Capítulo 5

Estaban en Caledonia. Los romanos habían asaltado los pocos poblados celtas que todavía se resistían a pagar tributo al César. En ese momento estaban al lado de Itachi, Hidan, Kakazu y Shisui. La misma noche que les transformaron. Una noche fría y tormentosa.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Sakura todavía aturdida.

—Quiero que veas lo que pasó esa noche —le dijo Odín mirando la escena con solemnidad.

Los cuatro vanirios estaban agazapados tras unas montañas rocosas. Sabían que una de las normas de los dioses era que ya no debían interceder en los conflictos entre los humanos. Pero aunque ahora eran vanirios, en su corazón y en su sangre todavía corría sangre keltoi, y seguían odiando y clamando venganza contra los centuriones romanos.

—¿Qué hacen ahí? —susurró Sakura, observando anonadada a los cuatro vanirios.

Sakura no entendía nada. ¿Qué hacía Itachi ahí?

—A veces —explicó Odín—, para cambiar la historia, se deben hacer grandes sacrificios. Las cosas no siempre son lo que parecen. Tú sólo sabes lo que vieron tus ojos, pero no sabes la verdad de lo que sucedió antes.

Sakura tragó saliva y se preparó para ver lo que se imaginaba que iba a pasar.

Shisui, Hidan, Kakazu y Itachi descendieron al poblado como ángeles vengadores y mientras los tres primeros se limitaron a descuartizar y a jugar con los romanos que habían provocado el terrible genocidio contra el que había sido su pueblo, el último, Itachi, se limitó a recorrer los chakras buscando vida. Había niños, mujeres y ancianos cubriendo la tierra húmeda del lugar; cuerpos sin vida y maltratados.

Itachi odiaba la guerra. Obviamente, era indispensable conocer su arte para sobrevivir, pero eso no la hacía menos detestable.

—Aquella noche —susurró Sakura viendo la escena—, los hombres del clan se fueron para ejercitar sus nuevos poderes. Las mujeres nos movilizamos a las montañas rocosas, porque allí podíamos ocultarnos del sol y descansar con relativa calma. Nos obligaron a permanecer separados durante tres días y tres noches, ya que la energía entre hombres y mujeres era muy fuerte, y debíamos aprender a controlarla y a no dejarnos influenciar los unos por los otros. Yo no sabía que ellos cuatro incumplieron las normas de los dioses...

—Nadie lo supo. Y nadie lo sabe.

—No lo entiendo... —Sakura frunció el ceño mientras observaba los movimientos de Itachi.

El sanador entró en un chakra quemado y con paso lento y apesadumbrado desapareció entre los escombros.

—Te mostraré lo que pasó dentro del chakra —Odín tocó a Sakura y la llevó hasta el interior de la casa.

Allí había una chica de no más de dieciséis años, tumbada en el suelo, con la ropa desgarrada y cortes por todos lados. Tenía sangre entre las piernas y la piel llena de hollín. Itachi se arrodilló delante de ella y le retiró el pelo de la cara.

Sakura apretó los puños y sintió que se quedaba sin respiración. No, no, no... Eso no podía ser. ¿Estaba viendo su temida pesadilla?

—¿Qué han hecho contigo? —susurró Itachi a la joven desconocida. Le llevó los dedos al cuello y sintió que todavía latía su corazón débilmente. Tenía el cuello desgarrado, como si alguien le hubiera arañado o como si alguien le hubiera cortado con un rastrillo de harar.

Odín tocó a Sakura para que sintiera lo que sentía Itachi en ese momento.

—¡No! —gritó Sakura llevándose las manos al estómago—. Por favor, no...

—Necesitas saber la verdad.

La joven humana abrió los ojos y alzó la mano hasta que cerró los dedos sobre el chaleco de piel de Itachi.

—Ayúdame —le rogó—. A... Ayúdame...

—¿Cómo?

—Dale tu sangre —Kakazu entró en el chakra y se colocó a su lado—. No hace falta que bebas de ella. Sólo dale tu sangre. Frey y Freyja nos han dicho que nuestra sangre es poderosa. Podemos salvarla.

Itachi se echó a temblar y sintió dolor al pensar siquiera en ofrecerle la sangre a otra que no fuera su Sakura, y se negó a ello. Se moría de ganas de volver a estar con ella, pero aquel apartheid al que fueron sometidos, debía durar tres noches más. Nadie sabía que ellos dos eran pareja, a excepción de Shisui, que los había pillado en una situación más que comprometida, y Deidara, que la había dejado en manos de Itachi la noche anterior.

Sakura quería anunciar su emparejamiento en cuanto ambos estuvieron juntos de nuevo. Así que no, no le daría su sangre a esa chica.

