Si tan sólo a alguien le interesara mis historias estoy seguro de que ya me estuvieran mentando la madre... digo, sí lo me mientan la madre ¡y mucho...! ¡PERO NO POR MI FALTA DE CONSTANCIA AL ESCRIBIR!


En tan sólo un par de horas Lisa terminó de curar las heridas de Lana, prestándole una particular atención al orificio que la varilla había perforado en su pierna. La rubia había sufrido varias lesiones considerables, pero ninguna dejaría secuelas permanentes, a excepción de un leve aumento en su nivel de infección en la sangre a causa de los minutos que duró inconsciente. La pierna, aunque debidamente vendada, seguía entumecida y sangrando, haciéndole cojear, pero Lana no se quejaba en voz alta. Incluso había querido quedarse de pie mientras su hermana trataba el resto de sus heridas. Al igual que le había pasado a la rubia misma con Lori en la camioneta el día anterior, Lisa no pudo evitar sentir respeto y asombro por su hermana mayor, sintiéndose a comparación como una mimada sabelotodo. A pesar de su inteligencia y de todos sus logros pasados para garantizar la supervivencia de su familia, Lisa se sentía infinitamente menos útil a la causa que Lana.

Pero Lana se aseguró que eso no tardase en cambiar ¿cómo? ¡Convocando a todas a una reunión ahí mismo! Y como ya esperaba, ninguna de sus hermanas, ni Darcy ni Meli, se negaron. Tras la última "salida para explorar" todas tenían un sinfín de preguntas.

Una por una se dirigieron al bunker, algunas perdiendo tiempo de descanso y otras interrumpiendo lo que estaban haciendo. Y sólo hasta que estuvieron reunidas casi todas, salvo Leni y Lily que estaban practicando tiro con rifle en el patio trasero, fue que Lori dio por iniciada la reunión al golpear con su zapato una de las mesas. Todas las presentes guardaron un silencio impaciente inmediatamente después.

—Bueno, como ya sabemos por qué estamos aquí reunidas, nos olvidaremos de los rodeos e iremos directamente al grano. Meli, ayer dijiste que nos contarías todo lo que sabes ¿te sientes lista para hablar?

La delgada morena tragó saliva al sentir como todos los ojos de las presentes se concentraron en ella. A pesar de su creciente nerviosismo, habló.

-o-

Yo vengo de un campamento montado sobre unos pequeños islotes escarbados del fondo del lago Michigan. En los días en los que el pánico apenas y comenzaba a expandirse, un escuadrón de soldados, supongo que renegados, comenzaron a rondar el vecindario en el que acabábamos de mudarnos mi familia y yo. ¿Se acuerdan que en un inicio los noticieros decían que todo lo que sucedía en las ciudades eran simples disturbios y saqueos? Bueno, esos soldados fueron los primeros en mostrarnos un infectado de verdad; tenían encerrada en una jaula a una anciana con un par de cuchillos clavados en el cuerpo. Cuando al menos medio barrio había visto a aquella criatura fue que ellos comenzaron a decir que la situación sólo empeoraría con el tiempo, y sólo hasta que vieron el terror en los rostros de las personas fue que empezaron a prometer protección, un hogar y un medio de subsistencia para todos los que los apoyaran.

Mi padre creyó que estebaban prometiendo cosas inmediatas. No entendió que esos eran objetivos a largo plazo, promesas que sólo se cumplirían después de años de trabajo. El pobre pensó que si abandonábamos nuestro hogar y nos íbamos con ellos, seríamos hospedados en un bunker desde el cual él podría trabajar a distancia desde una computadora con acceso a internet. Mis padres eran hombres ingenuos, un abogado que nunca había vivido fuera de una ciudad y una licenciada en lenguas que no había tenido que trabajar un solo día en toda su vida. Realmente no puedo culparlos por su falta de visión realista, por su sueño de una vida segura para su familia, pero sí puedo culparlos por su falta de experiencia en el mundo real, verán, como ninguno de mis padres tenía ningún talento o experiencia para construir o para cultivar, terminamos siendo relegados a una especie de ciudadanía de segunda clase tan pronto nos mudamos a una de las cuatro islas artificiales creadas en el interior del lago. El primer año había sido uno absolutamente difícil, los demás refugiados nos trataban mal y comíamos últimos o simplemente no alcanzábamos nada y los años que le siguieron a ese hubieran sido iguales a no ser porque fui seleccionada para formar parte de uno de los escuadrones de búsqueda…

