Capitulo 6.

El mar se encontraba en calma, y eso era debido a que esa noche, la luna se encontraba en cuarto menguante. La playa estaba completamente vacía, no había ninguna persona o animal cerca y esto a Zuko no le inspiró mucha confianza.

Apenas hubo caído la noche, Yugoda llevó a Zuko por una serie de túneles viejos, que habían sido construidos por si se presentaba la necesidad de evacuar la ciudad en el caso de un ataque e invasión. El motivo por el cual habían utilizado los túneles, era debido a que todas las noches, la ciudad cerraba sus puertas y un toque de queda se aplicaba con fuertes consecuencias para aquel que se atreviera a infringirlo.

Una vez llegado al final del camino, ambos se hallaron en una playa bastante enorme y solitaria, al sur de la ciudad.

-Fue aquí dónde te encontré- comentó Yugoda mientras se detenía y señalaba un punto en la nieve.

Zuko observó el lugar y dijo:

-¿Qué hacías cuando me encontraste?

-Estaba buscando calamares-medusa -contestó Yugoda con una sonrisa. -Su veneno es un excelente remedio para la artritis. Suelen anidar en la nieve, es por eso que no hay animales o personas de este lado, ya que uno podría pisar una por accidente.

-¿Y qué pasa si pisas una?

-Te inyecta con sus tentáculos su veneno y te hinchas hasta que explotas. Así que mira por donde pisas.

Zuko se quedó congelado en su lugar al escuchar eso, y sin poder evitarlo, miró a todas partes en busca de los nidos de calamares-medusa. Yugoda soltó una carcajada al como este reaccionaba y para evitar que saliera corriendo del miedo, le dijo que pisara por donde ella pisaba.

Minutos más tarde, ambos llegaron a una zona elevada de la playa y Yugoda para tranquilizar al príncipe, le tuvo que asegurar que en ese lugar no había calamares.

-Te enseñaré un movimiento sencillo para empezar – dijo Yugoda al mismo tiempo que separaba las piernas a la altura de los hombros. - Es muy simple, consiste en hacer pequeñas olas.

Yugoda extendió sus manos hacía el agua y las movió hacía adelante y atrás suavemente. A los pocos segundos el agua que estaba en calma, empezó a moverse formando pequeñas olas que golpeaban suavemente el hielo.

-Ahora intentalo tú – le dijo Yugoda.

Zuko se aproximó al limite de la tierra con el agua. No estaba muy seguro de realmente poder hacer aquel movimiento, pues a pesar de su "agua control accidental" aún en lo más profundo de su ser, había una voz que le decía que era una locura que alguien proveniente de la Nación de Fuego fuera capaz de tal hazaña. No obstante, otra otra parte de él, le decía que no tenía nada que perder si lo intentaba, y esa al final, lo convenció.

Separó las piernas de la misma forma en que lo había hecho Yugoda e imitó el movimiento de manos. Al inicio, no pasó nada, el agua seguía tranquila y no se veía signos de alguna fuerza ejerciendo sobre ella. Zuko, se desanimó, pero unos segundos después el agua empezó a mover de adelante hacía atrás, dejándolo con una sensación de asombro.

Miró a Yugoda para asegurarse que el movimiento del agua no era cosa de ella, pero la maestra estaba quieta con las manos dentro de las mangas de su abrigo. Volvió su vista hacía el agua y siguió haciendo el movimiento con más rapidez y para su gusto, el agua aumentaba de igual forma su velocidad.

Fue entonces que a su mente le vino el recuerdo de una chica de piel morena haciendo un movimiento de agua control, y sin dudarlo, lo imitó. Alejó la mano izquierda a la altura de su cabeza y la mano derecha la colocó con la palma hacía arriba con dirección al suelo y lentamente la alzó.

Para sorpresa de Yugoda, una línea de agua emergió del mar y siguió una ruta por encima del príncipe, y conforme este movía las manos, el agua lo rodeó por completo. Aquello era una técnica de un maestro con práctica, pero él, un chico sin memoria la había realizado de la nada.

Momentos más tarde, Zuko dirigió la lía de agua devuelta al mar y respiró agitadamente. Aquel movimiento le había constado bastante esfuerzo y energía, pero al final una sonrisa de satisfacción y felicidad se le reflejaba en la cara y un único pensamiento cruzaba su mente:

Soy un maestro agua.

-Eso si que fue sorprendente – dijo Yugoda llamando su atención. -¿Dónde aprendiste ese movimiento?

