Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. Gracias, Ronnie, por permitirme compartir tu historia en español :)
OUTTAKE 2
CREO QUE ME ESTOY ENAMORANDO
~o~
ENTONCES
~o~
La casa de Esme. Forks, Washington. Domingo, 16 de julio de 2006.
Esme se despertó por la conmoción afuera. Al observar por la ventana de la sala, pudo ver a Edward y Charlie posados contra el patrullero, al parecer teniendo una conversación intensa. Echó un vistazo al reloj que se encontraba sobre la repisa de la chimenea, ya eran las cinco de la mañana, así que decidió hacer café y esperar a que terminaran.
Unos minutos después, ella pudo escuchar a Edward luchar con sus llaves en la puerta. Luego del cuarto o quinto intento, ella le abrió la puerta.
—Mierda... —Él la miró, sorprendido, y luego se apoyó contra el marco de la puerta. Sus ojos estaban entrecerrados, su cabello despeinado, y una sonrisa se asomaba en sus labios.
—Edward, ¿estás bien? —Ella no podía evitar preocuparse. Él parecía a punto de colapsar en cualquier momento.
—Sí... —Inhaló profundo—. Solo estoy muy, muy ebrio. —Su sonrisa se esfumó y frunció el ceño—. Lo siento mucho.
Cuando un hipo se escapó de sus labios, confirmando su estado, Esme suspiró.
—De acuerdo, ven aquí. —Ella envolvió una mano alrededor de su brazo y lo ayudó a entrar.
—No te preocupes. —Él dio un paso tembloroso hacia adelante, inmediatamente buscando el respaldo del sofá para estabilizarse—. Ya tuve un sermón de parte de Charlie por beber siendo menor de edad. —Resopló, perdiendo el equilibrio, y aferrándose a su brazo—. Soy más inteligente que esto, Esme. Tú me has enseñado mejor que esto. Lo siento mucho.
Esme aferró su brazo, guiándolo alrededor del sofá, cuando notó su cabello.
—Edward, ¿te caíste? —Ella quitó pequeñas ramas y césped que estaba enredado en su cabello.
—Quizás —dijo, antes de estallar en risas—. Lo siento... lo siento. —Levantó su mano en disculpa, volviéndose para mirarla.
—¿Qué tal una ducha? —sugirió Esme, llevándolo hacia el baño de la planta baja... ella no creía que fuera una buena idea que él probara las escaleras.
—De acuerdo —él concuerda.
Ella lo dejó en el baño y cerró la puerta, pero se quedó cerca por si acaso—él lucía muy mareado.
Cuando escuchó un golpe seco proveniente de adentro, ella tocó a la puerta.
—Edward, ¿estás bien allí?
Ella podía escucharlo cantar, pero no contestó. Después de un sonido metálico, pudo escucharlo maldecir.
—¿Edward? —Ella volvió a tocar la puerta—. ¡Respóndeme o entraré!
Como no hubo respuesta, ella abrió la puerta, para encontrarlo tirado en la bañera, completamente vestido, con sus piernas colgando por el borde. La cortina de la ducha, con vara y todo, estaba en el suelo, y el agua caía sobre él.
Sus hombros temblaban de la risa, y había un cigarrillo colgando de sus labios.
—Oh, cielos. —Ella se acercó y cerró el agua.
—Oh, no... —Él casi chilló, mirando al paquete de cigarrillos en su mano—. ¡Se mojaron todos!
—Son malos para ti, de todas maneras —dijo ella, quitándoselos y lanzándolos en el cesto de basura junto al lavabo.
Ella se arrodilló al lado de la bañera, quitándole las zapatillas y medias antes de meter sus pies adentro.
—Edward, ¿qué pasó? —Ella lo ayudó a sentarse—. ¿Ese chico Emmett te obligó a beber?
—No... quiero decir, nos obligamos. Pero esto no es su culpa.
—Entonces, ¿qué pasó?
—Los diecisiete están resultando ser no tan buenos —dijo con un suspiro. Sus ojos estaban tristes y dispersos.
—¿Qué está pasando? Habla conmigo. —Ella buscó su mano al borde de la bañera y la envolvió con sus dedos.
—Creo que me estoy enamorando de Bella —soltó él.
Ella jamás pensó que realmente se lo diría, pero era lo que sospechaba. Soltó su mano y se sentó al borde de la bañera, ayudándolo a quitarse la camiseta mojada.
—Bueno, ustedes han estado muy cercanos en este último tiempo. —Ella escurrió la camiseta, el agua cayó al lado de él, antes de que la colocara en el lavabo—. Creo que era algo probable que ocurriera.