Verán, gracias a que el campamento están en medio de un lago de agua dulce podemos cultivar libremente y producir electricidad más que suficiente, pero aun así hay cosas que no podemos crear ahí; medicamentos, municiones y ropa principalmente… así que las personas al mando del lugar tuvieron la magnífica idea de organizar y entrenar pequeños escuadrones de supervivientes para que buscaran en las ciudades cercanas, en esos lugares abandonados, llenos hasta el tope con zombies hambrientos y cuyo acezo es difícil debido a la cantidad de vehículos inservibles y abandonados a sus afueras. Yo era buscadora en uno de esos escuadrones. Aunque en realidad debieron de haberlos llamado "guarderías de búsqueda", todos los escuadrones de los que oí hablar estaban conformados por niños. Diminutos humanitos, demasiado asustados o hambrientos para negarse pero agiles para moverse entre escombros y espacios estrechos. Ya sé lo que han de estar pensando, y no era así, no sólo se nos enseñaba a leer mapas y a sobrevivir en exteriores y nos mandaban a buscar suministros a dónde fuera… claro que no, nos entrenaban como verdaderos soldados expertos en el campo al que íbamos. Durante dos años aprendí a deslizarme por tuberías, por ductos de aire o por dentro de paredes falsas sin hacer ruido y sin perder la calma.

En el escuadrón al que me asignaron había otra buscadora un poco más experimentada que yo, una pelirroja llamada Lindsay, y dos escoltas. Hank, un matón moreno y gordo, y Hawk… juraría que esos tipos no eran completamente humanos, quizá eran híbridos de gorilasaurio y mastodonte, no sé. Nunca en mi vida me hubiera acercado a ese par de brabucones si no hubiese entrenado con ambos desde el inicio. Sí ignorabas cosas como su comportamiento, su olor corporal o sus comentarios, descubrías que eran escoltas de primera. Nos protegieron a Lindsay y a mí de oleadas enteras de zombies en seis ocasiones diferentes.

Eran… buenos, muy buenos en lo que hacían…

Hace unos dos meses, durante la última misión que nos asignaron, justo en la noche en la que conocimos a Lincoln, estábamos cazando y buscando provisiones en la zona escolar de este pueblo Eran casi las cuatro de la mañana cuando sucedió. Había sido una excelente recolección; encontramos bastantes cosas que aún eran útiles dentro de algunos vehículos abandonados en el lugar y saber que volveríamos al campamento con las manos llenas era motivo más que suficiente como para que nos sintiéramos invencibles. ¡De todos los escuadrones de búsqueda, nosotros éramos los únicos que no habíamos fallado ni una sola vez!

Sólo recordar eso hace que quiera sonreír…

Quizá ese pensamiento me distrajo al principio, o quizá sólo estaba un poco cansada, no lo sé, pero recuerdo que mi cuerpo reaccionó instintivamente incluso antes de escuchar los primeros disparos de Hawk a mis espaldas. Las balaceras no eran cosa rara, no cuando vas a una ciudad infestada, y mucho menos con los dos escoltas que teníamos. "Una balacera por cada tesoro encontrado," ese era el eslogan de Hawk y Hank. Gracias a los años de experiencia una desarrolla habilidades de supervivencia que parecen casi instintivas. Las mías no eran las mejores del grupo a decir verdad pero si suficientes. Me agaché, tratando de ver a que le disparaban, y al mismo tiempo busqué entre mis cosas algo que me sirviera para defenderme de los infectados que sin duda nos estaban atacando.

Lo que encontré al lograr enfocar con la mirada al lugar al que le disparaban, en lugar de la horda de muertos vivientes que esperaba, fue a un niño peliblanco escondiéndose entre dos de los vehículos que ya habíamos revisado y dejado atrás, Lindsay también lo vio y ordenó el alto al fuego y aunque dejaron de disparar, ni Hank ni Hawk bajaron la guardia. Ya habíamos tenido algunos encuentros con niños enloquecidos en el pasado y sabíamos que podían ser más que una simple molestia al largo plazo si no se les ponía atención. Generalmente los encontrábamos escondidos en los sótanos oscuros o entre las patas de algún mueble pesado. Seres de pies rápidos, mentes astutas y sumamente peligrosos si lograban sorprenderte desprevenido.

