Amigos III y Amapola I
I
Bolhofner les daría otros encargos a los muchachos, pero ya en conjunto con la mafia italiana. Michigan y Nueva York lideraban el tráfico de alcohol desde el inicio de la prohibición.
Chandler y los demás hacían pequeños trabajos cuando la mafia no requería de su presencia. No contaban el bar clandestino porque de eso se encargaba Flip y Whitney.
A veces eran requeridos para matar a ciertas personas, en algunas ocasiones aceptaban, y en otras no. Todo marchaba bien hasta esos momentos, por lo menos en el plano económico.
II
Benny se encontraba esperando en un coche aparcado en la acera que quedaba en frente del edificio donde era su trabajo de Carol. Esperaba que Hugh saliera de allí, como anteriores veces.
Nunca pensó que tomar una decisión fuera a dar un gran giro de tuerca en lo que dejó… una Carol con unas frases que creía que no se cumplirían, pero Grant siempre tuvo razón.
Aquella vez estuvo muy molesto por el extremismo de Carol por hacerlo decidir entre ella y sus amigos. Demostró que ama a sus amigos yendo a prisión por vengar a Rocky.
Pero que Carol esté con Hugh y casada… era algo que no aceptaba fácilmente. Solo debía ser consecuente con sus acciones, por lo menos la puede ver y hacer suya.
Carol hacía que todos sus empleados se fueran temprano, y a su chófer le pedía que tuviera discreción en lo que ella hiciera con el señor Benjamin Stein, pasara lo que pasara.
En un inicio fue difícil porque el asombro de estar juntos nuevamente no era sencillo de digerir.
La rubia le decía a Benny que nunca dejó de pensar en él, ni cuando salía con Hugh o cuanto pretendiente le presentara su madre. En el castaño era casi lo mismo, no había día en que no se tranquilizara sin el recuerdo del beso que se dieron aquella vez o las veces que él la espiaba o la hacía reír con sus actos en el parque.
La primera vez que ellos lo hicieron fue de lo más hermoso y adictivo. Nunca pensaron que habían perdido tanto tiempo en no poseerse. Aquella oficina de la jefa de costura se volvió la guarida de sus encuentros pasionales. Nadie más como Benny la amaría, pero con el tiempo ella comprendió que él no era el único que podía hacer grandes sacrificios.
A Grant y Liam no les parecía lo que Benny hacía, y mucho menos lo que Carol dejaba pasar con su amigo. Ellos dos veían lo que Benny ignoraba producto de su ceguera pasional y platónica.
Benny le prometió a Carol algo que le parecería inolvidable.
III
Grant hace mucho que dejó de pensar en Di Martino, él mismo se dio cuenta que los mundos eran muy distintos, no como Benny.
La italiana-judía era muy distinta a él, por más que ella lo entendiera… habría una gran diferencia entre lo que ella anhelaba y lo que él podía darle.
Di Martino demostró ser comprensiva cuando se enteró de lo que él hacía. Por más mala hierba que él fuera, lo consideraba un amigo. Ese era el problema.
Es por eso que antes de que Benny saliera de prisión, él le dio una visita a Di Martino. Ella enseñaba a alumnos de secundaria en una escuela de Nueva York, aunque ella tiempo atrás dijera que estudiaría enfermería.
Ahí fue cuando ella pudo corroborar lo que él hacía, pero no hubo alguna lejanía, no por eso. Ella con la vida que se proponía a vivir le dejaba en claro que cualquier intento por estar con ella sería nulo. Pero no le negó que alguna vez pensó en él, le parecía atractivo y agradable, solo que no lo veía en su futuro.
Aquella vez sería la última vez que se verían, tenía que aceptar con el paso del tiempo que Di Martino no era su amor correspondido.
IV
—Rocky… ¿cómo estás tan tranquilo?
El menor de todos ellos sabía a qué se refería Benny. Le dijo que no es nada fácil pensar y hablar de eso, pero que todo se lo debió, debe y deberá a Whitney.
Ella se encargaba de estar con él, se volvió su amiga íntima, casi como una hermana. Sin embargo, el menor de los cinco nunca pensó en ella como eso. Whitney era la mujer que nunca encontraría en su vida.
Cuando el cumplió doce, iba a buscarla al prostíbulo donde trabajaba para charlar o hacer cualquier cosa con ella. Eso no le molestaba a la rubia, pero había momentos donde él no entendía el porqué de que ella siga vendiendo su cuerpo.
