harry los hubiera delatado.
Estuvo a punto de girarse para interrogar a Mundungus, pero algo más importante llamó su atención. Todos los mortífagos iban en escobas pero había uno que volaba sin ningún objeto ni criatura mágica. No necesitó verlo de cerca para saber de quién se trataba. Lord Voldemort, aquel que una vez él había conocido como Tom Ryddle y quien, ahora sabía, había matado a Myrtle en su tiempo de colegio, se acercó a Moody quien alzó su varita para repeler los posibles ataques.
—¡Ataca Mundun…!
Así que eso significaba morir... Solía pensar en ello, pero nunca imaginó que no fuera doloroso, era más como una liberación de los horrores del mundo.
Se sentía orgulloso de haber muerto cumpliendo la misión que el mago al que más admiró toda su vida le había encomendado y de haberse sacrificado para que la esperanza del mundo mágico, Harry Potter, siguiera con vida.
No pudo haber un final más sublime para el mejor auror de su época. Con él moría su apellido pero no el renombre y el peso histórico que tendría para las futuras generaciones.
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Gracias por leer. Me encantaría saber su opinión, así que espero me dejes un review.
30/04/21
