Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.

¡Gracias por las lecturas y comentarios!


Shouto

Shouto levantó la vista de su lector electrónico cuando percibió movimiento fuera de la tienda esperando ver a Izuku, pero fue Bakugou quien entró, cerrando la cremallera tras de sí y buscando a su alrededor con la mirada. Shouto lo observó sin disimulo alguno. No había querido preguntarle a Izuku sobre el resultado de su conversación con Bakugou, pensando que este se lo contaría si quería. Aunque Izuku se había mostrado tranquilo durante las primeras horas del día, a lo largo de la tarde se había ido poniendo más y más nervioso. Encerrado en sí mismo, apenas había prestado atención a Shouto durante la incursión en la cueva, pero este había decidido permitirle tener espacio suficiente para pensar y canalizar adecuadamente lo que le estuviese cruzando por la cabeza, limitándose a ofrecerle regresar a la tienda temprano y pasando el tiempo con él, apoyándole silenciosamente hasta la hora de la cena.

También había observado a Bakugou con atención. Su rutina deportiva había sido caótica y más lenta de lo habitual. En el entrenamiento había conseguido vencer, pareciendo súbitamente concentrado de nuevo durante el combate de práctica. Sin embargo, al terminar había ido sumiéndose en el mismo ensimismamiento nervioso que había invadido a Izuku y ya en la ducha apenas habían pronunciado palabra alguna. Durante el almuerzo había parecido abatido, pero en la cena su rostro tenía mejor color y parecía más animado. Eso le había dado esperanzas. En cambio Izuku, que en el almuerzo todavía parecía optimista, en la cena apenas había probado bocado, ansioso y con cara triste. Sin saber muy bien cómo manejar aquello, Shouto se había levantado cuando la hora de la hoguera terminó, ofreciéndose a volver con él inmediatamente a la tienda de campaña a pesar de que sus amigos se habían acercado a ellos para charlar. No se le había escapado que Bakugou los había seguido con la mirada desde donde estaba sentado, pero Izuku no se había dado cuenta de nada.

—Ha ido a la tienda de Kaminari a cargar el móvil, no tardará mucho en volver —le indicó Shouto en tono neutro. Bakugou dudó durante medio segundo, pero asintió. Shouto lo siguió fijamente con la mirada mientras se descalzaba, sacaba la ropa de dormir y se cambiaba. Bakugou se dio cuenta, pues le dirigió varios vistazos fugaces antes de sentarse en su futón a lo indio, pero no se quejó.

Izuku había mirado el teléfono nada más llegar a la tienda. Shouto suponía que buscaba distraerse. Él habría querido tranquilizarle y asegurarle que Bakugou haría lo correcto, hubiese dicho lo que hubiese dicho por la mañana, y calmar su ansiedad a besos. Se moría de ganas por volver a besarlo como la noche anterior, aunque comprendía que Izuku necesitaba resolver todo aquello con Bakugou antes de volver a hacerlo, así que se había resuelto tener paciencia. Shouto había intentado detenerle cuando había anunciado que iría a la tienda de Kaminari para cargar el teléfono, convencido por la mirada de Bakugou al verlos abandonar la hoguera de que este no tardaría en levantarse de la mesa y seguirles hasta allí, pero Izuku no le había escuchado.

—Tienes mejor cara que este mediodía —dijo Shouto al cabo de unos segundos.

Bakugou le miró, desconcertado, antes de entrecerrar los ojos con sospecha.

—Ha sido un día largo —respondió al cabo de unos momentos.

—Para Izuku también. —El otro chico frunció más el ceño y Shouto comprendió que había metido la pata—. No pretendía echártelo en cara, sólo comentarlo. Sé que a veces puedo ser… bueno, un poco seco, pero no lo decía con mala intención. Pensaba que querrías saberlo. Yo habría querido saberlo, supongo. No lo sé.

—¿Y para ti? ¿Ha sido largo? —preguntó Bakugou con aspereza.

Shouto se lamió los labios, reflexionando antes de contestar.

—Tampoco lo he pasado bien. Tú parecías perdido y no sabía cómo llegar a ti. Ni siquiera si tú querías que intentase hablar contigo. He intentado consolarte, pero creo que no me ha salido muy bien. Lo siento, no se me dan bien esas cosas, pero estoy intentando aprender, la próxima vez lo haré mejor. Tampoco sabía cómo ayudar a Izuku. Ni siquiera sé si necesitaba ayuda o sólo mi apoyo. O si le he apoyado adecuadamente. —Respiró profundamente al terminar. No solía decir frases tan largas. Bakugou había ido relajando la expresión de su rostro al oírlo.

—Se supone que eres su novio ya, ¿no? —preguntó Bakugou, ya sin asomo alguno de hostilidad en su voz.

—No funciona así, creo. No sé cómo se es un buen novio y tampoco sabes manejar estas situaciones sólo por ser su novio —confesó Shouto, que también se sentía un poco perdido.

—Haberle besado.

—No es tan fácil. Me parece que no eran mis besos los que quería Izuku en ese momento —admitió Shouto, con media sonrisa, adivinando en la expresión de Bakugou su frustración.