Whitney se sentía extraña cuando pasaba tiempo con Rocky, era muy distinto a todos los chicos que conoció en su vida, pero ella pensaba que solo era un fuerte apego.
El chico no tardó en decirle lo mucho que le gustaba, la rubia no lo tomó muy bien y lo abofeteó. Ya no quería verlo porque él no había entendido bien las cosas. En realidad era que ella desde hace mucho había olvidado lo que era atraer a alguien que no sea solo por lo que su cuerpo y mirada despertaban.
Rocky no se dio por vencido y solía esperar hasta que ella saliera de ese burdel para hablar con ella y tratar de dejarle en claro varias cosas, pero ella se quedaba dentro, esperando que él se cansara y se fuera. Todo un año, en los días libres que tenía, se la pasó yendo al burdel y quedándose hasta tarde para verla salir.
Whitney solo lo observaba desde la pequeña abertura de una cortina de una habitación de un segundo nivel. Las demás chicas le decían que siempre hay clientes molestos, sin embargo, él no era eso.
Todo esos sentimientos codificados e ininteligibles dieron paso a que Rocky quiera perder parte de su inocencia en ese lugar, ¡eso sí! No quería que ella fuera, quería demostrarle que ella nunca le haría falta.
Whitney no tardó en enterarse que un chico se puso a llorar antes de poder hacerlo con una de las chicas de ese lugar.
Rocky estaba desnudo en un rincón de esa habitación, sentado y mirando al suelo con decepción, pero de sí mismo. Cuando entró Whitney, no tuvo el valor de dirigirle la palabra.
Ella lo miró muy dolida y apenada, ella sabía lo que era cargar con aquello. Y es por eso que se decidió a darle con cariño por lo que él pagó. Solo le pidió silencio mientras lo hacían.
Solo al final de aquel acto, ellos pudieron darse cuenta que se sintieron de los más felices y no había necesidad de pensar en otra cosa para ignorar la perversión que cargaban sus cuerpos.
Nuevamente, con el pasar del tiempo, la relación en ellos retornó, pero con un tono más íntimo. Lo llevaban en secreto porque a nadie le parecería correcto que una mujer estuviera con un chico al que le doblaba la edad. Whitney también era consciente de que debía esperar para poder llevar una relación más seria.
Fue por Rocky que ella pudo hacer un negocio con Grant, Liam y Chandler. No fue en vano porque ayudó en hacer más popular aquel bar clandestino.
—Si no fuera por Whitney… no sé qué sería de mí —le respondió Rocky sentado en el sofá de la oficina y con Whitney acostada en sus piernas.
V
Liam por las noches, cuando estaba libre, siempre le daba una visita a una chica china llamada Stella. Desde que una vez pasó por ese lugar, no dejó de estar cautivado por esa chica.
La familia Zhau tiene un teatro que en realidad era una tapadera para un fumadero de opio. La gente adinerada solía visitar ese lugar, y eso hacía ese negocio bien rentable. Nunca tuvieron problemas con la policía porque la mafia judía, al mando de Bolhofner, transportaba las cargas de amapolas hacia Michigan y otros Estados. Pero no del FBI.
La chica se mostraba coqueta a escondidas con el joven de cabellos naranja, no podía hacer más porque su familia le tenía la vista fija. Era muy tradicionalista y no querían que se mezclara con los occidentales, mucho menos con un judío.
En un inicio, se mostraba reacia a tratar de dialogar con Liam, pero todo cambió cuando el chico toco una flauta que ella vendía en la otra tienda de su familia. Le encantó la manera de hacer melodías con ella.
Con el pasar del tiempo, más que nada el tiempo de Benny en prisión, solían conversar cuando iba al teatro chino. Solían conversar más cuando a ella le tocaba atender a los que llegaban por su dosis de opio.
—A veces la amapola te pone en un estado donde los tiempos se cruzan —le decía Stella mientras diluía el opio y lo calentaba.
—¿Los tiempos? —no le entendía.
—Y serás capaz de darle el sentido que tu alma crea que es necesario —le daba la pipa al hombre que estaba atendiendo.
—¿Qué? —no comprendía lo que ella le decía.
Muchas veces sus conversaciones eran tan banales que con solo estar juntos bastaba para que esa espera nocturna fuera de lo más agradable. Y con el pasar del tiempo, las visitas terminaban en un beso o pequeña caricia que le demostraba que él realmente la quería.