—No puedo. No podemos meternos en los conflictos humanos. No puedo salvarla...

—No se trata de hacer ningún intercambio, sanador. Nada de anudarse. Sólo dale un poco de tu sangre. Te gusta salvar a la gente, te gusta curarles. Mira lo que han hecho los romanos con nosotros... —Kakazu abrió los brazos y abarcó todo el poblado—. Nos están matando.

—Ya no somos humanos, Kakazu —contestó Itachi mirando a la joven con pena y sintiéndose ruin por ello—. Ya no podemos interceder en esta guerra.

—Sakura no se sentirá orgullosa de ti si te comportas así. Ella te ve como un salvador, como alguien bueno y misericordioso.

Sakura, que miraba la escena horrorizada, no podía creer lo que oía ni lo que veían sus ojos.

—No la metas a ella en esto.

—Yo sólo te lo digo —Kakazu intentó consolarle dándole un golpe amistoso en la espalda.

—Hazlo tú si tanto te preocupa.

—No, amigo. Aquí, el que tiene un alma inmaculada y al que todavía le quedan resquicios de compasión, es a ti. A mí, la guerra me lo ha arrancado todo. Me importa bien poco si esta chica vive o muere.

—¿Entonces qué haces aquí? —gruñó Itachi.

—El sabor de la venganza es muy... Adictivo. —Kakazu sonrió y le enseñó los colmillos—. Ahí te dejo con tus demonios. —Y desapareció entre los escombros.

La joven estaba muriendo prácticamente en los brazos de Itachi. ¿Qué debía hacer? La chica estaba sufriendo horrores, sus pulmones peleaban por una brizna de aire. Itachi pensó en Sakura y la vaniria percibió sus pensamientos.

«Sakura me conoce. Sabe que es mía, que nos pertenecemos. Sólo le daré un poco, no probaré su sangre, Sakura, lo prometo, no tengo siquiera ganas. Rodeado como estoy de ella, no tengo ninguna apetencia de probarla. Tengo que salvar a esta chica, al menos, intentarlo. Sakura, no te enfades por esto. Sólo un poco para ver si así reacciona.»

Sakura tragó saliva mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Era muy doloroso ver cómo Itachi ofrecía su sangre a otra mujer que no era ella. Era lacerante.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Itachi pidiendo la atención de la joven. Le hablaba con tanta ternura que Sakura se deshacía al oír su timbre de voz.

La chica tenía los labios morados y estaba muy pálida.

—Delta —susurró Sakura mientras se arrodillaba al lado de Itachi, siendo testigo directo de aquel mometno. Ella conocía muy bien a aquella chica. Ella había sido su ruina.

—De... Delta —dijo la joven cerrando sus ojos marrones claros sin vida—. Me muero...

—No. —Itachi se mordió la muñeca y le ofreció unas cuantas gotas de su sangre—. Bebe un poco y puede que te salves. Puede que te dé fuerza, Delta. ¡Bebe!

La sangre de Itachi mojó la boca de la moribunda, y llegó hasta el fondo de la garganta de Delta. Itachi se cerró la herida con la lengua, ya que, como les había explicado Freyja, la saliva era cicatrizante. Se quedó un rato con ella para ver si reaccionaba a su sangre pero, al ver que la chica no se movía, desistió de ello.

—Lo he intentado —susurró el sanador—. Lo he intentado. —Se levantó con pesar, pero antes de salir del chakra, la diosa Freyja le cerró el paso.

—¿Violando las normas? —preguntó aquella mujer toda vestida de blanco, hermosa y reluciente como un ángel.

—No he hecho nada.

—¿Has mordido a la humana?

—No —dijo Itachi horrorizado—. Sólo he intentado salvarla.

—Respuesta incorrecta. Toda violación de las normas merece un castigo. Si mis padres se enteran de esto, os aniquilarán a los cuatro. Y supongo que no queréis eso, ¿verdad? Os dijimos que no podíais mezclaros con asuntos terrenales, asuntos humanos. Pagaréis por vuestro error.

Itachi miró al exterior y se encontró con Frey que estaba dándoles una charla a Shisui, Kakazu y Hidan, pero no podía oír nada de lo que decía. Él sólo quería regresar con su mujer, con Sakura.

—¿Cuál será tu castigo? —se preguntó Freyja a sí misma, pensativa y rascándose la barbilla—. No puedo dejar que te maten, a ti no. Mi padre Njörd lo hará si se entera de que has estado aquí asesinando a algunos romanos descerebrados. Y por otro lado, no es el momento de que te unas a tu... Dejémoslo. En fin, tendrás que alejarte de lo que más quieres —susurró Freyja mirando a Itachi con interés.