Al momento en que Zuko iba a contestar, una fuerte punzada se originó en su cabeza, provocando que tuviera que cerrar los ojos y llevarse una mano al costado. Yugoda, se acercó preocupada.

-Será mejor que volvamos a casa – dijo la maestra.


A la mañana siguiente, durante el desayuno, Yugoda seguía preocupada por el malestar del muchacho, a pesar de que este le había insistido que el dolor de cabeza debió haber sido provocado por el esfuerzo ejercido durante su intento de agua control. Aún así ella no estaba contenta con esa respuesta, ya que después de leer unos pergaminos de anatomía del cerebro, podía asegurar que aquel dolor fue debido a que su cerebro estaba haciendo conexiones para recuperar la memoria.

-Ya no me dijiste de dónde aprendiste el movimiento de anoche – dijo Yugoda con el propósito e probar su teoría.

-Yo... vi a una maestra agua hacerlo – contestó Zuko dudando se sus palabras.

-¿Una maestra agua? ¿Estas seguro?.

-Si...quizá la vi cuando salimos al mercado. Recuerdo haber visto chicos practicando.

-Eso es imposible -espetó la maestra agua. -Aquel movimiento era uno de ataque. Las chicas no aprenden eso por aquí.

Zuko de inmediato recordó la conversación que tuvo con Yugoda acerca de las tradiciones de la Tribu agua del Norte y de su norma, por no decir ley, de no enseñar a las mujeres agua control para combate.

Pero, si no había sido ahí donde vio a la chica, ¿entonces dónde?

Su recuerdo era como un espejismo, no podía evocar su cara, solo que tenía piel oscura, y que tenía ropas azules.

-Ropas azules – dijo Zuko llevándose una mano al mentón para pensar. - ¡Espera un segundo!

Yugoda lo miró un poco impaciente, era obvio que el muchacho estaba atando cabos sueltos y eso era algo bueno, solo que le preocupaba que tuviera otro dolor de cabeza.

-Es decir, las ropas que traía esa chica no eran como las que usan aquí. - dijo al fin Zuko. -Sus patrones y diseño eran distintos.

-¿Patrón distinto dices? - ahora era Yugoda la que meditaba las palabras. - Lo único que se me ocurre es que debió ser una chica proveniente de la Tribu del Sur. Por lo que sé, allá enseñaban agua control por igual a hombres y mujeres, sin olvidar que ellos tienen un estilo un poco distinto al de nosotros en las prendas de vestir.

-¡Eso tiene sentido! - dijo Zuko emocionado al poder enlazar los hechos, pero su emoción se esfumó al darse cuenta de algo terrible.

-¿Qué tienes? - le cuestionó Yugoda al notar la cara de turbación de Zuko.

Las palabras de Yugoda resonaron en su cabeza.

Solo en el sur aprendían por igual ambos sexos.

La chica era del Sur.

Una chica usando una táctica de ataque.

Ataque...contra él.

Porque él era un soldado de la Nación de Fuego.

Y la Nación de Fuego dio caza a los maestros agua de la Tribu del Sur.

En conclusión, él le había dado caza a esa chica y era muy probable que ya no existiera más.

-Nada - dijo este componiéndose.

Sin querer presionarlo, Yugoda optó por dejar pasar aquello y cambió el rumbo de la conversación a otro tema que era importante discutir.

-Ahora que sabemos que eres un maestro agua, deberemos buscarte un maestro.

-¿Hablas en serio?

-Claro que hablo en serio. No voy a permitir que no explotes ese potencial que tienes.

-¿De verdad crees que tengo potencial? - cuestionó el príncipe en un tono de broma.

Yugoda miró seriamente al muchacho, advirtiéndole con la mirada de no estaba bromeando.

-De acuerdo, tu ganas – cedió Zuko. -¿Pero a quien tienes en mente? Y lo más importante, ¿qué le vamos a decir a todos sobre mi origen?

-Eso ya estaba resuelto. - dijo Yugoda. -Tú encarnarás a mi sobrino Lee y no hagas más preguntas.

-Pero…

-Dije no más preguntas.


Esa tarde, después de las clases de curación, la maestra agua llevó a Zuko al campo de entrenamiento, donde pudieron apreciar a algunos chicos practicando algunas formas, desde las más sencillas hasta las más avanzadas.

Esquivando algunos ataques desviados, ambos llegaron hacía donde se encontraba el maestro. Zuko no pudo evitar mirar al hombre de pies a cabeza, parecía de la misma edad de Yugoda, tenía cabello largo de color gris y graciosamente tenía la parte superior de la cabeza calva, además tenía un juego de barba con bigote estilo oriental.