—Vamos a tener que aprender mucho los dos —musito Bakugou, apretando la mandíbula.

—Eso parece —asintió Shouto—. Pero lo conseguiremos, estoy seguro. Aprenderemos juntos, ya verás.

Izuku entró en la tienda, mirando su teléfono móvil con atención y tecleando alguna respuesta a alguien. Sonrió en dirección a Shouto antes de descubrir a Bakugou. Su sonrisa, primero amplia, flaqueó hasta volverse insegura al verle.

—Deku… Izuku. Ya estoy preparado para hablar —dijo Bakugou cuando este se sentó en su futón, mirándolo con aprensión y retorciendo la sábana bajo sus dedos. Shouto se levantó, dispuesto a dejarles un rato a solas para que pudieran conversar tranquilamente, pero Bakugou se inclinó hacia adelante, cogiéndolo de la muñeca para detenerle—. Creo que deberías quedarte… Shouto.

Miró a Bakugou, desconcertado, dándose cuenta de que había utilizado su nombre por primera vez desde que se conocían. Se había acostumbrado a que en lugar de los estúpidos apodos que solía ponerlos a todos le hablase por el apellido y había valorado ese detalle en su justa medida, bastante seguro de que era la forma de Bakugou de reconocerle como amigo, pero aquello era una novedad. Bajó la mirada hacia la muñeca, donde los dedos de Bakugou, de Katsuki, lo agarraban con suavidad, sin hacer fuerza pero reteniéndolo. Sintió que su respiración se aceleraba con el contacto. Katsuki y él no solían tocarse más allá de los entrenamientos y cada vez que lo hacían, la sensación se quedaba en su piel durante horas y en su mente todavía no había descubierto cuál era el límite de veces que podía rememorar dichas sensaciones.

—Si vamos a hacer esto, te incumbe —le aclaró Katsuki antes de soltarle—. Creo que deberías quedarte y participar en la conversación.

Shouto asintió y se volvió a sentar, acariciándose disimuladamente el sitio donde los dedos de Katsuki le habían rozado, sintiéndolo más caliente que la piel de alrededor. Izuku se sentó abrazándose las rodillas, pareciendo vulnerable. Shouto pensó que ojalá poder darle la mano en ese momento, pues se veía nervioso, pero no quería complicar una conversación que preveía difícil de por sí. Decidido a apoyarle a pesar de que sabía por las palabras de Katsuki que no iban a ser malas noticias para Izuku, se pasó a su futón y se sentó junto a él, pegado a su costado. Izuku le dirigió una mirada de agradecimiento, intentando esbozar una sonrisa.

—Tengo varias condiciones —comenzó a hablar Katsuki. Shouto levantó una ceja y este se dio cuenta, porque corrigió rápidamente—. Más bien peticiones, si estáis de acuerdo. Joder, no sé cómo decir las cosas.

—No te preocupes, a mí también me pasa —dijo Shouto, intentando animarle—. Haremos un esfuerzo por entender lo que quieres decir.

—Claro que sí, Kacchan. Y también haremos lo que sea necesario para que tú estés bien con todo esto —aseguró Izuku, buscando la mirada de Shouto para estar seguro de que hacía bien en incluirle. Shouto asintió, sonriéndole para que supiera que todo estaba bien por su parte. Quería lo mejor para Izuku y estaba razonablemente convencido de que Katsuki lo era.

—La primera, tenemos que buscar momentos para que Izuku y yo estemos a solas, igual que vosotros pasáis tiempo juntos cuando yo no estoy —dijo Katsuki, mirándolos a ambos. Shouto volvió a asentir. Ya lo había pensado cuando Izuku había planteado la situación la noche anterior.

—De acuerdo —dijo Izuku, intercambiando una mirada con Shouto—. Tiene sentido.

—Yo puedo salir a correr a mi hora y vosotros hacerlo más tarde, o al contrario. También puedo pasar las tardes con Iida en lugar de ir al lago con vosotros. —Había estado pensando qué podía hacer él para darles esos ratos.

—No —negó Katsuki, frunciendo el ceño con disgusto. Shouto se sorprendió, porque había pensado que aceptaría sin pensarlo—. No quiero que dejemos de hacer lo que hacíamos juntos hasta ahora. Me gusta que vayamos los tres al lago o cuando hacemos deporte. Sólo… poder tener algún rato a solas con él. No tiene por qué ser forzado ni tampoco mucho tiempo, simplemente intentar encontrar algún rato.

—Últimamente leo muy poco —repuso Shouto, insistiendo de nuevo. Consideraba importante que Katsuki sintiese sus peticiones respaldadas y cumplidas—. Me gusta mucho leer y tener una hora o dos al día para hacerlo me sentará bien. Y puedo leer en cualquier parte, si queréis estar en el lago, en la tienda o donde sea, yo iré a otro sitio a hacerlo. Quizá un rato antes de la cena o después de la hoguera o justo tras el almuerzo…

—Creo que eso es buena idea —murmuró Izuku con admiración, sonriéndole—. Gracias, Shouto.

