Holis... que pena, gracias por esperarme tanto tiempo, por cada uno de sus mensajes y review esta historia y las demas merecen ser terminadas para ustedes
Ya saben estos persos son Kurumada yo solo los utilizo para fantasear inmensamente
Reencuentro con el pasado.
La noche y madrugada habían pasado tan rápido entre tanto desastre y confusión que lo mejor que pudieron hacer fue llevarse a ambas jóvenes y compartir el departamento que ellos habían pagado en aquel hotel barato, nadie durmió, pero apenas y el sol mostró sus primeros rayos se dirigieron al aeropuerto más cercano, tal y como Shaina les había dicho, a donde ellos fueran ellas irían, así que sintiéndose sin derecho a contradecir, y contra la voluntad del caballero de Acuario tomaron el vuelo hasta tierra griega, a pesar de todo el protocolo era sencillo, una vez llegando a Rodorio y buscando la vereda deberían vendar sus ojos hasta dar con la entrada del santuario, y no fue sino hasta verse a los pies de la extensa escalinata que estos cobertores fueron retirados.
Ante la mirada de ambas jóvenes todo era nuevo, desde el árido paisaje, hasta las gradas hacia el primer templo, las dos estaban con sus manos juntas, visiblemente atemorizadas, tomando en cuenta todo lo que en menos de una noche había pasado y ahora un viaje junto a dos desconocidos en los que a fuerza debían de confiar, estaban jugándose el todo por el todo.
El silencio era molesto y el sol que les reflejaba en el rostro les quemaba las mejillas.
Shaina se separó un poco de Marcie, permitiendo que el viento jugase con su melena despeinada, algo en ese mundo le llenaba de nostalgia, cerró sus ojos, y se froto sus brazos para darse calor, porque a pesar de tener un sol ateniense sobre sus cabezas, sentía un frio que la llenaba por dentro.
—Bienvenidas al santuario de Atena— Milo se acercó a su espalda, le hizo respingar un poco al escuchar su voz de manera desprevenida.
Ella no respondió, solo devolvió una sonrisa retorcida y continuó perdiéndose entre la soledad de aquellas montañas que les separaban del mundo exterior, un mundo que apenas sentía que conocía.
Marcie abrió ligeramente su boca, pensando que tal vez había sido una pésima idea venir con su amiga hasta ese lugar, pero al mismo tiempo no podía negar que temía por la vida de esta y por la suya propia, le había dolido la muerte de los viejos, les conocía desde unos años atrás antes de Shaina, pero ahora todo era tan confuso, su amiga tenia tantos secretos, algunos que apenas alcanzaba a comprender. Y otros de los cuales ya no estaba segura en querer enterarse.
—Podemos pasar— dijo Camus, acaparando la vista de ambas jóvenes— debemos subir un par de gradas— continuó, con tanta tranquilidad que aquella vista empinada de gradas parecía corta al mismo tiempo.
Shaina volteo hacia Marcie, asintiendo de manera tranquila para comenzar a subir tras de Milo, quien ya se les había adelantado.
—x—
Saori dio media vuelta y se encerró en una habitación con la diosa, le dejo en medio y camino rodeándola, analizándola, la rubia podía sentirlo, pero se mantenía serena.
La invitación a ayudarles a recuperar a los niños era tentadora, y la información que manejaba era sumamente valiosa, sabía que literalmente tenía el ejército de la diosa de la sabiduría en sus manos, pero no quería abusar, quería llevar las cosas en paz, como su padre jamás podría hacerlo.
— Puedes confiar en mi Atena.
Dijo y su voz sonó segura, suave, sentía los ojos de la diosa de la sabiduría recorrerla con recelo de pies a cabeza, elle la veía tan joven, pero fuerte, firme.
— Así que…
— Mi hermano y yo estamos en contra de los planes de mi padre— interrumpió— él mantiene cautivo a Morfeo y mi intención es liberarlo, y de paso salvar a los niños…
— ¿Ellos están bien?
— Por ahora, y mientras yo me mantenga cerca de ellos puedes estar segura que si… te puedo dar dos semanas, no más, antes que mi padre regrese e intente hacer algo con ellos— se giró y recogió su túnica para caminar iluminando a su alrededor— no puedo ayudarte más, el resto está en tus manos.