Hank ya estaba por espantarlo a pedradas cuando Lindsay nos señaló que el niño con cabello blanco no era uno de esos humanos salvajes, esos eran seres delgados y desnutridos, con ropa sucia y harapienta, peor el niño escondido entre los autos estaba limpio y aunque delgado no parecía haberse saltado nunca una comida. Por eso creímos que era otro sobreviviente ¡nunca nos habíamos topado con otros sobrevivientes fuera del campamento!

Lo llamamos de mil formas diferentes, estábamos demasiado asustados de que al momento de intentar acercarnos él huyera para no volvernos a ver, y sólo hasta que le prometimos comida caliente fue que él se acercó a nosotros. Se veía inofensivo, como un animalito inocente abandonado en la lluvia. Nos dijo que se llamaba Lincoln y según él toda su vida había vivido en Royal Woods. No nos dijo por qué estaba solo y nosotros no preguntamos. Cuando le dijimos que veníamos de un campamento bien establecido y lleno de gente se puso muy feliz, tanto que entre lágrimas prometió regalarnos todas las provisiones que había logrado juntar si lo llevábamos de regreso con nosotros. Claro que no se lo aceptamos, de todos nosotros él era el más delgado pero cuando prometió llevarnos a un lugar en el que podríamos descansar sin riesgo, entonces nadie dijo nada.

Lo seguimos hasta una escuela primaria, nos contó que esa había sido su "base de operaciones" desde hacía un tiempo ¿sabían que si nada de esto hubiese pasado yo hubiese cursado mi primer grado ahí? Aunque el lugar estaba en ruinas aún se podía adivinar que había sido un lugar bastante agradable…

En fin, pasamos dos días en la escuela sin ninguna clase de incidente, no había muchos infectados cerca y las paredes parecían ser lo suficientemente macizas y altas como para que nos sintiéramos "seguros," ya saben, por si acaso algún muerto lograba entrar. Incluso diría que estábamos tan a gusto que esos dos días se parecieron más a una fiesta que a un descanso forzado antes de emprender el regreso. Hicimos enormes comilonas las dos noches que nos quedamos, Lincoln era el que más colaboraba de todos nosotros con los alimentos que había logrado juntar en su tiempo en solitario, tenía una pequeña pila de comida enlatada más que suficiente para una sola persona. Y no sólo nos alimentó bien sino que era muy amigable tenerlo cerca, con esa enorme sensación de alivio y tranquilidad a su alrededor. Él era un caballero en todo el sentido de la palabra, parecía increíblemente gentil e inocente para haber sobrevivido solo a una situación como esta. Delgado, medio afeminado, con esa cara de facciones suaves que se ponía roja cada vez que se reía… aquello era demasiado bueno como para ser verdad y en realidad lo era. Debí haber dudado y alertado a los demás que algo no estaba bien antes de que todo se nos fuera de las manos y todo se nos fue de las manos muy pronto.

Fue durante nuestro tercer día refugiados en la escuela primaria. Ya estábamos preparándonos para regresar al lago, empacando en nuestras mochilas tanta de la comida de Lincoln como pudiéramos sin cargar demasiado peso, claro que no podríamos llevarnos todo pero no había ningún motivo para creer que no podríamos volver después por el resto.

Yo estaba terminando de revisar que llevara todo lo necesario y estaba por comenzar a armarle un morral con algunas cosas a Lincoln cuando empezamos a oír gruñidos, la clase de gruñidos que esperábamos no volver a oír hasta que nos alejáramos de la escuela. Hank y Hawk reaccionaron casi al instante, tomaron sus armas y salieron a investigar, Lindsay y yo ignoramos nuestro entrenamiento y salimos detrás de nuestros escoltas; no teníamos armas para defendernos nosotras pero eso no nos importó ¡zombies habían entrado a la escuela y Lincoln estaba solo y desarmado!