VI
—¡Por más que me liquiden, el movimiento obrero mundial no parara! —decía un chico que estaba siendo roseado con gasolina, estaba atado a una tubería pegada a la pared de un túnel abandonado.
Su nombre era Zach Gurdle y era un dirigente de una fábrica que quedaba a las afueras de Royal Woods. La policía no había dejado pasar a los esquiroles que eran los que trabajaban por los obreros cuando ellos se mantenían en huelga.
—¡Cállate, rata! ¡No eres más que un estúpido conspiranoico y escoria comunista! —le decía uno de los tipos que le roseaba gasolina.
Lo mantenía roseado de gasolina, ese tipo era una piedra en el zapato para los opositores a sus ideales. Una parte de los mafiosos trabajaban para los dueños de la fábrica y los amigos políticos de estos.
—Adiós, porquería roja —decía el hombre mientras encendía un cerillo.
Antes de que lanzara el cerillo sobre el chico, un coche entra de manera intempestiva por la entrada del túnel y se aparca delante de ellos.
—¡Alto! —gritó un hombre que salía del coche apuntado a la cabeza por Benny.
—¿Señor Feinstein? —dijo el hombre con el cerillo.
—No maten a Zach Gurdle —sentenció su jefe.
Grant, Chandler, Liam y Rocky bajaron sin prisa, querían ver como el panorama con el muchacho.
—Les recomiendo desatar al muchacho —expresó Grant con seriedad—, a no ser que quieran que su jefe muera.
—Mejor hagamos un cambio —agregó Chandler—. Su jefe por el obrerito.
—¿No les parece? —preguntaba con malicia el menor de todos.
Los hombres no querían hacerlo, Zach entendió que sus amigos políticos también jugaban con la mafia. Se sentía engañado por dentro.
—¡Háganlo! —exclamó Feinstein.
Los hombres con mucho enojo lo hicieron, Liam se acercó y le dio su abrigo para que se cubriera porque estaba con el torso desnudo.
—¡No sé por qué están aquí, pero el movimiento no necesita mezclarse con gente como ustedes!
—Cálmate, amigo —Liam se expresaba con calma—. Si no fuera por tus amigos, estarías en primera plana y con un titular "El movimiento se hizo cenizas", ¿te parece? —lo decía burlonamente.
El tipo se iba molesto, pero Benny lo condujo al coche y se fueron sin dejar de observar a esos hombres hasta que estuvieran seguros de estar afuera.
VII
Después de algunos trabajos adicionales, se fueron al burdel para repartir el dinero y guardarlo en fondo común que tenían. Allí los esperaba Whitney bebiendo y recibiendo a los clientes, los cuales eran gente muy importante. Pero Benny solo se quedaría unos minutos más porque preparaba algo grande para Carol.
Mientras ellos se divertían contando sus anécdotas a Whitney, Liam se asoma a una abertura que había colocado la rubia para espiar a las personas que llegaban al lugar. Vio a una chica que la reconoció al instante.
—¡Chandler, Rocky! ¡Miren! —lo decía en voz baja.
—Espera… ella es… —Chandler no estaba seguro.
—Sí, ella es —afirmaba Rocky—. Amor, ven.
Whitney se acercó con curiosidad por lo que veían, Rocky le preguntó si la conocía. Grant y Benny se asomaron por la curiosidad también.
—Se llama Dana —estaba confundida por el interés de su novio.
—¿Puedes llamarla? —preguntó Liam.
—Claro —no comprendía.
—Dile que unos viejos conocidos la quieren ver —sentenció Grant soportando las risas.
Chandler de un cajón sacó unos pañuelos y se los pasó a los cinco, pero Rocky solo lo guardó en su bolsillo.
La chica llamada Dana entró y se quedó mirando a los muchachos con curiosidad.
—¿Te acuerdas de nosotros? —preguntó Chandler.
—A unos hombres tan guapos… es difícil olvidar —sentenció la chica que se mordía su dedo meñique.
En ese momento, con excepción de Rocky, los cuatro de ponen los pañuelos color negro. Dana se empieza a reír por la coincidencia.
—Ahora los recuerdo, pero… —se le notaba una actitud muy seductora y provocativa— solo pude conocer personalmente a uno —no dejaba de morderse el dedo meñique.
—Tal vez quieras ver los rostros —sentenció Chandler.