El sanador apretó la mandíbula.

—¿De qué hablas? No lo haré. No he hecho nada malo.

—¡Acabáis de infringir los mandamientos, vanirio Tendrás que pagar por ello. Mi decisión es la siguiente: deberás alejarte de Sakura.

Sakura hizo una exclamación ahogada y negó con la cabeza. «¡La muy puta!», pensó.

—Nunca —contestó Itachi—. No voy a alejarme de ella, ella es todo lo que tengo y lo que más me importa.

Algo cálido bañó a Sakura cuando oyó a Itachi hablar así sobre ella.

—Si no lo haces, la mataré. —Freyja alzó una mano y emitió un reflejo de Sakura vomitando sangre en uno de los bosques que rodeaban las cuevas rocosas en las que se encontraban las mujeres del clan..

Itachi sintió que los ojos se le humedecían y que el corazón inmortal dejaba de latirle. A Sakura que no la tocaran, él haría cualquier cosa, pero a ella que no la hicieran sufrir.

Sakura percibió los pensamientos y los sentimientos de Itachi y sintió que algo se rompía por dentro.

—No puedo alejarme de ella —dijo con voz ahogada. No podría alejarse nunca de ella—. Yo... Me moriré si no puedo tocarla o...

—No te alejes. Sakura necesita protección, sólo que no podrás estar con ella como tú necesitas. Además —movió la mano como si nada de lo que le dijera tuviera importancia, y la imagen de Sakura se esfumó—, no será eternamente. Será tu penitencia, un largo castigo, vanirio —explicó Freyja—. Los dos viviréis, ya que no habéis compartido vuestra sangre, pero será una experiencia de autocontrol para ambos —sonrió como una niña pequeña—. ¿Qué son unos años para alguien que es inmortal?

—¿No durará? ¿Cuándo podré estar con ella de nuevo?

—Sólo el tiempo que ella quiera estar enfadada. No más —sonrió ocultando un gran secreto que sólo ella conocía—. Si no lo haces, sanador —le aseguró Freyja—, por tu culpa, ella morirá y nos aseguraremos de que sufra como nadie lo ha hecho en vida. Sé que no te importa la muerte, que no le das importancia, pero ella sí que te interesa. No permitirás que ella sufra, ¿verdad?

Itachi tragó saliva y cerró los ojos, evocando la imagen dulce y llena de calor y cariño de Sakura. Una imagen que él se iba a encargar de destruir por no haber controlado bien sus instintos vengativos. Eso no podía estar pasando. Pensó que no sería eterno y que llegaría el momento en el que ambos pudieran volver a estar juntos, porque el amor de ellos dos podría con todo, incluso con el tiempo.

—¿Y qué debo hacer?

—Simplemente dile que no la quieres. Cuando regreséis a las montañas rocosas, nadie sabrá nada sobre vuestra violación de las normas, pero tú tendrás que admitir que has estado con otra mujer, que has intercambiado su sangre con la de ella. Ella no podrá saber la verdad porque tú no te dejarás morder, ¿de acuerdo? Y como aún no tenéis un vínculo telepático porque no habéis intercambiado vuestra sangre, tampoco podrá leer tu mente.

—Pero... Eso no es verdad. Yo nunca podría estar con otra mujer. Sé que Sakura es mi cáraid, ya sé que no hemos bebido el uno del otro pero sé que es ella...

—No sabes nada y de eso se trata, sanador. Tendrás que mentir. Nosotros mentiremos por vosotros para que nadie sepa que habéis interferido en los conflictos humanos, y eso os salvará de que no os sacrifique ni Nerthus ni mi padre Njörd. Seguiréis vivos. A cambio, tú debes renunciar a ella.

Itachi tenía la mirada perdida. ¿Qué clase de vida iba a tener sin su cáraid ? Sin el calor de su cuerpo ni la alegría de su sonrisa. Sakura y él no habían completado el rito vanirio del intercambio entre parejas, pero él, ya tenía hambre de ella. La había tenido siempre cuando ella todavía era humana, lo que ahora sentía hacia la vaniria se había multiplicado. ¿Qué haría él? Sin su voz arrulladora ni su comprensión incondicional. ¿Qué podía hacer sin Sakura?

—Sobrevivir —susurró Sakura con el rostro surcado de lágrimas.

—Sobrevive, vanirio —dijo Freyja mirándolo con misericordia—. Las reconciliaciones, aunque se hagan esperar, siempre valen la pena.

Sakura quería matar a la diosa. Quería ahogarla con sus propias manos y arrancarle ese maldito y negro corazón del pecho. Odín puso una mano sobre el hombro de la vaniria y la calmó.