Seguimos los ruidos de los infectados hasta un sótano, el lugar estaba oscuro así que ninguno de nosotros nos animamos a bajar pero eso no fue necesario; Lindsay vio que algo subía por las escaleras y eso fue motivo suficiente para ordenarles a nuestros escoltas que abrieran fuego. Las armas que cargaban Hank y Hawk eran simples rifles de aire comprimido, los habíamos obtenido de la carpa abandonada de una feria, no eran realmente mortales contra humanos pero si tenían la potencia de fuego suficiente para perforar la cabeza frágil de un zombie… esta vez los diábolos golpearon algo más duro que una cabeza podrida… Lincoln salió tambaleándose del sótano, con una de sus manos cubriendo uno de sus ojos.

Demasiada sangre salía a borbotones del lugar dónde debía estar el ojo izquierdo o algunos de sus dientes sobre su mandíbula… simplemente sangraba demasiado para creer siquiera que sobreviviría ¡él se desangraba delante de nosotros y no podíamos hacer nada! Sabíamos que sólo con las cosas que llevábamos en nuestras mochilas resultaría casi imposible el intentar salvarlo, y sabíamos que había algunos infectados dentro de ese sótano y también sabíamos que tardaríamos poco más de treinta horas en llegar a las orillas del lago, quizá veinticuatro si no nos deteníamos a dormir durante el día, pero no podíamos dejar a nuestro amigo ahí a medio pasillo de una escuela abandonada para morir desangrado; todos sacamos de nuestras mochilas las provisiones extra que planeábamos llevarnos, olvidamos nuestros planes de marcharnos tan pronto como comenzara a anochecer y usando una lona abandonada del lugar, Hank y Hawk improvisaron una camilla para cargar a Lincoln… Lindsay y yo abandonamos nuestras mochilas para poder cargar las de nuestros escoltas con las municiones y herramientas.

Sin detenernos ante nada y casi sin contratiempos cargamos a un Lincoln inconsciente hasta llegar a las granjas abandonadas de las afueras, estábamos demasiado apresurados como para revisar si él pobre seguía vivo por lo que sólo sentimos alivio cuando de pronto abandonó la quietud que había mantenido durante la última media hora para comenzar a moverse… lo que sí llamó nuestra atención fue cuando comenzó a retorcerse y a gemir.

Intenté darle agua pero no conseguí que sus labios se abrieran para que bebiera, su único ojo sano estaba fijo en la parte de atrás de su cabeza dándole el aspecto de una esfera blanca y su piel ardía con una fiebre imposible. Estaba tan caliente que tuve que retirar la mano casi en el instante en el que toque su frente.

Yo… yo estaba aterrada, no sabía ni que hacer y por las miradas que tenían nuestros dos mastodontes podría asegurar que ellos estaban igual, por suerte para nosotros, Lindsay tenía más presencia de ánimo que cualquiera del grupo.

Le ordenó a nuestra escolta que lo pusieran inmediatamente sobre el suelo, comprendí al instante que era lo que esperaba que hicieran así que me alejé un par de pasos de ellos. No quería estar cerca cuando sonaran los disparos…

Fue por eso que sobreviví, porque estaba alejada cuando sucedió.

Tan pronto como la camilla improvisada tocó el asfalto… Lincoln soltó un rugido y atacó a Hank antes de írsele encima a Hawk.

Eso es todo lo que recuerdo con claridad.

-o-

La calle atestada de vehículos abandonados recogía el sonido de las fuertes pisadas de los hombres a medida que avanzaban hacia una pequeña intersección que hacia tanto habían identificado como "segura". Avanzaban a buen ritmo. Los dos miembros más viejos del grupo estaban ya demasiado acostumbrados a esa clase de operaciones como para que el nerviosismo entorpeciera sus decisiones, a pesar de eso, un velo sombrío los cubría a los cuatro. El grupo de exploradores anterior al suyo podría estar atrapado y sin salida en algún edificio asediado de forma infatigable por infectados, esos cuatro niños podrían estar a punto de morir, o quizá sufriendo de un destino aun peor… un nudo se formó en la garganta de Patti, la enfermera del grupo, al imaginarse a la pequeña Meli como una más de la horda de infectados.

Dos meses tarde. La junta de los islotes había tardado dos meses en ponerse de acuerdo en enviar un equipo de rescate debido a que estaban aterrados de perder a otros cuatro miembros capacitados en "las labores indispensables para la comunidad". Sólo la insistencia de Patti y su esposo, ambos miembros altamente respetados por los soldados y los demás supervivientes, logró convencer a los líderes de enviar a cuatro especialistas para rescatar lo que quedase del grupo extraviado.