—De acuerdo. Otra cosa: quiero poder besarte, acariciarte o darte la mano cuando me apetezca —continuó Katsuki. Shouto enarcó las cejas otra vez, sorprendido—. No me mires así, Shouto; no me gusta que la gente me toque, pero Izuku y tú no sois gente.

—Sólo me desconcertó, no recordaba haberte visto hacerlo nunca con nadie —se defendió Shouto, levantando las manos. Hizo un esfuerzo consciente para controlar su respiración. No sabía si las palabras de Katsuki significaban que él también tenía permiso para tocarle o sólo eran una indicación de que no le importaba que lo hiciese si sucedía—. Tampoco es que nosotros lo hayamos hecho, claro.

—Pero sí quiero que lo hagamos. Entonces… —dijo Izuku rápidamente.

—Entonces, hagámoslo —concluyó Katsuki—. No quiero tener que esperar a estar a solas para besar a Izuku. Por supuesto, esto es válido también para ti, Shouto, no espero que os cortéis en hacer lo que os apetezca. Creo que al principio me costará acostumbrarme, pero voy a conseguirlo.

—Yo estoy de acuerdo —volvió a decir Izuku, entusiasmado, antes de contenerse y mirarle—. ¿Shouto?

—Si tú eres feliz, yo soy feliz. Que te beses con Katsuki no me va a hacer infeliz. Y ambos podemos ayudarnos mutuamente con los celos, que era lo que te preocupaba.

—¡Por supuesto! Podéis contármelo también siempre que necesitéis hablarlo —dijo Izuku, entusiasmado. Shouto asintió, devolviéndole la sonrisa, contento de que Izuku se estuviese animando y complacido porque Katsuki hubiese tenido en cuenta aquellos detalles—. ¿Qué más?

—Es la primera vez que hago esto. Intentad ser pacientes y no os rindáis conmigo —murmuró Katsuki, con menos confianza que las dos anteriores.

—¿Eso también es una petición? —bromeó Shouto. Katsuki esbozó media sonrisa y resopló divertido, lo que le indicó que aceptaba la broma—. También es mi primera vez, en todos los sentidos. No sé cómo se tiene un novio, mucho menos cómo se tiene un novio que tiene otro novio. Tendremos que ser pacientes los tres. Estamos juntos en esto.

—¿Sólo eso, Kacchan? —Katsuki se encogió de hombros antes de asentir, todavía pareciendo un poco inseguro—. ¿Shouto?

—Me parece una buena forma de empezar. Más adelante podemos ir afinando, si queremos o vemos que es necesario —asintió Shouto una vez más.

—Yo sí quiero dejar algo claro —dijo Izuku—. Ni qué decir tiene que podéis estar con quien queráis además de conmigo, pero… si es alguien especial para vosotros, con quien deseáis compartir algo más que… no sé, una noche… me gustaría saberlo. Estar ahí para vosotros si os gusta otra persona, que esa persona forme parte de mi vida, como amigo, como conocido, como vuestra pareja, lo que sea.

—Me parece bien —asintió Katsuki. Los tres se quedaron callados. Un leve rubor había cubierto las mejillas de Izuku, que agachó la cabeza con timidez.

—¿Puedo… puedo besaros ahora? —preguntó Izuku al cabo de unos segundos. Katsuki bufó para contener una carcajada y Shouto no pudo evitar sonreír también.

—Creo que has estado esperándolo todo el día —le animó Shouto, que estaba seguro de que Izuku llevaba deseando poder besar a Katsuki desde que habían hablado por la mañana.

Aunque también estaba deseando besarle, Shouto pensó que era justo, dado que él lo había besado la noche anterior, que Katsuki disfrutase de su momento. Izuku se apresuró a ponerse de rodillas para levantarse, pero se detuvo, mirando a Shouto con cara de inseguridad. Este le sonrió de nuevo, asintiéndole. Separándose de él, Izuku se acercó a Katsuki con torpeza, caminando sobre sus rodillas, apoyando las manos en sus piernas. Katsuki no dudó, poniendo una de sus manos en la nuca de Izuku y atrayéndole hacia su boca con decisión.

Shouto giró la cabeza con curiosidad, observando cuán diferente parecía ese beso de los que habían compartido Izuku y él la noche anterior. Katsuki parecía mucho más ansioso, demandante. Había entreabierto los labios pero, al contrario que ellos que sólo habían disfrutado de lamérselos suavemente con la lengua, Katsuki había profundizado el beso sujetándole la cabeza para no empujarle hacia atrás con el impulso. Izuku abrió los labios también, avasallado y dio un suspiro de placer cuando la boca de Katsuki empezó a moverse, ansiosa, sobre la suya, metiéndole la lengua en la boca a Izuku.

Katsuki prolongó el beso durante más de un minuto antes de apartarse hacia atrás unos centímetros, con un pequeño hilo de saliva colgando entre ambos. Izuku se lamió los labios, enrojecidos, respirando agitado.

—¿Bien? —susurró Katsuki, mirando a los ojos a Izuku, que asintió rápidamente, tragando saliva—. ¿Otro?