—¿Necesitas ver lo que pasó después? —preguntó el dios, preocupado.

Sakura no dejaba de sollozar. Claro que no necesitaba verlo. Lo recordaba todos los malditos y largos días que había pasado sin él.

—Hay algo que no entiendo —murmuró Sakura limpiándose las lágrimas con la punta de los dedos—: Delta lo acompañó. Los hombres del clan regresaron a las montañas rocosas al cabo de tres días, y esa chica acompañaba a Itachi como una vaniria. Había cambiado, y él sólo le dio unas gotas de sangre, no intercambió nada con él. ¡¿Cómo se transformó Delta?! Ni siquiera Freyja contaba con eso, ¡¿verdad?!

—No. Nadie contaba con eso. Loki sabe jugar sus cartas, Sakura, y jugó con la situación. Él sabía cómo eran Hidan y Kakazu, así que los tentó estimulando su lado codicioso, y ellos no se resistieron. Como sabes, Hidan y Kakazu os dejaron, y ahora son unos traidores. Son vampiros. La conversión afecta a unos y a otros de diferentes maneras, afecta a la esencia de las personas y agranda los instintos básicos. Hidan y Kakazu odiaban a los romanos, y el odio y sus ansias de venganza les cegaron. En cuanto vieron que disponían de esos poderes, se volvieron locos y decidieron tomarse la justicia por su mano, porque se creían superiores y con el derecho para ello, Loki les convenció de ello. Mientras el clan entrenaba sus nuevos dones, los dos volaron a Caledonia. Querían aniquilar al ejército centurión ellos solos. Los romanos ya habían arrasado el poblado y habían dejado con vida a Delta, la más joven de las chicas. La habían violado y golpeado cuando mostró resistencia, pero seguía con vida. Kakazu y Hidan la mordieron y le prestaron su sangre para transformarla, prometiéndole que despertaría a una nueva vida llena de poderes y venganza. Delta era su cebo.

—¿Por eso Delta tenía el cuello desgarrado? ¿De los mordiscos de Kakazu y Hidan? Entonces..., ellos llegaron antes que Itachi y Shisui.

—Sí, así es. Llegaron antes, pero no a tiempo de salvar a la gente del poblado. Con Delta se les fue la mano, intencionadamente. La dejaron preparada para Itachi. Hipnotizaron a los romanos y los dejaron en el campamento. Querían ver si alguien más se les unía a la causa, si podían contar con más miembros de su clan para unirse a su revolución. Por eso avisaron a Itachi y Shisui, el druida y el sanador del clan keltoi, dos de las piezas más importantes del grupo. Ise era el líder y él no iba a aceptar que violaran las leyes de los dioses, así que decidieron no comentarle nada al respecto. Convencieron a los dos hermanos para que fueran con ellos. Y pasó lo que has visto. Se encontraron con el poblado destrozado y los celtas muertos. Los romanos seguían hipnotizados y vivos por las órdenes mentales de Kakazu y Hidan y así permanecerían hasta que llegaran acompañados de Itachi y Shisui. El druida no pudo soportar la rabia y también participó en la matanza, pero Itachi sólo estaba interesado en sanar, no en la destrucción, siempre había sido así, ¿verdad?

Sakura asintió. Sí, Itachi era un guerrero excelente, pero él sabía que hacía más falta recuperando a la gente que llevándola directamente al infierno.

»Cuando entró en el chakra destrozado —prosiguió Odín— y vio a Delta, su instinto de sanador le pudo. Kakazu lo animó a hacerlo, lo conocía bien. Como te he dicho, le tendieron una trampa. Dejaron a la chica preparada para él.

—Kakazu... ¿pero por qué?

—Con Itachi atado a otra mujer que no fueras tú y siendo cómplice de lo que habían hecho, ya tenían al sanador y, por consiguiente, también al druida, ya que Shisui nunca abandonaría a su hermano. Son uña y carne. Sólo les faltaba la Elegida, es decir: tú. De ahí que Kakazu te cortejara después de la transformación. Tú tenías un papel muy importante. Estarías libre de Itachi si él aparecía con otra mujer anudada. Ellos sabían cómo reaccionarías a la traición de Uchiha, porque ellos dos sabían perfectamente que vosotros dos estábais enamorados. Pero Kakazu te quería para él, vivía obsesionado contigo y preparó todo el amaño para tener campo libre y seducirte.

—Entonces... Itachi completó el ciclo de intercambio con Delta al darle, por tercera vez, sangre vaniria —recapituló con la mirada perdida—. Él cerró el intercambio, sin saberlo.