Rocky y Whitney eran espectadores en ese particular reencuentro. Observaron cómo los cuatro se bajaron los pantalones y dejaron al aire su masculinidad. Dana se mordió el meñique con un poco más de fuerza.
Se acercó a cada uno y empezó a observar con detenimiento, se le notaba con una actitud muy juguetona.
—A ti ya te conozco —lo dijo tocando el miembro de Benny—. Mucho gusto —se lo dijo a Chandler mientras se lo acariciaba—. Me llamo Dana —movía el miembro de Grant—. El placer es mío —expresó con asombro al mirar y tocárselo a Liam.
Pero Dana se quedó cautivada con las palabras de Chandler que le dio en un primer momento, regresó donde estaba él, lo besó y procedió a frotar su miembro.
Mientras se besaban y daban la apariencia que lo harían a la vista de todos, Benny se preparaba para salir de ese lugar y darle el encuentro a Carol en lo que había preparado.
VIII
Carol salía un poco tarde de su oficina y se dirigía el coche que contrató Benny para llevarla a donde le había prometido.
—¿Cuánto llevas esperando? —preguntó Carol muy sonriente.
—Toda mi vida —respondió el castaño abriéndole la puerta.
Su esposo no regresaría hasta dentro de dos días a su residencia, es por eso que Benny le preparaba una sorpresa especial. Carol estaba feliz y triste por lo que hacía él.
La llevó a un teatro que cerraba aquel día, pero logró que abriera solo para una función privada, solo para dos. Al entrar, unos hombres les acomodaron unas sillas a pocos metros de los artistas que interpretaban actos que alguna vez Benny hizo para llamar la atención de Carol cuando eran adolescentes.
No podía creer que el tiempo haya pasado tan rápido, antes eran dos jóvenes judíos de clase media baja y pobre. Ahora eran personas importantes en sus respectivos mundos.
—Todo esto es maravilloso —le tomaba la mano izquierda con su derecha al mismo tiempo que no quitaba la mirada del espectáculo privado.
—Y no solo te he preparado esto —la miraba muy feliz.
Luego de el espectáculo y una cena servida en el mismo teatro, la cual fue de lo más fino. Nada era suficiente para la chica que amaba con todo su ser.
—Es muy delicioso, es uno de mis platillos preferidos —lo expresaba con unos gestos dignos de clase alta.
—Vaya… veo que Hugh te ha dado clase —lo decía con algo de fastidio.
—No, no ha sido él —dejó de degustar para mirarlo a los ojos—. No fue necesario que alguien me enseñara, yo pude aprender sola a manejarme en el mundo de Hugh.
—Ya veo —bebía un poco de vino.
Ambos salieron del lugar con paciencia, el conductor del coche les abrió la puerta. Benny le tenía preparado ir a la frontera con Canadá para pasar hasta el amanecer juntos.
Estaban acostados sobre una enorme alfombra que cubría parte del pasto de la orilla. Se podía ver el paisaje bello de los árboles canadienses. Ambos estaban acostados de lado y mirándose a los ojos con sus rostros a centímetros.
—Sé que ya te lo he dicho hace semanas, pero… nunca dejé de pensar en dos cosas: en lo que lo que le hicieron a Rocky y en ti, mucho más en ti, Carol —le acariciaba el rostro—. Elegí mi camino, eso siempre me pesará.
—Benny… yo… —no sabía qué decir.
—Carol… eres el amor de mi vida… —tomó una de sus manos y la besó con delicadeza— lo supe desde que esa linda muchacha se quedó observándome haciendo payasadas y actuaciones dignas del Teatro de Royal Woods… por favor… debes dejar a H… —fue interrumpido.
—Me iré con Hugh en tres días… —notó un rostro atónito— me voy para iniciar una vida lejos de Michigan… lo siento, amor.
Benny no pudo descansar a gusto con Carol, no sabía que esa sería su última noche con ella, no sabía que esa sería… quizás… la última vez que se vieran.
Descansaron a la intemperie, ni uno dijo algo, solo se mantuvieron abrazados y viendo como el cielo se tornaba oscuro, más oscuro, oscuro y casi claro.
IX
El coche tenía indicaciones de ir a la residencia de Carol, pero con ritmo lento para poder disfrutar el amanecer juntos.
—Benny… Benny… dime algo —ella le tomaba con delicadeza el rostro.