Izuku no contestó, sólo volvió a estrellarse contra sus labios, tomando la iniciativa del beso. Shouto sonrió, satisfecho de que por fin hubieran podido llegar a aquello y de que sus celos no se hubiesen disparado al verlos besarse. Sólo sentía que era correcto que lo hiciesen y comprendió que había estado tan convencido de que Izuku acabaría saliendo con Katsuki, que llevaba días preparándose para ese momento. Se alegró de que las cosas hubiesen salido de aquella manera. Pensando que querrían disfrutar del resto de la noche juntos, se movió disimuladamente hacia su futón con la intención de acostarse y darles algo de intimidad.

—¿Shouto?

Izuku se había separado de Katsuki, que no le había soltado, girándose hacia Shouto. Ambos le miraban. Katsuki tenía media sonrisa complacida en la cara e Izuku estaba radiante. Shouto se entristeció al pensar que debía haberles distraído al moverse, interrumpiendo su momento, y se arrepintió de no haberse quedado en el futón de Izuku para no molestarles.

—Sólo iba a… —intentó excusarse, tartamudeando.

—Ahora tú —dijo Izuku interrumpiéndole, gateando hacia él, incorporándose y poniendo las manos en sus hombros, cargando su peso sobre él. Desprevenido, Shouto cayó hacia atrás, notando el suelo de la tienda en la espalda, e Izuku se derrumbó encima de él—. Gracias por haber sido paciente hoy, Shouto. Has sido exactamente lo que necesitaba.

Sin darle tiempo a contestar, Izuku le asaltó la boca igual que había hecho Katsuki con él, con más decisión que la noche anterior. Sintió la lengua de Izuku tantear en sus labios y los abrió, cediéndole paso. Cuando sus lenguas se rozaron, sintió un escalofrió de placer recorrerle la espalda hasta pulsar en su entrepierna, excitándolo. Shouto gimió con placer, pasando las manos por la espalda de Izuku, intentando tocar más partes de él, azuzado por lo demandante del beso de Izuku, mucho más sensual que el primero que se habían dado. Con el estómago embargado por la emoción, empezó a mover su lengua sobre la de Izuku, lamiéndola, succionando con los labios para intentar meterla en su boca y disfrutando de la sensación cuando lo consiguió.

Cuando Izuku se separó de él, mirándole a los ojos, Shouto pudo ver en ellos la misma emoción que sentía en su estómago en ese momento, brillando con deseo. Le sonrió, intentando recuperar el aliento, e Izuku le sostuvo la cara con las manos y le plantó varios besos breves más en los labios, esta vez más dulces y menos impetuosos, antes de apartarse hacia atrás y darle libertad de movimiento. Se fijó en Katsuki, que seguía sentado donde Izuku le había dejado, mirándoles con atención. No sonreía, pero asintió con aprobación. Izuku se separó de él y reptó de vuelta a su futón, sentándose abrazado a las rodillas, pero su aspecto ya no era vulnerable, sino alegre. Sonreía con ganas, intercambiando miradas entre Katsuki y él.

—Deberíamos dormir —susurró Shouto, temiendo que se rompiese el momento si forzaban la situación. Izuku asintió, mostrándose de acuerdo y envolviéndose en la sábana antes de darles las buenas noches.

Katsuki y Shouto se quedaron mirando a Izuku que, tumbado en su futón, giraba a un lado y a otro alternativamente, sin decidirse hacia qué lado girarse para dormir. Shouto se mordió el labio, pensando decirle que estaba bien por él si Izuku quería dormir con Katsuki, pero sin animarse a hacerlo porque él también deseaba que se acurrucase a su lado. Izuku suspiró y se removió de nuevo, indeciso. Shouto se arropó con la sábana, dispuesto a dejarle el espacio necesario hasta que se decidiese, pero Katsuki resopló con exasperación.

—Demonios, Izuku. Shouto —dijo Katsuki, llamándolo desde el otro lado de Izuku. Shouto le miró, interrogante. Katsuki estaba arrimando su futón, pegándolo al de Izuku para que no hubiese espacio entre ellos—. Así no tendrá que buscar a uno de nosotros durante la noche —le explicó con voz seria.

Shouto asintió, apresurándose a imitarle con el suyo y tumbándose a su lado. Izuku los miraba de hito en hito, pero pronto se abrió paso en su rostro una sonrisa a medio camino entre alegre y nerviosa. Bocarriba, Izuku entrelazó los dedos de sus manos con las de Katsuki y Shouto, apretándolas un momento antes de girar la cabeza hacia Shouto y besarle con gentileza.

—Buenas noches, Shouto —susurró, frotando su nariz contra la de él y volviendo a besarle, esta vez entreabriendo los labios durante varios segundos para lamerle la lengua. Volviéndose hacia Katsuki, hizo lo mismo. Shouto suspiró de placer cuando Izuku le apretó la mano, indicándole que seguía pensando en él mientras besaba a Katsuki e imaginó que había hecho lo mismo con el otro chico—. Buenas noches, Kacchan.