—Así es. Delta despertó como una de vosotros. Y como Itachi fue el último en darle sangre, eso la anudó a él definitivamente. Como si fueran pareja. Fue un intercambio muy brusco, por eso la sed de sangre de Delta era mayor, y no se la podía controlar. Esa fue la principal razón de que fuese tan agresiva e insaciable. Itachi era incapaz de decirte que no te quería, así que Delta fue la tapadera perfecta —confesó Odín encogiendose de hombros.

Sakura odiaba recordar aquel momento. Odiaba recordarla a ella, a su avidez y su malicia. Odiaba recordar esa noche en que la vio, llegando con todos los hombres, cogida de la mano de Itachi. Los hombres habían regresado a las montañas para encontrarse con las mujeres convertidas. Itachi y Delta llegaron juntos, la joven no dejaba de tocarlo y de mimarlo. Sakura sintió que moría cuando los vio llegar.

¿Quién era esa mujer? Itachi la presentó ante todos como su pareja, y a Sakura se le congeló el corazón. Sólo Deidara se mostró reacio a felicitarle ya que el resto estaba contento de que un vanirio se uniera en pareja a su cáraid. Shisui estaba distante y tampoco demostró euforia, pero él no podía hacer nada. Esa misma noche, a escondidas, Itachi le explicó a una Sakura destrozada que había mordido e intercambiado sangre con Delta. Le había narrado los hechos de un modo desapasionado, mostrando indiferencia ante las lágrimas de Sakura. Le dijo que había olido a Delta como si fuera su pareja y la había reconocido. Le dijo que la energía se le había ido de las manos, que el deseo vanirio era muy fuerte y que no había podido evitar estar con ella. Sakura se congeló por dentro ante aquella triste e impersonal declaración, como si lo que ellos habían compartido cinco noches atrás y prácticamente desde que se habían conocido no hubiera significado nada. Como si todo ese amor que sentían el uno por el otro, hubiese estado vacío. Violado por un maldito polvo llamado Delta.

Aquel día, los ojos verdes claros de Sakura dejaron de emitir luz y gusto por la vida. Y ella se llenó de odio y resentimiento hacia él. Hacia Itachi. El golpe fue tan grande que todavía ahora lo intentaba superar día a día.

Pero ahora, en aquel momento, lo entendía todo...

Sakura escuchó el zumbido metálico que se oía cuando algún dios entraba en escena, era como si el aire se cargara de electricidad y no se lo pensó dos veces. Se levantó como un resorte, agarró uno de los puñales dorados que tenía Odín en el muslo y se giró a tiempo para clavárselo a una Freyja que se acababa de materializar y que la miraba impresionada y sorprendida, con la boca abierta.

—Vaya, esto sí que debe doler, ¿verdad? —susurró la furiosa vaniria, repitiendo lo que la diosa le había dicho cuando le había puesto la mano sobre el corazón—. Pero recuerda esto, diosa zorra: nada, absolutamente nada, se asemeja al dolor que yo he tenido que sufrir por culpa de vuestras maquinaciones. ¡Me arrancasteis lo que más quería!

—Tú te limitaste a creerle. Tú te alejaste de él.

—¡Me dijo que me había engañado! ¡Vino con ella! ¡Y todo por tu culpa!

—Tuviste más de una oportunidad para beber de él, para saber la verdad y nunca la quisiste. ¡Lo desdeñaste!

—¡Creía que me había traicionado!

—Sólo los valientes sobreviven, Sakura. Tú y él habéis sido muy valientes —murmuró Odín, admirando la fortaleza de la vaniria.

—Tuve que escuchar durante varias noches cómo Delta suplicaba a Itachi que la tocara y que la alimentara. ¡Los oía! —gritó Sakura.

—Itachi le daba de su sangre pero él no bebía de la suya —le explicó Freyja dolorida—. Kakazu y Hidan se alimentaban de Delta, ellos sí que intercambiaban la sangre con la chica, pero ella no les era suficiente y ellos a ella tampoco. Necesitaban más. Más sangre. Más poder. Itachi no bebió nunca de ella.

—¿Y tú qué sabes? —Sakura retorció el puñal en el estómago de la diosa y su vestido blanco se cubrió de sangre—. Hubiera preferido morir, Freyja. Yo hubiera elegido morir a vivir esta vida longeva sin él, odiándole y deseándole a cada instante.

—Lo sé. Lo sé todo, Sakura. Odín, ¡quítale el maldito puñal! —gruñó hincándo las uñas en las muñecas de la vaniria.

—Encantado —Odín apartó a Sakura y le arrancó el puñal del estómago a Freyja. La diosa gritó y cayó de rodillas, llevándose las manos a la herida del estómago. Pocas cosas podían herir a los dioses como sus propias armas.