— Entonces estaremos en contacto Harmonía.
— Así será Atena…
Harmonía sacudió su cabeza un par de veces, incluso despeinando sus cabellos rubios con sus finas manos, apenas y había salido de reunirse con la diosa, las ideas y recuerdos de cada palabra aun saltaban frescas en su cabeza, pero un pequeño tintineo de cosmos le había advertido que una niña más había sido llevada hasta la isla donde los otros pequeños estaban cautivos, la reunión había sido corta y aunque realmente no tenía un plan seguro para poder sacar a los niños de manera pacífica de aquel lugar, y sobre todas las cosas su padre jamás iba a permitir que eso sucediera, la mejor idea que pudo tener mientras charlaban fue comprometerse a cuidar de aquellos críos, pero una vez pasado el tiempo no podría si quiera interferir en la batalla, le había asegurado a la reencarnación de Atena que los niños estarían a salvo para darles un par de semanas a ella y sus guerreros para prepararse, por lo que había visto y comprobado las bajas eran demasiado importantes para arriesgar a lo que quedaba consciente de esa orden, pero las leyendas sobre los santos de la diosa de la guerra sabia habían recorrido hasta al mismo olimpo, y le daban algo de esperanza, su amado corría peligro de muerte mientras su padre lo paseaba sobre los humanos como un hada vertiendo polvo mágico, y eso le enfurecía un aún más.
Un par de lágrimas rodaron por sus pálidas mejillas, que limpió con tosquedad sin importar si su furia la lastimase, apareció sobre la arena blanca de la playa, exhalo un par de veces y caminó decidida a cumplir con parte de su trato y velar por la seguridad de los infantes.
— x—
Al llegar al primer templo Marcie sentía que sus pulmones colapsarían, veía a los tipos a su lado que pacientemente esperaban por ellas luego de más de cuatro paradas durante la subida por la interminable escalinata.
— ¿Llegamos?
Su voz había salido en un hilo, jadeante y cansada, casi inaudible.
— Si…
Camus sacó un pequeño pañuelo y se lo ofreció, ella lo tomó y secó su frente dejándose caer de espaldas sobre el piso aun tibio del sol, no sabía cuánto tiempo habían caminado, pero sus ratones apenas y vibraban al estar quietos, veía a su lado a Shaina, que igual se veía cansada pero con una condición física al parecer en mejor estado que la suya.
— Sí, llegamos al primer templo, aún hay once más que debemos subir a menos que nuestro compañero que cuida este lugar nos haga el favor de llevarnos ante nuestra diosa y el patriarca.
Las dos jóvenes se quedaron en silencio, templos, diosas, patriarcas, las cosas se empeoraban más y se salían de una realidad que rayaba con la ficción, además de tener en cuenta que deberían caminar once veces lo que habían terminado de subir.
— Debes estar bromeando… no podré subir un par de gradas mas ¿no tienen un súper poder de volar o algo así?
Milo y Camus se voltearon a ver y entrecerraron sus ojos, pero antes de poder decir algo, la presencia del primer guardián, el santo de Aries, les rodeó por completo con su cosmos abrazador, haciendo que ambos caballeros se giraran dibujando en sus rostros una mueca de satisfacción, tal vez la idea de tener que cargar a cuestas con las dos chicas iba a convertirse en la única opción.
— Sean bienvenidos.
Con su paso lento pero firme, Mu se acercó hasta tenerles a una distancia prudente, observó de arriba abajo a los cuatro, dejando su mirada por un rato extrañada y luego asombrada sobre Shaina, hasta que Milo limpio un par de veces su garganta para persuadirle.
Asintió de una manera apenas perceptible para las mujeres y continuó con un suave movimiento de su mano, invitándoles a seguir.
Una vez que el pelilila se había girado, Marcie voló al lado de su amiga, aprisionándole el brazo con los suyos.
— Espero que dentro de ese gran edificio antiguo tengan al menos un elevador o escaleras eléctricas.
Le susurró al oído.