—Sabes a Shouto —dijo Katsuki en un tono neutro casi perplejo.

—¿En serio puedes notarlo? —preguntó Izuku, tensando su mano entre los dedos de Shouto

—Su pasta de dientes sabe a hierbabuena en lugar de a menta como la tuya. Se mezcla el sabor —murmuró Katsuki, mordiéndose el labio. El corazón de Shouto latió más rápido, preguntándose si él sería capaz de percibir el sabor de la boca de Katsuki en la lengua de Izuku sabiendo que era posible.

—¿Te molesta, Kacchan? —Katsuki no contestó verbalmente, limitándose a besar a Izuku de nuevo, que se dejó hacer durante unos segundos antes de volverse hacia Shouto y corresponderle. Shouto se concentró y creyó percibir una diferencia en el sabor de la saliva de Izuku. Excitado, se preguntó si eran imaginaciones suyas y por qué aquello le parecía tan importante. Un cosquilleo le invadió el estómago—. Será mejor que durmamos.

Katsuki acomodó más cerca de Izuku, invadiendo parte de su futón, y este soltó sus manos y se acurrucó bajo su brazo inmediatamente utilizando su hombro como almohada y agarrándose a su camiseta, inhalando profundamente el olor corporal de Katsuki antes de cerrar los ojos con evidente placer. Shouto se preguntó si aquello significaba que Izuku prefería pasar esa noche con Katsuki de manera consciente. Indeciso, se quedó bocarriba al lado de Izuku, cruzando las manos sobre el pecho, contento por estar compartiendo el espacio con el chico, mucho más cerca de lo que habría estado de no estar colocados así.

Con otro bufido exasperado, Katsuki le llamó la atención tirando de su camiseta insistentemente. Con un gesto de la cabeza, este le indicó que se acercara a Izuku. Dudando, porque él también solía dormir bocarriba, Shouto se puso de lado, detrás de Izuku y le pasó el brazo alrededor de la cintura, acercándose a él lo más posible sin terminar de pegar su cuerpo al suyo y los cubrió a los tres con su sábana. Sin embargo, Izuku no pareció conforme. Enredando las piernas con las de Shouto, le incitó a acercarse más. Este obedeció, estrechándose contra él a pesar de que temía que Izuku se arrepintiese al sentir lo duro de su entrepierna. Un suspiro complacido de Izuku cuando Shouto estuvo tan cerca que todo su cuerpo estaba en contacto con el de él le indicó que todo estaba bien para él y Shouto cerró los ojos, dispuesto a dormir. Izuku, que todavía parecía incómodo, se removió. Shouto volvió a tensarse, pensando que el problema estaba en que, finalmente, Izuku había notado qué pasaba dentro de sus calzoncillos.

—Puedo apartarme si quieres. No estás cómodo y necesitas dormir bien —susurró Shouto, que no sabía si Katsuki seguía despierto.

—¿Qué? ¡No! —contestó Izuku, renuente a dejarle separarse—. Es… Se me clava tu mano en la tripa, pero no quiero que dejes de abrazarme. Me acostumbraré.

—¿Mi mano? —preguntó Shouto desconcertado—. Creía que lo que te molestaba era…

—No, no —negó Izuku, removiéndose de nuevo en busca de una postura que le resultase más cómoda, lo que hizo que su culo se frotase más contra la entrepierna de Shouto, que movió las caderas hacia atrás. Izuku volvió a incitarle a acercarse enganchando las piernas con las suyas—. Eso no me molesta, Shouto. De hecho me gusta, quédate así. Es sólo que al tener tu mano atrapada entre Kacchan y yo, se me clava justo bajo el esternón.

—Trae acá —musitó Katsuki, cogiendo la mano de Shouto y poniéndola sobre su pecho. De esa manera el brazo de Shouto seguía abrazando a Izuku, pero en lugar de su pecho tocaba el de Katsuki—. Solucionado.

—No quiero causar molestias.

—No las causas —gruñó Katsuki, que no había soltado la mano de Shouto.

—Pero a ti no te gusta que la gente…

—Te he dicho que no eres gente, Shouto. Odio tener que repetir las cosas.

Shouto no contestó, recordando las palabras de Katsuki con otro cosquilleo en el estómago que no quiso detenerse a interpretar, dejándose llevar. Aunque las respiraciones de Katsuki e Izuku le indicaron minutos después que se habían dormido, él tardó un poco más en conciliar el sueño, desvelado por las sensaciones en sus calzoncillos cada vez que Izuku se movía o pateaba, frotándose contra él y la de su mano cuando Katsuki la apretaba en sueños, sin soltársela en toda la noche.

Los cambios en su rutina fueron mínimos, en esencia no hacían nada diametral diferente salvo que sus interacciones habían cambiado de forma decisiva. Shouto seguía haciendo la función de despertador para salir a hacer deporte, pero los llamaba suavemente a la vez en cuanto abría los ojos para poder disfrutar de unos minutos remoloneando antes de levantarse. Los tiempos en los que Katsuki y él se saludaban con unos cáusticos buenos días también habían pasado. Shouto pronto se acostumbró a dormir de lado, abrazado a Izuku, cuando este elegía acurrucarse junto a Katsuki y este hacía lo mismo si Izuku decidía abrazarse a Shouto. Se tomaban de la mano el uno al otro para facilitar que Izuku pudiese descansar mejor en el abrazo conjunto y, al despertar, se reconocían dándose un pequeño apretón, sin soltarse mientras Izuku se removía entre ellos, repartiendo besos cariñosos y palabras susurradas.