—No, Esme, no puedo dejar de pensar en ella. —Sus ojos se abrieron de par en par por un momento, antes de volver a entrecerrarse—. Todas las noches, las mañanas, y cada maldito minuto en el medio. —Se pasó las manos por el rostro y entonces comenzó a reírse—. Estoy tan arruinado.
—Estamos hablando de la hija de Charlie. —Ella sabía por qué Edward vacilaba. Charlie quería a Edward como a un hijo, y a cambio Edward admiraba y respetaba a Charlie... él jamás haría algo para traicionar su confianza.
—¡Lo sé! —Edward dejó caer su cabeza hacia atrás, haciendo una mueca cuando la golpeó contra el azulejo.
—¿Le has dicho cómo te sientes?
—¡Ja! No... —Cerró los ojos, su cabeza aún apoyada contra el azulejo.
—¿Quizás ella sienta lo mismo?
Al escuchar sus palabras, abrió los ojos y la miró. Su rostro se volvió serio entonces, y con esfuerzo, se acercó a Esme, tomándole las manos.
—¿Cómo sé eso?
Esme casi se rio ante la expresión en su rostro—ojos grandes la observaban como si ella tuviera todas las respuestas del mundo.
—Bueno, ¿cómo lo has sabido con las demás? —Ella frotó sus dedos sobre las manos de él. Edward sabía de citas, y Esme ya había conocido a algunas chicas que había traído a casa.
—Ellas han ido de frente, no lo sé... —Se encogió de hombros—. Cuando me daba cuenta, ellas estaban lanzándose hacia mí. Besándome... —Echó un vistazo a Esme con un suspiro—. Pero creo que Bella es inmune o algo... ¿Puedo estar demasiado metido en la friend zone?
—La amistad es la base para un amor duradero. Al menos, eso creo. —Esme sonrió, sacudiendo la cabeza ante el gruñido frustrado de él—. La única manera de estar seguro si le gustas es que te lo diga, verbalmente, pero podrían haber otras señales.
—¿Cuáles son las señales? —él preguntó urgentemente, un temblor recorriendo su cuerpo.
—Bueno, ¿ella intenta estar cerca de ti? —Esme buscó la toalla y la envolvió alrededor de sus hombros.
—¡Todo el tiempo! —Él cerró sus brazos alrededor de su pecho, apretando la toalla a su alrededor.
—¿Ella se ve bien para ti? —La mano de Esme lo ayudó a estabilizarlo mientras salía de la bañera.
—Esme, ella luce bien todo el tiempo. Más que bien... —Él se meció frente a ella, agachándose para sentarse sobre el inodoro.
—¿Ella hizo algo especial por tu cumpleaños? —No parecía que él haya terminado de hablar, así que ella se sentó al borde de la bañera frente a él.
Las cejas de él se elevaron en su frente, y se echó hacia atrás, recuerdos pasando frente a sus ojos al darse cuenta.
—¡Sí! —susurró.
—¿Sí?
—Fue tan jodidamente especial... —Sus ojos encontraron los de Esme, quien lo estaba mirando en asombro—. Lo siento... lo siento —susurró—. Ella me escribió una canción. Quiero decir, era parte de Merry F'ing Christmas, ¿sabes? ¿De South Park? Pero por mi cumpleaños. Fue tan gracioso. Y la tarjeta... la tarjeta de Eric Cartman fue hecha a mano también. Sí, diría que fue especial...
—Mmm... —Esme conocía a Bella muy bien, habiéndola visto crecer en la casa de al lado. Ella era una niña dulce y amaba a aquellos que le importaba. Al crecer, Bella comenzó a darse cuenta de las repercusiones y las implicaciones de la partida de su madre, y comenzó a cerrarse. Ella mantenía a las personas a cierta distancia—incluida Esme. Obviamente, ella quería a Edward lo suficiente, y Esme esperaba que ella le abriera su corazón cuando estuviera preparada.
Perdida en pensamiento, Esme se sobresaltó cuando Edward se enderezó de repente, casi cayéndose del inodoro.
—¡Oh! —Se aferró a Esme, buscando el equilibrio—. Ella tenía esa cosa brillante en sus labios el día de mi cumpleaños. ¡Ella casi nunca usa eso! —Se estremeció debajo de la toalla de nuevo, sus labios temblando.
—Déjame buscarte ropa seca. —Esme se rio y pasó sus dedos por su cabello mojado. Ella necesitaba secarlo y meterlo en la cama para descansar—. Oh, Edward, ¿acaso hoy no es tu recital en la feria? —Los ojos de ella se ensancharon repentinamente al recordarlo.
Él asintió, tomando aire profundo e inflando sus mejillas.
—Creo que voy a vomitar...
—Será mejor que se lo digamos a Charlie; no podrás tocar.