Shaina sonrió, golpeando suavemente sus cabezas, esperando muy dentro de ella realmente llegar al fondo de todo esto, sin que nadie más saliera lastimado, las lágrimas se le acumulaban en sus ojos, pero con fuerza les negaba la salida, tenía esperanza pero a la vez mucho miedo.
— Esperemos que sí.
Dijo, soltando un poco el aire y tragando el nudo que apenas se formaba en su garganta.
— x—
Adelante Camus y Milo caminaban cabizbajos, siguiendo en silencio al primer guardián, quien bajó la velocidad de sus pasos hasta situarse a su lado.
— ¿Pareciera que las cosas no salieron tan bien eh?
La pregunta les había hecho levantar sus cabezas, y verse de uno a otro y luego en sincronía apenas de reojo ver hacia atrás.
— Hubieron muertes innecesarias.
Camus, frunció su boca con molestia, no habían podido hacer nada al enfrentarlos, tampoco conocían exactamente de donde provenían quienes los habían atacado y la poca información que manejaban debían exponerla ante su diosa y el patriarca, la situación era complicada, sobre todo al tener a su excompañera de armas como una víctima.
— Las cosas se volvieron un poco confusas Mu… pensábamos regresar con la niña al santuario pero ahora solo tenemos a la madre y a su amiga.
Milo metió las manos en los bolsillos de su pantalón, descansando sus hombros en un movimiento circular, traqueó un poco su adolorido cuello y una mueca se dibujó en su rostro al buscar la mirada del lemuriano.
— Pobre chica… pero Shaina es su amiga ¿no? Por lo menos puede darle apoyo hasta que demos con la pequeña.
— Shaina es la madre de la pequeña.
— ¿QUE?
Ambos caballeros codearon con fuerza al pelilila siseándole, luego giraron con una sonrisa a las chicas.
— ¿Cómo demonios? – Continuó en voz baja, un incrédulo Mu— pero… ¿Cómo es que?... eso quiere decir que… — volteo hacia Milo.
— Posiblemente… Shaina nunca me dijo nada.
— Pero cuando conozcas a la niña te darás cuenta que es ver a Milo en miniatura— Camus hablo, sin siquiera voltear a verlos— no permitas que tu inseguridad te ciegue— reforzó, directamente hacia su amigo.
— x—
El templo estaba frío, el piso era marmolado, y las columnas que adornaban la entrada se veían pulidas y brillantes, a pesar de tantos años y batallas todo lucia casi intacto.
Las jóvenes observaron con asombro cada rincón mientras ingresaban siguiendo los pasos de los caballeros, cada detalle de las paredes, algunos carneros en relieve u otro dibujo que a simple vista contenía una historia para contar, rodeándose del eco que los tacos de oro producían con cada paso de Mu, el pasillo se oscurecía cada vez más, solo unas antorchas iluminaban con una luz danzarina que parecía saludarles, más adelante unas puertas de madera les detuvieron y al abrirlas se abrió paso un enorme salón iluminado por la luz que ingresaba a través de los vitrales en la cúpula que se levantaba justo en el centro.
— Bienvenidas al templo de Aries, perdón por no presentarme al principio, soy Mu caballero de la primera casa y su escolta oficial al palacio principal.
— x—
Sus cortos cuatro años de vida aun no le preparaban para conocer el sufrimiento, tenía sus ojos azules un poco enrojecidos de tanto llorar en silencio, la felicidad y todo lo que conocía se le había escurrido de sus manos, sus abuelos, su madre, su perro, solo el pequeño peluche manchado de sangre le acompañaba, el cual presionaba con fuerza sobre su pecho, perdida en la oscuridad de la noche, en la única ventana de aquel lugar a donde había sido llevada, por donde podía ver el cielo estrellado y escuchar las olas del mar.
Ella siempre había querido ir a la playa, tocar la arena y jugar con los cangrejos, pero ahora estaba sola y cuando despertó se dio cuenta que la terrible pesadilla donde quienes más amaba desaparecían era real, y lloró y grito y lucho a pesar de que los niños que estaban ahí con ella le rogaron que no lo hiciera, ahora estaba derrotada, cansada, con frio y sola.