Katsuki seguía sentándose en las horas de las comidas con sus amigos, pero repartía sus tardes de manera que siempre pasaba un rato con ellos dos, ya fuese en el lago, paseando por el bosque o explorando alguna de las cornisas cercanas en busca de nuevas cuevas o senderos por los que trepar. Shouto disfrutaba de los momentos en los que Katsuki estaba con sus amigos para estar a solas con Izuku y había aprendido a dejarlos rezagados al volver de sus excursiones del bosque. También leía más al aire libre o en la tienda, según lo que Izuku y Katsuki prefiriesen hacer. Al principio había creído que le resultaría incómodo, pero se sentía natural y adecuado.

Las tardes que los tres pasaban el lago, tomando el sol encima de la piedra o bañándose en el agua, habían empezado a ser las favoritas de Shouto. Katsuki, que se sentía más cómodo desde que habían establecido los acuerdos de su relación, había empezado a sacar una faceta más juguetona que hasta entonces Shouto desconocía. Disfrutaba de los momentos en los que se bañaban, salpicándose, intentando atraparse unos a otros bajo el agua, resbaladizos, o intentando hacer ahogadillas y defenderse al mismo tiempo. Si Izuku y él estaban a solas, sobre todo las primeras horas de la tarde, dedicaban el tiempo a acariciarse y besarse. Sus caricias, aprovechando que ninguno de los dos llevaba la camiseta, se volvían más atrevidas en esos momentos.

Cuando Katsuki llegaba se tiraban al agua, divirtiéndose con alguna absurda competición de nadar, ahogarse o salpicar hasta que, agotados, se tiraban de nuevo encima de la roca con sus brazos y piernas entrelazadas, relajándose, e Izuku se esforzaba por corresponder las caricias de ambos aprovechando aquellos momentos en los que estaban más o menos solos, suficientemente alejados de sus compañeros. Los primeros días Shouto había intentado levantarse y dejarles disfrutar del último rato encima de su piedra, pero tanto Izuku como Katsuki le habían convencido de que se quedase y él había accedido, contento de que eligiesen estar con él ese rato.

No habían vuelto a separar los futones desde la noche en la que los tres habían sentado las bases de su relación. Izuku solía acurrucarse cada noche con uno de ellos, alternando equitativamente a pesar de que tanto Shouto como Katsuki le habían insistido en que no era necesario. Luego se movía inquieto mientras dormía, pateándolos aunque le tenían acorralado por ambos lados, y era imposible saber cómo despertaría, lo cual les divertía bastante. Katsuki y él habían empezado a bromear intentando predecirlo para chinchar a Izuku. Secretamente, Shouto había empezado a adorar las ocasiones en las que Izuku elegía dormir bocarriba y Katsuki y él se tumbaban a cada lado de él, abrazándole la cintura y apretándose contra su cuerpo, porque sentía la mano de Katsuki rozar su tripa con el dorso de los dedos cuando este acariciaba lentamente el abdomen de Izuku.

Katsuki se había esforzado activamente en cumplir sus palabras y se mostraba cariñoso con Izuku al mismo tiempo que permitía todos aquellos roces casuales con Shouto. A pesar de que durante el día sólo compartía caricias, besos o se daba la mano con Izuku cuando estaban los tres a solas en las tardes, en la tienda Katsuki daba rienda suelta a sus ganas de estar con él. Shouto adoraba poder besar la nuca y el inicio de la espalda de Izuku, acariciar su abdomen por debajo de la camiseta y enredar las piernas con las suyas mientras este besaba a Katsuki. Cuando Izuku se daba media vuelta para besarle a él, con los labios hinchados y el sabor de Katsuki en la lengua, que había aprendido a identificar claramente, Shouto se apretaba contra él intentando no frotarse desesperadamente contra su pubis y sintiendo cómo los dedos de Katsuki le acariciaban el abdomen accidentalmente cuando buscaba el de Izuku.

Únicamente durante los entrenamientos de Dones, que Shouto seguía planificando con Katsuki para asegurarse de que este también sacaba toda la potencia posible de su Don, aquella rutina de caricias ardientes se transformaba en especie de competición cómplice que Shouto encontraba igualmente excitante y que hacía que le doliesen los huevos al terminar y que en la ducha tanto Izuku como Katsuki dirigiesen furtivas miradas curiosas a su incómoda erección.