—Me has roto el vestido —siseó Freyja mirando a la Elegida.

Sakura no podía parar de llorar y la rabia crecía en su interior quemándolo todo a su paso.

—Esos tres tenían el alma podrida y fueron desde el primer momento dianas muy visibles para Loki —explicó Freyja—. Kakazu, Hidan y Delta os abandonaron días más tarde y buscaron su propio camino. Uno en el que pudieran saciar su hambre y su ambición. El camino de los jotuns.

—¿Por qué los transformaste entonces? Si sabías que no eran de fiar...

—Porque sólo se aprende a través de los errores. Ellos salieron mal...

—Y Daibutsu.

—Sí, pero muchos otros han resultado ser excelentes vanirios. A Odín le ha pasado lo mismo con sus perritos.

—Berserkers, perra. Se llaman berserkers —explicó Odín con la mirada sombría.

La diosa se levantó y la herida del estómago se cerró por arte de magia.

—Todos nos podemos equivocar, sólo necesitamos encontrar el camino para saber rectificar, ¿verdad, Sakura? —cuando la diosa miró a la vaniria había un cálido afecto en su mirada plateada.

Sakura miró a Freyja y a Odín y de repente se sintió derrotada.

—La llegada de Delta dotó de realismo a la mentira de Itachi. Loki ocultó de algun modo lo que Kakazu y Hidan habían hecho, lo ocultó a nuestros ojos por eso nunca supimos lo que pasó realmente, utilizó el seidr para invocar un hechizo que nos ocultara lo que Kakazu y Hidan habían hecho. Loki creía que Kakazu y Hidan se saldrían con la suya, pero tú rechazaste a Kakazu, y Shisui y Itachi decidieron no seguir el camino de esos traidores y se quedaron en el clan, con vosotros. Como ves, las decisiones que tomamos afectan al Destino. Le salió el tiro por la culata. Ahí hay un mensaje: Nunca des nada por sentado. Y ahora, Sakura... —suspiró cansada—, necesitamos tu ayuda.

—¿Qué queréis de mí? Ya me lo habéis arrebatado todo. Destrozaste mi vida y has hecho que viva una eternidad sola y con el corazón dolorido. Hiciste que Itachi y yo nos separaramos... ¿Qué queréis ahora?

—Yo puse la semilla para que eso sucediera, tienes razón. —Freyja miró su vestido destrozado e inmediatamente chasqueó los dedos para que la rotura se arreglara—. Pero tu rencor ha sido el que de verdad ha alejado a Itachi. Tu orgullo. Sé que no me crees, pero tenía mis razones para hacer lo que hice. Todos tenemos nuestras razones para hacer las cosas que hacemos. Ahora todo se ha descontrolado... Nosotros no podíamos permitir que Itachi y tú os enlazárais entonces, porque...

—Freyja —Odín llamó la atención de la diosa para que dejara de hablar.

—¿Porque qué? —preguntó Sakura impaciente—. No quiero más secretos. Dejad de jugar conmigo.

—Sé que lo has pasado muy mal, Sakura —Freyja miró de reojo a Odín—, pero era la única manera de que no os anudarais. Era importante que no lo hiciérais porque no era el momento. Todavía no. Ahora te estoy ofreciendo la oportunidad de que recuperes el tiempo perdido con Itachi. De que intentéis solucionar las cosas porque es ahora, Elegida, cuando os necesitamos juntos. Han pasado muchas cosas que han provocado una reacción en cadena y todo en el Midgard se está acelerando. Si has perdido el corazón, sólo tienes que encontrarlo. Déjanos arreglar lo que hicimos con vosotros, déjanos que te llevemos a él antes de que sea demasiado tarde. No rechaces el regalo que os ha dado Naruto.

—Freyja —volvió a llamarle la atención Odín, perdiendo la paciencia.

Sakura entrecerró los ojos y se dirigió de nuevo a la diosa.

—¿Naru? ¿Lo tenéis vosotros?

—Humph —Freyja levantó las cejas, disimulando lo mejor que podía.

—¿De verdad? —le tembló el labio inferior. Se alegraba de oír aquello. Se alegraba por su amigo humano—. ¿Qué tiene que ver él en esto?

Freyja y Odín se miraron y el dios vikingo asintió con un movimiento seco de su barbilla.

—Lo que él tiene que ver en esto, no importa. Necesito que te decidas, Sakura —dijo Odín con severidad.

—Así que ahora me necesitas... —alzó la mirada—. ¿Pero qué os habéis creído? ¿Que somos vuestras marionetas? —atravesó a Odín y a Freyja con sus ojos gatunos llenos de lágrimas.