— Oye…
Una vocecita a su espalda le hizo girar lentamente y al hacerlo una media sonrisa le saludó.
— Me llamo Alba…
Susurró, una niña un par de años más grande que ella, con su cabello despeinado y ojos celestes, su vestido sucio y descalza.
— Alessa…
— Debes comer algo… esos hombres malos regresaran de nuevo.
— Quiero a mi madre.
Sollozó, llenando de nuevo sus ojos, pero esta vez sintiendo como la niña le abrazaba, y no solo ella si no uno a uno los otros niños se acercaron para darle calor, luego se separaron para tomarse de las manos.
— Todos extrañamos a nuestros padres…
Una pequeña de cabellos tan negros como esa noche y ojos tan oscuros y profundos le colocó su mano sobre el hombro.
— Nuestros padres vendrán… ya lo veras.
— Solo debemos tener paciencia— hablo un pequeño castaño.
La puerta se abrió de repente y todos retuvieron la respiración cuando la figura de una mujer se abrió paso a la habitación.
— x—
Cuando finalmente los cuatro viajeros llegaron al salón principal teletransportados por el lemuriano soltaron un respiro de satisfacción, todo estaba silencioso, solo el chasquido de las botas de los jóvenes soldados que custodiaban las gigantescas puertas hasta donde la diosa y el patriarca se mantenían sonaron al verles llegar, como un saludo militar a esos guerreros dorados, pero ni bien Mu abriera su boca el joven pelirrojo caballero de plata de sculptor y alumno del caballero de Aries les abrió la puerta, regalándoles una amplia sonrisa.
— Maestro.
Susurró acercándose al pelilila y estrechando con su mano a ambos caballeros, luego vio de una a una de las chicas frunciendo con un poco de confusión su ceño.
— ¿El patriarca y la señorita?— Preguntó Mu.
— Les esperan impacientes, pero me han pedido que solo ingresen los caballeros, las damas deberán esperar un momento en un lugar donde yo las…
— ¿Esperar un momento?— Shaina se adelantó hasta quedar frente a frente con el joven, con sus brazos y puños tensos y su rostro contraído de indignación— no vine hasta aquí para que me hagan esperar… ¿entiendes? Es mi hija de la que van a hablar… por lo tanto todo lo que sea que digan me concierne.
Todos guardaron silencio, solo el trago de saliva de Kiki se escuchó pausado y fuerte.
— Pero… son órdenes de su ilustrísima… — murmuró, tratando de sonar gentil— ellas son extrañas en el santuario, no sabemos cuánto podríamos confiar en ellas… o que pueden hacer aquí… son civiles… ahora.
— Pero ella tiene razón— Milo se acercó— por donde queramos verlo es su hija la que está en problemas, no veo la razón por la que no pueda ir, además… — exhalo, no podía decirle que ella alguna vez había pertenecido a ese lugar, mucho menos que parte de su corazón se había marchado y regresado con ella.
Tanto Camus como Mu se voltearon a ver, sabían casi con exactitud lo que Milo pensaba, pero de la misma forma debía ser tratada como una extraña más.
— Quieran o no… yo voy a pasar.
La decidida joven se abrió camino entre los santos y dio varios pasos hasta toparse con la diosa de la sabiduría que al escuchar le discusión que se formaba decidió ir personalmente.
— Hola.
Saludo Saori, viendo fijamente a su ex amazona que a pesar de no formar parte de su ejército mantenía su coraje, fuerza y valentía, era la misma Shaina, con su mirada llena de fuego, y su temperamento indomable.
Los caballeros colocaron su rodilla al piso al verle, Marcie igualó, solo quedaron de pie ella y Shaina, que se mantenían en silencio viéndose fijamente.