—¡Concéntrate, joder! —le gritó Katsuki en uno de los entrenamientos, varios días después de que su relación se asentase, desviando una explosión por encima de su hombro derecho, que debería haber ido directa a su cara. Shouto parpadeó sorprendido, distraído por sus pensamientos. Normalmente Katsuki no tenía miramientos con ninguno de los dos, exigiéndoles el máximo. Siempre entrenaba a fondo, igual que peleaba y besaba, dándolo todo de sí, y no era la primera vez que Izuku o Shouto se despistaban y se llevaba una quemadura por alguna de las explosiones de Katsuki—. ¡Segunda oportunidad! ¡Como la cagues de nuevo te mato! —le avisó antes de repetir el mismo movimiento.

Shouto, esta vez prevenido, lanzó un torpedo de hielo, obligándole a desviar unos centímetros el brazo con el que estaba creando la explosión, alejándola lo suficiente para impedir que impactase en él. Envió algunos más, directos al torso de Katsuki, pero este saltó sobre ellos con un grito salvaje, utilizándolos como apoyo para aprovechar el impulso de sus explosiones y enviando otra explosión con ambas manos a la vez hacia él, antes de que Izuku le pateara la espalda con ímpetu, tirándole al suelo. Shouto creó un escudo de hielo cuando Katsuki se volvió contra Izuku, soportando la explosión por este y protegiéndole.

Ese día, su misión en el entrenamiento era defender a Izuku a toda costa mientras este atacaba a Katsuki con todas sus fuerzas. El propósito era que Shouto, que solía utilizar su hielo y llamas ofensivamente, cogiese práctica en hacerlo protegiendo a otro héroe desde la segunda línea. Izuku, que solía centrarse más en saltar y esquivar, alternando ataques, debía aprender a utilizar su Don de manera más ofensiva, así que Katsuki y Shouto habían decidido que era una buena manera de intentarlo. Habían establecido que Izuku y él perderían si Katsuki tocaba la espalda de Shouto, pero ganarían si Izuku tocaba la de Katsuki. Izuku había protestado por la disparidad del ejercicio al ser dos contra uno, pero Katsuki sólo lo había mirado con entusiasmo y un brillo feroz en los ojos.

—Entonces, ganadme en menos de una hora —les había retado a los dos con una mueca petulante.

Llevaban casi tres de entrenamiento e Izuku no había conseguido acercarse con las manos por delante. Sólo había conseguido patearle en un par de ocasiones, siempre cuando Katsuki estaba centrado en Shouto, siendo rechazado con relativa facilidad en las demás.

—¡Deja de defenderte y ataca de una vez, Deku! —bramó Katsuki—. ¡Tienes que atacarme, no defenderte, joder, maldita sea tu estampa! —Shouto contuvo una carcajada al ver la sonrisa de Katsuki, que se amplió mientras disparaba una retahíla de explosiones que Shouto anuló con su hielo fácilmente.

—¡Cúbreme! —le gritó Izuku.

Shouto asintió y envió una pasarela de hielo por delante de él, proporcionándole apoyos para que saltase como un conejo acercándose a Katsuki, al mismo tiempo que creaba una gran llamarada con la otra mano para intentar acorralar al otro chico contra la pared de fuego y obligarlo a enfrentar a Izuku. Una carcajada brutal le indicó que, por lo que fuese, Katsuki esperaba que hiciesen ese movimiento. Sin pensarlo dos veces ni avisar a Izuku quebró la pasarela para crear un muro de hielo frente a Izuku, justo a tiempo de interponerse justo a tiempo ante una explosión inesperada de Katsuki, conteniéndolo unos segundos hasta que lo reventó con dos explosiones más. Iba a levantar otro, pero Izuku brillaba con potencia, girando en una patada, adaptándose al movimiento de Shouto con naturalidad y precisión a pesar de lo imprevista que había sido.

—¡Ahora! —gritó Izuku, a la vez que Katsuki gritaba emocionado levantando el brazo para asestar el golpe final.

—¡Muere!

Shouto envió una serie de torpedos de hielo, su última capacidad aprendida, como los que había utilizado segundos antes, pero dirigidos a los pies de Katsuki. Habían descubierto durante las tres horas anteriores de entrenamient que Katsuki apenas miraba lo que ocurría en sus piernas, al contrario que Izuku que sí estaba muy pendiente. Apagó la pared de fuego de detrás de Katsuki, enviando una llamarada hacia el hielo que había creado, justo cuando Katsuki golpeaba. Una gran nube de vapor se formó cuando el fuego colisionó con el hielo, sublimándolo. Preocupado, Shouto entornó los ojos intentando distinguir algo en la nube, pero no consiguió ver nada.

Los dos chicos cayeron en picada, saliendo del vapor y dirigiéndose hacia el suelo a gran velocidad. Shouto corrió hacia ellos creando una pista de hielo que los recogió como un tobogán, deslizándolos hasta el suelo. Había conseguido impedir que cayesen a plomo, pero seguían resbalando demasiado rápido, así que aceleró lo más que pudo. Llegó al borde del tobogán justo a tiempo de contener el impacto de ambos cuerpos con el suyo, que le empujaron hacia atrás con la fuerza del impulso, derrumbándolo bajo el peso de los dos encima de él.

—¿Izuku? ¿Katsuki? —les llamó, preocupado porque ambos tenían los ojos cerrados con fuerza. Katsuki gruñó malhumorado e Izuku gimió adolorido.