Marchando como iban, no tardaron en llegar al cruce que habían estado buscando. Aquella cuadra específica en la zona norte de Royal Woods había sido marcada como "segura" después que tras largas partidas de exploración constante los supervivientes lograran eliminar a casi todos los infectados del lugar y clausurar las entradas a todos los edificios. Si es que el grupo de exploradores extraviado continuaba con vida, sólo podrían haber sobrevivido durante tanto tiempo en ese lugar.

No esperaban encontrar mucha actividad en el lugar por lo que se sorprendieron al encontrar a un grupo de más de veinte espectros reunidos en la entrada a un edificio de dos pisos.

No necesitaron intercambiar palabras, cada uno en el grupo conocía su papel a la perfección. Uno permanecía rezagado, rodilla en tierra, dando cobertura con disparos limpios y precisos mientras el resto avanzaba unos metros. Los disparos eran siempre en la zona de la cabeza. Luego los tres esperaban al rezagado, disparando a los zombis más cercanos hasta volver a reunirse. Simplemente se trataba de avanzar rápidamente sin llamar demasiado la atención.

Sabían que los disparos y el movimiento enloquecían a los espectros, y sabían perfectamente lo que eso significaba; en un momento dado, un muerto viviente te veía y comenzaba a gemir y al siguiente poco más de una decena de aquellas monstruosidades salía de sus escondites atraídos por el escándalo llamando a su vez a más criaturas de más lejos.

El grupo de rescatistas no había avanzado ni la mitad de camino cuando uno de aquellos infectados, un hombretón negro de aspecto imponente y vestido de policía se abalanzó sobre la enfermera Patti, pero fue contundentemente rechazado con un rápido golpe de culata por parte de su esposo; ello le dio tiempo suficiente a uno de los novatos, antes trabajaba sirviendo smoothies en la plaza Gran Central, para apuntar a la cabeza y disparar. La distancia al edificio asediado por los muertos era tan corta que ninguno de los tres se detuvo ni el tiempo necesario para ver cómo su víctima caía al suelo, concentrados ya en su siguiente objetivo.

Los disparos de la chica emo desde la retaguardia llegaban a los tres rescatistas como un golpe seco y sorprendentemente rítmico, pero su puntería no era tan eficiente como se hubiese deseado. Pequeños jirones de ropa y sangre salían despedidos a menudo de la zona de los hombros, la espalda o un lado de la cabeza de los zombis, pero nada de aquello detenía a los espectros.

Finalmente, y tras disparar incansablemente por casi diez minutos, los cuatro habían llegado a la zona del cruce que se había mantenido despejada de vehículos y demás obstáculos, por lo que pudieron correr el último tramo hacia el portal del edificio. El cadáver de una rechoncha mujer con un uniforme raído de policía les miraba con una expresión extraña en su desvencijado rostro, como si no comprendiese lo que veía. El chico smoothie le apuntó brevemente, pero pronto la descartó como peligro potencial al ver que realmente se trataba de un simple cadáver y siguió adelante. El sudor les chorreaba por la frente y les caía en los ojos. Muy pronto alcanzaron el portal.

—Cerrado. ¡Genial! —dijo Pacowski, contento, tras tironear brevemente de la puerta de doble hoja. Un portal cerrado significaba que ninguno de los caminantes había logrado entrar.

Maggie introdujo una mano por uno de los muchos cristales reventados e intentó abrir la puerta desde dentro, pero sin resultado.

—Alguien destruyó el cerrojo que habíamos instalado —anunció, apartándose de la puerta con un rápido movimiento. Patti y el chico smoothie apuntaban a los zombis que tenían alrededor. Cada vez eran más los que se acercaban hacia ellos. Entonces Pacowski bajó el fusil y embistió la puerta con una violenta sacudida. El pestillo cedió al tremendo choque y la puerta se abrió.

Ese movimiento terminó por sacar a los zombies de su estado de pesadez. El cadáver de la gorda mujer policía que el chico smoothie había identificado como inofensivo se revolvió de repente, como sacudido por una descarga, e inmediatamente comenzó a arrastrase hacia ellos. El aire se llenó con los roncos gruñidos de los caminantes que se acercaban a la distancia.