—Hice lo que creí conveniente —contestó Freyja.

—No quiero ayudarte —Sakura se negó en redondo—. No quiero ayudaros... Yo no...

—Piensa bien lo que vas a contestar, Sakura. Itachi ha estado sufriendo innecesariamente tu despecho, tu ira y tu indiferencia. Le queda poco, Sakura. Y lo sabes. ¿También lo vas a matar? ¿Os vais a negar esto?

Ambas mujeres se miraron la una a la otra, midiéndose y reconociéndose. Transmitiéndose secretos.

—Tú sabes —Sakura la señaló mientras se limpiaba las lágrimas con la otra mano—, sabes que perdí algo más que mi corazón. Sabes lo que perdí, ¿verdad?

—Lo sé —asintió Freyja en tono críptico—. Pero a veces son pérdidas necesarias, Elegida. Siempre hay razones mayores para que unas cosas salgan de un modo o de otro, siempre hay motivos.

—¿Qué razones son esas?

—Sencillamente —se encogió de hombros—, no era vuestro momento, Sakura. Ahora sí. No puedo decirte más, sólo vosotros dos debéis descubrirlo. El Ragnarök está a un paso de comenzar y necesitamos poner en marcha todas nuestras piezas, pero no podemos obligar a esas piezas a que actúen como queremos. Tu don debe despertar ahora, a un paso de la alineación planetaria que abrirá los portales para que los jotuns del inframundo y Loki puedan salir y materializarse ante los humanos, aniquilando esta realidad. Todo este proyecto de los dioses, la humanidad, se irá a tomar viento si Loki se sale con la suya. El dios más mentiroso del mundo jugó con las debilidades de Kakazu y Hidan. Pero nosotros hemos seguido la partida con vosotros. Una partida larga, demasiado, y se acerca el momento de finalizarla. Los dones personales que cada uno tiene serán imprescindibles para el éxito de la partida. No te estoy pidiendo que lo hagas por mí. Hazlo por tus amigos, por la gente que quieres... Hazlo por Temari, Karin, Koharu, Deidara... Por Naruto, por tu amigo. Hazlo porque se lo debes a Itachi, y porque es tu sino. Te lo debes a ti misma. Toma tu destino de una vez por todas, acepta tu don.

Sakura bajó la mirada y se miró la punta de las botas.

—¿Y cómo despierto mi don?

—Recuperando lo que es tuyo, lo que te pertenece. Tendrás que convencer a Itachi. Unirte a él.

Sakura tembló. ¿Qué era lo que le pertenecía? Después de tanto tiempo sobreviviendo con el impulso de la rabia y el rencor, ¿qué debía hacer ahora? Y después de tanto tiempo, ¿ella tenía que ofrecerse a Itachi? ¿Y si él la rechazaba?

—Ve a por tu cáraid, Sakura, antes de que sea demasiado tarde. Itachi está perdiendo su alma y no es seguro que la pueda recuperar, pero para ello tendrás que entregarte a él completamente.

—A lo mejor yo ya no soy su cáraid. Puede que él ya no quiera...

—Claro, y los cerdos vuelan —contestó una incrédula Freyja—. Itachi y tú tenéis una llave en todo el desenlace del Ragnarök, y para que se cumpla sólo tienes que mantenerlo cuerdo —le pidió Freyja con humildad—. Es tu sacrificio y él es el único que puede entregarte tu don. Retenlo a tu lado, no dejes que se lo lleven.

—¿Igual que tú has retenido a Od? —preguntó la vaniria mirándola con desprecio.

—Otra como Temari —torneó los ojos—. Como te he dicho, todos cometemos errores —contestó iracunda—. Él volverá. No es que me importe, pero él volverá. La cuestión, velge, es que necesitábamos que supieras la verdad para que fueras a buscar por propia voluntad a tu sanador. Ni antes ni después. Ahora. Justo en este momento. No vamos a obligarte a ello. Pero esperamos que tus ganas de redimirte sean suficientes para ir a por aquello que más amas.

—¿Cómo lo encuentro? No sé dónde está. Itachi ha desaparecido. —Claro que iría a por él, por muy asustada que estuviera, iría en su busca.

—Yo sí sé dónde está —contestó Odín—. Te llevaré con él si me prometes que harás lo posible por recuperarlo. Le necesitamos en plenas condiciones, como vanirio. Nadie debe saber lo que pasó realmente ese día. Mantén el secreto.

¿Odín sabía dónde encontrar a Itachi? Algo a la altura de su pecho empezó a palpitar. ¿Era su corazón? Sakura sintió vergüenza de sí misma, miedo y una gran sensación de irrealidad por todo lo que estaba sucediendo.