— Quiero ver a mi hija… quiero saber que pasó, donde está… — Shaina dio varios pasos acercándose más a la diosa, había guardado la calma por mucho tiempo— sé que puedo ayudar en algo, no se como pero por favor … no quiero… — finalmente sus ojos se llenaron de lágrimas acumuladas— solo quiero saber cómo puedo recuperarla y le juro que me marchare de nuevo y no sabrán nada de mi ni de mi pequeña…
Saori enterneció su mirada y levantó las manos colocandolas sobre sus hombros, dejando que su cosmos de paz le rodeara para calmarla un poco y aunque sabia que la niña debería tomar su lugar en el futuro entre aquella orden dorada no era el momento ni el lugar para decirle, negó con suavidad, dejando que sus manos resbalaran sobre los brazos de la peliverde tomando sus manos y estrujándolas.
— No solo tu hija está en problemas… la mayoría de mis guerreros están sin sus hijos, sumidos en un sueño profundo del cual ni yo misma he podido despertarles, entiendo a medias tu dolor, y por eso les he pedido a Camus y Milo que regresaran a brevedad, claro que no esperaba verlas a ustedes aquí— sonrió, ladeando su cabeza hasta capturar las miradas de ambos caballeros.
— Mi señora— el griego se puso de pie— Camus no tuvo que ver en esto yo les pedí que vinieran, no estábamos seguros si esos tipos les rastrearían y las matarían, y nuestro deber como santos es proteger a aquellos que no pueden defenderse… es por eso que…
— Está bien— Saori le interrumpió, sabía que el caballero de escorpión jamás se permitiría que le pasara algo a la italiana, luego vio de nuevo a Shaina— lo que sabemos por ahora es que los niños están bien, una diosa me dio su palabra para que en dos semanas pudiera fortalecer la orden mientras ella velaría por la vida de los pequeños, solo dos semanas y necesitamos toda la ayuda posible.
Todos se pusieron de pie, negando con furia.
Shaina guardo silencio, tal vez eran buenas noticias pero como toda madre, necesitaba ver a su pequeña, tocarla y besarla, limpiar sus lágrimas y cambiar las suyas de tristeza por alegría. Bajó sus hombros, no resignada, ni reconfortada, los bajó sintiendo que caía en una abismo frio y oscuro ¿Qué querían esas personas con su hija? ¿Una diosa cuidando de ellos ?
— Me dijiste que… querías ayudar.
La voz de Saori la trajo de vuelta a esa absurda realidad y asintió lentamente, liberando sus manos para acariciar sus brazos, con su frente semifruncida y fijando sus ojos en aquellos grises que la única emoción que transmitían era la de una paz incontenible y contagiosa.
— Pues dejame decirte que en este instante todos los que deseen luchar pueden hacerlo… es decir si quieres puedes pelear a nuestro lado y ayudarnos a traer a tu hija de vuelta.
Milo y Camus se voltearon a ver, y luego a la pelilila como si a su diosa le hubiese salido un ojo más en la frente, era claro que Shaina ya no recordaba ni como dar una patada, o que su cosmos estaba más dormido que los mismos recuerdos de su pasado, pero había algo más en esa opción que la diosa de la sabiduría le estaba ofreciendo a la antigua cobra, algo que posiblemente solo ella sabia.
— Mi señora…
Milo se atrevió a cuestionar, dio varios pasos hasta situarse al lado de la peliverde y las observo de una a otra, pero ellas parecían ignorarle, abrió ligeramente la boca.
— Esta bien Milo… — Atena habló interrumpiéndole con una sonrisa como solo ella podía hacer— puedo ofrecerle a Shaina un puesto como vestal de los templos, pero eso no es en este momento una prioridad, tampoco voy a enviarte lejos y no se si la cocina sea lo tuyo ademas, si tan solo pudieras lograr entrenar, ayudarías muchísimo mas …
Todos en su posición estaban guardando silencio, la idea era muy buena, de hecho tener a la santa de la cobra de vuelta seria algo extremadamente ventajoso para todos, pero ahora ella era una mortal común y silvestre, una mujer que lo único que quería era tener a su hija de regreso, eso la colocaba en una encrucijada donde la motivación de cualquier madre al menos la haría... al menos…
— Lo tomo…— Shaina se adelantó con la seguridad que la antigua amazona hubiese manifestado, dejando a los demás satisfechos de saber que fuese como fuese ella no había cambiado en muchos aspectos de su vida— entrenaré con quien sea para poder ir por mi hija así sea solo para poder rescatarla … haré todo lo que este a mi alcance y aun mas.