Maggie ajustó el ángulo de su rifle con un mínimo movimiento y disparó. Sorprendentemente le dio al primer intento a la cabeza de la criatura hinchada del suelo. Hubo un chillido, como si un globo se estuviera desinflando. El disparo hizo volar trozos de cráneo en todas direcciones y las extremidades devoradas perdieron al instante la fuerza, haciéndola caer sobre su costado con un sonido acuoso, como un chapoteo.

— ¡Adentro! —llamó Patti desde el interior del portal.

El chico smoothie cruzó el umbral y la puerta se cerró tras él. Maggie, quién tenía ya el soldador de bolsillo en la mano, empezó a trabajar en el quicio, bloqueando las bisagras. Era una operación que había llevado a cabo muchísimas veces, y tardó un minuto en tenerlo todo listo. Sin embargo, ese tiempo fue suficiente para permitir a un buen número de cadáveres gimiendo acercarse. Mientras la soldadura se llevaba a cabo, Pacowski sujetaba la puerta con el peso de su cuerpo y Patti y el chico smoothie apuntaban sus armas hacia el interior del portal.

— ¡Asegurada! —dijo la emo al fin, cerrando la tapa del soldador y devolviéndolo a su cinturón de herramientas.

—Bien… —dijo el chico smoothie, abandonando la posición de fuego de cobertura. Miró a sus compañeros e inflando el pecho exclamó una frase famosa de una famosa película—. ¡ELLOS NO PODRÁN PASAR!

Todos rieron, incluso la amargada, y algo bizca, Maggie.

No encontraron ningún cadáver en las habitaciones de la primera planta. Todas estaban vacías tal como las habían dejado, vacíos sus armarios y cajones: aquel edificio había sido uno de los primeros en ser saqueado por los supervivientes del lago. Sin embargo, en las escaleras al segundo piso encontraron un gran destrozo: los muebles que habían sido dejados atrás por ser demasiado grandes y pesados habían sido derribados sobre los escalones, y tan pronto como pasaron aquel primer obstáculo se encontraron con huellas de sangre y porquería esparcidas por todas partes. Algunos charcos de lo que parecía haber sido leche se habían evaporado ya, dejando manchas mohosas tras de sí. El papel tapis había sido arrancado, a trozos, con delirante devoción. También habían derribado todas las puertas a las habitaciones del segundo piso… salvo por una puerta al final del corredor, todos en el grupo sabían que se trataba de un pequeño armario.

Siendo consciente que era la peor tiradora del grupo, Maggie se adelantó a los demás y con una mano temblorosa tomó el picaporte de la única puerta en pie, lo giró y dando un rápido paso hacia atrás terminó por abrirla de par en par. Temían que dentro de aquel espacio cerrado estuvieran zombificados los cuatro compañeros que habían salido a buscar o que quizá sólo estuvieran sus cadáveres, todos ellos muertos por inanición, pero lo que los recibió fue la visión de un cuerpo delgado y pálido acurrucado al fondo de la estrecha habitación sin ventanas, un delgado niño albino les daba la espalda.

Confundido por la palidez del cuerpo desnudo, el chico smoothie pensó en volarle la cabeza ahora que lo tenía a tiro para evitar problemas, pero Patti le puso una de sus delgadas manos en el hombro y sólo entonces, cuando bajó finalmente el arma, fue que notó los débiles lloriqueos y la forma tan desamparada en la que el pequeño temblaba mientras abrazaba una de sus manos… la tenía vendada con papel tapiz.

-o-

El puño de Lynn golpeó con fuerza una de las metálicas mesas del laboratorio, dejando en la superficie cromada una pequeña abolladura y causando que Meli volviera a encoger sus brazos y piernas para formar una pequeña esfera protectora. Esta vez ni la mirada de reproche de Lori evitó que la castaña explotara.

— ¡¿Y ya?! ¡¿Eso es todo lo que vas a contarnos?! ¡El trato era que te daríamos comida a cambio de información sobre lo que le pasó a nuestro hermano y sólo nos dijiste que tú y tus estúpidos amigos le dispararon a Lincoln con una pistola de balines!

La deportista se levantó e hizo gesto de ir hacia la pequeña pero antes de que diera un paso siquiera, una de las gemelas, Lana, se plantó firme entre su hermana y la sobreviviente. Tras un par de segundos sin que ninguna apartara sus ojos de la otra, la castaña volvió a su asiento maldiciendo en voz baja.