—Por Morgana... —le temblaban las rodillas. Tan segura de ella misma que había estado siempre y ahora era azotada por todos sus temores—. No sé si voy a poder... No creo que...

—Necesitamos que os despertéis el uno al otro, ¿entiendes? —Odín tomó a la Elegida de la mano—. ¿Él es tu cáraid ? ¿Sí o no?

—No estoy segura..., —dijo aturdida—. Él no va a querer ni verme...

—¿Llevas todo lo que necesitas? —la interrumpió Odín—. Te llevo directamente donde está él, ¿de acuerdo?

¡Un momento, por favor! Valor. ¿Dónde estaba su valor? Tenía que pensar en muchas cosas. Deidara no sabía dónde iba a estar ella y...

—Mi hermano debe saber que...

—Tu hermano está dándole una paliza a Homura por ocultarle el hecho de que tiene contacto con nosotros. Ahora están ocupados. Tú sólo preocúpate de lo tuyo.

¿Su hermano y Homura peleándose de nuevo? ¿A puñetazos? Estaban todos locos... Pero no podía pensar en eso ahora. Itachi.

—Me odia. Él me odia —aseguró llevándose las manos a la cara—. Yo... yo no me he portado bien.

—Tenías tus razones —la tranquilizó Freyja.

—No. ¡Me engañasteis! Nunca le quise escuchar, ¡nunca! Creo que no me va a hacer caso. En cuanto me vea, me ignorará. Byth eto... ¡Él lo dijo!

—Quiebra su rencor y su orgullo. Arrodíllate si hace falta, Sakura. A veces no pasa nada porque limpies un poco el suelo.

—Espero verte algún día arrodillada, Freyja —deseó ella llena de rabia.

La Diosa soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Los dioses no nos arrodillamos nunca.

Odín ofreció la mano a la vaniria y ella dio un paso adelante y se la tomó, necesitaba alejarse de esa mujer que tantos estragos había causado en su vida.

Sakura no estaba segura de nada, estaba aterrorizada, pero tenía como ejemplo a sus mejores amigas. Karin había domado a Deidara, y Temari había domesticado a Obito. El amor, en sus casos, siempre había sido más fuerte que todo lo demás. Ella... Ella no sabía cómo amar a Itachi de nuevo, pero sabía que debía pedirle perdón porque el sacrificio de Itachi había sido mayor que el suyo, ¿no? Sakura se había limitado a creer lo que el sanador le había dicho. Sus ojos le habían traído a Delta, la prueba de su delito, la prueba de su infidelidad, pero, ¿había visto realmente a Itachi enamorado de esa mujer? ¿Había visto la realidad que se ocultaba bajo las apariencias? Delta y Itachi sólo habían estado juntos tres semanas, hasta que la joven huyó hambrienta de sangre humana junto con Kakazu y Hidan.

Sakura sabía que Itachi había elegido mal, ella conocía el corazón del sanador y estaba segura de que le había pertenecido, pero la traición, su error, había sido imperdonable. Después de eso, nunca más estuvieron juntos, nunca más se tocaron, porque no podía soportarlo, ni siquiera aguantaba su cercanía. Y así, con todo el resentimiento y la frustración, habían pasado la eternidad. Hasta que había llegado a dudar de si alguna vez lo había amado de verdad. Ella nunca imaginó que su don dependía de Itachi, ya que incluso alguna vez había llegado a dudar de si Itachi y ella eran realmente cáraids frustrados. Tantos años juntos, tan separados, dos mil años... ¿Lo sabría Itachi? ¿Sabría Itachi que su don dependía de que él la alimentara?

—Él está tan perdido como tú —Odín le leyó la mente—. Tendréis que hacer un esfuerzo, pero puede que le cueste escucharte, está ofuscado... No te rindas con él, ¿de acuerdo?

—Te toca mover pieza, Sakura —apuntó Freyja desapareciendo ante sus ojos—. El sacrificio puede valer la pena.

«Llegó el momento de que la velge despierte de su letargo, sólo si deja atrás su dolor», eso rezaba la profecía de Skuld.

—Sólo los valientes se arrodillan —susurró Sakura en voz baja, repitiendo la frase final de la profecía que había recibido tres semanas atrás el noaiti del clan berserker. El suelo tembló, sintió que ella misma se desintegraba y se preparó para otro viajecito con Odín. Itachi y ella habían hecho un viaje largo y milenario de ida, pero esta vez, ella iba a luchar para que el viaje fuera de vuelta—. Y yo jamás fui una cobarde. Llévame hasta él, Odín. Haré lo que sea para traerlo de vuelta.