— Entonces esta dicho— Saori le coloco la manos sobre los hombros y asintió satisfecha — … Shaina, te quedaras con las amazonas y Milo te entrenara.
La confusión y las sospechas que Atena sabia mas de lo que todos los demás tenían conocimiento se hacían cada vez mas grandes, esa sonrisita llena de picardía y total satisfacción de la diosa de la sabiduría no podían ante sus caballeros pasar desapercibida.
— Y por otro lado— dijo Saori mientras sus ojos viajaban hasta la chica que se había mantenido en silencio, sin siquiera interrumpir o dar una idea— ¿Te llamas Marcie verdad? — ella asintió con un poco de temor— ¿que nos puedes ofrecer?
— Yo solo soy una maestra … no tengo virtud en el ejercicio, si pudiese ser útil en alguna otra cosa yo...
—Y claro que lo seras, veras en el templo de acuario hay una enorme biblioteca, donde necesito que mi santo aquí presente— dijo tomándolo del brazo hasta situarlo frente a la joven quien se sonrojo de manera adorable— busque información y de paso ordene como se lo he pedido semanas atrás, ¿ crees que podrías ir y venir desde el recinto de las amazonas todos los días y darle una mano?
— Claro, todo sea por ayudar y encontrar a Alessa, lo haré.
—Entonces creo que todo esta arreglado, los chicos las escoltaran hasta donde duermen nuestras guerreras y ahí ellas les ayudaran a ubicarse, mañana quiero a todos haciendo lo que les ordene ya no vamos a perder mas tiempo.
Y diciendo esto la joven pelilia se dio media vuelta y cerro las puertas tras de si dando un respingo cuando el patriarca de brazos cruzados le esperaba del otro lado con uno de sus puntos levantados.
—Shion casi me matas del susto— le dijo soltando una risita nerviosa.
—No sabia que mi señora tenia todo planeado, y creo que hay ciertos detalles que no me ha dicho sobre la cobra.
—Ya te darás cuenta mi estimado patriarca.
Canturreó, alejándose tras las cortinas y perdiéndose con ligereza.
X
El camino hasta el recinto se había vuelto silencioso, de hecho bajar no había sido problema gracias a Mu, y la caminata entre los arbustos y rocas casi que tenia su lado terapéutico.
Los cuatro viajeros, desde lejos agotados, finalmente llegaron frente a la cabaña donde Shaina y Marcie se quedarían por un par de semanas, tiempo en el que se suponía la peliverde recobraría todas sus fuerzas y los ayudaría a luchar, según los planes de Atena por su puesto.
Milo se adelantó, tocando suavemente la puerta hasta que Marin salió a su encuentro, era extraño verle sin aquel rostro plateado que no reflejaba ninguna emoción, ahora sus ojos achinados y café brillaban llenos de preocupación, observó de uno en uno hasta toparse con los verdes de la excobra y le sonrió, era su amiga, había sido su compañera de muchas batallas, y entendía que el haberse marchado solo había retrasado lo inevitable, seguir formando parte de aquella elite de guerreros poderosos.
— Shaina!
June, quien se había mantenido al margen de toda la situación salio al encuentro de sus compañeras nuevas quedando luego en silencio cuando todos los presentes le hicieron señas para que recordara lo que pasaba con la antigua guerrera de la cobra, situación que no paso desapercibida para Marcie que en el corto tiempo sentía que algo no andaba muy bien , pues la familiaridad con la que era tratada su amiga no era muy normal en una situación como esta, la rubia sonrió con algo de nervios, golpeándose mentalmente, claro que le alegraba demasiado tenerle de vuelta, pero debía ser paciente y tener mucho cuidado.
— ¿Me conoces?
Shaina dio un par de pasos hacia la rubia algo extrañada, y con angustia se vio reflejada en esos ojos celestes que penetraban cada rincón de su alma.
—Perdonala… — Marin interrumpió y sujetó a la amazona de camaleón con un suave abrazo— ella es muy efusiva para recibir las visitas nuevas, tanto como a mi que me emociona el saber que vendrían.