—Eres un idiota, Shouto —murmuró Katsuki al cabo de unos segundos, intentando levantarse, pero las piernas y los brazos le fallaron, temblando—. Te distrajiste, joder.

—Lo siento, Katsuki —se disculpó Shouto, intentando pasarse su brazo por los hombros para ayudarle—. ¿Estás bien? Espera, te ayudo a levantarte.

—Izuku primero —le exigió Katsuki, rodando hacia un lado con un gemido frustrado.

—Voy —obedeció inmediatamente Shouto.

Se incorporó, apretando el cuerpo de Izuku contra su pecho, antes de ponerlo bocarriba. Izuku ya había abierto los ojos, jadeando con una gran sonrisa en el rostro, pero negó con la cabeza.

—No conseguí tocarle espalda. No hemos ganado.

—No te preocupes por eso ahora —musitó Shouto, examinándole el cuerpo con un vistazo rápido para determinar que estaba todo bien—. ¿Estás bien?

—60%, Shouto —jadeó Izuku, intentando recobrar el aliento, entusiasmado—. ¡Kacchan! ¡60%, Kacchan!

—No te muevas —le ordenó Shouto, volviéndose hacia Katsuki—. Él está bien, sólo drenado de energía por el esfuerzo. Tardará un rato en poder moverse. ¿Cómo estás tú?

—Me duele el hombro —admitió Katsuki. Shouto lo revisó rápidamente, descartando que tuviese una lesión grave y masajeándolo para aliviarle. Katsuki contuvo un gemido de dolor al sentirlo, pero no dijo nada.

—Lo siento, Kacchan —dijo Izuku, intentando incorporarse y fallando debido al temblor de sus brazos y piernas—. No creí que pudiera mantenerlo al moverme, pero fui capaz.

—Voy a ayudarte a levantarte, Katsuki —le avisó Shouto en voz baja, preocupado por si el dolor del hombro escondía algo más grave.

—No. Sólo necesito estar quieto un momento —negó Katsuki. Shouto se apartó, temiendo haberle molestado, pero Katsuki le agarró por la muñeca con la mano sana—. Creo que el masaje que estabas haciendo estaba surtiendo efecto. ¿En qué estabas pensando, Izuku?

Sonó curioso, no enfadado. Shouto también miró a Izuku con interés, ya que no sabía qué había pasado exactamente, mientras retomaba el masaje en el hombro de Katsuki, presionando con fuerza los músculos para ayudarlos a relajarse y colocarse de nuevo en su sitio, cada vez más convencido de que sólo era una contractura.

—En los bloques de hielo. —Shouto asistió, empezando atar cabos. Katsuki sonrió antes de gruñir de dolor cuando Shouto presionó la contractura de otra fibra muscular—. Sabía que no los habías visto así que necesitaba saber el momento exacto en que Shouto los golpearía con el fuego para poder sujetar tu granada con la izquierda, patear uno de los bloques antes de que se derritiese y girar hacia tu espalda.

—Casi me arrancas el brazo de cuajo —se rio Katsuki, divertido ante la cara de culpabilidad de Izuku, que se tapaba los ojos una mano temblorosa—. Ahora sí quiero levantarme, Shouto. Gracias por el masaje, me encuentro mucho mejor.

—Lo siento, Kacchan.

—No lo sientas, joder, ha sido magnífico.

Pasando la cabeza por debajo del brazo sano de Katsuki, Shouto le apoyó en su hombro para ponerle en pie. Katsuki asintió cuando notó que sus piernas le sostenían, pero no lo soltó. Izuku se sentó, ya más recuperado, con los ojos todavía brillando de emoción.

—Sólo apliqué el 60% en la pierna, creo. No conseguí hacer tanta fuerza en los brazos.

—Díselo a mi hombro —protestó Katsuki en broma.

—Lo siento.

—He dicho que no lo sientas —negó Katsuki con una mueca feroz y alegre—. Se trata de eso, ¿no? La culpa ha sido mía por no haberlo visto venir.

—No puedes decir eso, Kacchan.

—Claro que puedo. Se supone que tengo que defenderme de los dos.

—Katsuki tiene razón —intervino Shouto, dándole la razón y ganándose una mirada aprobadora de Katsuki que le hizo reconocer, avergonzado, lo que había ocurrido—: De todos modos, él habría ganado un rato antes. Me distraje y me avisó antes de golpearme, por eso el entrenamiento pudo continuar.

—No volveré a hacerlo —gruñó Katsuki en tono de advertencia, con una mueca presumida—. Pero no quería una victoria fácil.

—Intentaré que no vuelva a ocurrir —prometió Shouto.

—Además, no habéis ganado. Dejadme que me recupere un poco y hacemos el segundo asalto.


NdA. Entendéis ahora por qué los tres capítulos tenían que ir seguidos, ¿verdad? En realidad... es como si fuese un solo capítulo de tres partes. Si llego a separar este capítulo cinco días del que le precede, a lo mejor había amanecido colgado de los pulgares, jajaja.