—¿Qué? No. Iré. Estaré bien. Solo necesito dormir. —Se pasó una mano por el rostro, sacudiendo la cabeza.
—¿Acaso no es al mediodía? Eso es en seis horas.
—Se me pasará rápido al dormir. —Trató de levantarse del inodoro, aferrando una mano en el lavabo, pero cayó derrotado—. Oh, ella me matará.
—Edward...
—Estaré bien, Esme. Son solo diez canciones. Y me las sé de memoria. Ella nos ha hecho practicar todos los días. Podría tocarlas dormido.
—Estoy segura que entenderán si estás demasiado enfermo como para tocar.
—¿Acaso la has visto tocar recientemente? —continuó Edward, evadiendo las preocupaciones de Esme—. Ella lo lleva a otro nivel, Esme. A veces, me pierdo en su actuación, y cuando me doy cuenta, la canción acabó, y ni siquiera sé cómo lo hice. Es como si fuéramos una persona cuando tocamos. Es increíble.
Esme miró a su hijo, su corazón se infló al verlo claramente enamorado. Ella sabía que, al ser la madre responsable, debería sentirse decepcionada de que él beba, preocupada, triste. Y lo estaba. Todas esas cosas. Pero también estaba feliz de tener la posibilidad de experimentar este lado suyo. Uno que nunca veía.
—Solo necesito ir allí —continuó Edward, apartándose del inodoro y lográndolo esta vez—. Una vez que comience a tocar con ella, probablemente ni siquiera sienta náuseas.
Él se meció frente a ella mientras le tendía otra toalla para su cabeza.
—Ya vuelvo. —Le señaló su cabello mojado antes de salir del baño.
Cuando regresó con ropa seca, él se había deshecho de sus pantalones y estaba en sus bóxers en el medio del baño, la toalla aún envuelta alrededor de sus hombros. Ella dejó su ropa sobre la encimera, sonriéndole. Él la miraba mientras ella se encontraba en la puerta.
—¿Qué pasa?
Él sacudió la cabeza, con una sonrisa dulce y mejillas sonrojadas, sus ojos aún entrecerrados.
Ella cerró la puerta y lo esperó afuera, mientras preparaba el sofá para que durmiera allí. Aún no confiaba en que usara las escaleras.
Una vez afuera, él arrastró sus pies hacia el sofá y se dejó caer allí, riéndose de la cubeta en el suelo frente al sofá.
—Buena idea —le dijo con un resoplido—. También, probablemente deba evitar el cuarto alfombrado, ¿cierto?
—Sí, por favor.
Él sonrió mientras dejaba caer su cabeza sobre el sofá y cerró los ojos.
Ella acomodó su almohada y se aseguró que su cabeza estuviera de costado. Por si acaso. Probablemente le vendría bien un suero, pero tendría que conformarse con agua.
—¿Esme?
—¿Sí? —dijo ella, tomando asiento en la silla al lado del sofá. Ella no debía irse para su turno hasta dentro de una horas, así que planeaba asegurarse de que él estuviera bien durante ese tiempo.
—¿Crees que pueda llamarte "mamá"? —él masculló en un susurro que apenas fue audible.
Su pregunta la sorprendió.
"Mamá" era una de las cosas que Esme siempre quiso ser en su vida. Durante los años que ella había estado casada, Dios no los había bendecido con niños, y aunque estaban dispuestos a adoptar, después de que su marido falleciera, ella no pudo atreverse a hacerlo sola.
Cuando Charlie trajo a Edward a su vida, roto y necesitando a alguien también, ella nunca vaciló, y desde ese momento, ella prometió cuidarlo. Lo que él le había dado a cambio —el privilegio de ser primero su madre de acogida y luego su madre adoptiva— significaba más para ella de lo que él podría imaginar.
—Por supuesto que puedes, Edward —dijo ella, contenta de que sus ojos estén cerrados así no podía ver las lágrimas en sus ojos.
—Quiero... llamarte así. —Él giró sobre su espalda y miró al techo, colocando sus brazos sobre su cabeza—. Simplemente... es difícil para mí, sin pensar en el pasado... —Tomó aire profundo, dándole tiempo suficiente a Esme para recuperarse antes de que él giré la cabeza y la miré desde el sofá—. Pero quería que sepas, que... eso es lo que eres para mí, incluso cuando no lo digo.
Ella se acercó a él en el sofá y besó su frente.
—No tienes que decirlo, Edward. Lo sé.
Uff, este capítulo es de mis favoritos. Este Edward nos hizo reír, derretir y llorar con este final. Bueno, el próximo ya volvemos al presente.
Gracias por leer y tengan buen lunes :)