—Meli, por favor perdona el comportamiento de nuestra hermana pero debes entender que los eventos recientes nos tienen a todas un poco nerviosas.

Las palabras de Lisa sonaban tensas, ella también esperaba una respuesta más clara y concreta acerca del por qué a la condición de su hermano.

—Lo que dijiste no tiene mucho sentido —dijo Lana mientras guardaba en uno de los muchos anaqueles la libreta en la que Lisa había estado tomando notas, su voz, a diferencia de las de sus hermanas, sonaba con la apatía que ahora era le habitual—, Meli, debe haber algún detalle que no estés recordando bien del todo… por favor, has memoria.

—Me gustaría contarles más, pero estaba tan asustada y hambrienta que realmente no recuerdo mucho de las horas durante las cuales nos persiguió esa cosa en la que se convirtió Lincoln… tampoco recuerdo mucho de los tres o cuatro días que Lindsay y yo estuvimos perdidas en el pueblo antes de toparnos nuevamente con la escuela. Como sabíamos que esa cosa no nos había dejado de seguir nos encerramos en el sótano hasta que ustedes me salvaron.

Los rostros de Lisa y de Lana perdieron casi al instante toda expresión mientras que las voces del resto de las hermanas empezaron a luchar por hacerse oír sobre las demás, pero al final fue la de Lola la que prevaleció.

— ¡Momento! Entiendo que el Lincoln zombie tomara por sorpresa a uno de tus compañeros pero después de que atacara esa primera vez ¿por qué no lo despedazaron entre los tres que quedaban? ¿Por qué huyeron tú y la otra dejando al escolta que les quedaba atrás?

La espalda de la pequeña se retorció en un escalofrió enorme al tiempo que el color abandonaba su rostro. Abrazando sus piernas con un poco más de fuerza, Meli respondió.

—Después de que Lincoln le arrancara la garganta a Hank sólo con los dientes, se abalanzó sobre Lindsay… fue entonces que Hawk reaccionó y alcanzó a agarrar a Lincoln por el cuello antes de que logrará atacar a mi amiga, creí que todo acabaría rápido pero entonces la cabeza de Lincoln giró hacia atrás como la de un búho y logró cerrar su quijada sobre la mano de Hawk yo… yo no sólo oí como los huesos de nuestro último escolta se quebraban, sino que pude ver como el pequeño y delgado Lincoln le arrancaba el brazo completo sólo con tirar una sola vez.

Aquellas palabras golpearon a las hermanas como un martillo contra cristal. Los dedos de Lisa comenzaron a sudar incontrolablemente antes de helarse completamente conforme la sangre abandonaba sus manos para dirigirse a su rostro. La pequeña científica comenzó a sentir mucho frio. La adrenalina corriendo por su cuerpo le dio la impresión de haberse metido en medio de una ventisca invernal. Pensó que de un momento a otro comenzaría a ver nieve cayendo dentro de su laboratorio. Se preguntó si sus otras hermanas, si Lana en específico, estarían pensando lo mismo; la mirada estupefacta de la rubia multiusos así como el silencio general confirmaron sus sospechas.

Rompiendo el estupor que las había invadido, Lori se paró enfrente de todas. Lisa vio cómo se quitaba una de sus zapatillas. La pequeña congregación de mujeres miró fijamente a la primogénita, pero ella sólo vio fijamente a la castaña de lentes. La rubia apretó con fuerza su calzado, pareció inspirar profundamente y golpeó una única vez con el zapato la mesa que Lynn acababa de abollar. Tras unos segundos de inacción, todas las presentes se pusieron de pie.

—Escuchen, sé que la situación con esa cosa que se parece a nuestro Lincoln todavía suelta quién sabe dónde parece ser literalmente imposible de superar —los ojos azules volvieron a centrarse fugazmente en Lisa—, pero no debemos olvidar que esa cosa es solamente una y nosotras somos once mujeres que hemos aprendido a sobrevivir en este mundo hostil; siempre que sigamos haciendo las cosas con el mismo cuidado con el que hemos actuado estos últimos años podremos con lo que se nos venga encima. ¡A trabajar!

Toda la situación le pareció algo irónica. Las cosas comenzaban a ponerse difíciles y era Lori la primera en actuar para asegurarse que ninguna perdiera el rumbo; después de todo lo que había pasado aún podía contar con su hermana mayor. ¡Ella también haría su parte para ayudarlas a todas!