-Él es el maestro Pakku – dijo Yugoda presentándolo a Zuko. -Pakku él es mi sobrino Lee.

Zuko hizo una reverencia y advirtió como el maestro Pakku lo examinaba profundamente.

-Así que eres tú el muchacho de la Tribu del Sur– fue lo que dijo el maestro después de unos segundos de silencio.

-Eh...si -contestó Zuko no muy seguro.

-¿Qué edad tienes?

-16 – se adelantó a decir Yugoda.

-Estas seriamente atrasado, pero estoy al tanto de tú...situación, así que solo te diré una cosa, deberás seguir mis instrucciones al pie de la letra. ¿Está claro?

-...Si – contestó Zuko sintiéndose un poco intimidado.

-Bien, reúnete con los niños de allá.

Pakku señaló a un grupo de niños de no más de diez años que estaban haciendo estiramientos al final del terreno. Zuko no pudo evitar poner una cara de desconcierto, la cual no era difícil de percibir aun trayendo la máscara puesta.

-¿Hay algún problema? - le cuestionó Pakku en un tonó serio.

-No, ninguno -respondió Zuko y mirando por última vez a Yugoda, se dirigió hacía donde estaban los niños.

-Por favor no seas rudo con él – le pidió Yugoda a Pakku. - Aún necesita adaptarse.

-No te preocupes, no le pasará nada. -dijo Pakku dándose media vuelta para ir con los niños.

Al llegar con los niños, estos detuvieron sus estiramientos y miraron a Zuko confundido, pues no esperaban a alguien como él en su clase.

-Que tal, soy Lee – dijo Zuko alzando la mano para saludarlos.

-Hola, soy Keto – dijo un niño sonriendo.

-Yo soy Maru – dijo otro.

-Y yo soy Han -dijo el último de ellos.

-¿Eres nuevo? -preguntó Keto con curiosidad.

-Eh...si – contestó Zuko aún sin poder creerse que estaba socializando con unos niños.

-¿Por qué usas una máscara? - preguntó Maru.

-Yo…

-Basta de charlas – ordenó Pakku. -Todos formen una línea.

Agradecido por la interrupción del maestro, Zuko se colocó en línea junto con los demás niños y prestó atención a las indicaciones de Pakku.

La clase comenzó con el aprendizaje de movimientos sencillos, el cual consistían en que cada estudiante se colocara frente a un recipiente grande con agua e hicieran levitar una esfera de agua. A pesar de imitar los movimientos de Pakku a la perfección, Zuko tenía graves problemas para hacer levitar el agua, lo cual le resultaba extraño, ya que anoche había logrado hacerlo sin problema.

-¡Demonios! - murmuró el príncipe al ver que el agua no se inmutaba para nada.

Pakku, quien llevaba rato observándolo, no pudo evitar preguntarse si realmente el muchacho era un maestro agua, pues no parecía tener éxito con el ejercicio más simple de todos. Sin embargo, estaba al tanto de su pelea contra tres de sus mejores estudiantes, lo que hacía curioso su caso, pues varios testigos decían que había demostrado habilidades estupendas para el combate.

-Dime, ¿tuviste algún maestro en la tribu del Sur? – le cuestionó Pakku al mismo tiempo que se colocaba junto al príncipe para observar bien sus movimientos.

-No, si, es decir, tuve a alguien que me enseñó combate, pero no agua control. -dijo Zuko apresuradamente.

-Ya veo. Sigue practicando.

Pakku se alejó de él y se dirigió a observar a otro niño. Zuko en cambio, volvió su atención a la vasija con agua, preguntándose así mismo el porqué no podía hacer que el agua se moviera.

-Respira y concentrate en cada movimiento.

Zuko miró a su alrededor, en busca del emisor de esa voz, pero no había nadie cerca de él. Aquella voz para su sorpresa le era muy familiar, pero no podía recordar a quién pertenecía y eso solo lo frustraba más.

Para desestresarse miró al niño que estaba a unos cuantos metros a su izquierda, Maru. Él parecía hacer el ejercicio si ningún problema y eso en vez de aliviarlo lo desanimó aún más. ¿Cómo era posible que un niño de diez años pudiera con el ejercicio y él no?

-Respira y concentrate en cada movimiento.

Sin tener otra opción y con aquella voz invadiendo su cabeza, Zuko respiró hondo y se imaginó que se encontraba solo en el lugar. No había nadie, no había ruido, solo él y la vasija con agua.