Él solo miraba por la ventana el camino, se notaba muy molesto. No sabía bien en lo que pensaba, pero si ella quería irse… no iba a detenerla. Después de todo sus caminos están separados. Uno tiene esperanzas de salir adelante sin estar metido en algo ilícito y el otro está corrompido desde que escogió el camino de las pandillas.
—Benny —acercó el rostro de él para darle un beso—, por favor.
Le llegó a plantar el beso con dulzura, pero Benny se notaba muy agresivo al besarla. Carol quería hacer un alto porque la estaba forcejeando, pero Benny no se detendría y comenzaría a meter su mano debajo del vestido de ella.
—¡Benny, no! —imploraba con miedo.
Él no hacía caso al miedo que le generaba por querer tomarla con fuerza. Benny comenzó a romperle el vestido con furia mientras le besaba el rostro, los labios y parte de los pechos de manera salvaje.
—¡Por favor, no! —estaba llorando.
El conductor no sabía qué hacer, pero mientras pensaba seguía manejando. Los llantos de la mujer le ponían los pelos de punta. Sabía que el hombre era un gánster peligros, sin embargo, una dama estaba siendo abusada.
Le rasgo casi todo el vestido y empezó a introducir su bestial miembro en la blanca fosa con apariencia virginal. Carol solo lloraba de la impotencia por no sacárselo de encima. Benny solo se movía de atrás hacia delante con mucha fuerza.
Pasaron varios minutos para que Benny decidiera dar por terminado aquel funesto acto. Carol estaba llorando de manera desconsolada, se notaba muy asqueada y aterrorizada.
El coche dio el alto, Benny salió del coche de manera instintiva. El conductor echó un vistazo y tuvo que soportar las ganas de hacer justicia con sus manos. Tomó el abrigo de su cliente y se lo dio. Benny le dio un fajo de billetes, pero el hombre no se los recibió y se fue de manera veloz de allí.
El castaño estaba en medio de una carretera, mirando los árboles y mostrar expresión alguna. Tuvo que pasar media hora para que tomara rumbo a la ciudad.
X
Un tren estaba próximo a salir de Royal Woods rumbo a otra ciudad fuera del Estado de Michigan. Las personas subían sin prisa alguna porque habían arribado y llegado a tiempo.
Benny caminaba con una expresión de tristeza para observar a uno de los vagones, porque allí estaba Carol sentada con su esposo, solo que ella estaba al lado de la ventana.
Carol no le prestaba atención a su esposo y a la compañía que tenían al frente de ellos. Decidió observar por la ventana y vio a Benny. Solo movió la cortina de la ventana de manera para no verlo.
Y así los caminos se separarían. Quedaba más que claro que cada uno escogió el suyo.
Sin más que hacer allí, volvería al lugar donde estuvo por más de dos días.
Al mismo tiempo que el tren de Carol se iba, otro tren arribaba a la ciudad de Royal Woods. De allí bajaba una chica de cabello tan rojo como el rubí. Era la primera vez que pisaba esa ciudad, unos amigos le prometieron recibirla cuando ella quisiera arribar a Michigan.
XI
—¡¿Qué te sucede?! —Liam no entendía a su amigo.
Benny estaba sentado debajo de la litera donde le tocaba descansar. Stella estaba preparando el opio que le daría.
—Tu amigo está muy arrepentido, está sufriendo —le dijo Stella.
—¿Por qué?
—No lo sé, pero no es momento de molestarlo, déjalo descansar —estaba terminando de preparar la mezcla.
Liam se acercó donde Benny y lo observó con detenimiento, se pudo percatar que en su mirada se podía observar un vacío, uno enorme.
—Descuida, Grant o yo te vendremos a recoger —se lo dijo tocándole el hombro de manera amistosa.
—Gracias, Liam… eres un gran amigo —al finalizar esa oración, sonrió de manera tenue.
El chico de cabellos naranja se levantó y dejó que Stella cuidara de su amigo. La volvería a ver en la noche y seguido a eso se lo llevaría a su amigo.
Benny acercaba la parte donde estaba la mezcla de opio al fuego de la lampara para empezar a absorber el vapor producido. Se acostó con lentitud y miró arriba de la litera.
El chico estaba con un rostro que mostraba confusión e incomprensión, pero se tornó a uno que expresaba una culpa infinita por aquello que veía en su mente.
Un ruido irreconocible y repentino lo desconcentró para que volteara su rostro y se diera cuenta que algo abría la puerta del fumadero de opio…