Sacando algunos cubreobjetos de un cajón y encendiendo el microscopio que descansaba a salvo bajo la mesa abollada Lisa se propuso estudiar la muestra que sus hermanas acababan de llevarle, comenzaría con uno de los dedos de la mano cercenada de la cosa-Lincoln.

—Supongo que eso significa que no estoy exenta de mis rondas de vigilancia en los alrededores ¿cierto? —bromeó Luan, ganándose algunas risas no tan apagadas por parte de algunas de sus hermanas y unas cuantas palmaditas en la espalda por parte de su compañera de cuarto.

—Si quieres podemos hacer un pequeño intercambio de tareas, yo cuido el perímetro y tú atiendes en la enfermería a nuestra Muhammad Ali local —dijo la rockera señalando no tan disimuladamente a Lynn—, creo que se acaba de romper la mano… otra vez.

Lynn respondió algo mientras una sonrisa culpable y adolorida comenzaba a florecer en su rostro, pero Lisa no le puso la atención suficiente para saber qué, estaba demasiado concentrada en la terea frente a ella como para que le importase.

Consciente que su amiga prefería trabajar sola, Darcy se apresuró a alcanzar a las mujeres Loud en la escalera para salir del bunker; frente a ella y esperando que la escalera se liberara para subir, Lola seguía intentando tranquilizar a la recién llegada.

—Tranquila Mel, ya te habíamos dicho que podrías quedarte si así lo quieres…

—No le hagas caso a lo que diga Lynn, cuando le dan sus ataques de ansiedad dice muchas estupideces —interrumpió Darcy—. Primero desayunaremos. Ya te mostraremos el resto de nuestro campamento más tarde para que nos digas en qué quieres ayudarnos.

La recién llegada sonrió, mostrando por primera vez una sonrisa y dejando finalmente que Lola la estrujara en un abrazo.

Aprovechando la seguridad que le daba estar cerca de sus nuevas amigas, Meli se atrevió a subir primera la escalera de mano que llevaba al exterior. La intensa luz de una docena de lámparas LED la golpeó en el rostro tan pronto como se acercó al final y por extraño que parezca, esa señal, la intensa iluminación en la abandonada avenida Franklin la aterró. Lola le había dicho que siempre procuraban evitar sacar llamar la atención y sin lugar a dudas aquel espectáculo de luces blancas seguro llamaría demasiado la atención en una ciudad a oscuras.

Experimentando aquella sensación tan familiar del pánico Meli se obligó a subir los últimos escalones y asomar la cabeza por el borde, apenas unos centímetros, lo necesario para poder echar un vistazo a sus alrededores. Algunos metros alejado pudo ver un muro liso y trasparente que brillaba tenuemente en color verde, el escudo de fuerza de Lisa. Miró hacia otro lado y vio las paredes blancas y las ventanas cubiertas con láminas de metal del hogar Loud. Todo lucía perfectamente normal, todo salvo por la roja puerta de entrada; una gran mancha de sangre y lodo escurría a la mitad de la puerta abierta.

Atragantándose con su propio miedo por su seguridad, la del campamente y la de sus nuevas amigas, Meli se animó a subir los últimos escalones que le faltaban para salir del bunker completamente y ayudar en lo que fuera necesario. En ese preciso instante, un par de botas purpura se plantaron frente a ella al tiempo que una voz rasposa la detenía.

—Será mejor que ustedes se queden allá abajo, tan pronto como Lori termine de revisar a Lily la enviaremos con ustedes. Hasta entonces no quiero que salgan hasta que les digamos que ya es completamente seguro.

Meli miró hacia arriba para encarar a Luna.

— ¡¿Qué fue lo que pasó?!

La rockera ya estaba por decirle a la niña morena que no se preocupara y que en lugar de ponerse a hacer preguntas volviera a bajar las escaleras cuando su hermana menor la interrumpió.

—Leni y Lily dicen que vieron a alguien o algo entrar a hurtadillas a la casa… dice que era una niña…

— ¡Lo importante es que nosotras nos encargamos! —cortó Luna callando con la mirada a Luan—. Meli, sí quieres ayudarnos dile a Lisa que nos envíe aquí uno de sus drones y por favor vuelve al bunker de una vez.