Shaina guardo silencio, asintiendo un poco incrédula, esta vez girando hacia los santos dorados y luego hacia Marcie quien entrecerró sus ojos.
—Quedan en buenas manos— Camus dio un par de palmadas en los hombros de las recién llegadas, codeando a Milo quien parecía no querer marcharse— descansen… mañana será un largo día.
—Mañana vendremos por ambas… — el griego se despidió solo con una sonrisa, girando tras su amigo y perdiéndose entre las rocas y los arboles.
—x—
Las habitaciones estaban arregladas de una manera sencilla, el recinto constaba de varias casitas, dejando en medio una al parecer la principal donde Shaina junto a las otras tres chicas pasarían las próximas semanas, luego de presentarse de una manera formal ella solo quería descansar o al menos reposar su cabeza en algo suave, por lo tanto guiada por Marin estaba lista para ubicarse en uno de los cuartos, pero mientras caminaba, algo dentro de ese lugar le llenaba de nostalgia, era como si todo lo que le rodeara le gritara que pertenecía ahí, al entrar a la habitación se paro justo frente a una ventana aun abierta hacia el desolado y a la vez verde y frio paisaje y recorrió con su mirada cada rincón.
– No es la gran cosa pero al menos estarás cómoda y a salvo – dijo la japonesa quien a su espalda había dejado sobre la pequeña cama unas sabanas limpias y una almohada suave con algo de ropa – tu amiga esta durmiendo al lado, June le esta ayudando a acomodarse, así que esta bien si quieres pasarte y charlar con ella…
– Marin – dijo aun de espaldas, girándose para luego sentarse en la cama y abrazar la almohada.
– Dime…
– Gracias.
La pelirroja sonrió palmeando su hombro, sentadose a su lado, viendo en aquella mirada la desesperación y congoja de una madre angustiada, no había duda que era fuerte, pero el no saber que pasaba con su hija la estaba carcomiendo.
– No tienes por que.
– Sabes, siento como si ya conociera este lugar ¿ no es extraño?
Marin frunció su boca y finalmente sonrió.
– Algunas veces nuestra alma, posiblemente antepasado, viaja a muchos lados, quien sabe y tal vez en algún momento de verdad perteneciste a este lugar… – se puso de pie y se estiro un poco antes de salir – tenemos un horario muy estricto , nos ponemos en pie antes de las seis y entrenamos la mañana para tener libre las tardes o dedicarnos a las futuras guerreras, ya sabes que Milo vendrá por ti en solo la mañana así que duerme o al menos trata de descansar.
—Es un buen tipo ¿verdad?
—¿Milo?
Ella asintió.
– Te va a encantar, es un gran caballero, ahora descansa… – dijo Marin, cerrando tras de si la puerta.
Shaina se recostó en la cama, sin cambiarse ni nada, solo dejo que finalmente las lagrimas salieran de sus ojos, tenia que dejarlo salir, el dolor, la desesperación y todo lo nuevo que se venia, tal vez el llanto simplemente la dejaría dormir.
—x—
– Listo…
June en la habitación de al lado, terminaba de arreglar todo para Marcie, esta la veía ir y venir de un lado a otro en silencio, podía sentir los ojos negros clavados en su espalda mientras rebuscaba en el armario las ropas limpias, cuando giró Marcie estaba de pie, a un paso de ella, con su mirada entrecerrada y sus brazos cruzados, ella le igualo y ambas guardaron silencio.
– ¿Tu sabes algo verdad?… hay algo que no me gusta de todo esto y es que parece que Shaina es conocida aquí, tienes que decirme que esta pasando…
June guardo silencio y su rostro se lleno de seriedad, se acerco hasta la chica y le coloco una mano sobre el hombro.
– No es el momento, ni el lugar, pero ten por seguro que no es nada malo, están a salvo aquí y es todo lo que necesitas saber… te prometo que te contare todo cuando llegue el momento de hacerlo… pero por ahora solo descansa, mañana sera otro día.
Continuara ….
Rayos gracias por leer de verdad… y por esperarme tanto tiempo los amo y espero sus reviews es algo corto pero espero haber soltado el tapón para continuar .