Movió las manos como Pakku le había indicado y en pocos segundos, varias esferas de agua comenzaron a levitar fuera de la vasija. Zuko al ver eso, optó por agregar un nivel de dificultad, de modo que, ahora moviendo las manos hacía afuera, hizo que el agua se juntara y formaran un símbolo infinito frente a él.

Sin embargo, la velocidad con la que se movía el agua, superó las capacidades de Zuko y el chorro de agua salió desprendido a una pared de hielo la cual retenía agua del río que cruzaba cerca, y la rompió en el acto, provocando que el agua se desbordará directo hacía él y hacía las casas y comercios cercanos.

Pakku lo más rápido que pudo, formó un parche de hielo en la ruptura de la pared, evitando que el agua siguiera desbordándose. Después miró molestó a Zuko quien estaba todo empapado.

-¡Lo que acabas de hacer fue completamente irresponsable! – lo regaño Pakku. - Pudiste lastimar a alguien. Debes ser más paciente, el agua control no es algo que se aprende de la noche a la mañana, lleva años de practica y perfeccionamiento de cada técnica. No es un simple juego.

-Lo siento – dijo Zuko encogiéndose de hombros ante las palabras de Pakku.

-Aunque...debo admitir que tienes potencial – dijo el maestro en un tono más tranquilo. -Pero debes trabajar en tu paciencia. ¿Esta claro?

-Si – dijo confundido ante el repentino cambio de humor del maestro.

-Muy bien, la clase término. Los veré mañana.


Al anochecer Zuko aún seguía practicando agua control, estaba contento por como había sido su clase que no podía esperar al día siguiente para aprender más. Yugoda, en cambio, le gustaba ver como el muchacho mostraba interés en aprender a la perfección cada movimiento y supuso que en un pasado debió ser un buen estudiante, solo que en esos momentos, la maestra agua no estaba contenta que el príncipe estuviera jugando a hacer esferas de agua con el té de la cena.

-No juegues con el té – le regañó Yugoda y apenas Zuko escuchó el tonó de voz de la mujer dejó de hacer agua control. - Veo que después de todo te gustó la clase.

-Fue interesante – respondió Zuko al mismo tiempo que le daba un sorbo al té. - Aún no puedo creer que sea un maestro agua.

Yugoda observó a Zuko, este no traía la máscara puesta, cosa que hacía cuando estaba en su casa. Y gracias a esos momentos, la maestra agua podía analizar fácilmente el rostro del él y así intuir su estado de humor. En ese momento, a pesar de que su rostro se veía alegre, Yugoda, pudo advertir que detrás de esa felicidad había un destello de preocupación, el mismo que vio esa mañana.

-Algo te inquieta – dijo Yugoda mientras servía más té. -Puedo notarlo.

-Estoy cansado, ha sido un día muy largo -respondió Zuko fingiendo un bostezo.

Sin darle tiempo a Yugoda para replicar Zuko se levantó de la mesa y se dirigió a su cuarto. Le sorprendía la capacidad de la mujer para leer estados de ánimo y no se equivocaba. Durante todo el día, trató de no pensar en la posibilidad de que había matado a una maestra agua, aquello realmente lo ponía mal. No podía creer que fuera capaz de hacer semejante cosa, pero al recordar como enfrentó sin titubear a los tres chicos en el puente, sus expectativas de tener un pasado honrado se fueron por la borda.

¿A qué otras personas habrá lastimado? ¿A cuántos dejó sin familia? ¿A diez, a cien a miles? Era en esos momentos cuando maldecía no poder recordar nada, pero a la vez, agradecía eso, pues sabía que no podría vivir tranquilamente sabiendo que lastimó a muchos. Si alguna vez pensó que ser un soldado de la Nación de Fuego era un orgullo para él, su familia y su gente, ahora mismo pensaba totalmente lo contrario.

Sabía que no lo llevaría a nada si se quedaba ahí lamentándose por sus acciones del pasado, aún si las recordaba o no. Aprovecharía el momento que estuviera en la Tribu del Agua para aprender todo sobre el agua control y quizá en un futuro, podría ayudar a terminar con la guerra que se estaba llevando a cabo.

De momento, solo le quedaba esperar por la oportunidad.


Zuko es un maestro agua. ¿Pero cómo es eso posible?

¿Quién será la misteriosa chica de los recuerdos borrosos?

¿Y a quién le pertenece la voz tan familiar?

Las respuestas se verán dentro de poco.

Nos leemos hasta la proxima.